viernes, 26 de febrero de 2010

Esa manía tan fea de menospreciar

Hay en nuestro país una opinión muy extendida por la que la gente considera a la liga española como la mejor del mundo. Es el resultado evidente de una asfixiante campaña de marketing puesta en funcionamiento por todos esos que consideran el fútbol como la gallina de los huevos de oro, hasta el punto de invertir cantidades obscenas de dinero, que luego claro hay que amortizar a base de vender el producto al infeliz consumidor final. Y lo primero que hay que hacer es convencer a ese consumidor de que lo que se le está ofreciendo es, pues eso, lo mejor del mundo.

A mí que me gusta el fútbol más allá de lo que se diga en Madrid, y en sus sucursales provinciales, este argumento me saca de quicio, como muchas veces he expresado. Una liga no es mejor que otra porque en ella jueguen Cristiano Ronaldo o Messi. Yo siempre defiendo que el nivel de una liga lo marcan, no los equipos más grandes, sino los que vienen justo por detrás. Y en España, salvo el Barça del año pasado, ni siquiera los equipos grandes demuestran ser mejores que los grandes de otras ligas. Para colmo, para una vez que uno de los equipos que vienen por detrás destaca, véase el Sevilla de las dos UEFAs, desde el centro del universo futbolístico español se insiste que esos logros no tienen mérito porque se trata de una competición devaluada. Ellos mismos se contradicen. Cuando hay un motivo para decir que, efectivamente, la liga española tiene nivel, ellos mismos lo tiran por tierra menospreciando dicho mérito.

Y es que el arte de menospreciar está muy instalado en nuestro fútbol. Somos así de sobrados. Y de ignorantes, y yo me incluyo el primero, aunque trato de solucionar ese defecto. Al menos eso.

En estas rondas de competiciones europeas que se están disputando últimamente, ese arte de menospreciar se ha manifestado una vez más con contundencia. Cuando se conocieron los rivales de los equipos españoles tanto en Liga de Campeones como en UEFA (yo la sigo llamando UEFA porque es más bonito y más corto de escribir), la mayoría saltaron a una diciendo que eran del todo asequibles. El Anderlecht y el Brujas juegan en la liga belga, y eso quiere decir que no tienen nada que hacer contra equipos de la mejor liga del mundo. El Olympique de Lyon, sin Benzema ni Juninho ha perdido el potencial que tenía, y será fácil presa de la constelación galáctica. El Wolfsburgo es un equipo de difícil pronunciación, y desconocido para la mayoría de estos “expertos”. Si, ya, ha ganado la Bundesliga, pero sorpresas ocurren en todas partes, incluso en Alemania. Claro que estos tipos no aprenden, después de menospreciar al tal Rubin Kazan, campeón de la liga rusa. Es curioso escuchar a los mismos expertos que decían que este equipo ruso era una perita en dulce, defenderlo ahora como candidato a ganar la UEFA. Claro que después de la que formaron en el Nou Camp igual han abierto sus ojos a un mundo nuevo. Por su parte, el Galatasaray sí que era considerado como algo más complicado, sobre todo por lo que todos llaman “el infierno turco”. Pero también decían que si veíamos al Atlético de Madrid de la Copa (el que eliminó a dos segundas y al Rácing), pues nada tendrían que hacer contra ellos. Y luego estaba el Sttutgart. Ese equipito. Porque si el Sevilla fue capaz de ganar allí, es que tiene que ser un equipito. Y mucho más cuando han vendido en enero a Thomas Hitzlsperger, uno de sus mejores jugadores.

Y luego llega el momento de buscar las excusas y las explicaciones. El Madrid pierde en Lyon (como siempre), el Wolfsburgo le pega al Villarreal el repaso que yo esperaba. El Anderlecht hace lo propio con el Athletic, cuya afición, esa misma que vino el año pasado a la casa del Rey a abuchearle en la competición que lleva su nombre, demostró por qué todos la consideran una Señora Afición. (El sesudo lector sabrá captar la ironía). El Brujas obliga al Valencia a jugar una prórroga para doblegarles. El Galatasaray las hace pasar canutas al Atlético de Madrid (machada la de los madrileños en el Ali Sami Yen, que todo hay que decirlo), Y el Sttutgart le pega un repaso monumental al todo poderoso Barça en la primera parte. Ese equipito. Salieron vivos, y acabarán clasificándose, pero ya les valdría menospreciar menos a los demás.

Y luego está lo del Sevilla. Lo de estos tipos con el Sevilla es algo que roza lo enfermizo. Con nosotros el arte de menospreciar se eleva al cubo. Nos menosprecian a nosotros, menosprecian lo que hacemos (nuestros logros), y menosprecian a todo aquel que se enfrenta a nuestro equipo. El Unirea era una patata de equipo, hasta que le ganó al Glasgow Rangers. Entonces, los rumanos siguieron siendo una patata, pero los escoceses fueron calificados como una patata aún mayor. Y el caso del Sttutgart fue parecido al del Rubin Kazan. Contra nosotros eran un equipito. Contra el Barça, y ya sin Thomas Hitzlsperger, son un potente conjunto típico alemán. Todo sea para no devaluar el producto “La Liga española es la mejor del mundo” (y el Barça uno de sus máximos exponentes). La proeza sevillista de ganar en Alemania fue menospreciada. Y el ridículo catalán en su partido allí, maquillado de un modo inmediato. Claro, como tenían muchas bajas. ¡Viva la objetividad!

Pero lo más grave es que desde la prensa local se sigue el juego a estos expertos. Lo hemos visto claro con el CSKA de Moscú. Después del magnífico resultado obtenido allí, jugando a medio gas (cosa que tenemos que evitar en adelante que, otra vez, hay que decirlo todo), no se deja de menospreciar al equipo ruso, y también a lo conseguido en un lugar tan complicado como Moscú en febrero. Se ha dicho que ese conjunto es de lo más flojito que queda en Europa, que están de pretemporada, que los hemos dejado escapar vivos, y lo último, que para la vuelta ya contarán con su gran estrella, Dzagoev, que para la ida estaba lesionado. Yo no conozco a Dzagoev, con lo que no me pronunciaré (no quiero menospreciar a nadie), pero aun estoy esperando a alguien que diga que para la vuelta nosotros igual contamos con Konko, con Squilachi, y sobre todo con Luis Fabiano. A ellos les ha faltado uno de los delanteros más prometedores de Rusia. A nosotros, entre otros, el actual nueve titular de Brasil. No de Argelia, de Lituania o de Honduras. De Brasil.

No me diréis que no tiene arte esta gente a la hora de menospreciar a todo el mundo a la vez. Ni el CSKA vale para nada, ni el partido del Sevilla merece ningún respeto, ni el planteamiento del entrenador fue de recibo, ni el resultado es para estar contentos, ni nuestras bajas tienen importancia (las de ellos si, claro), ni tampoco el frío, ni el ambiente, ni el balón, ni el césped ni nada de nada de nada. Todo sea por menospreciarnos. A nosotros y al rival. A todos a la vez.

Y es que esto pasa continuamente. Todos los rivales del Sevilla son muy malos. Y nosotros también, claro, porque si no somos capaces de ganar por goleada a unos equipos tan malos, es que el Sevilla también es muy malo. No se deja un resquicio a la información objetiva, al estudio del rival, al conocimiento de las circunstancias. Todo eso da igual. El rival es malo, y si no los arrollamos, nosotros también lo somos.

Esto no quita para que, si hacemos algo mal, haya que decirlo y rectificarlo. Pero estos menosprecios se hacen antes de los partidos, o sea, antes de ni siquiera tener la posibilidad de hacerlo mal. Hablo de ese “rintintín” con el que se dice eso de “ a ver de qué es capaz del Sevilla de Jiménez contra este equipo tan malo”. Siempre es el Sevilla de Jiménez, claro. Luego, cuando se gana, es el Sevilla de Palop y Navas. El año pasado era el Sevilla de Kanouté y Luis Fabiano, que no jugaba a nada, y lo dejaba todo a encomendarse a los dos delanteros, a ver si enchufaban alguna. “El Sevilla sin Kanouté y Luis Fabiano no es nada”, decían. Este año, el Sevilla sin Kanouté y Luis Fabiano sí es algo, pero sin Palop y Navas, nada en absoluto. Lo dicho. ¡Viva la objetividad!

Cuando pasemos la eliminatoria, en vez de reseñar el momento histórico, incidirán en el hecho de que el CSKA es muy malo, que estaba de pretemporada, y que en el partido de ida no contó con su gran estrella Dzagoev. Menospreciarán nuestro logro menospreciando al rival, como medio para seguir menospreciándonos a nosotros.

Con lo fea que es esa manía de menospreciar.

jueves, 25 de febrero de 2010

Mi sueño va bien

El Sevilla dio anoche un paso de gigante en su objetivo de clasificarse para los cuartos de final de la Liga de Campeones. Esa es la realidad, lo más importante de todo, y el motivo por el que estoy tan contento.

A pesar de eso, no han tardado ni un minuto en saltar las voces de siempre poniendo las pegas de siempre. Que si el planteamiento fue medroso, que si tras el gol dimos un paso atrás y renunciamos a la posibilidad de machacar al rival, que si les dimos vidilla y ellos se metieron en la eliminatoria con un gol aislado, que si no fuera por Palop y Navas…. El año pasado decían que si no fuera por Kanouté y Luis Fabiano el Sevilla no sería nada, y esta temporada le toca a Palop y Navas. ¿Quiénes serán los nominados para la próxima? En mi anterior post bromeaba diciendo que estos tipos son capaces de quejarse de Manolo Jiménez después de ganarle al Manchester la final, pasando las fatiguitas de la muerte en la segunda mitad, tras marcar un único gol en la primera. No sé por qué me da que eso ocurriría sin ningún género de duda.

A mi también me dio la impresión de que el Sevilla podía haber sacado un mejor resultado. Sobre todo si el ex bético no hubiera tenido la inmensa suerte de meter ese gol. Recordemos que Romaric intentó algo parecido un rato antes, y el balón se marchó una cuarta por encima del travesaño. ¡Ay, la suerte! Esa que unas veces te da (Getafe, Shaktar Donetsk) lo que en otras te quita (ese disparo del marfileño, por poner uno de los miles de ejemplos posibles).

Esa impresión que digo está ahí, pero en ella no se tienen en cuenta cosas como los no sé cuantos grados bajo cero, el respeto al rival (¿por qué se menosprecia tanto a los rivales del Sevilla? ¿Por qué son todos tan malos para algunos?), el ambiente tan frío, el césped artificial, el balón que es distinto al que los jugadores están acostumbrados. Ya sé que esas cosas influyen a los dos equipos, pero igual fue por eso que el CSKA tampoco jugó demasiado bien.

Además, el hecho de que yo crea que el Sevilla puede dar más de si me lo tomo de manera positiva. Estoy convencido de que en nuestra casa nos los vamos a comer. Dicen que el CSKA está de pretemporada, y que dentro de tres semanas se encontrará mucho más en forma. Claro que, siendo honestos, habría que contarlo todo. Como que el Sevilla acaba de salir de una infame racha de ausentes y lesionados, y que aún está recuperando el tipo. Y también se encontrará en mucha mejor forma dentro de tres semanas, con lo que una por otra.

Sea como sea, a mi el partido del Sevilla me pareció de lo más inteligente. Olisqueó a su rival en sus inicios, le endosó un zarpazo con el primer gol y luego se dedicó a controlar el encuentro, a la espera de que los rusos se abrieran en busca del empate y así matarlos al contragolpe. Pero es que los rusos no se abrieron, y si ellos no arriesgaban que iban perdiendo en casa, ¿por qué lo íbamos a hacer nosotros?

Ya, ya lo sé, porque si queremos ser un equipo grande tenemos que matar este tipo de partidos. En verdad tuvimos ocasiones para hacerlo, pero no lo hicimos. Sin embargo, mientras veía el partido, pensaba que esa actitud tan extraña del CSKA tenía trampa. No sé por qué me da que si hubiésemos ido a por el partido de verdad, el resultado habría sido mucho peor. Me refiero a que creo que era justo eso lo que pretendían los moscovitas, como el león disfrazado de corderito. Y por eso pienso que el partido del Sevilla fue inteligente. Porque no caímos en su trampa, mantuvimos el orden, les obligamos a ellos a arriesgar (y si no lo querían hacer era su problema), y nos trajimos un excelente resultado. Que podría haber sido mucho mejor si ellos no hubiesen tenido la suerte de marcar ese gol aislado, o si esa suerte hubiese sido nuestra en el disparo de Romaric, en la falta que lanzó Negredo que casi se le escapa a Akinfeev, o en ese pase de Navas al que no llegó Renato (fue Renato ¿no?), por un par de dedos. Luego llegó Palop e hizo la parada nuestra de todos los días. Claro que si todo lo anterior se hubiese producido, esa jugada no habría sido tan trascendente.

Esto es la Liga de Campeones, y aquí cualquier rival te hace un siete. Que se lo digan al Madrid o al Barça. Y el Sevilla tenía la obligación de traerse un buen resultado de un lugar tan hostil como lo es Moscú en febrero. Buscarle los cinco pies al gato en estas condiciones no creo que sea de recibo. A mi no me cabe en la cabeza que los de siempre sigan con lo de siempre, a no ser que pretendan cachondearse de nosotros. Entiendo a quien sienta que igual podríamos haber sacado un mejor resultado, porque es justo así como yo lo pienso también. Pero si aún jugando a medio gas hemos sido capaces de encarrilar la eliminatoria, no imagino de lo que podríamos ser capaces cuando lo hagamos a tope.

Por lo que pueda pasar, os recuerdo mi sueño del otro día. Ese en el que ganábamos la final de la Champions al Manchester United por 1-0, después de eliminar al CSKA en octavos, al Girondins en cuartos y al Lyon en semifinales.

Y ahora pasemos a los hechos. Resultados de los partidos de ida de los equipos implicados: CSKA 1 – Sevilla 1; O. Lyon 1 – Real Madrid 0; Milan AC 2 – Manchester United 3; Olympiakos 0 – Girondins 1.
Está claro que mi sueño va bien. ¿Os imagináis que continua así?

martes, 23 de febrero de 2010

Anoche soñé que la ganábamos

Pues sí, anoche soñé que ganábamos la Liga de Campenes, aún le estoy preguntando a Dios por qué ha sido tan cruel de despertarme.

- Porque tienes que ir a trabajar - Me dice continuamente
- Pero todos los días falta gente al trabajo en todas partes y no pasa nada
- Sin embargo, esa gente suele tener una excusa de peso para ello.
- ¿Y te parece poca excusa que el Sevilla gane la Liga de Campeones?

Definitivamente, a veces pienso que ni Dios me comprende.

Pero el caso es que anoche soñé que el Sevilla la ganaba, y eso sí que no me lo quita nadie. No os hagáis ilusiones, de todos modos. Yo no suelo acertar con mis sueños, por desgracia. Una vez soñé que era amigo íntimo de Davor Suker, y que lo convencía para que se quedara con nosotros, y no aceptara la oferta del Madrid. Lo conseguí..., esa temporada. Porque la siguiente se marchó al club merengue por una miseria.

Otro día soñé que me llamaba Michael Laudrup al móvil. Lo vi claramente en la pantalla del aparato. El teléfono sonó, se puso a vibrar, miré la pantalla, y pude leer la palabra "Laudrup". Y lo más grande no fue eso, sino que en mis sueños no fue algo que me llamara la atención. Simplemente me giré para decirle a mi mujer - "Mira, es Laudrup" -, con el mismo entusiasmo que si hubiera dicho - "Mira, es mi madre"-. El caso es que mi amigo danés se ponía en contacto conmigo para ofrecerme ser el segundo entrenador del Spartak de Moscú, cuando a él lo ficharon para dirigir a ese equipo. El ofrecimiento me halagó, sobre todo viniendo de quien venía, pero lo rechacé amablemente. Tenía cosas más importantes que hacer, y no me podía trasladar a Moscú así como así.  Así soy yo soñando, con lo que interpretad lo que queráis. Lo triste es que Laudrup no me ha vuelto a llamar, así que creo que he perdido a un amigo. Una lástima.

Anda que no.

Pero anoche soñé que ganábamos la Champions, después de eliminar al CSKA en octavos, el Girondins en cuartos, al Olympique de Lyon en semifinales (los franceses se cargaron al Madrid, que yo cuando sueño, lo hago bien), y en la final vencimos al Manchester United después de marcar en la primera parte, y pasar las fatiguitas de la muerte en la segunda.

Y en mi sueño todavía había alguno que decía que ese título tenía poco mérito, porque el camino hasta la final fue muy fácil. Porque no nos cruzamos con ningún grande de verdad. Claro que si el Madrid fue eliminado por el Lyon, pues nos tuvimos que enfrentar al Lyon. Que ganarle una final de Champions al United no tiene mérito. Pues ya veis las cosas que se me ocurren a mi soñar.

Pero es que, para colmo, a pesar de ganar la Champions, todavía había alguno que se quejaba de Manolo Jiménez. ¿Cómo se le ocurre echar al equipo atrás después de marcar el primer gol? En vez de irse arriba a machacar al rival, damos un paso atrás y le damos el balón a los ingleses. "Es que el rival era el United" - Alguien defendía tímidamente al técnico - "Da igual, Si somos grandes somos grandes. No nos podemos amilanar ante nadie" - Y mientras no me podía creer que ni en sueños me pudiera librar de cosas así, tampoco podía dejar de pensar que si el partido hubiese sido en el Sánchez Pizjuán, una parte del público hubiera pitado, disconforme con el juego del equipo. - "Es que no jugamos a nada, y así no vamos a ninguna parte".

Y el equipo ganando la Liga de Campeones. Y yo me preguntaba qué sería lo siguiente que le iban a pedir al de Arahal. ¿Que la gane jugando con diez? "Si este técnico no es capaz de ganar la Champions jugando con diez es que no está preparado para dirigir al primer equipo. Eso es algo que no merece discusión, y si aquí no se está hablando de eso, ahora mismo me levanto y me voy".

Pero lo más bonito fue la forma en que la afición tomó Madrid. Porque, por supuesto, la final de Copa se jugó en el Bernabéu. Con toda la afición contenta. Unos fueron a una final, la de Champions, y otros a otra, la de Copa. Los hubo incluso que fueron a las dos, gracias al abono especial que sacó a la venta el club. El Abono Final, le llamaron, y se aplicaba un descuento a como saldría el precio comprando las dos entradas de un modo individual. Y las acgencias de viajes hicieron su agosto en mayo, vendiendo traslados y estancias en Madrid, y aplicando descuentos también por acudir a los dos eventos, aunque fuera para ver el partido en los bares.

Hubo quien propuso repetir la Feria, para que los madrileños vaciaran su ciudad, se trasladaran a la nuestra, y nosotros pudiéramos campar a nuestras anchas por la capital. Otros, después de ganar también la Copa del Rey propusieron que el Sevilla jugara siempre de local en el Bernabéu, porque se ve que allí ganamos siempre. Claro que el Madrid no aceptó hacer lo propio con nuestro estadio, porque ya sabemos que ellos aquí no ganan nunca. Estos son mis sueños. Por eso me levanto tan cansado por las mañanas.

Y ahora estoy despierto. Ya se me han acabado las uñas, y ahora me estoy comiendo los dedos. No veo el momento de que llegue mañana a las seis y media, y poder disfrutar de nuevo de mi equipo en Liga de Campeones. Además, a mi me cae mal en CSKA. No en balde yo estuve a punto de ser el segundo entrenador de su rival directo, el Spartak, y aunque fuera en sueños, algo queda.

No sé qué nos deperará la suerte. No sé si me verá obligado a cambiar de sueño, o me quedaré con este una temporada más. Pero esto que estamos viviendo, de verdad, sin necesidad de soñar, es sensacional.

¿O no lo habíamos soñado todos hace no tanto?

P.D. Os prometo que lo de los sueños es cierto, no me he inventado nada. Y tengo bastantes más, algún día haré un especial sobre eso. Si antes no me pilla algún psiquiatra por banda, que mi mujer anda buscándolo por ahí.

domingo, 21 de febrero de 2010

1-3: Y Jiménez también le ganó a Manzano...

Hace ya algún tiempo que, aceptando que a la actual plantilla del Sevilla se le puede sacar más partido (aún), me vengo preguntando quién es el bonito que puede mejorar lo que está haciendo Manolo Jiménez con nuestro equipo.

No sé qué les debe pasar por la cabeza a los más recalcitrantes antijimenistas cuando los entrenadores que suenan para sustituirle van mordiendo el polvo, uno tras otro, cuando se enfrentan al Sevilla de su repudiado entrenador.

Le pasó a Emery, con rajada de impotencia incluida, le pasó a Valverde, ya destituido, le pasó a Marcelino, despedido también, Michel fue el único que consiguió ganarnos (y bien, además), pero en el partido clave, el de ida, fue Jiménez quien se impuso en el campo y en las decisiones tácticas. Y ahora le pasa a Manzano.

Se vendía el partido en la previa como dificilísimo. El Mallorca era el único equipo en toda Europa que lo había ganado todo en casa, encajando sólo tres goles. Un Mallorca que estaba haciendo una temporada fabulosa, el equipo revelación, con Goyo Manzano en el banquillo. El jiennense se desmarcó con una carta de despedida del club bermellón que muchos interpretaron como un guiño a la directiva sevillista. Dicen que este tipo está como loco por venir aquí, y Jiménez tuvo que reconocer que cada vez que se enfrentan a los de las islas, pasa algo que incendia de nuevo los rumores. El partido del morbo, decían. Qué morbo, por la cara.

Y Jiménez cogió el morbo e hizo con el la bordería que a vuestras mentes le de la gana de inventar. Yo os doy una como ejemplo. Cogió el morbo y se lo pasó por los bajos de su arco del triunfo. Es como levantar el dedo medio y decir eso de "móntate aquí, pedalea, y si te apetece toca la bocina". Eso es lo que hizo con el morbo, no con ninguna persona, que no se me malinterprete.

El Sevilla pasó ayer por encima del Mallorca, y lo hizo a lo grande. O sea, como un equipo grande. Yendo a por el partido desde el minuto uno, sin importarle ir ganando, o perdiendo, o jugar con once o con diez. O contra once o contra diez. Fue el primero en ganar a los locales en casa, y si hasta ayer sólo habían encajado tres goles, pues nosotros les hicimos otros tres. Por si les parecían pocos.

¿Qué pasa? ¿Qué a pesar de los pesares ninguno de esos fantásticos entrenadores es capaz de ganarle a Jiménez? Entonces, ¿quién puede venir a sustituir a Jiménez?

Esta pregunta tiene una muy difícil respuesta. Por varios motivos.

Primero. Los entrenadores buenos, los buenos de verdad, cobran muchísimo dinero, y el Sevilla ni puede, ni quiere, asumir tal coste. Ya tuvo que hacer una inversión brutal para retener a Kanouté, y mucho me temo que con Navas le va a pasar algo parecido más pronto que tarde. Si el palaciego sigue creciendo como lo está haciendo, y para colmo supera sus problemas psicológicos hasta el punto de llegar a plantearse la posibilidad de un cambio de aires (en camino va, y lo de la selección es clara muestra de ello), a mi no me cabe duda que se acabará quedando aquí, pero el esfuerzo del club será importante. Un esfuerzo vale, dos, bueno, también. Pero mientras más esfuerzos se hagan, menos posibilidades habrá de que se sigan haciendo. Y visto lo visto, lo del entrenador no parece prioritario para la directiva.

Segundo. Supongamos que el club está dispuesto a hacer ese esfuerzo. No hasta el punto de pagar lo que los equipos súper grandes, pero sí lo suficiente para convencer a ese supuesto técnico. ¿Qué entrenador de caché va a estar dispuesto a venir, a pesar de eso? Recordemos el marrón que supone entrenar al Sevilla ahora mismo. Lo que ese supuesto técnico de primer nivel percibe es que el nuestro es un equipo que está cuarto en la liga, finalista de copa y en octavos de Champions, a pesar de la ingente cantidad de problemas que ha sufrido estos dos últimos meses. Y que se trata de un equipo de segundo nivel, no un Madrid o un Barcelona. Y además, a pesar de eso, la afición se queja y pita. Quieren más. ¿Qué persona con su reputación ya ganada va a estar dispuesta a ponerla en riesgo cogiendo una patata caliente como el Sevilla FC? Y más aún. ¿Quién va admitir hacerlo ganando bastante menos que lo que le ofrecen los súper grandes? Porque estos entrenadores que medio aseguran mejorar lo que está haciendo Jiménez son los deseados por los súper grandes. Que tontos quedan cada vez menos en el mundo.

Tercero. Supongamos (que ya es suponer, eh) que la directiva acepta el esfuerzo, y que el técnico hace lo propio con el marrón anteriormente expuesto. ¿Qué entrenador va a estar dispuesto a tragarse tal marrón, cobrando menos que en otros sitios, cuando aquí no le van a permitir decidir en la parcela técnica? Porque en el Sevilla ficha Monchi y su cuerpo de ojeadores, no el entrenador. O sea, que este técnico de primer nivel decide que vale, que va a ganar menos que en otros sitios. Y que de acuerdo, que pone en riesgo su prestigio con un marrón como es el Sevilla de hoy. Y que venga, que lo hace renunciando a decidir qué equipo y qué jugadores quiere.

Y ahora yo pregunto…

Caso de existir (que lo dudo), ¿un tío así de imbécil se merece entrenar al Sevilla FC? ¿A dónde nos llevaría un tipo de este estilo? ¿O es que nosotros somos mu listos, y los demás mu tontos?

Pues este es el motivo por el que Jiménez sigue como entrenador del Sevilla, y seguirá mientras se cumplan los objetivos. Los entrenadores que querrían venir serían los que aún no tienen prestigio que perder, tienen ambición por crecer, con lo que se comerían el marrón, ganan poco en sus clubes, porque estos son pequeños, con lo que no tienen experiencia en clubes con presión por obtener éxitos de alto nivel, y no les importa aceptar el reto aún a sabiendas de que no van a decidir nada en la parcela de fichajes.

Y, por supuesto, esto no lo hacen porque sean mu tontos, y nosotros mu listos. Estos tipos no son imbéciles. Estos tipos ven al Sevilla como un club trampolín para otros retos mayores. Vamos, que su objetivo es hacer la de Juande en un momento dado. Y Del Nido, que de tonto no tiene un pelo, como se puede comprobar sólo viendo una foto (sin sombrero, claro), no está dispuesto a caer dos veces en el mismo error.

Y a todo esto, el Sevilla hace un partidazo anoche, pasando por encima de ese equipazo, que está haciendo una temporada maravillosa, y que es entrenado por uno que quiere venir a pesar de todo, y que es señalado como posible sustituto de Jiménez. Y va Jiménez y pasa por encima de él. Ahora, claro, que ya no hay tantas bajas, y que hemos tenido tiempo de descansar, y preparar el partido durante una semana completa.

Vamos, que cuando decía que el Sevilla no jugaba bien porque tenía la mitad de la plantilla de baja, y que así no se puede rendir con partidos miércoles y domingo, pues igual tenía algo de razón. Y ahora que recuperamos jugadores y aliento, hacemos lo propio con el juego y los resultados. Es cierto que el fútbol no es una ciencia exacta, pero a veces se acierta sólo con aplicar el sentido común.

En mi opinión, el gran éxito de Jiménez en estos dos meses ha sido que el equipo no se descomponga. Que no se venga abajo. Ha mantenido tipo, clasificándose para la final de copa, y no tirando la liga a la basura. Descolgándose un poco, sí, pero no hundiéndose. Y ahora estamos cuartos, con cuatro puntos sobre el quinto, cinco sobre el sexto, y a uno del tercero, a la espera de lo que haga hoy el Valencia, que recibe al Getafe (a ver si hoy el Getafe es tan bueno como el otro día). Y con un mundo por delante para seguir recuperándonos.

Anoche se volvió a ver al Sevilla de inicios de temporada. Aquel que era candidato a todo. Y eso a las puertas de los octavos de la Liga de Campeones. Y reservando a Escudé, a Adriano, a Kanouté…, incluso a Renato, que no jugó ni media hora (otro cambio valiente de el de Arahal)

Jiménez le ganó a Manzano también. Que pase el siguiente.

viernes, 19 de febrero de 2010

La transición sevillista

La tarde - noche de ayer fue de lo más entretenida para alguien como yo a quien le apasiona el fútbol incluso más allá de lo que depara la actualida del Sevilla FC. Ayer se jugaron los partidos de ida de los diciseisavos de final de la antigua UEFA, una competición que a mi me encanta, por lo que supone para el sevillismo, y también porque en ella es donde se ve el verdadero nivel del fútbol de cada uno de los países. Porque grandes equipos los hay en Inglaterra, Italia, España, Alemania..., pero el nivel de una liga no lo dan los grandes, sino los medianos. Y estos compiten en la UEFA.

Así, anoche pudimos comprobar que el nivelito de la liga española es el que es. Ath. Bilbao 1- Anderlecht 1, At.  Madrid 1 - Galatasaray 1, Villarreal 2 - Wolfsburgo 2 y Brujas 1 - Valencia 0. Y aún queda por ahí quien dice que lo de las dos UEFAs del Sevilla no tiene mérito, porque esa competición es de segundo nivel.

Con dos cojones.

Mi pronóstico es que sólo pasa el Valencia. El único que ha perdido, pero el que mejor jugó sin lugar a dudas. Y quien es de verdad superior a su rival, porque los demás dan para lo que dan.

Pero, como dije en mi anterio post, el partido que centró mi atención fue el que disputaron en Amsterdam el Ajax y la Juventus. Se pudo ver por Sportmanía, y la retransmisión fue excelente. Igual que me meto con la prensa a veces, cuando lo hacen bien también hay que decirlo. Y ayer el tal Gaby Ruiz demostró, al menos, haberse documentado en condiciones para comentar el partido. Vamos, que hizo bien su trabajo.

El encuentro discurrió tal y como yo predije (no había que ser un hacha para verlo venir por otra parte), y lo ganó la Juventus por 1-2, siendo ambos equipos fieles a su estilo. El Ajax jugó un partidazo. Enorme Alderweireld en defensa. Y también Van der Wiel en el costado derecho. Sensacional De Zeeuw como organizador (eso es lo que le falta al Sevilla), con las espaldas bien cubiertas por un inconmensurable Enoh (este es un estilo a Zokora, pero con bastantes años menos). Siem de Jong no marcó tres o cuatro goles el solito porque ayer era el día de no marcar (lanzamiento al poste incluido). Sulejmani desquició a todo el mundo con su extraordinaria velocidad, y marcó el primer gol del partido tras un increíble sprint que comenzo en el area propia. Sólo Emanuelson y Suarez estuvieron un poco por debajo de su nivel, y bien que lo pagó el Ajax. Porque a la Juventus le bastaron dos jugadas del genial Del Piero, que se sacó de la manga dos sensacionales pases al área, los cuales convirtió en gol Amauri con sendos remates de cabeza. Y se acabó la Vecchia Signora, que ayer parecía una signora vecchia en vez de un equipo de fútbol.

Incluso el árbitro se empeño en abundar en la leyenda del estilo italiano, escamoteando cinco penalties a los holandeses. Y cuando digo cinco, ni exagero ni hablo por hablar. Cinco penalties como cinco catedrales, que incomprensiblemente se tragó el señor de negro (ayer de celeste), uno tras otro. Sin compasión.

Y mientras veía el partido, no podía dejar de acordarme del Getafe. Qué partidazo del Getafe. Igual que el de ayer del Ajax. Pero lo mismo que es el Sevilla quien jugará la final de Copa, es la Juve quien tiene encarrilado el pase a la siguiente ronda. A pesar del fútbol. ¿O es que lo de la Juve no es fútbol?

A mi me hace mucha gracia esto de los estilos de juego, cuando se hace entender que unos son mejores que otros. Que le pregunten a los aficionados del Ajax, que anoche abarrotaron el Amsterdam Arena (madre mía, vaya ambientazo había). Y me hace gracia, porque hay por ahí mucho "enterao" que, además de ser "enterao", le quiere dejar a uno por tonto.

"El Sevilla no juega a nada, hemos traicionado nuestro estilo, el de la escuela sevillana, el arte y la filigrana".

Ole. Con dos cojones este también.

Por eso uno de los entrenadores más admirados de la historia moderna de nuestro club es Carlos Salvador Bilardo. Viva el arte y la filigrana. Un Bilardo que, con Maradona, Simeone, Suker, Bango, Diego, Jimenez, Rafa Paz, Conte, etc., sólo fue capaz de quedar séptimo en liga, y eliminados por el Valencia en Copa en cuarta ronda.

Otro de los técnicos más recordados es Joaquín Caparrós, al que yo admiro casi hasta la veneración. Muchos de los que hoy se quejan del juego del equipo se preguntaban cuando llegó Juande que qué iba a ser del Sevilla sin Caparrós. Por supuesto, otro emblema del "bordamiento" del juego.

"Es que eran otros tiempos. Ahora las cosas son diferentes".

Claro que sí. Antes valía lo que fuera para conseguir los objetivos, incluso el "pisálo, pisálo", y ahora no. Ahora hay también que tener un estilo. Además, no un estilo cualquiera, sino el estilo que a ti te de la gana. ¿Sería pitado Bilardo en el Sánchez Pizjuán hoy día? Si los que pitan fueran consecuentes, sin duda. Pero yo sé de gente (con nombres y apellidos) que actualmente braman alrededor de Jiménez, tachándolo de todo lo imaginable, y que literalmete pierden el culo, la baba, la dignidad y hasta los huevos cuando se ponen a hablar de Bilardo. "El Profesor", "un histórico del fútbol", "de lo mejorcito que ha pasado por el Sevilla".

Que no de qué.

Lo de tener un estilo es algo de suma importancia, a nadie se lo voy a negar. Desde que el Barça adoptó el estilo que Johann Cruyff se trajo del Ajax ha ganado más títulos que nunca. Y sobre todo ha sentado cátedra, y ahora es la Selección Española quien les imita, ganando por cierto lo que casi nunca antes habíamos ganado. Pero tener un estilo no te garantiza el éxito. No hablaré más del Ajax de anoche, aquí en España tenemos un ejemplo cercano. El Ath. Bilbao es el club cuyo estilo está más arraigado, y sin embargo hace tiempo que no ganan nada, ni aspiran a hacerlo. Claro que la Real Sociedad también tenía ese estilo, y desde que se separó de él va de mal en peor. A lo mejor es que esos equipos no dan más de si. Osasuna tiene un estilo particular muy afianzado que le permite mantenerse en Primera más o menos con solvencia, a pesar de que su entrenador sea Camacho. El At. Madrid siempre fueron los genios del contragolpe, aunque hoy día no saben ni donde están de pie.Y el Betis nunca llegará a nada mientras el "manque pierda" sea su seña de identidad. El Real Madrid lleva tiempo a la deriva, y sólo ha enderezado sus caminos cuando ha apelado a la garra y  al "espíritu de Juanito". Ocurrió el año en que nos robaron la liga, y también la temporada pasada, aunque en esta última no llegaron a alcanzar sus objetivos.

Los países más importantes en el ámbito futbolístico también tienen sus estilos definidos y diferentes. Brasil, Italia, Alemania, Inglaterra, Holanda.... Argentina se divide entre "menottistas" y "bilardistas", pero es que son tan buenos que han ganado un mundial con cada uno de los estilos. Incluso España destacaba por lo que llamaban "la furia", y una vez perdida esa seña de identidad, ahora tenemos otra con el "tiki taka" (¡cómo aborrezco ese concepto!).

¿Y el Sevilla? Pues es cierto eso de lo de la escuela sevillana, cuyo jugador emblema en la actualidad es Jesús Navas. Pero el Sevilla se ha reinventado en los últimos años, y si no tenemos estilo es porque no nos ha dado tiempo. Pero no tenemos estilo en el terreno de juego, porque como entidad se ha establecido un modelo de gestión que se ha convertido en un ejemplo para todo club que quiera crecer, y no tenga recursos económicos. Nuestro nuevo estilo empieza por ahí, y ese modelo, ese estilo, es el que mantiene a un entrenador como Manolo Jiménez en el banquillo. Y a mi me da que cuando se vaya Jiménez no vendrá Marcelino, o Valverde. Ni siquiera Michel. A mi me da que el próximo entrenador del Sevilla, cuando llegue, se va a llamar Ramón Tejada, o Francisco Lopez. O algo parecido. Pero de esto hablaré en unos días, con mayor profundidad.

El Sevilla ha instaurado unas estructuras en el club, lo ha dividido en departamentos, hay funciones delegadas, y eso parece ser sagrado para la directiva. Dicen que Juande no se fue al Tottenham sólo por dinero (que también), sino porque allí le daban unas atribuciones en la parcela técnica que aquí no tenía. Aquí ficha Monchi, no el entrenador. Todo esto también es estilo, no lo olvidemos.

La impresión que me da es que, dentro de unos años, seguramente se hablará de algo parecido a "la transición sevillista". Un periodo en el que el club se transformó por completo. Mutó. Se hizo grande. Y pienso que actualmente nos encontramos en esa transición. Toda transición es, en cierta manera, traumática, porque supone un cambio grande. Y eso se palpa en la grada, en el sentir sevillista, en parte orgulloso, en parte digustado, toda una contradicción. Como el adolescente que ya no es niño, pero que aún no es hombre, nosotros ya no somos un club mediano, pero nos falta algo para la grandeza absoluta.

Nos falta rematar definitivamente nuestro estilo. Hay mucho avanzado, pero aún no está todo hecho. Pero es que no nos ha dado tiempo, ya digo. Es otra manera de decir lo que he dicho muchas veces. Que nos falta encontrar nuestro nuevo sitio. Y eso es algo que se me viene a la cabeza continuamente.

Ayer lo volví a pensar mientras veía el Ajax - Juventus. Dos estilos antagónicos de dos clubes súper grandes. Lo que a nosotros nos falta.

Aún

miércoles, 17 de febrero de 2010

¿Un encuentro en la cumbre?

Mañana jueves comienzan las eliminatorias de los dieciseisavos de final de la Europa League, la antigua Copa de la UEFA que tan maravillosos recuerdos nos trae a los sevillistas. Los equipos españoles tienen, en su mayoría, emparejamientos complicados. Sólo el Valencia, que se enfrenta al Brujas belga, parte como claro favorito, porque las eliminatorias entre Ath. Bilbao y Anderlecht, Villarreal y Wolfsburgo y At. Madrid y Galatasaray están bastante más abiertas. Hay otros enfrentamientos de altura, como los que van a tener que disputar PSV Eindhoven y Hamburgo, o Everton y Sporting de Lisboa, pero yo quisiera centrarme en el más interesante de todos, en mi opinión, que es el que ha unido al Ajax de Amsterdam con la Juventus de Turín.

Cuando uno escucha la palabra "Ajax", y a continuación la palabra "Juventus", se le viene a la cabeza una final, o un partido en la cumbre entre dos clubes históricos y supercampeones. Sin embargo se hace bastate raro comprobar que este año se trata de unos dieciseisavos de final de la devaluada UEFA. Y es que a uno se le revuelve algo por dentro al ver a estos dos equipos en la situación en la que se encuentran. Tan venidos a menos últimamente.

Ajax y Juventus son, junto al Bayern Munich, los únicos tres equipos que han ganado las tres competiciones continentales, Copa de Europa, Recopa y UEFA. El Ajax tiene en su palmarés 29 ligas holandesas, 17 copas, 7 supercopas, 4 Copas de Europa, 1 Recopa, 1 Copa de la UEFA, 2 Supercopas de Europa y 2 Copas Intercontinentales. Por su parte, la Juventus cuenta con 27 ligas italianas, 9 copas, 4 supercopas, 2 Copas de Europa, 1 Recopa, 3 UEFAs, 2 Supercopas de Europa y 2 Copas Intercontinentales. Son dos verdaderos monstruos. Dos equipos históricos, de los más históricos que puede haber, pero absolutamente venidos a menos por diferentes circunstancias. De hecho, el último título nacional del Ajax se produjo en 2007 (la Copa), y no gana su liga desde 2004. Por su parte, la última vez que la Juve ganó algo fue en 2003 (Liga y Supercopa de Italia). Y si nos vamos al ámbito internacional, hay que remontarse al año 1996, cuando La Vecchia Signora alzó la Copa de Europa, la Supercopa de Europa, y la Copa Intercontinental. Curiosamente, justo el año anterior, en 1995, fue el equipo de Amsterdam quien ganó esos tres títulos.

Y ahora se enfrentan en dieciseaisavos de la Europa League. Definitivamente, algo está cambiando en el fútbol. Entre desapariciones de competiciones (Intercontinental, Recopa), cambios de denominación, (Copa de Europa, UEFA), entrada en bolsa de clubes, llegada de multimillonarios rusos, espectaculares contratos televisivos, apertura al mercado asiático o norteamericano, explosión futbolística de Africa, marketing, publicidad, futbolistas ejerciendo de modelos, chicas adolescentes idolatrando a futbolistas....

Y el Ajax y la Juventus que se enfrentan en dieciseisavos de la Europa League. Que si, que algo está cambiando.

Ahora que está tan en boga en Sevilla el debate sobre el juego del equipo, he aquí un ejemplo claro de dos conjuntos con estilos de juego absolutamente antagónicos. Los italianos son el summum del cattenaccio, del futbol a la italiana. Esa forma de jugar extremadamente competitiva y rácana, pero que les ha llevado, a ellos y a su selección, a ser de los más laureados de la historia del deporte. Y no importaba la calidad de los futbolistas de la plantilla. Porque mira que han pasado jugadores buenos por la Juventus de Turín. Por poner un par de ejemplos, Platini y Zidane. Si con esos no se juega buen fútbol, apaga y vámonos.

Pues apaga y vámonos.

Por su parte, el Ajax es todo lo contrario. La Juve es al catenaccio lo que el Ajax al fútbol total. Velocidad, verticalidad, movilidad, capacidad técnica y física, fútbol vistoso y alegre... una gozada para el espectador. No es sólo el Ajax, sino que la mayoría de los equipos holandeses se manejan de este modo, de manera que no son extraños los resultados abultados en la Eredivisie. Quizás sólo el PSV es más "europeo" que sus contrincantes en la liga doméstica. Y el Ajax es el club por antonomasia en ese sentido. Es su filosofía, su forma de jugar desde que Johann Cruyff fue su jugador emblema, y tiempo después, su entrenador. De hecho, el fútbol espectáculo actual del Barça de Guardiola, es heredero del del Barça de Cruyff, el cual por su parte era heredero del Ajax de los setenta. El que ganó tres Copas de Europa consecutivas. Bueno, pues estos tipos siguen jugando a lo mismo. Con mayor o menor éxito, pero a lo mismo.

Pero es que hasta en la composición de las plantillas parecen el orto y el ocaso. La Juventus con jugadores tan veteranos, y el Ajax con futbolistas tan jóvenes. En la Juve vemos a Buffon (32), Cannavaro (36), Grosso (32), Legrottaglie (33), Camoranesi (33), Del Piero (35) o Trezeguet (32). Por supuesto, también tienen jugadores más jóvenes como Chielini, Felipe Melo, Marchisio o Diego, pero la base del equipo es bastante veterana. Por su parte, en el Ajax nos encontramos con que el portero Stekelenburg (27) es el de más edad de los asiduos en el once. Así podemos ver a Van der Wiel (22), Vertonghen (22), Alderweireld (20), Aissati (21), Enoh (23), Siem de Jong (21), Vurnon Anita (20), De Zeeuw (26), Emanuelson (23), Sulejmani (21) o Luis Suárez (23), todos ellos jugadores jovencísimos, y con un enorme futuro por delante, seguramente lejos del equipo de la capital de Holanda. En definitiva, los italianos son veteranos aguerridos, conservadores y oportunistas, y los holandeses jóvenes, valientes, desenfadados, alegres y muy goleadores (llevan en su liga 65 goles en 23 jornadas, casi 3 por partido, una verdadera barbaridad)

Con tan antagónicos estilos, estos clubes lo han ganado todo, y también perdido. Han vivido en la cúspide, y ahora en la mediocridad. Pero han sido siempre fieles a su estilo, a su personalidad. Me vuelvo a acordar del Sevilla. Eso es lo que nos falta a nosotros. Encontrar nuesto estilo, nuestro patrón de juego. Eso que nos guíe cuando haya dudas. Poder decir "nosotros somos esto, jugamos así, y nada ni nadie podrá sacarnos de ahí". A pesar de que hoy día no son lo que fueron, Ajax y Juventus son super grandes en este sentido. Ellos son lo que son, y permanecen fieles a su personalidad. Ayer ganaban, y hoy no tanto, pero siempre van con la cabeza alta.

Es para ponerse en pie y aplaudir.

Cuando se vean las caras en la devaluada segunda competición continental, en una ronda tan lejana de las finales, unos se encerrarán atrás, le dejarán el balón a los rivales, y esperarán el fallo de estos para matarlos al contragolpe. Y no escatimarán en pérdidas de tiempo, marrullerías, faltas o incluso de colgarse del larguero para conseguirlo. Y los otros se pondrán a tocarla y tocarla, a correr y a moverse, a pasar el balón de un lado a otro buscando el hueco por donde colarse. Puede que el Ajax marque en el minuto uno, obligue a la Juve a salir de la cueva, y le meta un saco de goles. Y puede que la Juve aguante estoicamente el chaparrón holandés, para marcar el gol de la victoria en el último minuto, tras una falta que el árbitro no pitó, en un rebote imposible tras el único fallo de la defensa en todo el partido. Y seguramente lo haga Del Piero, en semifallo, o cayéndose, o con el culo, o incluso con un centro al area que de mal que le pega se convierte en disparo a puerta que sorprende al portero. Como siempre. Como toda la vida. Pero fieles a su estilo. El suyo propio. Tanto unos, como otros.

Lo dicho, para ponerse un pie y aplaudir.

lunes, 15 de febrero de 2010

Desconcierto

Esa es la sensación que me produce la situación del Sevilla tras la victoria cosechada ayer contra Osasuna. Un Sevilla que parece que no juega a nada, que vive sumido en una crisis de juego que comienza a ser preocupante, cuya afición se debate en una continua discusión acerca de lo que estamos haciendo y lo que tenemos que hacer en adelante, con un equipo que siembra dudas en muchos, con una buena parte de la prensa local empeñada en hurgar en la herida, y con una sensación generalizada de que así no vamos a ninguna parte. Con un entrenador permanentemente discutido, para el que todos los partidos son finales, como si estuviese puesto ahí de forma provisional, y se jugase el puesto todas las semanas a pesar de sus excelentes resultados, y ya va para dos años y medio en el cargo.

Bueno, pues este Sevilla, después de la terrible travesía del mes de enero, tiene a estas alturas un punto más que el año pasado en la misma jornada, sólo que la temporada pasada ya no estaba vivo ni en Europa ni en Copa, y este año somos finalistas de esta última, y la semana que viene disputamos la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones (el año pasado disputaba la UEFA).

Y yo hay veces que no sé qué pensar. Mientras cada día que pasa estoy más preocupado por el juego que despliega el equipo, es mirar la situación en la que nos encontramos y el corazón se me hincha del orgullo. Es cierto que un equipo grande no puede permitir ridículos como el de Getafe, pero es que ridículos como ese lo perpetran todos los clubes, grandes o pequeños, a lo largo de todas las temporadas. Justo ahora que los medios de comunicación no paran de incidir en la plaga de bajas del Barcelona, que le han costado su primera derrota en liga. Qué cosa más curiosa. Como he dicho en varias ocasiones, si a un equipo le quitas la mitad de su plantilla durante un tiempo, lo que le ocurre es lo que le ha pasado al Sevilla estas semanas atrás. Y al Barça, al todopoderoso Barça, le ocurre exactamente eso.

Sí, ya sé que estoy otra vez con el tema de las excusas, pero es que las cosas son como son. He intentado olvidarme de ellas para entender a las personas que no opinan como yo, pero es que ya digo, las cosas son como son. Y si ponemos buena voluntad, y consideramos lo de Getafe como el partido tonto que todos los equipos tienen todos los años, lo cierto es que desde que vamos recuperando futbolistas, la tendencia se está invirtiendo. Y aunque no hemos recuperado el juego, ahora ganamos. Antes perdíamos, y ahora ganamos. La sangría de puntos que se fueron del Sánchez Pizjuán en diciembre fue escandalosa. Pero ahora llevamos tres victorias consecutivas en casa. Y si me estoy empeñando en comprender a todo el mundo, y admito que el juego del equipo no es el deseable, tampoco puedo obviar este hecho. Ha sido empeza a recuperar jugadores, e invertirse la tendencia de un modo inmediato. Salvo el día del Getafe, claro. Yo soy así. O al menos intento serlo. Intento ser objetivo. Y las cosas son como son.

Ayer se ganó, y se hizo por la mínima, pero con solvencia. Y eso que aún nos faltan efectivos importantes como Konko, Squilachi y Dragutinovic (media defensa, vamos). Pero ayer se produjo la sensacional noticia de la recuperación de Fazio. Ojalá haya superado por fin sus problemas, porque en este chico tengo puestas unas expectativas enormes. Y hubo otra cosa que me alegró de manera especial: el buen partido de Diego Capel. Ahora que Perotti anda de bajón, el que el almeriense esté en buena forma es una estupenda noticia para el equipo.

Esta semana, por fin, no tenemos partido inter semanal. Con lo cual, disponemos de un tiempo fundamental para descansar e ir recuperando efectivos. Luego viene la Champions. Es cierto que el equipo no ha recuperado las sensaciones del principio de la temporada, con lo que no sabemos qué nivel vamos a ofrecer en Moscú. Además, antes tenemos otro partido importantísimo en Mallorca, donde el equipo local aún no ha perdido en liga. Pero es que las espadas siguen en todo lo alto. A pesar de todo. Y, como decía al principio, esto me provoca un desconcierto del que no sé cómo salir.

Me siento como si nos encontráramos en el filo de la navaja. Como al borde de un barranco, de modo que dependiendo de cómo demos el siguiente paso nos caeremos, o seguiremos en pie. Todos los partidos parecen finales, todas las semanas parece que nos jugamos la vida. Y eso es lo que se llama presión. La presión propia de un equipo grande.

Al final, esa es la conclusión a la que llego. Ya somos un grande. Ya nadie puede discutir eso. Todos los partidos son finales porque todos los partidos hay que ganarlos, no valen medias tintas. Además hay que hacerlo demostrando que somos superiores, no por suerte o por la sobrehumana actuación del portero. Y cuando el equipo pierde se desencadena la crisis, pero eso no lo digo yo. Lo dijo el presidente hace no tanto. Este es el carro en el que nos hemos subido, y tenemos que aprender a vivir con ello. No da tiempo de disfrutar un logro, cuando ya tenemos otra vez la espada de Damocles sobre la cabeza. Pero eso es simplemente porque tras ganar un partido, o pasar una eliminatoria, apenas justo después de alegrarse y celebrarlo, ya tenemos por delante otro partido que ganar como sea. Bueno, como sea no, hay que ganarlo con la dignidad propia de un grande.

Ayer el equipo ganó, sin jugar bien, pero con dignidad. Mostrándose superior a Osasuna y sin desgastarse más de lo necesario. Era justo lo que necesitábamos. Sumar los tres puntos con solvencia, pero conservando las fuerzas para lo que está por venir.

Prometo que he intentado ser lo más objetivo posible. Yo estoy que me salgo del pellejo por la alegría que me da ver al Sevilla como está. Pero me empeño en que eso no me ciegue, para ser consciente de los problemas del equipo. Sólo porque para solucionar los problemas primero hay que ser conscientes de ellos. Sin embargo, la realidad es la siguiente.

A día de hoy, tenemos un punto más que el año pasado a estas alturas, sólo que el año pasado ya estábamos fuera de UEFA y Copa. A día de hoy, la temporada que estamos haciendo es notablemente mejor que la pasada.

Y eso me desconcierta.

Y me ilusiona, por supuesto.

Una barbaridad

P.D. Anoche, al tal Cerezo, presidente de nuestro rival en la Final de Copa, se le llenó la boca diciendo que su equipo ha sido el único capaz de ganarle al Barcelona este año. No sé si se refería a ganarle en liga, o a ganarle en uno de sus desplazamientos, no especificó. Sea como sea, aún estoy esperando que alguien le saque de su error. No son los únicos ni los primeros. Los primeros fuimos nosotros, el Sevilla FC.

viernes, 12 de febrero de 2010

El “efecto boomerang”

Debo decir de antemano que este post es largo, y pido perdón por ello. Llevo varios días escribiéndolo, pero es que creo que el tema es de lo más importante. Si tienes la paciencia de leerlo, te lo agradeceré, y si no, pues no tengo más remedio que entenderlo. Sea como sea, ya digo, creo que el tema es de enorme importancia para nosotros. Para la Afición del Sevilla. Así que empiezo.

La afición del Sevilla es una de las mejores de España, eso es algo que está comúnmente extendido, lo sabe todo el mundo y no hace falta redundar mucho en ello porque a nadie en su sano juicio le cabe en la cabeza poner en duda esto.

Se trata de una afición entregada, fervorosa, que se ha mantenido al lado de su equipo a lo largo de muchas décadas sin ninguna alegría que llevarse a la boca. Sin ni siquiera acercarse a las mismas. Antes de estos últimos años tan exitosos, y después de la década de los cincuenta, creo que lo máximo a lo que llegamos fue a dos semifinales de Copa, y un tercer puesto aislado en los años setenta. Aparte de eso, tres o cuatro clasificaciones para la UEFA, agónicas la mayoría de ellas, competición en la que siempre caíamos a las primeras de cambio. Si no recuerdo mal, lo máximo que conseguimos fueron aquellos octavos de final en los que nos eliminó el Barça. Un par de descensos en los años setenta, y otros dos a finales del siglo XX. Y la afición siguió ahí, a pie del cañón.

Pero es que es algo que se puede cuantificar, incluso. Cuando el Sevilla se arrastraba por los campos de la categoría de plata (de plata para los que están en tercera, que para equipos como el Sevilla es un verdadero infierno), una pléyade de veinticinco mil fieles le seguía en su travesía por el desierto. Veinticinco mil almas que se gastaban su dinero para ser socios de un equipo de segunda. Ya quisieran la muchísimos equipos, no ya de segunda, sino de la hoy llamada Liga BBVA tener veinticinco mil socios. Pues esa es la afición del Sevilla. De las pocas que son capaces de mover a tal cantidad de personas sea cual sea la circunstancia del equipo.

Pero no son sólo esos veinticinco mil los que conforman la grandísima afición de la que podemos presumir. Hay muchos más. Hay gente que simplemente no puede permitirse comprar el carnet, o que no reside en Sevilla y vive su sentimiento desde la lejanía. Sea como sea, cuando el equipo estaba en segunda, no era raro ver en las gradas del Sánchez Pizjuán a treinta mil personas. Treinta mil seguidores acérrimos que animaban a su equipo en las victorias y en las derrotas. Una verdadera barbaridad. Por eso la afición del Sevilla es una de las mejores de España.

Claro que el brutal crecimiento experimentado por la entidad en los últimos años ha elevado el número de socios de la misma hasta más de cuarenta mil. Para redondear, dejaremos esa cifra exacta. Diez mil personas más. Estos diez mil no eran los que decía antes que no se podían permitir el carnet (este es mucho más caro ahora que entonces, con lo que ahora se lo pueden permitir incluso menos), ni evidentemente los que residen fuera de Sevilla. Estos diez mil son los que se han enganchado al carro de las victorias, los que se han unido a esa excepcional afición gracias al tirón experimentado por el brutal crecimiento del club. Y se han gastado un dineral, pero lo han hecho para ver buen fútbol (por eso se engancharon). No les valen sólo los resultados. Ellos quieren ver buen fútbol.

Estos diez mil se han quejado amargamente por no haber podido ir a las finales que el Sevilla ha disputado. Y es que el club ha decidido premiar a los veinticinco mil anteriores por su lealtad. Por considerar que, tras tragarse lo malo, ahora se merecen ser los primeros en disfrutar de lo bueno. Y me parece bien. Aunque yo sea de los que se tragó lo malo, se tuvo que ir de Sevilla por motivos laborales cuando el equipo empezaba a crecer, y cuando volví y se inició lo bueno no tuve sitio entre el cupo de abonados porque esos diez mil se me adelantaron. No les culpo, es normal. A todo el mundo le gusta ver ganar a su equipo.

Después de aquel año mágico, el Sevilla se asentó en la grandeza del fútbol español. No se volvió a ver aquel juego maravilloso de la temporada 2006 - 2007, pero los resultados siguieron siendo espectaculares. Buena parte de los veinticinco mil aquellos del principio, al igual que otros muchos más, siguen encantados con su equipo. ¿Cómo no? Después de tragarse lo que se tragaron, es perfectamente comprensible. Pero otra buena parte de esos otros diez mil…, con el dineral que se han gastado para ver buen fútbol…

Durante unos años, el Sevilla fue un equipo plano, informativamente hablando. No había noticias de interés, se trabajaba con discreción, apenas se llamaba la atención. Era la época de Caparrós. Sin embargo, los medios locales mantenían una especie de monopolio, se tenían repartido el mercado entre unos pocos, y nadie movía una ficha. Había dinero para todos, y santas pascuas. Pero de repente surgen los medios oficiales del club, comienzan a crecer, a quitar audiencia a los demás, y a hacerles perder dinero. Y eso era intolerable. Esto ocurrió a la vez que esos diez mil se unieron a la masa. De todos modos, con la cascada de títulos que cayó sobre Sevilla, nada se podía hacer. Pero ahora las cosas han cambiado.

Como decía antes, los precios de los abonos han subido mucho, la calidad de la plantilla también, y mucha gente, que ya no se conforma con los resultados, están que trinan con el juego que despliega el equipo de Jiménez. Da igual que la situación sea muchísimo mejor que la de hace apenas cinco años. Eso no importa. Para ellos (y para todos los demás también) todo cambió en mayo de 2006. Para ser exactos, en la ciudad holandesa de Eindhoven. O quizás un poco antes, con el glorioso gol de Antonio Puerta. Y ahora que las cosas ya no son como entonces, comienzan las quejas. Y hete aquí que aquellos medios que están viendo cómo pierden audiencia y dinero ven la posibilidad de evitar que el Sevilla siga siendo aquel equipo plano informativamente hablando, para convertirse en una mina de polémica. Comenzaron a utilizar el desencanto de parte de la afición para crear lo que todos sabemos que han creado. Un ambiente de malestar y de crispación incomprensible para cualquiera que no viva aquí, y que ha convertido el Sánchez Pizjuán en un auténtico martirio para los jugadores locales.

Cuando José María del Nido arribó a la presidencia de un equipo casi arruinado, llegó a decir que la deuda del Sevilla era calderilla. Con su discurso arrogante trató de cambiar la mentalidad de un club hasta entonces perdedor, pero la situación en ese sentido se le ha ido de las manos. En aquellos momentos, ese tipo de frases sentaba de maravilla a la afición. Una afición que venía de escuchar cosas como que el Sevilla estaba en quiebra técnica, que podía incluso desaparecer, que el objetivo era la permanencia en segunda, que no había dinero ni para comprar balones... El debate en esos días era si estaríamos dispuestos a dejar nuestra casa para jugar en el Estadio de La Cartuja. La venta del Sánchez Pizjuán parecía la única salida viable. Incluso se sondeó la posibilidad de que el Betis hiciera lo propio con su estadio, y se citó lo que ocurre en ciudades italianas como Milán, Roma o Turín, en las que los equipos comparten coliseo. Llegamos a jugar hasta algún que otro partido en el mal llamado “Estadio Olímpico”, y todo parecía indicar que esa era la solución. Hasta que llegó Del Nido.

Ese discurso ambicioso caló en la afición, que gracias a los resultados del equipo comenzó a creérselo. Lo de los cinco títulos hizo el resto, y ahora el presidente ve cómo su propia actitud se le ha vuelto en su contra. Es como cuando das la mano, y te cogen el brazo. Es lo que en otros ámbitos se conoce como el “efecto boomerang”. Hoy día es la afición la que ambiciona, y Del Nido quien tiene que parar los pies, con argumentos como que la cuarta plaza es el objetivo, y siendo reticente a admitir a su club como candidato al título de liga para rebajar la presión. Claro que la afición entiende que si después de los cinco títulos “lo mejor está por llegar” y que esta plantilla de hoy “es la mejor de la historia”, el título de liga es lo que tenemos que conseguir, o al menos pelear por ello. La gente es así, y si la provocas, pues mucho más.

Como digo, a Del Nido se le ha ido este asunto de las manos, y ahora vive en una situación complicada. ¿Cómo parar esa furia ambiciosa que él mismo provocó? No es fácil. No podemos volver atras, a ser un equipo mediano. Ni queremos. Aquí, o te subes al tren de la grandeza, o te hundes.

Y es que partidos como el de Getafe son inadmisibles para un equipo grande. Y eso que mucho peor fue lo del Madrid en Alcorcón, pero ya ni eso nos vale. La prensa se ceba contra Jiménez porque sabe que ese es el filón actual para seguir vendiendo, y utilizan a esa parte de la afición que está tan descontenta para conseguir sus objetivos. Pero nosotros, los sevillistas tenemos que ser conscientes de eso. Porque crítica siempre ha habido. ¿Qué era si no aquello del “otro año igual” que se le cantaba a Luis Cuervas? Claro que eso se cantaba por quedar otra vez séptimos, octavos, novenos…

Pero lo de ahora es un poco menos comprensible. Con el equipo situado donde está, es más difícil de entender lo que ocurre. El descontento de parte de la grada es evidente. Unos sienten vergüenza por la actitud del equipo, y otros lo mismo pero por la actitud de sus compañeros de localidad. Unos no consienten un juego tan pobre, y otros no toleran los pitos cuando se disfruta de uno de los mejores momentos de la Historia. Yo soy más de los segundos, pero por mi forma de ser, intento comprender a los primeros.

Ya he comentado en alguna ocasión que yo creo que la afición del Sevilla aún no ha digerido el brutal crecimiento de la entidad en los últimos años. Todavía no ha encontrado su nuevo sitio en el mundo, no sabe hasta qué punto debe exigir, y cuando relajarse y disfrutar. Unos se acuerdan (nos acordamos, yo me incluyo) una y otra vez de las terribles épocas pasadas, y otros prefieren mirar al frente y crecer. Y mientras, esa parte de la prensa tan dañada por el crecimiento de los medios del propio club sigue aprovechándose de tal debate para dividir y sacar tajada.

Porque el debate no es Jiménez o no Jiménez. El debate es qué somos y hacia donde debemos dirigir nuestros pasos. Y lo que tenemos que hacer todos, como afición, es recordar lo malo anterior para valorar lo bueno actual, y también mirar hacia delante evitando que lo malo anterior sea un lastre para nuestro crecimiento.

El Sevilla está ante una ocasión dorada de hacer algo muy, muy grande. No podemos conformarnos con menos de lo que nos merecemos sólo porque es mejor que lo que hemos tenido hasta hace muy poco tiempo. Pero tampoco podemos dedicarnos a abuchear al equipo, teniendo en cuenta lo que se está consiguiendo, hasta el punto de convertir nuestra casa en un suplicio para los nuestros.

Para que el Sevilla llegue a sus objetivos, todos tienen que dar lo mejor de si mismos. Directiva, secretaría técnica, entrenador, jugadores y afición. Todos hablamos de lo que han hecho bien unos y otros. De que tal o cual fichaje ha salido mal, de que el entrenador no saca partido a la plantilla, o de que ciertos jugadores están o no enchufados. Pero, ¿y la afición? ¿Está dando la afición lo mejor de si misma por el bien del equipo? Lamento tener que decir que en mi opinión, no.

Estamos ante un reto apasionante. Lo inició Del Nido con su discurso altisonante y ahora, por el “efecto boomerang” se le ha vuelto en su contra. Es la hora de la afición. Del Nido pasará, Jiménez pasará, y Monchi, y la plantilla actual, pero nosotros seguiremos ahí. Tenemos que encontrar nuestro equilibrio, nuestra nueva posición. Cada uno con sus opiniones, y todos juntos en nuestra diversidad. Eso es lo que nos va a guiar en el futuro. Lo que va a guiar a nuestro club. Nosotros seguiremos. Sigamos juntos. Encontremos nuestro camino, pero juntos. No permitamos que los intereses económicos de algunos nos dividan. No lo permitamos.

jueves, 11 de febrero de 2010

La importancia de las cosas

El Sevilla jugó anoche posiblemente el peor partido que le recuerdo desde el último descenso a Segunda División. Un desastre, un horror, algo de verdad increíble, inenarrable. Pocas veces he visto al equipo jugar así de mal. Otro mal partido que se me viene a la memoria, aunque no fue para tanto como el de anoche, es el de la final de la UEFA 2007, en el que, con el traidor en el banquillo (no con Jiménez), nos dejamos empatar en la prórroga, cuando el rival jugaba con diez (el rival era el Español, no el Manchester United). E, igual que ayer, fue Palop quien hizo posible que la Copa viajara de Glasgow a Sevilla.

¿A alguien le importa cómo jugó el Sevilla en Escocia?

¿Y ayer? ¿A quién coño le importa cómo jugó el Sevilla ayer?

Otra vez, mi enhorabuena a un tío que me cae tan mal como Michel, pero que se merece mi enhorabuena. Vaya soberano partidazo que hicieron anoche. ¡Qué barbaridad! ¿Cómo se puede jugar tan bien al fútbol? Al Getafe anoche le pasó lo que le pasaba al Sevilla en otra época. Aquel Sevilla de arte y filigrana, con el que la grada se ponía en pie para aplaudir la genialidad del genio de turno. Ese que no hacía nada en todo el partido, pero que en un momento dado se sacaba de la chistera un regate inverosímil con el que justificaba sus noventa minutos pasotismo. Era el Sevilla de la liguilla particular, ¿recordáis? Ese al que le importaba bien poco cómo de mediocre había sido su temporada, si al final de ella quedaba por encima "der Beti". Ese Sevilla que hizo tan frecuente aquella frase que decía eso de "hemos jugado como nunca, pero hemos perdido como siempre"

Pues anoche el Getafe jugó como nunca para perder como siermpre, porque si el Getafe jugase siempre así de bien, estaría disputándole el título al Barça y al Madrid. Y por lo mismo, si el Sevilla jugara siempre así de mal, directamente no estaría en Primera División. Esto es la Copa del Rey. La competición en que el pequeño se hace grande, y convierte al grande en pequeño. El torneo de las sorpresas. De los alcorcones y las islas cristinas. El campeonato en el que equipos como el Getafe pueden lucirse, y hacérselo pasar tan mal a grandes como el Sevilla.

¿Quién mereció la final por juego y fútbol? El Getafe.

¿Quién ha pasado a la final? El Sevilla.

¿Importa eso mucho? A mí, personalmente, me importa lo mismo que lo de la final contra el Español.

Me importa un pimiento, un rábano, un comino, un colín, una mierda y hasta un amaranto, y mira que prometí no volver a mentar a los bledos. Y lo mismo digo uno, que mil, que un millón, o que infinitos (no sé cómo se pone el símbolo de infinito con el teclado). Me da lo mismo, me da igual, me es indiferente.

"Jugando así no vamos a ninguna parte", se escuchaba ayer. Jugando así hemos llegado a una final, porque lo de anoche no fue más que un mal partido, ni más ni menos. Hay que ser conscientes de cuál es la importancia de las cosas.

El Sevilla jugó fatal y pasó, igual que jugó muy bien contra el Deportivo y ganó, igual que jugó muy mal contra el Barça y se clasificó, lo mismo que jugó horrible contra el Zaragoza y perdió, y también que jugó genial contra el Español este año en Liga y sólo empató. Pero lo importante no es eso. Lo importante es otra cosa.

Lo importante es que el Sevilla está en la final, y no puedo dejar de acordarme de cuándo para mí, el título más grande al que podía aspirar el Sevilla era el Carranza. "Al fin y al cabo te dan una copa", pensaba yo para consolarme. Y también de la época en la que veía en la tele los partidos de Champions de equipos como el Celta o el Deportivo, tradicionalmente más pequeños que nosotros, y me preguntaba si algún día podría escuchar esa musiquita en el Sánchez Pizjuán. Tanto es así que el día del partido del Arsenal, por la mañana, pasé por al lado del estadio en dirección a otro lugar, y estaban ensayando con la megafonía para que por la noche se escuchara bien ese himno. Me emocioné tanto que tuve que sentarme en cualquier lugar para escucharla tranquilo. Y me seguí emocionando tanto que me dirigí a las taquillas para ver si quedaban entradas disponibles. Y quedaban. Yo creí que no sería así, pero quedaban. Me gasté 140 euros en dos localidades, una para mi mujer y otra para mi. Y por la noche fuimos al partido y lo pasamos en grande viendo al Sevilla ganarle a un grande de Europa. Mi mujer es del Madrid (no hincha, pero sí simpatizante), pero aquella noche se puso su bufanda del Sevilla y casi pierde la garganta de tanto cantar y animar. "Si es que si te pica el gusanito sevillista estás perdido", le digo a veces. Y ella se ríe y reniega, pero aquella noche casi pierde la garganta.

Aquello pasó después de los cinco títulos, y ya con Jiménez en el banquillo. Y me volví a emocionar con mi Sevilla. Aún ahora me emociono al recordarlo y escribirlo. ¿De verdad alguien se piensa que el hecho de que ayer el Sevilla hiciera una mierda de partido es algo importante? ¿Os explico de nuevo lo que me importa eso?

Sé que hay hoy mucha gente amargada en Sevilla. Y en mi opinión eso es inaudito. El equipo en una final, y hay gente amargada. Amargada con el juego, con el baño que nos dieron ayer, con la idea de que este Sevilla no despliega buen fútbol, con sus animadversiones y obsesiones. Pero esa gente me da igual. Yo soy el mismo que celebraba una clasificación para la UEFA en la Puerta de Jerez. Y el que se reía de los béticos cuando nosotros éramos los 12º, y ellos los 13º. El mismo que se preguntaba si alguna vez escucharía la musiquita de la Champions en el Pizjuán, y el que se gastó un dineral en llevar a su mujer madridista a ver un Sevilla-Arsenal. Ese mismo, el de siempre, un sevillista cualquiera, de tantos y tantos que hay.

¿De verdad creéis que me importa como jugó el Sevilla anoche? Estamos en una Final.

¿De verdad créeis que me importa?

martes, 9 de febrero de 2010

Una gran semana para el Ajax

En efecto, esta semana en la que en Holanda se han disputado tres jornadas de liga (domingo - miércoles - domingo), ha sido de lo más beneficiosa para el Ajax de Amsterdam. Superó la complicadísima visita al Feyenoord del fin de semana anterior con un valioso empate a uno, punto que valió de mucho tras el tropiezo del Twente (de los poquísimos que ha tenido este año) en su partido contra el Groningen. En la jornada intersemanal ganó con facilidad al Roda por 4-0, con cuatro goles de Luis Suárez, que ya lleva 22 sólo en liga. Una verdadera barbaridad. Y este domingo pasado recibía al propio Twente en el Amsterdam Arena, en un partido que se antojaba fundamental para el desarrollo de la temporada de los locales. El equipo de Enschede estaba segundo, con nueve puntos de ventaja sobre el Ajax, que ocupa la tercera plaza. Todo lo que no fuera una victoria haría al equipo de Amsterdam casi olvidarse de disputar el año que viene la Liga de Campeones. Y no sólo se ganó, sino que se hizo con contundencia. Con un 3-0 que ha elevado la moral del club hasta unos límites hasta hace poco apenas soñados.

Y eso que el Ajax afrontaba el encuentro con importantes bajas. Sobre todo la del joven central internacional belga Toby Alderweireld, que a sus 20 años está siendo una de las sensaciones de la temporada. Y también la del extremo diestro camerunés Eyong Enoh, habitual en los onces este año.

Martin Jol sacó de inicio a Stekelenburg en la portería. Una defensa de cuatro formada por Van der Wiel por la derecha, Emanuelson por la izquierda y Oleguer y Vertonghen como centrales. En el medio del campo jugaron De Zeeuw, Lindgren, Siem de Jong y Vurnon Anita, y arriba Pantelic y Luis Suárez. En el segundo tiempo, Gabri entró por De Zeeuw, Rommedahl por Emanuelson y al final del partido se produjo el debut del joven internacional uruguayo Nicolás Lodeiro, que saltó al campo en sustitución del croata Pantelic. Lodeiro ha sido fichado en el mercado invernal, y es un jugador en el que hay puestas muchas expectativas.

Por su parte, el Twente de Steve MacLaren salió con toda su artillería: Boschker en la portería, Stam, Wisgerhof, Tiendalli y Douglas en defensa, Theo Jansen, Wout Brama, Kenneth Perez y Miroslav Stoch como centrocampistas, y Blaise N'Kufo y Bryan Ruiz en la delantera. En el descanso hubo un cambio en la portería: Paauwe sustituyó a Boschker, lesionado, aunque para entonces el Twente ya perdía por 2-0. Y ya en el segundo tiempo Cheikh Tioté entró por Jansen, y Kuiper por Stam.

El primer gol llegó en el minuto 22, obra de Demy de Zeeuw, tras un fallo del defensa Peter Wisgerhof  a la salida de un corner. Diez minutos antes, el delantero del Twente Blaise N'Kufo falló la mejor ocasión de su equipo. De haber marcado, las cosas hubiesen sido bien distintas.

En el minuto 44, Luis Suárez estrelló un lanzamiento en el poste, y el rechace fue recogido por Gregory Van der Wiel, que pasó a Pantelic para que marcara a placer.

El danés Dennis Rommedahl hizo el definitivo 3-0 a 15 minutos para el final, a pase de Pantelic, y sólo a partir de entonces el Twente se decidió a hacer algo, aunque ya era muy tarde. Sobre todo a través del también danés, aunque de ascendencia española, Kenneth Perez, pero entre los postes y las buenas intervenciones de Maarten Stekelenburg evitaron que el resultado se moviera.

Esta victoria pone al Ajax a seis puntos de la segunda plaza que ocupa el Twente, y que da acceso a la Liga de Campeones. Además, tienen ganado el goal - average con el equipo de Enschede, ya que en la ida el resultado fue d 1-0 a favor de estos. Por su parte, el PSV sigue con su marcha triunfal y demoledora. Si se dice que este año los números del Barça son de record, y lleva 55 puntos, los 58 que tiene el PSV nos dan una idea de la campaña que están haciendo. No es comparable la liga española con la holandesa, ni el PSV con el Barça, claro, pero sí que nos indica hasta qué punto se están mostrando intratables en la Eredivisie.

Por su parte, la derrota en casa del Feyenoord (1-2 ante el AZ Alkmaar), hace que los de Rotterdam, que van cuartos, se descabalguen de la disputa por la tercera plaza, de la que ahora están a siete puntos. Un problema menos para el Ajax, que afronta ahora el futuro inmediato con bastante ilusión. Se ven capacitados para el asalto a la segunda posición, y para ello deberán ganar en su visita al Heerenveen de la próxima jornada (el Twente por su parte visita al Vitesse de Arnhem).

Pero sobre todo, esta victoria sirve de revulsivo de cara a la importantísima e inminente cita que tienen a continuación. Después de la próxima jornada, se disputan los dieciseisavos de final de la Europa League, y el Ajax está emparejado nada menos con la Juventus de Turin, jugando la ida en Amsterdam, y la vuelta en Delle Alpi. En principio es la Juve la favorita, pero viendo lo mal que les va este año a los italianos, y el buen momento de forma de los holandeses, la eliminatoria se presenta mucho más abierta de lo esperado.

lunes, 8 de febrero de 2010

El precio de la Copa

Es muy probable que este año el Sevilla vueva a jugar una final. Y también lo es, claro está, que la ganemos, y que engrosemos con otro título el fabuloso historial que estamos acumulando en los últimos años. Pero como el Sevilla no es el Madrid, ni el Barça, pues eso tiene un precio, y ayer por la tarde vimos a las claras cual es.

Calamitosa tarde para el equipo. Por el juego, por el resultado, por la mala suerte, por la actuación del árbitro, y por las nuevas bajas que se nos acumulan a las ya acumuladas. Calamitosa.

Cuando un equipo sale a por la victoria, y el rival lo hace acarajotado, lo normal es que el primero gane. No siempre (nosotros perdimos contra el Deportivo en liga, y empatamos contra el Español), pero normalmente es así. Y ayer se impuso esa normalidad.

Cuando la suerte sonríe a un equipo, y al otro no, en un 99,9 % de las ocasiones gana el primero. Ayer tuvimos la mala suerte de que Negredo marcase un gol en propia puerta, y ese gol supuso la derrota del equipo.

No siempre que un árbitro pita mal gana el beneficiado. Pero si Eliseu hubiese sido expulsado tras lo que le hizo a Stankevicius, otro gallo hubiese cantado. O no, no se sabe. Luego vino la estupidez de Negredo, que ayer, entre una cosa y otra, nos quitó lo que nos dio el día del Valencia. Y el lituano fue expulsado por mucho menos de lo que le hicieron a él antes. No es que eso sirva como excusa total, pero afecta. ¿O no afecta?

Y el colmo de los colmos son las bajas. Las nuevas bajas. Otra vez. Negredo y Stankevicius, fuera. Kanouté seguramente también. Luis Fabiano no sabemos si llegará. La defensa en cuadro. La delantera, también. Un desastre.

Afortunadamente, la ventaja que llevamos a Getafe es amplia, pero a mi me da que lo vamos a pasar mal allí. El equipo que saldrá no será precisamente el de gala, y eso afecta. ¿O no afecta?

Regalar este partido, igual que hicimos en Barcelona, en beneficio de la Copa no es tan grave. Pero sí que lo es hacerlo y no obtener los beneficios de hacerlo. Queremos preservar a unos jugadores, y se nos caen otros.

Y luego hay otra cosa. Si los jugadores que menos juegan tienen la oportunidad de reivindicarse en partidos como el de ayer, ¿por qué no lo hacen? Eso es algo que a mi me parece muy grave. Eso sí que resta al equipo. Eso sí que me preocupa.

En definitiva, partido para olvidar, puntos que vuelan, rivales que se distancian, que nos superan o que se acercan. Y sensación de que en la vuelta de semifinales de la Copa vamos a pasar fatiguitas.

No ha pasado nada. Todo sigue en nuestra mano. Seguimos ahí, a tiro de piedra de todo. Pero yo hoy estoy triste y preocupado.

Claro que eso es lo que siempre me ocurre cuando pierde el Sevilla. Igual no es para tanto.

domingo, 7 de febrero de 2010

Arouna Koné: algo más tuvo que haber

Hace una semana que se fue de Sevilla. Apenas ha entrenado unos días con su nuevo equipo. Ha salido de titular en el primer encuentro para el que estaba disponible. Ha jugado un magnífico partido y ha marcado su primer gol. Su equipo, el Hannover-96, ha perdido 2-1 en su visita al campo de Hoffenheim, y sigue rondando los puestos de descenso. Pero eso a los sevillistas no nos importa tanto.

¿Cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que en dos años y medio Koné no hiciera nada aquí, y en un partido en Alemania ya haya marcado?

Yo sigo pensando que Arouna Koné es un extraordinario futbolista que, por la razón que sea, aquí no ha hecho nada. Y me preocupa, porque si el único lugar en el que no ha hecho nada es aquí, es porque aquí pasa algo que afecta a Koné, y puede afectar a algún otro jugador por el que el Sevilla se gaste una friolera de millones.

No sé de qué se trata. Hablo por hablar, pero algo tendrá que ser, ¿no? No podemos echarle toda la culpa a un jugador que ha triunfado en los tres equipos en que estuvo anteriormente, uno de ellos muy potente, y que ya ha marcado en su primer partido en su nuevo club. A mi me encantaría saber qué es lo que le ha pasado aquí.

Os  lo digo en serio. Koné es un futbolista sensacional. Yo no digo que hiciera aquí lo que hizo en el PSV, pero es que aquí ha sido una nulidad. Es que es demasiado exagerado.

Algo más tiene que haber.

jueves, 4 de febrero de 2010

2-0 - Y Jiménez le ganó a Michel.

Quiero empezar mi post dándole las gracias a Michel.

Gracias, Michel. Gracias por tu apuesta ofensiva. Gracias por tener los cojones de salir al Sánchez Pizjuán a jugar al fútbol, a ganar el partido sin importarte la grandeza del rival. Qué mal me caes, Michel, pero es que lo cortés no quita lo valiente. Gracias, Michel. Gracias por ofrecer a este aficionado al buen fútbol una primera media hora de ensueño, de fútbol de altura, de calidad, velocidad y desborde. Aunque sea sevillista, y las pasase canutas al ver a un equipo pequeño jugar tan bien al fútbol. Gracias.

Y gracias por obligarme a comerme mis palabras de mi post anterior. Ese en el que decía que ni tu mismo te creías que ibas a salir al campo del Sevilla, del gran favorito, a comértelo, a ir a por ellos. Gracias.

Muchísimas gracias por hacerlo, Michel. Porque, como también dije en ese post, si lo hacías acabarías por regalarnos el partido. Acabarías por morder el polvo. Y así fue. Gracias Michel. Gracias porque, por mantener tu fantasmada has hecho que mi Sevilla tenga pie y medio en la final de la Copa del Rey.

El Getafe hizo una primera media hora de antología, jugó un fútbol primoroso, de lo mejorcito que yo le he visto este año a un equipo que no sea el Barcelona. Oda al "jogo bonito". Al tiki taka que se inventó el difunto Andrés Montes. Como si fuera la Selección Española en la última Eurocopa que ganó. Si señor, viva el buen fútbol. Pero perdió. ¡Qué injusticia! ¡Qué pena! ¡Con los merecimientos que hizo! Pero perdió. Sevilla 2 - Getafe 0. Y yo no me cambiaría por ellos ni por todo el oro del mundo.

Ni a Jiménez por Michel.

Durante esa primera media hora de partido, un pensamiento se instaló en mi cabeza. ¿Qué pretendes, Michel? ¿Opositar por el puesto de Manolo Jiménez? ¿Te has enterado de que un sector de la afición sevillista se queja de que el Sevilla no juega como ayer lo hizo tu Getafe en la primera media hora? Estaría bien, eh, Michel. Entrenar a un equipo como el Sevilla. Eso sí que sería un salto cualitativo en tu carrera, ¿verdad, Michel? Tú sabes que un tío como tú gusta a ese sector de la afición sevillista, ¿verdad, Michel? Un tío alto, guapo, engominado, aún joven para la profesión de entrenador, con carisma, con un pasado glorioso e histórico, que habla con la ese y no con la zeta. Que parece saber mucho de esto, y que lo demuestra haciendo jugar a los equipos como ayer lo hizo el Getafe. Estaría bien, ¿eh, Michel? Una oferta del Sevilla... eso sí que sería un buen trampolín para llegar a tu gran sueño: entrenar al Real Madrid. Porque si lo hizo Juande, que no es tan guapo como tú, ¿por qué no ibas a hacerlo tú? Porque tú nos harías la de Juande, ¿verdad, Michel? Por muy bien que te fuera en un club como el Sevilla, si el Madrid viene a por ti se te nublarían los ojos. Digo yo, que igual me equivoco. Pero no creo que vaya descaminado. Al fin y al cabo, eres madridista. ¿Qué mayor sueño puede haber que entrenar al equipo de tus amores?

Pero deja de soñar, Michel. Deja de soñar, porque anoche Jiménez demostró que es mejor entrenador que tú. Eso no quiere decir que no puedas aspirar a entrenar al Sevilla, con la vista puesta en hacernos la de Juande en cuanto el Madrid llame a tu puerta. La vida da tantas vueltas. Pero anoche, Jiménez demostró que es mejor entrenador que tú.

Ya he hablado de la primera media hora del Getafe. Maravillosa. Pero el rival también juega. El rival tiene un portero que es de lo mejorcito que hay en España, y que está para hacer lo que hizo anoche: parar. Y paró. Si hubiese sido otro equipo más pequeño el rival, no sería Palop su portero, e igual hubiéseis marcado algún gol. Pero entre otras muchas cosas, por eso el Sevilla es tan grande. Por eso no se puede salir al Sánchez Pizjuán como lo hiciste, a no ser que seas Madrid o Barcelona. Por eso te decía ayer, en mi anterior post, que lo que dijiste era una fantasmada.

Pero es que el rival también tiene un delantero de nivel superior. De lo mejorcito del mundo. De esos que, de la nada, te sacan un gol. Si el rival hubiese sido un equipo más pequeño, Luis Fabiano no hubiese jugado anoche, y seguramente no hubiese marcado ese golazo, y el resultado al descanso no hubiese sido de 1-0. Juntando este párrafo con el anterior, el resultado al descanso hubiese sido de 0-2. Pero es que el rival que tenías enfrente era el Sevilla. Por eso te decía ayer, en mi anterior post, que lo que dijiste era una fantasmada.

Y voy más allá. Porque el rival tembién tiene un entrenador. Un buen entrenador, que si no lo fuera no estaríamos donde estamos. Dicen que si fuera todavía mejor de lo que es, pues estaríamos aún más arriba. Y eso yo no lo pongo en duda. De hecho, estoy convencido de ello. Pero igual que el Getafe no es el Sevilla, el Sevilla no es el Madrid, con lo que esto es lo que tenemos. Lo que sí que se demostró ayer es que Jiménez es mejor entrenador que tú. No es el mejor del mundo, pero sí mejor que tú.

Mira, Michel, un buen entrenador es el que saca el máximo partido de sus futbolistas. No el que juega más bonito al fútbol, sino el que saca más partido a sus futbolistas. Ayer Jiménez salió con lo que consideró que era mejor. Un 4-4-2, doble pivote, bandas, y dos delanteros. Lo que ese a sector de la afición le gusta. Nada de trivotes, eso no vale para nada. Eso no genera buen fútbol. Claro que, curiosamente, es así como jugó ayer el Getafe de la primera hora. Trivote con Casquero, Boateng y Parejo por delante, dos bandas y Soldado como único delantero. Tres tíos en el medio del campo del Getafe, sólo dos del Sevilla, y superioridad azul en esa parcela. ¡Qué curioso!

Y en el minuto 36, Jiménez se da cuenta de que su equipo no funcionaba. Por eso. Y tuvo los santos cojones de plantarse delante de ese sector de la afición que desde ayer te adora, y que tanto le critica, y quitar a un delantero para poner a un centrocampista. Ole con ole. Jugando en casa, una semifinal de la Copa del Rey, contra un equipo más pequeño que nos está arrollando, coge el tío y quita al delantero estrella del partido anterior, para meter a uno de los centrocampistas más criticados de la plantilla.

Y el partido cambia de cabo a rabo. (Perdón, ¿he dicho rabo?)

Mientras tú sigues a lo mismo, el Sevilla se hace dueño del encuentro y comienza a crear ocasiones. Ya Luis Fabiano estuvo a punto de marcar en ese genial cabezazo que paró Ustari. Muy buen portero. No llega al nivel de Palop, pero muy buen portero. Claro que por eso Ustari juega en el Getafe, y Palop en el Sevilla. Ya te lo dije antes. Por eso Palop juega en el Sevilla.

Y en el segundo tiempo te comes tus palabras, Michel, y sales como lo han hecho todos los equipos pequeños que han pasado por el Sánchez Pizjuán, y también el Valencia. Me arropo atrás, le doy el balón al Sevilla, y salgo al contragolpe. En eso también te ganó Jiménez, Michel. Él supo reaccionar primero. Él recompuso su equipo para cambiar el partido, y tú fuiste a remolque. Y ya era tarde. El Sevilla ya estaba desbocado. Cambio fundamental en el minuto 36, gol en el descuento del primer tiempo (que pudo llegar antes), y la bestia que se despierta.

Y mira que el Sevilla no hizo un buen partido ayer, Michel. Se los he visto muchísimo mejores. Pero es que estamos saliendo de una mala racha terrible, y los jugadores que estuvieron lesionados aún necesitan tiempo para ir recuperando el mejor nivel. ¿O crees que la caraja de Luis Fabiano de ayer es normal? Necesita minutos, y los va teniendo. Es que si el Sevilla hubiera sido el de el primer tercio de la liga, igual el 2-0 hubiese sido un 4-0. O un 4-1, que hay que ser honestos. Ayer el Getafe se mereció marcar. Pero no lo hizo. Por eso el Sevilla está donde está, y el Getafe no.

Al final sí que apretásteis, eh. Bravo, Michel, nos encerrásteis en el área, y la rondásteis. Apenas creásteis peligro, pero sí mucho nerviosismo entre los sevillistas. Pero no pasa nada. Sin rencores. Me caes muy mal, pero da gloria ver jugar a tus equipos. Gloria bendita, en serio.

Eso sí, Sevilla 2 - Getafe 0, y pie y medio en semifinales.

Porque Jiménez es mejor entrenador que tú.

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