Y por fin terminó el año, al menos en lo que a la Liga se refiere.
Cinco derrotas consecutivas, el equipo perdido en la triste mediocridad de la mitad de la tabla y la tristeza como sentimiento generalizado en la Afición. Ahora toca pensar en no tirar a la basura la Copa del Rey en el partido contra el Málaga y luego a parar. A pensar, a reflexionar, a olvidarnos por un par de semanas de todo esto que nos está pasando. A ver si parando se corta la mala racha. A ver si se hace verdad el dicho de año nuevo, vida nueva. A ver si es verdad.
Y eso que en los dos últimos partidos parece que se va viendo otra cosa. Y gracias a Dios seguimos vivos en todas las competiciones, con lo que estamos a tiempo de reaccionar. Pero eso de que estamos a tiempo puede ser un engañabobos si no se reacciona de verdad porque si no lo hacemos, llegará un momento en el que no estemos a tiempo para nada.
Cinco derrotas consecutivas. Un horror.
Afortunadamente, como decía antes, en los dos últimos partidos se vio otra cosa. No es que seamos mejores o peores, sino que los jugadores se han empleado a fondo. Lo que pasa es que con un equipo tan bajo anímicamente es imposible asaltar el Bernabéu aun jugando contra diez. Yo estoy casi convencido que este partido, con el equipo un poco más en forma, no se nos hubiese escapado. Ayer jugamos a lo Jiménez. Y no es que me alegre de ello, pero por algo hay que empezar. Ayer se recuperó la intensidad de otra época, que es la mejor manera de cambiar el signo de la situación. Primero se recupera la intensidad y luego se da un paso más, que es lo que lleva reclamando la afición desde hace tanto tiempo. En mi opinión hemos perdido siete u ocho meses. Desde que se echó a Jiménez, el equipo ha ido de mal en peor. Se salvó la pasada campaña, pero aquello no fue más que un espejimo. Hemos perdido la personalidad en este tiempo. Antes no nos gustaba lo que éramos, pero éramos algo. Ahora no somos nada. Sin embargo, en estos dos últimos partidos parece que comenzamos a volver a ser lo que éramos antes y que tan poco nos gustaba. Es un primer paso. Ahora toca asentar eso y avanzar un poco más.
Y repito, gracias a Dios, estamos vivos en todo. Sólo queda hacer eso. Asentar lo que parece que se está vislumbrando ahora y luego avanzar. A ver si salvamos la temporada.
No voy a hacer una crónica del partido de ayer, los que por aquí pasais a menudo sabeis que no me gusta eso de escribir crónicas. Pero sí que me gustaría resaltar que es una pena que fallásemos lo que fallamos porque creo que perdonamos al peor Real Madrid que he visto en mucho tiempo. Incluso con el árbitro pitando a nuestro favor, al menos en esa jugada puntual que supuso la expulsión injusta de Carvalho. Del resto mejor no hablar porque sigo pensando que al Madrid se le permiten cosas que a nosotros nos están negadas. Pero ese es otro tema que ayer no influyó casi para nada.
Todavía me pregunto por qué tardó tanto Manzano en hacer los cambios. Pienso que dudó entre dar un paso al frente para noquear al Madrid o conformarse con el sensacional resultado que hubiese supuesto un empate en el Bernabéu. Y al final, como siempre pasa cuando se perdona a un grande, ni una cosa ni la otra.
Me quedo con las nuevas sensaciones. ¿Qué otra cosa voy a hacer? ¿Hundirme en la melancolía? ¿Dejarme llevar por lo triste de la situación? ¿Abandonar el barco? Nada de eso.
Ahora toca salvar los muebles en el partido contra el Málaga y luego a descansar. Bueno, a descansar nosotros los aficionados, que los responsables deben ponerse manos a la obra con urgencia para solucionar esto. Cada uno en su parcela. Y que cuando se reanude la competición la cosa mejore.
Porque a día de hoy, en la actualidad, aún estamos a tiempo. Luego, más adelante, ya no. Es ahora cuando hay que reaccionar. Dejémonos de historias y hagámoslo. Que lo que estamos viviendo no tiene nada que ver con lo que somos. Eso lo tengo más que claro.
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