jueves, 28 de julio de 2016

Histeria colectiva


"Nunca dejes que la verdad te arruine un buen titular"


Dicen los periodistas honestos que esta es la máxima inquebrantable de los periodistas deshonestos. De los que sostienen que, antes que informar, lo importante es vender. Y aunque yo siempre he comprendido que el periodismo (como cualquier otro negocio) vive de las ventas y las necesitan para sobrevivir, también es evidente que entre una extensa variedad de oferta, el comprador puede elegir entre lo que es de calidad y lo que no (otra vez, como en cualquier otro negocio).

Lo que ya cuesta más comprender es que haya (muchos) compradores que se decanten una y otra vez por lo que no es de calidad, aun incluso sabiendo perfectamente que están adquiriendo algo que vale bien poco, por no decir absolutamente nada. En lo que se refiere al periodismo, algo que es mentira o, en todo caso, una verdad tergiversada. 

Esto siempre ha sido así, pero, en los últimos años, con el auge de las redes sociales, el fenómeno se ha multiplicado, hasta el punto que podemos extrapolar la frase a este ámbito para acabar diciendo algo así como "nunca dejes que la realidad te arruine un buen tuit", lo cual puede llegar a ser bastante certero porque un tuit, por su límite de 140 caracteres, no deja de ser un titular de algo. De lo que sea. Incluso, yo extrapolaría también la función del periodismo, diferenciando entre los verdaderos periodistas, los gurús (simples aficionados con ínfulas y un ego insaciable) y los que son mezcla de ambas cosas. Los verdaderos periodistas se limitan a informar, guste o no guste el contenido acerca de lo que informan. Los gurús no tienen más afán que el de alimentar sus egos, enfermos de un hambre voraz que nunca se sacia. Y luego están los otros. Los que manipulan, tergiversan, enredan y sacan mayúsculas conclusiones de minúsculos detalles, llegando a traspasar con frecuencia la frontera del ridículo y provocando, muy a menudo, la carcajada del personal. 

Lo ocurrido ayer alrededor de la figura de Jorge Sampaoli y el creciente rumor de que le podrían estar ofreciendo nada menos que el banquillo de la selección argentina es un clarísimo ejemplo de esto que estoy diciendo. Hubo periodistas que hicieron su trabajo e informaron de lo que se viene hablando en Argentina en los últimos días en lo que a este tema se refiere. Hubo gurús que se agarraron a estos rumores para atizar sin piedad al club, como suelen hacer continuamente, da igual que se trate de razones importantes o nimias. Y luego están los otros que..., en fin, gracias a algunos de ellos pudimos echar unas buenas risas anoche. 

Pero hete aquí que, en un momento dado, nos llega desde Argentina el audio de una entrevista radiofónica al abogado de Sampaoli. Es decir, el señor cuyas palabras fueron las que lo incendiaron todo. Y cuando digo sus palabras, me refiero a los titulares con los que se encabezaron sus palabras. Titulares que luego se convirtieron en tuits contundentes que dejaron a muchos sevillistas tiritando. Recordemos, "nunca dejes que la verdad arruine un buen titular, y mucho menos un buen tuit". Pero en el audio podemos oír que "a Sampaoli le encantaría dirigir a Argentina, pero la AFA llegó tarde, Jorge tiene un compromiso con el Sevilla y va a cumplir su contrato", lo cual es muy diferente a "Sampaoli no puede dirigir a la albiceleste porque el Sevilla no le deja" o "Sampaoli se queda en el Sevilla contra su voluntad". Y resulta muy curioso que los titulares tendenciosos se repitieran una y otra vez por multitud de frentes y el audio con las palabras completas tuviera que llegarnos a través de tuiteros anónimos. O sea, por personas que no son periodistas ni tienen ánimo de pretenderlo.

Pero, de todo esto, lo que me parece más grave es el hecho de que no aprendemos. Los aficionados de a pie no aprendemos y acabamos sucumbiendo a una especie de estado generalizado de histeria colectiva, atizado por unos que sólo piensan en saciar su ego y otros cuyo objetivo es vender, sin importarles si lo que venden es de calidad o no. Los verdaderos periodistas permanecieron en silencio, o se limitaron a opinar que Sampaoli debería zanjar todas estas historias con una declaración contundente, cosa que, por otra parte, no estaría nada mal. Aunque a mí, con que sea fiel a sus compromisos, trabaje duro y gane cosas me es suficiente. Pero, insisto, una declaración de ese estilo no estaría nada mal. 

Y lo peor es que seguiremos sin aprender. Seguiremos dando pábulo a iluminados que creen estar en posesión de la verdad absoluta y a personajes tendenciosos que, además, tienen el título de periodistas. Seguiremos dando coba a esta caterva y alimentando su ego y/o su cuenta corriente. Seguiremos creyéndonos cualquier cosa, elevándola a verdad definitiva, cuando no tenemos ni idea de lo que se está hablando. Y miraremos para otro lado cuando la verdad, la auténtica verdad, deje con el culo al aire a quienes la tergiversaron. Da igual. No darán marcha atrás. Seguirán inventando y tergiversando y no darán marcha atrás, y todo porque su ejército de adláteres le seguirá dando coba. 

Hablo en primera persona del plural porque yo soy débil y a veces caigo en esa misma histeria. Yo me incluyo, pero también insisto en que deberíamos tomarnos las cosas con más calma. Que todo parece un desastre, cuando nos encontramos en una de las mejores situaciones de nuestra centenaria historia. Precisamente ayer me tuiteaba un compañero sevillista, diciéndome "¿te imaginas si en el verano del 95 hubiéramos tenido twitter". 

No me lo quiero ni imaginar, le contesté. No me lo quiero ni imaginar. 

sábado, 23 de julio de 2016

¿Cláusula o nada? Los problemas de comunicación del Sevilla FC

La segunda esposa de Julio César, el dictador (que no emperador) del Imperio Romano hasta el año 44 a.c., se llamó Pompeya Sila y de ella decían que su belleza competía en intensidad con su falta de seso. Era nieta de Lucio Cornelio Sila, quien también fue dictador romano con anterioridad. Fue un matrimonio evidente de conveniencia, en función de la situación política de la época, la cual no viene al caso, y eso tiene consecuencias. Pompeya atraía las miradas de otros hombres y uno de ellos, un joven patricio llamado Publio Clodio Pulcro, fue acusado de tener una relación con ella, después de haberse disfrazado de señora para colarse en la celebración de los misterios de Bona Dea, una fiesta en la que sólo se permitía acceso a mujeres. El objetivo de Clodio, según cuentan, era acceder a la esposa de César, todos imaginamos para qué. Hubo un juicio y fue absuelto (se dice que sobornando al jurado), pero Julio César, a raíz de ese suceso, decidió romper su matrimonio con Pompeya, y como argumento empleó una frase que pasó a la posteridad:

"La esposa del César no sólo tiene que ser honesta, sino también parecerlo"

Esta frase, ya digo, ha pasado a la posteridad porque es aplicable a muchísimas situaciones y circunstancias. Y a mí hace tiempo que se me viene automáticamente a la cabeza cada vez que algún dirigente sevillista hace una declaración acerca de los rumores de venta de algún jugador. El que sea.

Yo soy de los que piensan (y sé que no soy el único) que el Sevilla tiene un serio problema de comunicación que hace que operaciones brillantes, que deberían hacer sentir orgullo al aficionado, provoquen todo lo contrario: un encabronamiento generalizado que, afortunadamente, es acallado una vez llega mayo y el capitán del equipo levanta la enésima Europa League de nuestra Historia. 

Y es que las operaciones brillantes no sólo tienen que serlo, sino también parecerlo. 

Hablando en román paladino, tú no puedes decir que tal jugador no sale del Sevilla si no es previo pago de la cláusula y luego venderlo por la mitad de dicho importe, por mucho que esa mitad suponga una plusvalía de la hostia y sea muy beneficiosa para el club, para el modelo de gestión del club y para el sostenimiento de dicho modelo, deficitario año tras año según ingresos corrientes y cuyo déficit es enjugado por estas ventas (jugosas, aunque no tanto). Eso convierte una operación brillante en motivo de enfado del aficionado que, al fin y al cabo, es en torno a quién gira este bendito negocio. 

Sinceramente, yo creo que el Sevilla como institución no se expresa en condiciones. Puede que sí en lo que se refiere a los mensajes que interesa que lleguen a los implicados en las operaciones, pero no para el entendimiento del aficionado de a pie. Y es cierto lo que dice Pepe Castro cuando asegura que él no está para contentar a una parte de la afición, sino para gobernar bien el club, pero una buena política de comunicación también debería estar incluida en eso de "gobernar bien el club".

Aquí hay varias cosas que son evidentes. El Sevilla no podría haber contratado a un buen número de jugadores que han venido estos últimos años si Monchi, al venderles lo que él llama la "marca Sevilla", no les dijese que, si lo hacen bien, en dos años darán el salto a un equipo más grande y eso no se refrendase con hechos. Y cuando digo hechos, me refiero a que los jugadores que vienen vean desde el mismo momento que pisan Sevilla que, efectivamente, a los que llevan un tiempo aquí se les facilita la salida cuando tienen ofertas de postín. Y, claro, facilitar la salida es incompatible con agarrarse al pago de una cláusula que, además, es perjudicial para todas las partes, incluido el Sevilla. Porque, remitiéndose estrictamente a la cláusula, y por culpa del tratamiento fiscal de la misma, el Sevilla cobraría menos dinero que arreglando el asunto con un traspaso por un importe inferior. 

Obviamente, si la cláusula es de 40M€, el precio de salida en la negociación es superior que si es de 30M€. Por eso, el invierno pasado se renovó a Krychowiak y se le puso una cláusula superior, aunque luego parece que la venta se produjo por un importe incluso inferior a la que tenía con el anterior contrato. La pregunta es ¿por cuánto se hubiese vendido si el precio de salida en la negociación hubiese sido el importe de la cláusula anterior? Probablemente, por bastante menos. Esto no es más que especulación, pero la idea, el concepto, va por ahí.

Yo creo que una gran parte de la afición ya es consciente de todas estas cosas y sus quejas no son por este motivo. Año tras año, vendemos, remodelamos la plantilla y ganamos cosas. Ganando cosas es mucho más fácil de convencer al personal de la bonanza de un modelo que no haciéndolo, por lo que dicho personal está, en general, conforme con que las cosas se sigan haciendo así. Pero lo que no puede ser, y aquí le doy la razón a quien se queja, es que un día diga el vicepresidente que Gameiro no sale ni por 25, ni por 35 ni por 39, sino por la cláusula y al siguiente salte Castro o Monchi con que ya si eso tal y que lo importante es lo bonita que va a quedar la plantilla a 1 de Septiembre. 

No, eso no puede ser. Yo entiendo que las cosas que se dicen son las que benefician al Sevilla como club, pero eso no puede ser. No se puede encabronar al personal porque si luego el capitán de la plantilla no levanta una copa en mayo (por llevar las cosas al extremo, no tomen esto de un modo literal), pues pasan las cosas que pasan y el mal rollo se apodera de la grada. No se pueden hacer las cosas así y luego pedir el apoyo del sevillismo para lo que sea, como tantas veces se hace. Al sevillismo no hace falta que nadie le pida que apoye al equipo porque a quien se apoya es al equipo, no a quien dirige al equipo. En última instancia, ni siquiera a quien defiende la camiseta del equipo. Al fin y al cabo, las personas vienen y van y quien se queda es el Sevilla (escudo, bandera y afición).

Yo no tengo ni idea de lo que pasará con Kevin Gameiro, pero si sé que vender a un jugador de 29 años por 25 o 30 M€, cuando costó lo que costó y ha dado tres años de éxitos al club, es una operación extraordinaria, pero que, de darse así, quedará como una especie de bodrio, enfadará al personal y dejará a los directivos como mentirosos por segunda vez este verano y por enésima en los últimos años. Y esto no puede ser, porque además es hasta injusto para lo bien que lo están haciendo dichos directivos (o un buen número de ellos).

Yo no sé si esto tiene fácil o difícil solución, pero sí que deberían ponerse a ello. El modelo de gestión del Sevilla es admirado en mundo del fútbol. Debemos sentirnos orgullosos de, gracias al mismo, ser capaces de competir a unos niveles que no se corresponden para nada con nuestra verdadera situación. Es tremendo, alucinante incluso, que jugadores de talla mundial rechacen ofertas superiores para venir a pasar unos años aquí. Esto es lo nunca visto, al menos para los que ya hemos tocado la cuarentena y vivido los años de mediocridad más absoluta. Y lo bueno es que cada vez vamos a más y no paramos de crecer. 

Pero esto se basa en un modelo de gestión cuya piedra angular es que esos jugadores saben que se les facilitará una salida cuando llegue el momento. Todos sabemos que jugadores como Navas, Rakitic, Krychowiak, etc., salieron del Sevilla por cantidades inferiores a lo que marcaban sus cláusulas y nos lamentamos al ver cómo otros futbolistas de menos renombre y palmarés son traspasados por auténticas burradas. Sin embargo, en esto consisten las cosas en el Sevilla. Esa es la base del éxito. Y eso es lo que deben explicar mejor los dirigentes. Ese es el fallo en la política de comunicación que veo en el Sevilla. 

Como decía antes, hace dos o tres días, Del Nido Carrasco dijo que Gameiro no saldría ni por 39M€. Dos días después, Castro reculó y Monchi habló de la belleza de la plantilla. La afición está de uñas con este tema y se teme lo peor, a pesar de saber que, si se va el francés, no pasará absolutamente nada y que vendrá otro que, probablemente, hasta le mejorará. Pero las cosas no se deben hacer así.

Hay otra frase célebre que dice que "si lo que vas a decir no mejora el silencio, mejor calla". Y yo, sinceramente, antes que este baile de palabras contradictorias, prefiero el silencio.

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