lunes, 19 de septiembre de 2016

¿El gran derbi?

Debo reconocer que en este asunto de la máxima rivalidad yo soy de una opinión muy poco común. Soy muy raro en este sentido, con lo que es normal que a mucha gente le choquen las cosas que diga al respecto. Yo no soy antibético, a mí lo que le pase al Betis me importa un soberano bledo, para bien o para mal, y lo de "máxima rivalidad" lo asumo como quien asume una tradición o un rito folklórico, porque, la verdad, para mí, la rivalidad contra el Betis se reduce a dos partidos al año, cuando coincidimos en la misma categoría, o alguno más, si caemos emparejados en alguna ronda de Copa o de competición europea. Por tanto, lo de "máxima rivalidad" a mí me resbala bastante. No la considero superior a la que se puede tener con cualquier otro equipo. Dicho de otra manera, a mí con el Betis me pasa algo semejante a lo que ocurre con el Málaga o con cualquier otro equipo andaluz, que para ellos jugar contra el Sevilla es casi el partido del año y nosotros les miramos con curiosidad y cierto desconcierto porque, francamente, su equipo nos importa lo que decía antes: un soberano bledo. 

Evidentemente, vivo con los pies en el suelo y en el mismo mundo que todo el que lea esto, por lo que soy consciente de que, para la inmensa mayoría de la afición, El Sevilla - Betis es un partido especial. Todos tenemos familiares y amigos en la otra acera y el ambiente no puede ser el mismo que cuando viene un Leganés o un Levante. Que a mí no me afecte me hace raro a mí, no estoy pontificando ni dando lecciones a nadie. Esto es una opinión muy personal y no sale de ahí. Ahora bien, teniendo en cuenta la situación de un equipo y otro y la sideral distancia que nos separa, lo del HT #ElGranDerbi de Twitter me parece, francamente, una monumental ridiculez. 

En este sentido, yo entiendo perfectamente a la prensa. Quiero decir, entiendo perfectamente que la prensa se vuelque con este evento porque ellos viven de la repercusión de las noticias que dan (a mayor repercusión, más visitas, más publicidad y más ingresos). Y teniendo en cuenta que su público objetivo se divide a partes iguales entre simpatizantes de un equipo y otro, es normal que le den un bombo especial al partido que disputan entre ellos. 

Esto que digo de la prensa, además, se ve magnificado (y justificado, por tanto) por la actitud de la afición contraria. Que para el Betis el derbi es uno de los partidos del año es algo conocido por todo el mundo. No lo esconden, no disimulan nada al respecto. Todo lo contrario. Para ellos, el objetivo suele ser la permanencia y ganarle al Sevilla. Es más, es un club que nació con el objetivo de disputarle la supremacía del fútbol sevillano al Sevilla, lo cual lleva implícito el reconocimiento de dicha supremacía. Y el hecho de jamás haberlo logrado es el motivo superior de su complejo y de ese ansia por buscar el más mínimo resquicio para sentirse superiores a nosotros, aunque sea en algo irrelevante o hasta ridículo. Primer equipo andaluz en disputar la Champions en el formato actual, una victoria ante el Chelsea, diez mil abonados más que el Sevilla por decreto, sea cual sea el número real..., en fin, todos sabemos de lo que hablo. El bochornoso espectáculo con el equipo de baloncesto de este verano es el enésimo capítulo de esta serie que nunca acaba. Digo bochornoso porque a mí me hubiera provocado eso, bochorno, de haber sido bético. Es una (otra) opinión particular. 

Y esta afición acoge a un número muy grande de personas en nuestra ciudad (y en todo el universo, que diría alguno). Un número muy grande de personas que consume prensa. Que son los clientes de dicha prensa, por lo que es natural que, dentro de un orden, les den lo que piden. Yo también tengo una empresa y procuro dar a mi clientela lo que me requiere, sin entrar en valoraciones personales. Y, por supuesto, si veo una oportunidad de negocio, pues me lanzo a por ella. Sin dudarlo, faltaría más.

Incluso, puedo llegar a entender a buena parte de la afición sevillista, aunque no comparta su postura, cuando entra al trapo con estas cosas y les hace el juego a los otros. En verdad, pienso que deberíamos dejarles con sus cosas y no hacerles caso, pero lo de la guasa en esta bendita ciudad es innegociable, de manera que, aunque yo apenas lo haga, sí que entiendo que otros se enzarcen en discusiones con béticos y se mofen de ellos cuando llega el momento. Han sido demasiados años, lustros y décadas de igualdad y hasta de superioridad temporal por parte de nuestros vecinos, y es algo que está impregnado en la cultura futbolística de Sevilla. Ya digo que yo no entro ese tipo de asuntos, pero también he reconocido que, en estas cosas, el raro soy yo.


Pero lo que ya entiendo bastante menos es que desde el propio club se entre con tanta intensidad en esta campañita. Que hasta el mismo miércoles pasado, cuando todos nuestros sentidos estaban en disputar un partido de Liga de Campeones nada menos que contra la Juventus, en la cuenta oficial del club se publicara que quedaban no sé cuántos días para #ElGranDerbi, dándole al Betis una importancia que en absoluto tiene. O que no debería de tener. A mí los derbis no me gustan nada porque se trata de un partido en el que un equipito del tres al cuarto, al que en condiciones normales deberíamos ganar fácil, va a venir revolucionadísimo, con el peligro que eso conlleva. Que su propia afición y la prensa influyan y ayuden en ello lo entiendo perfectamente, como he dicho antes. Y que la propia afición sevillista se ría o se divierta con ello, pues también. Pero que el propio club se preste a calentar un ambiente ya de por si sobrecalentedo cuando debía de estar pensando sólo en una cosa tan grande como disputar un partido de Champions en Turín me parece lamentable. 


Sinceramente, no entiendo esa actitud por parte del Sevilla. Muchos de los que están ahí dentro dirigiendo el cotarro fueron los primeros en décadas en dejar atrás la mediocridad de la "liga particular" para poder volar mucho más alto. Ese fue uno de los pasos previos para tanta gloria y tanta grandeza como ha venido después. Esos localismos nos condenaron a una patética medianía que nos mantuvo en un lugar que no nos correspondía durante un montón de tiempo. Éramos un equipo acomplejado, nada ambicioso y que se "conformaba" con quedar por encima del Betis. Si acaso, aspirábamos a entrar de vez en cuando en UEFA, para luego caer a las primeras de cambio. Nunca nos creímos capaces de nada más porque estábamos atrapados en esa mentalidad tan mediocre. Afortunadamente, logramos salir de ahí. Conseguimos superar ese complejo y volar. La vida nos cambió, ahora somos otra cosa. Y vuelvo a repetir que entiendo la actitud de la prensa y las aficiones, pero pienso sinceramente que el Sevilla como club debería tener otra diferente. Una actitud respetuosa y señorial, eso siempre, pero manteniendo su sitio. El que tenemos ahora. El que nos hemos ganado. El que ellos mismos, los dirigentes, se han ganado a lo largo de los últimos años.

A mí esto de #ElGranDerbi me parece hacerles el juego a nuestros rivales. Motivarles, ponerles a una altura que no se han ganado, y nosotros sí, y ayudar a que se conviertan en mucho más peligrosos de lo que realmente son. No me gustan los derbis, no me gusta la que se forma alrededor de cada derbi y no me gusta la actitud que está teniendo el Sevilla al respecto. Que sí, que el raro soy yo, pero no me gusta. Creo que somos mucho más de lo que estamos pareciendo en estos días. 


jueves, 1 de septiembre de 2016

Nasri: ¿Un modelo de gestión que salta por los aires?

Vaya por delante que, para mí, el hecho de que un jugador del nivel y el prestigio de Nasri quiera venir al Sevilla me parece una verdadera pasada y una muestra más del espectacular crecimiento del club en los últimos años. Esto, hace una década, era impensable. Que un jugador de esa categoría internacional sufra un año malo, pierda el sitio en su equipo y considere al Sevilla el lugar ideal para relanzar su carrera es una cosa que a quienes hemos vivido la época del "otro año igual" y todo lo que vino a continuación nos parece alucinante. Es para estar orgulloso de hasta dónde ha llegado nuestro equipo, pero como la autocomplacencia no es precisamente lo que nos ha traído hasta aquí, sino más bien todo lo contrario, no podemos dejar de ser realistas. Yo al menos no, y tengo que reconocer que en este bonito paisaje veo un feo nubarrón.

A ver, por mucho que el Sevilla haya crecido en los últimos tiempos, es evidente que Nasri no es un jugador para nosotros. La ficha que cobra ese futbolista está fuera de nuestro alcance. Incluso, la mitad de la misma también lo estaría. De hecho, se dice que el Sevilla se hará cargo solo de un tercio de ella, y aun así será uno de los jugadores mejor pagados de la plantilla, si no el que más. Y, oye, que está muy bien que hayamos sido capaces de "engañar" al Manchester City para poder disfrutar de este futbolista durante un año (esperemos que sea eso, y no sufrirlo), pero las cosas no cuadran, las mires por donde las mires. Y aunque, debido a los problemas de comunicación del Sevilla, yo ya me estoy acostumbrando a no entender algunas decisiones, pero aceptarlas porque intuyo que no se han explicado bien (de tantas veces como este tipo de cosas están ocurriendo en los últimos tiempos), voy a explicar por qué este fichaje no me cuadra. Por qué considero que no es propio del Sevilla. Por qué me chirría, en definitiva. 

El éxito del Sevilla en lo que llevamos de siglo y el motivo por el que somos un club admirado en el mundo del fútbol se basa en un modelo de gestión que consiste en comprar barato a jugadores en un momento inicial o intermedio de su carrera y venderlos caros cuando dicha carrera se encuentra en un punto álgido, obteniendo una plusvalía que compensa el hecho de que los presupuestos del club son deficitarios según ingresos corrientes y necesitan de esas ventas para cuadrarlos. Esto permite al Sevilla competir a unos niveles muy superiores a su verdadera dimensión, sin arruinarse a los pocos años. No me voy a poner ahora recitar ejemplos de jugadores que han contribuido al crecimiento del club en los últimos años en base a este modelo de gestión porque todos los conocemos de sobra. Pero es evidente que Nasri no cuadra de ninguna de las maneras en dicho modelo. Como tampoco lo hace Kranevitter, por poner un ejemplo, aunque lo de Nasri es mucho más llamativo por su edad y por su coste salarial. Porque tú puedes tener la esperanza (ingenua o no) de que el argentino, por la razón que sea, acabe quedándose una vez finalizada la temporada y, dado que es muy joven, pueda entrar en esa rueda en la que se basa el modelo. Pero con Nasri, eso es imposible, tanto por coste como por edad. El caso es que el año pasado se hizo algo parecido con Llorente, y la cosa acabó en fracaso. ¿Qué pasa? ¿Que estamos viendo el principio del fin de ese exitoso modelo y que puede que el Sevilla cambie de política en los próximos años?

Evidentemente, no. No lo creo para nada.

La explicación que yo encuentro para este caso, y esto es no es más una intuición mía que me apetece compartir, es que esto es una consecuencia de lo ocurrido con Konoplianka. 

El ucraniano era el jugador mejor pagado de la plantilla, pero su rendimiento no era acorde a ello y, lógicamente, un club como el Sevilla no se puede permitir pagar una ficha así para tener al jugador en el banquillo y que salga como revulsivo en los segundos tiempos. La duda estaría en si darle una nueva oportunidad y dejarlo un año más en la plantilla, o no. Sampaoli, el nuevo entrenador, decide que quiere verle jugar y competir. De hecho, le pone en varios partidos de pretemporada, pero cuando llega la hora de la verdad, le deja fuera. Yo no estoy dentro del club, pero no hay que ser muy lumbrera para comprender lo que pasa. Eso aparte de las declaraciones del jugador en su país, mostrándose disconforme con su situación, que estas cosas ya sabemos que suelen ser la antesala de una salida. Salida que se produce en los últimos días del mercado, ya sin tiempo para encontrar un sustituto cuyas características se ajusten a lo que se necesita y a los parámetros del modelo de gestión, y se opta por cubrir esa plaza con un jugador de gran nivel, pero cedido, sólo por un año, de manera que para el próximo venga el verdadero sustituto. El jugador "barato" que se encuentra en una fase inicial o intermedia de su carrera y que puede ser vendido en el futuro para obtener una plusvalía. 

El ahorro de la ficha que no se va a pagar a Konoplianka se puede destinar al tercio (según se dice) que le corresponde al club de la de Nasri. Es una cantidad que ya está presupuestada, con lo que no supone un gasto extra. Y así se cubre la baja del ucraniano con un jugador de una calidad inmensa, aunque está por ver si la explota. Sea como sea, será complicado que rinda menos que lo que lo hizo Konoplianka, de manera que hay poco que perder. Ante una situación así, planteada de este modo, la cesión es la mejor fórmula. Se cubre una baja de la mejor manera posible y se gana tiempo para buscar al jugador que verdaderamente cuadre con el modelo de gestión.

Esto no es más que elucubración por mi parte. No me cabe duda de que en el club saben lo que hacen y que no se van a pegar tiros en el pie. Pero es que estos fichajes tan "extraños" y tan mal explicados llevan a los aficionados a eso: a elucubrar. 

Sea como sea, ojalá Nasri triunfe aquí, relance su carrera y vuelva el año próximo al City dejando aquí un buen recuerdo y, si es posible, algo de plata, que eso es lo verdaderamente importante.

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