Y por fin llegó el día.
Han pasado tres semanas desde que nos trajimos de Moscú un valioso empate a uno en el partido de ida, y desde entonces el Sevilla no ha sido capaz de ganar. Sin embargo, a pesar de eso, tampoco es que se hayan escuchado excesivas voces críticas. Está claro que el equipo ha mejorado considerablemente su nivel, y que sólo la falta de acierto de nuestra delantera, lo mejor que tenemos, nos ha separado de haber sumado más puntos. Pero hay otro hecho más importante que ha permitido esa especie de relajación a la hora de meterse con el juego de la plantilla como ha ocurrido en otras ocasiones.
Y ese hecho es el partido de hoy.
El partido de hoy es histórico, pero el asunto va incluso más allá. Hoy nos jugamos mucho, mushísimo. Demasiado, diría yo, como para dedicarse a pensar en otra cosa. Es inevitable.
Hoy nos jugamos una cantidad de dinero descomunal. Tanto es así, que de lo que pase hoy dependerá en buena parte el presupuesto del club para la temporada próxima, los fichajes, los traspasos, la planificación deportiva en general. Eso nos lo jugamos hoy, a una carta, a un partido.
Pero es que también nos jugamos la presencia del equipo en el bombo 1, otra vez, si nos metemos en Liga de Campeones para el año que viene. Esto no se juega a sólo una carta. De hecho, eso ya lo tenemos en el bolsillo virtualmente. Sería algo escandaloso que no se lograra, aún perdiendo hoy por goleada. La carambola que nos dejaría fuera de ese bombo sería de las históricas. Pero más histórico aún sería que lo obtuviéramos por nuestros propios medios, sin tener que mirar para otro lado. Sin necesidad de hacerlo. De manera autosuficiente.
Otra cosa que nos jugamos es el prestigio. El prestigio internacional, me refiero. Somos un equipo que ha sido capaz de ganar dos UEFAs en los últimos años, pero que aún no ha demostrado tener nivel para ser considerado uno de los grandes. En España se nos considera los primeros de los mortales, después de los dos mastodontes. Se nos ningunea, es cierto, pero todo el mundo lo sabe. Pero en Europa aún no. Se nos intuye, pero aún no se nos ve. Ya es hora de mostrarnos a las claras. Y hoy tenemos esa oportunidad.
Otro que se juega mucho es Jiménez. Y su actitud es clara prueba de ello. Ya lo dijo el otro día: "Es un partido para morir en el campo". Sin duda. Sin ninguna duda. No se juega el puesto, que nadie me malinterprete. Pero si consigue meter al equipo en los cuartos de final, cerrará un poco más el círculo a los que tanto le critican. El dice aceptar la crítica, y la considera necesaria. Pero a Jiménez aún le falta dar un puñetazo sobre la mesa. Los datos y los números le acompañan, pero necesita algo más. Necesita hacer algo histórico. Necesita ese hecho que permita que se le recuerde en el futuro como "el entrenador que llevó al Sevilla a..." A ganar un título, a lograr algo grande..., a meter al equipo entre la élite del fútbol europeo. La élite de verdad, no la figurada. Que se nos deje de intuir. Que se nos vea con claridad.
Pero sobre todo, y ante todo, nos jugamos el seguir creciendo. Esto es para mi lo más importante. Lo demás es circunstancial. Nadie duda de que Real Madrid, o Liverpool, o Juventus, o Milán son equipos grandes, por mucho que este año no vayan a estar entre los ocho mejores. No les hace falta. No tienen que demostrar nada para que se les considere así. Pero nosotros si. Nosotros somos unos recién llegados. Un equipo grande es, entre otras cosas, el que consigue llegar lejos en todas las competiciones que disputa. Y eso lo hemos conseguido sólo una vez en nuestra historia, con Juande Ramos en el banquillo. Tal cosa se puede considerar como un accidente, un año mágico, algo que ocurre una vez en la vida, pera luego volver a nuestro estatus de siempre entre la medianía. Aunque sea siendo el mejor de los medianos, pero en la medianía.
Pero hoy podemos darle una vuelta a eso. Porque conseguir avanzar un poco más en nuestro crecimiento sería maravilloso. Y eso que los pasos hacia adelante a estas alturas son muy difíciles. Tenemos el listón tan alto, que para seguir creciendo tenemos que pisar el terreno a los grandes monstruos del circo continental, y eso no es cosa fácil. Y menos con nuestro presupuesto, que un equipo como el Sevilla no tiene los recursos de esos grandes monstruos. Ya lo conseguimos en otra ocasión, con otro entrenador, pero fue en la UEFA. La Liga de Campeones es otra cosa. Es otro paso. Hacia adelante. Hemos ganado dos UEFAs en los últimos años. Y una Supercopa de Europa. Eso nos ha situado en el cuarto lugar del ránking UEFA, ese del que no se habla porque el Madrid anda muy por debajo a estas alturas. Sólo Barcelona, Manchester y Arsenal nos superan. Pero eso son datos numéricos, que están muy bien, pero que no bastan. Necesitamos verlo in situ. Necesitamos demostrar que somos capaces de codearnos con la flor y nata del balompié europeo. Los necesitamos para seguir creciendo. Y hoy tenemos la oportunidad.
Yo no voy a dejar de querer al Sevilla pase lo que pase hoy. No me voy a olvidar de lo que somos, de lo que fuimos, ni de lo que podemos llegar a ser. No voy a dejar de disfrutar del momento tan dulce por el que estamos pasando, ni a dejar de lado la idea de que, sea como sea, seguiremos aspirando a mucho. Nada de eso se me va a olvidar. En absoluto.
Pero algo dentro de mi está hirviendo ahora mismo. Es el orgullo. El orgullo de ser sevillista. El orgullo de no haber dejado jamás de lado a mi equipo. El orgullo de haberme mantenido en pie a pesar de tantos disgutos y dificultades. De haber mantenido la cabeza alta en la mediocridad, en Primera y en Segunda, escuchando aquello de la boutique y la tienda de los veinte duros. Nunca dejé de sentirme orgulloso de mi sevillismo. Y ahora, después de haber vivido lo peor, y también lo mejor, me veo ante la oportunidad de aumentar aún más si cabe ese orgullo. Que sorpresas te da la vida, que cuando crees que algo no puede crecer más, pasa algo que te demuestra que puede quedar tanto por llegar.
Si hoy pasamos, nos convertiremos en uno de los ocho mejores equipos de Europa. En la actualidad, a dia de hoy, no me vengáis con méritos históricos. En ese sentido no, pero a día de hoy si. Y ya sin tener que mirar una tabla de datos. No. Ya no se trataría de números. Se trataría de recitar uno por uno los equipos que quedan vivos en la máxima competición mundial a nivel de clubes. Y uno de esos sería el Sevilla FC. Para colmo, también seríamos los únicos vivos en todas las competiciones en todo el continente. Creo que esto es así, corregidme si me equivoco.
No veo el momento de que empiece el partido. Hoy tenemos que pasar. Hoy tenemos que olvidarnos de todo lo demás, de los debates, de las rencillas, de las opiniones acerca del juego y de los resultados. De si tal o cual jugador está mejor o peor, de las lesiones, de las bajas, de los estados de forma y de lo que tiene que pasar con tal o cual persona cuando acabe la temporada. De los rumores de fichajes y de traspasos, de los árbitros y las mafias arbitrales, de las presiones, de las manipulaciones. De todo.
Hoy es nuestro día. Ya lo dijo el entrenador. Hoy es un partido para morir en el campo.
Y para peder la garganta.
¡VAMOS SEVILLA!
1 comentario:
Allí estaremos, espero que para ver a un equipo que salga a por todas.
Espero ver al Sevilla de las grandes citas.
Vamos Sevilla, Vamos Campeón! A por ellos!
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