jueves, 27 de junio de 2013

El modelo elegido

Las tonterías que uno hace cuando adolescente se convierten, a menudo, en motivo de sonrojo al recordarlas una vez cumplida cierta edad. Eso cuando el descaro propio de cada uno le permite hacer dichas tonterías, que luego estaba lo que no se hacía, pero se pensaba. Lo que se pensaba. Los pensamientos e ideas adolescentes son, en esos momentos de amanecer de la vida adulta, irrefutables, imperturbables y eternos para las aun infantiles cabecitas. Creo que pocos nos podíamos imaginar cuando chavales que con los años cambiaríamos tanto. Hasta el punto de reírnos de nosotros mismos.

Por ponerles un ejemplo, yo, con catorce años, decidí hacerme "rocker". Fue tras escuchar el tema de Loquillo "La Mataré". Yo acababa de tener un desencuentro amoroso y me sentí absolutamente identificado con la estrofa que dice "Uuuuuh, por favor - Uuuuuh, sólo quiero matarla - A punta de navaja, besándola una vez más". Les ruego que valoren el enorme esfuerzo que me supone reconocer en público algo así de ridículo, pero en la época me sentía hasta poderoso simplemente por tararearla. Eso sí, es posible ese virus estuviese latente en mi interior, toda vez que mi padre me ponía baladas de Elvis Presley para que me durmiera cuando pequeño. Y me dormía, oigan. Al menos, eso aseguraba él. 




Por supuesto, adopté toda la simbología del movimiento. Chaquetas de cuero negras, tupé (tenía pelo para ello, no nací calvo), la bandera de los Estados Confederados de América pegada en el hombro de la chaqueta (era tan ignorante que no sabía que eso simboliza tambien la esclavitud de los negros)..., en fin, toda su parafernalia. Tuve que empezar a fumar, porque ya me dirán a dónde va un "rocker" sin un pitillo (por cierto, mi primer cigarro fue en el Sánchez Pizjuán, viendo un partido). Automáticamente aborrecí por concepto cualquier tipo de música con la vitola de comercial y comencé a empaparme de todo lo que oliese a rock. Desde el rock'n roll de los cincuenta hasta el rock duro de finales de los ochenta, pasando por el punk. Pero no un rock cualquiera. Por ejemplo, el de Bon Jovi no valía porque le gustaba a las niñas, o sea, era comercial. A U2 los rechazaba por ser de masas también, aunque con el tiempo cambié de opinión. Y menos mal, porque de no haberlo hecho, jamás habría aceptado tampoco a Nirvana y todo lo que el grunge trajo consigo. Porque el grunge fue la siguiente parada en mi ridículo y adolescente camino. De todos modos, eso de rechazar lo que es seguido ciegamente por la mayoría es una actitud que sigo manteniendo. El sevillismo tiene algo de eso. En estos tiempos en los que te bombardean continuamente para que seas del Madrid o del Barça, ser de otro equipo resulta bastante alternativo.


Por cierto, por mucho que uno cambie, siempre queda un poso de todo. Así, he de reconocer que cada vez que escucho aquel tema de Loquillo, se me ponen los vellos de punta. Ya no es mi estilo preferido, pero me recuerda tantas cosas.

Mis gustos musicales de verdad, los que perduraron y aun se mantienen, se forjaron a lo largo de la década de los 90. Vamos, cuando abandoné la adolescencia y comencé a tener un criterio más maduro a la hora de decidirme por unas cosas o por otras. Me pasó con la música y me pasó también, por poner otro ejemplo, con el fútbol. En ambos sentidos, el año 95 fue clave porque aquel año descubrí a Los Planetas y conocí más a fondo al Ajax de Amsterdam. 



En mi modesta opinión, Los Planetas es la mejor banda de por-rock en español de todos los tiempos. Lideraron la escena independiente española durante toda la década y parte de la siguiente. Con dicha escena me refiero a un movimiento emergente, los "indies" que se les llamó y que se postulaban como una alternativa al mainstream, es decir, a aquello con lo que sistemáticamente te imponían desde las radio-fórmulas. A la música comercial, hablando en claro, aunque dentro de esta había mucho bueno. Yo encajé de calle en ese movimiento. Y ya no era por una admiración poco racional hacia un personaje o las letras de unas canciones (como me pasó años antes), sino porque era lo que defendía el movimiento lo que casaba con lo que yo pensaba. Con lo que a mi me gustaba. Me convertí en un friki de la música, coleccionaba discos y discos de decenas de grupos desconocidos para el gran público. Para mi fue como una liberación, como cuando alguien que se siente diferente del resto se da cuenta de que no está solo en el mundo y de que hay otros como él. Ya no era tan raro. 

Comencé a moverme con otra gente, a comprar revistas especializadas gracias a las cuales iba conociendo a más y más bandas. Me convertí en un habitual de los conciertos en el Fun Club, donde coincidíamos siempre los mismos y ya hasta nos conocíamos. Hasta realicé un proyecto de fin de carrera (Marketing) referido a esto. Cuando Internet empezaba a llegar al gran público, ideé un proyecto para vender música mediante esa plataforma. Eso aún no existía, y viendo lo común que es hoy día, se me escapa la risa floja cada vez que recuerdo la cara de asombro del profesor y de mis compañeros mientras les exponía la idea. Me llevé un pedazo de sobresaliente que aún hoy me llena de orgullo cuando pienso en él. 


Pero la música no lo era todo en mi vida. Aquel año 95 me quedé entusiasmado viendo cómo la cuadrilla de futbolistas casi imberbes que conformaban el Ajax de Amsterdam del momento le ganaba al todopoderoso Milan la final de la Champions de aquel año. Aquel Ajax entrenado por Louis Van Gaal jugó de inicio con Van der Sar, Reiziger, Blind, Rijkaard, F. De Boer, Seedorf, Davids, R. De Boer, Litmanen, Finidi y Overmars. En el segundo tiempo salieron Nwankwo Kanu y Patrick Kluivert, que a la postre fue el autor del gol que les dio la victoria a cinco minutos del final. Pero es que el Milan jugó con Rossi, Panucci, Baresi, Costacurta, Maldini,

Donadoni, Desailly, Albertini, Boban, Massaro y Simone. Fíjense qué equipazo, qué barbaridad, Baresi, Costacurta, Maldini, Donadoni, Desailly, Boban... ¡qué barbaridad! Y aquella panda de casi adolescentes, completados con jugadores experimentados como Blind o Rijkaard, se los merendaron. En una final de Champions. Y aquí, en Sevilla, cada vez que un chaval despunta, lo primero que se nos ocurre decir es que hay que cederlo porque le falta experiencia. Van der Sar, Reiziger, Seedorf, Davids, Kluivert... apenas llegaban a los 20 años y se comieron a Baresi, Maldini, Donadoni... Escandaloso. 



Me sentí tan impresionado que, dentro de las posibilidades de la época (sin Internet), me dediqué a buscar información sobre este equipo. A investigar más sobre él. Sabía que había ganado títulos en los 70 gracias a Johann Cruyff y compañía; y que fueron los abanderados del fútbol total, de la filosofía que el mencionado astro holandés acabó por aplicar en aquel Barcelona de los Koeman, Bakero, Laudrup y demás. Pero apenas sabía de lo que era ese club en aquel momento. Y me llamó muchísimo la atención su funcionamiento. El que tenían entonces y el que siguen teniendo ahora. Una cantera espectacular y un sensacional equipo de ojeadores capaz de encontrar talento en cualquier rincón perdido del planeta. Se dedican a sacar chavales y a traer jóvenes promesas, los van metiendo en el equipo, van preocupándose por su crecimiento, las convierten en estrellas, las venden por millonadas y vuelta a empezar. No hay más que ver a donde llegaron los jugadores que disputaron aquella final. Luego vinieron otros: Ibrahimovic, Huntelaar, Snejder, Van der Vaart, Babel... Hace no mucho vendieron a Luis Suárez al Liverpool. O a Stekelenburg (portero titular de la selección), Van der Wiel, Emanuelson, Vermaelen...


Y ahí siguen. Con su misma filosofía. Unas veces les va mejor y otras peor, pero siempre con su misma filosofía. 

El destino (y mi propia voluntad, un poco, también) me llevó a vivir en aquel país durante un tiempo. A conocer más de cerca la forma de trabajar y de jugar que tienen. Incluso a ver algún partido en el Amsterdam Arena. Eso fue durante 1999 y 2000. Luego, más tarde, el Sevilla, nuestro Sevilla, alcanzó la gloria gracias a la cantera y a jugadores desconocidos, que se dieron a conocer con nosotros y que algunos de ellos triunfaron fuera posteriormente. Aún lo hacen, como es el caso de Dani Alves o Sergio Ramos. Parecía como si el equipo de mis amores fuera a adoptar el mismo patrón de trabajo que el Ajax. Una magnífica cantera y un trabajado grupo de ojeadores capaces de traerse a buenos jugadores jóvenes antes de que despunten lo suficiente como para que se vayan a un grande. Era una idea que me entusiasmaba. 

Sin embargo, las cosas no han salido como se esperaban. O como yo esperaba. Ni se cuenta con la cantera del modo necesario ni se acierta con los fichajes que vienen de fuera. Quizás podríamos decir que se ha intentado implantar el sistema del Ajax, pero que se ha fracasado. Sin embargo, este año, con esa idea del volver a empezar, parece como si se estuviese intentando de nuevo. Vender a las estrellas para conseguir dinero, contar con los mejores canteranos y darles la oportunidad, y traerse jugadores muy jóvenes que puedan crecer aquí y servir, o bien para hacer crecer al equipo deportivamente, o bien permitir hacer caja caso de ser necesario. Justo lo que hace el Ajax año tras año desde hace décadas. 

No sé si esta vez repetiremos éxito. Y de hacerlo, no sé si se sabrá mantener el sistema sin que el equipo se descalabre. No puedo decir con rotundidad que los encargados de llevarlo a cabo sean los más indicados, ya que, igual que triunfaron, también fracasaron. Como no queda otra alternativa, pues me acordaré de cuando triunfaron para armarme de ilusión, que sólo faltaba que, con lo dura que está la vida, el fútbol fuera otro motivo de preocupación. De eso nada. O me ilusiono, o lo dejo. Pero, sea como sea, el modelo elegido parece ser ese. Y como concepto, a mi me parece magnífico. Es justo como creo que se deben hacer las cosas. Como a mi me gusta que se hagan. 

Otra cosa es que las decisiones sean las correctas. Esperemos que sea así. 

jueves, 20 de junio de 2013

Mitos, leyendas y mentiras del Descubrimiento (y VII)


EL PORQUÉ DE LA CONFUSIÓN: LOS PLEITOS COLOMBINOS


Capítulos anteriores: (I) - (II) - (III) - (IV) - (V) - (VI)


Hernando Colón
Que Cristóbal Colón fue un personaje oscuro que trató por todos los medios de ocultar su origen es algo de lo que no cabe la menor duda. Pero, seguramente, la enorme confusión que domina su biografía no sea tanto culpa de él, como, principalmente, de su hijo Hernando. Don Cristóbal jugó sus cartas para conseguir lo que se proponía. Y muy bien que lo hizo porque lo consiguió, a pesar de que (como veremos) en verdad no cumplió con su parte del trato con los reyes. No del todo. Y he aquí el germen de toda la confusión que hemos heredado, ya que la familia Colón tuvo que pelear de lo lindo para para recibir el legado que su padre tanto se trabajó. O buena parte del mismo. Los títulos y prebendas que se concedieron al Almirante en las Capitulaciones de Santa Fe eran hereditarios. Pero Fernando el Católico (una vez fallecida su esposa Isabel en 1505 y don Cristóbal un año después) hizo todo lo posible para recortar derechos a la familia del Almirante, la cual movió cielo y tierra para evitarlo, hasta el punto que muchos documentos que hoy nos podrían servir de base para construir una biografía decente y creíble de Don Cristóbal fueron manipulados, extraviados o hasta destruidos. Estoy hablando de los conocidos como pleitos colombinos entre la familia Colón (representada sobre todo por Hernando) y la Corona de Castilla. Pleitos que se prologaron entre 1508 y 1536 y que, gracias a las declaraciones de la infinidad de testigos que intervinieron, suponen la mayor fuente de información para los historiadores, y, desgraciadamente, también de confusión. 


Recorrido que Colón siguió en su cuarto viaje (1502 - 1504)
Durante toda esta serie he repetido hasta la saciedad que el objetivo de Cristóbal Colón no podía ser Asia, sino unas islas y tierras intermedias que sirviesen de puente con Extremo Oriente, de manera que se pudiera establecer una ruta comercial más corta que la que pretendían los portugueses bordeando Africa. Pero que yo defienda que el objetivo era ese no quiere decir que Asia no tenga nada que ver. El objetivo real era tomar esas tierras intermedias, pero para, efectivamente, acabar llegando a Asia, algo que nunca logró hacer Colón, evidentemente porque no sabía que lo que allí había no eran sólo unas islas, sino todo un continente que cortaba el paso a la navegación hacia Japón y China. De hecho, el Almirante buscó con ahínco cualquier signo posible con el que pudiera identificar algún lugar de Asia conocido en Occidente. Incluso, llegó a confundir Cuba con Cipango (Japón). Y una vez comprendió que las islas del Caribe no tenían nada que ver con Extremo Oriente, se lanzó hacia Centroamérica, obsesionado con encontrar un paso para seguir la navegación hacia Occidente hasta dar con Asia, cosa que no logró. Vean si no el recorrido que siguió en el cuarto viaje en la foto que se adjunta. Cristóbal Colón nunca aceptó su derrota. Estaba convencido de que lo que descubrió no eran más que islas, alguna de ellas quizás lo bastante grande como para albergar un río tan caudaloso en su desembocadura como el Orinoco, pero nunca un continente. Y murió con ese convencimiento. 
Americo Vespucio
Por eso el continente no tiene un nombre que haga referencia a Colón. Se llama América porque fue Americo Vespucio (que acompañó a Colón en algunas de sus expediciones) el primero en decir que aquellas tierras eran un continente, de manera que cuando por primera vez se dibujó un mapa considerando como tal a esas nuevas tierras (lo hizo el alemán Matthias Ringmann en 1507) se le dio el nombre de América en honor a él. Gracias a la imprenta, el mapa se divulgó rápidamente y ese nombre tan injusto se quedó para siempre. Aún así, durante siglos, los españoles conocieron a sus colonias como las Indias. El vocablo América tiene poco que ver con nosotros, por tanto. 


Sin embargo, el germen de los posteriores pleitos es anterior a esto. Dicho germen hay que encontrarlo en 1500, cuando, en vista de las quejas por el mal gobierno de los Colón en La Española, los reyes enviaron al juez Francisco de Bobadilla para que pusiera orden, y este apresó a los tres hermanos (Cristóbal, Bartolomé y Diego) y los envió encadenados a Castilla. Una vez allí, los reyes les liberaron, pero quitaron a Don Cristóbal el título de Gobernador. Este falleció en 1506, y en 1508, ante la insistencia de su hijo Diego (no confundir con el anterior Diego mencionado, que es su tío), le fue concedido el título de Gobernador, pero no de Virrey. Además, se le concedía en las mismas condiciones que su antecesor, Nicolás de Ovando (que fue puesto ahí por los reyes en 1500 tras el mencionado arresto de Colón), es decir, que no era un título hereditario, sino que correspondía al rey mantenerlo o sustituirlo. Los Colón apelaron entonces a lo firmado en las Capitulaciones de Santa Fe, y los reyes al hecho de que, efectivamente, Cristóbal Colón no cumplió con todo lo acordado. Para colmo, es aquí donde hay que colocar también el pleito, del que ya hablamos en el anterior capítulo, que interpusieron los Pinzón, reclamando que fue Martín Alonso, y no Colón, el gran artífice del Descubrimiento. Si querían sopa, ahí van dos tazos. 


Como vemos, los intereses contrapuestos son muchos. Y los beneficios para los vencedores, enormes a su vez. Razón de sobra para que los litigantes pusieran todo de su parte en defensa de lo suyo. Y cuando hablamos de todo, incluimos, como decía antes, la manipulación y destrucción de documentos, y también su falsificación. Las mentiras, las medias verdades, la compra de voluntades, sobornos a testigos, acuerdos en la sombra..., todo lo imaginable. Hablamos de un título de virrey, de gobernaciones de territorios, de distinciones nobiliarias, de porcentajes sobre todos los beneficios generados por el comercio con lo producido o extraído en las tierras descubiertas. De riquezas colosales, en definitiva. Imaginen, pues, hasta qué punto pudieron llegar aquellos litigantes a la hora de engrandecer los méritos de los suyos, de esconder los deméritos y de justo lo contrario con los oponentes. 

Lo que aquellos pleitos proporcionaron a los historiadores fue una ingente cantidad de material para investigar. Pero, desgraciadamente y como digo, los intereses eran tan fuertes que a menudo la fiabilidad de lo declarado por los testigos y de los documentos aportados es puesta en duda por cualquiera que no esté de acuerdo con la versión dada por unos o por otros. Y, lamentablemente, es cierto que esa fiabilidad es bastante discutible. No se sabe bien hasta qué punto los documentos eran ciertos o estaban manipulados. Tampoco si lo que decían los testigos era verdad o el resultado de un soborno. Se alude a papeles que "misteriosamente" desaparecieron, o se aportan otros que posteriormente se demostraron falsos. Si ya de por si don Cristóbal se empeñó en ocultar parte de su vida, los pleitos colombinos acabaron por echar por tierra cualquier esperanza de poner un poco de orden en esa biografía. 

Para colmo, en medio de todo este maremágnum de intereses encontrados, nos topamos con Hernando de Colón, un personaje aún más oscuro y siniestro que su padre, manipulador y mentiroso hasta extremos casi enfermizos. Cierto es que sus fines eran loables. Lo único que quería era defender la memoria de su padre, engrandecer su figura, con el objetivo de salvar su honor, y también de conservar su legado. De hacer cumplir lo pactado en las Capitulaciones de Santa Fe y que la herencia de su padre fuera recibida por su familia. Pero es que este señor se pasó de la raya, llegando a escribir una biografía llena de exageraciones, de manipulaciones y que llega al punto de resultar hasta ridícula si lo que se busca es respetar el sentido común. Sorprendentemente, se trata de la biografía oficial del Almirante. La ortodoxa, la que se defiende desde la Academia de la Historia casi en su totalidad. Y cualquier amante de este capítulo de nuestro pasado, cualquiera que haya leído un poco más de lo que se nos hace recitar como papagayos, sabe que si alguna vez algún historiador se le ocurrió poner en duda lo que sea de esa biografía oficial, poco menos que fue acusado de herejía y propuesto para su correspondiente quema en la hoguera. 

Eso no es óbice para que teorías alternativas las haya a puñados. Algunas ridículas y otras más o menos elaboradas. Pero muy pocos historiadores se han tomado esto lo bastante en serio como para buscar de verdad algo de luz para la vida de uno de los personajes más importantes de nuestra historia; para un acontecimiento tan capital en la misma que hasta da fecha a nuestro Día Nacional.

Los pleitos acabaron por darle la razón a la familia Colón, aunque no del todo. Siguieron ostentando el título de Almirante, pero no de Virrey ni de Gobernador. Se crearon y les concedieron los títulos hereditarios de Adelantado Mayor de las Indias, Marqués de Jamaica y Duques de Veragua, asignándoles, en referencia a este ultimo, una importante porción de territorio en lo que hoy es Panamá y Costa Rica. Se les otorga el título a perpetuidad de Alguacil Mayor de Santo Domingo y, aparte, se les conceden otro tipo de prebendas en materia económica. Esto ocurrió en 1537, y todo ello recayó sobre la figura de Luis Colón, hijo de Diego Colón y nieto de don Cristóbal. Sin embargo, y debido a la imposibilidad de gobernarlo, don Luis renunció en 1556 al territorio de Veragua en favor de la Corona y a cambio de una importante renta anual, la cual se estuvo pagando a sus herederos hasta 1898.

Hoy día, todos estos títulos (y un buen número más que se sumaron durante los siglos posteriores) siguen vigentes y recaen sobre la figura de Cristóbal Colón de Carvajal y Gorosábel, que lógicamente es descendiente de Cristóbal Colón (y cuyo padre, Cristóbal Colón de Carvajal y Maroto, fue asesinado por ETA en 1986). Después de la independencia de las colonias durante el siglo XIX y de la desaparición definitiva de nuestro Imperio en 1898, es lo que nos queda de aquella gloriosa época en la que llegamos a ser, sin discusión, la primera potencia mundial; y Sevilla, en concreto, la ciudad más importante de esa primera potencia, gracias al monopolio del comercio con las Indias que mantuvimos hasta 1717. 


Banderas Hispanas
Por último, no quisiera terminar esta serie sin hacer una reflexión: en estos tiempos tan difíciles en los que la unidad de nuestro país se pone en entredicho, en los que nuestros complejos históricos florecen y se hacen inmensos, cuando parece que decir que eres español es sinónimo de facha y/o vago, cuando se utiliza algo tan trivial como el fútbol (u otros deportes) para elevar esa autoestima que tenemos tan baja, no está de más acordarse de vez en cuando de lo grandes que fuimos. De la Historia que nos respalda. De que, igual que hay muchas cosas de las que avegonzarnos (que las hay), también existen otras de las que sentirnos orgullosos. 

Y, en especial, si eres andaluz. Porque fue aquí, en Andalucía, donde se gestó todo. Porque no es casualidad que todos los personajes más importantes de toda esta historia que hoy termino de contar estén enterrados en nuestra tierra. Los Reyes Católicos en Granada y los Colón en Sevilla. Porque mientras el Centro y el Norte de España estaban sumidos en la oscuridad, Andalucía era una tierra cosmopolita, abierta al mundo, receptora y asumidora de todo tipo de culturas. Y ahí está nuestro legado para corroborarlo. Y por eso, quizás, lo hispano se asimila a lo andaluz fuera de España. En las artes, en la música, en la imagen que proyectamos. Lo que un extranjero reconoce como español es casi siempre algo típico andaluz. Y esto, como digo, no es casualidad. Esto tiene mucho que ver con la Historia. Con cosas como las que he contado en esta serie.  

No está de más recordarlo. Aunque solo sea para no olvidar que somos más de lo que nos creemos y que somos capaces de más de lo que hacemos. 

jueves, 13 de junio de 2013

Mitos, leyendas y mentiras del Descubrimiento (VI)



LOS PROLEGÓMENOS DEL VIAJE

Capítulos anteriores (I) - (II) - (III) - (IV) - (V)


Réplica actual de las tres embarcaciones con las que Cristóbal Colón hizo el primer viaje


¿Se han preguntado alguna vez por qué siempre se representan las naves del primer viaje de Colón con esa cruz roja sobre fondo blanco en las velas? Y cuando digo siempre, me refiero a eso, a siempre, incluso en la imagen que ven, que no son más que las réplicas de las embarcaciones, las cuales se pueden visitar actualmente en el entorno de La Rábida. De hecho, esa bandera española que se ve a mitad de mástil en la primera embarcación es un apósito de finales del siglo pasado, como comprenderán. Más que nada porque en 1492, España, simple y llanamente, no existía.

Esa es la cruz de los Templarios, aunque no me voy a meter ahora a divagar sobre eso. La historia de los Templarios es apasionante, pero se les ha relacionado con tantos asuntos durante siglos, que es prácticamente imposible diferenciar el mito de la realidad. Para colmo, en los últimos años han proliferado las novelas sobre misterios históricos relacionados con la legendaria Orden, mezclando irreverentemente datos reales con burdas invenciones, hasta el punto que, a mí al menos, me carga sobremanera cualquier cosa en la que estos caballeros medievales tengan algo de protagonismo. Por supuesto, Cristóbal Colón y el Descubrimiento de América no son ajenos a esta corriente (aunque viendo las cruces de la velas, es bastante comprensible). Hay multitud de teorías en las que se relaciona a nuestro personaje con los Templarios, lo cual es cuando menos aventurado, ya que la Orden del Temple fue casi aniquilada en 1307 y disuelta definitivamente en 1312, casi doscientos años antes del Descubrimiento.

No obstante, la aparición de esa cruz en las velas de los navíos que hicieron el primer viaje no deja de añadir más misterio a este acontecimiento. Por si no tuviéramos bastante ya con todo lo dicho, ahora se da pie a mezclar al Temple en todo este asunto. A lo largo de esta serie de artículos, me he empeñado en mostrar la nebulosa que envuelve a Cristóbal Colón en el transcurso de su vida, y no podía dejar pasar esto de las cruces. No es mi intención incitar a que el lector deje volar su imaginación, sino más bien dejar claro que este tema no está claro. Para nada. Que no se puede abrazar una teoría, ni siquiera la oficial, porque hay muchas cosas en esta historia que escapan a nuestro conocimiento. Hay muchísimos asuntos sin aclarar, muchísimas incertidumbres. Es evidente que difícilmente sabremos nunca la verdad, por lo que es de necios negar conclusiones diferentes a lo que siempre nos han enseñado. Más que nada porque esa historia oficial está plagada de lagunas también. Por tanto, creo que si queremos hablar en serio de Colón y su hazaña, no podemos dejar de lado todas estas cosas que no tienen explicación. Pienso que hay que hablar de todo. Y en este capítulo vamos a seguir viendo otras de esas cosas inexplicables. Por mucho que en clases de historia las den por sentadas.

¿Por qué Palos?


Fíjense si genera controversia Cristóbal Colón y su descubrimiento, que hay una teoria alternativa hasta para el puerto de salida. Aquí pueden comprobar cómo en Cataluña hay quien asegura que la expedición no salió de Palos de la Frontera, sino de Pals, en Gerona. Lo que no explican es cómo se trasladaron allí los hermanos Pinzón y el gran número de palermos de Huelva que engrosaron la tripulación, ni tampoco por qué se empeñan los cronistas de la época en citar la localidad onubense. Por no hablar del diario de a bordo del propio Colón, pero en fin. Dicho queda. 


Réplica de las naves del 1er viaje de Colón
El puerto de Palos de la Frontera ya no existe, aunque hay una placa conmemorativa en el lugar donde estuvo el embarcadero desde el que salió la expedición (con permiso de los catalanes). Además, no muy lejos de ese mágico lugar, hay otro muy interesante, justo detrás del Monasterio de La Rábida, en el que se ha recreado un pueblo marinero medieval y un puerto, donde se encuentran las réplicas de la Pinta, la Niña y la Santa María. No sólo se puede visitar, sino hasta subirse a los barcos y preguntarse a continuación cómo es posible que en semejantes cascarones de madera se pudiera llevar a cabo una navegación como la que se hizo. Y eso que eran las embarcaciones de tecnología más avanzada de la época. 

Teorías alternativas aparte, la elección del puerto de Palos para la salida de esta expedición no deja de ser llamativa, toda vez que había otros mucho más grandes e importantes cerca (Sevilla, Cádiz, Sanlúcar, Puerto de Santa María, etc.). La villa de Palos pertenecía a la familia Silva, y la Corona le compró la mitad de la misma el 24 de junio de 1492 (mes y poco antes de la partida) por una considerable cantidad de dinero. Pero no se sabe si la elección del puerto fue anterior o posterior a esa compra. Bartolomé de las Casas atribuye dicha elección a que don Cristóbal tenía allí amistades, lo cual es bastante sensato, ya que La Rábida está justo al lado y ya sabemos las buenas relaciones que se labró en aquel lugar. Además, dichas relaciones se antojaban fundamentales, ya que no se presumía fácil reclutar tripulación para el viaje. Y, efectivamente, no lo fue, como no podía ser de otra manera. Teniendo en cuenta lo que se sabía en la época, había que estar medio loco o tener muy poco que perder para aceptar embarcarse en una aventura de esas características. De hecho, esto envuelve nuevos misterios, como veremos más adelante, porque, aunque ya hemos hablado de que, entre los expertos en la materia, se intuía con fuerza la existencia de tierra no demasiado lejos al oeste, ese conocimiento no era tan común entre el pueblo llano. Y los marineros, por mucha experiencia que tuvieran en la mar y muchos rumores que hubieran escuchado sobre el tema, no dejaban de ser pueblo llano, más dados a creer en leyendas sobre monstruos marinos y cascadas hacia el infierno. 


Aparte, se sabe que la villa de Palos estaba condenada a proveer de dos carabelas a la Corona por cierto acto de desobediencia perpetrado un tiempo atrás. Y eso también podía ser un motivo, aunque flaquea bastante una vez sabemos que sólo aportaron una de ellas. La otra vino de Moguer y el tercer buque, la nao Santa María, era propiedad de Juan de la Cosa, vecino de Santoña, en Cantabria. Por tanto, es más creíble que la principal causa de la elección de Palos fuera la anterior. 

Los hermanos Pinzón


Lo que a mi se me quedó en la cabeza tras las lecciones sobre este asunto que estudié en el colegio fue que Martín Alonso Pinzón y su hermano, Vicente Yáñez, se sintieron entusiasmados al escuchar el proyecto de Colón, creyeron en él a pies juntillas y convencieron a sus vecinos para que se embarcaran en tan suicida empresa. Mi infantil mente dio tal cosa por hecha, pero con los años, después de leer mucho sobre el tema, no me queda más remedio que aceptar que no fue tan fácil ni tan bonito. Ni mucho menos. 


Vicente Yáñez Pinzón
Resulta que el 20 de abril de 1492, los reyes emitieron una cédula por la que se permutaba la pena a condenados a muerte a cambio de enrolarse en la tripulación para ese viaje. Hasta ese punto llegaba la absoluta desconfianza de la gente de a pie del lugar hacia el proyecto colombino. Y aún así, sólo cuatro presos dieron el paso al frente. Por tanto, el primer intento de Colón de reclutar tripulación fracasó, y fue entonces cuando apareció la mano amiga de Fray Antonio Marchena (el fraile "estrellero" de La Rábida), el cual se ofreció a mediar por él ante un afamado y acaudalado armador y capitán llamado Martín Alonso Pinzón. Sin embargo, esa mediación tuvo que esperar porque Martín Alonso no se encontraba allí en aquellos días. Estaba en Roma, en un viaje que, como veremos, resulta ser de lo más enigmático.
Martín Alonso Pinzón


Los hermanos Pinzón no eran unos cualquiera en la zona, sino gente de mucho prestigio, reputación y hasta dinero. No tiene demasiada lógica que arriesgasen su vida, la de sus amigos y hasta familiares (a quienes convencieron para enrolarse en la tripulación) sin saber bien a dónde iban. O mejor, sin tener algo de seguridad acerca de que lo que se proponían podía llegar a buen puerto. Creo que el argumento oficial de que Colón, con su sensacional labia, les convenció es bastante pobre (por no decir ridículo). Porque se puede entender que lo hiciera con los reyes. A fin de cuentas, como pensaba Fernando el Católico, si la cosa salía bien, las riquezas que recibirían serían inmensas. Y si salía mal, pues perderían tres barcos y santas pascuas. No arriesgaban nada. Pero los Pinzón arriesgaban su vida y la de sus familiares y amigos. Y el sentido común indica que debían saber bastante más de lo que se dice. Lo suficiente para considerar asumible el riesgo.

Después del Descubrimiento, y durante unos años, la familia Pinzón estuvo de pleitos porque consideraban que el mérito de aquel no fue de Cristóbal Colón, sino de Martín Alonso. Y en esos pleitos se interrogaron a multitud de testigos, algunos de los cuales contaron cosas verdaderamente fascinantes. Según lo declarado en esos juicios, Martín Alonso Pinzón fue a Roma porque (por la razón que fuera) tenía amistad con el bibliotecario de la Biblioteca Vaticana y este le permitió sacar de allí unos documentos. 


Por otro lado, según la declaración de otro testigo en los pleitos, "Colón esperó en La Rábida la llegada de Martín Alonso Pinzón con las instrucciones de navegación". 

O sea, que las "instrucciones de navegación" las traía el mayor de los Pinzón, lo que significaría que, efectivamente, sabía de primera mano cómo hacer el viaje. Y en base a ese conocimiento (y no a la labia de Colón), aceptó el reto. Insisto, esto no son elucubraciones, sino testimonios de testigos en unos pleitos que están perfectamente documentados. Luego, nos creeremos lo que dicen o no, pero son tantas las cosas en la vida de Colón que están envueltas por la oscuridad, que uno ya no se cree nada, y a la vez se lo cree todo. Como ya dijimos antes, es evidente que los Pinzón no se metieron en esa empresa descubridora porque adorasen a Colón, sino porque tenían algún tipo de certeza. Tampoco se puso su familia a pleitear porque sí, alguna razón tendrían, y las declaraciones de los testigos ante un tribunal son juradas. Se puede cometer perjurio, claro que sí, pero, como decía antes, cuando uno se mete a analizar un poco la vida de Cristóbal Colón y la cronología de su hazaña, ve tantas cosas raras que al final llega un punto en el que cuesta distinguir lo sensato de lo disparatado. Definitivamente, nunca sabremos toda la verdad, pero el sentido común dice que los Pinzón sabían mucho más de lo que siempre nos han contado. 
Exterior de una de las carabelas

Los barcos y la tripulación 
Cubierta de una de las carabelas


Como era de esperar, una vez los Pinzón entraron en liza, la tarea de conformar la tripulación se facilitó sobremanera. En ellos sí confiaba la gente. En Cristóbal Colón, no. En dicha tripulación se enrolaron personas de todo tipo, abarcando todos los oficios necesarios: maestres, contramaestres, pilotos, escribanos que levantaran acta de lo que ocurría, alguaciles, carpinteros, calafates..., y hasta un traductor que manejaba el árabe y el hebreo. Esto último llama la atención, porque ya me contarán para qué querían un traductor de árabe o hebreo si se supone que el destino final de la expedición era China o Japón. Aunque tampoco les serviría de mucho en unas islas pobladas por indígenas.

Bodega
Respecto a los barcos, yo les recomiendo encarecidamente que, si pueden algún día, vayan a La Rábida y visiten las réplicas de los que hicieron el primer viaje. Que entren en su interior y se den una vuelta. Les aseguro que se sentirán impresionados. Cuesta imaginarse cómo pudieron atravesar el Atlántico en esas condiciones. La tripulación total rondó las noventa personas, con lo que sale una media de treinta por barco. Treinta personas metidas en un cascarón de madera en el que sólo podían estar en cubierta o en la bodega. Y apretados. Es increíble que aguantaran así durante los tres meses que duró el viaje, sin ver otra cosa que mar por los cuatro costados. Una auténtica heroicidad. 

La Pinta era propiedad de Cristóbal Quintero, vecino de Palos (de la Frontera, no de Gerona) y tuvo como capitán a Martín Alonso Pinzón. La Niña, por su parte, es un barco legendario, ya que participó en tres de los cuatro viajes de Colón a América. Era propiedad de Juan Niño, vecino de Moguer, y fue capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón. Y por último, la Santa María, que no era una carabela como las otras dos, sino una nao. Se trataba de un buque un poco más grande, más pesado y con demasiado calado, es decir, poco apto para las tareas descubridoras, que tan a menudo consistían en ir bordeando islas. De hecho, esta embarcación encalló en las Antillas y se destrozó, no pudiendo hacer el viaje de vuelta. Con sus restos se construyó el que llamaron "Fuerte Navidad", que se convirtió en refugio (y tumba) de la treintena de personas que se tuvo que quedar allí y no volver a Castilla, más que nada porque no cabían en las otras dos naves. Colón, que la capitaneaba, sí que regresó (siempre hubo clases, como se suele decir), y lo hizo a bordo de La Niña. La Santa María era propiedad de Juan de la Cosa, vecino de Santoña, en Cantabria. Hay historiadores que aseguran que vino de El Puerto de Santa María, en Cádiz, pero esto no está claro porque el de Santoña era conocido como el "Puerto de Santa María de Santoña". Además, la mayor parte de la tripulación de este barco estuvo formada por cántabros y vascos, por lo que es más probable que llegara desde Cantabria. Fue capitaneada, como digo, por Cristóbal Colón y pilotada por el propio Juan de la Cosa, que, por cierto, también regresó y se convirtió con el tiempo en uno de los personajes más importantes de los primeros años de descubrimientos en el Nuevo Mundo. 

Y fue en esas condiciones cómo estos verdaderos héroes partieron hacia La Gomera, primero, y hacia lo desconocido, después, el 3 de agosto de 1492, coincidiendo en el tiempo con el fin del plazo que se dio a los judíos para que abandonaran definitivamente la tierra en la que habían vivido durante cientos de años, lo cual no deja de tener su puntito de paradoja. Por un lado, se expulsa de un país a todo un pueblo con toda su cultura. Y por otro, se inicia un viaje que daría a conocer un nuevo mundo. Una puerta que se cierra y otra que se abre. Un pueblo es obligado a abandonar una nación, mientras otros no saben que muy pronto acabarán siendo parte de la misma. O esclavos de ella, más bien. 

Un viaje que cambiaría la Historia para siempre. Porque a pesar de tantas dudas e incertidumbres que rodean a esta hazaña, no deja de ser eso: una hazaña. Probablemente, y antes de poner el pie en la Luna, la más grande que el hombre haya llevado a cabo nunca. 


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viernes, 7 de junio de 2013

Mitos, leyendas y mentiras del Descubrimiento (V)

COLON EN CASTILLA

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"Las cosas suplicadas e que Vuestras Altezas dan e otorgan a don Christoval de Colon, en alguna satisfacion de lo que ha descubierto en las Mares Oceanas y del viage que agora, con la ayuda de Dios, ha de fazer por ellas en servicio de Vuestras Altezas, son las que se siguen:"


Capitulaciones de Santa Fe
Este es el primer párrafo de las Capitulaciones de Santa Fe, cuyo texto completo pueden leer aquí. Lean bien y alucinen, porque dice textualmente "en alguna satisfacción de lo que ha descubierto en las Mares Océanas". De lo que ha descubierto. Estamos hablando de un contrato entre los reyes y un extranjero al que, si cumple con su parte y entre otras muchas cosas, se le va a conceder la distinción de Almirante, es decir el más alto rango nobiliario posible en la época. No se trata de un asunto baladí, más bien todo lo contrario. Por tanto, la redacción del contrato no se pudo hacer deprisa y corriendo (paso previo a cometer algún error), sino de una forma concienzuda y minuciosa. Y en dicho contrato pone "en alguna satisfacción de lo que ha descubierto en las Mares Océanas". Si después de leer esto, alguien sigue pensando que Colón no sabía a donde iba, es, simple y llanamente, porque está obcecado en una versión que no se sostiene para nada.


Sabemos que el proyecto de don Cristóbal fue rechazado en Portugal y que tuvo que rogar mucho para que en Castilla le diesen el visto bueno. Pero la lógica (lo que intento aplicar continuamente en toda esta serie) dice que eso fue así, no por la "locura" que estaba planteando, sino por lo que exigía a cambio. De hecho, dichas exigencias eran descomunales. Y de hecho también, se sabe que el rey portugués envió una expedición por su cuenta para tratar de averiguar cuánto de verdad había en lo que aseguraba Colón, con el objetivo evidente de alcanzar esas islas sin necesidad de conceder tantísimo a un extranjero. Huelga decir que esa expedición no obtuvo éxito, y fue tras ella cuando el rey luso envió a Colón aquella carta de la que ya hemos hablado. Esa en la que le llamaba "amigo" y le aseguraba que no tendría problemas con la justicia si regresaba. Colón regresó, efectivamente, y se reunió con el rey, pero, por la razón que fuera, no llegaron a un acuerdo.

Y esto de que el gran problema eran las exigencias de Colón se demuestra de un modo sencillo. Fletar tres buques era algo que estaba perfectamente al alcance que cualquier persona bien posicionada, no era necesaria la intervención de ningún rey. ¿Cuántas expediciones comerciales se organizaban diariamente en  la Europa de la época? De hecho, como veremos más adelante, don Cristóbal tuvo convencidos a importantísimos nobles andaluces, como los duques de Medina Sidonia y de Medinaceli, pero lo que él pedía no eran sólo barcos, sino mucho más (por ejemplo, los títulos nobiliarios), y eso sí que sólo estaba al alcance de los monarcas. 
Monasterio de La Rábida


Cristóbal Colón llegó a Castilla en la primavera de 1485. Lo hizo por mar y llegó a La Rábida en unas condiciones lamentables. Como un mendigo, practicamente, pidiendo caridad a los monjes franciscanos del convento onubense. Hay que reconocer que la vida de este hombre es verdaderamente apasionante. La de cosas que le pasaron. Es de lo más curioso que llegase a nado a Portugal y como un mendigo a Castilla. ¡Qué cantidad de avatares tuvo que pasar! El caso es que no se sabe bien cuándo salió de Portugal. De hecho, hay alrededor de tres meses que son un auténtico misterio, de los que no se sabe nada. Los tres meses justo anteriores a su llegada a La Rábida y de los que voy a hablar a continuación. Pero empecemos por el principio.

Mapa de Piri Reis
Ese que ven a la derecha es el llamado "Mapa de Piri Reis", el cual se conserva en el museo Topkapi Sirayi en Estambul. Fue elaborado en 1513, estuvo perdido durante más de cuatrocientos años y fue hallado en 1929. Su autor es un navegante turco llamado Muhaddin Piri Ibn Aji Mehmet, y según él mismo, lo elaboró basándose en la información obtenida de una treintena de mapas de marinos de todas las épocas y nacionalidades, incluyendo uno de Cristóbal Colón. Pero lo verdaderamente fascinante de este mapa es la increíble precisión con que se dibuja Sudamérica y el modo en que se recrea en zonas interiores que, en la época en que se hizo, aún no se habían descubierto. Y el colmo de los colmos es ver dibujada la Antártida, cuando esta se descubrió en el s.XIX, aunque hay que decir que siempre se sospechó de la existencia de tierra ignota en esa parte del planeta. 


Sin embargo, lo que ya nos deja fuera de juego es que Piri Reis dejó escrito que, en cierta ocasión, navegando a las órdenes de un capitán turco, tras una refriega con un barco cristiano, apresaron a algunos marineros y uno de ellos le aseguró que fue con Colón en el primer viaje; y que éste tuvo lugar en 1485. Posteriormente, en sus anotaciones en el mapa, escribió que las Antillas fueron descubiertas en el año 890 del calendario árabe, que, efectivamente, se corresponde con 1485. Y resulta que, como decimos, hay unos meses muy oscuros en este periodo de la vida de Colón: finales de 1484 y primavera de 1485. Evidentemente, hay investigadores que elucubran con la posibiliadad de que, de alguna manera, Colón hubiera podido hacer un viaje previo al del Descubrimiento. Pero, esto, como tantas y tantas cosas en la vida de este personaje, no  es más que especulación. Eso sí, no deja de arrojar más y más incertidumbres alrededor del Almirante y de su hazaña. 

Estatua de Fray Antonio Marchena
La Rábida
El caso es que Colón llega a Castilla en 1485, y tampoco el lugar al que arriba queda fuera de sospechas, ya que, en otra de esas enormes casualidades que rodean la vida de don Cristóbal, resulta que en ese monasterio vivía Fray Antonio Marchena, al que conocían como el "fraile estrellero" por sus vastos conocimientos en cosmografía y  astronomía (ciencias fundamentales en la navegación de la época), y que tenía grandes influencias tanto en la corte como en las más importantes casas nobiliarias andaluzas: las de los Duques de Medinaceli y de Medina Sidonia. Es este Marchena quien pone en contacto a Colón con todos ellos y quien le apoya sin fisuras hasta conseguir que ese apoyo lo tenga también tanto por parte de estos duques, (que lo llegan hasta alojar en sus casas), como después de los reyes, en especial de Isabel la Católica. Insisto, ya es casualidad que el "mendigo" de Colón cayera precisamente en La Rábida, al lado de este fraile estrellero y tan bien relacionado. Tanta, que escama, como una infinidad de cosas en la vida de este personaje.

Lo cierto es que no sorprende que tuviera tanta audiencia. El proyecto que presentaba era interesantísimo. En todos los términos, y no extraña para nada que cualquiera se sintiese atraído por la idea de descubrir nuevas tierras, anexionarlas, ganar dinero con lo que fuera que hubiese allí, comerciar con otras naciones, etc. Lo que sorprende es que tuviera acceso a gente tan importante. Es otra de tantas cosas sin explicación en la vida del Almirante. Y fue esa gente tan importante la que le llevó a contactar con los reyes, los cuales, en ese año de 1485, estaban inmersos en una empresa importantísima como era la guerra de Granada. Toda su atención estaba centrada en eso, y no fue hasta finales de ese año cuando le recibieron. Fue en Alcalá la Real (Jaén), y nos cuenta Andrés Bernáldez, cronista de la época, que ante la incredulidad primera de los soberanos:
Colón relata sus planes a los Reyes Católicos


"...él (Colón) les platicó muy de cierto lo que les dezía e les mostró el mapa mundi..."

El mapa mundi. Según la versión oficial, en ese mapamundi se veía Asia al otro lado del Atlántico. Y aquí me vuelve a dominar la incredulidad. ¿De verdad alguien puede pensar que Colón buscaba Asia? ¿De verdad pretendía convencer a los reyes para tomar las tierras de los chinos, indios o japoneses con tres barcos y ningún soldado? ¿No es más lógico pensar que en el mapa mundi que tenía les mostró las islas que pretendía alcanzar, que sí que podían ser tomadas para Castilla, de manera que así pudiera convencerles de que apoyaran su proyecto? ¿Qué rey en sus cabales iba a intentar hacerse con las tierras de otro país con tres barquitos? De verdad les digo que no me cabe en la cabeza que sigan enseñando esa versión en los colegios.


Universidad de Salamanca
Es evidente que los reyes se interesaron por el proyecto, pero sus esfuerzos seguían centrados en la guerra de Granada, y no fue hasta finales de 1486 cuando volvieron a hacer caso al asunto. En esas fechas, durante el habitual parón invernal que se hacía entre campaña y campaña a lo largo de la contienda granadina, una junta de sabios se reunió en la Universidad de Salamanca, rechazando el proyecto. Hay que tener en cuenta que el futuro Almirante venía escamado de Portugal, donde el rey también le dio de lado, pero mandó una expedición para comprobar si aquello podía ser cierto. No quería nuestro personaje que algo así le volviera a pasar, con lo que, en sus explicaciones, se debatía entre mostrar que era una empresa factible y, a la vez, ponerlo todo muy difícil, mostrándose él como el único capacitado para llevarlo a cabo. Al final, es de suponer que la exposición le quedó como algo parecido a un bodrio, y ese es el motivo por el que no convenció a la junta. Sin embargo, los reyes no dejaron de lado a Colón, sino que lo mantuvieron económicamente (está documentado). Se podría decir que el rechazo no lo fue tanto, sino más bien que la decisión se pospuso.
Colón ante la Junta de Sabios

A partir de ahí vino la tensa espera para el futuro Almirante. En esa época conoció a su segunda mujer, la cordobesa Beatriz Enríquez de Arana, con quien no se casó, pero sí que tuvo a su hijo Hernando en 1487. En 1488 recibió la ya comentada carta del rey de Portugal y viajó al país luso para reunirse con él y luego regresar. En 1489, Luis de la Cerda, el Duque de Medinaceli, estuvo a punto de financiarle el viaje, pero, según la versión oficial, demostró un sentimiento patriótico excelso y decidió que esa era una empresa digna de reyes, no de un simple duque, y así se lo hizo saber por carta la reina. Sin embargo, permítanme que no me crea esta versión tan romántica y caballeresca y vuelva a imponer el sentido común. Lo que la lógica dice (para mi al menos) es que fue el propio Colón quien rechazó esa financiación porque, como ya dijimos, él no pretendía comandar una flota, sino alcanzar la nobleza. Y eso sí que era cosa de reyes. Pero sí que llegaría a un acuerdo con el duque, de manera que este mediase ante la reina a cambio de una compensación si la historia llegaba a buen fin. Y de hecho, una vez que, efectivamente, tal cosa ocurrió, este Luis de la Cerda se reivindicó ante los monarcas, escribiendo a la reina Isabel y recordándole que fue él quien acogió y mantuvo a Cristóbal Colón durante los años previos al primer viaje.

Siguiendo con la sucesión de acontecimientos alrededor de Cristóbal Colón, la reina Isabel volvió a recibirle para contestarle lo mismo. Que todo aquello estaba muy bien, pero que la guerra de Granada iba antes. Entonces, Colón, desesperado, se marcha para La Rábida dispuesto a abandonar Castilla, pero en el convento onubense se encuentra con Fray Juan Pérez, antiguo confesor de la reina, que, tras hablar con él, decide montarse en un burro (literal) e irse en busca de doña Isabel, a quien tan bien conocía. Por favor, no pasen por alto la nueva y escandalosa casualidad que nos encontramos aquí otra vez. Nada menos que el antiguo confesor de la reina. O Colón tenía una suerte descomunal a la hora de encontrarse con personajes fundamentales, o (como dicta el sentido común) en esta historia hay un montón de cosas que permanecen ocultas y que, probablemente, nunca sabremos. Porque tantas casualidades no son normales. No es de extrañar que haya tantas teorías diferentes alrededor de este perosnaje.


Los Reyes Católicos
El caso es que este fraile convence a doña Isabel para que le de esperanzas a Colón, y estas se traducen en 20.000 maravedíes para su sustento y una nueva entrevista que tiene lugar en Santa Fe a finales de 1491, cuando la guerra de Granada está a punto de terminar. Es en esta entrevista cuando los reyes, por fin, dan su visto bueno al proyecto, pero las negociaciones se rompen cuando Fernando el Católico monta en cólera al escuchar las exigencias de Colón, es decir, que le nombren Almirante de las Mares Océanas y Virrey de todo lo que se descubra, aparte de otras suculentas prebendas en materia económica. Por cierto, y perdón por insistir tanto en lo mismo, si el objetivo de Colón era China y Japón, ¿pretendía nuestro personaje que los Reyes Católicos le hicieran Virrey de un territorio que ya tenía rey y que no tenía nada que ver con ellos? Es que esta versión no hay por donde cogerla, lo siento.

Colón se marcha de Santa Fe decidido a presentar su proyecto en otros países (de hecho, su hermano ya ha tanteado a los reyes de Francia e Inglaterra), pero es aquí cuando entra en acción Luis de Santángel, ministro de la corte aragonesa y presente en Santa Fe, que convence a los reyes para que reconsideren su postura, aduciendo que tienen muy poco que perder y muchísimo que ganar. Con Isabel fue fácil porque siempre creyó en el proyecto, aunque lo pospusiese continuamente. En el fondo, de lo que la convenció fue de que no lo pospusiese más. A Fernando, por su parte, le convenció porque, en el fondo, el rey aragonés estaba seguro de que la empresa no llegaría a buen fin, con lo que, ¿qué más daba lo que le prometiera a cambio?

Fue entonces cuando Isabel manda a un emisario a toda prisa para que trajera de vuelta a don Cristóbal. Todo estaba arreglado. Isabel cree en el proyecto y decide llevarlo a cabo. Fernando no cree en él, sin embargo, pero no se niega precisamente por eso: porque está convencido de que Colón no llegará a ninguna parte. Y el resultado final de todo esto fue que las tierras se tomaron en nombre de Castilla, y Aragón quedó apartado del muy lucrativo comercio con las Indias durante siglos. Fernando el Católico fue un gobernante excepcional, pero Isabel estaba por encima. De hecho, a pesar de que, en la época, la mujer solía plegarse a lo que mandara su marido, este matrimonio pasó a la historia con esa frase tan famosa del "tanto monta". Isabel no era menos que Fernando. Fernando nunca doblegó a Isabel. Y en asuntos como este del viaje a Occidente se demuestra que la altura de miras de la Reina era muy superior a la del Rey.

Como decía al final del anterior capítulo, una mujer a la altura en su grandeza a la del proyecto de Cristóbal Colón. Sin ese binomio, la hazaña nunca habría sido posible.

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miércoles, 5 de junio de 2013

El sexo, las tumbas y los Modes, en su contexto, por favor.

Aparco por un momento la serie sobre el Descubrimiento de América para bajar a la Tierra un rato y acercarme un poco a la actualidad. Es algo que procuro hacer de cuando en cuando, aunque a menudo me supone más disgustos que satisfacciones. Pero en fin. Qué se le va a hacer. No hay otra.

Ahí vamos:

Debo reconocer que no me gustan las citas. No me gusta utilizar una frase dicha por cualquiera y aplicarla a lo que sea sobre lo que yo esté hablando. Por mucho que cuadre en esto último, es posible que dicha frase fuera pronunciada en un contexto absolutamente diferente a ese en el que yo la quiero enmarcar. No obstante, sí me parece correcto emplearlas cuando el contexto es semejante y quien cita la frase lo deja claro en su explicación.



Y es que el contexto es muy importante. Vital en muchos casos, diría yo, para comprender lo que se dice. Hace poco corrió el bulo de que el actor Michael Douglas dijo que el cáncer de laringe que padece fue provocado por el sexo oral. Imaginen el revuelo que se formó, el cachondeito que trajo consigo. A mi me impactó considerablemente la noticia porque su esposa, Catherine Zeta Jones, me parece, quizás, la actriz más bella del momento. Al menos de entre las de mediana edad (tiene 44 años). E imaginártela en esos menesteres hasta el punto de causar un cáncer de laringe a su esposo, pues..., no sé, en fin, que impacta ¿qué quieren que les diga? 


Pues bien, resulta que, en verdad, las cosas no fueron así. Que la frase se sacó de contexto y perdió su real significado. Resulta que el actor norteamericano enumeró una serie de posibles razones por las que contrajo la enfermedad (incidiendo sobre todo en el tabaco) y luego se refirió a los problemas de adicción al sexo que tuvo hace unos años, bromeando acerca de que igual eso también tuvo algo que ver. Por cierto, ¿qué hace una mujer tan hermosa con un vaina como ese? Si ella ya tiene dinero a espuertas. En fin, lo dejo, que me pierdo. Que me pierdo del todo. 



El contexto, amigos, las circunstancias que conllevan a que se diga o se haga algo. Si yo escribo la frase "disculpen que no me levante", ustedes imaginarán que estoy sentado y que no tengo intención de incorporarme, por lo cual, y por lo que sea, les presento mis excusas. Probablemente a muchos les importará bien poco tal cosa porque, al fin y al cabo, nadie me ve y a nadie le debe preocupar la postura que estoy manteniendo. Sin embargo, si les digo que esa es la frase que aparece como epitafio en la tumba de Groucho Marx, seguramente comprenderán hasta qué punto ese tío fue un genio del humor. Hasta tal punto que hace reír incluso muerto. Así, en función del contexto, una frase puede ser irrelevante o una absoluta genialidad. Y yendo aún más allá, ¿qué pensarían si les dijera que esa frase no está en la tumba del actor y que ese epitafio no es más que una leyenda urbana? Groucho Marx dijo en cierta ocasión que le gustaría que pusieran esa frase en su lápida, como también que quería que colocaran su féretro sobre el de Marilyn Monroe para yacer sobre ella por toda la eternidad. Pero ni una cosa ni la otra le concedieron. 


Por tanto, ¿es genial o irrelevante la frase en cuestión? ¿Es Groucho Marx un personaje más sensacional o menos por el hecho de que ese epitafio no exista? Evidentemente, no. Así pues, todo depende del contexto, de la circunstancia, incluso del momento en el que se vive. No es igual escuchar el "Enjoy the Silence" de Depeche Mode que ver en video una actuación suya de la época (1990). La canción es una obra maestra que no pasa de moda. El video, no obstante, nos presenta una estética absolutamente anticuada que da hasta dolor de ojos en la actualidad. De hecho, la transformación de la banda ha sido brutal. Hoy día, siguen manteniendo un estilo musical muy propio, pero han cambiado su estética por completo. Se han reinventado sin dejar de ser ellos mismos. 



Por tanto, ¿quienes son Depeche Mode? Los del video de 1990 con pinta de cualquier cosa, o los actuales, con pinta de otra bien diferente. Pues lo dicho. Depende del contexto, de las circunstancias, del momento, de la situación... de muchas cosas. Y de la misma forma, otra mítica canción suya, "Personal Jesus", suena diferente cuando la tocan ellos o cuando escuchamos la versión de Marilyn Manson. ¿Cual escogemos para calificarla, para decir si nos gusta más, menos o nada? Pues lo mismo. Depende. Te puede gustar la canción, pero aborrecerla cuando la toca otro. Yo soy poco aficionado a las versiones, pero debo reconocer que me gustan ambas. Eso sí, prefiero la original. 

Esta semana, a los sevillistas nos están torpedeando con continuos mensajes de muy diversa índole y procedentes de puntos de vista dispares. Incluso basándose en temas totalmente diferentes. Se ha ido uno de los dos mejores porteros de nuestra historia y se ha traspasado a el mejor canterano de la misma. Unos dicen que con la marcha de Palop, el vestuario mejorará. Otros, que todo lo contrario. Unos ven la marcha de Navas como comprensible, a otros nos ha decepcionado una barbaridad. Ayer, el presidente de hartó de lanzar eslóganes y soflamas que no valen para nada si no viene acompañado de una actuación acorde, lo cual comprobaremos en un futuro a corto plazo. Y luego está lo del TAS y los malabarismos dialécticos del abogado del Málaga, que igual dice que están muy contentos, como insinúa que no tienen nada que hacer y que lo importante ha sido participar. Nos tienen locos con tanto mensaje. Y, sobre todo, nos tienen locos con el tono y el contexto en el que cada uno se empeña en emitirlos. 

El presidente quiere volver a empezar, cuando la situación actual del Sevilla (y de los directivos del Sevilla) no tiene nada que ver con la del comienzo que ahora se evoca. Palop deja el vestuario, y a mi me parece que perder a un tío de su eperiencia, con el cariño que le tiene al Sevilla, a nivel personal (no deportivo, que igual también) es siempre más malo que bueno. Y luego está lo de Navas. 

La venta de Navas, en mi opinión, ha sido por un precio irrisorio. Es más, yo nunca lo hubiera vendido. Para mi ha sido una decepción enorme y un gran error, como ya dije hace poco aquí. Cuánto más al haberlo traspasado por bastante menos que su cláusula de rescisión. Pero si nos vamos al contexto real (no sentimental, que es el que yo aplico cuando hablo de irrisorio), nos encontramos con un futbolista que tiene 28 años, que es muy posible que no se integre en un medio tan extraño para él como es el extranjero, al que el Sevilla le debe una gran cantidad de dinero y que, si se le quiere sacar algo alguna vez, es ahora o nunca. Por no hablar de que el propio jugador se quiere ir, ya que lo del ahora o nunca también es aplicable a él. Si quiere disfrutar de otras cosas en el fútbol (y ganar mucho más dinero), la oportunidad es ya. Luego, seguramente será tarde. O no habrá una oportunidad tan buena como esta. Ah, por cierto, y el cobro es al contado, algo nada fácil hoy día. 

Dicho esto, puesta la operación en el contexto objetivo y correcto, ¿es buena la operación de Navas?

Para mi, no, insisto. ¿Por qué? Pues porque yo soy incapaz de ponerme en el contexto objetivo y correcto. Yo estoy tan influenciado por mi sevillismo, que ese cariño que le tengo a Navas eleva su cotización un buen puñado de millones. Sé que en Manchester no le tienen ese tipo de aprecio y que allí van las cosas de otra manera. Pero es lo que tiene dejarse llevar más por los impulsos y menos por la razón. 

Al fin y al cabo, ¿qué es ser sevillista si no eso? Un sentimiento que a menudo no entiende de razones.

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