Nunca me gustó emplear el término "loperización" para definir la forma de gestionar de la directiva sevillista. Nunca me gustó, porque la diferencia entre Lopera y Del Nido es que el primero tenía la mayoría absoluta de las acciones del Betis y nadie lo podía echar, mientras que el caso de Del Nido es distinto. Si los grandes accionistas del Sevilla hubieran querido, a nuestro ex-presidente se le podría haber quitado de en medio en cualquier momento. Otra cosa es que no quisieran, pero eso ya no es responsabilidad de Del Nido, sino de quienes lo han mantenido ahí.
Sin embargo, lo que se vio en la mañana de ayer en el antepalco del Sánchez Pizjuán es el acto más "loperil" que he visto en el mundo del fútbol desde que Lopera desapareció del mismo.
Yo, con lo de ayer, lo siento pero no puedo. Y eso que he admirado a Jose María del Nido. Y que le agradezco infinito el haber hecho lo necesario para emborracharme de gloria. Y que le considero, no sé si el mejor presidente de la historia del club, pero sin ningún género de dudas (y con mucha diferencia) el mejor que han visto mis ojos en los casi cuarenta años que ya tengo. Pero los delincuentes van a la cárcel, no se les aplaude. Bastante le hemos aplaudido ya cuando ha sido necesario y pertinente. Ayer no era pertinente. Ayer, en mi humilde opinión, esos aplausos eran una vergüenza. No se puede ovacionar a alguien que ha sido condenado por malversar dinero público. No se puede. No podemos señalar a los Bárcenas a los Urdangarín, a los responsables de la Gurtel o de los ERE de Andalucía y luego hacer lo opuesto con otro por el simple hecho de que nos coge de cerca y ha dado muchos éxitos a nuestro equipo. Se le reconocen los méritos, eso por supuesto, pero también hay que increparle por lo que hace mal. A Del Nido se le ha puesto por las nubes cuando se lo ha merecido. Pero ayer era el momento de todo lo contrario. O al menos de haber permanecido callados y ocultos. No de montar la que se montó, utilizando las instalaciones, la imagen y hasta los empleados del club. Respeto las opiniones de todos, pero, para mí, lo de ayer fue vergonzoso. A mi me dio vergüenza.
Y no es cuestión de cebarse con la situación. Si Del Nido se ha llevado un dinero que no le correspondía, le han juzgado, le han condenado en dos instancias, devuelve lo malversado y paga su pena en la cárcel, pues todo bien. No hay que ir más allá. No es necesario gastar bromitas, humillar, hurgar en la herida y demás. Se trata de una persona que ha cometido un error en su vida y que ha de pagar por ello. De alguien que ayer se vio claro que está completamente abatido y que pide perdón. De alguien que tiene una familia, unos amigos, unos seres queridos, como cualquiera de nosotros. No hace falta ir más allá, ya digo. Pero, después del enorme daño que se ha hecho a la imagen del club, creo que lo de ayer sobraba. Creo que no hacía falta coronar ese daño con tal guinda. Si Del Nido es sincero cuando dice que si hubiera sabido este desenlace, hubiese dimitido antes (se supone que para reducir en lo posible el daño a la imagen de la entidad), el espectáculo de ayer se lo debería haber ahorrado. Hemos proyectado un lamentable cuadro al mostrar al mundo a gente ovacionando a un señor corrupto, y eso de podría haber evitado. Por mucho que admiremos la labor que, durante años (más los primeros que los últimos) ha hecho ese hombre, lo cierto es que no deja de ser un condenado por llevarse dinero público. Y esa es una realidad que se debería de haber gestionado mejor.
Sea como sea, lo de ayer ha de ser dejado atrás lo antes posible. Fue un día trágico y lamentable que recordaremos por mucho tiempo. Que pasará a la historia del club, pero ahora deberíamos pasar página y centrarnos en lo verdaderamente importante. Porque por muy histórico y relevante que sea el personaje, el club siempre está por encima. Siempre. Y la temporada continúa, con lo que no se debe permitir que estos asuntos extraderportivos afecten más de los estrictamente comprensible.
Y respecto a Jose María del Nido, muchas gracias por reflotar un club hundido, muchas gracias por hacerlo campeón, muchas gracias por tanta gloria, le reconozco como el mejor presidente que han visto mis ojos, pero por lo de ayer no le aplaudo. Por lo de ayer me avergüenzo, de la misma manera que lo hago con cualquiera que se lleva lo que no es suyo.