viernes, 29 de junio de 2012

¡¡¡Biscotto!!!

Antes de nada, voy a ser absolutamente sincero. Cuando el partido de la fase de grupos que disputaron Italia e Irlanda terminó, y nosotros aún estábamos en juego contra Croacia, se supo que un empate a uno clasificaba a España como primera y dejaba fuera a Italia. O sea, que si marcaba Croacia, a nosotros no nos afectaba, pero se clasificaban estos últimos, y no los azzurri. Bien, pues yo me acordé de la madre de todos los que jugaban por no dejarse marcar un gol. Dejar vivos a los italianos era peligrosísimo. Además, estoy convencido de que ellos lo hubiesen hecho para dejarnos a nosotros fuera. No es nada personal, son diferentes maneras de entender el deporte, la competición, las formas de lograr los objetivos. Eso de que el fin justifica los medios es un lema que se lleva a cabo más por unos que por otros, puede que incluso por un simple tema cultural. En fin, que yo clamé por el biscotto que nunca se produjo. Y ahora tenemos a los italianos como rivales en la final de la Euro. 

Bien, eso fue así durante el calentón del partido, cuando el sentido común deja un poco de hueco para que aparezca el sentido ultra, el sentido hincha. Son esos momentos en los que saltas del sofá porque un tío en paños menores le pega mal al balón. Insultas sin compasión a un señor vestido de negro por tocar el pito (hacer sonar el silbato, no lo de Michel a Valderrama) en un momento en el que no debía, en tu particular opinión. Te tapas los ojos justo antes de que un chaval en calzonas y camiseta vaya a patear una pelota en una suerte llamada penalty..., en fin, cosas absurdas que ni te dan de comer, ni te arreglan la vida ni ná de ná. Pero, oye, afectan a los sentimientos y, a menudo, incluso a los instintos más animales que, como ídem que somos, hay en algún recóndito lugar de nuestro interior. 

¡Biscotto! ¡Biscotto!

Lo decía incluso en su idioma, para que entendieran perfectamente mi deseo, que no hubiera confusiones. ¡Qué momento hincha más maravilloso!

Hasta que pasó. Y la racionalidad volvió a tomar el control de mis actos. Y el sentido común se convirtió de nuevo en la brújula que indica mi norte. Y los valores que dominan mi vida y que trato de inculcar a mi hijo se hicieron de nuevo dueños y señores del proceso de toma de decisiones por mi parte. Entiendo perfectamente el momento ultra nuestro de cada partido, pero no tanto que esos instintos sigan imperando en la forma de expresarse de según qué personas. 

Ya está el debate en la calle. ¿Nos arrepentimos ahora de no haber mandado a casa a los italianos?

Permítanme una opinión contundente. Eso es una soberana gilipollez. 

Primero, porque el deporte debe ser deporte. Por mucho que se esté convirtiendo en un repugnante negocio, los valores son los valores. Las personas respetables son las que viven siguen sus convicciones, más allá de lo que hagan otros. Si otro es un impresentable, yo no tengo por qué serlo. Si los italianos hubieran hecho biscotto, pues habrían agrandado su fama de marrulleros. ¿Nosotros somos así? No. Yo al menos, no. Eso es ser tonto o idiota, como algunos insinúan..., bien, puede que alguno me tome por ingenuo, tonto, inocente o lo que sea. Pero yo puedo presumir de valores, y ellos... ellos ¿de qué presumen? Igual, si hubieran echado a Italia, podrían presumir de que su selección de fútbol apartó a uno de los favoritos y allanó el camino un poco más para poder tener más posibilidades de ser campeón. 

Bien, no está mal. Lo que pasa es que para mí el fútbol es un entretenimiento. No me da de comer, no afecta a mi vida, no me influye para nada, más allá de un estúpido berrinche pasajero, o de una alegría que pronto se convierte en nada más que un buen recuerdo. Sin embargo, mis valores me acompañan día tras día. Son con los que me gano el respeto de los demás, sobre todo el de mi mujer y el de mi hijo, que son las personas que más me interesan. ¿Que por culpa de esos valores igual España puede perder la Eurocopa? Bien, yo te cambio la Eurocopa por ese respeto. ¿Que alguien no aceptaría ese cambio? Bien, pues sin ánimo de ofender, ese alguien no merece nada de ese respeto por mi parte. 

Ya lo sé, estoy llevando algo banal como el fútbol a unos límites que no merece. No es más que un juego y hay quien se lo toma de una forma y otros de otra. No es para tanto, lo sé. Seguramente estoy exagerando. Pero si España acaba ganando la Euro, lo hará con la cabeza muy, muy alta. Y si la acaba perdiendo, no será por no haber echado a Italia de la competición cuando pudo. ¿Quien asegura un triunfo de haber sido otro el rival? Igual podríamos plantearlo de manera que gracias a haber permitido que Italia continuase, ahora no tenemos que enfrentarnos a la selección más fuerte de Europa, que es Alemania. ¿Quién sabe?

Pues nadie. Nadie lo sabe. Yo creo que la vida hay que recorrerla siendo honrado y honesto. Que al final eso nos pone en el lugar que nos merecemos. El deporte es una disciplina en la que los valores son importantes, Es lo que lo diferencia de la guerra. Incluso en la propia guerra hay normas, reglas... valores en definitiva. Comprendo el momento hincha que pasamos viendo los partidos. Pero creo que nos deberíamos de sentir orgullosos, y no abochornados, de haber hecho una competición limpia y, además, haber llegado a la final de la misma del modo en que lo hemos hecho. 

jueves, 28 de junio de 2012

Que me quiten lo bailao

A menudo se dice que cada aficionado al fútbol lleva dentro de sí a un entrenador. A base de ver partidos y partidos, cada uno nos labramos una opinión acerca de lo que debería hacer tal o cual equipo en cada ocasión para obtener mejor rendimiento. Evidentemente, se supone que los que más saben de esto son los que tienen el título, pero eso no quita para que cualquiera de nosotros emita su opinión al respecto. Esto ocurre continuamente, y en estos días, con toda la controversia que está generando la actuación de Del Bosque con la selección, pues es algo que se está viendo con bastante intensidad. 

Tengo que reconocer que yo no comprendo demasiado bien las decisiones de nuestro seleccionador. Sobre todo en lo que al ataque se refiere. Estamos poniendo de moda la idea de jugar sin delanteros, lo cual es hasta rompedor e innovador en el mundo del fútbol. Uno no puede dejar de preguntarse por qué jugadores como Negredo o Llorente están teniendo tan poco protagonismo. Por qué, caso de poner a algún punta y salvo en el partido de ayer, Del Bosque siempre se decanta por Torres cuando es evidente que no está bien. Pero, sobre todo, por qué, la mayoría de los minutos, España ha jugado sin ningún jugador de referencia arriba. Incluso, yendo más allá, cómo es posible que este hombre no se de cuenta de que poner a Navas por una banda, y a Pedro en la otra en el partido de anoche, vale para bastante poco si no hay nadie que remate sus pases después de las jugadas que generan. ¿Cuantas veces llegó Navas por la banda hasta la altura del área y se tuvo que parar por no tener a nadie a quien ponérsela?

Como digo, no entiendo nada de nada. 

Sin embargo, estamos en otra final. Y eso para España es todo un logro, sobre todo teniendo en cuenta que, hasta hace cuatro años, eso de pasar de cuartos era algo así como una quimera. Yo tengo una teoría al respecto, y es de lo que quería hablar hoy. 

Para mí, Del Bosque es un excepcional gestor de grupos de trabajo, en este caso de futbolistas. Su fuerte no parece ser los planteamientos técnicos, sino el saber cómo hacerlo para que los jugadores se limiten a jugar y que no haya otro tipo de interferencias que les condicionen. Y hablo especialmente de los egos que suelen dominar a estas rutilantes estrellas del fútbol. Vicente del Bosque, en dos años, consiguió con el Real Madrid algo parecido a lo que Guardiola en el Barça. No tanto y no durante tanto tiempo, pero ya quisiera Mourinho acercarse a lo logrado por el salmantino. Aún así, fue cesado. Y con la selección está llegando a cotas que sólo estaban a nuestro alcance cuando nos acostábamos y nos poníamos a soñar con cómo nos gustaría que fueran las cosas. España gana porque tiene un estilo y los jugadores se limitan a ponerlo en práctica. Pero ese estilo no lo inventó Del Bosque. Ni siquiera creó el equipo ideal para llevarlo a cabo. Todo eso le vino dado cuando cogió el cargo. Pero sí que ha conseguido que en nuestra selección no haya otro pensamiento que no sea apoyarse los unos a los otros en pos de conseguir el objetivo. Y eso no ocurre en otros equipos. 

Holanda, por ejemplo, la actual subcampeona del mundo, tiene un serio problema porque sus jugadores están enfrentados unos a otros por culpa de egos y envidias. Van Persie, Robben, Snejder, Van de Vaart, etc, son extraordinarios futbolistas, pero han dejado de ser equipo. Su seleccionador no ha conseguido que dejen a un lado sus cuitas personales para hacer grande a su selección. Y lo han pagado con creces. A Francia le ocurre algo parecido. Por lo visto hay jugadores que se llevan tan mal, que llegan al punto de evitar pasarse el balón entre ellos. Un desastre. Y se vio claramente en el partido contra Suecia, y también en el que jugaron contra nosotros. Y algo similar podría ocurrir con España, sobre todo teniendo en cuenta la enorme rivalidad que hay entre Madrid y Barcelona, y cómo en lo últimos tiempos se ha recrudecido de una forma dramática. Pero a nosotros no nos pasa, y eso es mérito de Vicente del Bosque. De hecho, creo que ese es su más importante mérito. 

Como decía al principio, hay muchas cosas que no entiendo en los planteamientos de nuestra selección. Pero yo me niego a que eso me condicione a la hora de disfrutar de la mejor época de la misma en toda la historia. Y eso que a mí el combinado nacional no me tira tanto como ocurre con otros. Pero no deja de ser el equipo que representa a mi país, y he decidido que la prensa nacional-madrileña no va a mandar en lo que son mis sentimientos. No les voy a dar ese gustazo. 

Lo que está ocurriendo alrededor de la selección, con tanta crítica, me recuerda mucho a lo que pasó con el Sevilla de Jiménez. Incluso, los dos grandes argumentos son exactamente los mismos: equipo cobarde que aburre con su juego. Cuanto menos, curioso. Yo entiendo que cada uno tiene un entrenador en su interior, pero que localismos absurdos u opiniones diferentes lleguen a impedir a alguien disfrutar de un momento tan histórico, deportivamente hablando, como este, es verdaderamente triste.

Por cierto, he de decir que me siento un verdadero privilegiado por haber nacido en la época idónea para poder disfrutar del mejor momento de la historia tanto del Sevilla como de la selección. No sé si alguna vez disfrutaré tanto como en esta última década, pero ya puedo decir eso de que me quiten lo bailao. 

miércoles, 27 de junio de 2012

El afán recaudatorio y lo absurdo

Que últimamente Hacienda está haciendo todo lo humana y legalmente posible por arañarnos hasta el último céntimo de euro, es una realidad que todos conocemos y asumimos. Suben los impuestos, se intensifican las acciones anti fraude, se elevan las tasas de los servicios públicos cuando esos servicios son cada vez peores,  se recorta por todos sitios hasta el punto de casi asfixiarnos. Dice el dicho que Dios aprieta, pero no ahoga. Ojalá fuera Dios el presidente del gobierno. Así al menos tendría la certeza de que, por mucho que apretase, nunca acabaría matándome. De estos que nos gobiernan, y de los otros y de los de la moto, me espero cualquier cosa por desgracia. 

Todo esto es así y hay quienes hasta lo comprenden y justifican, aunque muy pocos niegan la injusticia que a menudo supone. Siempre pagamos los mismos. Eso ha sido así toda la vida. Bien. En el fondo, nada ha cambiado en ese sentido. Pero hay veces que las cosas traspasan las rayas de lo mínimamente comprensible, entrando de lleno en el terreno de lo absurdo. De lo disparatado. De partirse de la risa si no fuera algo serio. Porque que te toquen el bolsillo por algo manifiestamente injusto (por mucho que sea legal) no deja de ser algo serio. Y algo de eso me ha ocurrido a mí últimamente. 

El pasado mes de noviembre, presenté la documentación necesaria para solicitar una subvención del ayuntamiento para nuevos negocios. Antes me leí las bases y supe que sería complicadísimo que me la dieran, ya que no soy mujer ni inmigrante, ni tampoco, por suerte, pertenezco a ningún colectivo en riesgo de exclusión. Bueno, lo que oficialmente se conoce como riesgo de exclusión, que dicho riesgo lo podemos tener cualquiera a pesar de no adolecer de ninguno de los motivos de la lista oficial. El caso es que como por presentar unas fotocopias no se pierde nada, pues ahí fui yo a por ello. Meses después (porque esto dura meses en resolverse), allá por primeros de mayo, salieron las listas provisionales y yo aparecía como que ni siquiera se habían leído mi solicitud porque tenía una deuda con Hacienda.

¡Una deuda con Hacienda! 

Para que entendáis mi estupor, os diré que yo hago declaraciones de la renta. Me la hago a mí, a mi mujer, a mis padres, hermanos, primos, amigos, familia directa, familia política..., me harto de hacer declaraciones cuando llegan estas fechas. Hay personas que sólo se acuerdan de mi por este motivo cuando llegan los meses de mayo y junio. Muchas veces cobro por ello cuando se trata de personas no allegadas. Yo jamás he dejado de presentar la declaración (salvo el año pasado porque no tenía obligación, ya que el 2010 lo pasé completo en paro, aunque montando a la vez mi negocio actual) y jamás nadie a quien yo se la haya hecho ha tenido el más mínimo problema. Me resultaba simple y llanamente increíble que yo tuviera una deuda con Hacienda. Tenía que ser un error.

Por supuesto, al día siguiente estaba en la puerta de la Casa de la Moneda (sede central de Hacienda en Sevilla) a las nueve en punto de la mañana, dispuesto a comerme a quien hiciera falta por haber cometido semejante fallo. Después de esperar una cola, me certificaron lo que ya imaginaba. Efectivamente, no tenía ninguna deuda con Hacienda, si ya lo sabía yo. Si es que eso es imposible. Sin embargo, sí que tenía otro tipo de incidencia. Lo que ellos llaman un requerimiento. De modo que tuve que esperar otra cola para que me atendieran en otro departamento, que allí los funcionarios son monofuncionales y sólo sirven para la tarea específica para la que están programados. Anda que si tuvieran que ponerse detrás de mi mostrador para vender lo que haga falta y para arreglar da igual que un roto o un descosido..., petarían como peta mi ordenador cuando abro demasiadas pestañas en internet. En fin. El caso es que el requerimiento en cuestión consistía simplemente en que el año anterior, el único año en mi vida en que no presenté la declaración porque estaba convencido de que no tenía obligación de ello, pues resulta que sí que la tenía que haber presentado. 

¿Cómo es eso posible? Encima de que me lo tiré entero en el paro y, para colmo, sin cobrar prestación contributiva (sólo la de los 430 euros, que no tributa), ¿qué queréis que declare, la marca de mi ropa interior? Mi cabreo era monumental, y mucho más cuando me dan la respuesta:

"Hay aquí un ingreso por actividades económicas y eso es lo que hace que sea obligatorio presentarla"

Un ingreso por actividades económicas es aquel viene de un contrato mercantil, no de uno laboral. Por ejemplo el que tienen los comerciales que trabajan a comisión, no con un sueldo fijo al final de mes. Y, efectivamente, yo estuve trabajando un año atrás durante un tiempo en una compañía de seguros. Pero lo dejé  antes de que comenzara 2010, el año de esa declaración que no presenté. Lo dejé porque no me pagaron. De hecho, ese ingreso del que me hablaba la señora funcionaria era precisamente parte de esos atrasos que me debían. Y no ascendían a más de 500 euros. 500 euros en un año es una porquería, pero esa porquería me obligaba a hacer la declaración a pesar de que correspondían al ejercicio anterior y de que, en absoluto, superaban los 10.000 euros anuales (redondeando) en los que está el limite de obligatoriedad para presentar el IRPF. Pero como era un ingreso por actividades económicas, pues no computa a esos efectos. Es siempre obligatorio. 

Bien, pues después de esperar una tercera cola, me hicieron la declaración sobre la marcha y me salía a devolver. A DEVOLVER!!! O sea, que por no presentar la declaración el año anterior me quedé sin recibir del Estado los 75€ que me salía a devolver la jodida declaración. 

- ¡Si es que soy gilipollas! - Pensé, indignado. En casa del herrero, cuchillo de palo. Pocas veces ese refrán cobrará tanto sentido. 

Pues bien, la declaración quedó presentada un año después de cuando tendría que haberlo hecho. Y he de reconocer que Hacienda se portó genial conmigo, porque apenas unas semanas después tenía esos 75€ euros en la cuenta. Que no es que me arreglen el año, pero nunca está de más un ingreso en casa del pobre. 

Pero lo más grande estaba aún por venir. Lo más grande ocurrió ayer cuando encontré en el buzón de mi casa un aviso de correos: remitente, Hacienda -  "¿Qué coño les pasa a estos ahora?" - Pensé, bastante hastiado, he de reconocer. Y cuando esta mañana fui a la oficina de Correos a recoger la carta, casi se me caen los huevos al suelo (con perdón por la grosería). No os vais a creer lo que ponía en dicha carta.

Atención, señoras y señores. Resulta que Hacienda me ha abierto un expediente sancionador:

ME QUIEREN PONER UNA MULTA DE 70 € POR PRESENTAR LA DECLARACIÓN FUERA DE PLAZO!!!!

La declaración de un tío que no la presentó por haberse llevado todo el año en paro. De una persona que cobra 500 euros de mierda de un atraso correspondiente al ejercicio anterior. De un despistado que deja de presentar un IRPF que, para colmo de lo estúpido, le sale a devolver. Que dejó de recibir ese dinero. Que no es que haya defraudado a Hacienda, sino que fui yo quien dejó de cobrar. Que el perjudicado en todo este asunto fui yo. Y para colmo, me deniegan la subvención por culpa de todo esto.

Todo esto es legal. Existe un artículo en la ley en el que se permite al Estado poner una multa "simbólica" incluso por este motivo. Incluso a pesar de que la declaración saliera a devolver. Y en estos tiempos en los que vivimos, cuando Hacienda está como loca por arañar de todas partes, llega incluso a entrar en el terreno de lo absurdo como en este caso. Para dejarme sin el dinero que me devolvieron, ya que la multa casi coincide con dicha devolución. ¡Qué cosa más triste! Quitarle a un parado (en su momento) el dinero que le corresponde. Hasta esto hemos llegado en esta bendita España. 

Por supuesto, recurriré, alegaré, patalearé, se lo pondré lo más difícil que pueda, incluso fraccionaré el pago todo lo que se me permita. Pero al final, por mucho que proteste, acabaré pagando. 

Porque Hacienda somos todos, pero, sin duda, unos mucho más que otros. 


P.D. Por cierto, que podéis reíros si queréis. Yo, después de descargar mi indignación escribiendo sobre el tema, hace ya un rato que lo estoy haciendo. Si es que, en el fondo, es para partirse la caja. 

lunes, 25 de junio de 2012

Hermanos...

... hijos de la misma madre.

Hay hermanos que se quieren y se odian a la vez. Hay hermanos que se llevan el día entero peleando, pero que a nadie de fuera se le ocurra meterse con el otro, que ambos juntan sus fuerzas para llevarse por delante al intruso. Hay hermanos que ni siquiera se hablan, que cada uno hace la vida por su cuenta, que incluso pueden vivir en un permanente enfado...

Pero la muerte lo puede todo. La muerte no tiene solución. ¿Tan difícil es de entender? Pues hay gente que no lo entiende. 

Béticos y sevillistas somos hermanos porque tenemos la misma madre: Sevilla. Es cierto que nosotros compartimos nombre con ella, igual que yo lo comparto con mi padre y mis hermanos no. Pero no por eso yo soy más ni ellos dejan de ser mis hermanos. También soy el mayor, igual que el Sevilla respecto al Betis. Uno de mis hermanos es bético. Mi madre también. Mi padre, no. Mi padre era sevillista. Eso es lo que pasa entre las aficiones del Betis y del Sevilla. Estamos mezclados, entrelazados. Todos tenemos amigos y familiares en la otra parroquia. Y por mucho que el fútbol nos separe, no dejamos de ser amigos y familia. 

Ayer murió el bético Miki Roqué. ¿Por qué se realza tanto el hecho de que el sevillismo esté consternado, dolido, hecho polvo? A nuestros hermanos se les ha muerto un ser querido, ¿tan extraordinario es que también nosotros lloremos? Yo tengo hoy el alma partida, ¿qué queréis que os diga?

Son nuestros eternos rivales, los partidos entre ambos equipos se les considera derbis, quien más quien menos mira con el rabillo del ojo a ver qué hacen los otros. Nos peleamos, nos metemos los unos con los otros, buscamos el más mínimo motivo para picarnos, para reírnos, para tratar de molestar al otro, a ver si se enfada. Ensalzamos nuestros logros para desprestigiarles y ellos se inventan sus clásicos "fuimos los primeros en..." para poder presumir de algo. 

¿Y qué?

La muerte lo puede todo. ¿Es que no se enteran?

Ayer por la tarde, antes de enterarme de esta terrible noticia, estuve con un primo mío, que más que primo es casi hermano. Bético hasta la médula. A menudo nos reímos el uno del otro, nos picamos, yo me meto con él y él se mete conmigo. Pero, por poner un ejemplo, el día de su boda, a mí se me derramaban las lágrimas de la emoción porque nos hemos criado juntos y me parecía el increíble que el tiempo hubiera pasado tan rápido hasta entonces, hasta el punto de verle casándose. Si parecía el día anterior cuando éramos niños y jugábamos a cualquier cosa en la calle. 

Bético hasta la médula. 

Si lloré el día de su boda, ¿cómo reaccionaría si le pasara algo o si se le muriera algún ser querido y lo viera hecho polvo por el dolor? ¿Qué coño importa que sea bético?

A nuestros hermanos los béticos, a esos con quienes compartimos madre, se les ha muerto un ser querido. Y yo hoy estoy descompuesto, no lo puedo evitar. Descanse en paz Miki Roqué.

A veces pienso que esta vida es una mierda. 

viernes, 22 de junio de 2012

Otra forma de invertir el dinero del rescate de la banca

Continuación del artículo ¿Por qué siempre hay dinero para la banca?

En el día de ayer, por fin, se hicieron públicas las conclusiones de esas auditoras independientes que el Gobierno contrató para cuantificar de una vez las necesidades dinerarias de la banca española. Al final, poniéndose en el peor escenario posible, resulta que requerirían de unos 60.000 millones de euros. Recordemos que el límite de crédito concedido por la Unión Europea era de 100.000, con lo que los números no parecen malos. En absoluto. Sin embargo, hay importantes lagunas en esas conclusiones. Y no es porque se haya hecho mal el estudio. Para nada. Es porque ese estudio se hace para la banca en su conjunto, como si todos los bancos fueran uno solo. El estudio banco por banco se hará a continuación y, según el gobierno, las conclusiones se publicarán en septiembre. Entonces sabremos cuanto dinero necesita cada una de las entidades. Las que requieran de ello, claro, que no son todas. De hecho, algo de esto se nos ha avanzado en lo promulgado ayer. Santander, BBVA y Caixabank no necesitarán dinero. Bankinter y Popular, seguramente tampoco. Caixa Nova, Catalunya Caixa, Banco de Valencia y Bankia, las nacionalizadas, sí que requerirán, y mucho. Y el resto deberá decidir si acude al préstamo o se busca lo que necesita por sus propios medios.

Pero, como decía, los resultados que se difundieron ayer generan dudas porque consideran el sistema bancario español como un todo, y eso no refleja con exactitud las necesidades. Simplificando mucho, y para entendernos, consideremos que los tres bancos que no necesitan dinero es porque tienen beneficios, mientras que los que sí que lo necesitan es porque arrojan pérdidas. Compensando las ganancias de unos con las pérdidas de otros, sale un saldo negativo de esos 60.000 millones. Y de ahí se obtiene el dato. Pero como la banca española no es un todo, sino que se compone de muchos bancos individuales, ese dato sólo sería válido si las entidades que obtienen beneficios estuviesen dispuestas a invertirlos en compensar las pérdidas de las mal gestionadas. Y eso es, cuando menos, poco probable. En verdad, es imposible.

Voy a poner un ejemplo inventándome datos. Tomemos al Santander, al BBVA y a Caixabank y supongamos que tienen 20.000, 15.000 y 10.000 millones de euros de beneficio respectivamente (insisto, cifras inventadas completamente). Y supongamos que Caixa Nova, Catalunya Caixa, Banco de Valencia y Bankia generan pérdidas por 12.000 millones cada una. La suma de los beneficios es de 45.000, mientras que la de las pérdidas es de 48.000. Sale un saldo negativo de 3.000 en su globalidad, con lo que, en esa globalidad, las necesidades de dinero de este sistema bancario ficticio serían de 3.000. Pero ¿qué pasa si los tres que obtienen beneficios no quieren compensarlos con las pérdidas de los otros? Pues pasa que, en realidad, las necesidades de dinero serían de 48.000 (el total de las pérdidas), y no de 3.000.

Por tanto, a efectos de conocer que el sistema bancario español en su conjunto no está tan mal como se decía, pues los datos obtenidos están muy bien. Pero si lo que queremos saber es cuánto dinero, billete sobre billete, vamos a necesitar, la cosa cambia. Sabemos que tenemos hasta 100.000 millones para pedir. Y también que esos 60.000 que han dicho las auditoras serían en el peor escenario posible, con lo que en realidad deberán ser bastantes menos. Se dice que en el mejor escenario serían de 25.000, con lo que podríamos entender que, al final, rondarán los 40 o 50 mil. Sin embargo, ya digo que esto es en la globalidad del sistema bancario español. Habrá que esperar a septiembre para conocer datos más precisos, datos banco por banco.

Vuelvo a decir que este análisis no es en absoluto riguroso. Lo he simplificado muchísimo con el simple objetivo de explicarme, de tratar de hacerme entender, pero las cosas son bastante más complejas en la realidad. Sin embargo, el concepto básico que quiero expresar se puede explicar así. 

Sea como sea, a mí no se me quita de la cabeza la utópica idea de que se deberían dejar caer a los bancos mal gestionados y mantener a los buenos, a los que tienen beneficios. Y, por supuesto, procesar a los malos gestores. Insisto, idea romántica y utópica que no se va a producir. Y esos 60.000 millones destinarlos a que el propio estado financie proyectos de inversión a largo plazo.

Y al hilo de esto, el otro día prometí que iba a decir cual ha sido el gran error de los gobiernos antes de esta crisis, más allá de dejar que se generase una burbuja inmobiliaria (que también lo es). El gran error fue no invertir los enormes beneficios que el Estado obtenía gracias a la fulgurante marcha de la economía en otros sectores con futuro que pudiesen acoger mano de obra cuando lo inmobiliario fallase. Me refiero a invertir en negocios de futuro, no en carreteras y líneas de AVE, que cuando se terminan se terminaron y los trabajadores que las construyeron han de buscarse otra cosa. Este es el concepto que falló también en el Plan E de Zapatero. La idea de que el Estado invirtiera para generar empleo era buena. El modo en que se hizo, una calamidad. El Estado se endeudó hasta las cejas para gastar en obras públicas. Durante unos meses, mantuvo a gente ocupada en dichas obras y maquilló las cifras de desempleo. Pero cuando las obras terminaron, los trabajadores se fueron al paro, mientras que la deuda contraída había que seguir pagándola. Antes teníamos paro. Ahora tenemos paro + deuda. Un horror.

La inversión se debió de hacer en empresas o negocios que fuesen a perdurar en el tiempo, no en obras con un plazo de ejecución. Así se debió de hacer también en la época de vacas gordas. Si en aquellos tiempos se hubiesen financiado y creado empresas innovadoras, en sectores diferentes a la construcción, con visión de futuro, etc, hoy día estarían a pleno rendimiento y podrían generar un empleo que paliase los efectos sobre el paro del hundimiento del sector inmobiliario. Nada de eso se hizo, y creo que ese fue el gran error de los gobernantes. Frenar una burbuja en un sistema capitalista, donde la iniciativa privada es la base de todo, es muy difícil porque habría que intervenir la economía de un modo casi comunista, y eso, simple y llanamente, va contra nuestras leyes actuales. Se puede incentivar que el dinero vaya a un lado o a otro, pero no prohibir el desarrollo de un negocio. Pero lo que sí que deberían haber hecho era reconocer lo que estaba sucediendo, prever sus consecuencias y actuar antes de que estas se produjesen para así mengüar un poco el desastre que estaba por venir.

Y quien diga que nadie se esperaba lo ocurrido, MIENTE. Y aquí están las pruebas. En este link podéis ver las cartas que en 2005 enviaron los inspectores del Banco de España al Gobernador del mismo y al Ministro de Economía de entonces, Pedro Solbes, advirtiendo de lo que estaba ocurriendo y de las nefastas consecuencias que podía acarrear. Estaban advertidos, por tanto. De hecho, se dice que Solbes fue cesado como ministro (le sustituyó Elena Salgado) porque estaba convencido de actuar contra eso y al gobierno no le interesaba tomar medidas impopulares en tiempos de tanta bonanza. Ojo, no me meto con los socialistas, sino con los irresponsables. Ser irresponsable no depende del signo político, sino de la forma de ser de la persona. Solbes es socialista, pero responsable. Y Jordi Sevilla. Y otros muchos políticos del PSOE. No se trata de que los socialistas hicieran esto o aquello. Se trata de que aquel gobierno actuó mal, como lo podría haber hecho, o no, cualquiero otro. Por favor, que nadie me malinterprete.

Volviendo al tema del rescate actual, si ese dinero se dedicase de una vez a financiar empresas con futuro, esas empresas crearían empleo estable (con futuro), y se reduciría el paro. Al haber más gente trabajando, los ingresos del estado crecerían, a la vez que bajarían los gastos al haber menos subsidios de desempleo que pagar. Además, como la gente trabaja, gana dinero y se lo gasta, con lo que las empresas existentes venderían más. Al vender más, tendrían que aumentar la producción. Y un aumento de producción lleva aparejado un aumento de la contratación. Nuevamente menos paro, y la rueda que comienza a girar hacia adelante, y no hacia atrás. Esto se debería haber hecho hace seis o siete años, pero no se hizo. Eso se deberá haber hecho también hace tres, pero tampoco se hizo. O, mejor, no se hizo de la forma adecuada y acabó siendo peor el remedio que la enfermedad. Y eso es lo que se debería hacer ahora, pero, como digo, mucho me temo que es una ingenuidad por mi parte. 

Pero es lo que pienso que se debería hacer. No toda la banca española es mala. Al revés, se estima que el 70% está bien (o razonablemente bien) y sólo el 30% está podrida. Pues en vez de meter dinero en la banca podrida, déjenla caer (algo de eso dijo Joaquín Almunia, el comisario de Economía de la UE, y casi se lo comen vivo), que desaparezca, que la liquiden, que su negocio lo coja la parte buena de la banca, que el Estado se limite a garantizar los depósitos de sus clientes y que el dinero que se va a emplear en reflotarla, que se destine a crear esas empresas de futuro que generen empleo. A subvencionarlas. A financiarlas, ya que la banca no da esa financiación. 

Esto no va a ocurrir. Europa no va a prestar el dinero para esto, sino para otra cosa. ¿ Por qué? Pues porque a los dirigentes europeos les importa un rábano el bienestar de los españoles. Lo único que buscan es que sus entidades, fondos, empresas, etc. que tienen invertido dinero en los bancos españoles no pierdan nada, o lo menos posible. Por eso el dinero que se da es para la banca, que en el fondo es para ellos mismos. Y por eso también, y como contraposición, se habla tanto de medidas que estimulen el crecimiento. Todo lo que he dicho que se debería de hacer son medidas que estimulan el crecimiento. El debate está encima de la mesa, pero aún no se actúa en ese sentido. Acabará haciéndose, pero lo que no sabemos es lo que caerá por el camino entre tanto. O los que caeremos. 

Para finalizar, quiero dejar claro que no pretendo sentar cátedra ni tomar por tontos a los que no piensan como yo. Me limito a exponer por escrito mis reflexiones. Es así como yo pienso, teniendo en cuenta mis conocimientos y mis informaciones. Pero cualquiera que tenga más conocimiento y más información que yo me podrá rebatir todo esto. No lo dudo. En absoluto. Es más, me encantaría que lo hiciera porque estoy ávido de sabiduría sobre el tema. Me encantaría saber más para ver si así alcanzo a comprender de una puñetera vez qué coño pretenden nuestros gobernantes (en España y en Europa) y a donde diablos están dispuestos a llevarnos. Porque da la sensación que lo único que nos interesa es hacernos cada vez más pobres. 


jueves, 21 de junio de 2012

Cosas que no se pueden comprar, que sólo se dan

Todas las mañanas, cuando me incorporo de la cama, pongo los pies en el suelo, pero aún no me levanto, sino que permanezco sentado durante unos segundos, lo primero que se me viene a la cabeza son mis expectativas para la jornada que comienza. ¿Cómo será el día de hoy? ¿Qué puedo esperar de él? No me da tiempo a responderme porque al momento aparece mi mujer. Ella se levanta a la misma hora, pero mucho más rápido que yo. Como un resorte. Como si estuviera deseando que el despertador sonara para abandonar la cama de una vez. Mientras yo me incorporo, me desperezo, me siento y la pregunta de antes se me viene a la mente, a ella le da tiempo de abandonar la habitación, ir a la contigua, donde duerme el niño, echarle un vistazo, volver y comentarme sonriendo la postura en la que ha encontrado a la criatura. Porque resulta que la criatura duerme en posiciones inverosímiles. Le viene de familia, y no de la mía precisamente. 

¿Cómo será el día de hoy? ¿Qué puedo esperar de él? Mientras mi mujer se ducha, yo preparo los desayunos. Pero la mente la tengo en esas preguntas. Las ideas que se me vienen a la cabeza varían en función de las circunstancias, como supongo que le pasa a todo el mundo. Estos días ando preocupado. Tengo el coche en el taller y me han dado uno de sustitución que es una verdadera patata. No veo el momento de que me lo terminen de una vez. Por otro lado, a los fluorescentes de mi local les ha dado por fundirse en masa, y aunque una luz más tenue es buena para soportar mejor el calor, no queda demasiado bonito a efectos ópticos. Además, estamos en junio. El año pasado, la última semana de junio fue desastrosa en lo que a facturación se refiere. El mes fue genial, hasta que se vino abajo al final. Todo el mundo decía que eso era porque se acaban los colegios y eso afecta al mercado en el que me muevo. También afecta la previa a la Semana Santa, y los días del Rocío, y las semanas en las que hay puente, y las navidades y.... Algún día escribiré sobre esto. Todos los meses pasa algo que afecta al negocio. Ahora entiendo por qué dicen que España es uno de los países menos productivos de Europa. Pero ese es otro tema.

El caso es que este año está ocurriendo lo mismo. Llevo un mes de junio magnífico y si la cosa se desarrolla con normalidad, acabaremos con beneficios. Pero, ¿y si pasa como el año pasado y todo se viene abajo la semana que viene? No tiene por qué. El año pasado a estas alturas apenas llevaba tres o cuatro meses con el negocio. Ahora tengo mucha más clientela, lo normal es que, aunque mengüe un poco, la facturación sea la esperada. No obstante, no deja de ser una preocupación más. Preocupaciones, todo son preocupaciones. No puedo quitarme de la cabeza eso mientras preparo el desayuno en la soledad de mi cocina. Pronto aparece mi mujer, ya preparada, y su conversación hace que me ponga a pensar en otra cosa. Pero cuando nos sentamos a la mesa, ponemos la televisión y vemos el telediario de la mañana, el mal humor que me producen aquellas preocupaciones vuelve a aflorar. Que si primas de riesgo, que si intereses de deuda, el paro que sube, los mercados que no aflojan la presión, el presidente que no convoca debate sobre el estado de la nación, los mineros que cortan autovías... y, para colmo, Del Bosque se empeña en seguir poniendo a Torres. ¡Será posible!

- ¡Te voy a quitar el telediario para ponerte los dibujitos que ve el niño! - Me dice mi señora al ver que no paro de despotricar sobre todo - ¡No hay quien te aguante!

Y es cierto. Hay veces en las que no hay quien me aguante. Tan tempranito por la mañana, y ya estoy asqueado de todo. Cuando mi mujer se va al trabajo, a mí me queda aún un rato de faena antes de salir yo también. A mí me toca el niño por la mañana. Después de ducharme y prepararme, hay que despertarle, darle de desayunar y prepararle a él para ir a la guardería. Voy con prisa. Siempre voy con prisa. No tanto por llegar a tiempo al trabajo, que al fin y al cabo el negocio es mío y nadie me va a decir nada, sino porque si me retraso demasiado, no encuentro aparcamiento. Pero, para un niño de tres años, la vida es un continuo juego. Todo le llama la atención, todo es merecedor de dedicar un tiempo a probarlo, cambiarlo, a experimentar con lo que sea. Por tanto, me enfrento todos los días a una hora detrás de él, insistiendo, repitiendo, metiéndole prisa..., en fin, cualquiera que tenga hijos sabe de lo que hablo. 

El caso es que, en el momento de abrir la puerta de mi negocio, siento como si ya hubiera echado la jornada, cuando, en verdad, esta está a punto de empezar. Es el momento de prepararme un café de la cafetera que tengo en la trastienda y de tomármelo con algo, el segundo desayuno del día. Tengamos en cuenta que el primero fue a las seis y media de la mañana. A las nueve y media o diez, el estómago ya me está rugiendo de nuevo. Y cuando me siento delante de mi ordenador, detrás del mostrador, esperando la llegada de clientes y con el café caliente oculto de la vista de cualquiera de estos que pudiera entrar, la pregunta del principio vuelve a asomar a mi cabeza. ¿Qué puedo esperar del día de hoy? 

Automáticamente, consulto el estado de la cuenta, hago mis números y calculo cuanto tengo que facturar en los días que quedan para llegar a fin de mes sin apreturas. Eso es todos los días, soy así de cansino. Y todos los días, el resultado es el mismo. Si hago 100 euros a diario, llego sin problemas. Entonces miro mis registros de los días anteriores: 184, 147, 92, 66 (bueno, pero es que esto fue el sábado, y los sábados sólo abro por la mañana), 191, 106, 180, 212, 203... Quitando los sábados, sólo en cuatro ocasiones bajé de 100. Y nunca menos de 70. No debe de haber problemas. Hace ya muchos meses que no tengo problemas, el negocio va bien. Ya, pero es que el año pasado se me vino todo abajo en la última semana de junio. Y luego llega el verano, en el que, como es natural, la facturación baja. Las cosas me van bien, pero no para ahorrar. Al menos, no lo suficiente como para compensar lo que puede caer en verano. Claro que también es cierto que en verano se gasta menos, sobre todo en pedidos. Una cosa compensará a la otra.... Además, hay un cliente que me debe 60 euros. Ya le llamé el otro día, ¿cuando coño vendrá a pagarme? Y eso que yo cobro al momento, no difiero los pagos. Pero como es amigo de mi mujer..., en fin, que la confianza da asco. Bueno, y también está esa otra factura del pedido de ese instituto de enseñanza secundaria. 212 euros, todo un capital para un negocio tan pequeño como el mío. Eso suman casi 300. Tres días de facturación, teniendo en cuenta mis números. Es cierto que los del instituto se llevaron el pedido anteayer y que pagan un par de días después. O tres, pero nunca fallan. Nunca. Me esperaba el ingreso hoy, pero no llegó. Será mañana. No pasa nada, sé que no pasa nada, pero mi cabeza sigue con sus dudas...

Incertidumbre, incertidumbre, incertidumbre...

Preocupaciones, preocupaciones, preocupaciones...

Si, para colmo, el día comienza mal y llego a mitad de mañana con poco facturado, comienzo a acojonarme. Lo cual es una estupidez, porque es de lo más común que me lleve horas sin hacer nada y que se me llene la tienda durante cinco minutos en los que hago el día completo. Incluso, puede que haga un día malo y que al siguiente se compense con otro extraordinario. Al final siempre llego. Siempre pasa lo mismo. Pero mis incertidumbres y mis preocupaciones son permanentes. 

- ¡Está bien, Rafa! Deja tu mente en blanco y concéntrate en otra cosa - Me obligo entonces. 

Cierro la página del banco y abro la del blog. A su vez, en diferentes pestañas, voy abriendo los otros blogs que han actualizado últimamente. Me lo leo todo. Os aseguro que me lo leo todo. Puede que a veces no comente, puede que entre algún cliente y no me deje hacerlo, o que luego se me olvide, o que haya mucho que leer y no tenga tiempo. Pero lo leo todo. Todo lo que se actualiza en mi lista de blogs. Luego leo algo de economía y, otra vez, me cabreo. Y me cabreo, no sólo con esto último, sino, a menudo, con algo que les he leído a algunos sevillistas. Faltas de respeto en los comentarios, o incluso en los mismos artículos, gente que no sabe expresar lo que piensa sin insultar a los demás, personas que se posicionan en los extremos, gente apoya a muerte a según que personaje, otros que se meten con esos por dicho apoyo, que si Del Nido, que si Vizcaíno, que si Monchi, que si no hay quien coloque a Alexis, que si Koné ha dicho no sé qué, que si vaya paquete es Romaric, que si, que si, que si...

¡Y la prima de riesgo que no baja!

¡Y Del Bosque que se empeña en poner a Torres!

Y, por si no queríamos más, entra en la tienda la señora mayor que todos los días me vuelve medio loco para hacer dos simples fotocopias. Que si ampliamela un poco, que si ahora redúcela, que si no está centrada, que si por qué las cobras tan caras a color, que si, que si, que si... y tú manteniendo el tipo porque es lo que tiene que hacer alguien que trabaja de cara al público. Al final queda satisfecha y me pregunta el precio.

- Sesenta céntimos, señora - Le digo, sin pronunciar el "de mierda" que yo añadiría después de la palabra "céntimos".
- ¿Cómo? - Es que la señora no oye bien y hay que repetirle las cosas.
- ¡Sesenta céntimos, señora!

Entonces la señora saca con parsimonia su monedero, lo vacía sobre el mostrador y me paga los sesenta céntimos en monedas de cinco, dos y uno (juro que es cierto), las cuales cuenta poco a poco, sin prisa, mientras a mi se me acelera el pulso hasta el punto de enrojecer.

- Es que me pesan en el monedero - Se justifica al rato mientras yo me río por no llorar. 

Afortunadamente, no es de las que se quedan a contarte su vida (esas son otras) y se marcha una vez termina de pagar. Y entonces yo sigo con mis lecturas y mis cabreos. 

De repente, en medio de mi ofuscación, cuando aún no he decidido sobre qué voy a escribir hoy, algo llama poderosamente mi atención.

- Esto lo cuelgo en Twitter - Pienso, a la vez que lo hago. 

De repente, ya digo, en uno de los blogs de economía que sigo habitualmente, me encuentro con esto:


Ranking de la prosperidad por países


El título no le explica del todo bien, pero se trata de un estudio que ha hecho la web Happy Planet Index y en el que, en función de ciertos parámetros más allá de lo que es simplemente la riqueza, hacen un ránking de los países más felices del mundo. 

"La prosperidad no se mide sólo por el PIB"Dicen también. 

Y el resultado del estudio es el siguiente:



Costa Rica, Vietnam, Colombia, Belize, El Salvador, Jamaica, Panamá, Nicaragua, Venezuela, Guatemala...

¿Será posible? ¿Es casualidad que la mayoría sean países caribeños? ¿Cómo era eso de que el dinero no da la felicidad? ¿Se puede ser feliz sin dinero, con problemas económicos, políticos...? 

Se puede, claro que se puede. 

El estudio es una chorrada y carece de credibilidad. No por la idea en si, sino porque es muy incompleto. Pero si que me ha servido para reflexionar. ¿Por qué en Costa Rica o en Colombia la gente se considera feliz? ¿Qué tienen allí para conseguir tal cosa?

Seguramente tienen todo lo que una persona necesita para ello. Hay una frase que me encanta y que dice  que "hay cosas que no se pueden comprar, que sólo se dan". Y si no se pueden comprar, ¿para qué se quiere el dinero?

Seguramente habrá un término medio, como en todo en la vida. Yo vivo en una sociedad capitalista, me tengo que adaptar a ella y para eso necesito el dinero. No puedo irme al monte a vivir, más que nada porque, si lo hago, los servicios sociales me quitarían a mi hijo por no criarlo como es debido. Pero también es cierto que tengo muchas cosas que no se pueden comprar, sino que hay personas que me las dan a la vez que yo hago lo mismo por ellas. Y eso seguirá siendo así, tenga o no dinero, facture o no 100 euros al día de aquí a final de mes, o me pague o no el instituto o el amigo de mi mujer. 

Ese gráfico tan absurdo me ha alegrado el día. Ahora sólo pienso en que estoy deseando de acabar la mañana para ir a recoger a mi hijo a la guardería. Ese niño al que siempre pillo jugado cuando voy a por él, y que cuando me ve, deja automáticamente lo que esté haciendo para gritar ¡Papá! y salir corriendo a darme un abrazo. Eso no se puede comprar. Eso no tiene un precio. No se puede ir a una tienda a pagar lo que sea para llevarse a un niño que haga lo que el mío hace conmigo. 

Y luego más tarde me reencontraré con mi mujer, que seguramente comenzará a quejarse de las cosas de su trabajo o de lo que ha hecho o dicho quien sea, pero que no se plantea otra cosa que aguantarme día tras día, ella sabrá por qué, tendréis que preguntarle a ella los motivos por los que me soporta. Porque a mí, igual que a todos, supongo, hay que soportarme. Y mucho. Y eso tampoco se paga con dinero. 

Al final, llegaremos a final de mes. Y si falta un poco para conseguirlo, lo obtendremos durante los dos primeros días de julio. Y la prima de riesgo bajará y subirá, igual que los intereses de la deuda, y los precios, y el IVA que el Gobierno dice que no subirá, con lo que el mes que viene habrá subido, y la gasolina, y nos recortarán más servicios, y nos ahogará todo lo que puedan y...

¿Y qué? Más se perdió en Cuba, se decía en otra época. De peores hemos salido. ¿Qué más da? Son cosas que importan, pero , ¿de verdad es para tanto?

Francamente, mientras siga teniendo la familia que tengo, no. Sólo falta que me acuerde más de ellos cuando haya cosas que me ofusquen. Y si el asunto se pone chungo hasta el punto de que me quede sin negocio y el banco se quede con mi casa (Dios no lo quiera), pues me cojo un avión y me marcho a Costa Rica, que dicen que allí son muy felices. Aunque sea a montar un chiringuito en la playa. 

Por cierto, es la una del mediodía y llevo 73 euros facturados. Me queda un rato de mañana y toda la tarde Al final, recaudaré lo necesario, y seguramente bastante más. 

Si es que a veces me preocupo por nada. 

martes, 19 de junio de 2012

Y Clemente se estará partiendo de la risa.

Para comprender este artículo en toda su intensidad hay que tener más de 30 años. Más que nada porque voy a comparar la selección española actual con la del Mundial de 1994, hace 18 años. Si en el 94 no tenías al menos 12 años (30 en la actualidad), difícilmente recordarás aquello con el nivel de detalle necesario. Es como si a mí me hablan del Mundial de España en 1982. Yo tenía 7 años entonces. Y si me sacas de Naranjito, de Arconada y del presidente de Italia dando saltos en el palco el día de la final, pues de poco más me acuerdo. De todos modos, voy a intentar hacer un resumen de lo que era España en esos tiempos de principios de los 90 para tratar de explicarme. 

Aquella España estaba entrenada por un tipo malencarado y polémico llamado Javier Clemente. Durante la década de los 80, Clemente hizo dos veces campeón de liga al Athletic de Bilbao y llevó a una final de la UEFA al Español, lo cual tenía mucho mérito, ya que en aquel entonces sólo iba un equipo de cada país a la Copa de Europa (la Liga de Campeones hoy), no varios como en la actualidad. Por tanto, la Copa de la UEFA la disputaban clubes de altísimo nivel, y llegar a la final era toda una proeza. Y más para un equipo como el Español. Esos éxitos le valieron a Clemente un prestigio que le llevó a la selección. Y la verdad es que el hombre no lo hizo nada mal. Al menos, no peor que ninguno de los que le precedieron, ni tampoco de los que le sucedieron, hasta esta última época dorada en la que hemos sido campeones de todo. 

Clemente era un tío que no se casaba con nadie. No se dejaba influenciar por la presión de la prensa madrileña (que ya entonces existía, la presión, me refiero), hasta el punto que fue quien se cargó a símbolos del madridismo de la talla de Michel, Sanchís o Butragueño. Y tampoco pasó por el aro a la hora de llevarse a un jovencísimo Raúl, que ya con 18 años era el icono del ultramadridismo imperante. Al final fue quien le hizo debutar, pero cuando a él le dio la gana, no cuando se lo dijeron los "expertos". También se pude interpretar que acabó sucumbiendo a la presión, pero yo me inclino más por la primera posibilidad. Imaginaos hasta qué punto no se dejaba influenciar, que en la lista del Mundial de 1994 sólo iban dos jugadores del Real Madrid: Hierro y Alcorta. Incluso, llegó a hacer debutar a un chaval hispano-danés llamado Christiansen que jugaba el segunda división con el Barcelona B, ¡antes que al madridista Raúl!

A aquella selección se la criticaba de un modo atroz porque se la consideraba ultra-defensiva. Clemente salía con dos laterales, Ferrer y Sergi; tres centrales, Abelardo, Alcorta e Hierro; tres centrocampistas, Nadal, Guardiola y Bakero: y un sólo delantero centro, que, para colmo, solía ser Julio Salinas. Aquel equipo defendía muy bien (con cinco defensas, es lo menos que se espera), tenía un centro del campo muy defensivo también, con Nadal (que en el Barça jugaba de central) y Bakero, que era un estilo a Medel en la actualidad. Guardiola era quien manejaba el balón y Salinas, arriba, jugaba a cazar algún pelotazo, bajarlo al suelo, y que fuera lo que Dios quisiera, porque ese jugador era capaz de lo mejor y de lo peor. Sobre todo de esto último. 

Pero al menos ponían a un delantero. 

Como antítesis, la selección de la actualidad es considerada como el paradigma del buen juego. No acumulan centrales y medios defensivos, sino que se hacen con el balón y se dedican a moverlo de un lado a otro, impidiendo que el rival pueda jugar. No defienden, sino que impiden que el contrario puede atacar. Pero, aparte de lo de Irlanda (un rival muy débil), España se ha llevado sobando el balón dos encuentros completos sin apenas tirar a puerta. Y sin tirar a puerta, no se puede ganar un partido. 

Ayer viví el encuentro sin ser capaz de salir de mi estupefacción. No entendí en absoluto el planteamiento del señor marqués. Aún no sé a qué jugaban, qué pretendían. Si eso lo hace Marcelino, lo corremos a gorrazos. Si lo hace Jiménez, no quiero ni pensarlo. Y si lo hubiera hecho Clemente... los que tengan más de 30 años saben de lo que hablo. Si a Clemente se le ocurre salir en el partido en el que te lo juegas todo con un solo delantero y jugar sin ninguno durante gran parte del segundo tiempo, no quiero ni imaginar la que le hubiera caído. Aun incluso ganando. 

Pues eso fue lo que hizo ayer el señor marqués. Y por eso creo que el señor Clemente se debe estar partiendo de la risa hoy. 

Tengo que decir que yo aborrecía (y aborrezco) a Clemente. No me gusta su forma de ser, y todavía menos cómo hace jugar a sus equipos. Por mucho prestigio que consiguiese en los ochenta, creo que no era persona que mereciese el cargo de seleccionador. Pero de la misma forma que digo que no me gusta Clemente por cómo jugaban sus equipos, reniego de modo absoluto de lo ocurrido ayer con España. 

El planteamiento de Del Bosque fue demencial. Jugar con cuatro tíos acumulados en el centro del campo, que se estorban unos a otros, más Silva un poco por delante y detrás del delantero, y sin bandas es algo inaudito. Un auténtico caos. Igual que pasó contra Italia, los croatas se limitaron a poner dos líneas defensivas y a observar como sus rivales se limitaban a pasarse el balóon de un lado a otro (el también llamado efecto limpia-parabrisas), pero sin ninguna profundidad. Sin tirar a puerta. Sin abrir el campo por las bandas, simplemente porque no había bandas. Porque Arbeloa y Alba, por muy buena fe que pongan, no pueden ser las bandas de un equipo que aspira a ganar algo. 

Y cuando al entrenador se le ocurre sacar a un extremo, va y quita al delantero centro. ¿Para qué coño sirve Navas si no hay un delantero que remate sus centros? Pues para ser él quien marque el gol, ya que no hay otro que lo haga. La genialidad de Cesc e Iniesta salvó a la selección, pero esta no puede vivir de lo que puedan hacer o no alguno de los genios con los que cuenta. Eso por no hablar del modo en que está sobrecargando de partidos a los titulares, mientras que sigue teniendo a magníficos futbolistas sin haber disputado ningún minuto. O apenas algún ratillo. Mata, Llorente, Cazorla, Pedro, el propio Negredo... 

¿Cómo es posible que Mata sea titular y Torres suplente en el equipo que ha ganado la Champions, y en la selección sea al revés?

Yo no entiendo nada. 

Esta selección es un verdadero desastre que sobrevive gracias al enorme respeto que (aún) causa en los rivales y a las genialidades de alguno de sus genios. Pero la labor del entrenador, en mi humilde opinión, está siendo manifiestamente mejorable. Y da un poco de rabia porque hay jugadores, hay equipo para hacer mucho más. Para cerrar los partidos mucho antes y de mejor modo. Yo entiendo que los rivales ya saben cómo jugamos y actúan en consecuencia, pero es que nosotros nos empeñamos en hacerlo todo por el centro, y eso facilita la labor de aquellos. Lo de abrir el campo por las bandas es algo básico en táctica futbolística. Y con los jugadores que tiene España, me parece inconcebible que sigamos estrellándonos contra un muro una y otra vez. 

Por cierto, según sus estadísticas personales a lo largo de toda su carrera, Fernando Torres marca un gol cada tres partidos. El otro día marcó dos, con lo que difícilmente volveremos a ver un tanto del del Chelsea. Anoche, Negredo creó más peligro en cinco minutos que el otro en una hora. Y Llorente de paseo por Polonia. 

Inconcebible. Jugar sin delantero centro. Las risas que tiene que estar echando Javier Clemente.

lunes, 18 de junio de 2012

¿Por qué siempre hay dinero para la banca?


Esta es una de las preguntas que más se hace la gente en estos tiempos tan difíciles. ¿Por qué se recorta tanto en servicios básicos para la población y se busca dinero de debajo de las piedras para salvar a los bancos? Sobre todo cuando son los propios bancos unos de los principales culpables de la situación en la que nos encontramos. Esto tiene una explicación. No quiere decir que yo comparta las razones, pero sí que es cierto que este tipo de decisiones están totalmente motivadas. Sería posible hacer las cosas de otra manera, pero eso significaría romper por completo el sistema actual. Vivimos en una sociedad capitalista en la que el dinero lo mueve todo. Y ese dinero está en manos de particulares. Es cierto que los estados intervienen en la economía y que podrían intervenir más para evitar el sufrimiento de buena parte de la población. Pero, de hacerlo, tenderíamos a un sistema socialista o comunista. Para hacerlo, habría que romper las reglas del juego, y eso es algo a lo que no están dispuestos los gobernantes, no sólo en España, sino en casi ningún lugar del mundo. Son los tiempos que vivimos. En otras épocas de la historia, hubo distintos sistemas de gobierno: monarquías absolutistas, imperios, feudalismo.... Hoy las cosas son como son, y en ese orden de cosas, ya digo que hay un motivo para que los que mandan actúen de esa manera.

En España, el problema principal es el paro. Podrán decir una y mil cosas en los telediarios, pero si el paro en nuestro país no fuera el que es, ninguno del resto de problemas tendrían la importancia que actualmente tienen. Y, por supuesto, no habría sido necesario pedir un rescate.

Lo servicios básicos (y el resto de servicios también) se financian con los impuestos que pagan los ciudadanos. Los que trabajan, claro. Una parte del sueldo va a parar a Hacienda, que utiliza ese dinero para pagar cosas como la educación, la sanidad, las pensiones, etc. Si hay mucho paro (si mucha gente no trabaja), esos ingresos de Hacienda bajan, a la vez que suben los gastos en partidas como la de los subsidios de desempleo. Se ingresa menos y se gasta más. Para invertir esta tendencia es necesario crear empleo. ¿Y quién crea empleo? Las empresas, evidentemente. El Estado también, pero ningún estado es capaz de absorber tanto empleo como para erradicar el problema del paro. La solución está en crear más empresas y ampliar las ya existentes. Pero para ambas cosas es necesario que alguien pague la inversión que supone hacerlo. Hace falta financiación. ¿Quién da esa financiación? Los bancos. El Estado puede subvencionar algunos negocios o actividades, pero tampoco está capacitado para hacerlo con tanta intensidad como es necesario. 

Es justo aquí donde yo no estoy de acuerdo con la forma en la que se están haciendo las cosas, pero a eso iré más adelante. 

Por tanto, es necesario que los bancos financien a las empresas. Es necesario que presten, que faciliten el crédito. Si lo hiciesen, nuevas empresas surgirían (o se ampliarían muchas de las ya existentes) y eso generaría empleo. Al generarse empleo, los ingresos de Hacienda crecerían a la vez que bajarían los costes (menos gente cobrando el paro, por ejemplo). Y, de esa manera, habría más dinero para mantener los servicios públicos, que no sólo dejarían de correr peligro, sino que incluso mejorarían.

Se trata de una cadena semejante a esta:



Pero, ¿y qué pasa si falla el primer eslabón de la dicha cadena? ¿Qué pasa si los bancos están en malas condiciones y por eso no son capaces de dar crédito? Pues que todo el proceso se vendría abajo sin remedio. Que nada de lo descrito en el anterior párrafo se produciría y la economía seguiría estancada. Justo lo que ocurre en España. Los bancos están fatal, unos más que otros, todos tienen agujeros y mientras no solucionen eso, no habrá crédito. Con lo que no se crearán nuevas empresas, no se contratará a más gente y no bajará el paro. El Estado seguirá ingresando poco y no podrá mantener unos servicios públicos de calidad, por lo que habrá que hacer recortes en ellos. Y ese es el motivo por el que nuestro gobierno ha decidido solucionar primero los problemas de la banca. Porque piensan que una vez solucionados, el crédito volverá a fluir y todos los demás problemas se irán solucionando en cadena y de forma paulatina. La cadena del esquema funcionaría de nuevo y ello repercutiría en el bien de toda la sociedad. Así funciona el sistema capitalista en el que vivimos. Y puede parecer injusto premiar con ayudas a los que tan mal lo hicieron en el pasado y por culpa de los cuales estamos tan mal ahora. Pero si se soluciona la situación de los bancos, los demás problemas se irán solucionando a su vez.

Recordemos que el negocio de los bancos es prestar y cobrar un interés por lo prestado. Ese interés es su beneficio. El problema actual de la banca consiste en que la Unión Europea les ha exigido que guarden unas reservas para garantizar los depósitos de los clientes que han puesto su dinero allí. El montante de esas reservas es un dinero que no pueden destinar al crédito. Si encima tienen una tasa de morosidad muy grande, a los bancos no les queda liquidez para prestar. No pueden ejercer su negocio y se están hundiendo. Es como si un vendedor de frutas no tiene dinero para comprar mercancía. O se le ayuda, o quiebra. O se le da dinero para que vuelva a comprar y luego a vender, obteniendo su beneficio, o tendrá que cerrar. Ese empujón se lo debería dar el banco en forma de crédito, pero si los bancos no tienen dinero (o no lo pueden emplear en eso, sino en cubrir las reservas que les exige le UE), todo se viene abajo. La frutería desaparecerá, el frutero dejará de tener trabajo, dejará de pagar impuestos y, además, comenzará a cobrar el paro, la ayuda o lo que sea. Menos ingresos y más gastos para el Estado. La cadena de la que hablaba antes se rompe. 

¿Y dónde no estoy de acuerdo yo con todo esto? Pues en el eslabón de la cadena donde debería el Estado inyectar ese dinero. Si los 100.000 millones de euros que Europa concede se inyectan en subvencionar empresas rentables (no cualquier empresa, sino las que se consideran que tienen futuro, claro), la cadena se vuelve a poner en funcionamiento, pero dejando a los bancos fuera. De estos, los bien gestionados sobrevirían y los demás desaparecerían. Es más, los bien gestionados se fortalecerían, ya que se harían con los clientes de los que muriesen, con lo que aumentarían su volumen de negocio. Incluso, esto fomentaría que se gestionasen bien este tipo de entidades. Si los bancos saben que, hagan lo que hagan, en última instancia van a ser rescatados, nunca se van a preocupar en serio por hacer las cosas bien. Para evitar esta dejadez, habría que dejar caer a los malos y, además, procesar a los gestores culpables. 

Esto es loque yo haría. Lo que se hizo en Islandia, por ejemplo. Lo que no se hizo en EEUU, en el Reino Unido o en la mayoría de los países europeos, donde ya anteriormente se llevaron a cabo planes para salvar a la banca. Esto no lo hemos inventado nosotros. 

El problema es que la Unión Europea nunca nos prestaría dinero para eso porque si los bancos españoles caen, muchas entidades de inversión alemanas y de otros países tendrían pérdidas, ya que tienen dinero invertido aquí. Es todo cuestión de intereses, de dinero, de lo que mueve el sistema capitalista en el que vivimos.   

Próximamente explicaré cómo pienso que se deberían haber hecho las cosas para evitar la situación actual. Dónde se produjo, en mi opinión personal, el gran error, mucho mayor que permitir que una burbuja inmobiliaria estallase. Error del que tienen culpa TODOS los que han tenido alguna responsabilidad de gobierno, en cualquier administración, a lo largo de los últimos diez años. 

Pero eso me ocupará otro post. 

sábado, 16 de junio de 2012

Descojonamiento

Anoche se confirmó la noticia de que el Cata Díaz había cerrado su fichaje por el Atlético de Madrid y todavía esta mañana me dura el descojone. Porque yo con esto sí que me descojono, por mucho que Angel Torres dijera el otro día eso de "ni carta de libertad ni desconojonamiento". Pues lamento decirle al presidente del Getafe que carta de libertad, no, pero de lo otro sí. Y mucho. Por lo menos por mi parte.

Eso sí, mi descojonamiento viene motivado por la actitud del Patético. Es que se superan los tíos. Me parece increíble que cada vez que un futbolista interesa al Sevilla, vengan estos a inflar el precio y a llevárselo por una burrada. Porque, en mi opinión, gastarse cinco millones en un futbolista de 33 años me parece una burrada. Sí, digo bien, cinco millones. Uno por traspaso y dos por cada una de las dos temporadas que ha firmado suman cinco millones. Y no es que el argentino no sea un buen jugador, que lo es. Bastante bueno, veterano, regular, experimentado, con capacidad de liderazgo..., pero tiene 33 años, y eso hay que tenerlo en cuenta. Un jugador puede interesar, pero no a cualquier precio. Le hemos recriminado a Monchi y a su equipo que se hayan gastado la intemerata en futbolistas que no valían tanto. Eso fue un error que ahora no se está cometiendo, con lo que no se puede criticarles también por ello. Seamos ecuánimes, seamos justos. Si el Atlético de Madrid quiere pagarle 2 millones de euros por temporada a un tío de 33 años, es su problema. Nosotros no podemos. Ellos tampoco, en realidad, ya que deben hasta de callarse, pero el hecho de que unos sean insensatos no nos obliga a nosotros a serlo también. 

Por cierto, a aquel que dijo que el Atlético no contrató a un director deportivo sino a un espía para Monchi parece que no le faltaba nada de razón. Vaya con los que se consideran grandes, siempre a la estela de quienes le han superado hace ya un tiempo. Siempre por detrás de nosotros, siempre imitándonos, siguiéndonos, espiándonos..., y arrebatándonos jugadores. Los que pueden, los que se enteran que estamos siguiendo, y no a todos. Ahí está el ejemplo de Rakitic. 

Otro descojonamiento debe ser el que le ha entrado al propio jugador. Dicen que ha utilizado al Sevilla para irse con los otros. Bien, puede ser. Yo, no obstante, opino que no es más que un mercenario que se ha vendido al mejor postor. Si el Sevilla le ofrecía 1,4 millones y el Atlético 2, pues la decisión es evidente. Además, sin necesidad de mudarse. Teniendo en cuenta que el Sevilla busca, no simplemente a un central, sino a un líder, poco liderazgo podrá ejercer un tío con esos valores. Un tío que no cree en proyectos, sino en números, ceros a la derecha y volúmenes de cuenta corriente. Mejor darse cuenta de eso ahora que dentro de unos meses. El dinero siempre es importante, y más para un futbolista veterano que sabe que le queda poco de carrera. Pero no todos ponen la pasta en el primer puesto de su lista de prioridades. ¡Cómo me acuerdo de Dragutinovic cuando pienso en esto! Y en otros muchos futbolistas que miraron antes otros factores. El tan criticado Rakitic, por ejemplo, ya que lo mencioné antes. 

Y el último decojonado es Angel Torres. Descojonado porque, por lo que parece, nos debe de tener muchas ganas. Según dicen, anda por ahí dando botes por habérsela jugado al Sevilla. Como digo, se entiende que nos tiene ganas, la criatura. Claro que ¿qué se puede esperar de un madridista metido a presidente de un club que es de lo más parecido a un filial del Madrid? Recordemos que el Getafe es uno de los más fieles seguidores de los grandes en el tema de los dineros de la televisión. Fue de los primeros que se negaron a acudir a aquella reunión en Sevilla de principios de temporada. Se ve que se lo pasa bien fastidiando al Sevilla. A nosotros nos pedía 3 millones, y al final se lo vende por uno al Atlético. Y encima se ríe y se muestra satisfecho. ¡Qué cosa más patética! Pues nada, si él es feliz con esto, pues yo también lo soy por verle feliz a él. La felicidad es importante. Ahora, que busque a otro central para su lamentable Getafe y que el Atlético siga engordando su deuda pagando millonadas a jugadores que no dan para tanto. No creo que a nosotros nos deba preocupar demasiado esto que ha ocurrido. Y menos a mitad de junio. Si nis hubiesen quitado un fichaje sobre la campana del cierre del mercado, pues sería un problema por la falta de tiempo para reaccionar. Pero a estas alturas...

Cuando salió la noticia de que el Sevilla seguía a este jugador, a mí no me hizo especial ilusión. Me parece un buen futbolista, ya lo he dicho, pero tampoco para tirar cohetes. La actitud de Angel Torres, vendiendo el producto como si fuera delicatessen, me pareció patética. Mucho más serio vi a Del Nido cuando aseguró que un futbolista de 33 años vendría gratis, o no vendría. Ya lleva un tiempo descartándolo, el día de la presentación de la campaña de abonos fue la última vez que lo hizo, aunque pocos le creyeron. Y ahora que ha ocurrido lo que ha ocurrido, a mí, francamente, me parece correcta la postura del Sevilla. 

No más Mosqueras, no más Konkos, no más Alexis ni nada por el estilo. No más malgastar el dinero. Los jugadores interesan a un precio, no a cualquiera. Una cosa es tensar la cuerda demasiado hasta perder a un jugador como Borja Valero (aquello fue un error) y otra no querer entrar en una puja por un jugador de 33 años que al final ha costado 5 millones en dos año. Vamos a llamar a cada cosa por su nombre. 

P.D. Ya se me ha quedado obsoleto el post. Según cuenta Roberto Arrocha, Angel Torres le ha asegurado que el Atlético pagará 3 millones por Cata Díaz. Más a mi favor. El Atlético ficha a un jugador de 33 años por 3 millones más 2 por temporada. Total, 9 millones. Por un jugador de 33 años, insisto. Tremendo. 

viernes, 15 de junio de 2012

Esos defensas que se interponen...


"Y Torres no ha marcado más goles porque cada vez que va a chutar, hay un defensa que se interpone"


Juro por lo más sagrado que esta frase la pronunció uno de los comentaristas del partido de anoche. 

Si es que así no se puede jugar, hombre. Si es que si se ponen los defensas delante, ¿cómo va a rendir Torres? Que se quiten, que le dejen el hueco necesario.

Manda huevos, que diría el otro. 

Anoche, España hizo un sensacional partido. Es más fácil hacer un sensacional partido contra un rival débil que contra uno fuerte. Claro que el mérito es mayor si se consigue contra uno de estos últimos, pero da igual. Un sensacional partido es un sensacional partido. Y me alegro mucho porque nuestra selección ha dado un fuerte golpe de autoridad. Aquí estamos. 

Por su parte, Torres no desentonó. Hizo un buen encuentro, marcó dos goles, lo que tenía que hacer. Cumplió con solvencia. Claro que es más facil cumplir con solvencia contra un rival débil que contra uno fuerte. Y el mérito de hacerlo es distinto en función de dicha facilidad o dificultad. Da lo mismo. Torres hizo un buen partido y se le reconoce. No pasa nada. 

Distinto es que el hecho de que este tío haya hecho ¡por fin! un buen partido acalle ningún debate. Ayer, Fernando Torres marcó su primer gol en partido oficial con la selección desde hace dos años. ¡DOS AÑOS SIN MARCAR! Y para una vez que lo hace, por mucho que sea por partida doble, y contra Irlanda, ¿me voy a tener que callar? ¿No puedo decir más que no me parece el mejor delantero para jugar en una selección que aspira a ganar algo?

Pues eso piensan los que están tocados por la varia mágica de la sabiduría. Un simple buen partido les vale para consagrar a un futbolista. Me parece muy bien. Mientras el equipo gane, me parece muy bien. Lo que pasa es que creer que por que un jugador haga un buen partido ya los va a hacer buenos todos es un error. Es mantenerse en un error. Y los errores se acaban pagando. Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que eso es así. 

Volviendo a la primera frase del post, me parece evidente que aquí no basta con que España gane, sino que lo tiene que hacer con determinados jugadores. Y si no es así, pues no satisface tanto. A mí, francamente, tampoco me parece que sea Negredo el ideal para el puesto, por mucho que sea sevillista. Sin embargo, creo que es un desatino que Navas no juegue más. Viendo cómo se estorban Busquets y Alonso, ¿cómo es posible que se renuncie a las bandas para acumular hombres en el centro del campo? Italia se quedó quieta atrás observando cómo el balón iba de un lado a otro, pero sin profundidad. Irlanda, por su parte, es peor, y dejó más huecos. Abrir el campo por las bandas es una técnica muy efectiva en esos casos. Y España tiene jugadores de banda. 

Y no digo que juegue Navas por que sea del Sevilla. Lo digo porque creo importante que se juegue por banda, Navas es extremo, es uno de los mejores del mundo y está en un sensacional estado de forma. No porque sea sevillista. Estoy convencido de que si hubiésemos jugado con bandas contra Italia, ahora tendríamos dos puntos más. 

Un pena. 

Dicho todo esto, a mí no me molesta que juegue Fernando Torres porque sí. El chaval hace lo que puede y le hace ilusión participar con la selección. Lo normal. Ni siquiera que Del Bosque se empeñe en ponerle. Al fin y al cabo, para gustos colores. Y el actual seleccionador nos ha hecho campeones del mundo, por lo que merece un respeto. 

Lo que me molesta es que los tocados por la varita mágica de la sabiduría traten de imponerme lo que tengo que pensar. Que haya que tragarse a Torres por cojones porque ellos así lo creen conveniente. Que no me dejen hablar de fútbol. Que quieran zanjar un debate porque este tipo haya marcado de una puñetera vez, cuando eso es su obligación, no nada extraordinario. Es lo que tiene que hacer un delantero, y lo habría hecho igual cualquier otro porque el rival se prestaba a la goleada por su debilidad. Eso es lo que me molesta. Que traten de imponer el pensamiento único, algo tan propio de dictadores. ¿Acaso es casualidad que haya tanta gente que se queje de la dictadura nacional-madriñeña o términos similares?

No tengo más remedio que volver a la frase del principio:

"Y Torres no ha marcado más goles porque cada vez que va a chutar, hay un defensa que se interpone"

¿Y qué va a hacer la defensa si no...?

Si esto no es forofismo del barato...

jueves, 14 de junio de 2012

El Glasgow Rangers desaparece

Me he quedado perplejo cuando he conocido esta noticia. Resulta que uno de los dos grandes de la liga escocesa, esa con la que tanto comparamos la española, ha entrado en proceso de liquidación por no ser capaz de asumir una deuda de 25 millones de euros con Hacienda. Algo que es impensable en nuestra liga, ha ocurrido en la británica (la escocesa es británica porque Escocia está en Gran Bretaña, para los muy exquisitos), lo cual demuestra, en mi opinión, que aquella competición nos ha superado. Es mejor que la nuestra. Al menos es más digna. 

Pero lo que me deja fuera de juego es la cantidad por la que un club tan abrumadoramente histórico ha de dejar de existir. 25 millones de euros. El precio de traspaso de cualquier pequeña estrella en el continente europeo. ¿Es que en ese equipo no juegan futbolistas traspasables hasta completar esa cantidad? ¿No sería mejor vender a media plantilla, aun a costa de perder potencial, que verse abocado a la desaparición? He consultado la lista de jugadores de este equipo y la verdad es que no tiene ninguna estrella conocida por el gran público, pero aún así...

A mí esto me hace reafirmarme en mi idea de lo adulterada que está nuestra competición en estos tiempos. En España, hasta hace bien poco, cualquier equipo podía acogerse a la ley concursal para evitar, no ya este fatal desenlace, sino simplemente un descenso de categoría. Sé que actualmente ya no es así, pero es cierto que hay equipos compitiendo de igual por igual con el resto cuando no han hecho frente a muchos de sus compromisos económicos. No hace falta salir de Sevilla para dar con uno de ellos. Y me parece aberrante que esos equipos sigan ahí, y que la propia legislación española les haya amparado, y que un club tan grande como el Rangers haya tenido que ver el fin de sus días. Por 25 millones de euros. 

He de reconocer que algo así sería impensable en España con alguno de los dos grandes, no sólo porque el aparato mediático - político - económico - publicitario que rodea a los dos poderosos no lo permitiría, sino también porque bastaría con que vendieran a una sola de sus grandes estrellas para poder recaudar una cantidad ingente de dinero con la que saldar muchas deudas que pudieran tener. Aunque, antes que eso, seguro que los políticos se sacarían de la manga cualquier ley especial para evitar que algo así ocurriese en pos del "interés general". Y eso que en nuestro país han habido casos parecidos, eso sí, en otras épocas y con equipos bastante menos poderosos: Málaga, Burgos, Oviedo, Granada, C.D. Almería, Compostela, Logroñés, Extremadura, Mérida.... Y, después de la adaptación de la ley del deporte para que no pueda haber más clubes que se acojan a concurso, podrán volverse a dar situaciones semejantes. Pero creo que a nadie le puede caber duda de que en España no pasarán nunca cosas como esta. Ni siquiera otras como las investigaciones por distintos fraudes que se produjeron en Francia o en Italia y que dieron con clubes como el Olympique de Marsella o la Juventus de Turín en Segunda División. 

La dignidad se tiene, o no se tiene. 

Por cierto, el Glasgow Rangers pasará a llamarse Rangers Football Club y militará la próxima temporada en la Tercera División escocesa. Ojalá en unos años podamos enfrentarnos con ellos de nuevo en el Ibrox Park (que seguirá siendo su estadio) en un partido de Liga de Campeones. Y que se de el mismo resultado que en la última y única ocasión. 

miércoles, 13 de junio de 2012

El por qué de que no me tire la selección

Ya sé que he escrito varios posts semejantes a este de hoy, pero no por ello tengo por qué dejar de quejarme de algo que, por desgracia, se sigue repitiendo. Quizás, cada vez más. Yo no reniego de la selección por que tenga nada personal contra ellos, ni por un sentimiento antinacionalista ni nada de eso. A mí siempre me atrajo la selección porque se supone que es el equipo de todos, lo que nos une a las aficiones de los diferentes equipos españoles. Esa es la teoría ingenua que yo daba por sentada cuando era un niño o un adolescente inexperto. Los años me han hecho desconfiado y, quizás, demasiado pragmático. Ya no me creo nada, ya tuerzo el gesto con cualquier asunto. Ahora necesito que me demuestren la bondad de las cosas porque son ya demasiadas las desilusiones que me he llevado a lo largo de los años. Eso es así en todos los órdenes de mi vida. Y en lo que al fútbol se refiere, pues mucho más. A mí el fútbol me apasiona, pero no dejo de reconocer que es algo sin ninguna trascendencia. Todavía el Sevilla FC entra en el plano de mis sentimientos, y eso es muy difícil de controlar, pero la selección...

Entre el año 2006 (Mundial de Alemania) y el año 2008 (Eurocopa de Austria-Suiza), el Sevilla ganó cinco títulos, se quedó a las puertas de ser campeón de liga y desplegó el mejor fútbol que se recordaba hasta entonces desde hacía mucho tiempo, sólo superado por este último Barcelona de Guardiola. En aquel Sevilla jugaban Andrés Palop, Javi Navarro, David Castedo, Pep Martí, Antonio Puerta, Jesús Navas, Dani Alves (cuando cabía la posibilidad de que fuera seleccionable), Diego Capel...

Pues bien, aparte de algunos partidos de Javi Navarro, los debuts fugaces de Capel y Puerta (de este quiero creer hubiera jugado más veces, aunque apostaría que no tanto), y la convocatoria de Palop para la Eurocopa (donde no disputó ni un sólo minuto), la selección era terreno vetado para los sevillistas. En mi opinión, que jugadorazos como Palop, David o Martí no hayan disputado ni un solo minuto internacional en todas sus carreras es algo que raya el insulto. Y mi decepción con todo lo que rodea la selección tras eso ha sido definitiva a la hora de que España me tire algo, lo más mínimo si acaso. 

Aún así, quizás por el empuje de mi mujer, que es muy aficionada, y también ¿por qué no decirlo? porque nadie me va a quitar mi orgullo patrio por muy mal que se comporten con lo que yo considero importante, pues me trago los partidos de la selección cuando llegan citas importantes como esta de la Eurocopa. Aunque eso suponga seguir llevándome disgustos. 

A mí no me cabe en la cabeza que, siendo evidente que cada vez que sale Jesús Navas al campo, España mejora considerablemente su juego, no se planteen ni por asomo el sacar al palaciego de titular. No me cabe en la cabeza, no lo puedo comprender. Y no sólo es eso. Es que hubo quien puso en duda la conveniencia de que fuera en la convocatoria cuando es, quizás, el mejor asistente nacional y uno de los mejores extremos del mundo. Aparte de estar en el mejor momento de su carrera. El fanatismo de los periodistas de Madrid, el modo en que han vendido su objetividad a cambio de lo que sea, dedicándose a apoyar en plan hincha a los equipos de la capital (y sus jugadores) me provoca el deseo de mandarlos a todos allá por donde amarga el pepino. Y es lo que hago a menudo, pero, ya digo, esa gente no está capacitada para influir en mis sentimientos hacia mi país, por lo que acabo cayendo. Quien me molesta no es España, son esos personajes. 

Pero es que no se quedan ahí. Hoy aparece este articulo en uno de los medios de la caverna mediática, en el cual reconocen que el promedio de goles de Fernando Torres en toda su carrera es de 1 cada 189 minutos. Necesita casi tres partidos completos para marcar un gol. Y eso jugando en el Atlético de Madrid, el Liverpool, el Chelsea y la actual Selección Española, la mejor del mundo. Es decir, equipos fuertes que generan muchas ocasiones que él debe materializar. ¿De verdad este tipo merece estar en la selección? ¿De verdad la selección puede aspirar a ganar algo siendo él el que tiene que meter los goles? ¿De verdad Negredo y Llorente tienen que chupar banquillo para que este tipo juegue minutos y más minutos? ¿De verdad es comprensible que un tremendo depredador del área como Soldado tenga que ver el torneo por la tele mientras la rubia de bote esta disfruta siempre de plaza garantizada? ¿Tan difícil de entender es que hasta jugadores como Rubén Castro o David Barral lo harían mucho mejor que él? ¡Hasta Raúl, no me jodan, creo que mejoraría las prestaciones del personaje este!

Pues ahí siguen, defendiéndole de un modo que supera todos los ridículos imaginables. Y todo porque es Fernando Torres y está protegido por los tocados por la varita mágica de la sabiduría. No puedo con eso. 

En el periódico que decía antes, aparece también hoy una encuesta en la que los lectores votan por el once inicial más conveniente para el partido contra Irlanda. Y sale algo así como Casillas, Juanfran, Ramos, Piqué, Alba, Alonso, Xavi, Iniesta, Busquets, Silva y Llorente. No está mal. Yo metería a Ramos por el lateral y jugaría con Javi Martínez en el centro de la defensa. Y, por supuesto, quitaría a Alonso o a Busquets (este último mejor, en mi opinión) y metería a Jesús Navas. 

Pero lo que más me ha llamado la atención es lo siguiente. Aparte de los porteros suplentes y de Raúl Albiol, ¿saben ustedes quienes son los dos jugadores menos votados?

Navas y Negredo. 

Para que se hagan una idea, Torres saca más del doble de votos que Navas y más del triple que Negredo.

Miren, esto no puede ser casualidad. Esto no tiene nada que ver con el fútbol, con la capacidad de los futbolistas, con las preferencias de los aficionados ni nada por el estilo. Esto es consecuencia de la monumental falta de respeto que se nos tiene a los sevillanos. Esto pasa porque se nos pueda llamar yonkis y gitanos en los campos de fútbol sin que pase nada, mientras a nosotros nos cosen a sanciones por cualquier cosa. Esto es lo que sucede cuando los tópicos del vago, del maleante, del pícaro y del corrupto están día sí y día también en boca de todo el mundo y nadie, ni siquiera nuestros dirigentes regionales, hace nada para que la verdad se imponga de una vez. 

Lo he dicho en otras ocasiones y lo vuelvo a decir ahora. Es una consideración muy personal, pero es así. Yo siento que en España no nos quieren. Bueno, que sólo nos quieren para lo que les conviene. Para reírse de nosotros, para utilizar nuestra tierra como destino de vacaciones, para ponernos de culpables de las crisis y los problemas económicos del pais y así eludir o esconder las responsabilidades de los demás. Y también para, a la hora de promocionar la candidatura a las olimpiadas que nos arrebataron, utilizar nuestra cultura en lugar de la de ellos. Utilizar flamenco y sevillanas, como podemos ver aquí, en este video promocional de dicha candidatura...


... en lugar de algo más propio de su tierra, como por ejemplo... ¿esto?



Claro que es que no hay color. No cabe punto de comparación, ¿dónde va a parar?

Para esto sí que nos quieren, pero para lo demás, no. Y yo, cuando siento algo del estilo de esto, me rebelo, le doy la vuelta a la situación y decido que no es que ellos no quieran nada conmigo por ser andaluz, sino que soy yo el que no quiera nada con ellos por ignorantes y por aprovechados.

Y si con la selección pasa lo mismo que con el resto de las cosas, pues que le den a la selección. Por eso no me tira el combinado nacional. 

Aunque al final acabe viendo los partidos. Y cabreándome más. 

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