lunes, 31 de octubre de 2011

Un día pa ná

Hace no mucho, desde la Patronal, la CEOE, se propuso pasar todas las fiestas a los lunes (salvo las más carismáticas, claro) para así evitar los puentes "acueductados". Normalmente me suelo llevar las manos a la cabeza con las propuestas de estos señores empresarios, pero la verdad es que esta me pareció muy bien. 

Los días de puente son laborables, pero completamente improductivos. La gente que tiene que trabajar va al trabajo, pero no suele rendir como es habitual porque el ambiente que se respira no es el de un día normal. Quien tiene un comercio, y abre sus puertas, sabe que la caja va a ser mala porque buena parte del personal está de vacaciones y el resto anda como que sí, pero que no. Salvo bares, restaurantes y zonas turísticas. Incluso estas últimas, con la que nos está cayendo, tampoco van a tirar cohetes, no van a aprovechar días como estos del modo en que lo hacían en tiempos de bonanza. 

Sin embargo, si esas fiestas las pasasen a un lunes, todo el mundo disfrutaría de un fin de semana más largo de lo normal sin necesidad de pedirse un día de vacaciones, y el resto de los días laborables de la semana serían normales, se trabajaría y consumiría como es habitual.

Para colmo, ayer nos cambiaron la hora. Medida muy idónea para el ahorro de energía según el horario laboral europeo, pero que no vale para nada en España. En Europa se trabaja de nueve a cinco, con lo que se ajustan las horas en invierno para hacer coincidir al máximo posible dicho horario laboral con la luz del día. Pero en España, con nuestro horario partido, da exactamente igual que anochezca una hora antes o una hora después. Afecta muchísimo menos. Pero como eso viene impuesto por una directiva europea, pues se hace y ya está. 

Eso sí, el mal cuerpo que se le queda a uno con esta medida es inevitable. Y si tienes un niño de dos años, pues mucho más. Los niños a esa edad no entienden de cambios horarios, de modo que ayer, domingo, este que escribe y su señora esposa estaban en planta a las siete de la mañana con un niño pegando saltos por la casa porque a él le importa bien poco la hora que sea, él sólo conoce su reloj biológico. Y ahora habrá que aguantarle unos cuantos días con el humor del revés en tanto en cuanto ese reloj biológico se ajusta al que nos impone la mencionada directiva europea.

De modo que hoy concurren esos dos factores. Un día de puente que es laborable, pero que no es igual que los demás, y la jornada posterior al cambio de hora, con ese cuerpo extraño que te deja tal modificación. Y mañana, fiesta otra vez, a ver quién se pone en órbita al cien por cien el miércoles. 

Hoy es un día pa ná. Decía el humorista aquel que si hay que ir se va, pero que ir pa ná es tontería. Pues bien, aquí estoy yo sintiéndome un tonto, porque he venido a trabajar, pero es que venir a trabajar pa ná es tontería. Y como las tonterías las hacen los tontos... pues eso. 

Tengo el cuerpo cortado, tengo el ánimo que ni fú ni fa. No me apetece recibir clientes, pero es que si no vienen clientes, pues no gano dinero. Y si no voy a ganar dinero, ¿para qué coño abro mi negocio? Pues pa ná, como decía antes. Pero es que ¿quien no abre, con la falta que nos hace a mí y a familia lo poco mucho o regular que entre en caja, aunque sea en un día como hoy? Tengo que abrir, aunque sea pa ná. Al menos me quedaré con la conciencia tranquila. Aunque me sienta un tonto. Muchas veces es mejor ser un tonto con la conciencia tranquila que un listo con el resquemor que te deja el saber que igual estás perdiendo dinero por ser eso, un listo. 

Por supuesto, de inspiración para escribir un post ando bastante chungo. De hecho, puede que este sea uno de los peores artículos que haya escrito desde que comencé con esto del blog, pero, ¿qué queréis que os diga? Por mal que me salga, me apetecía dejar salir algo de esto que siento por dentro. No siempre se tiene la cabeza para que las cosas salgan como uno quiere. Y menos en un día pa ná como el de hoy. Un día que amaneció con fresco, pero que promete calor para después. Un día en el que he dormido menos de seis horas porque anoche eran las doce y estaba con los ojos como platos. Eran las doce sí, pero para mi cuerpo era una hora menos, o un a hora más, ya ni lo sé ni lo tengo claro, pero el caso es que el sueño no me vencía. Eso sí, el despertador sonó a la hora establecida por la directiva europea, y el sueño quedará para mí a lo largo de toda la jornada. 

Afortunadamente, hay algo en lo que puedo pensar para entretener un poco mi ánimo. Esta noche juega el Sevilla. Se dice que hay colas para adquirir una entrada, lo cual no me extraña. A pesar de ser lunes, mañana no hay que trabajar, con lo que es como si se jugara en sábado. Además, por la compra de la entrada regalan otra para el partido contra el Athletic, el cual será un domingo a las seis, un horario magnífico, con lo que hoy se espera una muy buena entrada. 

El Sevilla necesita la victoria, no por la urgencia de los puntos, sino porque a los colistas hay que ganarles. Y va a tener el apoyo de la afición. El encuentro promete, la jornada se antoja positiva para nuestros intereses, e imaginarme al equipo quinto, con veinte puntos, a tres del tercero y a uno del cuarto, pues le alegra a uno el día, ¿para qué vamos a decir otra cosa si sería mentira?

No sé cual es la idea de Marcelino, pero yo apostaría por poner a Del Moral por la izquierda y a Trochowski en la media punta, y no al revés, como supongo que acabará haciendo. El alemán se pierde un poco en la banda, y la media punta, justo por detrás del delantero, es su posición ideal, mucho más que el medio centro. Al menos fue ahí donde triunfó en el Hamburgo. Por supuesto, seguiría confiando en Campaña y Medel para el centro del campo. El Granada se va a encerrar atrás, y es necesario control en la medular (Campaña - Medel - Trochowski) y velocidad en las bandas (Del Moral - Navas) Si, por el contrario mandamos a Trochowski a la banda, perdemos esa velocidad. Y además, con Del Moral por el centro, no tendremos el control que sí que nos da el alemán. 

Estas son mis impresiones y opiniones. Luego Marcelino hará lo que quiera, que para eso le pagan. En el fondo, me importa bien poco mientras el Sevilla gane.

Además, en un día como el de hoy en el que la mitad de mis neuronas no están seguras de la hora que es, y la otra mitad me pregunta si hoy no era fiesta, pues no ando yo lo bastante fino como para dar consejos de nada. 

Si es que es lo que tienen estos días que son pa ná. 

sábado, 29 de octubre de 2011

Entre lo dantesco y lo sumergido

A pesar de que esto es un blog dedicado al fútbol, y en concreto al Sevilla FC, hoy no puedo resistirme a desviarme de esa línea y hablar de otra cosa. Hay veces que algún tema se pone de actualidad y ensombrece todo lo demás, y en mi opinión, los datos del paro publicados ayer son de una gravedad y una importancia tan abrumadora, que el fútbol queda en un segundo plano. Ya digo, al menos en mi opinión. 

En España hay cinco millones de parados, lo cual supone una tasa del 21,5%, 1,4 millones de familias tienen a todos sus miembros en paro, 2,3 millones de personas llevan más de un año buscando trabajo sin encontrarlo, y estos datos salen después del mejor trimestre para el empleo en España a lo largo de cualquier año, es decir, el verano. Cuando mucha gente encuentra trabajo para suplir a los que se van de vacaciones y cuando muchas personas son empleadas, aunque sea de forma temporal, para cubrir la temporada alta del sector más importante de la economía española, es decir, el turismo. Estos datos son de julio-agosto-septiembre. Salen ahora, a finales de octubre, o sea, que la situación a día de hoy debe ser incluso peor, ya que no se registran las personas que se han quedado en paro a lo largo de este mes. No en balde, ya se da por hecho que la cosa empeorará para la próxima EPA que cubrirá los meses de octubre-noviembre-diciembre. 

Mientras, cuando estamos extraoficialmente en campaña electoral, los candidatos simplifican sus posturas hasta extremos ridículos, de modo que el debate gira en torno a si se deben hacer recortes presupuestarios, o si eso paraliza la actividad económica. Es increíble que la cosa se pueda reducir de esa forma. Insulta a la inteligencia que estos tipos piensen que se arreglará el país haciendo una cosa o la contraria. La cuestión no es esa. La cuestión es qué hacer para darle la vuelta a esto. Y qué hacer no es qué cosa hacer, sino que inmensa multitud de cosas hay que hacer.

¿Son necesarios los recortes presupuestarios? POR SUPUESTO. Que no le quepa a nadie la menor duda. Pero mientras ese debate se centra en Sanidad y Educación, no se habla de otras cosas que deberían provocar el sonrojo de los políticos. Por ejemplo: ¿de verdad necesita Andalucía (con un 31% de paro?) dos cadenas de televisión autonómicas. O Cataluña, donde se están cercenando derechos sociales a diario, pero donde no se toca las televisiones ni las estúpidas medidas lingüísticas o de exaltación nacionalista que tantísimo dinero cuestan. Otro ejemplo también televisivo: Hace un tiempo que RTVE no emite publicidad, aunque sí que nos hacen esperar cuatro minutos entre programa y programa mientras anuncian sus propios contenidos. O sea, no hay anuncios comerciales, pero sí de otra índole. Sus propios anuncios. Mientras, todos los españoles pagamos el coste de los contenidos que se emiten en la cadena. ¿Cuánto se ahorraría el Estado si volvieran a poner publicidad? ¿Cuánto dinero se podría destinar a Sanidad y Educación sólo con esos ingresos? ¿O acaso los españoles no estamos dispuestos a ver anuncios en la tele y preferimos que aumenten las listas de espera en los hospitales porque no se abren los quirófanos por la tarde?

¿A que a todos se os ocurren otros ejemplos parecidos? Los hay a patadas. 

No se trata de hacer o no recortes. Se trata de DONDE se pueden hacer esos recortes. Y hay cosas que parecen intocables cuando no sirven para nada. O no son tan imprescindibles como los servicios en donde están centrados los debates. 

Por otro lado, hay que incentivar la actividad económica. ¿Cómo? Pues invirtiendo y subvencionando. Se entiende que invirtiendo y subvencionando bien. Hay que hacer lo imposible para que gente formada y parada se autoemplee. Si el mercado laboral español no genera trabajo, pues habrá que procurar que las personas se creen esos trabajos. Esto es mucho más difícil de hacer que de decir, pero por empezar por algún sitio, pongo un ejemplo. Yo, que este año me he creado mi puesto de trabajo montando un pequeño negocio, pedí una subvención que no me han dado porque no soy ninguna de las siguientes cosas: inmigrante - mujer - menor de 30 años - mayor de 45 - minusválido, y tampoco pertenezco, gracias a Dios, a ningún colectivo con riesgo de exclusión social. No quiero decir que a este tipo de personas no se les subvencione, ni mucho menos, todo lo contrario. Pero, ¿cuántas personas que no cumpliesen con esos requisitos podríamos optar a esa subvención si se eliminasen las televisiones autonómicas, se insertase publicidad en RTVE y se redujesen los costes de todas esas cosas en las que estáis pensando y que yo no he puesto aquí? Y sin tocar Educación y Sanidad.

Pongo ejemplos sencillos de cosas de las que no se habla, seguramente porque no interesa. Y es que el dinero de los recortes no va destinado a incentivar la actividad económica. El dinero de los recortes no va destinado a ningún sitio. Se trata simplemente de que el Estado gaste menos. Y eso está muy bien, pero no se trata de gastar menos y ya está. Se trata de gastar menos en unas cosas para invertirlas en otras. Si no se invierte dinero, hay parálisis. 

Pero ¿y qué pasa si no hay dinero? Porque este es el quid de la cuestión. El Estado debe gastar menos porque así se lo imponen desde Europa, pero no para invertir en otro sitio, sino simplemente para reducir el déficit. El déficit es el resultado de restar los gastos a los ingresos. Los ingresos, en su mayoría, vienen de los impuestos. La recaudación por impuestos ha caído porque si la gente no trabaja, no gana dinero y no paga impuestos. Tan sencillo como eso. Por tanto, para controlar el déficit hay que reducir los gastos en la medida en que se reducen los ingresos. Pero es que los gastos aumentan proporcionalmente al aumento del paro, por el pago de los subsidios. Por tanto, hay que reducir los gastos todavía más. El resultado es dantesco, y ahí están los datos de la EPA. Y lo peor es que nada de esto tiene visos de mejorar. Más bien al contrario.

Pero hay una cosa que hace que todo esto que estoy diciendo se vuelva absolutamente dramático. Y es que detrás de esos números hay personas con nombres y apellidos. Personas que no tienen trabajo, que no tienen ingresos, que están ahogados por sus responsabilidades a las que no pueden hacer frente y que no ven remedio a su situación. No hay futuro. No se ve que lo haya. 

En los últimos tiempos se está empezando a poner el ojo en la economía sumergida. Se estima que esta supone el 23% del PIB, cifra curiosamente semejante a la del paro. Y al Estado se le ponen los ojos como chiribitas al hacer los cálculos. ¿Cuánto dinero se podría ingresar si ese 23% saliera a la luz y pagara impuestos? Lo que no se dice, claro, es que sin esa economía sumergida, lo que le está ocurriendo a Grecia sería una fiesta de disfraces comparado con lo que podría pasar aquí. Los economistas se preguntan cómo es posible que España siga adelante sin motines populares con cinco millones de parados. Con casi un millón y medio de familias con todos sus miembros en paro. Con un 22% de la población dentro o al borde del umbral de la pobreza (otra cifra "sorprendentemente" parecida a la del paro). Según el nivel de vida en España, se entiende como umbral de la pobreza ingresar al mes menos que el salario mínimo interprofesional (627 €). Un matrimonio de mileuristas con dos hijos está en el umbral de la pobreza. Ganan 2.000 euros, son cuatro en la familia y salen a 500 por cabeza. Y que den gracias al cielo por tener los dos trabajo. ¿Qué pasa entonces con los parados? ¿Y con las familias con todos sus miembros en paro? Dantesco, ya digo.

La respuesta a la pregunta de los economistas está en la ayuda de las familias y en la economía sumergida. A mí me cuesta 1.500 euros al mes abrir mi negocio. Recibí ayuda de mi familia para arrancar (ya que no hay ni subvenciones ni créditos para alguien como yo, como ya dije antes), y ahora consigo llevarme a casa lo justo y necesario para vivir al límite, con la esperanza de que esto siga adelante y prospere. Gracias a Dios, tiene muy buena pinta. Por tanto, yo NO trabajo en B, en negro, en sumergido. Pero ¿qué pasa con quien no tiene una familia que le pueda apoyar? ¿Como va a trabajar en A si eso cuesta 1500 euros al mes? ¿De donde los saca?

No es que yo apoye ese tipo de prácticas, pero, defraudadores "profesionales" aparte, hay que tener un poco de tacto a la hora de hablar de estas cosas, porque, igual es mejor pedir que robar, también es comprensible que haya personas que hagan lo que sea por dar de comer a sus hijos.

¿O es que alguno de vosotros no lo haría?


viernes, 28 de octubre de 2011

Sectarismo

Que la afición del Sevilla siempre fue exigente es algo que sabemos todos de sobra. Y también que es muy volátil, que igual nos creemos los mejores del mundo, que al rato todo es lo peor. Aunque esto último es muy común en la mayoría de las aficiones del mundo, no sólo en la nuestra. Por eso prefiero centrarme en la exigencia, en el hecho de que nunca nos hemos rendido, nunca hemos renunciado a considerar a nuestro equipo como un grande a pesar de haber pasado décadas en la medianía. Yo creo, y así lo atestiguan también nuestros Guardianes de la Memoria, mucho más expertos en historia que yo, que eso está en el ADN sevillista. Que el Sevilla siempre fue un grande, primero en Andalucía (donde nunca dejó de serlo) y luego en España, cuando la competición más importante a nivel nacional, La Liga, se comenzó a disputar en 1929. Aquellos inicios ligueros fueron de Segunda División para nosotros, pero pronto alcanzamos nuestro sitio para acabar ganando títulos en los años 30, en los 40, y para estar continuamente rondándolos en los 50. Hablamos de más de 50 años de grandeza, de estar arriba, de codearnos con los mejores en los ámbitos en los que competíamos, y de incluso superarlos en bastantes ocasiones. Éramos uno de los grandes. 

Todo cambió con el esfuerzo económico que supuso la construcción del estadio Ramón Sánchez Pizjuán, acabada en 1958. Dicho esfuerzo estranguló nuestra economía y la capacidad para mantenernos en el sitio en el que siempre estuvimos. Caímos un peldaño, y dos, y tres, y hasta incluso perdimos la categoría. Luego recuperamos nuestro lugar en la élite, y ahí nos mantuvimos, salvo por contadas excepciones que todos conocemos. Nos mantuvimos, ya digo, pero en una triste medianía. Nunca volvimos a ser de facto los grandes que antes fuimos. De facto. Porque, como decía antes, esa grandeza quedó grabada en nuestro ADN. 

Y ahora volvemos a estar ahí. Hemos superado la medianía. Nos hemos vuelto a instalar en la grandeza tal y como se conoce hoy, la cual es muy distinta a como era antes. Hoy hay dos súper grandes, y luego está la zona noble. Donde nos encontramos nosotros. Llevamos prácticamente una década entre los cinco primeros, ganando títulos y aspirando a más. Y eso ha sido gracias a que nunca nos hemos rendido, nunca nos hemos resignado a dejar de considerarnos grandes. Y siempre hemos sido exigentes con el equipo porque eso es lo que hacen las aficiones de los clubes grandes. 

Teniendo en cuenta esto, yo nunca he dejado de admitir que esa exigencia es fundamental, más que nada porque es lo que nos ha llevado a recuperar nuestro sitio. Pero también pienso que es necesario saber en qué momento parar, en qué punto relajarse, ser conscientes de cuando debe terminar la exigencia razonable para no dar paso al imposibilismo. En ese sentido, el debate es necesario. Hay que escuchar a todos porque todos podemos aportar algo. Hay que coger lo bueno de los que son muy exigentes, porque eso bueno compensa el conformismo de otros; conformismo que nos puede llevar a la autocomplacencia y, por tanto, al estancamiento. A no crecer más por no querer hacerlo, por no luchar por ello.

Y viceversa. El conformismo de esos puede hacer parar los pies a los primeros, a los muy exigentes, para evitar que ese exceso de exigencia se vuelva en nuestra contra. Se suele decir que un objetivo ha de ser ambicioso, pero asumible. Que un objetivo inasumible provoca desencanto y frustración, y que puede llevar a unos resultados mucho peores que si tal objetivo hubiese sido un poquito (sólo un poquito) más laxo. 

Equilibrio: en el medio está en la virtud. 

Debate, pues, intercambio de opiniones y acuerdo posterior. Eso es lo ideal.

Sin embargo, en los últimos tiempos se ha instalado en el Sevillismo una actitud muy peligrosa, al menos en mi opinión. Se ha instalado un sectarismo que cercena el debate, que impide que se lleve a cabo con la soltura necesaria como para que las ideas fluyan y se puedan coger las mejores en beneficio de la totalidad, o sea, de la entidad, del Sevilla FC, lo que todos queremos. Es curioso que últimamente cuesta hablar de fútbol sin que te encasillen en un extremo o en otro. Si dices que estás contento con la marcha del Sevilla porque está imbatido y porque, aun encontrándose en formación, estamos en la pomada, pues eres un conformista que te vale cualquier cosa y que cierras los ojos a una realidad muy distinta a los mundos de Yupi en donde vives. Por otra parte, si después de un partido, no importa el resultado, opinas sobre el juego, sobre los cambios, sobre la actitud de tal o cual jugador, no sé, cualquier cosa relacionada estrictamente con el fútbol, pues corres serio riesgo de ser encasillado en ese cerrado grupo de críticones empedernidos que nunca están contentos con nada y que no hacen más que poner piedras en el camino que está recorriendo el equipo. 

A mí esto me apena, me abruma y, de paso, me saca de mis casillas. Que yo esté contento con el puesto que ocupa mi equipo en la clasificación no quita para que reconozca que hay cosas que no se están haciendo bien. Y que reconozca que hay cosas que no se están haciendo bien no quiere decir que esté pidiendo la cabeza del entrenador, del director deportivo, del director de marketing o hasta del presidente. 

Por otro lado, que yo diga que hay que tener paciencia con el entrenador no quiere decir que me niegue a aceptar la realidad y que viva en un mundo feliz e inventado. Y si insisto en que no veo diferencia entre el Sevilla de Marcelino y el de Jiménez no quiero despertar fantasmas del pasado, sino simplemente que no veo diferencia entre ambos. Tampoco quiero decir con eso que pretendo que se le haga a Marcelino lo que se le hizo al de Arahal (una especie de venganza vital), sino justo todo lo contrario. Que se tenga con el asturiano la paciencia que no se tuvo con el otro. Y esto no significa que le esté echando en cara nada a los que no tuvieron esa paciencia con Jiménez, joder, ya me estoy cansando de darle vueltas a las cosas. Lo único que significa es que estoy hablando de fútbol. Hablando, charlando, conversando, debatiendo, cambiando impresiones.

¿Es que se ha perdido la posibilidad de conversar? ¿Es que uno no puede dar su opinión sobre algo sin que le manden a una punta o a la contraria? ¿Es que entre aquí y las antípodas no está el mundo entero de por medio?

A mí me encanta charlar, debatir, y si es de fútbol, pues no digamos. Me gusta que me lleven la contraria de un modo argumentado porque esa es la manera más rápida que hay de aprender algo y aumentar tus conocimientos. Me encanta tener razón, pero también que me demuestren que no la tengo, porque así la siguiente vez que hable sí que tendré razón. Y ya digo que eso me encanta. Una de las razones más importantes por las que tengo un blog es esa: expresar aquí mi opinión y que la gente entre, lo lea y comparta conmigo las suyas. Me da igual que sean a favor o en contra de lo que digo. De igual manera que me gustaría tener tiempo para emplear un rato los fines de semanas en tomar un par de cervezas con sevillistas para entre todos arreglar el mundo, y de paso también el club de nuestros amores.

Pero es que con este sectarismo que nos está empezando a invadir, eso se antoja cada vez más complicado. 

Dejémonos de historias de una vez. No perdamos esas charlas futbolísticas. No permitamos que los que nos quieren dividir lo hagan y nos priven de eso tan agradable y entrañable. Todos queremos lo mismo, todos tenemos nuestra parte de razón. Basta con coger lo mejor de cada uno, y juntarlo, para obtener algo parecido a la excelencia. 

Ojalá esto no sean más que impresiones mías y me esté equivocando. Pero lo cierto es que esa impresión la tengo. Y yo lo único que quiero es hablar de fútbol. 

jueves, 27 de octubre de 2011

De señores y otros que no lo son tanto

Hay en el mundo personas que son como son, y otras que pretenden serlo, que se acercan, pero que no lo acaban de conseguir. Los primeros no necesitan nada para ser así, mientras que los segundos se empeñan en hacer lo que sea para llegar a ese nivel, aunque nunca terminan de alcanzarlo. Hay ejemplos de todo tipo. Hay gente simpática por naturaleza, y otros que tratan de serlo, pero que no pasan de graciosillos. Hay gente amable porque sí, y otros que resultan falsos por mucho que traten de ser agradables. Hay gente que te enamora con una sonrisa, y otros que son repelentes por mucho que se esfuercen por agradar. 

Y hay personas que son grandes por naturaleza, y otras que no llegan a serlo tanto por mucho que se empeñen.

Lo ocurrido entre Cesc y Kanouté ha puesto en evidencia un ejemplo claro de este último caso que he comentado. Es curioso comprobar cómo Kanouté zanjó el tema con dos tweets, y un tercero posterior para informar de su conversación telefónica con Cesc. Admitió su mal comportamiento, pidió disculpas por él, aunque dejando claro que fue insultado previamente, cumplió su partido de sanción y no le hizo falta decir nada más para que nadie se metiera con él y para mantener intacta su extraordinaria reputación. Cesc, sin embargo, puso mil excusas para justificar un acto (lo del tatuaje árabe, lo de su novia libanesa, lo de que juega con compañeros de diferentes religiones, etc), a la vez que insistía en que no llevó a cabo ese acto, cargó contra Kanouté diciendo que es de cobardes apelar al racismo para justificar una agresión (que no lo fue tanto), admitió luego que habló con el malí para aclarar el asunto, y aún anda llorando por las esquinas tratando de limpiar su imagen. Cosa que no sería necesaria si, efectivamente, no hubiese hecho nada malo. Ayer se publicó lo que dijo en una comparecencia ante la prensa en Barcelona, y la verdad es que la cosa no deja de llamarme la atención. Mientras Kanouté permanece, como siempre, en la sombra, discreto, sencillo y concentrado en su cometido, que es entrenar para su equipo, este chaval sigue poniendo una excusa tras otra en un vano intento por zanjar una cuestión que sigue cayendo sobre su cabeza como una pesada losa. 

"Al que filtró que soy un jugador que digo palabras racistas a los compañeros le salió muy bien la jugada (...) No le dije nada racista. Hoy día cualquiera se inventa algo por "twitter" y luego está en todo el mundo"

No sé si Cesc no se da cuenta de que lo del racismo es secundario. Lo que todo el mundo vio fue que se tapó la boca para que no se le leyeran los labios al decir lo que fuera. Y lo que fuera tuvo que ser de una gravedad extraordinaria para que una persona tan equilibrada como Kanouté reaccionara como reaccionó. ¿Qué más da que fuera racista o no? Aquello no fue un calentón, sino una acción meditada y alevosa. Uno no se tapa la boca para hablar cuando está en medio de un calentón. Eso fue lo que vio la gente. Hay incluso quien captó una toma en la que se le leen los labios (a pesar del afán del jugador por evitarlo), y en la que aciertan a adivinar que dijo "puto moro de mierda". Me da igual. No me importa que el insulto fuera racista. No hace falta apelar al racismo para ofender, y Cesc ofendió a Kanouté alevosamente. 

A continuación dijo que:

"A lo largo de los años me he labrado una imagen, y no me gustaría que fuera dañada por una cosa inventada"

Otra vez lo mismo. No es un invento. Cesc insultó a Kanouté. Y lo hizo de tal forma que provocó en el malí una reacción que está en las antípodas de su personalidad. Eso se vio claramente en televisión, lo vio todo el mundo. Nadie se inventa nada. Es que parece que sólo ofende el racismo. Admitamos que no dijo nada racista. ¿Eso significa que no le insultó? Evidentemente, no. 

Pero el tío siguió hablando, dejando entrever lo injusto que le parecía el hecho de que fuera él quien tuviera que dar explicaciones siendo el agredido.  Y es aquí donde me veo obligado a reproducir una frase que dije un poco más arriba:

"Y hay personas que son grandes por naturaleza, y otras que no llegan a serlo tanto por mucho que se empeñen."

Esto es como el joven enamorado de una chica, el cual se vuelca en atenciones hacia ella. Y ella le reconoce lo amable que es, pero por quien suspira es por ese otro que es quien se las lleva a todas de calle. ¿Qué tiene este segundo que no tenga el primero? ¿Qué tiene Kanouté para que se le respete tanto, mientras Cesc no consigue llegar a ese nivel de respeto por muchas explicaciones que de, y siendo además el supuesto agredido?

Pues bien, yo le diría a Cesc Fábragas que repasara esa supuesta imagen que dice que se ha ganado a lo largo de los años. Porque el espectáculo que dio sobre aquel autobús descapotable durante la celebración de la victoria en la Eurocopa de 2008 fue lamentable. Fue Piqué quien se llevó los palos por aquel escupitajo que lanzó a Pedro Cortés, pero quien quiera, que mire la actitud de su inseparable Cesc durante todo el rato. Eso no da buena imagen precisamente.

Pero no es eso lo único. Hay otro escupitajo en su vida, como el que asegura el entrenador del Hull City que Cesc le lanzó a su ayudante tras un partido de la Copa Inglesa. El catalán lo desmintió, por supuesto, pero se trata de la palabra de uno contra la de otro. ¿A quien creer ? ¿Otro invento? ¿Todo el mundo inventa cosas malas sobre Cesc? ¿Qué es esto, una conspiración contra él?

Tampoco es que de la mejor imagen de un profesional comprometido con la empresa que le paga la barbaridad que le paga la actitud que tuvo contra su ex-equipo, el Arsenal, este verano. En su empeño por tensar la cuerda, se llevó semanas (un par de meses) entrenando al margen del grupo con el objetivo de poner a su entrenador y al club en una situación límite. No viajó a Lisboa para enfrentarse al Benfica en un partido amistoso en el que participaba su equipo, tampoco viajó a Colonia para eso mismo posteriormente, y no jugó la Emirates Cup bajo la excusa de estar lesionado, cuando en verdad, como digo, se entrenaba al margen de sus compañeros para así presionar a su club para que lo traspasase. Y así no es como uno se labra una buena imagen que luego pueda ser manchada por un supuesto invento.

Eso por no hablar de su primera marcha, la del Barcelona al Arsenal cuando era un crío, aprovechando esos recovecos legales que permiten a los equipos levantar las jóvenes promesas a otros sin apenas gastarse un duro. Un club te mima con esmero desde que eres niño, y cuando está a punto de llegar el momento de que ese club reciba de vuelta todo lo invertido en ti, vas y les dejas tirados, les traicionas. Claro que luego haces lo propio en el sentido inverso. El Barcelona le crió, le enseñó a jugar al fútbol, le formó, se gastó el dinero que se tuvo que gastar para ello, luego el jugador se marchó para que otro club se aprovechase de esos conocimientos sin pagar por ello, para que al final los primeros tuvieran que gastarse 40 millones de euros para poder repescarlo. Pedazo de imagen la del tío este. ¡Qué persona más íntegra!

Claro que, cuando habla de imagen, igual se refiere a su faceta solidaria. Como cuando se disfrazó de conejito para recaudar fondos para un hospital infantil de Londres. O como cuando cambió su foto en sus perfiles de las redes sociales para sustituirlas por una de Aldeas Infantiles. O como cuando posó como modelo en favor de los damnificados por el terremoto de Haití. También hizo de modelo para el calendario solidario "Runners World" para Aldeas Infantiles. Y donó una camiseta del mundial para una asociación de personas con daño cerebral. Además, con motivo de su boda (con la novia que tenia antes de la libanesa), donó 3 euros por cada invitado que asistió al enlace. Incluso, llegó a dar 14.000 € para que su hermana cenara con Orlando Bloom, en una iniciativa solidaria de este actor (se subastaba esa cena para un fin benéfico)

Todo esto está muy bien, un montón de apariciones públicas, algunas verdaderamente impactantes, con el objetivo de labrarse esa imagen que tanto reivindica. Claro que a Kanouté no le hace falta tanta algarabía para tener la fama que tiene. Él se pone su túnica blanca y sus sandalias y se planta en Malí con sus niños. A veces le sacan alguna foto y se publica, pero poco más. Y sólo con eso consigue una imagen muchísimo más contundente que el otro con tanta tontería. 

Pero no quiero ser demasiado cruel con Cesc Fabregas. Es cierto que el jugador es embajador de Aldeas Infantiles. Y que nadie sabe el dinero que dona a causas benéficas sin que nadie se entere, más allá de los esperpentos que enumeré anteriormente. No quiero decir que sea mala persona. Cesc tenía 21 o 22 años cuando celebró la Eurocopa de 2008. Con esa edad, y un par de copas de más, yo también hice multitud de estupideces. Tampoco es mi intención crucificarlo por un escupitajo al suelo que acabo sobre el zapato del ayudante del entrenador del Hull City. A todo el mundo se le va la olla alguna vez, y eso no es motivo de escarnio público. Ni siquiera pretendo hundir su reputación por su marcha al Arsenal, ni por la presión que ejerció para volver al Barcelona. Todo el mundo tiene derecho a luchar en la vida por su propia prosperidad. Y no es el primero, ni será el último, en llevar a cabo esas acciones. Todos los equipos han sufrido cosas así, pero también todos se han beneficiado de ellas cuando han tenido ocasión. 

Pero es que Cesc Fábregas se ha topado nada menos que con Frederic Oumar Kanouté, probablemente el SEÑOR más grande que hay en la actualidad en el mundo del fútbol. Nadie encontrará en el pasado de Kanouté escenas como las del autobús, ni escupitajos, ni nada de eso. Kanouté jamás presionó a nadie para cambiar de club. Lo más cerca que tuvo fue la meditación que llevó a cabo durante sus últimas vacaciones, para acabar por decidir quedarse en el Sevilla. Nunca presionó a nadie, nunca hizo nada fuera de lugar. Se limitó a decir la verdad a la cara y a emplazar al club a una reunión para hablar de su futuro. Como el señor que es. 

Kanouté no posa como modelo, no hace calendarios, no se disfraza de nada. Sencillamente no está en la escena pública, es prácticamente imposible verle fuera de lo que son entrenamientos o partidos. Quizás alguna entrevista previamente concertada. Pero todo el mundo sabe que pocos futbolistas en el mundo llevan adelante acciones solidarias tan grandes como la suya. No necesita publicidad. 

Para colmo, su forma de ser, su personalidad, es sencilla, serena, educada, hasta majestuosa. Es un tipo humilde, cercano, sincero, caballero. Jamás saca los pies del plato. Jamás tiene un mal gesto. Nunca protesta, nunca hace una declaración altisonante, en ningún momento dice una palabra más alta que otra. El respeto que se ha ganado es casi reverencial. No sólo en Sevilla, sino en toda España. Y eso que juega en el equipo que peor cae.

Por eso, Cesc Fábregas, hablar de imagen al lado de Kanouté es hacer el ridículo. Podrás luchar por tener una buena imagen, pero nunca llegarás a lo que es el Gigante de Malí. Gigante por tamaño, gigante como jugador, y el doble de gigante como persona. Todo el mundo sabe que algo muy gordo le tuviste que decir para que reaccionara como reaccionó. Da igual que fuera racista o no, eso no importa. El insulto que perpetraste tuvo que ser de órdago. Y eso, ya digo, lo sabe todo el mundo. 

Por eso, en este asunto, a pesar de ser el supuesto agredido (que tampoco fue para tanto), el verdadero culpable a los ojos de todos eres tú. 

Por mucho que intentes lavar tu imagen. 

miércoles, 26 de octubre de 2011

Un punto bien invertido

Según la lógica del pragmatismo, teniendo en cuenta las posibilidades que tiene cada equipo en función de su plantilla, y en busca de la máxima eficiencia en la gestión de esta, lo mejor hubiese sido renunciar por completo al partido del Camp Nou, darlo por perdido, sacar a suplentes y filiales, reservar a los titulares, con el objetivo de tenerlos a tope para el siguiente encuentro, que es el que de verdad se puede ganar. De esa forma, se obtienen cero puntos en Barcelona, tres en la siguiente jornada y un total de esos tres en el cómputo general. No que ahora, después del empate contra el Rácing, sólo hemos obtenido dos puntos en total a pesar de la hazaña conseguida el sábado en tierras catalanas. 

Claro que esta teoría no te garantiza obtener esos tres puntos de los que hablo. Y tampoco te niega del todo conseguir cuatro, o incluso seis, que fútbol es fútbol y nunca se sabe. Todo son teorías, apuestas, planteamientos y una pelotita que rueda y entra o deja de entrar en la portería. 

Cuando después del empate en Barcelona decía que, a pesar de lo difícil que es obtener ese resultado allí, sólo habíamos sumado un punto, hubo quien me dijo, con toda la razón del mundo, que no es lo mismo lograr ese punto en el Nou Camp que en casa contra el colista. Y es cierto, ya digo. Ese empate es motivo de orgullo para el que lo consigue, e insufla un chute de confianza descomunal al equipo y a la afición. Claro que eso tiene unas consecuencias. Al partido contra el Rácing, apenas tres días después del de Barcelona, llegamos con el equipo agotado tras el colosal esfuerzo que hizo allí y, además, con varias bajas de consideración, ya sea por lesiones o sanciones. Fernando Navarro, Perotti y Kanouté no pudieron jugar, y Negredo aún no estaba listo para ser de la partida. Eso unido al cansancio de los demás. Todo esto no son más que excusas que no vienen a cuento para algunos, o al menos así pensaban esos algunos hace no tanto. Pero, entonces y ahora, yo opino que sí que importan, que si vienen a cuento. Que, como decía antes, el ingente esfuerzo realizado en Barcelona traería sus consecuencias, y mucho más teniendo en cuenta que no se contó con una semana para recuperar, sino con apenas tres días. 

Entonces, ¿hubiese sido mejor haber renunciado al punto de Barcelona para tener el máximo de probabilidades de obtener los tres contra el Rácing, y así sumar más en el cómputo global de los dos partidos?

Pues, en mi opinión, no. Como ya he dicho, el punto de Barcelona es mucho más que un punto. El fútbol no se puede medir únicamente de un modo matemático. El fútbol es mucho más. Un club de fútbol es una empresa, pero los aficionados no dejamos de recordar a los dirigentes que no se puede gestionar exclusivamente como la empresa que es, sino que hay que tener en cuenta que detrás de los números hay un sentimiento. Y que a veces hay que dejar de lado esos números para contentar a los aficionados. Que, por ejemplo, a veces es necesario hacer un buen fichaje, aunque económicamente no sea aconsejable, porque eso ilusiona a la gente y a la larga beneficia a la entidad, aumentando el número de abonados por citar una posibilidad. De la misma forma, el punto que hemos perdido por haber echado el resto en Barcelona para obtener un empate provocó un orgullo entre los sevillistas que hacía tiempo que no sentíamos. Es cierto que al final nos costó no ganarle al Rácing, pero el prestigio, la confianza, y ese orgullo que acabo de mencionar también son importantes. Son imprescindibles diría yo. Y a la larga nos beneficiará. Es cierto que ahora hemos perdido un punto, pero nunca sabremos cuantos de ellos obtendremos en adelante gracias a esa confianza adquirida, que de no tenerla se irían al limbo. No lo podremos cuantificar, pero estoy convencido de que se obtendrán. Del mismo modo que el fichaje de ese jugador caro que mencionaba antes, si su rendimiento es el previsible, acabaría por beneficiar a la entidad en mayor medida que la pérdida económica que supuso su contratación. En Economía, a este concepto se le llama inversión (en contra del gasto, que es el dinero que sale sin posibilidad de amortización futura)

Digamos que este punto que hemos perdido al no ganar al Rácing por culpa de empatar en Barcelona es un punto invertido para obtener otros en el futuro que sin esa inversión no se conseguirían.

Y ahora vendrá quien me diga que todo esto no vale para nada y que el fútbol son resultados. Que si hubiéramos renunciado el partido de Barcelona, ahora tendríamos diecinueve puntos en lugar de diecisiete. 

Muy bien. Cada uno tiene su opinión. 

El partido de ayer es la muestra más clara que puede haber de que a este Sevilla le falta mucho para llegar a lo que se le supone. De entrada, lo primero que le falta es un delantero, aunque eso lo sabemos todos. Ayer hubo ocasiones para haber matado el partido que un buen delantero las hubiese materializado (en condiciones normales). Y no es sólo eso. El trabajo sin balón de un delantero de referencia provoca una serie de huecos que permiten elaborar jugadas que ayer fueron imposibles. No se trata tan sólo del remate de las jugadas que se produjeron, sino de esas otras jugadas que no se pudieron llevar a cabo por no poder contar con dicho delantero. Del Moral marcó dos goles e hizo bien su trabajo, pero no es un delantero de referencia. Por tanto, las veces que Kanouté y Negredo no puedan jugar, esto nos pasará. O será bastante más posible que nos pase que si alguno de aquellos (o los dos) estuviesen en el campo. 

Sin embargo, no podemos olvidar que estamos haciendo, dicen, el mejor arranque liguero de nuestra historia. Esto no se puede olvidar. No es muy normal cargar ahora contra el equipo teniendo en cuenta esto, y después de deshacernos en elogios tras el partido en el Nou Camp. Por supuesto, lo de anoche no es de recibo. No se puede permitir ir ganando en casa al colista por 1-0 al descanso, y tener que acabar empatando en el descuento y gracias. Y muchas gracias. Que los técnicos y los jugadores hagan y entrenen lo que tengan que hacer y entrenar para evitar que vuelva a ocurrir. Y eso a pesar de las "excusas" que puedan explicar lo que ha pasado.

Pero yo no diría que hemos tirado por la borda el trabajo realizado en Barcelona. Matemáticamente sí, sin lugar a dudas. Pero, ya lo dije antes, el fútbol es mucho más que las matemáticas. El fútbol tiene un componente de sentimiento sin el cual no se entiende. No existiría. No como lo conocemos actualmente. Sería otra cosa completamente distinta a la que probablemente no estaríamos tan enganchados como estamos. Justo después del empate en el Camp Nou, yo puse en este blog a letras grandes y en negrita que estoy orgulloso de ser sevillista. Y ese orgullo vale un punto. El punto que, según la lógica del pragmatismo que decía al principio, hemos perdido por no renunciar al partido de Barcelona y, por culpa de ello, no haber podido ganar al Rácing.

Para mí, no es un punto perdido. Ni un trabajo tirado por la borda. Para mí, es un punto bien invertido.

Espero que el tiempo me de la razón.


martes, 25 de octubre de 2011

Los que caen mal

Cuando salió a la luz el resultado de aquella encuesta en la que se nos catalogaba como uno de los equipos que peor cae de España, hubo muchos que se lo tomaron de aquella manera, llegando a decir que estaban orgullosos de eso porque los que caen mal son los grandes, los poderosos, los que triunfan, los que le pueden quitar el triunfo a los demás, etc. A mí la verdad es que no me gusta caer mal a la gente. Obviamente, no me muevo por la vida pensando en si lo que digo tendrá mayor o menor aceptación, pero no me gusta caer mal, la verdad. Y este es un tema que me hace reflexionar porque es que además no le encuentro demasiada lógica.

Que Real a Madrid y Barcelona sean los equipos que peor caen es obvio. Son los que más aficionados tienen, con lo que la afición contraria siempre dirá que le cae peor el otro y viceversa. Pero lo del Sevilla tiene poca explicación, porque yo no me creo que sea por las fanfarronadas de Del Nido, ya que fanfarronadas las tienen todos en mayor o menor medida. 

Y es un tema que me hace reflexionar porque el Sevilla es un club que, saliendo del pozo de la Segunda División, fue capaz de esquivar la ruina económica a la vez que forjaba un equipo campeón. Gestionó sus recursos como nunca antes nadie lo había hecho en el fútbol español. Compró figuras a precio de ganga, vendió jugadores por millonadas, trabajó la cantera de un modo admirable y, con muchos menos recursos que otros, fue capaz de pasar de casi la desaparición a la excelencia en España y en Europa. Esto es digno de elogio, no de caer mal.

Cuando estábamos en lo más alto, uno de nuestros jugadores falleció. Y es cierto que España entera se volcó en condolencias hacia nosotros, pero también lo es que eso pasó al olvido bien pronto, hasta el punto que se hace la vista gorda cuando se escucha eso que se escucha en el Calderón. Aún así, el club se sobrepuso y logró mantener un nivel desconocido por aquí desde hacía décadas. Bajamos un escalón, porque mantener lo hecho en 2007 es imposible hasta para los más grandes, pero ahí seguimos. Cosechando éxitos y hasta títulos gracias al trabajo, al esfuerzo, a la buena gestión... y todo con la rémora de la tragedia que tuvimos que sufrir. Eso es digno de elogio, no de caer mal.

Además, en los últimos tiempos, el Sevilla abandera la lucha por un reparto más justo de los derechos televisivos. Eso no es para beneficio del Sevilla únicamente. Eso es para beneficio de todos los que no sean Madrid y Barça. Estamos dando la cara por todos los clubes de Primera (y hasta de Segunda). Nos estamos llevando palos por ellos. Por nosotros, y de paso por ellos. Ellos les siguen dorando la píldora a los grandes, pero se aprovecharán de lo que consigamos nosotros. A cambio, nos dejan tirados, nos traicionan, niegan lo acordado cuando se encaran a los que mandan. Pero nosotros seguimos ahí, trabajando, luchando, por nosotros, y también por ellos. Eso es digno de elogio y de agradecimiento, no de caer mal. 

En nuestra plantilla hay futbolistas como Kanouté, cuya grandeza humana es ya imposible de definir con palabras. O como Palop, que se llevó la mitad de su carrera a la sombra de quien dicen que es una mala persona como Cañizares, pero sin desfallecer, luchando, trabajando, perseverando, hasta lograr el triunfo cuando ya superaba la treintena. Hasta convertirse en el que para muchos es el mejor portero de la historia del Sevilla. Eso es digno de admiración y casi de pleitesía, no de caer mal. Ambos casos. 

O Jesús Navas, un chaval que sufrió una enfermedad complicadísima y que a base de trabajo, esfuerzo y paciencia logró salir de ella. De Jesús Navas se reían los aficionados de otros clubes, como si fuera un llorica, un niño chico de mamá, un cobarde incapaz de pasar un par de días fuera de casa. Jesús Navas ha sido campeón del mundo, pero esto, que es digno de elogio, no les sirve a los aficionados al fútbol de nuestro país. Les caemos mal.

Ahora se ha puesto de moda Javi Varas. Un chaval que lleva años trabajando en la sombra, a la sombra mejor, de Andrés Palop, y que ahora tiene la fortuna de disfrutar de su época de gloria, tan merecida como justa. Dicen los jugadores del Madrid que igual le invitan algo cuando le vean en agradecimiento a sus paradas contra el Barça. A estos imbéciles tan cortos de mente no les cabe en la cabeza que Varas para balones en beneficio de su equipo, no del Madrid. Claro que hay aficionados culés que dicen que seguro que contra el Madrid no parará nada. Hay que ser bobo. En vez de resaltar la calidad humana y la sencillez de un chico de barrio que está triunfando en el fútbol sin ser súper guapo, sin llevar tatuajes, sin teñirse el pelo ni dejarse crestas... sin nada de eso. Sólo gracias al trabajo y el esfuerzo. Eso que es digno de reverencia, de ovación cerrada... y sin embargo, caemos mal.

Y ahora está lo de Unicef. No se trata de poner ese nombre en la camiseta, no. Se trata de, directamente, mostrar el texto y el número al que hay que enviar el mensaje para combatir en la medida de lo posible el hambre en el mundo. ¿También les caerá mal esto al resto de españoles?

Con todo esto que llevo dicho, a mí me da la sensación de que algo falla con estrépito en nuestra sociedad como para que un club como el Sevilla caiga tan mal. Un club ejemplar, el mejor gestionado de nuestra liga, que basa su éxito en el trabajo y el esfuerzo, que tiene en sus filas a personajes de una talla que ya quisieran la mayoría de los demás clubes, que somos capaces de mantenernos a un nivel altísimo cuando estamos solos... todo eso que debería ser motivo de que nos felicitase, acaba por volverse en nuestra contra hasta el punto de caer mal.

Los que despilfarran el dinero de un modo indecente, no. Nosotros.

Los que no son capaces de gestionar hasta el punto de acabar en concurso, no. Nosotros. 

Los que no tienen huevos de superarnos año tras año a pesar de tener muchísimo más presupuesto, no. Nosotros. 

Como decía antes, algo tiene que fallar con estrépito.  No puede ser que quien trabaja duro caiga mal, y quien derrocha y despilfarra sea elevado a los altares. 

A mí, francamente, que le caigamos mal a un señor de Burgos o de Teruel me la trae al fresco. No es eso de lo que me quejo. Lo que me asusta es la falta de valores. La alarmante falta de valores que lleva a una nación a repudiar a quien se esfuerza para ensalzar a quien vive del cuento.

Claro que la manipulación de la prensa tendrá mucho que ver, pero ese es otro tema que ya, sinceramente, me aburre sobre manera. 

lunes, 24 de octubre de 2011

Ocho faltas, nueve tarjetas y un punto

Ayer domingo me comían los demonios con el lío este entre Kanouté y Cesc. Leí un poco en un rato que tuve libre, pero no me puse a escribir porque los sábados tarde y los domingos son para mi familia, eso es sagrado. Además, así de paso relajaba un poco los ánimos, que a mí me gusta escribir con la cabeza tranquila para así no decir demasiadas tonterías. 

De todos modos, estaba deseando de que llegara la mañana de hoy, no para trabajar, sino para exponer mi opinión acerca del asunto. Claro que el asunto ha evolucionado, y ahora resulta que los jugadores se han pedido perdón mutuamente. Iba a cargar duramente contra Cesc, pero yo me ablando mucho cuando alguien pide perdón, de modo que ya no es lo mismo. De todos modos, sí que quisiera decir algo. Es evidente que Cesc insultó a Kanouté. Si no, no habría motivo para que se pidieran perdón mutuamente. Además, es bastante probable que fuera un insulto racista. Y no me vale la excusa del jugador del Barça diciendo que tiene una novia libanesa, que lleva un tatuaje árabe (¿¿!!!???) y que ha jugado y juega con compañeros de la misma religión. Yo tengo muy buenos amigos catalanes que son maravillosas personas y a los que tengo mucho cariño. Pero eso no me impide llamar a Cesc "catalán de mierda" porque el catalán de mierda es él, y no esos buenos amigos que tengo. Por tanto, él puede llamar a Kanouté "moro de mierda" para ofender única y exclusivamente a Kanouté, y no al resto del mundo musulmán. 

Ahora todo está zanjado, sí, y ya sólo hablaremos de fútbol como es el deseo de los interesados, sí, pero la sanción será para el "moro de mierda", mientras el "catalán de mierda" se irá de rositas. Si es que tenía razón Guardiola al hablar de "grandezas". Lo que no dejó claro fue el modo en que se premia o se castiga el ser grandes. En este caso, el grande será sancionado, y el "mierda" quedará libre. 

En fin, dicho esto, y una vez pasado el culmen de la euforia, por un lado, y de la indignación por otro, me gustaría centrarme en la situación en la que quedamos una vez pasado el trago de visitar el Camp Nou.

Lo primero que me gustaría resaltar es que el Sevilla ha dejado atrás el problema defensivo que tanto sufrimos el año pasado. Antes del partido defendía la idea de que si el Barcelona es insuperable jugando al fútbol, habría que trabajar para derivar el choque a eso que se conoce como el antifútbol. Pues bien. No fue necesario. El Sevilla hizo un partido tácticamente escandaloso. Escandaloso por bueno. Excepcional, magnífico, extraordinario. Conseguimos detener al Barça cometiendo ocho faltas en todo el partido. Llevo tiempo diciendo que Guardiola es uno de los tres mejores entrenadores del momento, pero el sábado Marcelino le ganó la partida en la parcela táctica. Y eso dice mucho de Marcelino. Muchísimo. Yo siempre he defendido que hay que tener paciencia con él. Ahora, esa máxima es indiscutible. Puede que ofensivamente nos  falte mucho, pero el trabajo que el entrenador asturiano ha hecho hasta el momento es encomiable, y así quedó reflejado en el partido en el Camp Nou. 

Me encantó ver cómo el Sevilla, mientras le duraron las fuerzas, presionó la salida del balón del contrario desde la línea defensiva de estos. Considero un acierto enorme concentrar presión en la zona central, obligando al contrario a jugar desde las bandas. Teniendo en cuenta la corta estatura de aquellos jugadores, los pases altos al área son mucho menos peligrosos que las triangulaciones por bajo. No se si os fijasteis que el Barça casi nunca saca los corners a la olla, suele hacerlo en corto para explotar su gran virtud, el juego mediante paredes por bajo. Ahí empezó el Sevilla a empatar el partido. A no perderlo. 

Dicen en Barcelona que no se puede jugar contra un equipo que mete nueve jugadores en el área. Eso fue, sin duda, en la segunda mitad del segundo tiempo, cuando el equipo estaba fundido. Pero antes el Sevilla intentó irse al ataque cuando pudo, lo hizo, e incluso tuvo hasta alguna que otra ocasión de gol. De todos modos, ¿qué quieren estos? ¿Que les dejemos los huecos necesarios para que puedan golear a gusto? Marcelino planteó el partido pensando en el rival, y el rival no fue capaz de contrarrestar el planteamiento de Marcelino. Anulamos sus mayores virtudes, pero no pudimos explotar las nuestras porque nuestros mejores delanteros, Negredo y Kanouté, no estaban. Es lo que tiene acudir a un partido con bajas y no tener el presupuesto del Barça para que esas bajas no se noten porque los suplentes son casi mejores que los titulares. Las cosas de la enorme diferencia entre unos y otros. 

Aún así, el Barcelona tuvo rachas en las que nos llegó a asediar, como hacen con absolutamente todos y cada unos de los rivales a los que se enfrentan, da igual el presupuesto que tengan. Y entonces apareció Javi Varas, que por algo le ha quitado el puesto a Palop. El portero también juega, que se lo digan al Real Madrid, con la de puntos que ha ganado gracias a Casillas. O al propio Barcelona, por supuesto. Si el portero está mal, el trabajo del resto del equipo se va al traste. Si el portero está bien, ese trabajo da resultado. Igual que pasa con los delanteros. Si estos no con capaces de marcar, da igual que sus compañeros jueguen a las mil maravillas, que el equipo no mete goles. Once contra once, y uno de esos once es el portero. 

Y luego estuvo el árbitro. Más allá de consideraciones, de repeticiones de jugadas y de todo lo que queráis, cuando un equipo comete ocho faltas en todo el partido ante nada menos que el Barcelona y acaba con nueve tarjetas y dos expulsados, es que algo raro rarísimo ha tenido que pasar. No tiene lógica, lo mires por donde lo mires. Y menos en un partido de guante blanco que sólo se ensombreció en el descuento por culpa de la demencial actitud de ese tío que se llama árbitro.

Mi mujer, que es madridista, pero que quiere al Sevilla porque me quiere a mí, cuando le vio el careto al vasco ese exclamó:

- ¡Ofú! Vaya árbitro os han puesto - Evidentemente ya lo conocía de antes, claro. - Tarde o temprano la liará, siempre hace los mismo

Y efectivamente. Tardó, pero la lió. Intentó robarnos el partido. No se puede pitar un penalty como ese. No se puede ser tan cabrón, coloquialmente hablando. Después del ingente esfuerzo realizado, después de haber cometido sólo siete faltas (la octava llegó posteriormente), cuando el partido estaba en el descuento, cuando el penalty era tan dudoso, cuando no lo pudo ver claro porque estaba lejos y tapado, cuando hasta el linier dijo que no vio nada, va el tío y se empeña en pitarlo. ¿Cómo no se van a indignar los jugadores del Sevilla? ¿Cómo no lo van a hacer, por Dios?. 

Que quede claro que Kanouté fue justamente expulsado. Y que Navarro también. Pero, ¿cómo no se iban a exaltar? Es que es imposible no hacerlo. 

Para terminar, tres cosas:

Primero: si tanto revuelo formó la actitud de Spahic forzando la roja de Aduriz, ¿por qué no se hace lo mismo con Cesc, que forzó a su manera la expulsión de Kanouté?

Segundo: Daniel Alves ha hecho un ridículo espantoso defendiendo a su compañero. No por defenderlo, que es normal que lo haga, sino porque él no puede tener ni idea de si Cesc insultó o no a Kanouté o no, ya que estaba lejísimo de la jugada. Y si esa defensa la hace por la confianza que le inspira cada uno, Alves fue compañero del "moro" durante cuatro años, mientras que es compañero del "catalán de novia libanesa y tatuaje árabe" desde hace sólo unos pocos meses. Alves sabe de sobra de la grandeza humana y moral de Kanouté y que algo muy, muy, muy gordo le tuvo que decir esa bellísima persona que dice que es Cesc para que su ex compañero reaccionara de esa forma. Yo no digo que cargue contra su compañero, pero muchas veces es mejor callar que hacer el ridículo. 

Tercero: Un punto es un punto. Da igual que sea en el Nou Camp o en cualquier otro campo. Pero las sensaciones que está dando el Sevilla son cada vez mejores. Es cierto que el juego de ataque sigue siendo pobre, pero la seguridad, la tranquilidad y la confianza que se transmiten hacía muchísimo tiempo que no se veían. Si de verdad la idea de Marcelino es seguir avanzando, si tan claros tiene los conceptos y los pasos a seguir, esto puede llegar a ser algo verdaderamente interesante.

Yo he expresado mis dudas, como todos (o la mayoría). También he abogado por tener paciencia. Y estos partidos como el de Barcelona son los que te hacen ver que merece la pena confiar. Que las dudas son las que son, pero que merece la pena confiar.

Gracias, Marcelino. Gracias, Sevilla.


domingo, 23 de octubre de 2011

Orgulloso de ser Sevillista

No voy a escribir una crónica. Ni siquiera voy a escribir un post. Ya lo haré mañana o pasado. Sólo quiero que, entre tanto, lo primero que se lea cuando se entre en este blog sea que, ayer, mañana, siempre, pero hoy en especial

ESTOY ORGULLOSO DE SER SEVILLISTA

sábado, 22 de octubre de 2011

La grandeza de Guardiola

Hace poco vi en televisión una parodia en la que un actor cómico caracterizado de Guardiola le imitaba alabando sobre manera a un supuesto rival del Barça. Rival, evidentemente, totalmente desconocido y modesto. Se trataba de una eliminatoria europea imaginaria en la que el Barcelona ganaba la ida a domicilio por una goleada indecente, pero que, aún así, el ínclito Pep decía en rueda de prensa que había sido el rival más duro con el que habían jugado en lo que iba de año, que el partido había sido dificilísimo, que habían sufrido mucho y que tendrían que tener cuidado en la vuelta porque la eliminatoria estaba completamente abierta. Mientras, los supuestos periodistas se partían de la risa entre respuesta y respuesta. Me hizo muchísima gracia, ya hacía tiempo que me preguntaba si era yo el único que veía un poco de sobreactuación en esa imagen exageradamente respetuosa del entrenador culé. 

Vaya por delante que a mí Guardiola es un tipo que siempre me ha caído bien. Me parece una persona agradable y educada que, además, consigue no perder los nervios ante la enorme presión mediática que sufren todos los entrenadores de los dos equipos grandes de España. Dicen los que le conocen personalmente que no es una pose, que él es así por naturaleza, lo cual me parece muy bien. Pero no me han gustado nada las palabras que ha tenido para con el presidente del Sevilla. Decir que el Sevilla es un equipo grande a pesar de que no lo crea Del Nido es una soberana estupidez. La sobreactuación que decía antes respecto a las alabanzas hacia los rivales la interpreto como una forma de hacer ver que su trabajo y el de su plantilla es muy bueno. Que no es sólo que tenga a los mejores jugadores del planeta, sino que además es capaz de hacerlos jugar de la forma en que lo hacen. Que otros equipo también tienen grandísimos futbolistas y no son capaces de llegar a los niveles de excelencia del Barcelona. Vamos, que yo no creo que alabe a los rivales, sino que se sobre alaba a sí mismo y a su equipo. Que no es que sea modesto, sino que esa es su forma de mostrarse arrogante hasta el extremo. Algo así como que, a pesar de lo buenos que son los contrarios, fijaros en lo que hemos sido capaces de hacer con ellos. Y lo hace con una educación y un trato cercano exquisito. Eso es una virtud, no un defecto, al menos en mi opinión. 

Pero lo que ha dicho respecto a José María del Nido no es respetuoso, es un tirito, una puya, una pequeña puñalada disfrazada de elogio. Para mí es evidente que se refiere a las continuas declaraciones de nuestro presidente respecto a la indecente diferencia que hay entre los dos grandes y el resto. Y en este sentido, yo le preguntaría a Guardiola una cosa: si el Sevilla es tan grande, si por ello es capaz de ganar a cualquier equipo, si  su entrenador es un fuera de serie, tal y como él mismo asegura, si sus jugadores son tan buenos y desequilibrantes y si todo es tan fantástico y tan bonito en nuestro club, ¿por qué somos incapaces de perder contra ellos menos de cuatro goles? ¿Por qué a final de temporada quedamos a más de treinta puntos de Madrid y Barça? ¿Por qué hay diferencias tan abismales? Si somos tan buenos en todos los órdenes, niveles y estamentos, la única explicación que existe es que los dos colosos son mucho mejores. Que esa bondad que tenemos no es suficiente. ¿Y por qué no es suficiente? ¿Será porque nos quintuplican el presupuesto? ¿Será por eso? ¿Será que Del Nido es perfectamente consciente de lo grande que es el Sevilla, pero que no es capaz de plasmar esa grandeza en el campo porque no tenemos medios económicos para ello?

El Barcelona siempre ha sido, y siempre será, más grande y mejor que el Sevilla. Pero una cosa es demostrar esa superioridad ganando, y otra machacando, humillando y sacando a final de temporada más de treinta puntos de diferencia. Por tanto, no es sólo que el Barça sea mejor, que lo es. No es sólo que Guardiola sea un sensacional entrenador, que lo es. No es simplemente que la cantera del Barcelona es la mejor del mundo y de ella salen balones de oro, que es cierto. No se trata únicamente de que los jugadores más grandes del mundo sueñen con jugar en un equipo como el culé y que presionen a sus clubes de origen hasta la extenuación para salir cuando llega una oferta de los catalanes, porque de eso no cabe duda. Yo no pongo en entredicho nada de eso porque es una verdad como una catedral de grande. Y tampoco puedo dejar de admirar a ese club porque es justo eso lo que merecen, admiración. 

Pero lo otro también es cierto. Y cuando digo lo otro me refiero a que tienen trato de favor de prensa, comités, árbitros y demás estamentos, incluyendo los políticos. A que se están llevando un dinero que nunca conseguirían si los demás no existiesen, con lo que no es del todo de ellos, habría que repartirlo de otra manera. A que hay un sinfín de detalles que les favorecen. Detalles en apariencia insignificantes, pero que tienen su importancia. Como el de los horarios, que no es igual jugar a las ocho de la tarde de un sábado, que a las diez un domingo o un lunes. Y ya sabemos que ni Madrid ni Barça van a jugar en horarios intempestivos, ya lo ha dicho así el que manda en las televisiones. 

Por tanto, yo le pediría a Guardiola que siguiese tal cual es, que cae bien a la gente en general, pero que se deje de ironías y sarcasmos porque al menos a mí me sientan como eso de ser además de cabrón, apaleado. (Hay otra versión del dicho utilizando la palabra puta, pero me parece más soez).

Por supuesto, espero que Pep tenga razón, que el Sevilla haga gala de su grandeza en el Camp Nou, que le salga un partido extraordinario y que gane al Barcelona, a poder ser por goleada. Eso sí, si eso ocurre y Del Nido saca pecho como sólo él sabe hacerlo, que luego no le llamen prepotente si magnifica la grandeza de nuestro club, o si dice cosas como que Guardiola no tendría sitio en el Sevilla porque Tejada es el entrenador ideal para el Sevilla Atlético. 

Que a estas alturas, ya nos conocemos todos. 

viernes, 21 de octubre de 2011

¿El fin de qué?

Vaya por delante una advertencia. Yo sé lo que es que te asesinen a un ser querido, dentro de unos días explicaré más sobre esto con motivo del aniversario de dicho suceso. No fue obra de ETA, sino de un desalmado cualquiera, pero no creo que los sentimientos varíen demasiado. Por tanto, mi opinión sobre este asunto es bastante parcial, muy lejos de la objetividad y la sangre fría con la que se deben abordar estos asuntos por parte de los gobernantes. Reconozco que si todo el mundo pensase como yo, igual el fin de ETA llegaría cuando todos y cada uno de sus integrantes y simpatizantes estuviesen en la cárcel (probablemente nunca). Pero es así como pienso, como siento, y lo voy a exponer. 

Por supuesto, me satisface muchísimo que estos tíos digan que no van a matar más, pero yo no me lo creo. No me lo creo del todo. Sobre todo porque no van a dejar de hacerlo porque sí, pondrán sus condiciones. Aún no lo han hecho, pero las pondrán, pero no me quiero precipitar, de eso hablaré más adelante. Primero quiero resumiros mi opinión en una declaración de Rosa Díez que dice así: 

"Cese definitivo no es disolución. No debemos rebajar nuestras exigencias ante ETA: que pidan perdón, entreguen las armas y colaboren con la justicia para que se esclarezcan los mas de trescientos crímenes que aun no han sido resueltos. Sólo cuando se produzcan esas tres condiciones podremos decir que hemos finalizado la tarea."

Cese definitivo no es disolución: 

ETA no ha desaparecido, sigue existiendo, cuenta con su estructura (mejor o peor, la que sea), con sus dirigentes, con sus miembros y sus simpatizantes, sus pisos francos y, sobre todo, sus armas. Están en las instituciones, cobran subvenciones por ello y tienen acceso a los datos de todos los españoles. De todos, de ti, de mi, de tu padre, de tu madre, de tus hermanos, primos y tíos, de tus amigos, de todos tus seres queridos, de tus enemigos si los tienes, de tus compañeros de trabajo. De todos. Hace poco, en un juicio, un etarra reconoció que preparó un atentado mientras estaban en una de las muchas treguas que mantuvieron a lo largo de los años. ¿Quién les impide seguir preparando atentados por si acaso en el futuro les interesa volver a la violencia? Tienen la información y los medios para ello. Muchas palabra, pocos hechos. No me fío. 

Que pidan perdón

No han mencionado a las víctimas. Han matado a casi 900 personas, pero no las han mencionado. Hablan de conflicto, de consecuencias, de sufrimiento de los vascos, pero obvian que todo eso lo han generado ellos matando gente inocente. Ellos son los únicos que han matado. Si no hubieran matado, no habría habido problema, no habría habido "conflicto". Pero lo obvian. No es que no pidan perdón, es que ni siquiera les nombran. Así no se pueden hacer las cosas. 

Que entreguen las armas

Dicen que no van a matar más, pero se guardan las armas. ¿Para qué? Pues para poder volver a matar si no se hacen las cosas como ellos quieren. Si no se entregan las armas, nada de esto vale una mierda. Igual que dicen hoy una cosa, mañana dicen la contraria y te pegan un tiro. 

Crímenes no esclarecidos

Crímenes no esclarecidos son familias que han sufrido la pérdida de un ser querido y que no han visto justicia. Ni siquiera un amago de ella. Y ahora ven lo fácil que es que los asesinos de sus familiares se vayan de rositas. Bastan unas simples palabras. 


Y ahora hablan de negociación. ¿Qué quieren negociar? ¿A alguien le cabe duda que van a pedir intercambiar presos por armas? ¿Liberamos a los presos? Eso sería lo mismo que si yo mato a tu padre, me meten en la cárcel por ello, y luego viene mi madre y dice que entrega la pistola con la que cometí el crimen a cambio de mi libertad. ¿A quién le cabe en la cabeza eso?

Y otros hablan de generosidad. Y con esto me parto y me mondo. ¿Generosidad? El juez Garzón está procesado porque se empeñó en investigar los crímenes del franquismo cuando no era su competencia. Y muchos de los que hablan de generosidad están en asociaciones que se pronuncian y manifiestan a favor de que dejen a dicho juez en paz, que le permitan seguir investigando. ¿Por qué no tenemos generosidad con los franquistas? ¿O con los nazis? ¿O con los hijos de Gadafi? ¿O con Milosevic, Mubarak, o cualquier detenido de Al Qaeda? ¿Por qué no tenemos generosidad con los encarcelados por el atentado de Madrid? ¿O con el Carcaño este que mató a Marta del Castillo? Podríamos decirle que si dice donde está el cuerpo de la chica, pues que seremos generosos y le dejaremos en libertad. ¿Generosidad? Yo estaría conforme con que se trasladasen a los presos a las cárceles del País Vasco, más que nada para que sus familiares puedan visitarles con asiduidad, igual que a cualquier otro reo. Pero a partir de ahí, a mí no me sale la generosidad.

Volviendo al principio, a mí me alegra sobremanera que esta gente diga que no va a matar más. Pero de ahí a que ya está todo acabado va un mundo. Por no hablar de la posibilidad de que surja algo semejante a aquello del IRA auténtico. Cuando el IRA decidió que no cometería más atentados, se produjo una escisión en esa banda que se hizo llamar el IRA auténtico y que siguió matando. ETA conserva sus armas, su infraestructura y dispone de los datos de todos los españoles. ¿Quién dice que esto no se puede dar?

Lo siento por los que están hoy tan contentos, pero mi alegría, aunque existe, es limitada. Y reconozco una vez más que con esta actitud nunca se acabaría con el "conflicto". Que afortunadamente hay políticos que se toman el asunto con suficiente sangre fría como para gestionar esta situación en busca del bien mayor común para todos. 

Pero yo lo siento así, y no me fío ni medio pelo.

jueves, 20 de octubre de 2011

El fútbol y la política

Eso que se dice tanto de "no es bueno mezclar el fútbol con la política" se ha convertido ya en casi una frase hecha, algo que se recita sin pensar en cuanto algo relacionado con el fútbol toca, roza, peina, por la razón que sea, a algo relacionado con la política. En realidad, la frase exacta (hablando con propiedad exquisita) es "no es bueno mezclar el deporte con la política". Eso sí, esa mezcla es bien vista (por necesaria e imprescindible), por ejemplo, a la hora de pedir ayuda a la Junta de Andalucía para poder asumir el coste de la organización de la Final de la Copa Davis en Sevilla, que por cierto fue solicitada (la organización) por otro político, el alcalde de la ciudad. 

Esa es una mezcla lógica, como también lo es que otro político, Gallardón, abandere la lucha de Madrid por conseguir unos Juegos Olímpicos. El Atlético de Madrid tendrá un nuevo estadio gracias a la intervención política a la hora de recalificar unos terrenos. Y no hace falta irse a Madrid, el propio Betis tiene un estadio gracias a la política, y el propio Sevilla también se benefició en su día de las recalificaciones de terrenos. De hecho, Del Nido lleva tiempo detrás de los políticos sevillanos para conseguir llevar a cabo reformas en los bajos del Sánchez Pizjuán, lo cual generaría grandes beneficios para le entidad. 

No está bien mezclar el deporte con la política, pero es que hay ocasiones en las que es imprescindible hacerlo. Y otras en las que nos vemos obligados a ello. 

Y en estas estamos cuando el Sevilla decide serigrafiar en las camisetas de los jugadores del primer equipo el lema "Orgullosos de Andalucía" para el partido a disputar en el Camp Nou contra el Barcelona. A la mayoría del sevillismo le ha parecido una idea extraordinaria. Eso de entrada, y ahí me incluyo yo. Algunos con sus matices, yo por ejemplo también, porque no se puede estar orgulloso de muchas cosas que pasan en nuestra tierra. Cosas que, por cierto, luego son elevadas a tópico y que acaban por dar motivos a según que personas para decir las tonterías que a veces tenemos que escuchar (léase Mas y Durán)

En el día de ayer leí a más de uno decir que no le gustaba demasiado el asunto este porque esa respuesta orgullosa la debían dar los políticos, y que el Sevilla no debería meterse en un jardín de este estilo. Y reconociendo que quien esto afirma tiene toda la razón del mundo, ¿qué hacemos si esos políticos son los primeros culpables de lo que ocurre, y para colmo no son capaces de hacer nada para remediarlo?

Artur Mas se refería a la educación cuando dijo lo que dijo. Durán y Lleida se refería al fraude alrededor de los subsidios por desempleo. Evidentemente metieron la pata porque no se puede generalizar del modo en que lo hicieron. Es como si yo digo que todos los catalanes son unos agarrados amargados que hablan con un huevo en la boca. Cuando en Cataluña hay muchísimas personas que merecen la pena y que en absoluto piensan como decían estos dos tipos. Pero, seamos serios, ¿no es cierto que Andalucía está a la cola de España y de Europa en Educación? ¿No es cierto que el fraude alrededor del PER ha llegado a ser de un escándalo insoportable? Cualquiera que viva en un pueblo lo sabe de sobra. Y esto es la consecuencia de la nefasta gestión de esos políticos que ahora esperamos que defiendan nuestra dignidad. Y yo digo que la dignidad no se defiende en respuesta a unas palabras que no por desafortunadas dejan de tener su dosis de verdad. Esa dignidad se defiende día tras día tratando de mejorar las cosas, gestionando bien y luchando contra las corrupciones y los fraudes. Cosa que aquí no se hace. O no se hace todo lo bien que se debería. Y no me estoy refiriendo a un signo político o a otro, porque entre la Junta, las Diputaciones y los Ayuntamientos, todos, absolutamente todos, tienen su parte de culpa de esto.

Por supuesto, todas las regiones tendrán lo suyo para callar, no me meteré en eso porque es evidente. Pero ahora hablamos de Andalucía, y las cosas son como son. 

A mí, que un politicucho del tres al cuarto ponga el grito en el cielo por lo que dijo un catalán en plena precampaña electoral me la sopla. No me siento representado por ellos. Y no me siento representado porque esas declaraciones son fruto de una imagen distorsionada que damos al exterior. Imagen (o distorsión de la imagen, mejor dicho) que se ha generado y consolidado durante años, lustros, décadas. No se puede tolerar que veamos siempre en televisión a las pantojas, los julian muñoz, los faletes y compañía y nadie diga nada. No podemos tolerar que ese Manuel Chaves meta la pata continuamente al hablar por su afán por ocultar su acento andaluz. ¿Cómo va a defender el orgullo andaluz una persona que hace eso? No se puede permitir un fraude a gran escala como pasó con lo del PER, o una sociedad tan clientelar como la que tenemos, en la que los favores de los que mandan se compran, y luego escandalizarnos porque nos señalen con el dedo. 

Y, sobre todo, no se puede permitir que esos tópicos campen a sus anchas continuamente, en todos los órdenes de la vida, y escandalizarnos cuando alguien los utiliza. Pues no, señores, no se escandalicen tanto. Y ustedes que tienen poder, hagan algo día tras día, uno detrás de otro, para reducir o modificar esa imagen. No la fomenten, no permitan que se fomente, como ocurre en tantas y tantas ocasiones. 

Por tanto, y aun reconociendo que fútbol es fútbol y que estas iniciativas como la que ha decidido la directiva del Sevilla lo que hacen sobre todo es generar polémica, a mí no me parece mal que se lleven a cabo. Y no me parece mal porque los andaluces tenemos que expresar de alguna manera que no somos como muchos se piensan. Que hay muchos tópicos que no dejan de ser nada más que eso, y para nada realidades. Y que nos sentimos orgullosos de cómo hablamos, de como sentimos, de como pensamos y de como nos expresamos. 

Y si nuestros políticos son incapaces de defender nuestro honor en su actividad cotidiana, y sólo saltan cuando se les pincha el culo, ¿quién lo va a hacer si no? Pues a mí me gusta ver que el Sevilla F.C toma ese testigo. No se dice nada. No nos metemos con nadie. No nos referimos a nadie ni resaltamos los defectos de ningún lugar, persona o colectivo. No nos hace falta. Simplemente vamos a visitar una región en la que se nos ha tratado de ofender, y respondemos con la cabeza muy alta que estamos orgullosos de lo que somos.

Cosa que los políticos han sido incapaces de hacer, cuando tienen la posibilidad (y la obligación) de hacerlo en su día a día. 

Por eso, y sin que sirva de precedente, a veces es necesario (y hasta saludable) mezclar el fútbol con la política. 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Cuando el orgullo llama a tu puerta

En plena vorágine de declaraciones altisonantes de Del Nido, y reuniones entre clubes al respecto del reparto de los dineros de los derechos de televisión, yo era de los que apoyaba ideas del tipo no presentarse a los partidos contra los grandes, hacerlo con los jugadores del filial, marcarse goles en propia puerta adrede, etcétera, etcétera. Cada vez que este tema sale a la palestra, a mí me come la indignación y los sapos salen de mi boca y también de los dedos que pulsan el teclado al escribir. No lo puedo evitar, me parece desconcertante que los que mandan en el fútbol tengan la mente tan corta. 

Sin embargo, ahora que tenemos en puertas un partido del Sevilla en el Nou Camp, ya tengo el gusanillo ambicioso mortificándome el estómago. Ya sé que es un poco incongruente. Que no se me puede llenar la boca de bravatas para luego venirme abajo, pero ¿qué queréis que os diga? Estamos hablando del Sevilla, y a mí no me sale de dentro que el Sevilla salga a un partido a perderlo. Ni tan siquiera asumir que ese encuentro está ya perdido y que debemos ir pensando en el siguiente. Por mucho que haya dicho al respecto en ocasiones anteriores. 

Y eso que el choque se afronta con dificultades previas. Spahic y Perotti son baja. Kanouté, Cáceres, Medel y Fernando Navarro se han entrenado al margen de los compañeros. Y con Negredo no se sabe qué pasará, con lo que, dada la cortedad de la plantilla, el nivel del once que podremos sacar en el Nou Camp es toda una incógnita. Al menos a día de hoy. Pero, aun así, yo no puedo dar por perdido el partido. Yo no puedo olvidar que Hércules y Deportivo, ambos descendidos, puntuaron allí el año pasado. O que nosotros mismos arrancamos un empate en casa. O que hace menos de dos años les eliminamos de la Copa del Rey, ganando por 1-2 el partido en Barcelona aun teniendo una cantidad de bajas casi insostenible. 

Además, no se puede salir a un campo con el lema "Orgullosos de Andalucía" en la camiseta, y agachar la cabeza nada más empiece a rodar el balón. ¿Qué tipo de orgullo sería ese?

Yo no le voy a exigir al Sevilla que puntúe en su visita al campo más difícil del mundo a día de hoy, y puede que de la historia. Yo no puedo pedir nada de eso cuando el Barça ha ganado sus cuatro partidos como local, marcando veintiún goles y sin encajar ni uno solo. Veintiún goles salen a más de cinco por partido. Como para no esperarse una derrota. Pero hay muchas formas de perder. Se puede perder compitiendo, y se puede perder haciendo el ridículo. Se puede perder con orgullo, y se puede perder humillados. El fútbol son once contra once, dos porterías y un balón. Si fuese el Real Madrid el rival, habría que hablar también de un árbitro, pero siendo el Barcelona, no es que no tiren a lo fácil, pero se les nota menos. Por la razón que sea, se les nota menos. 

He mencionado un par de veces la palabra "orgullo", y es eso lo que me está haciendo escribir este post. Y la cosa comenzó a ocurrirme ayer por la mañana, tras una anécdota que me aconteció. Estaba yo en mi trabajo, en mi tienda, y entró un cliente. Me pidió lo que fuera, y mientras se lo preparaba me di cuenta que miraba fijamente la pantalla del ordenador. Normalmente, cuando atiendo a alguien, suelo bajar todas las pestañas para que solo se vea el escritorio, pero en esa ocasión se me pasó. Antes de que entrara el cliente estaba leyendo el post que entre Juan Angel Tena y Marcu escribieron ayer en "Almas Sevillistas". El mismo iba dedicado a los Guardianes de la Memoria, y en él aparecía una foto de la primera vez que el Sevilla lució el escudo actual. Fue eso lo que le llamó la atención a mi cliente, y le pregunté que si le interesaba el tema. Me dijo que sí, que había leído que hacía ya noventa años desde que se empezó a utilizar y que era el segundo escudo más antiguo de España.

Comenzamos a hablar sobre eso, y al ver que a mí también me interesaban esos asuntos, me preguntó si yo sabía algo de cierto recorte de periódico en el que se leía que allá por 1890 se disputó un partido entre el Huelva Recreation Club y el Sevilla Football Club. Y ante eso ya no pude reprimirme. Comencé a enseñarle los blogs de nuestros queridos historiadores, La Palangana Mecánica, Voladizo de Gol Sur, Algarivo, etc. Y el hombre parecía entusiasmado. Luego le enseñé otros blogs, incluido el mío, aunque no le dije que lo escribía yo. No quería ser protagonista de nada, simplemente darle a conocer la blogosfera. Me dijo que había oído hablar algo de eso, pero que nunca se había parado a ver de qué se trataba. Se le veía entusiasmado, ya digo. 

Y seguimos hablando del Sevilla, de los malos tiempos, de los tiempos mejores, de las finales. Me contó su peripecia en Eindhoven, en fin, lo que suele hacer un sevillista cuando se encuentra con otro. Pero lo que más me llamó la atención fue el modo en el que le brillaban los ojos. Con que orgullo contaba sus historias, sus vivencias, su sevillismo. Lo que le había gustado la idea de que su equipo pudiera ser quince años más antiguo, la posibilidad que tenía de profundizar más en ese asunto gracias a unos blogs que no conocía.

Fue un rato estupendo. Tanto, que se fue sin pagar, no me di ni cuenta, y al rato volvió porque el sí que se había acordado... aunque un poco más tarde de lo debido. Y después de eso, me paré a pensar acerca de eso de lo que hablaba al principio del post. De lo de dar por perdido el partido del Camp Nou. Ya sé que lo que se busca es un bien mayor posterior, pero... yo qué sé, el orgullo a veces es más grande que cualquier otra cosa. Jugamos contra los catalanes, contra esos que utilizan el menosprecio hacia los andaluces como arma electoral (aunque a mí a veces no me ofendan, eso no quiere decir que no lo intenten), lo cual me induce a pensar que ese menosprecio da votos. Jugamos contra uno de los grandes que se se niega a dar su brazo a torcer a pesar de que su actitud aboca al hundimiento de la liga española. Pero es que lo hacen a la chita callando. Porque el Real Madrid al menos da la cara y se lleva nuestras hostias, el resultado de nuestras iras. Pero el Barça anda ahí escondido detrás de la alargada sombra de Florentino, sin decir ni mú, pero aprovechándose del inmenso beneficio que le da la situación actual. No caen tan mal porque no salen a la palestra, pero para mí son hasta peores. Por no dar la cara. Por dejar que se la partan a otro en defensa de sus propios intereses. 

Contra esos nos enfrentamos. ¿No os entra algo por dentro? ¿No os dan ganas de machacarlos? Ya sé que la empresa es suicida, pero... en fin. Que algo hierve dentro de mí cuando me paro a pensar en estas cosas. Que en la vida hay algunas cosas que están por encima del dinero. Y que, ya que José María del Nido anda luchando en los despachos por ese reparto más justo, dejemos que esa vía se agote antes de emprender otras acciones. No salgamos derrotados. Intentemos la machada. 

Total, no tenemos nada que perder. 

lunes, 17 de octubre de 2011

Manolo Jiménez

No. el post de hoy no va sobre Manolo Jiménez. Y eso que esta semana pasada ha sido noticia por su desvinculación del AEK de Atenas. Cosa, por cierto, que ha sido aprovechada por los amagos de periodista de siempre para, literalmente, reírse de él, mofarse, burlarse, cachondearse. Yo no entiendo la inquina que tienen estos para con el de Arahal, pero el de Arahal como profesional de su sector es muchísimo mejor que estos payasos como periodistas. Igual es por eso, no sé. 

También es cierto que se ha rumoreado que si el Sporting perdía en Sevilla, el técnico de los asturianos, Preciado, podría estar en las últimas y que sonaba Jiménez como sustituto. Mucho Jiménez en tan poco tiempo, me parece a mí. Con lo lejos y olvidado que estaba.... Es curioso que alguien tan modesto y sencillo como Manolo Jiménez genere tanta expectación, tantas noticias, tanto revuelo nada más se acerca.  En fin.

Hoy quería hablar de las sensaciones que me ha dejado la victoria sevillista de anoche. Es una gozada ver al equipo cuarto en la tabla, por encima de Valencia y Málaga, muy por encima del Atlético de Madrid (¿dónde está Falcao ahora?), y a años luz casi del Villarreal. Hablo de nuestros teóricos rivales directos. Pero lo que me da en el cuerpo no es tan agradable, no sé, sigo teniendo dudas. Como por ejemplo las siguientes:

- ¿Para qué nos llevamos a Armenteros, si cuando se lesiona Perotti sacamos a Rakitic? Que no digo yo que Rakitic no sea bueno, pero lo normal sería cambiar jugador por jugador, eso es lo normal, y a mí me gusta la normalidad. Es que, si no, el mensaje que le envías al otro zurdo argentino es que confías bastante poco en él. 

- Si el problema del equipo en el segundo tiempo era que había perdido el control del partido, ¿es normal sacar a Fazio y dejar en el banquillo a Campaña? Sobre todo teniendo en cuenta que sacar a Fazio en estos momentos en echarlo a los leones. Ya sabemos, los pitones oficiales de la grada (o piteros, o pitadores, llamadles como queráis) la han tomado este año con el argentino. Otros años fue Jiménez, o Mosquera, o Romaric (ahora goleador en el Español, tiene huevos). A mí no me cabe en la cabeza que se pite a uno de los nuestros. Casi me acerco a llegar a medio entenderlo si ese uno de los nuestros comete un fallo garrafal que nos cueste algo importante. Pero es que a Fazio le pitaron antes de tocar el primer balón. Sencillamente lamentable. Y aunque sé que Marcelino no se debe guiar por esas cosas, me parece que no era el cambio idóneo en esos momentos de tensión.

- Si Del Moral es delantero, según Marcelino, y teniendo en cuenta la edad y condición de Kanouté, ¿por qué el malí juega los 90 minutos? Claro que es que Del Moral no es delantero, sólo tenemos un delantero disponible, se llama Kanouté y no podíamos quitarlo. ¿Eso no le quita el sueño a Marcelino?

Y la última:

- ¿En qué se diferencia este Sevilla del de Manolo Jiménez? ¿Qué tiene Marcelino para que estemos teniendo tantísima paciencia con él? Digo tantísima en comparación con el de Arahal, que a los dos partidos le estaban pitando (por no decir en el primero ya, que se ganó al Valencia) 

Yo tengo clarísima la respuesta. Jiménez recogió a un equipo pentacampeón, y Marcelino a un desastre de defensa. Jiménez tuvo que lidiar el toro de suceder al técnico con mejores números de la historia de la entidad, y Marcelino... a Gregorio Manzano (por cierto, ya está levantando quejas en el Atlético). Jiménez tenía imposible mejorar lo anterior, mientras que Marcelino no tiene que hacer tanto para superar lo hecho la temporada pasada. 

De hecho, Marcelino ya ha conseguido que la defensa sevillista no sea un coladero. Está teniendo suerte por el estado de gracia en el que está Varas, pero la verdad es que el Sevilla no es el del año pasado en ese sentido. Para ello, hemos perdido pegada arriba. Esto lo explica a la perfección la teoría de la manta, esa que dice que si nos tapamos la cabeza, nos destapamos los pies, y viceversa. Pero como ganamos en casa y empatamos fuera, pues estamos arriba en la tabla. 

La afición está dubitativa, aunque los buenos resultados la mantienen en tenso silencio. Yo lo que espero es que no nos conformemos con esto. Está bien tener paciencia, está bien confiar en que Marcelino tenga razón y que poco a poco vaya mejorando el juego del equipo. Pero no nos deberíamos acostumbrar a esto. No podemos permitir ir ganando por 2-0 en casa ante el colista, y acabar diciendo que ganamos gracias a una mano milagrosa de Javi Varas en el último minuto. 

Eso era el Sevilla de Jiménez. Ganar, no importa cómo, y se acabó. Y todos recordamos cómo acabó la cosa. Yo siempre apoyé al de Arahal, pero no por el juego que desplegaba, sino por lo injusto que era el trato que se le dispensaba. Por lo indignos que fuimos con él. Pero si no nos gustaba aquello, tampoco nos debe de gustar esto. De hecho, es evidente que no nos gusta.

Por tanto, paciencia, pero no conformismo. No acostumbrarnos. 

Aunque sea para poder ver algún final de partido sin el corazón en un puño. 


P.D. Empecé hablando de Jiménez, continué citando a Jiménez, y acabé comparando este Sevilla con el de Jiménez. Y como "Jiménez" es el concepto que más he utilizado, pues he decidido poner ese título al post.

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