Hoy voy a utilizar esta pequeña ventana que yo mismo me he creado para expresar mi indignación por ciertos comportamientos que se observan en el seno del sevillismo. Afortunadamente, no es algo generalizado, pero es cierto que se producen. Y afectan a todos los demás porque, en ocasiones, los tienen personas con bastante predicamento, entre ellos una parte de la prensa.
Para entender lo que voy a querer decir, he de dejar claro de antemano que yo pienso que el Sevilla FC es un grande. Lo pienso así, lo creo a pies juntillas y sobre esa base se construye el resto de mi argumentario. Como en todo, la grandeza tiene niveles, y el del Sevilla no es tan alto como el de otros, eso es evidente. Pero sí más que el de la mayoría. En España, sólo dos claramente, y otros dos a corta distancia, nos pueden superar. Y en Europa, actualmente ocupamos el puesto 40 del ranking UEFA, elaborado en función de los resultados de los últimos cinco años. Hemos llegado a estar, como todos sabemos, entre los primeros de dicho ranking hace no tanto.
Dicho esto, a mí me molesta especialmente cierta dosis de victimismo que percibo últimamente en nuestra afición. Empezando por las comparaciones con el Betis, algo que a mi me saca de mis casillas. Señores, ¿qué hacemos comparándonos con ellos? ¿Acaso hay comparación? ¿No nos damos cuenta de que les damos lo que quieren, que nos ponemos a su nivel? No hablo del típico cachondeo que todos llevamos a cabo, yo el primero, sino, sobre todo, de las quejas sobre el diferente trato que nos dispensan los medios. O más bien, ciertos personajes con nombres y apellidos, da igual de los medios en los que trabajen. Personajes bufonescos que, no es que busquen eso, es que es de lo que viven: de crear polémicas absurdas, sabedores de que entramos al trapo como buenos toritos bravos y de que se creará un cristo por cualquier chorrada. Somos su alimento y nos entregamos inocentemente, haciéndoles más y más grandes. Cuando los grandes somos nosotros. Cuando nuestra grandeza les debería aplastar. Y eso que, efectivamente, les aplasta. La actitud que mantienen es su forma de sacudirse la frustración. Y vamos nosotros, los ingenuos de nosotros, y se la aplacamos. Para darnos de hostias.
Pero no es solo eso. Porque luego está el catastrofismo, que no es más que el victimismo, pero llevado un poco más allá. Una vez acabada la temporada, cuando se confirmó la venta de Jesús Navas, había alguno que se veía mirando al precipicio de la Segunda División, cuando lo que se hizo fue, simple y llanamente, vender un jugador. Sí, un jugador, no más que eso. Un jugador magnífico, al que se le tiene muchísimo cariño, que ha sido indiscutible en los últimos años y que a mí personalmente me molestó sobremanera que se vendiera. Pero es un jugador. No pasa absolutamente nada, el Sevilla está por encima de todo eso. Muy por encima. De los jugadores, de los entrenadores y de los directivos cuya su gestión fracasada obligó a vender para enjugar el déficit económico creado. Por aquí han pasado... ¿cuántos? ¿cientos, miles de jugadores? Unos van, otros vienen, algunos fueron buenos, otros malos, muchos regulares, los hubo que sin duda contribuyeron a la grandeza de la institución..., pero es que quien es grande de verdad es la institución. Todo lo demás está de paso.
Luego, a base de fichajes y gente (aparentemente) buena, la psicosis fue pasando a mejor vida. Incluso, la venta de Negredo no causó tanta consternación. Bueno, ni mucho menos. Hasta hay bastantes que se alegraron de ella. Pero, ahora, con el asunto de Kondogbia, ha vuelto la burra al trigo. Vamos a ver, señores, lo voy a decir claramente: ¿quién coño es Kondogbia para que a una afición como la del Sevilla le tiemblen las carnes porque haya un equipo que pague su cláusula y se lo lleve? Un tipo de veinte años, que lleva uno en Primera División, que no ha empatao con nadie y que, por mucho futuro que tenga, no se ha ganado para nada el estatus de imprescindible en la plantilla. Y encima se permite el lujo de flojear de la manera que lo hizo en los últimos días. Es cierto que el gran problema no era tanto él, sino que no queda tiempo para fichar a alguien y que se integre para rendir en condiciones. Pero, ¿para qué queremos a un jugador descentrado y que, a menudo, piensa más en su lucimiento personal que en el equipo? Sinceramente, yo me quedo con alguien que venga con ganas, aunque haya que darle tiempo para que se acople al resto. Y si opino esto de Kondogbia, ¿qué puedo decir de dos niñatos engreídos que nunca han querido jugar en nuestro equipo? A mí me hubiera encantado verlos a todos triunfar aquí, pero si no quieren, que les den. Estaría bueno. Que esto es el Sevilla, joder, ¿qué se han creído?
Y voy más allá. Los hubo incluso que se preocuparon seriamente por la eliminatoria contra el Podgorica porque caía justo en medio de la pretemporada. Que yo no digo que no sea un trastorno jugar en esas fechas, que lo es, pero, joder, con todos mis respetos, que es el Podgorica. ¿Cómo se va a acojonar el Sevilla por jugar contra el Podgorica, sea cual sea la fecha? Por supuesto, a todo el mundo hay que tenerle el respeto debido, pero de ahí a la incertidumbre. De hecho, ahí está el resultado. 9-1 en el global y a tomar por saco. Bien, genial, pero no conformes con eso, nos toca en la siguiente ronda el Slask de Breslavia, y van y nos dicen que ojo, que este equipo es otra cosa. Que es mucho mejor. Y para abrazar del todo el surrealismo, nos sueltan que ha eliminado al Brujas. Pero vamos a ver, ¿quién coño es el Slask de Breslavia? Es más, ¿quién coño es el Brujas? Joder, que parece que han eliminado a un doble campeón de la UEFA. Si para uno bueno que tenía el Brujas, nos lo llevamos nosotros. Pues ahí está, jugamos el partido de ida, nos dejamos llevar por el catastrofismo al principio y se nos ponen por delante. Y a partir de ahí, con todos los respetos que merece todo el mundo, el grande entró en acción y se ventiló la eliminatoria por un global de 9-1. Otra vez 9-1 y, otra vez, a tomar por saco. He de decir, de todas formas, que es cierto. Que el Slask es mejor que Podgorica. Durante los 15 primeros minutos de cada partido nos pusieron contra las cuerdas, cosa que no hicieron los otros. Pero al final..., pues eso.
Y ahora llega el sorteo de la fase de grupos y nos toca el Friburgo, el Estoril (preciosa playa) y el Slovan Lieberec. Y ya están otra vez los catastrofistas advirtiendo de que esto sí que sí que es otra cosa. Un equipo alemán, uno portugues..., uno checo. Ante esto, tengo que decir de nuevo lo mismo: con TODOS los respetos, con todo el respeto que hay que tenerle a todo el mundo y teniendo en cuenta que en fútbol puede pasar cualquier cosa..., joder, vamos a ver, por Dios, ¿quienes coño son el Friburgo, el Estoril y el Slovan Lieberec? Es que me indigno, no lo puedo evitar. Que sí, que los partidos hay que jugarlos y que la grandeza va mucho más allá que las palabras. Pero, hostia, que nosotros somos el Sevilla y ellos son... ¿quiénes son ellos?
Estas cosas me molestan sobremanera. Y mucho más en años como este en el que la mayor parte de la plantilla es nueva y hay que explicarles lo que significa el lugar al que han venido. Que posiblemente no lo tengan del todo claro. Que somos grandes; que eso, como digo, no son solo palabras. Que hay que demostrarlo con hechos, con actitudes. Hay quien dice que ser grandes es eso, una actitud. Algo que va más allá de ganar o perder en momentos puntuales. Es que en el sevillismo hay gente que, por mucho que presuman de grandeza, no se creen para nada dicha grandeza. Y si ni ellos mismos se la creen, apaga y vámonos. Hay montones de ejemplos en nuestra historia que nos ilustran. Que nos pueden ayudar. Como aquella vez que Marcelo Campanal empuñó un banderín de corner para defender el honor herido del equipo y acabó en un calabozo. O como cuando Pablo Alfaro se inmoló para frenar el burreo que nos estaba dando el Betis en cierto partido, como tan bien explicaron en este post esos jodidos genios que escriben en PEX. O como cuando Antonio Puerta, después de darle el chungo definitivo, tuvo los huevos de levantarse y salir del campo andando. Con dos cojones, joder, que solo de recordarlo, se me ponen los pelos como para colgar pellizas mojadas.
Si es que hasta nos quisieron acojonar con el supuesto infierno que iba a ser el campo del Slask para el partido de vuelta. Con un 4-1 a favor, joder, ¿será posible? ¿Cómo se va a acojonar el Sevilla por visitar un campo polaco con un 4-1 a favor? El Sevilla, hostia, que ha jugado en campos helados de Rusia o Ucrania, en verdaderos infiernos griegos y turcos. Que ha disputado y ganado finales nacionales y europeas, que se ha fajado con lo mejorcito del continente, que ha burreado a equipos mucho más grandes..., ¿que nos van a temblar las piernar por pisar un campo polaco, llevando tres goles de ventaja? Vamos, hombre, por Dios. A quienes les tienen que temblar es a ellos, temerosos de que les caiga la mundial, como efectivamente les cayó. Es que si nos creemos esas cosas, ni somos grandes, ni somos nada. Si no empezamos nosotros mismos, ¿quién lo va a hacer? ¿Un chavalito medio imberbe llegado de Santander? ¿Un colombiano que le da gracias a Dios por respirar dos veces seguidas, y luego una tercera y así sucesivamente? ¿Un francés que ha venido a ver qué pasa sólo por no tener que escuchar más al seguío de Monchi?
Que somos el Sevilla ¡venga ya! ¿Qué está pasando aquí? ¿Que no nos lo creemos? Y si no nos lo creemos nosotros que hemos vivido lo que hemos vivido y sabemos lo que somos, ¿quién se lo va a creer? ¿Unos recién llegados, muchos de los cuales no hablan ni nuestro idioma y que no tienen ni idea de lo que de verdad se cuece aquí dentro? Al menos serán testigos de cómo hasta en las retransmisiones televisivas de los partidos se quita el sonido para que suene el Himno del Centenario y a todos se nos puedan poner los pelos como escarpias. Al menos eso, no está mal, pero es que es mucho más que eso.
Levanten la cabeza con orgullo, defiendan el honor que nos hemos ganado durante años, que no nos pise nadie: ni un jugador, ni un entrenador, ni una directiva... NADIE. Ni esa parte de la prensa local que nos utliliza para calmar su frustración; ni tampoco la nacional, que nos ningunea para defender su gallina de los huevos de oro, no sé bien si por miedo a que desarrollemos todo nuestro potencial, o por simple y puta ignorancia. Que también puede ser. Que somos el Sevilla, joder, que somos grandes y que eso lo sabemos nosotros, los aficionados, el sevillismo, los que estamos aquí ahora, estábamos antes y estaremos en el futuro pase lo que pase. Tenemos que ser nosotros los que les digamos a todos esos nuevos que han venido qué significa esto, qué importancia tiene ese escudo (el del pecho y el del brazalete, los dos) y lo que pesa esa camiseta. Que no será la del Barcelona, la del Bayern Munich o la del Manchester United. Pero pesa, vaya que si pesa. Y eso tiene que salir de nosotros.
Porque hablamos del Sevilla, el eterno campeón de Andalucía, el doble campeón de la UEFA, el Supercampeón de España y de Europa, un equipo que fue dos años seguidos el mejor del mundo y TODOS los que estamos aquí lo vimos, no se trata de una batallita de abuelo.
Hablamos del Sevilla, ya digo. Hablamos de un grande. En pie, por favor. Un respeto.