Decía Johan Cruyff que el fútbol es
de los hinchas y que a los hinchas hay que darles lo que les gusta
porque se llevan toda la semana trabajando y van al estadio en su día
libre para divertirse viendo un espectáculo. Y respecto a esto,
también decía que a los hinchas de una parte del mundo no tienen
por qué gustarles las mismas cosas que a los de otra, de manera que,
en cada lugar, hay que adaptarse a los gustos de los aficionados que
allí te encuentres.
Mi percepción acerca de lo que es el
fútbol ha variado mucho a lo largo de los años. Yo soy sevillista
desde que tengo uso de razón, salvo un día en el que, de pequeño,
decidí hacerme bético para saber lo que se sentía siéndolo. No
llegué ni a media tarde. Para la hora de la merienda, ya era
sevillista otra vez. Hasta hoy. Sin embargo, a día de hoy, para mí,
el sevillismo es algo diferente a mi afición por el fútbol. El
sevillismo es un sentimiento que se sostiene mediante el fútbol,
pero no es fútbol. Es otra cosa. Desde el punto de vista meramente
futbolístico, no tiene lógica ninguna ser sevillista. Lo normal es
ser de un equipo que gane, o que aspire a hacerlo siempre, porque es
el que te garantiza un mejor juego, una mayor posibilidad de obtener
trofeos y, en definitiva, un espectáculo más divertido y agradable
que contemplar en tu día de descanso. De hecho, es lo que ocurre con
mayor normalidad. La gente, el vulgo en general, es del Madrid o del
Barcelona, ¿de quién si no? Son los mejores, los que mejor juegan,
los que más ganan, los que más hacen disfrutar. Sin embargo, en mi
caso (y en el de mucha gente, por fortuna, todavía) las cosas no son
así. Yo soy sevillista porque el espectáculo no me importa tanto.
Es sentimiento. No es fútbol, no es deporte. Es sevillismo.
Johan Cruyff con la camiseta del Ajax de Amsterdam |
¿Quiere esto decir que la afirmación
de Johan Cruyff no tiene sentido? En absoluto. Aquella afirmación
hay que ponerla en contexto. Cruyff hablaba como integrante del Ajax
de Amsterdam y lo que defendía era que al hincha del Ajax había que
darle lo que le gustaba, que no tiene por qué ser lo mismo que lo
que le gusta al hincha de otro equipo. ¿Y qué le gustaba (y le
gusta) al hincha del Ajax? El fútbol total. Ni más ni menos.
Dicen que el fútbol total era eso a lo
que jugaban los húngaros en los años 50, cuando fueron campeones olímpicos en 1952 y subcampeones del mundo en 1954, con jugadores con Puskas, Czibor o Kocsis. Se basaba en una obsesión absoluta por la posesión del balón, una presión intensa tras pérdida para recuperarlo lo antes posible y un sistema de triangulaciones entre los jugadores para llegar a la portería contraria con un juego elaborado y no directo. Pero quien de verdad lo
hizo famoso fue Rinus Michels, técnico del Ajax durante los años 60
y principios de los 70, y del Barcelona justo a continuación, siendo
Johan Cruyff su jugador franquicia en ambos clubes. Michels convirtió
una forma de jugar en toda una filosofía, en una manera de entender
el fútbol, que transformó por completo el Ajax de Amsterdam,
haciéndolo pasar de un club en el que los futbolistas ni siquiera
eran profesionales (Cruyff fue el segundo en serlo allá por 1965), a
ganar la Copa de Europa tres veces consecutivas entre 1971 y 1974 y
que sus jugadores fueran la base de la Naranja Mecánica, la mítica Holanda
subcampeona del mundo en 1974 y 1978.
Rinus Michels y Johan Cruyff levantando la Copa de Europa |
Gracias a Michels como entrenador y a Cruyff como jugador, primero, y como entrenador más adelante, el fútbol total se convirtió en el alma del Ajax, en su filosofía, en lo que ellos sienten que son, lo que el hincha quiere ver hacer a su equipo porque es su idiosincrasia. Nuestro “dicen que nunca se rinde”, por explicarlo de alguna manera. Cuando el Ajax juega al fútbol total, el hincha es feliz. Y si pierden, sienten que lo hacen con la cabeza alta, siendo fieles a su estilo, a ellos mismos, a lo que les hizo los más grandes en su día. Varias veces a lo largo de su historia. A eso se refería Johan Cruyff con la afirmación con la que empecé el post. Al hincha (del Ajax) hay que darle lo que quiere. Y lo que quiere es eso.
El problema es que, en los últimos
tiempos, se ha puesto de moda el fútbol total y se lo asimila con
“jugar bien”, cuando se puede jugar bien al fútbol de
muchísimas maneras y se puede jugar mal practicando el fútbol
total. El fútbol total es sólo una manera de practicar este
deporte, pero no la panacea. Pero da igual. Se ha puesto de moda y se
nos ha llenado el mundillo de “guardiolitos” que pontifican sobre
lo bueno y lo malo y alaban y desprecian según su punto de vista,
como si fuera el único. Como si poseyeran la verdad absoluta, cuando
existen infinidad de verdades en el fútbol y la suya no es más que
una de ellas, que, además, a base de tergiversarla, la convierten en
todo lo contrario: en una gran mentira.
Johan Cruyff y Pep Guardiola |
Guardiola le ha dado mucho al fútbol,
pero tampoco es cuestión de exagerar. Como todo, hay que poner las
cosas en contexto. Recordemos que el padre del fútbol total, Rinus
Michels, fue entrenador del Barcelona en los 70. Que el jugador
franquicia de este modelo de fútbol, Johan Cruyff, fue la súper
estrella de aquel equipo. Que luego fue su entrenador a finales de
los 80 y principios de los 90, siendo Guardiola su “niño mimado”.
Que más tarde llegó Louis Van Gaal, después de ganar la Liga de
Campeones con el Ajax jugando de esta forma. Y que después llegó
Rijkaard, que fue lanzado a la élite en el equipo de Amsterdam por
el propio Johan Cruyff cuando entrenaba a los holandeses, antes
hacerlo con el Barça. Quiero decir con esto que igual que Michels y
Cruyff convirtieron el fútbol total en la filosofía del Ajax,
también hicieron lo propio en el Barcelona, de manera que Guardiola
se crió en ella, y lo mismo hicieron multitud de futbolistas
posteriormente. Cuando Guardiola llegó al banquillo del primer
equipo, esa forma de jugar estaba incrustada hasta el tuétano en el
ADN barcelonista. Más incluso que en el Ajax, y esto no lo digo yo,
sino que lo dijo el propio Johan Cruyff. El mérito de Guardiola fue continuar
con un trabajo que se venía desarrollando en el club catalán desde
hacía décadas y llevarlo a la excelencia. A su máximo esplendor.
Claro que eso es más fácil de hacer cuando tienes en tu plantilla a
Xavi, a Messi, a Iniesta y compañía que cuando no les tienes.
Además, se trata de jugadores criados en esa filosofía de juego.
Igual que Valdés, o Piqué, o Busquets (cuyo mismísimo padre era uno de los porteros del Barça entrenado por Cruyff), o Cesc Fábregas, o
Pedro...
Louis van Gaal y Pep Guardiola |
Y, para colmo, tienes dinero de sobra para fichar a quien te
dé la gana. Lo que quiero decir con todo esto es que Guardiola no
llegó al banquillo azulgrana con un método revolucionario, sino que
alcanzó la excelencia con algo que ya había. Que tiene un enorme
mérito, porque manejar un vestuario así es difícil, aparte de que
alcanzar la excelencia en lo que sea es loable por definición, pero
que no inventó nada. Al contrario, se aprovechó de un enorme
trabajo que, mejor o peor, llevaba años haciéndose.
Pero Guardiola, indirectamente y
supongo que sin pretenderlo, también ha hecho daño. Ha puesto de
moda una mentira que consiste en creer que esto del fútbol total es
la definición absoluta de jugar bien al fútbol. Del "juego bonito". Y no. No es así. Y todavía peor, que parece que no
aplicarlo es arcaico, rancio, cuando es un modelo que ya se utilizaba
en los años 70. De esta manera, como decía antes, se nos ha llenado
el mundillo de guardiolitos pontificadores de la gran mentira.
Gente
que se cree que sabe más de fútbol que los demás porque defienden
el “juego de posesión” (insertar emoticono de "¿pero de qué coño me estás hablando?"), como si eso te diera una especie de aura de superioridad moral futbolística que sirve para mirar por encima del
hombro a quien defiende otra cosa. Que te hablan de fútbol como
flotando sobre una nube, como filosofaría sobre el surf cualquier surfista
puesto hasta arriba de marihuana que observa las olas sentado sobre
la arena mientras espera la llegada del dios del mar a lomos de una tabla.
Y ahora parece que los entrenadores que no utilizan el tiki-taka
(odio profundamente esta expresión, hasta el punto de casi incitarme
a la violencia cuando la escucho) no valen, no son guays ni modernos,
no molan. Cuando el tiki-taka es una gilipollez que se inventó el
malogrado Andrés Montes mientras veía a la selección española de
Del Bosque. Un Del Bosque que nunca aportó nada relevante al mundo
del fútbol, pero que era lo bastante inteligente como para llevarse
a la selección a casi toda la plantilla del genial Barça de
Guardiola y dejarles jugar igual que lo hacían en su club. El
tiki-taka no es nada, es humo, es bluff, que parece que aquí hemos
inventado la pólvora con esta estupidez, y sin embargo es elevado a
los solemnes altares de la verdad absoluta del fútbol y el resto de
formas de juego es para brutos, antiguos y rancios. Me hierve la
sangre sólo de pensar en esto. En la enorme e inmensa mentira que es
esto.
Marco van Basten, Johan Cruyff y Frank Rijkaard, cuando Cruyff entrenaba al Ajax de Amsterdam a mediados de la década de los 80. |
Sin embargo, he de reconocer que yo soy
un fan total de este estilo de juego. Del fútbol total. Me encanta ver a un equipo practicarlo. Es lo que me gusta ver cuando
me siento delante de la tele, con una cerveza y una bolsa de patatas
fritas. Es el espectáculo que me gusta, pero no para mi equipo. Y me
explico. Decía al principio que mi visión de este deporte ha
variado con los años y que para mí el sevillismo no es fútbol, no
es deporte. Es sentimiento. Para mí, no es lo mismo ver al Sevilla
que a un espectáculo futbolístico.
Adriana Lima en bikini |
Para mí, un espectáculo es ver
desfilar a Adriana Lima en bikini, pero yo no la cambiaría por mi
mujer porque, para mí, mi mujer es lo más grande, la quiero más
que a nadie y eso no tiene nada que ver con el aspecto que tiene. Y
esto es así porque, igual que el Ajax o el Barcelona tienen su
filosofía, el Sevilla también posee la suya y a mí me gusta ver a
mi equipo llevándola a la práctica. Nosotros somos “yonkigitanos”,
una expresión que se inventaron en el centro de la meseta para
insultarnos y que nosotros la hemos hecho propia hasta el punto de
enorgullecernos de ella. Valiente paradoja, ¿no? Por poner un
ejemplo que lo explique, recordad aquella Supercopa de Europa que perdimos
contra el Real Madrid por hacer el mongolo en los últimos minutos. Por
ser fieles a la “idea” de Sampaoli de sacar el balón jugado
desde atrás. Es probable que si eso le pasa al Ajax,
acabarían diciendo que perdieron con la cabeza alta, siendo fieles a
su estilo, siendo ellos mismos, con orgullo. Pero a nosotros se nos
escapa la bilis por la boca sólo de pensarlo. Como decía Cruyff, a
cada hinchada hay que darle lo que le gusta, y lo que le gusta a unos
no tiene que coincidir con lo que le gusta a otros. Cada cual tiene
su idiosincrasia y la nuestra es la que es. Un espectáculo
futbolístico es aquel partido Sevilla – Español que acabó en
6-4, pero nosotros no queremos eso, por muy divertido que sea. El
Ajax ganó la liga holandesa cuatro veces consecutivas con Frank de
Boer de entrenador, entre 2011 y 2014, pero lo hizo con una forma de
jugar alejada de su filosofía. Los hinchas eran felices, claro, pero...
Había un pero, un nubarrón, no estaban del todo satisfechos. El año
pasado, sin embargo, con Peter Bosz en el banquillo y una plantilla
de chavales que, salvo tres o cuatro, ninguno superaba los 21 años,
sólo fueron subcampeones de la Eredivisie y llegaron a la final de
la Europa League, en la que palmaron contra el Manchester United del
pragmático Mourinho. Y la felicidad en Amsterdam era total porque
lo hicieron siendo absolutamente fieles a su estilo. ¿Tiene esto
sentido?
Jose Mourinho saluda a Peter Bosz. Al fondo, los jugadores del Ajax con la medalla de subcampeones de la Europa League 2017 |
Cualquier aficionado de un equipo que tiene una filosofía
clara sabe que sí. Que, al final, no es tanto ganar o perder, sino
sentirte orgulloso. Que se puede perder una Supercopa de Europa con el Real
Madrid, claro que sí, pero, joder, no por hacer el mongolo en los
últimos minutos. Que Sampaoli decía que quería que le recordasen,
no sólo por ganar, sino por el modo de hacerlo, lo cual es una
tergiversación de la filosofía de Cruyff porque eso, según la
“idea” de Sampaoli, valdría para el Ajax, pero no para nosotros.
Porque cuando Cruyff decía esas cosas, lo hacía siguiendo la
filosofía de los holandeses. Y también decía que no puedes ir con
esa filosofía e imponerla en cualquier parte del mundo. O coges un
proyecto a largo plazo y la vas metiendo (como hicieron en el
Barcelona) o al público le tienes que dar lo que quieren, porque se
llevan toda la semana trabajando y el domingo quieren ver SU
espectáculo, no necesariamente el que tú quieras.
Joaquín Caparrós con gesto yonkigitano |
P.D. Para entender un poco mejor de dónde viene la verdadera filosofía del fútbol total, os recomiendo la lectura de la biografía de Johan Cruyff. No es sólo fútbol, va mucho más allá. Es muy inspiradora, como no puede ser de otra manera, dado lo genial del personaje.