domingo, 28 de marzo de 2010

Las espadas siguen en todo lo alto.

Lo primero que se me viene a la cabeza después de lo de hoy en Villarreal es que yo me lo veía venir. Era algo que tenía más o menos claro que podía ocurrir, aunque en el fondo abergaba la esperanza de que el cambio de aires en el banquillo insuflara ánimos a los jugadores. Al menos los suficientes para pelear el partido aunque fuera. Pero no ha sido así. No sólo hemos perdido. Es que ni siquiera tuvimos opciones. Hubiera considerado razonable que el Sevilla no lograse la victoria por no aguantar el tono físico, algo normal en una plantilla masacrada por las lesiones a lo largo de los últimos meses. Pero ni eso.

Durante esta semana, en esos momentos en los que el desconcierto sacó la peor parte de mi, llegué a pensar que los jugadores hicieron la cama a Jiménez, clamando por un cambio. En ese sentido, sería verdad eso que venden los que le desean el mal al Sevilla, o sea, que la plantilla estaba en contra del técnico, y que había malos rollos con él. Y en ese sentido también, tal y como seguían vendiendo esos tipos, la solución del segundo se Juande, de su idolatrado Juande, sería la solución perfecta para soliviantar a los futbolistas.

Pero la realidad es otra. La realidad no es que el problema del Sevilla fuese de entrenador, o de malos rollos, sino que la plantilla está destrozada. Muchas bajas continuadas, jugadores que tienen que jugarlo todo miércoles y domingos y que se sobrecargan, otros jugadores que fuerzan para reincorporarse al trabajo y que se vuelven a romper, y en definitiva, una plantilla rota en lo físico, y maltrecha en lo anímico. Porque querer y no poder desmoraliza a cualquiera. Si a eso le unimos que hay futbolistas muy lejos de su mejor forma, o directamente fuera del mapa, tenemos el penoso cuadro que observamos en tardes como la de hoy.

Y eso no lo soluciona un cambio de entrenador, así por las buenas.

He repetido varias veces a lo largo de estos últimos días que, más allá de opiniones particulares, un cambio de entrenador cuando un equipo está deshecho entra dentro de lo razonable. Y es evidente que, en tres días, ese nuevo entrenador no ha tenido tiempo de hacer nada. No se le pueden echar las culpas a él. No las tiene, y hay que dejarlo trabajar. El problema es que no hay tiempo, y sí un montón de problemas difíciles de solucionar sin eso, sin tiempo. Porque un jugador desmoralizado puede cambiar de actitud con un golpe de efecto como el que supone un cambio de entrenador. Pero un jugador lesionado necesita tiempo para recuperarse. Y un jugador reventado físicamente necesita también tiempo para descansar y recuperarse, pero no lo puede hacer porque hay demasiados lesionados. Se podría tirar de la cantera, pero se antoja imprescindible que el Sevilla At. mantenga la categoría, con lo que no se les debe quitar jugadores así como así. Y en caso de hacerlo, sería injustísimo cargar a esos chavales jóvenes con tamaña presión y responsabilidad.

De todos modos, y en un intento de desdramatizar algo la situación, hay dos cosas que me invitan un poco al optimismo.

Primero, el sevillismo de Antonio Alvarez, que evitará que se le pase por la cabeza bajar los brazos ni siquiera un ápice, a pesar de su condición interina y provisional.

Y segundo, que sea como sea, el cuarto puesto sigue estando a dos puntos, y que el calendario que se nos viene encima es asequible. Asequible, claro, con el Sevilla a tope, que tal y como estamos cualquiera sabe. Pero peor sería cruzarnos con los equipos más fuerte, que duda cabe.

La labor del nuevo entrenador debe ser, por supuesto, levantar el ánimo de los profesionales. Exigirles que den el máximo, a pesar de los problemas. Que demuestren lo que valen, y el por qué de lo que cobran. Hay que seguir luchando, porque aún estamos a tiempo de solucionarlo todo. Ganar al Tenerife no es algo extraordinario. Ni al Valladolid, ni al Málaga ni al Sporting, nuestros próximos rivales. Tenemos que levantarnos. Los jugadores deben tener claro que no queda otra. Que no se puede mirar atrás, ni bajar los brazos. Que las espadas siguen en todo lo alto, y que no hay nada perdido.

Las excusas se acaban. Si Antonio Alvarez dice que no hay que lamentarse por las lesiones, eso no debe ser una excusa, como defendíamos (defendemos) algunos. Y si el problema era el entrenador, pues tampoco, pues este ha sido sustituido.

Es la hora de la casta y el coraje. De los cojones, vamos.

No nos queda otra.

viernes, 26 de marzo de 2010

Y el cambio llegó

Bueno, pues ya tenemos nuevo entrenador. Después del no de Luis Aragonés, Antonio Alvarez ha sido confirmado como técnico del Sevilla hasta el final de la temporada, y ahora sólo queda esperar que se haga realidad todo ese mundo de ilusión que ha dibujado en su primera rueda de prensa.

Hasta aquí, lo que todos ya sabemos. Ahora pasaré a exponer mi opinión sobre este tema, que entre otras cosas es para lo que mantengo abierto este blog.

Después de leer las primeras declaraciones de nuestro nuevo técnico, lo que más me ha llamado la atención ha sido la referencia que ha hecho a recuperar lo que él llama "espíritu Juande". Muy hábil Antonio. Aparte de lo lógico que resulta que el segundo entrenador de Juande quiera imponer ese estilo cuando le toca pasar al primer plano, si lo que se pretende es que las aguas bajen calmadas de aquí a que acabe el ejercicio, nada mejor que decir lo que quieren oir a esos que tienen el poder de manipular los pensamientos de los que se dejen hacerlo (que parecen ser muchos). Con ese comentario ya sabe que tiene ganados a estos tipos, y que le dejarán margen de maniobra antes de que se tiren a su yugular.

Me ha dado un poco de pena que no haya habido mención a Manolo Jiménez. No es que fuera necesario hacerla, y mucho menos cuando según se dice son dos personas que no se llevan bien. Pero sí que se ha mencionado a Luis Aragonés, y también a Juande Ramos, no sé, me he sentido un poco extraño. Echar a Jiménez en la situación en la que nos encontramos, más allá de opiniones particulares, entra en el terreno de lo razonable. Pero la indignidad es otra cosa. A mi no me gustan las indignidades, y aquí se ha cometido una muy gorda. Pero como eso ya no tiene remedio, y hay que mirar hacia adelante, es a ello a lo que me dispongo.

No sé si la solución a los problemas del equipo residen en darle las riendas del mismo a un entrenador sin ninguna experiencia en los banquillos, después de que la primera opción fuera el entrenador con más experiencia en los banquillos que existe en activo en la actualidad. De todos modos, la actitud que la directiva ha tomado en el asunto de Luis Aragonés me parece de chapeau. No me parecía mala idea darle el cargo al "Sabio de Hortaleza" para lo que queda de temporada. Pero hipotecar la próxima con un tipo de 72 años no casa con el espíritu de equipo en crecimiento de este Sevilla. Si queremos un proyecto a largo plazo, iniciar un nuevo ciclo y todas esas cosas que se escuchan, dar a Luis lo que pedía habría sido un craso error. Además, con esa decisión se intuye que el Sevilla tiene ya avanzado ese proyecto que se inicia la próxima temporada. Eso me da una tranquilidad enorme, y una confianza en la directiva a la altura de la que ya de por si vengo teniendo en los últimos años. Con lo que, si se ha decidido dar el puesto a Antonio Alvarez, pues adelante. No seré yo quien ponga en duda esa decisión, y si tengo que comerme mis reservas (que las tengo), pues lo haré. Así que, Antonio, aquí tienes a uno que te apoya a muerte.

Por lo demás, la actitud optimista que ha adoptado este en la rueda de prensa es lo menos que se podía esperar. No va a venir diciendo que vaya marrón en el que me he metido, aunque lo piense (que no se si lo piensa, pero no me extrañaría). Al fin y al cabo, las oportunidades para los entrenadores noveles suelen venir en estar circunstancias, o parecidas. Que se lo digan si no al propio Manolo Jiménez.

El hecho de poner ahí a Alvarez tiene su parte buena, como es natural. Conoce perfectamente a la plantilla, o a buena parte de la misma, e imagino que debe ser respetado por la misma, ya que a su lado vivieron unos momentos sublimes. No sé hasta qué punto serán capaces los jugadores de cambiar la forma de jugar del modo en que el nuevo técnico quiere hacerlo, pero si algo necesita este Sevilla es precisamente un cambio, con lo que en su mano está.

Yo estoy expectante e ilusionado a partes iguales. Y a pesar de la importancia que tiene el partido contra el Villarreal, deberíamos ser justos y no esperar ver demasiadas mejoras para entonces. Por un lado, por el demencial número de lesionados que tenemos. Por mucho que no quieras hablar de ellos, Antonio,  (lo cual me parece positivo) están ahí. Y segundo porque al nuevo entrenador no le ha dado tiempo de nada. Lo que sí que confío es en que la actitud de los jugadores sea distinta. Que se note el revulsivo aunque sea en las ganas. Sólo con eso, ya tenemos serias opciones de ganar. Y lo que venga después, pues lo veremos.

La verdad es que pensar en el partido del domingo me hace sentirme de lo más preocupado. Haciendo memoria, ¿qué alineación se puede poner? Palop, Stankevicius, Escudé, Draguntinovic, F. Navarro, Romaric, Renato, Adriano, Capel (si se termina de recuperar), Kanouté y Negredo. Y para el banquillo... Javi Varas, Lolo..., y jugadores del filial. Es tremendo. Espero que pronto se vayan recuperando algunos, porque de verdad es tremendo.

Pero sea como sea, sigo pensando que somos capaces de cualquier cosa. Y más ahora que parece que, por fin, la tranquilidad va a volver al entorno. Para ello sería fundamental un buen resultado contra el Villarreal. Y que para el siguiente partido en casa, la afición apoye a muerte y lleve en volandas al equipo. Ya todos juntos, ya sin debates, a por todas.

Y que el año que viene estemos en Liga de Campeones, con un nuevo título en el bolsillo.

Eso sí, si eso ocurre, en este sitio volveremos a recordar a Manolo Jiménez. Él también es culpable de que el equipo esté donde está. En lo malo, por supuesto. Pero en lo bueno también. Y lo bueno es que estamos a tiro de piedra del objetivo Champions, y en la final de la Copa del Rey. Si se consiguen esos retos, desde aquí se le dará el reconocimiento a nuestro antiguo entrenador.

En esta que es mi casa no se permiten indignidades.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Lo que se veía venir

A partir de la noche de ayer, y tal y como se veía venir, Manolo Jiménez ya no es el entrenador del Sevilla FC. Esto ya lo sabemos todos, y a pesar de que a mi no me gusta hablar de lo que habla todo el mundo, para eso están los periodistas, la noticia es de tal calado que es imposible no referirse a ella.

Desde hace semanas es evidente que el equipo está muerto, y esto ya no es el resultado de una racha de lesiones. Puede que, como consecuencia de las mismas, haya muchos jugadores lejos de su mejor forma, y todo suma, pero ya hace un tiempo que se ve demasiado claro que había que hacer algo, y la primera cabeza en caer siempre es la misma.

Ojalá esto sirva para algo, y ahora de repente la tónica cambie por completo. Lo que pasa es que yo siempre he defendido que Jiménez no es el responsable absoluto de los problemas del equipo. Siempre he dicho que había muchas más cosas que propiciaban el mal juego, y esas cosas siguen ahí, con Jiménez de entrenador, o con cualquiera que venga. Con Squilacci, Konko, Zokora, Duscher, Capel, Navas, Acosta, Perotti y Luis Fabiano en el dique seco, y con jugadores como Renato, Kanouté, Negredo, Navarro o Adriano de capa caída, no sé qué va a poder hacer el que sea que ocupe el banquillo a partir de ya.

Lo que sí que espero es que la afición se deje ya de historias y debates, y ahora sí, se una a muerte para llevar en volandas al equipo. Igual que criticaba a los que hasta ahora se cebaban sin compasión con Manolo Jiménez, a partir de hoy también lo haré con el que se le ocurra ponerse a comparar a este con el que venga, y a decir eso de "a ver qué hace este ahora". "A ver si mejora a Jiménez". "A ver si yo tengo razón". Cuando el nuevo entrenador venga, yo lo apoyaré sin reservas, y ojalá todos hagan lo mismo. De todos modos, creo que esto tampoco va a ser así. Ya hay gente que está criticando a los que suenan como nuevo técnico. Ni siquiera sabemos quien va a ser, y ya hay quien lo critica. Es lo que llevo diciendo desde hace tiempo. No importa la persona que dirija los destinos del equipo. Lo que importa es la actitud de la gente, y esa no va a variar por un simple cambio de estampitas. Eso es lo que nos está desangrando.

A pesar de todo, confío en que este cambio sea para bien. Algo había que hacer, está claro, y algo se ha hecho. Ahora el ánimo cambiará, y al menos eso puede servir para darle un giro a esta tendencia tan negativa que nos está consumiendo. Estamos a tiempo de todo, y si había que hacer un cambio, el momento está bien elegido. No hay nada perdido, las espadas están en todo lo alto, y en ese sentido, no hay nada que objetar. Es cierto que yo siempre he sido partidario de dejar estas cosas para el final de las temporadas, y que no me gustan los golpes de timón en el transcurso de las mismas. Pero también lo es que, con la tendencia en la que estamos inmersos, los objetivos corren peligro, y eso puede ser fatal para el devenir del Sevilla en las próximas temporadas. No ganar la Copa del Rey sería un chasco, pero nada más. Pero no meterse en Champions reduciría drásticamente el presupuesto del club para el siguiente ejercicio, y eso sería sinónimo de decrecer. Y yo no quiero que el Sevilla decrezca.

Como veis, sigo buscando la parte buena a todo. Yo soy así, de los optimistas. A mi me da igual quien dirija el equipo, yo quiero que el Sevilla gane. Siempre, sea quien sea el entrenador, no como otros (que los hay), que prefieren ver al Sevilla perder para así forzar el cese de un técnico que no les gusta. Igual es esto lo que algunas personas no entienden de mi. O igual es que yo no me se explicar, que todo puede ser. Yo no he defendido a muerte a Jiménez por ser Jiménez, sino por ser el entrenador del Sevilla, porque estoy convencido de que esa es la mejor manera de apoyar a mi equipo. Y ahora que Jiménez ya no está, apoyaré al que venga.  Si el que vienen mejora a Jiménez, seré la persona más feliz del mundo, pero no me arrepentiré de haber apoyado a Jiménez. Porque, en verdad, yo no apoyaba a Jiménez. Apoyaba al Sevilla, y es lo que voy a seguir haciendo.

Y ese es el motivo por el que siempre digo que la disparidad de criterios es imprescindible en toda organización. Si el que venga mejora a Jiménez, los que han presionado para que este cambio se produzca habrán generado un bien para el club del que mi felicidad se va a aprovechar. Un bien que nunca se produciría si todo el mundo pensara como yo. Así lo admito, y así aplaudiré a esos que no opinan como yo llegado el caso. Pero si las cosas no se dan así, nunca, nunca les echaré en cara nada. Nunca les diré que yo tenía razón y ellos no. Todos somos sevillistas, todos estamos en el mismo barco, y esto es quizás lo que yo no he sabido expresar con la nitidez que hubiera querido en otras ocasiones. Todos somos necesarios. Unos para evitar una presión exagerada e injusta, y otros para que el club, la entidad, no se duerma en los laureles de la autocomplacencia.

Lo que si que no tolero es la crítica desmedida, el insulto, y la falta de respeto. La crítica se ha de hacer con argumentos, no porque sí. Y todos sabemos que ha habido mucho de esto últimamente. Y no nos olvidemos que hay por ahí pululando gente que le desea el mal al Sevilla, y que utiliza el descontento de muchas personas para su propio beneficio. Eso sigue ahí, esté o no Jiménez en el banquillo. Estos tipos van a seguir con lo suyo, pero espero de todo corazón que queden desenmascarados con este cambio. Que esas personas que han sido utilizadas se den cuenta de lo que ha pasado, de cómo se han aprovechado de sus sentimientos, y se vuelvan contra ellos. Eso me haría muy feliz también.

Al final, la vida pone a cada uno donde se merece. El problema es lo que esos tipos se llevan por delante entre tanto llega ese momento. Espero que su hora esté muy cerca.

Y por último, por supuesto, mi agradecimiento a Manolo Jiménez. Y mi admiración. No ha conseguido hacer crecer al Sevilla como hubiéramos esperado, pero sí mantenerlo en las alturas, y eso es algo digno de elogio. Cogió a un equipo mucho mas muerto que el actual, deprimido por la muerte de un compañero, traicionado por la marcha de su patrón, y con una presión brutal en lo alto, después de ganar cinco títulos en un año y tres meses. No en dos años, como muchos defienden. El Sevilla no tuvo dos años mágicos, sólo uno y tres meses. El primero de Juande no fue tan bueno. En el primero de Juande fuimos quintos, eliminados de Copa a las primeras de cambio, pero ganamos el primer título en décadas, y eso lo tapó todo. Esta temporada puede ser mucho mejor que aquella. De la 2006/2007 no digo nada, porque fue sublime y colosal. Pero dejemos de magnificar las cosas. Demos a cada cual el valor que tiene. No menos, pero tampoco más.

A mi me gustaría que se recordara a Jiménez como el entrenador que fue capaz de mantener al Sevilla en lo más alto de sus aspiraciones mientras se producía el relevo entre la plantilla campeona de 2006 y 2007, y la que espero que lo vuelva a ser muy pronto, con un nuevo técnico en el banquillo. El que aceptó el marrón que suponía aquello, y fue capaz de mantener el tipo a pesar de todo. Le estoy muy agradecido, y le deseo lo mejor. Y estoy muy orgulloso de haberlo apoyado siempre, porque esa es mi concepción del sevillismo. Igual de válida que la otra. E igual de necesaria, vuelvo a repetir.

Por eso, Jiménez, muchísimas gracias. Y mi admiración en adelante. Lo que hoy ha supuesto tu destitución, ayer era motivo de celebración furibunda en la Puerta de Jerez. El crecimiento del Sevilla te ha engullido, pero tú tienes tu parte de culpa en ese crecimiento. Has batido otro récord. El del entrenador destituido dejando al equipo en la mejor situación. Nunca antes se había dado algo así en toda nuestra Historia. Nunca.

Y ahora, al que venga, muchísima suerte. Estoy contigo a muerte.

Porque eres el entrenador del Sevilla.

domingo, 21 de marzo de 2010

El por qué de mi desazón

Bueno, pues ya estamos a domingo, y resulta que hoy no me apetece decir nada. Es lo que me pasa cuando el Sevilla pierde, no como a otros, está claro, que parece que están esperando la mínima para descargar todo lo que llevan dentro.

La impotencia que sentí anoche no tiene nombre. Pero más allá que por la actuación del equipo, que fue lamentable, lo fue porque yo sé cómo se soluciona esto. De la misma manera que lo hemos hecho tantas otras veces, que parece que esto es el apocalipsis y que nos hemos olvidado de nuestro pasado. Nos hemos visto en otras peores, mucho peores, exageradamente peores. Si en el próximo partido en casa el estadio se llenase de enfervorizados sevillistas animando a muerte al equipo para que salga de este bache, las cosas cambiarían casi seguro. Pero, por desgracia, eso no va a ocurrir. En el próximo partido en casa, ese maldito sector de la afición seguirá haciéndole el juego a los que le desean el mal a nuestro equipo, y al final acabarán saliéndose con la suya. Y esto es lo que hace que me sienta tan triste.

Sé que lo que digo es duro, pero es que es así. Todos tenemos alguna anécdota que lo verifica, y yo voy a contar la última de la que he sido testigo.

Anoche, en un bar, escuché a un tipo decir que lo mejor que nos podía pasar era que Jiménez siguiera en el banquillo, que perdiéramos la final de la Copa del Rey y que nos quedáramos fuera incluso de la UEFA, para que así el nuevo entrenador que llegase para el año que viene tuviera menos presión, porque superar lo último hecho por Jimenez fuera sencillo, y así le sería más fácil realizar su trabajo.

Con dos cojones.

Y lo peor fue que los que estaban a su alrededor le daban la razón. Eso es lo peor. Contra eso no hay nada que hacer. Contra eso, estamos perdidos. Hay sevillistas que le desean el mal al Sevilla. Es así de duro. Y para mi, estos tipos son unos malditos y unos desgraciados. No hablo de desgraciados como insulto. Es que, en mi opinión, no disfrutar de la segunda mejor temporada del Sevilla en su Historia es una desgracia. El caso es que si ellos no pueden hacerlo, es su problema. Pero cuando se empeñan en evitar que yo lo haga, y lo consiguen, aunque sea a ratos... para mi son unos malditos por eso. Para mí. Solo para mí. No les insulto. De verdad que no lo hago. Las palabras son duras, pero igual ellos tienen razón, y yo no. No lo sé, en serio. Lo que si que se es que a mi eso no me cabe en la cabeza. Seré así de corto de entendederas, lo siento. Pero no me cabe en la cabeza.

Lo chungo es que eso es lo que hay. E igual eso es una desgracia mayor, con lo que seguramente el mayor desgraciado aquí sea yo. Al menos así me siento. A veces. Ahora mismo, sin duda. Porque, mientras la actitud de la gente, de esa gente, sea esa, la solución no está en otro entrenador. Da igual quien venga, que mañana pasará lo que sea para que todo vuelva a ser como hoy. Lo dicho, una desgracia.

Mientras, los de siempre andan desbocados. Ya no sólo se meten con Jiménez, sino también con Monchi y Del Nido. Ya no es malo sólo Romaric, o Duscher, ahora también los es F. Navarro, y Renato, y hasta incluso Squilacci. Todo es malo, todo es un desastre, todo está mal hecho. Y son los mismos que hace unos meses hablaban de que este equipo aspiraba a todo, que ojo con este Sevilla, que si candidato al título.... Y muchos de nosotros decíamos que no, que eso era injusto, que no se podía comparar al Sevilla con los dos grandes. Y ellos contestaban que vaya panda de conformistas estábamos hechos, que no queríamos el bien para el Sevilla, que con esa actitud nunca creceríamos.

Y ahora que esos muchos de nosotros seguimos con la misma actitud, en la misma línea, con toda la coherencia del mundo, en lo bueno y en lo malo, pues hemos pasado a ser borregos al servicio del oficialismo del club. Y yo creo que ni antes éramos tan buenos, ni ahora somos tan malos. De todos modos, no puedo dejar de alabar a otros tantosde esos que tanta ambición demostraban, y que se están tomando este mal trago con una gallardía y un señorío admirables. Basta con leer sus blogs, en los que, lejos de entrar a la yugular, permanecen en su sitio, lamentándose, criticando, exponiendo sus razones. Pero con dignidad, con comprensión. Con preocupación y ánimo por encontrar soluciones. Se puede ser crítico, y también ambicioso. Pero el señorío es algo que tienen algunos, y otros no. Y a los que lo están teniendo, no puedo dejar de darles las gracias, y de mostrar mi admiración por ellos. Grandes sevillistas. Muy grandes.

Pero ya da igual de todo. Es como predicar en el desierto. Hay hasta sevillistas que amenazan a otros sevillistas para que no animen en el estadio. La suerte está echada. Jiménez ya ha dejado entrever que se va a final de temporada. Del Nido no le da ni un ápice de esperanza más allá del mismo. Los jugadores lo saben, y la cosa comienza a pintar fea.

Hay tiempo para reaccionar. Para certificar la segunda mejor temporada de la historia del equipo. Porque ser terceros en liga, campeones de copa y ocatavofinalistas de Champions sería la segunda mejor temporada de la historia del equipo, detrás de la 2006/2007, y quien no esté de acuerdo, que me diga por qué. Y aunque es cierto que siempre se ha criticado, y abucheado al equipo cuando la ocasión pintaba mal, también lo es que eso se hacía tras quedar 10º o 12º, y por no oler ni unas tristes semifinales coperas. Porque lo de la UEFA era el orgullo máximo cuando se lograba la clasificación, y la Liga de Campeones, ciencia ficción ni más ni menos.

Pero eso ya da igual, según parece. Para muchos es mejor lo otro. Que el fracaso caiga sobre nuestras cabezas, y que ellos puedan decir “¿Ves, yo ya lo dije? "

Me parece irracional que fuera muchísimo más feliz celebrando una clasificación para la UEFA en la Puerta de Jerez, que en la actualidad.

Y eso es lo que me parte el alma.

Eso, y no los resultados.

Porque esa actitud no es propia de la grandeza, sino del imbecilismo.

Porque según los resultados, estamos haciendo la segunda mejor temporada de la historia del club.

Y hay gente que pita.

40.000 socios = 25.000 que éramos en Segunda + 15.000

15.000 tíos pitando hacen mucho ruido. Y mucho daño.

Sé que la realidad no es tan fría y cerrada como estos números, y que hay gente de todo tipo en todos los sectores, y también entre esos 25.000 y entre los otros 15.000.

Pero a grandes rasgos, esa ecuación explica muy bien el problema actual del sevillismo.

Y quien se pique, será porque habrá comido ajos.

jueves, 18 de marzo de 2010

Nos vemos el domingo

Por compromisos familiares, este blog deberá permanecer parado al menos hasta el domingo.

Creo que es lo mejor que me podía ocurrir, visto, leido y oido todo lo visto, leido y oido. Será como si me concentrase de cara al partido del sábado, en un lugar recóndito donde no enterarme de nada de lo que están despotricando por ahí.

El equipo debería hacer lo mismo.

Cuando estos días pasen, después del partido contra el Español, volveré por aquí. Espero que sea para comentar una nueva victoria del Sevilla. Si no es así, será para reafirmar una vez más lo que quiero a mi equipo. De eso nunca me canso.

Así que, a los que llevábais tiempo esperando un momento como este para soltar por vuestras bocas todo tipo de improperios, aprovechad el tiempo. Aprovechadlo porque os queda poco. El Sevilla se va a recuperar de esta, lo sabeis, y volveréis a callar.

Y a los que lo estáis sufriendo, ánimo y paciencia. Por el mismo motivo. Vosotros no callareis. Vosotros os enorgullecereis de vuestro equipo y seguireis disfrutándolo.

Nos vemos el domingo.

P.D. Por cierto, gracias a Dios, el próximo partido del Sevilla es fuera de casa. Qué tranquilidad da eso a los que queremos verlo ganar.

martes, 16 de marzo de 2010

Te quiero, Sevilla

Hoy más que nunca, te quiero.

Hoy, precisamente hoy que es cuando más falta te hace que te lo digan, yo te lo grito.

TE QUIERO.

No me importa el resultado del partido, no me importa la eliminación de la Liga de Campeones, no me importa el tremendo disgusto que me he llevado, ni la decepcion con la que me voy a ir a la cama.

Nada de eso me importa más que tú, Sevilla.

Porque te quiero, y cuando se quiere a alguien como yo te quiero a ti, nada importa tanto como eso. Nada en absoluto.

Y te lo quiero decir hoy, ahora, a bote pronto, antes de que llegue mañana y escuches todas las cosas que te van a decir. Porque te van a decir muchas cosas.

Te van a decir que se confirma que este es tu techo, los octavos de final. Que más arriba no podemos aspirar con lo que tenemos entre manos. Pero a mi eso no me importa, porque yo te quiero. Y mira que yo no pienso así, que sigo creyendo que llegaremos más lejos, pero tampoco eso me importa, porque aunque nunca lo hagas, yo te seguiré queriendo igual.

Sé que te ha dolido que muchos de los que tanto alardearon de lo que te querían en los grandes días no tan lejanos te hayan abandonado hoy cuando más los necesitabas. Esos que se han marchado del campo antes de finalizar el partido. Justo cuando peor lo estabas pasando, cogen esos y se van. No diré que no te quieran, pero yo te quiero de otra forma. Yo nunca te abandonaré. Nunca.

Es cierto que esos, al menos, se quedaron callados. Se fueron en silencio. Otros se quedaron para silbarte, para gritarte, para pitarte y abuchearte. Sé que eso es aún peor. Cuando más hundido estabas. Cuando más necesitabas el cariño y el apoyo, esos te dieron todo lo contrario. Sé que duele, pero hay gente así, hay gente de todo tipo. Pero no te preocupes. Hay personas que siguen contigo, a tu lado. Tú sabes de sobra quienes son. Tú sabes que yo soy uno de ellos.

Otros prefirieron tomarla con tu entrenador. Seguramente piensan que es la mejor manera de ayudar a que te levantes. A seguir adelante con todos los retos que tienes entre manos. Porque no quieres pensar que lo que buscan es tu mal. Eso no puede ser. Alguien que se considera sevillista no puede querer eso. ¿Que qué es lo que buscan entonces con eso? Cualquiera sabe. No tengo ni idea. No los comprendo. Somos cuartos en la liga, somos finalistas de la Copa del Rey. Hemos caído en octavos de final de la Champions, igual que el Real Madrid, por poner un ejemplo. Otros como el Liverpool  o la Juventus ni siquiera pasaron la fase de grupos. Y esa es la actitud que creen más conveniente en estos momentos. A mi me parece lamentable, porque yo te quiero de otra forma, pero vete a saber qué pasa por la cabeza de algunos para actuar así. Vete a saber.

Lo que si que puedes dar por seguro es que esos mismos se pegarán golpes en el pecho, gritando a los cuatro vientos cuanto te quieren, si algún día vuelves por tus fueros y nos regalas otro título. Seguramente sean hasta los primeros en cantarlo a todo el mundo. Seguramente aparezcan en todas las fotos, y gritarán más que nadie. Yo no lo haré. Yo permaneceré en la sombra, detrás de ellos. No me gusta presumir ni alardear. Prefiero quererte en la intimidad, pero quererte siempre, decírtelo siempre, estar a tu lado siempre.

Como aquel día en Oviedo. ¿Te acuerdas de Oviedo? Claro que sí, ¿verdad? ¿Cómo olvidarlo? ¿Cómo no recordar siempre de donde viene uno? ¿Cómo no aprender de los errores para no volver a cometerlos? Es verdad, Sevilla. Es increíble la poca memoria que tienen algunos. La ovación tan grande que te llevaste aque día, con la desgracia que se nos vino en lo alto, para ahora sufrir este martirio cuando mejor nos encontramos. ¡Qué raro es el mundo! ¡Qué rara es la gente!

Alguna gente, porque te recuerdo que hay quien sigue a tu lado. Que hay quien te anima con más fervor en las derrotas que en las victorias. Porque es cuando te hace falta. En las victorias es fácil. Todo es más fácil. Lo chungo son los días como hoy, ¿verdad?

Pero no te preocupes, te lo vuelvo a repetir. Siempre tendrás a gente a tu lado. No tantos como para abarrotar las calles como cuando nos regalaste aquellas copas, pero sí como para poder afirmar con orgullo que tu afición es de las mejores del mundo. Tu verdadera afición, la que nunca te ha abandonado. Ni en Oviedo, ni en la Puerta de Jerez, ni en la Plaza de San Francisco junto a ese alcalde bético que tenemos. Ni hoy tampoco, Sevilla, ni hoy tampoco.

Al final tuvo que ser San Palop quien cometiese el fallo crucial. Pero es que aquí el único santo eres tú, Sevilla. Palop pasará, pero tú te quedarás. Seguirás con nostros, y yo contigo. En las victorias y en las derrotas. Sobre todo en las derrotas, ya te lo he dicho antes. Cuando más falta te hace.

Tranquilo, Sevilla. Tranquilo, no te preocupes. Sadrás de este bache. Lo harás con la cabeza muy alta, porque de otra forma no puede ser. Sé que has decepcionado a muchos, pero a mi no. A mi te aseguro que no. A mi me ha decepcionado el desenlace de la eliminatoria. Pero tú no, Sevilla. Tú nunca.

Y ahora vete a la cama y procura dormir, que yo haré lo mismo. Y mañana mira para otro lado cuando esos que te quieren de otra forma distinta a la mía te insulten y vilipendien. Mira para otro lado, no los escuches, pasa de ellos. Concéntrate en el partido del fin de semana, contra el Español. Vamos a por ellos. Vamos a seguir peleando por el tercer puesto. Vamos a volver a clasificarnos para la Liga de Campeones, ocupemos de nuevo nuestra plaza en el bombo 1, e intentemos superar estos octavos de final el año que viene. ¿Será por años? ¿Será por oportunidades?

No te preocupes, Sevilla. Sigue creciendo, que yo estaré a tu lado.

Porque te quiero, Sevilla. Te quiero con toda mi alma.

Y en días como hoy, más que nunca.

Buenas noches.


¡Vamos Sevilla!

Y por fin llegó el día.

Han pasado tres semanas desde que nos trajimos de Moscú un valioso empate a uno en el partido de ida, y desde entonces el Sevilla no ha sido capaz de ganar. Sin embargo, a pesar de eso, tampoco es que se hayan escuchado excesivas voces críticas. Está claro que el equipo ha mejorado considerablemente su nivel, y que sólo la falta de acierto de nuestra delantera, lo mejor que tenemos, nos ha separado de haber sumado más puntos. Pero hay otro hecho más importante que ha permitido esa especie de relajación a la hora de meterse con el juego de la plantilla como ha ocurrido en otras ocasiones. 

Y ese hecho es el partido de hoy. 

El partido de hoy es histórico, pero el asunto va incluso más allá. Hoy nos jugamos mucho, mushísimo. Demasiado, diría yo, como para dedicarse a pensar en otra cosa. Es inevitable. 

Hoy nos jugamos una cantidad de dinero descomunal. Tanto es así, que de lo que pase hoy dependerá en buena parte el presupuesto del club para la temporada próxima, los fichajes, los traspasos, la planificación deportiva en general. Eso nos lo jugamos hoy, a una carta, a un partido. 

Pero es que también nos jugamos la presencia del equipo en el bombo 1, otra vez, si nos metemos en Liga de Campeones para el año que viene. Esto no se juega a sólo una carta. De hecho, eso ya lo tenemos en el bolsillo virtualmente. Sería algo escandaloso que no se lograra, aún perdiendo hoy por goleada. La carambola que nos dejaría fuera de ese bombo sería de las históricas. Pero más histórico aún sería que lo obtuviéramos por nuestros propios medios, sin tener que mirar para otro lado. Sin necesidad de hacerlo. De manera autosuficiente. 

Otra cosa que nos jugamos es el prestigio. El prestigio internacional, me refiero. Somos un equipo que ha sido capaz de ganar dos UEFAs en los últimos años, pero que aún no ha demostrado tener nivel para ser considerado uno de los grandes. En España se nos considera los primeros de los mortales, después de los dos mastodontes. Se nos ningunea, es cierto, pero todo el mundo lo sabe. Pero en Europa aún no. Se nos intuye, pero aún no se nos ve. Ya es hora de mostrarnos a las claras. Y hoy tenemos esa oportunidad. 

Otro que se juega mucho es Jiménez. Y su actitud es clara prueba de ello. Ya lo dijo el otro día: "Es un partido para morir en el campo". Sin duda. Sin ninguna duda. No se juega el puesto, que nadie me malinterprete. Pero si consigue meter al equipo en los cuartos de final, cerrará un poco más el círculo a los que tanto le critican. El dice aceptar la crítica, y la considera necesaria. Pero a Jiménez aún le falta dar un puñetazo sobre la mesa. Los datos y los números le acompañan, pero necesita algo más. Necesita hacer algo histórico. Necesita ese hecho que permita que se le recuerde en el futuro como "el entrenador que llevó al Sevilla a..." A ganar un título, a lograr algo grande..., a meter al equipo entre la élite del fútbol europeo. La élite de verdad, no la figurada. Que se nos deje de intuir. Que se nos vea con claridad. 

Pero sobre todo, y ante todo, nos jugamos el seguir creciendo. Esto es para mi lo más importante. Lo demás es circunstancial. Nadie duda de que Real Madrid, o Liverpool, o Juventus, o Milán son equipos grandes, por mucho que este año no vayan a estar entre los ocho mejores. No les hace falta. No tienen que demostrar nada para que se les considere así. Pero nosotros si. Nosotros somos unos recién llegados. Un equipo grande es, entre otras cosas, el que consigue llegar lejos en todas las competiciones que disputa. Y eso lo hemos conseguido sólo una vez en nuestra historia, con Juande Ramos en el banquillo. Tal cosa se puede considerar como un accidente, un año mágico, algo que ocurre una vez en la vida, pera luego volver a nuestro estatus de siempre entre la medianía. Aunque sea siendo el mejor de los medianos, pero en la medianía.

Pero hoy podemos darle una vuelta a eso. Porque conseguir avanzar un poco más en nuestro crecimiento sería maravilloso. Y eso que los pasos hacia adelante a estas alturas son muy difíciles. Tenemos el listón tan alto, que para seguir creciendo tenemos que pisar el terreno a los grandes monstruos del circo continental, y eso no es cosa fácil. Y menos con nuestro presupuesto, que un equipo como el Sevilla no tiene los recursos de esos grandes monstruos. Ya lo conseguimos en otra ocasión, con otro entrenador, pero fue en la UEFA. La Liga de Campeones es otra cosa. Es otro paso. Hacia adelante. Hemos ganado dos UEFAs en los últimos años. Y una Supercopa de Europa. Eso nos ha situado en el cuarto lugar del ránking UEFA, ese del que no se habla porque el Madrid anda muy por debajo a estas alturas. Sólo Barcelona, Manchester y Arsenal nos superan. Pero eso son datos numéricos, que están muy bien, pero que no bastan. Necesitamos verlo in situ. Necesitamos demostrar que somos capaces de codearnos con la flor y nata del balompié europeo. Los necesitamos para seguir creciendo. Y hoy tenemos la oportunidad.

Yo no voy a dejar de querer al Sevilla pase lo que pase hoy. No me voy a olvidar de lo que somos, de lo que fuimos, ni de lo que podemos llegar a ser. No voy a dejar de disfrutar del momento tan dulce por el que estamos pasando, ni a dejar de lado la idea de que, sea como sea, seguiremos aspirando a mucho. Nada de eso se me va a olvidar. En absoluto.

Pero algo dentro de mi está hirviendo ahora mismo. Es el orgullo. El orgullo de ser sevillista. El orgullo de no haber dejado jamás de lado a mi equipo. El orgullo de haberme mantenido en pie a pesar de tantos disgutos y dificultades. De haber mantenido la cabeza alta en la mediocridad, en Primera y en Segunda, escuchando aquello de la boutique y la tienda de los veinte duros. Nunca dejé de sentirme orgulloso de mi sevillismo. Y ahora, después de haber vivido lo peor, y también lo mejor, me veo ante la oportunidad de aumentar aún más si cabe ese orgullo. Que sorpresas te da la vida, que cuando crees que algo no puede crecer más, pasa algo que te demuestra que puede quedar tanto por llegar.

Si hoy pasamos, nos convertiremos en uno de los ocho mejores equipos de Europa. En la actualidad, a dia de hoy, no me vengáis con méritos históricos. En ese sentido no, pero a día de hoy si. Y ya sin tener que mirar una tabla de datos. No. Ya no se trataría de números. Se trataría de recitar uno por uno los equipos que quedan vivos en la máxima competición mundial a nivel de clubes. Y uno de esos sería el Sevilla FC. Para colmo, también seríamos los únicos vivos en todas las competiciones en todo el continente. Creo que esto es así, corregidme si me equivoco.

No veo el momento de que empiece el partido. Hoy tenemos que pasar. Hoy tenemos que olvidarnos de todo lo demás, de los debates, de las rencillas, de las opiniones acerca del juego y de los resultados. De si tal o cual jugador está mejor o peor, de las lesiones, de las bajas, de los estados de forma y de lo que tiene que pasar con tal o cual persona cuando acabe la temporada. De los rumores de fichajes y de traspasos, de los árbitros y las mafias arbitrales, de las presiones, de las manipulaciones. De todo.

Hoy es nuestro día. Ya lo dijo el entrenador. Hoy es un partido para morir en el campo.

Y para peder la garganta.

¡VAMOS SEVILLA!

domingo, 14 de marzo de 2010

Lo que parece que gusta a algunos

Antes de escribir me he abandonado a la tortura de dar un repaso a la prensa deportiva, y me ha dejado en fuera de juego una cosa. ¿Os habéis dado cuenta de que han habido partidos que, tras ganarlos, se nos han dado más palos por parte de los medios que esta vez en la que sólo hemos empatado?

Y según ellos es así porque el Sevilla dominó la posesión. Porque asedió al rival, a pesar de que no hubo suerte de cara a puerta. Porque se sacó a los que ellos consideran mejores, lo cual puede ser un error, porque un tropiezo contra el Deportivo es subsanable, hay margen de mejora, pero un tropiezo contra el CSKA sería definitivo. No se podría corregir. Pero eso es lo que pienso yo, que no entiendo de fútbol. Es que no me puedo creer que haya gente que prefiera un empate jugando bien, que una victoria jugando mal. Y leyendo las crónicas, es lo que parece que dejan entrever algunos. Me parece increíble.

Y eso que yo no estoy tan disgustado. Mientras nuestros rivales en la liga no terminan de imponerse de un modo definitivo (espero que no nos falle hoy el Barça), nosotros estamos recuperando el juego, aunque los resultados no están siendo del todo buenos últimamente (vaya paradoja). Y estoy convencido de que vamos a llegar al último tercio del campeonato a tope.

Lo de anoche fue indignante. Primero por lo del árbitro, del que no voy a hablar. Todos sabemos de qué se trata, lo que pasó, y no voy a redundar en ello. Pero la actitud del Deportivo fue tremenda. Hacía tiempo que no veía a un equipo poner el autobús delante de la portería de un modo tan descarado. Tuvieron dos ocasiones, una fue gol y la otra la paró Palop. Mientras, nosotros lo intentamos de todos los modos posibles. Con Kanouté, con Negredo y con Luis Fabiano. Con Adriano de segundo extremo, Fazio yéndose arriba, y también Stankevicius.  Renato, y Zokora (qué mala bestia es este Zokora, Dios mío), con Navas y con Acosta, con Perotti y con Capel. De todas las formas y maneras posibles. Dos tiros al palo, un sinfín de ocasiones, de acercamientos, de centros al área, de corners. Y el rival encerrado atrás para llevarse un punto de lo más rácano y arrastrado. ¿De verdad algunos piensan en Lotina para relevar a Jiménez? ¿Es mejor Lotina que Jiménez, por Dios? Si Jimenez es defensivo, ¿cómo llamar a Lotina?

Es que asi es imposible. Y lo peor es que esto es lo que nos espera en adelante. Todos los equipos saben lo que tienen que hacer contra nosotros. Esto es lo que hay. Y si además los árbitros permiten que se nos maltrate de ese modo sin hacer nada, pues apaga y vámonos. Pero bueno. Esto es lo que les gusta a algunos. Aunque pueda parece mentira.

Ahora sólo queda pensar en el CSKA. Yo estoy convencido de que pasamos. Es que tal y como está el equipo otra cosa es impensable. Sé que no somos el Barça de Guardiola, y que en el centro del campo seguimos teniendo problemas. Nos falta un Xavi, un Kallstrom, un Guti de las mejores ocasiones, un Valerón de cuando tenía veinticinco años. Eso es lo que nos falta, sólo eso, pero eso lo tienen muy pocos equipos. Muy pocos. Sin embargo,con la fuerza que demostramos en la zona media, los magníficos extremos que obligan al rival a pensar más en defender que en atacar, y esa pedazo de delantera, que tarde o tempreano comenzará a marcar goles de nuevo, hay que ser optimista. No puede ser de otra manera.

Ha pasado otra jornada, seguimos mejorando, y las espadas siguen en todo lo alto. Es evidente que los resultados deberían ser un poco mejores, pero nos falta muy poquito para conseguir eso también. Muy poquito. Una pizca de suerte, quizás, o que los delanteros mejoren un pelín su nivel. A ver si consiguen mantener un poco de continuidad, que eso también cuenta. Que apenas juegan un par de partidos cuando tienen que parar de nuevo.

Yo sigo siendo optimista. Sigo con la sensación de que el equipo puede dar más de si, y que estamos dando vida a rivales que deberían andar muy por detrás. Pero es que también estamos teniendo muchas bajas, muchas dificultades, demasiados cambios obligados en las alineaciones, muy poca continuidad de jugadores importantes.

Si tenemos la suerte de que las lesiones comiencen a respetarnos, y esa continuidad se empieza a producir, en el final de temporada certificaremos todos nuestros objetivos.

Al menos así lo veo yo. No lo puedo evitar. Sigo siendo optimista. Veo al equipo capaz de todo. Sé que otros no lo ven así, pero yo si.

No voy a permitir que nada empañe lo que estoy disfrutando al ser testigo de la mejor época del club en toda su historia. Y no sólo eso. Porque por lo mismo que digo que el equipo da la sensación de que puede dar más de si, también afirmo que eso me hace ver que lo mejor está por llegar.

Hala. Ya dije otra frase de borrego.

Si es que ya digo, no lo puedo evitar.

jueves, 11 de marzo de 2010

Me alegro por el deporte, por la justicia y por mi sueño

Hoy es un día feliz para el fútbol como deporte, y un día desastroso para el fútbol como negocio.

Hoy nos desayunamos las crónicas del partido de anoche, en el que un EQUIPO DE FUTBOL eliminó de la máxima competición continental a una plaga de ídolos de barro, de niños engreídos y multimillonarios que juegan bien al fútbol pero que no saben hacer más de lo que hicieron anoche. Sin ayudas externas, claro. Un EQUIPO dirigido por un gran ENTRENADOR, que le ganó la partida a otro dirigido por alguien que también cree serlo, pero que no se trata más que de un tipo mediocre. El único al que el tal Florentino fue capaz de convencer. Si es que es obvio. Con la cantidad de equipos grandes que hay en Europa, ¿qué entrenador contrastado va a poner en riesgo su reputación y prestigio fichando por el club de los 300 millones de euros invertidos? Esto es también efecto boomerang. La parte mala de tan vergonzoso y obsceno dispendio económico. Con ese gasto tan descomunal, la presión será grande en la misma proporción. Cualquier persona en su sano juicio prefiere un Chelsea (Ancelotti), un Inter (Mourinho), un Arsenal (Wenger prefirió quedarse), o un Liverpool (Benítez pensó lo mismo que su colega en Londres). Si es que es de cajón. Si es que lo de los 300 millones es para catetos, no para profesionales cualificados.

La eliminación del Real Madrid me hace pensar cosas que me alivian, que me convencen que no soy un lunático obsesionado con las conspiraciones.

Porque no puede ser casualidad que el Madrid fracase un año si y otro también allí donde "sus" árbitros no pitan sus partidos.

No puede ser casualidad que el Madrid fracase un año si y otro también allí donde su monstruoso aparato mediático no influye lo más mínimo.

No puede ser casualidad que el Madrid fracase un año sí y otro también allí donde el comité de competición juzga a todos por igual, y contra equipos que no se ven afectados por los rumores de traspasos malintencionados sacados a conciencia en el momento necesario por la prensa adláter. Porque aquí nos tenemos que tragar todos los días la noticia de turno sobre Ribery (por ejemplo). Pero, ¿de verdad creemos que esa presión también la tienen en Alemania? En absoluto. Allí no tienen ni idea de eso.

Y nada de esto puede ser casualidad. Es que no lo puede ser. Es que un año vale, dos, bueno, pero seis...
Seis son muchos años. Seis demuestra que la liga española está adulterada, manipulada, manchada, dirigida, presionada..., y todos los que no somos madridistas, barcelonistas o atléticos vivimos engañados. Bueno, engañados o encabronados, que yo me siento más entre estos segundos.

Anoche me alegré muchísimo. Y lo hice por el fútbol. Por la limpieza del deporte. Por la justicia que pone a cada uno en su sitio (qué pena que esperara al miércoles, y no lo hiciera el sábado anterior). Porque no puede ser que el que tiene dinero y poder gane siempre. Eso no es justo. Esto es un deporte, y un negocio también, pero un deporte ante todo. Se puede permitir que quien mejor gestione el negocio obtenga mejores resultados deportivos, pero es que lo del Madrid es de vergüenza. Es tan exagerado, tan cantoso, tan humillante para el resto. Es que uno no puede sino aborrecer la situación que se ha creado. Y alegrarse cuando pasa algo que coloca a cada uno en el lugar donde se merece.

Y que conste que no me alegro por el Real Madrid, ni por su afición. Yo les tengo el respeto que ya quisiera que ellos tuvieran por nosotros. Eso es una máxima en mi vida. Yo doy a los demás lo que querría que los demás me dieran a mi. Y si no me lo dan, es su problema, porque mi conciencia está tranquila, y puedo expresar mis opiniones con la cabeza alta.

Por quien me alegro es por esos que se están cargando la liga española, el fútbol como deporte, y hasta el sentimiento patrio de algunos, por esa obsesión por "madrileñizar" la selección de todos los españoles. Por esos que no se cansan de repetir que la liga española es la mejor del mundo, mientras los equipos ingleses aplastan a sus rivales en Europa (Asenal 5 - Oporto; Manchester 4 - Milan 0), y el más "grande" de aquí hace lo que hizo anoche. Me alegro por ellos, por su desgracia. Por esos que manipulan, mienten, inventan, conspiran, presionan, utilizan todo lo que pueda estar en sus manos para obtener sus objetivos (siempre económicos), aun a costa de humillar a los demás. A los otros equipos. Me alegro por ellos. Me alegro de la ruina que les supone esta eliminación. Me alegro de que se hayan gastado tantísimo dinero para ahora no poder recuperarlo. Porque si dinero se gastó el Madrid, también se lo han gastado estos tipos para cubrir sus noticias y ganar pasta por otro lado. Se lo han gastado, sí. Muchísimo dinero. Parte de él salido del bolsillo de todos nosotros, como ese dispendio que ha invertido Televisión Española para cubrir la Liga de Campeones... o mejor, la trayectoria del Madrid en la Liga de Campeones, con la final en el Bernabéu como colofón dorado de toda esa inversión.

Pues a comérsela tocan.

Ahora, a hablar del Barça, y a ver si se acuerdan un poco de nosotros también. A ver qué cara se les queda cuando, después de habernos ignorado hasta hoy, ahora no les quede más remedio que volcarse con nosotros, porque no les queda otra si quieren recuperar parte del pastizal que se han gastado en otros. Por otros.

Por todo eso me alegro. Me alegro muchísimo. Una barbaridad.

Ahora sólo queda que el Sevilla haga su parte.

Por favor, Sevilla. No me falles. No lo hagas.

Ahora no.

P.D. Los habituales a este sitio recordarán el post que escribí contando mi sueño. Ese que tuve hace unas semanas (es totalmente cierto), en el que el Sevilla le ganaba la final de la Champions al Manchester, después de eliminar al CSKA en octavos, al Girondins en cuartos, y al Lyon en semifinales. Manchester y Lyon ya han pasado. ¿Será posible que los sueños se cumplan?

martes, 9 de marzo de 2010

El estado actual de la situación

La derrota del pasado en el Bernabéu nos a dejado a todos una desagradable sensación. Eso que podría haber sido, que lo tuvimos tan cerca y que al final se nos escapó. Esos tres puntos que no obtuvimos, que no obtener tres puntos es igual perdiendo en el descuento, que saliendo goleado. Se pierden los tres puntos y a otra cosa.

Pero siguiéndoles el juego a esos que me llaman borrego por ser tan optimista, y vivir feliz al ver al Sevilla cuarto en la Liga, finalista de Copa y a un paso de los cuartos de final de la Champions, utilizaré ahora su mismo argumento. Ese que dice que las victorias no son igual si se juega mal. Que hay que jugar bien además, y que si no, no vale. Que si no, pues "Jiménez vete ya", "así o vamos a ninguna parte" y todas esas cosas que dicen mientras el equipo sigue sumando y avanzando. Bueno, pues en linea con esa forma de ver las cosas, el Sevilla debe estar en un magnífico estado de forma al haber sido el equipo que más cerca se ha quedado de puntuar en el Bernabéu este año. Vamos, que la derrota es una victoria moral, y debemos estar contentos a pesar de todo.

Alguno me dirá que soy un interesado, y que utilizo los argumentos de unos o de otros para mi propio interés. Pues sí, efectivamente. Soy un interesado. En lo que se refiere al Sevilla soy un interesado. Todo lo que pueda beneficiar a mi equipo me interesa. Si el equipo va mal, me busco los argumentos que sean para defenderlo, y si va bien no hace falta. Va bien y punto. Y cuando llegue el momento de criticar, lo haré, pero ahora no. Ahora lo que sea con tal de que el Sevilla siga yendo hacia arriba.

El estado actual de la situación es el siguiente:

Después del empate en casa del Valencia contra el Rácing, estamos a cinco puntos de la tercera plaza. Pero los valencianistas visitan el Nou Camp la semana que viene. Con el infierno que tiene que ser el Nou Camp la semana que viene. Por su parte nosotros recibimos al Deportivo de la Coruña, un equipo que es al Sevilla lo que el propio Sevilla es al Madrid, como decía en mi anterior post. Vamos, un conjunto inferior, pero potente y complicado, que nos suele poner las cosas difíciles a veces (otras, no).

Resulta que si ganamos a los gallegos, los distanciaremos a cinco puntos, superándoles de paso en el goal average, por si las moscas. Además, si la lógica se impone, y el Valencia pierde en Barcelona, nos ponemos a dos puntos de la tercera plaza. A dos puntos. ¿Qué vamos a hacer este fin de semana, si el Sevilla se pone con 0-2 contra el Depor? Porque puede ocurrir. ¿Pitar y pitar? Porque no basta con decir que la afición del Sevilla es la mejor del mundo, muy por encima de la del Madrid. No basta. Además de eso, que es cierto, hay que demostrarlo. Y el madridismo apoyó a muerte a su equipo a pesar de la mierda de partido que estaba jugando contra un rival inferior como nosotros. Si el Sevilla pierde el sábado seguiremos ahí, en la lucha. Pero si ganamos nos acercaremos tanto al objetivo, que igual alguno se tiene que frotar los ojos. Hace apenas un mes pocos apostaban por una situacion como la que tenemos al alcance. ¿Qué hacemos? ¿Seguimos perdiendo el tiempo y los recursos en tonterías como lo de Jiménez, lo de Romaric, o el interés del Madrid por Navas, que casualmente ha desaparecido una vez nos ganaron el encuentro?

Evidentemente, estamos solos en el empeño. Nadie si no nosotros va a hacer algo así. No esperemos desde los medios sevillanos una pizca de apoyo. Sin ir más lejos, acabo de leer que hay quien piensa desde esos medios que la defensa del Sevilla está en el punto de mira, que el equipo defiende mal (¿no era Jiménez un entrenador defensivo? ¿En qué quedamos?), y que es preocupante que Palop sea siempre el mejor de los partidos. Y a mi esto me parece indignante. Justo ahora que tenemos que estar todos juntos, que lo tenemos a mano, la liga, la Champions..., salen con esto.

Pero vamos a ver, ¿es que la escandalosa racha de bajas en defensa que hemos sufrido no cuenta? Konko se ha llevado dos meses fuera, Squilachi lleva más de un mes, Dragutinovic se partió una costilla y estuvo unas semanas, lo de Sergio Sánchez no hace falta recordarlo, nos hemos tenido que encomendar a un recíén llegado (Stankevicius), que por muy bien que se haya integrado no deja de ser un recién llegado, Fazio acaba de reaparecer después de un año de baja (y demasiado bien lo está haciendo tras tanto tiempo apartado), Adriano, que este año juega de lateral, apenas ha tenido continuidad. Escudé estuvo lesionado, reapareció, y se lo ha tenido que tragar todo a riesgo de lesionarse otra vez. (Por cierto, si mal no recuerdo, reapareció sustituyendo a Drago el día que se partió la costilla). Hemos tenido que recurrir en un montón de ocasiones a Juan Cala, a Marc Valiente, e incluso a Redondo. Todo esto en los últimos dos meses. ¿Y la defensa del Sevilla está en el punto de mira?

No voy a decir lo que pienso de quien es capaz de soltar esto, porque no me gusta insultar a las personas. Pero ya hay que tener mala idea, eh. Pero mala idea.

El partido del sábado contra el Depor es precioso. Puede ser una gran fiesta. El Valencia nos está permitiendo coger aire, porque el Valencia también falla. Esto es la Liga, el torneo de la regularidad, y todos los equipos pasan por rachas buenas, y por rachas malas. El Valencia saltará al Nou Camp sabiendo lo que hemos hecho nosotros. ¿Les vamos a dejar hacerlo con la relajación de un mal resultado del Sevilla? ¿No será mejor animar a muerte al equipo para que se lleve los tres puntos esté jugando bien, mal o regular? Porque no olvidemos tampoco la importancia a futuro que puede tener esta jornada. Las crisis en Valencia suelen ser descomunales. Si los de Mestalla se quedan sólo dos puntos por encima de nosotros el domingo, los temblores de piernas allá por la orilla del Mediterráneo pueden ser de antología.

Eso por no hablar de la moral con la que afrontaremos la vuelta de la Liga de Campeones.

Y todo ello está en nuestras manos ahora mismo.

¿De verdad es más importante seguir con esos absurdos y ridículos debates? En serio, ¿de verdad?

¿Y si ganamos al Depor y nos ponemos a dos puntos del Valencia? ¿Y si el Valencia entra en crisis y le arrebatamos la tercera plaza en las próximas jornadas? ¿Y si eliminamos al CSKA y pasamos cuartos? Dios, que sé que andas por ahí, ¿y si nos tocase un equipo más o menos asequible, véase Girondins de Burdeos? (Me pongo a temblar de la ilusión sólo de pensarlo) ¿Y si afrontamos el último tercio de la temporada a tope, y acabamos ganando también la Copa del Rey?

Nada de lo que estoy diciendo es descabellado. Al revés, está a nuestro alcance hoy, ahora mismo. Es ni más ni menos que el estado actual de las cosas.

¿Qué? ¿Seguimos diecutiendo chorradas?

O vamos a muerte con el equipo.

domingo, 7 de marzo de 2010

La lección que nos dieron ayer

Hoy os voy a invitar a hacer un ejercicio de imaginación de esos que a mi tanto me gusta hacer de vez en cuando.

Imaginemos que el partido de anoche no se jugaba en el Bernabéu, sino en el Sánchez Pizjuán, que Madrid de anoche no era el Madrid, sino el Sevilla, y que el Sevilla de anoche no era el Sevilla, sino un equipo inferior a nosotros, pero potente y complicado. Un equipo que nos suele poner en problemas de vez en cuando, pero al que hay que ganar sea como sea para seguir la estela de nuestro objetivo. Pongamos el Deportivo por ejemplo. Justo la situación en la que nos encontraremos la semana que viene, en que recibimos a los gallegos.

Sigamos imaginando. Imaginemos ahora que, además de todo lo anterior, el Pellegrini de anoche no era Pellegrini, sino Jiménez. Es decir, imaginemos que Jiménez, ante un partido vital, que se juega en casa y ante un equipo inferior (por muy complicado que sea), decide poner a Arbeloa de lateral izquierdo, a Marcelo de interior izquierdo y a Lass en el centro del campo, dejando en el banquillo a Guti, a Van der Vaart y a Raúl. Eso podría ser semejante a sacar, cambiando de banda (estamos imaginando) a Stankevicius de lateral, a Konko de interior, a Navas de segundo delantero, y a Romaric y Duscher en la media, dejando a Zokora, Renato y Kanouté en el banquillo. O sea, que el entrenador, en un partido como el de anoche, condiciona su once y su táctica a ese rival inferior que nos visita. Pero sigamos.

Supongamos que ese rival inferior que nos visita domina la contienda sin demasiados problemas, en nuestra casa, mientras nosotros no somos capaces de hacer otra cosa sino correr detrás del bálón. Y en un momento dado, en una jugada desafortunada, nos marcan un gol. Entonces nosotros tratamos de irnos arriba, pero sin claridad de ideas, y el rival inferior controla el partido más o menos cómodo. Poco a poco nos estiramos, ya dominamos nosotros, pero no creamos ocasiones claras. El primer tiempo termina, y el segundo empieza igual que el primero. Exactamente igual. Nosotros buscando el gol, pero sin claridad, y ellos marcando otro en una nueva jugada desafortunada. Y es entonces cuando reacciona el entrenador y saca a los buenos. A los que dejó en el banquillo de inicio, nadie entiende por qué.

¿En serio no os recuerda esto a algo? ¿No es exactamente lo mismo que hemos visto en nuestro estadio un montón de veces? Claro que la diferencia entre lo que pasa en nuestra casa y lo que ocurrió ayer se da en este preciso momento de mi relato.

Imaginaos la situación en este instante. Planteamiento conservador del técnico, equipo que no cre peligro de verdad, rival inferior que se pone por delante por 0-2... ¿qué hubiera ocurrido en este instante en el Sánchez Pizjuán?

Todos los sabemos. Pitos, pitos y más pitos. Algún "Jiménez vete ya por aquí", y algún "Del Nido, echa a Jiménez" por allá. Mucho de "así no vamos a ninguna parte", y todas esas cosas de siempre, hasta el final del partido.

Pero, volviendo a la realidad, ¿qué ocurrió anoche en el Bernabéu, entre el Madrid y el Sevilla, y con Pellegrini de técnico de los primeros?

Pues que la afición aparcó sus enfados y se dedicó a animar a muerte a su equipo, convirtiendo el Bernabéu en una caldera. Salieron los buenos y comenzaron a arrasar al rival inferior. Sin piedad. Apelaron a su estilo clásico, a su garra, su lucha, su ambición. Eso lo tienen todos claro. La afición y los jugadores. Al menos los jugadores que ahí mandan, como Raúl, Casillas o Guti, y otros venidos de fuera que han aprendido rápido, como Sergio Ramos. Y de pronto se crea una especie de catarsis colectiva, de simbiosis que hace que el partido cambie por completo. No es la primera vez que lo sufrimos. De hecho, cuando me di cuenta de eso, a pesar de ir ganando por cero a dos, lo vi claro. Este partido lo perdemos.

La afición madridista animó a muerte con cero a dos, animó a muerte cuando redujeron distancias, se volvió loca cuando empataron, y animó aún más a muerte. Y cuando los jugadores parecían fundidos, y daba la impresion de que se tendrían que conformar con el empate, ellos seguían animando a muerte, obligándoles a no bajar los brazos y a seguir atacando. Y en el descuento obtuvieron su premio. Tres puntos a la buchaca, y nuevos líderes.

A partir de hoy empezarán a "cagarse en las mulas" del Pellegrini por su once tan cobarde, por los 60 minutos de desconcierto, por ponerse con 0-2 en contra, por el gol en propia puerta, por el fallo de Casillas, por lo malo que es Arbeloa (¿este tío nos va a representar en el Mundial?). Serán crueles y despiadados en sus críticas. Pero con los tres puntos en la buchaca.

Y eso que la afición madridista tiene muchos más motivos de queja que la sevillista. El Madrid se ha gastado la mayor cantidad de dinero de la historia del deporte en crear un equipo que evite lo del año pasado por parte del Barça. Su objetivo ineludible es la Liga, pero este año ahí siguen, otra vez a la estela del Barça. Mucho más cerca (incluso ahora empatados), pero a su estela. Además, fueron eliminados de la Copa del Rey por un Segunda B, tras un ridículo y un bochorno monumentales. Y En Champions andan con las carnes abiertas, aunque visto lo de anoche creo que pasan seguro.

El Sevilla por su parte tiene como objetivo ineludible la cuarta plaza (no la tercera, ineludible digo). Y ahí estamos. Somos finalistas de Copa, y en Champions lo tenemos mejor que el Madrid. Yo no digo que no critiquemos lo que se hace mal. Ni muchísimo menos. Todo lo contrario. Pero sí que tenemos menos motivos para quejarnos que el madridismo. Y sin embargo ya vimos cual fue la actitud de estos anoche.

Y todos sabemos cual hubiera sido la actitud del sevillismo en circunstancias parecidas. Vamos, la misma que ha tenido en circunstancias parecidas, que este año nos hemos visto en las mismas en varias ocasiones. Y el resultado fue el que fue, pero yo estoy convencido de que si el sevillismo en esas ocasiones se hubiese comportado como el madridismo anoche, hubiésemos sacado muchos mejores resultados.

El Real Madrid es el equipo que peor me cae del mundo. Pero en mi afán por ser objetivo no puedo dejar de reconocer cual es la realidad.

Tienen un equipazo. De las mejores plantillas del planeta, aun dirigidas por un entrenador mediocre como demostró ayer. (Los más grandes no quisieron comerse el marrón que es el Madrid de los 300 millones invertidos. ¿De verdad pensamos que querrían comerse el marrón del Sevilla para mejorar a Jiménez?)

Tienen a un aparato mediático brutal que los apoya sin reservas, manipulando, mintiendo, exagerando, presionando, haciendo lo que haga falta por el bien del equipo. (Y se meten con ellos de forma cruel también cuando procede). Yo eso lo aborrezco, pero ya me gustaría a mi que el Sevilla contara con ese apoyo. Y el Madrid también tiene medios ofiiciales.

Y luego está la afición, para cuando el resto falla. Se trata de una afición chulesca, engreída y sibarita. Me caen como una patada en el culo. Pero que sabe dar a su equipo lo necesario cuando es necesario. Saben criticar de un modo despiadado, exigiendo todo lo exigible, pero en el campo, cuando se requiere, presionan a favor de los suyos como nadie. Pasan de ver el partido como si fuera una obra del teatro a convertir el estadio en una caldera.

Y esa es la lección que nos dieron ayer. Ya sabemos algo más de lo que nos falta para ser grandes de verdad. Tenemos que aprender a hacer eso. A exigir al máximo, pero apoyar cuando es necesario.

Porque exigir con los tres puntos en el bolsillo es más agradable. Más bonito.

¡Qué pena de partido de ayer!

jueves, 4 de marzo de 2010

¿A quién le interesa el partido del sábado?

Ya estamos a jueves. De hecho, está a punto de acabarse el jueves. El sábado jugamos un partido precioso en el Bernabéu contra el Real Madrid, en el que nos jugamos mucho (mantener al Valencia a tiro de piedra) y nada a la vez (porque perder allí se puede considerar lógico y asumible). Durante la semana hemos tenido partidos internacionales de esos que apenas interesan a buena parte del sevillismo, aparte de la preocupación por que nuestros jugadores vuelvan sanos y salvos. Y, sin embargo, apenas se ha hablado una palabra de ese encuentro.

Desde Madrid se ha intentado desviar la atención, como siempre hacen, y lo han conseguido, con la colaboración desinteresada de los medios locales, que ya no sé a quien apoyan, y a quien quieren perjudicar. Lo que digo. No se ha hablado nada del partido, y si de chorradas tan poco interesantes como que Navas no ha dicho con las palabras exactas que no se va a ir del Sevilla ni por todo el oro del mundo.
Y digo yo, ¿qué coño esperan que diga Navas?

Después de años luchando contra sus propios fantasmas, con el objetivo de vencer a ese terrible mal psicológico que le dominaba, ahora que por fin empieza a superarlo y puede aspirar a firmar el contrato de su vida con el club de su vida, ¿qué va a decir? ¿Qué firmaría un papel en blanco? Evidentemente no. Evidentemente dice cosas abstractas y confusas con las que poder tensar un poco la cuerda. Como haría yo, o tú, o cualquier persona con dos dedos de frente. A mi no preocupa nada el tema este. El club está dispuesto a darle al jugador lo que se merece, ahora que es un futbolista como otro cualquiera, que puede hacer una pretemporada a 100 kilómetros de su casa, sin necesidad de ir y venir todos los días a la misma. Y el jugador se deja querer para que nadie se le pase por la cabeza la idea de no darle hasta el último céntimo del tope salarial marcado por el club. Es lo más normal del mundo. Se sentarán, llegarán a un acuerdo y santas pascuas.

¿Es eso más interesante que el partido del sábado?

Pues se ve que si.

Y también es más intersante lo que ha dicho Sergio Ramos sobre Navas. Y lo que ha dicho Alvaro Negredo sobre Navas. Y lo que ha dicho Diego Capel sobre Navas. Y así sucesivamente será con todos los jugadores que pasen por la sala de prensa, y la prensa le pregunte acerca de lo que opinan sobre Navas. Lo que sea con tal de desviar la atención y desestabilizar.

Y es curioso que haya gente que se siga creyendo estas memeces. Ya hicieron algo parecido con Diego Capel, y aún estamos esperando que paguen los famosos 15 millones de euros de la cláusula. O que el Sevilla le renueve el contrato y lo blinde. No ha ocurrido ni una cosa ni la otra, y ahí anda Capel, de suplente de un chico recién subido del filial llamado Diego Perotti.

Por cierto, con Diego Perotti hicieron también algo de esto hace muy poco. Más o menos por la fecha en la que debutó con la albiceleste.

Y también pasó igual con Luis Fabiano, y ahí sigue Luis Fabiano. Y mira que enredaron con aquel asunto, que si empresas intermediarias, que si porcentajes de los derechos del jugador, que la extensión del contrato era mayor o menor…, y ahí sigue Luis Fabiano.

¿Y Negredo? Hace tiempo que no se habla de Negredo. Bueno, sí, creo que esta semana le han vuelto a preguntar sobre su vinculación con el Real Madrid, pero así de pasada, y el jugador ha dado largas. ¿Qué esperaban? ¿Qué dijera que está deseando volver? ¿O que no quiere verlos ni en pintura? Si ni él mismo sabe cuál va a ser su futuro, no va a ir por ahí cerrándose puertas. ¿O es que piensan que es gilipollas?
¿Vamos a hablar de fútbol alguna vez, o seguimos dándole vueltas a tonterías varias?

Por otro lado, parece que han sentado mal las palabras del Presidente diciendo que Navas va a salir al campo a comerse al Madrid.

No, si te parece va a salir a perjudicar a su propio equipo. ¿O es que esto lo dice Del Nido porque es un prepotente? ¡Manda huevos!

Pero, ¿es que somos tontos, o qué? Por supuesto que Navas va a salir a comerse al Madrid. Y Palop, y Escudé, y Adriano, y Zokora, y Perotti, y Negredo y hasta yo si me sacaran. Y de a misma manera, los Casillas, Ramos, Marcelo, Kaká, Alonso, Cristiano y compañía saldrán a hacer lo propio con el Sevilla. Como pasa todos los fines de semana de todo el año, en todos los estadios de todas las ciudades de todo el mundo mundial.

¿Esto es también más interesante que el partido del sábado?

Parece claro que es así.

A mi me importa el rabo de un pimiento lo que ha ocurrido en los partidos internacionales. Y también lo que le parece a la prensa madrileña la actitud de Del Nido, o las palabras “misteriosas” de Navas, así como las pajas mentales que se hagan estos tipos que sólo buscan las polémicas, y perdón por la grosería.
Yo puedo entender que la prensa nacional se centre en el partido de la selección. A mi no me interesa la selección, pero eso no es más que un parecer particular. No pretendo que toda España piense como yo. A la mayor parte de los aficionados españoles les interesa la Selección Española, con lo que la prensa nacional debe hacer la cobertura informativa necesaria de tal evento.

Pero, ¿y la prensa sevillana? Parte de ella. Yo no digo que no hablen de ello, pero, ¿es que sólo van a hablar de ello?

Ah, no claro. También hablan de las palabras de Navas, de las palabras de Capel respecto a las palabras de Navas, y de las palabras de Negredo y Ramos acerca de las palabras de Navas. Y también, por supuesto, de las palabras del padre de Navas en referencia a las palabras de su hijo Jesús Navas.

Palabras, palabras y más palabras. Y a facilitar a la prensa de Madrid su tarea de desestabilizar a nuestro equipo. Ole con ole. La prensa sevillana. Parte de ella.

A mi sólo me interesa el partido del domingo. Ese en el que yo creo que tenemos mucho que decir. Porque me da la impresión de que, igual que desde Madrid se trata de desviar la atención, desde Sevilla se da por perdido el encuentro y se habla de otras cosas. Y yo me rebelo contra eso. El encuentro no está perdido, porque el encuentro se puede ganar.

Para este fin de semana, por fin, tenemos a prácticamente toda la plantilla disponible. Salvo Luis Fabiano, no hay bajas de consideración. Así, el entrenador podrá elegir entre Stankevicius y Konko para el lateral derecho. Y entre Escudé, Squilachi, Fazio y Dragutinovic para el puesto de central. Podrá hacer lo propio entre Navarro y Adriano para el costado izquierdo de la defensa. Puede optar por Zokora, Renato, Duscher, Lolo e incluso Fazio para el medio centro. Por la derecha puede poner a Navas, o a Acosta si le apetece. Y por la izquierda a Capel o a Perotti. Y arriba, donde más cortos vamos, tenemos a Kanouté y Negredo, aunque también a Acosta e incluso a Rodri. Los tenemos a casi todos, y eso es una estupenda noticia.

Quizás por eso los intentos de desestabilización desde Madrid. Y la prensa sevillana siguiéndoles el juego. Parte de ella. ¡Que triste!

A mi le hace una ilusión tremenda el partido del Bernabéu. Me da buen rollo. Igual nos llevamos una goleada, pero a priori me da buen rollo. Y no se por qué me da que Jiménez va a ser valiente en esta ocasión. Si una derrota se puede considerar natural, ¿por qué no ir a por ellos desde el minuto uno? Con Zokora y Renato en el centro del campo, Navas y Capel en las bandas (el almeriense está mejor ahora mismo que Perotti), y Kanouté y Negredo juntos arriba, que el malí rinde mucho mejor con otro delantero que le acompañe.

¿Qué tenemos que perder?

Total, si la prensa ya da el partido por perdido. Parte de ella.

Pero yo no soy la prensa. Yo creo que podemos con ellos. Al fin y al cabo, después del Barça somos el equipo al que más temen.

¿O no es así?

martes, 2 de marzo de 2010

Por una liga de dieciocho

En muchas ocasiones nos quejamos los sevillistas del poco respeto que se nos tiene desde la prensa nacional. Del modo en que se nos ningunea o desprestigia, o de la forma en que continuamente se nos trata de desestabilizar sacando a la palestra el interés (verdadero o falso) de cualquier grande por alguno de nuestros futbolistas, normalmente en la víspera de un partido del Sevilla contra dicho grande. La que nos está cayendo últimamente con Jesús Navas es el mejor ejemplo.

Pero como el mal de muchos es el consuelo de tontos, uno que no se considera tonto se indigna cuando ocurren cosas como lo que he visto hoy en la televisión que pagamos todos. La que se considera la primera, la pública, la nacional. En la sección de deportes se daba eco de una entrevista que el diario Marca (que es privado, no veo a qué viene publicitar tal noticia) ha hecho a Sergio Canales, poniendo como titular (los de la primera) el dato de que el jugador cántabro se pone por primera vez la camiseta del Real Madrid. Y, en efecto, sale el ínclito chavalote con la elástica merengue en lo alto, y besando el escudo.

Yo no sé qué pensará la afición del Rácing, de cuyo bolsillo también sale el dinero con el que se paga la televisión pública, pero para mi, la falta de respeto es sencillamente monstruosa. Un futbolista que juega para un equipo sale vestido con la camiseta de otro, en plena temporada, y besando el escudo. En la tele que pagamos todos, la cual hace publicidad de un reportaje publicado por un medio privado.

Total y absolutamente vergonzoso. Para el que tenga vergüenza, claro.

Y en esas que a mi se me pasa por la cabeza una de esas ideas que hace que mi mujer a veces me mire con gesto de desconcierto, como preguntándose si de verdad conoce bien a la persona con quien se ha casado, y si esa persona está capacitada para educar al hijo que acaba de tener con ella.

¿No sería posible que los equipos españoles decidieran crear una liga paralela, prohibiendo participar en ella al Madrid y al Barcelona?

No estaría mal eso. Así se acabaría ese trato de favor que se tiene para con los dos equipos grandes, y se les caería el chiringuito a más de uno. Nosotros jugamos a lo nuestro, y que los grandes se busquen la vida.
Además, eso sería fantástico para los enfervorizados aficionados de esos equipos. Así, la prensa podría vender un partido del siglo todas las semanas, porque todas las semanas se jugaría un Madrid – Barça. Uno en casa de uno, y otro en la del otro. Incluso podrían salir de gira, como los Globbertroters. De ese modo, en un momento dado se podría organizar uno de esos partidos en La Rosaleda, por ejemplo. Y el campo del Málaga se llenaría de merengues y culés malagueños, y se pegarían entre ellos y todo eso. Luego, la semana siguiente podría jugar…, qué digo yo…, en El Plantío, y los merengues y culés de Burgos y alrededores abarrotarían el estadio, y se pegarían entre ellos y todo eso también.

¿Qué maravilla, no? Todas las semanas los periódicos se llenarían de titulares manipulados para generar polemica, y los protagonistas se enzarzarían en ridículas discusiones de esas que tanto gustan a los periodistas expertos deportivos. Y se hablaría del villarato más aún incluso que ahora, con lo que redactores como el tal Relaño tendrían asegurado el tema de su columna de opinión día tras día. Y también podrían turnar a los futbolistas como los mejores del mundo. Una semana sería Messi, otra Kaká, las dos siguientes Cristiano Ronaldo, luego los “pequeñitos”, y más adelante Ibrahimovic. Y Raúl recuperaría las portadas de vez en cuando, y también Guti, que igual cambia de peinado y hay que volver a hablar de eso, que interesa mucho al personal. Y se hablaría continuamente de los calzoncillos de Cristiano, del color de las botas de Benzemá, de las negociaciones por contratar a Ribery, o de la marca de bragas de la última tía con la que se ha revolcado cualquiera de estos pelagatos. Que eso, a esa empresa de lencería fijo que le viene bien como publicidad.

Vamos, lo mismo que hasta ahora, pero con muchísima mayor intensidad. Eso debe suponer casi el clímax para esos a los que les gustan este tipo de cosas.

Y mientras, los demás a lo nuestro. Con nuestra liga de dieciocho equipos. Mucho más manejable, con el calendario menos cargado, y sin jornadas inter semanales.
Se podría decir que económicamente no sería viable, pero igual sí. La viabilidad económica de un evento depende del número de personas interesadas en el mismo. De este modo, si sumamos el número total de aficionados al Madrid y al Barça, no creo que sea superior a la suma de los hinchas del resto de los equipos, con lo que mercado en potencia hay. Quizás no tanto para que un banco como el BBVA se decida a patrocinarla. Igual nos tendríamos que conformar con uno más pequeño. No sé…, Bankinter por ejemplo. O mejor aún, el Banco Popular. Sí, este último es mejor. Así nuestra liga pasaría de ser la Liga BBVA, a la Liga Popular, que queda mucho más campechano. O quizás no, que habría votantes del PSOE que se preguntarían por qué no llamarla la Liga Socialista, que hay gente pa tó.

Otro inconveniente sería el tema de las competiciones europeas. Pero igual se podría llegar al siguiente acuerdo: que el Madrid y el Barça vayan siempre a la Liga de Campeones. Eso de regalo, con tan de que nos dejen en paz. Así, la UEFA no vería peligrar la presencia de dos de los grandes año tras año, que aquellos también tienen un negocio que mantener. Y de nuestra liga iría el campeón, y el segundo jugaría la fase previa, como ocurre en muchos países como por ejemplo Holanda. Luego irían a la UEFA los dos siguientes, y el campeón de la Copa del Rey, aunque en este último torneo sí que jugarían Madrid y Barça. Pero eso afecta poco. Total, tanto uno como otro renuncian al mismo año tras año.

Esta nueva liga sería de lo más abierta, y por tanto, mucho más interesante. Varios equipos optarían al título temporada tras temporada, y las alternativas se sucederían continuamente. Además, eso de que un club mediano pudiera optar a levantar la copa en un momento dado sería mucho más factible, con lo que el atractivo de la competición se multiplicaría. De ese modo, es posible que la primera temporada fuese un poco insulsa, porque la mayoría de la atención de la prensa se centraría en la otra liga, la de los dos grandes. Pero los aficionados de provincias, los que son de Madrid o Barça porque son los que ganan, pronto se aburrirían de tanto partido en la cumbre. Es como lo del jamón, que está muy bueno, pero cuando uno se come un buen ibérico entero, de una vez, sin probar ninguna otra cosa, pues acaba por hartar.

Y entonces se produciría una transferencia de seguidores de una liga a otra, lo cual llevaría parejo la consiguiente transferencia de interés de la prensa. Los medios van a donde va la gente, o sea, a donde va el dinero.

A partir de ahí, nuestra liga se fortalecería. Los equipos punteros comenzarían a tener seguidores más allá de sus ciudades, pero de un modo mejor repartido que actualmente. Eso se explica porque, al haber varios candidatos al título todos los años, y no sólo dos, pues los aficionados simpatizarían con cada uno de ellos, y no se bipolarizaría el interés, como ocurre hoy día. Los dineros se repartirían más equitativamente, en la misma proporción que el número de aficionados y simpatizantes, y ello redundaría en beneficio de la liga en su conjunto.

A la vez, Madrid y Barça se debilitarían, al recibir menos dinero y tener menos hinchas, con lo que los jugadores que antes suspiraban por jugar en esos equipos, empezarían a venir a los nuestros. Lo mismo ocurriría con los contratos televisivos, marcas de publicidad, patrocinio, etcétera, etcétera, etcétera. Y así iniciaríamos un proceso irreversible de crecimiento de los nuestros, y decrecimiento de los otros dos. Vamos, exactamente lo mismo que ocurre ahora, pero en sentido inverso.

Yo no sé si es que estoy grillado por completo, pero me sorprende que a nadie se le haya ocurrido esto antes. O igual si que se le ha ocurrido y yo no me he enterado, que todo puede ser. Pero si alguna vez algo así saliese a la luz, yo sería un defensor acérrimo de la causa.

Y que los grandes se busquen la vida. Que creen esa Súperliga Europea de la que hablaron, o que directamente se vayan a jugar al Lejano Oriente, que según Florentino es donde está el futuro del negocio.

Pero, por favor, que nos dejen en paz.

De una puñetera vez.

P.D. Con todo este rollo tan propio de un desequilibrado quiero decir que los grandes, sin los demás, no son nada. Que su grandeza se apoya en que son mejores que los otros, pero que sin los otros no habría grandeza, porque no habría nadie de quien ser mejor. Actualmente los grandes, con todos sus aparatos mediáticos, se están cargando la liga española, porque están empequeñeciendo a los equipos que la componen. Y un día lo lamentarán, porque el nivel de la liga en que compiten habrá caído tanto, que los jugadores no querrán venir, y los que hoy ponen dinero perderán su interés y dejarán de ponerlo. Y entonces ellos también se volverán pequeños.

lunes, 1 de marzo de 2010

Y yo que me lo veía venir...

Pensaba yo en las vísperas del partido que no iba a ser nada fácil ganar este domingo, y al final nos hemos tenido que conformar con un empate. Después de jugar nada menos que en Moscú el miércoles, y de no poder contar con gente tan importante como Squilacchi, Zokora, Luis Fabiano o Negredo,  a mi no me gustaba nada el hecho de tener que disputarnos los puntos contra un equipo tan aguerrido como el Athletic, entrenado por alguien que tan bien nos conoce, y con el Real Madrid como próximo rival. Muchos daban por hecha, o por lógica, la victoria, pero yo no me fiaba en absoluto.

Para colmo, nos quedamos con diez casi a la mitad del partido, después de haber perdonado al contrario. Para colmo eso. Perdonamos primero, y nos quedamos con diez después. La cosa pintaba fatal, porque lo lógico era que nos hubiesemos hundido físicamente al final. Y hemos sacado un punto que, si por un lado puede parecer poco premio, por otro igual resulta fundamental al final de la temporada.

Sea como sea, sigo pensando que la dinámica del equipo ha variado por completo respecto a lo visto hasta hace un mes. Jugamos bien, merecimos ganar, no nos hundimos a pesa de jugar con diez, y acabamos empatando un partido que, en otras condiciones, hubiésemos perdido seguro. Además, estamos recuperando futbolistas. Fazio parece completamente recuperado, y Acosta ha vuelto a jugar. Este último no está en absoluto a tope, pero ya está listo para disputar partidos. Ahora queda tener un poco de paciencia, no hundirlo. Al que se le pase por la cabeza esto último, que recuerde que ninguno de nosotros ha tenido aún la oportunidad de verlo jugar. Acosta no es malo, es que ha estado lesionado. Parece una perogrullada, pero es que hay veces que es necesario recalcar evidencias para evitar las extravagancias de algunos. De esos que se creen tan listos que nos quieren hacer tontos a los demás.

Sinceramente, yo no estoy tan disgustado como se podría pensar después de dejar escapar otros dos puntos en casa. Y mucho menos después de ver perder al Deportivo y al Valencia. Alejamos a uno de los rivales, y nos acercamos al que tenemos por delante. El punto es bueno. La victoria hubiese sido mejor (esto es lo de la botella medio llena o medio vacía), pero este partido era muy feo a priori. Muy, muy feo. El típico partido que pierden los que no son grandes, que ganan los que sí lo son, y que empatan los que sufren cuatro bajas importantísimas, se quedan con diez en el minuto ciuncuenta y pico y han jugado en Moscú el miércoles anterior. Que cada uno saque las conclusiones que crea pertinentes.

Las mías las tengo claras. Si el equipo no hubiese perdonado en el primer tiempo, los tres puntos serían nuestros. Si no nos hubiesemos quedado con diez, también. Si en vez de Acosta hubiese jugado Luis Fabiano, por supuesto, y si Palop no fuese nuestro portero, pues igual no. El Sevilla de primeros de enero hubiese perdido este partido, y el de inicios de temporada, el candidato a todo, lo hubiese empatado en las circunstancias en las que nos encontramos esta semana. Y, sobre todo, los equipos competitivos, los que acaban arriba en la clasificación después de la jornada 38, empatan los partidos que no pueden ganar. Los partidos como el de hoy.

Y para terminar de consolarme, recurro a la realidad. Esa que me dice que somos cuartos, a tres puntos del tercero. Somos finalistas de la Copa del Rey. Tenemos un pie en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Y, sobre todo, estamos recuperando futbolistas, juego y sensaciones. Hoy no se ha podido ganar, pero sí recortar diferencias respecto al tercer clasificado. Hoy merecimos ganar, pero no lo hicimos. El día de Getafe merecimos perder, pero no perdimos. Las temporadas son largas, y estas cosas pasan, la balanza cae de un lado o de otro según las circustancias.

Pero lo más importante es que seguimos ahí, y que estamos mejor que hace una semana. Más cerca del tercer puesto, más cerca de los cuartos de final de la Champions, jugando mejor y recuperando a más futbolistas. Sé que soy optimista, y sé que otros no lo son tanto. Pero es que yo soy así, con mis virtudes y mis defectos. Si cogemos mis virtudes, y las virtudes de los que no opinan como yo pero buscan el mismo objetivo, pues tenemos el doble de virtudes en pos de este último.

Lo que está claro es que perderse en la melancolía de lo que se ha dejado de ganar hoy no vale para nada. Ni para el conservador ni para el ambicioso. Porque ambición también es olvidarse de las milongas y levantarse, para recuperar las fuerzas y pensar que el siguiente partido es una buena oportunidad para seguir sumando puntos.

Aunque sea en el Bernabéu.

¿Acaso a los moradores de ese estadio no les tiemblan las piernas cuando se enfrentan contra nosotros?

¿Acaso ese hecho no es también signo de que somos grandes?

Porque para ser grandes también hay que creérselo.

Y yo me lo creo.

Por eso el partido de hoy no lo hemos perdido.

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