miércoles, 22 de diciembre de 2010

Poco a poco, se va viendo otra cosa

Cuando terminó el primer periodo del partido de hoy, jamás me pude imaginar que el mismo iba a terminar así. Teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra el equipo y por lo visto en los últimos tiempos, lo normal hubiese sido que tirasen por la borda el encuentro y con él la eliminatoria. Pero afortunadamente parece que hay cosas que están cambiando para bien y hoy hemos vuelto a ser ambiciosos. Ha vuelto la casta y el coraje, al menos un poco. Porque sin eso no se remonta por dos veces un partido. Seguimos mal, muy mal, pero un poco mejor que hace quince días. Y en estos momentos me pregunto si no será perjudicial el parón navideño justo ahora que nos estamos recuperando.

El primer tiempo fue defensivamente calamitoso. No puede ser que nos lleguen cuatro veces y nos marquen tres goles. Y de esa manera. Pero en el descanso se quedó en la caseta Konko (vaya tela con Konko) y la cosa cambió. No porque saliera Alexis (que vaya tela también con Alexis) sino porque Cáceres de lateral es casi mejor que de central. De verdad que estoy deseando que se recuperen Fazio y Drago y que los médicos nos den el alegrón confirmándonos que Sergio Sánchez puede volver a jugar al fútbol. Porque tres fichajes de invierno en la zaga nos vendrían de perlas, visto lo visto. Y si se pudiera repescar a Cala, pues muchísimo mejor.

Dicho esto, salvando lo de la defensa en el primer tiempo, a mí me ha gustado el Sevilla de hoy. Ha dominado el partido, lo ha controlado, ha tenido el balón, lo ha manejado con algo de sentido, ha generado multitud de ocasiones y ha marcado cinco goles. Para colmo, como decía antes, ha sido capaz de remontar el resultado por dos veces. Eso me da esperanzas. Más que después del partido contra el Borussia y muchas más que después de lo del Bernabéu. Ya digo que no sé cómo nos vendrá el parón de invierno, pero si se ficha a un buen medio centro, se recupera a los lesionados (a lo tres anteriores hay que añadir nada menos que a Navas) y se confirma el cambio de actitud visto en los tres últimos partidos, la cosa puede pintar de otra manera. Sólo faltaría que se dieran oportunidades de verdad a los canteranos que todos sabemos. De verdad que estoy deseando que eso se produzca. Y que no jueguen más esos otros del primer equipo que también todos sabemos.

Por último, una reflexión. Hemos pasado por la peor racha vivida en lustros. Sin embargo, estamos vivos en todas las competiciones. En la UEFA nos enfrentamos a un rival enorme, pero en febrero. Espero que para entonces seamos otro Sevilla distinto al visto en los últimos tiempos. En la Copa, la eliminatoria está encarrilada. Habrá que sentenciarla, pero después del 2-3 del descanso.... Y en Liga la cosa está peor, pero sólo se llevan disputadas 16 jornadas. Queda un mundo. Yo no digo que pensemos en el tercer puesto, pero sí que podemos salvar la temporada hasta el punto de hacerla digna. Yo creo que la inmesa mayoría del sevillismo intuye que este año es de transición. Y lo que digo es que tengo la esperanza de que podamos salvar los muebles a pesar de todo.

Queda tiempo. Sólo falta confirmar lo que se está empezando a ver en los tres últimos partidos.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Año nuevo, vida nueva... por favor

Y por fin terminó el año, al menos en lo que a la Liga se refiere.

Cinco derrotas consecutivas, el equipo perdido en la triste mediocridad de la mitad de la tabla y la tristeza como sentimiento generalizado en la Afición. Ahora toca pensar en no tirar a la basura la Copa del Rey en el partido contra el Málaga y luego a parar. A pensar, a reflexionar, a olvidarnos por un par de semanas de todo esto que nos está pasando. A ver si parando se corta la mala racha. A ver si se hace verdad el dicho de año nuevo, vida nueva. A ver si es verdad.

Y eso que en los dos últimos partidos parece que se va viendo otra cosa. Y gracias a Dios seguimos vivos en todas las competiciones, con lo que estamos a tiempo de reaccionar. Pero eso de que estamos a tiempo puede ser un engañabobos si no se reacciona de verdad porque si no lo hacemos, llegará un momento en el que no estemos a tiempo para nada.

Cinco derrotas consecutivas. Un horror.

Afortunadamente, como decía antes, en los dos últimos partidos se vio otra cosa. No es que seamos mejores o peores, sino que los jugadores se han empleado a fondo. Lo que pasa es que con un equipo tan bajo anímicamente es imposible asaltar el Bernabéu aun jugando contra diez. Yo estoy casi convencido que este partido, con el equipo un poco más en forma, no se nos hubiese escapado. Ayer jugamos a lo Jiménez. Y no es que me alegre de ello, pero por algo hay que empezar. Ayer se recuperó la intensidad de otra época, que es la mejor manera de cambiar el signo de la situación. Primero se recupera la intensidad y luego se da un paso más, que es lo que lleva reclamando la afición desde hace tanto tiempo. En mi opinión hemos perdido siete u ocho meses. Desde que se echó a Jiménez, el equipo ha ido de mal en peor. Se salvó la pasada campaña, pero aquello no fue más que un espejimo. Hemos perdido la personalidad en este tiempo. Antes no nos gustaba lo que éramos, pero éramos algo. Ahora no somos nada. Sin embargo, en estos dos últimos partidos parece que comenzamos a volver a ser lo que éramos antes y que tan poco nos gustaba. Es un primer paso. Ahora toca asentar eso y avanzar un poco más.

Y repito, gracias a Dios, estamos vivos en todo. Sólo queda hacer eso. Asentar lo que parece que se está vislumbrando ahora y luego avanzar. A ver si salvamos la temporada.

No voy a hacer una crónica del partido de ayer, los que por aquí pasais a menudo sabeis que no me gusta eso de escribir crónicas. Pero sí que me gustaría resaltar que es una pena que fallásemos lo que fallamos porque creo que perdonamos al peor Real Madrid que he visto en mucho tiempo. Incluso con el árbitro pitando a nuestro favor, al menos en esa jugada puntual que supuso la expulsión injusta de Carvalho. Del resto mejor no hablar porque sigo pensando que al Madrid se le permiten cosas que a nosotros nos están negadas. Pero ese es otro tema que ayer no influyó casi para nada.

Todavía me pregunto por qué tardó tanto Manzano en hacer los cambios. Pienso que dudó entre dar un paso al frente para noquear al Madrid o conformarse con el sensacional resultado que hubiese supuesto un empate en el Bernabéu. Y al final, como siempre pasa cuando se perdona a un grande, ni una cosa ni la otra.

Me quedo con las nuevas sensaciones. ¿Qué otra cosa voy a hacer? ¿Hundirme en la melancolía? ¿Dejarme llevar por lo triste de la situación? ¿Abandonar el barco? Nada de eso.

Ahora toca salvar los muebles en el partido contra el Málaga y luego a descansar. Bueno, a descansar nosotros los aficionados, que los responsables deben ponerse manos a la obra con urgencia para solucionar esto. Cada uno en su parcela. Y que cuando se reanude la competición la cosa mejore.

Porque a día de hoy, en la actualidad, aún estamos a tiempo. Luego, más adelante, ya no. Es ahora cuando hay que reaccionar. Dejémonos de historias y hagámoslo. Que lo que estamos viviendo no tiene nada que ver con lo que somos. Eso lo tengo más que claro.

viernes, 17 de diciembre de 2010

¿Y si resulta que hacemos algo grande el domingo?

Hace no mucho tiempo, apenas un año, al Sevilla se le consideraba como alternativa a los grandes. El comienzo de temporada el año pasado fue sensacional y durante varias jornadas rondamos el primer y el segundo puesto. Luego nos vinimos abajo y la cosa acabó como acabó. Con un Sevilla entrando en Champions in extremis y con Madrid y Barça manteniendo un pulso espectacular hasta el final de la liga, sacándoles una monstruosa cantidad de puntos al tercero, que fue el Valencia.

A día de hoy, ese concepto de "alternativa a los grandes" no existe. La diferencia entre estos dos y los demás es abismal y nadie, salvo sorpresa mayúscula, parece capaz de ni siquiera empatar un partido contra ellos. Por su parte, el Sevilla deambula por la mitad de la tabla al tiempo que pasa por la peor racha que se recuerda en esta década. El partido del Bernabéu hace un año hubiese sido de lo más interesante. Habríamos ido a Madrid nerviosos y excitados con el empeño de certificar eso de la alternativa. Nada que ver con lo que se va a producir este fin de semana. Nuestro objetivo pasa por ser el de competir y perder con dignidad, no como ocurrió en Barcelona. Pensar otra cosa es engañarse a uno mismo. Teniendo en cuenta cómo están ellos y cómo estamos nosotros, parece una quimera de las de antología siquiera plantearse la posibilidad de puntuar allí.

Sin embargo, en mi opinión, este partido nos puede venir muy bien. Teniendo en cuenta que nadie le va a pedir al equipo que saque nada positivo del mismo, los futbolistas van a jugar sin presión. Lo único que tienen que hacer es luchar y darlo todo y no puede haber mejor escenario para reivindicarse que ese para acallar en parte esas críticas que caen sobre ellos en el sentido de que no se esfuerzan, de que no hacen lo necesario. Sobre la base de que todo el mundo tiene un poco de vergüenza, no creo que a ninguno de esos jugadores les guste que se hable así de ellos.

El partido del miércoles ante el Dortmund nos hace albergar algo de esperanzas de recuperación. Ahora viene el parón navideño y esa es una buena manera de detener la sangría de puntos de los últimos tiempos. De cambiar el chip, de recargar las pilas. Y de recuperar lesionados. Pero antes se juega una jornada liguera. Y yo prefiero enfrentarme a un mastodonte en esa jornada que hacerlo contra un rival directo o un equipo de segunda fila. Si tan mal nos va y tanta falta nos hace olvidarnos por un tiempo de esta tortura, más vale pasar este tiempo que falta de la mejor manera posible y no desperdiciar otra jornada más perdiendo contra otro rival asequible. Si la cosa está de perder, pues hagámoslo contra un adversario que lo normal es que nos gane siempre, estemos bien o estemos mal.

Y eso que pienso que el partido tiene mucho peligro para los madridistas. A ver, todo sabemos que ellos están bien, que nosotros todo lo contrario y que caso de que las cosas se tuerzan para los merengues, ahí está el del pito para echarles una mano. Pero me da a mí que eso de que salgamos sin presión y con la tranquilidad de haber pasado de ronda en la UEFA puede ser significativo. Para colmo, si el sábado el Español es capaz de sacar algo en su partido contra el Barcelona, la cosa se pondría de otra manera, ya que no importaría tanto un tropiezo del Madrid.

Es evidente que estoy divagando y que lo normal es que nos caiga un saco de goles, pero no sé por qué tengo buenas vibraciones para este partido. El Sevilla no es tan malo como está haciendo ver en las últimas semanas. Alguna vez se tendrá que recuperar. Yo no digo que tengamos el mejor equipo de la historia, pero tampoco es para estar donde estamos. Y el Madrid nos tiene pánico porque sabe de sobra que contra ellos solemos mostrar buena cara en los últimos años. No siempre, pero sí a menudo. Si a todo ello le unimos el hecho de que el último partido antes de las navidades suele ser de lo más peligroso para los grandes, ya que sus jugadores están pensando en las vacaciones, y también ¿por qué no? las bajas con las que lo afrontan los de la capital, ¿quién sabe? Igual resulta que nuestros futbolistas tiran de orgullo de una vez y hacemos algo grande.

Insisto, todo esto no son más que elucubraciones, seguramente sin ningún tipo de sentido, pero a ver quién me quita a mí la ilusión. Luego me llevaré otro palo, pero mientras llega, pues eso.

P.D. Por cierto, ayer se cargaron al Patético en la UEFA. No han sido capaces de clasificarse en un grupo con equipos del nivel del Rosenborg, el Aris y el Bayern Leverkusen (que anda 11 puntos por detrás del Dortmund en la Bundesliga). Nosotros sí que lo hemos hecho contra el PSG (segundo en Francia a un punto del líder) y contra el primero de Alemania. Con lo mal que nos van las cosas, no estaría mal que nos pararamos a pensar que igual hay otros peor. O casi. Al fin y al cabo, el Atletico sólo nos saca tres puntos. Y a mí nadie me quita la idea de que igual en la segunda vuelta nos recuperamos, adelantamos a estos y hacemos una buena competición en la Europa League. Porque en Liga se puede recuperar. En Europa, si te eliminan, ya no hay nada que hacer.

Lo siento por los catastrofistas, yo siempre trato de pensar en positivo.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Como siempre, la afición

En mis posts de la semana pasada traté por todos los medios de no mostrarme desesperado, alarmado ni catastrofista. Intenté tomarme las cosas con naturalidad, como medio para convencerme a mí mismo de que lo que le pasaba al Sevilla no era más que una mala racha de la que pronto saldriamos. Quise pensar que era previsible eso de perder en Villarreal y me pareció ver algo de luz y de esperanza en el hecho de que el equipo no jugó del todo mal aquel día a pesar de todo. Claro que todo ello se basaba en que el siguiente encuentro era en casa ante un rival asequible como el Almería y que ganándolo comenzaríamos a ver las cosas de otra manera. O habría opciones de poder hacerlo así.

Pero después de lo ocurrido este fin de semana me he quedado sin ideas, sin argumentos.

He escuchado a Manzano decir algo acerca de la mala suerte. Y en parte tiene razón porque en otra época nuestro portero marcaba goles de cabeza y ahora nuestros disparos se van a la madera y Kanouté falla penalties. Pero reducir lo que ocurre a la mala fortuna es algo demasiado simplista. Y el hecho de que nuestro entrenador argumente tal cosa me preocupa porque eso parece querer decir que no tiene demasiado idea de lo que hacer para cambiar las cosas.

En estos dos días que han pasado tras la debacle del sábado me he dedicado a leer lo que han escrito mis colegas sevillistas. Y hay de todo, como siempre, que la blogosfera da para mucho. Pero si he encontrado algo que parece más o menos común a todos es el hecho de que el sentimiento que parece reinar es el que nos empuja a no abandonar el barco. Muchos de los blogueros insisten en que lo más importante es el Sevilla y que ahí seguirán como siempre, pase lo que pase, al lado del equipo en los malos momentos. Y eso es una sensacional noticia. Ya no parece haber debates. Ya da igual quien es el entrenador, qué sistema de juego utiliza o qué jugadores pone en el once. Nos sentimos perdidos, vemos que nos estamos hundiendo y el sentimiento sevillista sale a flote y ensombrece a todo lo demás. Y eso es algo que me da esperanzas.

Da la sensación de que la afición ha comprendido que ha llegado la hora de dejar todo de lado para animar a muerte al equipo para sacarlo del pozo en el que se ha metido. Ya llegará el momento en el que pedir responsabilidades. Ahora toca otra cosa y es muy bueno que la afición tome la iniciativa en ese sentido. Que seamos nosotros los que tiremos del carro porque nosotros vamos a seguir aquí cuando se vayan estos mercenarios que nos están hundiendo de esta modo tan lamentable. O cuando ya no esté los que han traído a estos mercenarios. O cuando, aún continuando ahí, se den cuenta de lo que han hecho mal y lo corrijan. Nosotros somos los que vamos a seguir ahí y nosotros somos los que sufriremos las consecuencias si nos hundimos definitivamente, con lo que nosotros somos, por nuestro bien, los que al final tendremos que tirar del carro. Como siempre. Contigo, Sevilla, hasta en las victorias, ya sabéis.

Sin embargo, a mí me gustaría ir un poco más allá. Porque se están haciendo llamamientos a la afición de cara al próximo choque contra el Borussia. Y eso está muy bien, pero a la afición hay que darle también algo para que acuda a ese llamamiento. O para que, una vez acudido, no se pregunte si mereció la pena haberlo hecho.

Me refiero a que es cierto que la afición puede marcar el primer el gol del equipo, pero eso no sirve de nada si luego este encaja cuatro o cinco. Decía la semana pasada que yo ya estoy harto de mercenarios. Y también que, para quedar de la mitad de la tabla para abajo, prefiero que sea con gente que sienta los colores y luche a muerte por ellos que con esta panda de impresentables.

Si está claro que hay jugadores que no están ni se les espera, ¿a qué esperamos para sacar a gente de la cantera? Sigo sin entenderlo. Sé que no es el momento de dar responsabilidades a los chavales y que los que no se parten el pecho por el equipo se merecen caer con él para sentirse unos fracasados. Pero es que, en este último caso, y como decía antes, ellos acabarán por marcharse y los que lo sufriremos seremos nosotros.

Yo no sé cuál es la solución a todo esto, pero si vamos arropar al equipo como en tantas y tantas ocasiones en las que a lo largo de nuestra historia hemos hecho, me gustaría que ese equipo lo formase gente que sienta como nosotros. No esos otros a los que parece que les importamos bastante poco.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Antes sencillo que muerto

Lo primero de todo, decir que lo lamento mucho por esa panda de agoreros que vaticinaban/deseaban una Junta General convulsa y desastrosa, llena de accionistas enfurecidos por la indignación y cargando sin piedad contra una acorralada directiva. Esos que llevan días/semanas dosificando la información (la mala información) en un intento de caldear el ambiente de una reunión tan importante. Que se han dedicado a soltar mentiras o exagerr verdades. Que no han dudado en magnificar hechos que en otras circunstancias se pasan por alto. A todos ello, repito, lo lamento mucho. Y lo lamento no porque la Junta se haya desarrollado con normalidad, sino porque debe ser de lo más frustrante empeñare en algo con tanto denuedo para no conseguir nada. Y también el ver que el colectivo de los accionistas del Sevilla tiene el grado de inteligencia suficiente como para no dejarse manipular. Una de dos, o los habéis minusvalorado o directamente sois más torpes que ellos. O ambas cosas, que también puede ocurrir.

Respecto a los temas que se trataron, hubo cosas que me convencieron y otras que no tanto. Por empezar con algo, lo haré con el asunto de las subidas de sueldo. Subidas que no lo fueron tal, simplemente se trataron de primas por objetivos. A ver, cualquiera que se mueva un poco por el mundillo empresarial sabe que eso de premiar a los empleados por alcanzar según qué metas es algo de lo más normal del mundo, que está presente en todas partes. Incluso en el fútbol. A nadie se le ocurre decir que a los jugadores se les ha suido el sueldo porque hayan cobrado las primas por objetivos al final de temporada. Y es justo eso lo que ha ocurrido con algunos de nuestros directivos.

Y respecto al demagógico argumento de que tales primas son indignas porque estamos en crisis, yo me pregunto si Monchi también tiene la culpa de que nos encontremos en tal situación. Monchi es un alto cargo de una empresa que tiene un sueldo y unas primas por obtener ciertos resultados. Dichos resultados son ganar la liga, ser segundo, meterse en Champions, ganar la Copa del Rey o ser subcampeones. Yo no sé si hay gente que aún no se ha enterado de que el Sevilla el año pasado fue cuarto y ganó la Copa. Es decir, que firmó la tercera mejor temporada de la historia de la entidad. LA TERCERA MEJOR. Y eso tiene un premio para el que planificó tal temporada, por mucho que algunos se empeñen en echar mierda sobre esa planificación. Y si estamos en crisis, pues volvamos nuestras quejas al respecto contra los responsables de dicha crisis, no contra un trabajador al que han recompensado por haber triunfado en su trabajo. Como por otra parte está establecido en su contrato. Peor es lo de las primas de los futbolistas, que ellos ganan más, trabajan menos y los incentivos son mayores, hayan jugado bien, mal o regular. Y de eso no dice nada nadie. ¿No será que cargan contra Monchi por ser piedra angular de nuestro proyacto? Por favor, no nos dejemos manipular.

Bien, una vez dada la de cal, ahora viene la de arena. (O al revés, que nunca he tenido claro si lo de la cal es bueno o malo) No me han convencido los argumentos de los fichajes fracasados. Y no me han convencido por lo siguiente. Cuando seis o siete años atrás veíamos de lo que era capaz Monchi sin apenas un duro, muchos nos preguntábamos qué clase de equipo formaría de disponer de millones de euros. Y ahora que dispone de ellos, ya vemos lo ocurrido. Yo no dudo de la supuesta calidad de los jugadores que han venido. Y también veo normal que alguno fracase. Pero no me gusta eso que dicen de que en los últimos siete u ocho años han habido más éxitos que fracasos porque la mayoría de los éxitos vinieron al principio de ese periodo y la mayoría de los fracasos al final. En el Sevilla hay jugadores que, por la razón que sea, no rinden y parece complicado que lo vayan a hacer. Y eso es un lastre deportivo que impide que haya buen ambiente en el vestuario. A mayor número de jugadores a disgusto, mayores dificultades de crear dicho ambiente. Y también economico porque esas fichas de las que no nos podemos desprender impiden la llegada de otros jugadores que pudieran mejorar las prestaciones. Aquí hay un presupuesto y unas limitaciones. Y como decía el de la tele: "las gallinas que entran por las que van saliendo". El problema es que no pueden entrar gallinas porque las otras no salen. Y para colmo estamos con mayores restricciones económicas por no haber entrado en Champions, cuando se suponía que lo debíamos haber hecho. Cuando el presupuesto se hizo contando con los ingresos de la máxima competición continental (Monchi cobrará menos este año, por tanto, y sin bajarse el sueldo). La cosa no pinta bien en este sentido. No me convence el asunto. Por eso creo tanto en que es el momento de la cantera. Porque son jugadores que mejoran bastante de lo que hay y no suponen un coste extra. Ojalá vayan por ahí los tiros.

Por último, y volviendo a lo de la crisis, ya he dicho que no me parece argumento para cargar contra las primas de los directivos. Pero sí respecto a los abonos. Ha dicho el Presidente que es un tema que se va a estudiar. Pues que se haga. No se puede decir que somos una ciudad pobre y la segunda com más paro de España para justificar que tenemos más dificutades que otros para alcanzar los objetivos y luego subir los abonos cuando van las cosas bien y no bajarlos cuando van mal. Para cuadrar los numeros, yo prefiero que se venda a algún jugador cada año, que se suban a chicos del filial, que se fichen a Martís, Davides, Javis Navarros y Pablos Alfaros (perdón por la licencia con los plurales) y tener la grada llena de gente que ver a los Konkos de la vida pasando de todo, y a los Zokoras de turno "living la vida loca".

Yo soy así, muy de la tierra, muy de los míos. Prefiero ser humilde y feliz que supuesto rico y amargado. No me gustan nada los aires de grandeza que se han instalado en nuestra parroquia en los últimos años. Me gusta ser grande, pero no creérmelo sin acabar de serlo. Y Del Nido bien haría en dejarse de frases altisonantes. Que primero dice que somos la "hostia", que nadie nos va a parar, que somos indestructibles y yo qué sé qué más soflamas, y luego argumenta lo de la pobreza, lo del sexto presupuesto y todas esas gaitas para justificar su gestión.

La gestión de Del Nido es buena, pero no hace falta alardear de ello con bravuconerías. Porque la gente se las cree y luego todo redunda en perjuicio del club. Y es entonces cuando se necesitan las explicaciones. Parece mentira que con la mediocridad que siempre hemos sufrido, sea ahora cuando más amargados vivimos. Y si no se ataja esto a tiempo, la cosa lleva mal camino.

Decía la canción aquello de "antes muerta que sencilla"...,

pues yo digo "antes sencillo que muerto".

jueves, 9 de diciembre de 2010

Basta ya de indolentes

Nadie lo ha confirmado, no ha habido reacción oficial (al menos yo no me he enterado), pero parece evidente que, en la previa del partido contra el Barcelona, Zokora y Romaric se fueron de fiesta para volver a unas horas intempestivas siendo quienes son y jugándose lo que se jugaban al día siguiente.

Esto no es nada nuevo. No ya sólo respecto a estos dos jugadores, sino de cualquiera. Los futbolistas son chavales de entre veinte y treinta años la mayoría, yo he pasado por esa edad y no imagino de lo que habría sido capaz de haber tenido el dinero que manejan estos tipos. De hecho, recuerdo alguna que otra escapada inadecuada en días antes de exámenes en la facultad. Y con cuatro duros en el bolsillo, que eso me era suficiente para hacer el tonto. Claro que haciendo eso sólo me perjudicaba a mí mismo, mientras que lo de los jugadores afecta a mucha gente, aparte del dineral que cuestan. Pero casos como este se dan a montones todos los años en todos los equipos de fútbol. En todos los deportes en general, y en cualquier ámbito de la vida. Y no nos enteramos ni de la mínima parte de los que se dan. Incluso, caso de enterarnos, si la marcha del equipo es buena o el resultado que se da al día siguiente es satisfactorio, pues lo pasamos por alto porque si la pelotita entra, todo lo demás importa bastante poco.

Pero es que se da la circunstancia de que en el Sevilla la pelotita entra demasiado en la portería propia y muy poco en la ajena, con lo que todo lo malo (que lo es) se magnifica hasta extremos insoportables (que se magnifica). Y mucho más cuando todos vemos que (entre otros) uno de los más importantes problemas del equipo es la falta de actitud, de compromiso por parte de los jugadores. De intensida, coraje y cojones, vamos. La falta de concentración, los bajonazos físicos, etc. Y si para colmo algunos se van de fiesta el día antes de un partido, pues todos esos defectos se multiplican, como no puede ser de otra manera.

Decía el otro día que ya estoy harto de merecenarios. Que el Sevilla no puede permitir esto. Me da igual que Zokora y Romaric se hayan ido de fiesta del mismo modo que me da igual que lo hayan hecho ellos mismos u otros en mil ocasiones anteriores. Me importa un rábano. Yo lo que quiero es que mi equipo gane. Y para eso necesitamos jugadores comprometidos con la causa que se concentren y empecinen para sacar esto adelante. Se puede estar concentrado y empecinado y, a la vez, salir por ahí, que lo uno no quita a lo otro. Pero me parece mucha casualidad que la noticia haya saltado respecto a uno de los jugadores de los que más se dudan (Romaric) y de otro que este año, por el  motivo que sea, ha menguado alarmantemente su rendimiento hasta el punto de que el entrenador apenas cuenta con él. Y lo peor es que sabemos que son buenos futbolistas. Sobre todo Zokora, al que el año pasado algunos llamaban la "Zokomotora".

Además, me parece indignante y rastrero que la noticia haya sido publicada tanto tiempo después de ocurridos los hechos. ¿Qué pasa? ¿Que hasta ahora no se han conocido? ¿O que hay quienes están dosificando la información para sacarla a la luz cuando más duele? Si la salida nocturna de estos dos ha provocado daño, mucho más lo hace esta forma tan torticera de informar.

El sevillismo no se debe dejar llevar por este tipo de cosas. Repito: a mí me importa un rábano lo que hagan los futbolistas mientras luego rindan a buen nivel en el campo. El problema no es que salgan, sino que no rindan. Porque os aseguro que también salían cuando el equipo ganaba un título tras otro. Y por la razón que fuera, entonces nadie hablaba de ello.

Por eso, lo que yo le pido a los que tienen que decidir es que quiten de las alineaciones a los indolentes, a los que no se comprometen, a los que no rinden, y saquen a los que se vayan a dejar el alma en el terreno de juego. Da igual que tengan 38 años o 17. Da igual que salgan o no salgan.

Y a los aficionados, por favor, que no se dejen manipular. Que lo que pretenden los manipuladores es que la grada del Sánchez Pizjuán el domingo sea un clamor contra el Sevilla para que el equipo pierda contra el Almería y poder seguir linchándonos.

Eso sí, por lo que más quieras, Manzano, pon en el campo a futbolistas a los que la afición pueda animar a gusto y no haciendo de tripas corazón.

Basta ya de indolentes.


martes, 7 de diciembre de 2010

Por mi bien y el de mi salud

He tenido que dejar pasar un día después de la derrota en Villarreal para poder pensar con claridad. Aún es pronto para decir que la temporada está perdida, pero ya son diez los puntos que nos lleva el Villarreal, y ocho el Español. Es demasiado, y van catorce jornadas. Podría decir que aún queda tiempo, que sólo van catorce partidos, que hay todo un mundo por delante. Pero creo que pensar así es engañarse a uno mismo. De hacerlo de ese modo, tendríamos que admitir que lo que se nos viene encima es una épica remontada, comíéndole puntos poco a poco a los equipos que tenemos por encima con la esperanza de llegar al final de la temporada a su altura. Sin embargo, no veo al Sevilla capacitado para eso. Ni aun mejorando ostensiblemente nuestro juego. Quitarle diez puntos al tercero es casi una quimera. No lo sería tanto hacerlo al decimocuarto, que se supone que es un equipo ramplón, que lucha por eludir el descenso y que previsiblemente va a perder muchos partidos. Pero hablamos de los mejores de España después de los dos grandes. O al menos de los que están demostrando ser los mejores. Porque podríamos asumir que el Español tiene que decaer. O no, pero lo podríamos asumir. ¿Pero además, también, el Villarreal?

Prefiero ser realista y pensar que la Champions este año es prácticamente imposible. No hablo de tirar la temporada a la basura y poner la mente ya en el año que viene. No. Los partidos hay que lucharlos a muerte todos, que fútbol es fútbol y aquí se puede ver cualquier cosa. Hace dos años el Sevilla iba tercero y le sacaba ocho puntos al cuarto. Y casi nos arrebatan el puesto al final. Pero creo que deberíamos ir olvidándonos de los sueños de grandeza, poner los pies en el suelo e ir pensando en objetivos menores. Rebajar la presión y agobiarnos menos. No olvidarnos de lo que está ocurriendo. Ni mucho menos. Cuando se abra el mercado, hay que fichar. Las soluciones tienen que llegar y se han de aplicar. Y al final del ejercicio habrá responsabilidades que depurar. Pero yo me niego a seguir sufriendo por el fútbol. En mucho peores circunstancias nos hemos visto y aquí seguimos. Los que tengan que actuar, que actúen. Pero vamos a ir rebejando nuestras expectativas. Aunque sólo sea por nuestra salud. Lo que hay es lo que hay.

Y lo que digo no es nada malo. Después del Madrid y del Barça hay cuatro equipos que se pelean por ocupar los puestos de Liga de Campeones. Villarreal, Valencia, Atlético de Madrid y Sevilla. Y todos ellos (salvo nosotros) han tenido temporadas verdaderamente malas en los últimos años. El Villarreal fue séptimo el año pasado y se metió en Europa in extremis. Del Atlético de Madrid ¿qué podemos decir? El año pasado también se llegó a hablar de eludir el descenso. Luego llegaron a dos finales, pero su año fue nefasto. ¿Y el Valencia? Cuando Koeman, también rondaron los últimos lugares de la tabla y ni siquiera se clasificaron para competición europea. Ganaron la Copa, pero fue anedótico. Incluso llegaron a dejar de pagar a sus jugadores.

Con esto quiero decir que no se acaba el mundo por tener un año malo. En absoluto. Ni el proyecto se viene abajo, ni volvemos a ser el Sevilla de los últimos cincuenta años antes de los títulos ni nada de eso. No es bueno ser apocalípticos ni catastrofistas. Que la dirección deportiva se ha equivocado con muchos fichajes, es evidente. Que la planificación no ha sido buena (dos despidos de entrenadores en seis meses) salta a la vista. Que hay que mejorar, no cabe la menor duda. Pero todo humano se equivoca. Lo malo no es equivocarse sino no tener la capacidad para hacer las cosas bien. Esa capacidad no te garantiza el éxito, pero sí que lo facilita. Los que tienen esa capacidad no están exentos de equivocarse, pero peor es no tenerla porque en ese caso lo normal sería hacerlo siempre. Lo que hay que hacer es asumir los errores, reconocerlos, estudiarlos, analizarlos, buscarle soluciones y aplicarlas. Es así de sencillo. Y de complicado a la vez. Pero dejémonos de catastrofes. Al menos el club está saneado económicamente y tiene margen para el error.

Todos queremos lo mejor para el Sevilla. No nos ahoguemos en un vaso de agua. Miremos al frente y tratemos de arreglar lo arreglable para esta temporada. Y para la próxima, por favor, que no se cometan los mismos errores. Que lo bueno de los errores es que te enseñan cómo no se han de hacer las cosas.

No os podéis imaginar, con el cabreo que tengo, el trabajito que me ha costado mostrarme así de pragmático. Os aseguro que no es así como me siento, aunque sé que es así como debo pensar. Como digo en el título, por mi bien y el de mi salud.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Por necios y por indignos

Cuando el año pasado una importante cantidad de aficionados se quejaban del juego que desplegaba el Sevilla de Jiménez, una de las cosas que se le decía era que con cojones no basta. Que el Sevilla es a día de hoy un equipo más grande que antaño y que se echa de menos el juego vistoso de la 2006/2007. Yo menciono la temporada exacta, porque Juande estuvo aquí tres (dos completas y una "espantá"), y sólo en una de ellas el equipo rindió a ese nivel. De hecho, en la primera se lo querían cargar porque se echaba de menos a Joaquín Caparrós.

Aquel equipo que aburría y que no enamoraba sacaba unos resultados excelentes, pero la gente se quejaba. Y cuando los resultados dejaron de llegar, el entrenador fue cesado, como pasa en todos los equipos del mundo, que tampoco quiero dramatizar. Aquí estamos para ganar y si no se gana hay que hacer algo. Sin más. Yo no soy eso que llamaban "jimenista", simplemente trato de ser sensato y sobre todo sevillista. A Jiménez se le echó porque todos (TODOS) considerábamos que el Sevilla lo tenía que hacer mejor. Lo que pasa es que el ataque de la prensa anti sevillista hacia el de Arahal fue tan brutal, tan salvaje, tan despiadado, que el que vino después trató por todos los medios de huir de todo lo que oliera a Manolo Jiménez. Yo soy el primero que reconoce que aquel equipo podía dar más de sí y que el entrenador no era capaz, por la razón que fuera, de sacárselo. La afición no le quería, no le gustaba su juego y como la afición es soberana, pues entrenador a la calle. No me parece mal, lo que pasa es que una cosa es esa y otra portarse de aquel modo con uno de los nuestros. Que es uno de los nuestros, no lo olvidemos. Fuimos unos indignos. No por despedirlo, sino por tratarlo de aquella manera. No por criticarlo, sino por lincharlo.

Pero lo peor no fue eso, sino algo que ahora estamos sufriendo. Como si de la peste se tratara, Antonio Alvarez trató por todos los medios de quemar todo vestigio de Jiménez en su gestión. Huyó lo más aprisa que pudo de eso e incluso llego a apelar a un demagógico "espíritu Juande" que a mí me pareció patético. Demuestra tú lo que vales y no utilices lo logrado por otros para simular méritos. Más que nada porque el huir de todo lo que oliera a Jiménez fue un error descomunal. A ver, nos podemos meter con el juego que hacía el Sevilla con el técnico del Arahal, y yo soy el primero en reconocer que era rústico, arcaico, pesado y hasta obsceno si lo comparamos con el de la cascada de títulos. Pero lo que está claro es que algo bien se debería de estar haciendo cuando el Sevilla acabó tercero en liga. Y es evidente que si las cosas se quieren mejorar y con un entrenador está claro que no se puede, pues habrá que traer a otro para seguir creciendo. Evidente, ya digo.

Sin embargo, caso de hacer eso, de lo que se trataría es de, apoyándose en lo bueno del anterior, dar un pasito más. O dos, o tres o los que sean. Pero lo que se ha hecho es eliminar de un plumazo lo mucho/poco/regular conseguido por Jiménez para empezar de cero. Antes teníamos intensidad, pero no calidad. Antes, a base de colocación, pelotazos, carreras y cojones, dejábamos la portería a cero y nos encomendábamos a que uno de los de arriba enchufara alguna, lo cual hacían porque son muy buenos. La idea sería mantener esa intensidad, esos cojones (la casta y el coraje de nuestro himno), para aplicar calidad y velocidad y dar un salto cualitativo. ¿Se hizo?

No.

¿Y qué tenemos ahora?

Pues nada, porque al borrar todo vestigio de Jiménez, se perdió la intensidad, se trató de jugar bonito y ahora no tenemos ni lo uno ni lo otro. O sea, eso: nada. Y así nos va.

Insisto, puedo aceptar que Jiménez no era el entrenador que podía llevar al Sevilla a crecer más. Que lo llevó a lo máximo a lo que él pudo. Y que no fue mala idea cambiarlo por alguien que fuera capaz de dar otro salto más. Pero nadie me va a convencer de que todo en él era malo porque algo muy bueno tuvo que tener su equipo para acabar tercero. Yo no echo de menos el juego de Jiménez. Echo de menos la intensidad que el Sevilla le podía a ese juego, esa intensidad que debió haber servido de base para dar otro paso en nuestro crecimento, pero que se nos olvidó por el camino, la rechazamos, la repudiamos en nuestro empeño por empequeñecer lo que hacía Jiménez, por demostrarnos a nosotros mismos que con él no íbamos a ninguna parte. Y seguramente no íbamos, pero eso no quita para que nos quedásemos con lo bueno que teníamos.

Y eso bueno que teníamos es justo lo que nos falta en estos momentos. Y en lo más profundo de mi ser, en ese lugar donde se esconden los malos pensamientos, los que no dejo salir al exterior y trato de ocultar sistemáticamente, no puedo evitar sentir algo así como que nos lo merecemos. Por renegar de esa manera de todo lo que olía a Jiménez. Por ser tan necios de no saber analizar las cosas con tranquilidad para llegar a las mejores conclusiones, o sea, para comprender que algo bueno tenía y que eso bueno deberíamos haberlo mantenido. Por haber linchado de esa manera a uno de los nuestros hasta el punto de borrar todo lo que hizo por considerarlo nefasto. Todo nefasto. Todo. Madre mía, ¡qué error!

Y ahora lo estamos pagando.

Por necios.

Por indignos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

La vida pone a cada uno donde merece...

... el problema es lo que se destruye por el camino. Lo que se lleva por delante, el daño que hace en tanto en cuanto el proceso se completa.

Cuando Jiménez entrenaba al Sevilla, mucha gente decía que no conocían al Sevilla, que echaban de menos el vendaval de juego propio de la segunda temporada de Juande (que no de la primera, y mucho menos del poquito de la tercera que disputó antes de irse como una rata mientras llorábamos a Puerta).

Pues bien, yo hoy echo de menos una barbaridad la contundencia defensiva de los equipos de Jiménez. Añoro con toda mi alma la época en la que nos llamaban asesinos por la dureza de nuestros zagueros. No se puede consentir que un equipo meta dos goles en un campo como el Parque de los Príncipes ante un equipo como el París Saint Germain (que llevaba siete encuentros sin encajar un gol en casa) y que se pierda el partido. Y que se pierda con goles como los vistos, con fallos tan clamorosos, con... con una falta de concentración alarmante. ¿Cuál es el problema ahora? ¿La intensidad? ¿La ambición? ¿La calidad del medio del campo? ¿La desidia de algunos jugadores? ¿Los planteamientos tácticos? ¿Jugar con dos delanteros, con uno, con tres, con bivote, trivote, cuatrivote o lo que se os ocurra que acabe en "vote"? Ya no está Jiménez, ¿cuál es el problema? Echamos a Jiménez cuando estábamos quintos. Ahora somos octavos. ¿No decían que cualquier entrenador era mejor que Jiménez? Marcelino, Emery, Valverde, Schuster, Laudrup, Manzano, Puel, Blanc, Pellegrini.... Bueno, pues ahí tenemos a uno de ellos.

Octavos. A Jiménez se le echó siendo quintos. Y en la final de Copa. Y líderes del grupo de Champions. DE CHAMPIONS.

El caso es que yo confío en Manzano. Confío en él, creo que nos llevará a clasificarnos para la UEFA (lo normal en un equipo como nosotros). Pero tiene que hacer algo. Creo que lo va a hacer, creo que sabe que la cosa está mal. Está probando, lo está intentando. Acabará por dar con la tecla.

Pero lo que teniamos lo hemos perdido. El equipo pasó de ser un vendaval de juego a un conjunto serio, correoso y al que costaba un mundo materle un tanto. Luego llegaba el golito de Kanouté, de Luis Fabiano o del que fuera y tres puntitos a la buchaca. Luego otros tres, y otros, y otros... y así sucesivamente hasta acabar terceros. Luego íbamos quintos y lo echaron. Ahora vamos octavos.

¡Cómo echo de menos aquello! ¡Cómo me encantaría que mi equipo volviese a aburrirme, a no enamorarme!

Insisto, yo confío en Manzano. Creo que nos sacará de esta. Pero la vida está empezando a poner a más de uno en su sitio. Ni el malo era tan malo, ni los que parecían saber tanto eran tan sabios.

Es lo que tenemos. Lo que teníamos ya no está. Ahora tenemos esto. Octavos en liga.

Y que viva el Sevilla FC. Ahí me tendrás siempre, para lo que sea, en cualquier circunstancia. Incluso en las victorias.

Eso sí, yo disfruté como un enano de la época buena. De la maravillosa, por supuesto, pero de la buena que vino después también. No como otros, que se ve que se aburrieron.

¡Qué pena!

jueves, 2 de diciembre de 2010

Las expectativas

Ayer, antes de que el equipo partiera hacia París, nuestro presidente atendió a los medios de comunicación y entre otras cosas dijo lo siguiente:

"Me duele como presidente y me enrabieta como aficionado que se chille a este plantel. Hace pocos meses que ha levantado una Copa. Que se chille a un equipo que no soporta el peso de una mochila cargada de éxitos deportivos me duele y me enrabieta"

Y en buena medida estoy de acuerdo con él, pero es que, en mi opinión, él es el gran culpable de que las cosas sean así, y me explico.

En Marketing hay un concepto fundamental que es el de las expectativas. Y cuando digo fundamental me refiero a que las empresas, a la hora de llevar a cabo una campaña de comunicación comercial, lo tienen en cuenta como algo primordial porque saben que puede afectar a la venta de sus productos mucho más allá incluso que la relación calidad-precio o del hecho de que que se consiga que un amplio sector de su público objetivo los conozca.

Es sencillo saber qué son las expectativas, cualquiera puede imaginar a qué me estoy refiriendo. Se trata simple y llanamente de lo que la persona que consume el producto espera de él. Cuando alguien compra un bien caro, espera una alta calidad. Y cuando compra uno barato, comprende que puede no ser tan bueno como otros, que para eso cuesta poco. El problema surge cuando se compite en comparación con otros productos de una calidad similar. Permitidme que os ponga el ejemplo de dos bancos. La Caixa y el Santander. Hace no mucho ambas entidades se enzarzaron en una dura pugna mediática para captar clientes. Unos defendían su eslogan "hablamos" y los otros querían hacer ver que ellos charlaban menos, pero ofrecían mejores rentabilidades, que según ellos eso es lo que interesa de verdad. Finalmente ganaron los catalanes, porque el banco de Botín acabó por cambiar su estrategia y ahora "quieren ser nuestro banco".

Pero bueno, a lo que me refiero. Me voy a centrar en La Caixa. Lo que pretendían estos tipos con su campaña de comunicación era hacer ver al cliente potencial que ellos se paraban a escuchar sus problemas para, en teoría, encontrarles una solución factible. Y lo que ese cliente esperaba (sus expectativas) era encontrarse con una serie de personas amables y consideradas que se sentaban a hablar con ellos, les permitían desahogarse y les hacían sentir importantes para la entidad, no como en otros sitios, que si no tienes dinero no eres nadie. Bien. Pues imaginemos a dos personas con problemas similares que entran al mismo tiempo en una oficina de esta caja. Uno es atendido por una señorita joven y muy mona, con una voz angelical y una sonrisa sincera y cercana. No demasiado preparada aún, por su inexperiencia, pero encantadora en definitiva. Y el otro por un caballero que está al borde de la jubilación, con poca motivación para mostrarse "cariñoso", pero con un conocimiento del mercado y de los productos sensacional. La señorita que atiende al primer cliente es incapaz de remediar el problema de este, pero se muestra tan simpática y agradable que el señor se marcha sin soluciones, pero encantado de la vida. Él ya sabía que lo suyo era difícil de arreglar, que su situación era muy complicada, pero sus expectativas se han cumplido. Se encuentra igual que al principio, pero está satisfecho.

El segundo, sin embargo, sale de la oficina asqueado y enfadado. Ese señor tan poco agradable ha sido capaz de encontrar una forma de solucionar su problema. No es la panacea, pero al menos le ha mostrado una salida a su túnel. En teoría debería estar mucho más satisfecho que el primero, pero no es así. Él se esperaba a alguien con quien charlar y desahogarse ("hablamos", decía el eslogan del anuncio) y lo que se encuentra es a un señor mal encarado incapaz de mostrarse comprensivo y cercano, a pesar de que su fabuloso dominio del sector en el que trabaja ha permitido sacarle del embrollo económico con el que entró un rato antes en la oficina.

En definitiva, tenemos a un cliente satisfecho, a pesar de que no ha recibido nada y de que su situación es igual de mala que al principio. Y a otro insatisfecho y cabreado, a pesar de que haber solucionado sus problemas. El primero jamás sacará el poco dinero que tiene de ese banco, por mucho que le ofrezcan en otros sitios. Incluso a pesar de que en el futuro logre amasar una fortuna y en otros lugares le ofrezcan el oro y el moro. Él nunca se olvidará de lo bien que le trató esa chica tan mona, por muy poca idea que tuviera.

Por contra, el otro cliente se llevará los bártulos a otra entidad, a pesar de que allí le traten igual de mal. A pesar de que allí le ofrezcan otra solución un poco peor. Da igual. Está insatisfecho y se va. Y todo por las expectativas. Nada que ver con la rentabilidad, con la formación del personal, con la capacidad para encontrar soluciones. Nada. Todo se basa en las expectativas.

Hace cinco años, la primera semana de diciembre de 2005, el Sevilla perdía en casa contra el Deportivo por 0-2 en la 14º jornada de liga, lo cual nos dejaba 8º en la clasificación con 23 puntos, una situación sorprendentemente parecida a la actual (somos 8º con 20 puntos en 13 jornadas). En aquellos días, cualquier sevillista hubiera firmado una clasificacion para la UEFA al final de la temporada. Incluso, la hubiese festejado en la Puerta de Jerez, como otras veces se hizo en años anteriores tras conseguir semejante logro. Claro, nadie sabía que meses más tardes nos emborracharíamos de gloria tras la final de Eindhoven. Eso era algo simplemente inimaginable para nosotros. ¿Por qué? Pues porque nuestras expectativas eran esas (clasificarnos para la UEFA) y conseguirlo nos satisfacía porque las colmaba.

Luego vino la cascada de títulos y ese fabuloso e imperial juego que nos caracterizó hasta septiembre de 2007. Algo mágico, sublime, sensacional. Sólo con eso, nuestras expectativas subieron. Pero hubo más porque después de todo lo acontecido en aquellos maravillosos meses, José María del Nido dijo cosas como que "lo mejor está por llegar", "esta plantilla es la mejor de la historia del club", "el proyecto del Sevilla es indestructible", "aspiramos a ganar todas las competiciones que jugamos", "cualquier derrota del Sevilla debe significar una crisis", "disfruta con nosotros", etc., etc., etc.

Y nuestras expectativas crecieron aún más.

Y ahora que las cosas nos van igual de bien/mal/regular que la temporada en la que empezó aquella cascada de triunfos, las cosas han cambiado. Ya no firmaríamos una clasificación para la UEFA. Bueno, algunos sí, quizás, pero no la celebraríamos en la Puerta de Jerez. No estamos satisfechos. Echamos a un entrenador el año pasado cuando íbamos quintos. Ganamos la Copa del Rey, pero el número de socios bajó (¿a alguien le cabría en la cabeza tal cosa hace cinco años?). No estamos conformes, no estamos satisfechos. Nuestras expectativas no se cumplen. Las expectativas que la propia directiva nos ha creado con las palabras, con los eslóganes y también con las subidas de los abonos. Claro, a mayor calidad, mayor precio. Pero, ¿dónde está la mayor calidad? Podemos hablar de medios centros creativos, de sistemas de juego, de intensidades, de ambiciones, de lo que sea. Da igual. La afición no está conforme porque sus expectativas no se cumplen.

Uno de los mayores éxitos de Del Nido ha sido departamentar el club y delegar funciones. Y uno de los departamentos que mejor funcionan en la entidad es el de márketing. Sin embargo, a la hora de llevar a cabo la comunicación comercial, han fallado en la generación de expectativas. Y su producto, muy bueno, muchísimo mejor que el que han vendido nunca, no gusta; no satisface. Y eso duele y enrabieta al presidente.

Pues bien, dentro de mi más sincera admiración por Del Nido, al que considero el mejor presidente de la historia de la entidad y en quien confío a ciegas, le tengo que decir deje de mirar a la afición y se mire a sí mismo y a su departamento de marketing. Que la afición pide ni más ni menos que lo que ustedes le han prometido. Y si se han equivocado a la hora de comunicar las bondades de su producto, pues arréglenlo.

La realidad es que el Sevilla no puede aspirar a la Liga. Que la Champions es un objetivo ambicioso y muy complicado. Y que la UEFA es lo normal para un equipo como nosotros. No un gran éxito, pero sí lo normal. Llevamos siete años consecutivos yendo a Europa. Somos un club muchísimo más grande que hace cinco años. Hemos crecido una barbaridad. No tenemos nada que ver con aquel Sevilla de los sesenta, setenta, ochenta, noventa y primera mitad de los dos mil. Vamos, nada que ver con el Sevilla de casi siempre, de los últimos cincuenta años. Pero la gente no está satisfecha porque no se cumplen sus expectativas.

Y, señor Del Nido, tanto como alardeamos de haber convertido al Sevilla en una empresa moderna, las expectativas, como decía al principio, es un concepto básico y fundamental en el marketing de cualquier empresa de ese estilo. Así que mientras los jugadores se ponen las pilas de una puñetera vez, mientras Manzano encuentra la clave para sacar rendimiento al equipo, mientras Monchi encuentra a ese jugador que necesitamos para el mercado de invierno, mientras Tejada lleva a los filiales al ascenso y mientras usted mismo sigue con su extraordinario pulso por lograr un reparto más justo de los dineros de la televisión, aplíquese el cuento y de paso advierta al departamento de marketing que hay que mejorar la comunicación comercial de esta empresa tan moderna.

Y esta tarde, a ganar en París, que buena falta nos hace.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hay cosas que nunca cambian

Hace unos años, lustros más bien, después del Sevilla, a años luz eso sí, el Real Madrid era el segundo equipo en mis simpatías. No sé bien por qué, supongo que en mi inocencia adolescente de la época me dejaba llevar por lo que vendían los medios de comunicación, que eso de ensalzar a los de la capital se ha hecho siempre. Antes con dos cadenas en televisión, unas pocas emisoras de radio y sin internet; y ahora con todo el despliegue comunicativo que disfrutamos/sufrimos hoy día.

Pero con el paso del tiempo mi nivel de madurez comenzó a desarrollarse y con ello mi capacidad para pensar más allá de lo que se me intentaba vender. Ya comenté en cierta ocasión lo mal que me cae Michel (por ejemplo) después de que, después de aquel gol en el Mundial de 1990, lo celebrara gritando ese famoso "me lo merezco" que a mí me pareció de un mal gusto abominable. Luego vino mi descubrimiento de la discreta chulería de Butragueño, el que trataran de interponerse a última hora en nuestro fichaje de Maradona (qué mala es la envidia), el modo en que Zamorano se olvidó del equipo que le sacó del anonimato, el hecho de que cualquier mindundi fuera a la selección sólo porque jugara con los merengues, la forma en que se aprovecharon de nuestra debilidad para fichar a Davor Suker por cuatro duros... fueron tantas cosas. Todo esto ocurrió durante los años noventa, la década en la que dejé de ser un niño para convertirme en un adulto. Y todo continuó de un mdo parecido hasta llegar al día de hoy, en el que el Madrid es el club que más repudio de entre todos los que hay en el planeta.

Pero hoy me quiero acordar de un hecho que no he mencionado, pero que engrandece esa animadversión. Ocurrió también en los años noventa. Fue durante un partido de la selección, no recuerdo cual ni tampoco quién era el rival, pero eso no importa. En un momento dado de ese encuentro, dicho rival atacaba por la banda y el centro del extremo voló hacia el área española. Entonces, uno de nuestros centrales, Fernando Hierro, saltó entre dos contrarios para despejar el balón, pero lo hizo desplegando sus brazos en forma de cruz, eso que tantas veces hacía, con la consecuencia lógica de que la cara de uno de los delanteros impactó contra su codo (nunca al revés, que para eso era jugador del Madrid). Por supuesto, el árbitro pitó falta y le enseñó tarjeta amarilla, ante la indignante estupefacción del malagueño. Pero lo peor no fue eso. Lo peor fue lo que dijo el comentarista. Algo así como que Hierro no estaba acostumbrado a que le sancionasen ese tipo de acciones porque en la Liga Española nunca lo hacían. Y lo dijo así, tal cual, como disculpando la agresión del defensa y tildando al árbitro de riguroso. Claro, Hierro era un central temperamental pero noble porque jugaba en el Madrid. Si lo hubiera hecho en el Sevilla, aparte de que nunca habría ido a la selección, se le habría llamado directamente asesino. Eso sí, jamás sancionarían a un club rival porque su afición le llamase tal cosa en el transcurso de un partido. Eso sólo se hace con nosotros.

En fin, que me despisto. Me viene esto a la memoria porque, desde siempre, el trato de favor hacia el Madrid en España ha sido escandaloso. Tanto, que los jugadores de ese equipo se acostumbran a sus supercherías tan conmunes en nuestra competición nacional y las hacen también cuando juegan fuera (en competiciones europeas o en la selección). Claro que en España no se sancionan y en otros lugares sí, y eso les desconcierta. Y viene a colación todo este rollo por lo ocurrido en estos últimos días. Mientras que a Sergio Ramos le cae un mísero partido por emplearse con violencia contra Messi, agredir a Puyol y hacer lo propio con Xavi, lo ocurrido en el partido contra el Ajax, cuando se forzaron dos expulsiones de un modo artificial, es castigado por la UEFA con dos partidos a Mourinho y una multa a todos los implicados. Y el nacional madrileñismo se ha quedado indignantemente estupefacto del mismo modo que le pasó a Hierro en aquel partido internacional de los años noventa.

También recuerdo que hace no mucho el Madrid se gastó un pastizal en fichar en el mercado de invierno a Lass y a Huntelaar sin darse cuenta del ridículo error que cometieron, ya que, según la normativa UEFA, uno de los dos no podría ser inscrito para participar en la Liga de Campeones. Y los madridistas llegaron a decir que iban a presionar al estamento continental para cambiar diche normativa, algo que, evidentemente, no consiguieron. Igual creyeron que el poder que tienen para modificar las cosas en España a su antojo y en favor de sus intereses se podía extrapolar a Europa. Y se llevaron el golpe de una puerta estampada contra sus narices al ser cerrada delante de ellos. Pero es que no aprenden, o parece no que no lo hacen, y ahora con lo de las expulsiones les han vuelto a dar las calabazas.

A ver, eso que hicieron los jugadores del Madrid es de lo más común, todos los equipos lo han hecho alguna vez. Es más, yo no creo que la UEFA les haya sancionado simplemente por eso. Lo que es indignante es el extraordinario descaro con el que lo hicieron. La chulería, esa forma tan irrespetuosa de actuar. Utilizando mensajeros, forzando las tarjetas de ese modo tan evidente. Eso no se hace así. Eso se hace de un modo disimulado. Pero claro, como están acostumbrados al todo vale de la Liga Española, se comportan de igual modo cuando salen de nuestras fronteras. Y por ahí las cosas son de otro modo y eso les desconcierta, les coge con el pie cambiado.

¿A alguien le cabe la menor duda de que ese esperpento ocurrido en el Amsterdam Arena hubiera sido pasado por alto de haber acaecido en cualquier estadio español en la competición liguera? ¿Qué hubiera hecho el comité de competición llegado el caso? Pues lo mismo que hacía cuando Hierro desplegaba sus brazos al aire en los noventa, o lo que han hecho con Ramos al no entrar de oficio para sancionar sus agresiones sólo porque al árbitro "se le olvidó" reflejarlas en el acta.

En el fondo, hay cosas que nunca cambian. ¿Y aún hay quien se sorprende de que la gente las aborrezca tanto?

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