miércoles, 27 de febrero de 2013

Hemos recuperado el hambre

Si yo fuera aficionado atlético, estaría más mosqueao que un pavo cuando escucha un villancico. No es el Sánchez Pizjuán precisamente el mejor lugar para jugarse el pase a una final de lo que sea. Da igual que el Sevilla esté haciendo la peor temporada de la década, y el Atlético la mejor de los últimos quince años. Da igual que Simeone le haya dado una vuelta impresionante a su equipo y que el Sevilla lleve ya años dando bandazos. Da igual que ellos tengan a Falcao y nosotros a Negredo. Da igual de todo, nada de eso tiene importancia. Nada de eso influye una mierda sobre el hecho de que jugarse el pase a una final en el Sánchez Pizjuán no es precisamente lo más adecuado. 

El Sevilla actual ha cambiado respecto al que era, no hace una década, sino al de hace apenas unos meses. El Sevilla ha crecido gracias a aquella sucesión mágica de títulos. Ahora hay exigencia. Ahora se pide al equipo que no sólo sea grande, sino que además lo parezca. Ahora nos lo creemos, sabemos que podemos porque lo hemos hecho antes. Y nos acordamos, no hace falta que venga el abuelo a contarnos sus batallitas. 

Sin embargo, hay algo más. Hemos sufrido una pequeña travesía del desierto. Hemos vivido unos años de decadencia, de frustraciones, de desilusiones. Pero, como digo, el Sevilla ha cambiado. Ha vuelto a cambiar. Hemos recuperado la ilusión porque volvemos a ver que el equipo funciona. O puede funcionar. Ahora tenemos un entrenador de verdad, un entrenador apto para dirigir a una plantilla con las aspiraciones de la nuestra. Esto no quiere decir que vaya a triunfar a la fuerza. Quiere decir que nos ha de vuelto la esperanza. Y con ella la ilusión. Y con ella, otra cosa que habíamos perdido: una cosa muy importante. 

EL HAMBRE. 

El hambre de ganar, de vencer, de llegar lejos, de recuperar viejos laureles. O no tan viejos. 

Hambre de grandeza, de machacar a los contrarios, de recuperar sensaciones, de volver a ser lo que somos, no simplemente nuestra sombra, como hasta hace muy poco. 

Hambre, ganas, ilusión... fuerza. 

Nos importa un bledo el rival. Y nos importa un bledo porque sabemos que en casa, cualquier cosa es posible. O mejor, lo volvemos a saber. 

Por tanto, que venga quien quiera, que aquí nos encontramos. Que venga quien toque, que haremos lo que sea para machacarlos.

¿Que toca el Atlético?

Que venga. Que venga el Atlético. 

Venid, no lo dudéis... 

Os estamos esperando. 





lunes, 25 de febrero de 2013

La lógica del miedito verdiblanco

A mi el rollo ese de la liga particular me pareció siempre una estupidez. Incluso durante las épocas en las que los niveles de Sevilla y Betis eran parejos y ambos pugnaban por quedar el uno por encima del otro. Yo nunca fui antibético, pero, del mismo modo, tampoco me importó demasiado lo que hiciera el otro equipo de la ciudad. Me interesaba solo el Sevilla, no que quedase por encima o por debajo que ningún otro club en concreto. Por supuesto, esta indiferencia hacia lo verdiblanco se elevó al infinito cuando, a partir de 2005, la diferencia entre ambos clubes rayó lo insultante. Por no decir que lo superó. 

Sin embargo, este año, el equipo de La Palmera parece empeñado en revivir esa especie de rivalidad. Efectivamente, tal y como se está dando la liga, no hay más que mirar la clasificación para comprobar que, de seguir así las cosas, el gran objetivo liguero del Sevilla va a ser quedar por encima del llamado eterno rival. Y eso es así simple y llanamente porque son ellos los que ocupan el 7º puesto, el primero que previsiblemente dará pasaporte a competición europea si el Sevilla no pasa a la final de la Copa de Rey. 

Esto debe ser una gozada para el grueso de la parroquia verdiblanca. Un club creado para ser rival del Sevilla, se convierte por una vez en la vida en la referencia de estos últimos. En el objetivo a perseguir. A mi la verdad es que esto me importa menos que un bledo, pero es que acabo de observar la clasificación y me he dado cuenta de este hecho tan curioso. Hecho que igual a partir de la semana que viene carece de ninguna relevancia. Basta con que el Betis deje de ocupar esa posición para que la referencia la marque otro equipo y santas pascuas. 

De todos modos, al Betis hay que reconocerle que están haciendo una temporada bastante decente. Igual que otros equipos de un nivel parejo que andan por ahí cerca de ellos: R. Sociedad, Rayo, Levante, Getafe, Valladolid.... Respecto a años anteriores, lo que está pasando es que tres equipos que habitualmente estaban entre la cuarta y la octava posición(Sevilla, Athletic y Villarreal), este año no andan por ahí, con lo que sus puestos son ocupados por clubes inmediatamente posteriores en potencial. Clubes que, en condiciones normales, no tienen fortaleza para aspirar a competición europea, pero que si les quitas a tres o cuatro rivales de un plumazo, pues sí que pueden estar ahí. Claro que una cosa es poder, y otra hacerlo. El Betis lo está haciendo, con lo que es justo reconocérselo. Ni más ni menos. 

Dicho de otra forma, creo que esos equipos, incluido el Betis, están ahí, no tanto por méritos propios, que también, sino, sobre todo, por deméritos ajenos. Porque los que solían estar están fallando. Por ejemplo el Sevilla. Si el Sevilla hubiese hecho una primera vuelta normal, (no extraordinaria, simplemente normal, mediocre, nada del otro mundo), estaría por encima de los verdiblancos. Recordemos que nos llevan siete puntos. Siete puntos son dos partidos y medio. Nada del otro mundo, insisto. Si de la infinidad de partidos desastrosos del Sevilla en la primera vuelta cogemos tres (y el resto los dejamos en desastrosos) y le damos la vuelta a los resultados, El Sevilla estaría por encima del Betis, como debe ser, como es lo normal que sea.  No hablamos de que hubiésemos hecho una primera mitad de año sensacional. Ni siquiera decente. Basta con que hubiera sido mala, pero no tan horriblemente mala como ha sido, para que ahora el orden entre los dos equipos de la capital de Andalucía fuese el correcto, el normal, el habitual. 

Pero las cosas no son así. El Betis está haciendo una temporada de lo más aseadita y el Sevilla la está cagando de un modo considerable. Por tanto, la clasificación muestra lo que muestra y el objetivo del Sevilla no deja de ser otro que, al menos, llegar al lugar que ahora ocupan los de la Carretera de Cádiz. Lo que pasa es que estos últimos están haciendo lo de siempre, esto es, creerse más de lo que son, cuando están ahí por deméritos ajenos. No sólo del Sevilla, sino de algún que otro más que tampoco anda muy fino últimamente. 

Y no quiero desmerecer la camapaña del Betis. Un equipo que aspira a la permanencia que se mantiene entre los diez primeros con tanta soltura es digno de aplauso. Por supuesto. Lo que pasa es que no me extraña lo más mínimo que les entren los temblores pre-mortem cuando ven al Sevilla reaccionar como lo está haciendo. Y no me extraña porque ellos son perfectamente conscientes de que lo que estoy diciendo es verdad. De que están ahí por deméritos ajenos. Y si esos ajenos que están haciendo deméritos empiezan a convertirlos en méritos, es altamente probable que no terminen donde están. Ni los unos ni los otros. 

No creo que el Valencia (que ya es quinto), por poner un ejemplo, tema que el Sevilla reaccione. A ellos les basta con mantener el tipo para meterse en Europa League, y estarán mirando arriba para intentar colarse en la Chamnpions. Pero el Betis sí. ¿Por qué? ¿Por qué uno si y el otro no? Pues porque el uno está en su lugar natural y el otro no. Y como el otro no, pues teme que el dueño de ese lugar que ocupa lo reclame. 

Tiempo queda de sobra para que ello ocurra. Eso sí, si el Sevilla confirma su reacción. 

jueves, 21 de febrero de 2013

Solo los más listos alcanzarán la gloria

Anoche, durante al partido entre Milan y Barcelona, y cuando aún iban empate a cero, Monchi publicó el siguiente tweet:


Evidentemente, se generó debate. Muy interesante, por cierto. Los había que consideraban vergonzoso que un grande histórico como el Milan se dedicase a defender con diez mas el portero, y los había que defendían que el resultado es lo único importante, y que si la única forma de parar al mejor equipo de la historia del futbol es el catenaccio elevado al cubo, pues que se haga. Siempre buscando el mejor resultado. 

Había quien decía también que mientras la afición milanista aplaudía a sus jugadores por simplemente resistir, en España le lloverían palos por todas partes a cualquier equipo que plantease un partido de esa forma. Finalmente ganó el Milan por 2-0 y le ha pegado un golpe a le eliminatoria del que difícilmente se recuperará el Barcelona. 

En mi opinión, el Milan no fue grande o pequeño por plantear el partido así. No fue vergonzoso, sino inteligente. Cualquier empresa, organización, institución etc., incluido un equipo de fútbol, para lograr los mejores resultados posibles, ha de encontrar la forma de sacar el máximo partido a lo que tiene y, al mismo tiempo, anular las virtudes del contrario para que no pueda desarrollarlas. Jugarle de tú a tú al Barcelona de hoy es una gilipollez. No el Milan, sino ningún equipo del mundo tiene calidad para si quiera hacerles sombra. Pero los partidos hay que jugarlos, y los italianos decidieron que si de tú a tú no tenían nada que hacer, la mejor opción era anular por completo esas virtudes que hacen de este Barcelona el mejor equipo del mundo. En fútbol gana quien mete un gol más que el contrario, siempre que respete el reglamento. Si el Milan consiguió que el Barça no marcara ninguno y ellos metieron dos, pues ole sus huevos. Se impusieron. Fueron listos, encontraron la forma de anular a su rival y se impusieron. 

Belleza, nada. Inteligencia, muchísima. 

En este sentido, me viene a la cabeza el debate que hay instalado en el sevillismo sobre si reservar o no jugadores en el partido contra el Barcelona, de cara a afrontar la vuelta de las semifinales de copa en mejores condiciones. Como suele ocurrir, hay muchos que se van a los extremos, al blanco o al negro. La mayor parte de la afición pide que se juegue con los suplentes, con el filial o incluso con los juveniles. Se da por hecho que no tenemos nada que hacer contra el Barcelona y que desgastar a los jugadores en un partido así es de tontos. Y dentro de esta corriente, los hay que expresan su opinión de ese modo, y los hay que emiten sentencias absolutamente rotundas, dejando en el trasfondo la idea de que quien no piense así es un verdadero gilipollas. Hay gente que parece que no sabe opinar sin ofender, ya sabéis. Que ejercen su libre derecho a la libertad de expresión, pero que patinan a la hora de respetar la opinión de los otros. En fin, que me voy por las ramas. 

Yo, francamente, antes de emitir sentencias o de aferrarme a un extremo, prefiero pensar un poco y tratar de ser listo. Tratar de serlo no es serlo, pero bueno. Merece la pena intentarlo. Es evidente que el partido importante es el de copa. Eso no lo discute nadie. Y también que aspirar a sacar algo del Nou Camp no llega a quimera, pero se queda muy cerca. Lo más sensato parece ser no hacer demasiado caso al partido del fin de semana y concentrarse en el otro. Pero, digo yo una cosa, ¿por qué no utilizamos ese partido del fin de semana para nuestros propios intereses? ¿Por qué no nos lo tomamos como un entrenamiento con público para que los jugadores vayan cogiendo el punto más alto de nivel competitivo?

Quiero decir, podemos ir a Barcelona con tranquilidad absoluta, sin aspiraciones ninguna, sin presión, sino simplemente, por ejemplo, a que esa defensa formada por Cicinho, Fazio, Botía y Moreno, que es inédita, vaya cogiendo compenetración de cara a que rindan mejor en la semifinal. De paso, Beto puede ser el portero, un portero que lleva aquí poco tiempo y que necesita avanzar en el proceso de conocer a sus compañeros. Por supuesto, si hay jugadores tocados, es el momento de reservarlos, como pueden ser los casos de Medel y Kondogbia. Pero no entiendo por qué otros futbolistas como Rakitic, Navas o Reyes no pueden participar. Mientras más metidos estén en la dinámica de la competición, mejor competirán cuando haga falta hacerlo de verdad. Quizás Negredo sea el jugador que más necesitría un descanso, pero ahí ya es el entrenador quien debe decidir porque es el que mejor sabe cómo se encuentra cada jugador. 

Yo estoy de acuerdo en que el partido en Barcelona no puede desviarnos de que lo importante es cuatro días después. Pero, como vengo diciendo, creo que es necesario ser listos. Como vengo diciendo, más que un marrón previo a la semifinal,  más que un trámite desagradable que hay que cumplir, creo que deberíamos planteaánoslo como una oportunidad, como algo más a utilizar en nuestro empeño de preparar la semifinal de la mejor manera posible. 

Normalmente, los que se obcecan en una opción radical no son capaces de comprender que puede haber otras posibilidades mejores. Como digo en el titular, sólo los más listos alcanzarán la gloria. Evidentemente, no me refiero a estos obcecados. Los más listos son los que saben sacar el máximo partido a lo que se tienen en beneficio de la entidad para la que trabajan. Igual que anoche hizo el Milan, precisamente contra el rival al que nos enfrentamos este fin de semana. Y, para nosotros, el partido en el Nou Camp no deja de ser algo que se tiene, algo que se puede aprovechar en nuestro beneficio, no necesariamente una piedra molesta en el camino. 

Confiemos en que Unai Emery esté entre el grupo de los más listos. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Colaboración en el blog Nervioneo

Con motivo del partido de vuelta de la semifinal de la Copa del Rey, en el blog "Nervioneo" (http://nervioneo.utreraonline.com) del amigo Juan Ramón (@JRamonUtrera) se está publicando una serie de artículos de distintos autores acerca del partido con el claro objetivo de motivar al personal (si hacerlo aun más es posible). 

Anteriormente intervinieron Ernesto López-Rueda Cossío (@NODOSfc1905) e Ignacio Moreno (@ignaciomov). Y hoy tengo el honor de ser yo quien colabore con este blog, publicando un artículo llamado "La Caja de Pandora" y que podéis leer aquí

Espero que os guste.

sábado, 16 de febrero de 2013

Salvar la temporada

Decía Unai Emery el otro día, en la entrevista que Roberto Arrocha le hizo en SFC TV, que llegó al Sevilla con tan poco tiempo y con tantas urgencias, que se limitó a poner a los jugadores que conocía y darles cuatro consignas básicas, para a continuación asegurar que poco a poco iría conociendo al resto de futbolistas, metiendo a más gente y, sobre todo, imprimiendo su sello. Decía que lo que había que hacer era coger todo lo bueno que Michel había dejado con su trabajo para, con esos cimientos, ir creciendo paulatinamente. 

Nadie podrá negar que lo que decía era sensato, ni tampoco que está siendo coherente con ello. 

Emery confeccionó un once tipo y lo ha mantenido desde entonces. Evidentemente, eso ha sido así porque los resultados han acompañado, pero las cosas son como son. Y sobre esa base está trabajando. El once es el que es, la calidad de la plantilla esté en el nivel en el que se encuentra y con eso hay que tirar para adelante. Lamentarse ahora de lo floja que es la defensa o de lo cortos que estamos en ataque (por muy cierto que sea, que lo es) no es lo conveniente. Ahora hay que salvar la temporada. Una temporada que será mala se quede como se quede. Si la salvamos, será una temporada mala que se ha salvado, no una temporada buena. Lo digo por no cometer más errores y corregir los anteriores. Pero, como digo, ahora no es el momento de esa crítica, sino de empujar para salvar la temporada, que estamos en condiciones de ello. 

Hay quien compara lo que ocurrió el año pasado, cuando Michel llegó como revulsivo, con lo que está pasando este año con Emery. Y lo hace con el loable objetivo de que no se nos vaya la pinza con las euforias. Esto último es imprescindible que no nos pase, pero yo creo que las diferencias entre Michel y Emery son incuestionables.

Estadísticamente, Michel cogió al equipo en la jornada 22, undécimo, con 26 puntos y a 4 de Europa. Cinco jornadas después estaba duodécimo, con 33 puntos y a 5 de puestos europeos. El revulsivo sirvió para estar peor que al principio. 

Por su parte, Emery cogió al equipo en la jornada 20, duodécimo, con 22 puntos y a 8 de Europa. Cinco jornadas después está 10º (a expensas de lo que ocurra en el Valladolid - At. Madrid), con 32 puntos y lo más probable es que acabe a 5 de competición europea. Eso teniendo en cuenta, además, que lo ha hecho simultaneando la Copa del Rey, donde estamos a un paso de la final, y que en una de esas cinco jornadas hubo que visitar el Bernabéu. Estas dos últimas circunstancias no se dieron en los inicios de Michel el año pasado. 

No es por desmerecer al madrileño, pero es evidente que este año vamos a más, y que el año pasado no fue tanto así, por muchas excusas que quisiéramos poner. 

Sin embargo, no es esto lo más importante, o mejor, lo más relevante. Al menos en mi opinión. A mí, lo que más me llama la atención es que ahora nos vemos capaces de hacer algo. De remontar, aunque sea un poco, de medio salvar la temporada. Estas sensaciones no las había el año pasado, ni con el cambio de entrenador.

Hay varias cosas del Sevilla de Emery que me llaman la atención. Primero, los laterales, que suben mucho más y permiten a los extremos venirse al centro. Eso le da un poderío mucho mayor al equipo en la zona ancha y permite que los centrocampistas suban más y lleguen al remate. Ayer lo vimos claro con los goles de Rakitic y Medel. Y ya son varios los tantos de la llamada segunda línea desde que el técnico vasco llegó. Puede que no se trate de que la segunda línea no tenga gol, sino de que el planteamiento de los partidos impedía que llegaran a puerta con posibilidades de marcar. 

Claro que esto tiene su parte mala. Si los laterales suben, la defensa queda más desguarnecida, los errores en esa línea son más factibles (aún) y, sobre todo, más peligrosos. Esto parece que se quiere paliar con mayores posesiones. Si tú tienes el balón, el rival no puede atacarte. 

Pero si hay una cosa que me gusta de lo que está haciendo el entrenador, y que le eché en falta a Michel, es el de pensar un poco más allá e ir dando entrada a nuevos futbolistas. Ayer vimos algo de esto también (y el propio técnico lo reconoció en rueda de prensa). Si F. Navarro no puede estar en la semifinal, habrá que ir dando minutos a su sustituto para que llegue en mejor estado. Ahí está A. Moreno entrando en el equipo. Lo mismo podemos decir de Botía, que jugó todo el segundo tiempo y jugará, seguramente, el partido completo en el Camp Nou. 

Otros que van entrando son Coke (es evidente que este futbolista no es el nuevo Alves ni el futuro lateral de la selección, pero creo que tampoco tan malo como parece), o Manu del Moral (un jugador que llegó a internacional no puede ser la calamidad que hemos visto tan a menudo). Además, al jiennense lo pone en su puesto, de segundo punta, no tirado a banda. Ahí rendía en el Getafe, pero esto es el Sevilla, o sea, otra cosa. Igual ahí, con partidos, podemos sacar algo de este jugador. 

Su centro del campo es Medel, Rakitic y Kondogbia, pero Maduro puede entrar ahí también, con lo que hay alternativas. En definitiva, lo que quiero decir es que Emery parece estar intentando, no sólo tener un once base, sino también cuatro o cinco jugadores más que entren en el mismo sin que el conjunto lo note. Algo totalmente coherente con la idea que él mismo expuso que tenía desde un principio. 

Y a mi la coherencia me gusta. Me gusta y me relaja porque me hace pensar que quien tiene el mando sabe lo que hace. Por cierto, que esto es bueno para el aficionado, pero, sobre todo, para el equipo. Que los jugadores crean en lo que hace el entrenador es el primer paso para que el orden se imponga. Para que no escuchemos más aquello de que no se hace en el campo lo que se entrena durante la semana, síntoma evidente de que los futbolistas se toman al entrenador por el pito del sereno (exagerando para entendernos)

¿Y si ahí hubiera estado el mayor de nuestros problemas de los últimos años? ¿Y si lo que pasaba era que los entrenadores no se ganaban el respeto de la plantilla? Recordemos que, casualmente (o no), Emery es el primer entrenador que tenemos en muchos años que, antes de venir, había triunfado previamente en algún equipo de, al menos, el mismo potencial que el nuestro. Si lo consultáis, veréis que el último fue Luis Aragonés en la primera mitad de la década de los 90 del siglo pasado. Si acaso podríamos mencionar también a Juande Ramos, si consideramos equipo del nivel del Sevilla de la época al Betis. Y yo estoy convencido de que esto no puede ser casualidad. 

Por tanto, y aun lejos de lanzar las campanas al vuelo, a mi lo que veo me gusta. Diría más, me gusta sobre todo de cara al futuro. El Sevilla debe hace lo imposible para salvar la temporada y la gran oportunidad la tenemos el día 27. Si obtenemos el pase a la final de Copa, y con ello la clasificación europea, creo que el club debe hacer la planificación de la próxima desde ya. Ir apalabrando fichajes y traspasos, ir subiendo del filial a la gente que interese. Ir haciendo todo lo necesario de cara al año próximo y limitarse a terminar dignamente este. Porque creo que si lo hacemos así y el entrenador que tenemos ahora confirma lo que parece que es (y que ya demostró en Almería y Valencia), podemos estar en condiciones de revertir la decadencia en la que nos encontramos desde hace tiempo. 

Este año no tanto, pues lo que hay es lo que hay y no da para más, pero quizás sí para el año que viene.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Nuevo golpe a la burbuja del fútbol

La semana pasada me vi sorprendido al leer esta noticia, según la cual el Atlético de Madrid ha sido condenado a pagar casi 10 millones de euros a Mediapro por incumplimiento de contrato, al ceder los derechos televisivos a Digital + en Junio de 2012. Resulta que esta no es más que la primera sentencia, ya que Mediapro demandó a otros ocho clubes más, a saber: Athletic de Bilbao, Betis, Celta, Español, Getafe, Osasuna, Real Sociedad y Zaragoza. 

Esto no fue una ida de olla colectiva por parte de estos clubes ni una conspiración anti-Roures promovida por ellos. Lo que ocurrió fue que la CNC (Comisión Nacional de Competencia) dictó una resolución el año pasado por la que sí que se vio afectado el Sevilla. Seguramente recordarán que Mediapro, Sevilla, Racing y Barcelona fueron expedientados por la CNC por haber firmado un contrato televisivo con un plazo superior a tres años. Pues bien, esos ocho clubes anteriores mas el Atlético de Madrid se basaron en esa resolución de la CNC para considerar cancelados sus contratos con Mediapro, (y así evitar expedientes similares), y verse libres de firmar con otra operadora. Así lo hicieron. El Grupo Prisa (Digital +) les ofreció una mejora del 30%, algo que obviamente aceptaron. Claro que Mediapro reaccionó, y ahora vienen las consecuencias. Primero ha caído el Atlético de Madrid, lo que hace pensar que los demás pueden correr una suerte parecida. 

Pero la cosa no queda ahí. Muy poco después de la condena al club colchonero salió esta otra noticia:



Podéis leer la noticia completa en este enlace. A grandes rasgos, en ella se dice que el grupo Prisa, al no haber cubierto sus expectativas de abonados, se encuentra con un problema grave de liquidez y está en negociaciones con ciertos clubes para la rebaja de sus contratos. ¿Saben ustedes quienes son esos clubes? Efectivamente, Atlético de Madrid, Athletic de Bilbao, Betis, Celta, Español, Getafe, Osasuna, Real Sociedad y Zaragoza. Es decir, utilizando la vieja técnica de ofrecerles el oro y el moro, se los levanta a Mediapro el verano pasado aprovechando el resquicio legal que supuso aquella resolución de la CNC, y ahora se tiene que comer los mocos porque no le llega el dinero para pagar lo prometido. 

Así, estos clubes "listillos", por llamarlos de alguna manera, se encuentran con que no van a cobrar lo firmado y con que, probablemente, van a tener que pagar una indemnización millonaria a Mediapro. 

¿Tienen bastante con esto? Pues no se crean, porque hay más. La cosa se complica, sobre todo para los clubes afectados. 

El pasado 31 de enero, una comisión paritaria formada por la Liga de Fútbol Profesional y el Consejo Superior de Deportes aprobó el nuevo reglamento de control económico de los clubes de fútbol que podéis consultar aquí. En el mismo, aparte de otras muchas cosas, se establece un límite de coste de las plantillas para tratar de garantizar el equilibrio presupuestario de los clubes, reservándose la LFP la facultad de no inscribir jugadores si los requisitos fijados no se cumplen. O lo que es lo mismo, impidiendo fichar a dichos equipos. Y ese límite de costes se establecerá en función, entre otras cosas, de los ingresos y costes previstos para cada uno de los clubes. 

Esto puede suponer un importante problema para los nueve equipos de los que vengo hablando desde el principio  ya que sus ingresos se verán previsiblemente menguados por la falta de liquidez de la operadora que tiene sus derechos televisivos,  y sus costes aumentados si, como le ha pasado al Atlético de Madrid, son condenados al pago de una millonaria indemnización a la empresa que anteriormente ostentaba dichos derechos. 

Esto no es ninguna tontería. El llamado "fair play financiero" es algo que se está imponiendo en toda Europa. De hecho, según esta noticia, en Inglaterra se acaban de aprobar unas medidas semejantes. Somos muchos los que llevamos diciendo que la burbuja del fútbol tenía que estallar tarde o temprano. Que las cosas no podían seguir así y que la situación se está tornando límite. 

Esto es algo que va en serio y pronto se van a ver las consecuencias. Consecuencias que pueden ir mucho más allá de que el Sevilla (que es lo que nos interesa a los sevillistas) vaya a vender o no este verano, o incluso que se clasifique o no para competición europea. Hablamos de la viabilidad económica de los clubes de fútbol. O lo que es lo mismo, de su subsistencia, de su capacidad para no verse obligados a disolverse, o sea, a desaparecer. 

Agárrense porque vienen curvas. Tarde o temprano tenían que llegar. Lo que me sorprende es que hayan tardado tanto. 

P.D. Corrección: El Betis (al igual que el Athletic de Bilbao) no cedió sus derechos a Digital + viniendo de Mediapro porque siempre los tuvieron con los primeros. Lo que ocurre es que Mediapro planteó la posibilidad de subastar los derechos de los clubes (si Prisa anda con problemas de liquidez, probablemente Mediapro ganase en esa subasta), a lo que se negaron los clubes de los que vengo hablando desde el principio (seguramente porque intuyen que el resultado de la subasta será una cantidad menor de lo que tienen firmado con Prisa). Y resulta que Betis y Athletic se han unido al resto de clubes mencionados en esta especie de frente contrario a las pretensiones de Mediapro. Aquí el comunicado del Betis al respecto. 

martes, 12 de febrero de 2013

La profecía

"Durante la persecución final de la Santa Iglesia de Roma, reinará Pedro el Romano, quien apacentará su rebaño entre muchas tribulaciones, tras lo cual, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez Terrible juzgará al pueblo"

Quede claro que a mi esto de las profecías me parece una chorrada como una catedral (que a cuento viene la comparación). Todas ellas fueron promulgadas en tiempos en los que las luces eran sombras y la cultura del pueblo llano, prácticamente inexistente. Esa incultura provocaba que la gente no fuera capaz de explicarse según qué cosas, lo cual era el perfecto caldo de cultivo para que un vendecolchas iluminado de la vida se inventara cualquier argumento para proporcionar dicha explicación y que la gente le hiciera caso (y le diera, de paso, lo que a él se le antojase). Un poco de labia era suficiente para lograr tal propósito. Tiempos oscuros en los que la religión era la base sobre la que se apoyaban todas esas explicaciones, y bien que se aprovecharon de ello los que tenían poder. Bastaba con apelar a Dios, a Satanás, al Anticristo y gaitas varias para meter el miedo en el cuerpo de los infelices ignorantes y que hicieran lo que aquellos quisieran. La Iglesia era fundamental en aquel juego de poder porque era quien podía levantar o apaciguar a la población. Algo así, y salvando la enorme distancia, como lo pueden ser hoy día los medios de comunicación. No tienen nada que ver, pero el poder que ostentan es semejante: el de manipular la realidad con el objetivo de dirigir el pensamiento (y la acción) del pueblo llano. 

Y digo esto a pesar de que se puede decir que yo soy cristiano. En verdad, en última instancia, todos creemos en algo. Creo que todos nos acordamos de Dios, o cualquier expresión metafísica, cuando nos encontramos en una situación límite. Aunque pueda parecer una tontería, yo he visto personas que siempre han renegado de cualquier creencia que, en un momento súmamente delicado (una enfermedad, un problema especialmente grave, etc.) han dicho algo así como "Dios, si de verdad existes, haz algo". Si de verdad existes...; igual que en siglos pasados (igual que siempre) cuando algo nos supera, cuando algo se escapa a nuestra capacidad (mayor o menor) de racionalizar, nos acordamos de algo superior que pueda completar el vacío que nosotros mismos, con nuestro conocimiento y capacidades, no somos capaces de rellenar. 

Luego, creo en los valores que promulgó un señor que se llamó Jesucristo. Valores que describen cómo debe ser una buena persona. Ni más ni menos. De hecho, yo conozco personas ateas que son mucho mejores cristianos que algunos de esos que se pegan golpes en el pecho en el interior de un templo. En este sentido, esto que digo no es muy distinto a ser marxista, bilardista o fan de John Lennon y su filosofía pacifista. Al fin y al cabo, se trata de personas que se sienten identificadas con las ideas promulgadas por otras personas. Y si unir esa creencia metafísica que tenemos todos con el modo en el que me identifico con lo que defendía Jesucristo se llama ser cristiano, pues vale. Soy cristiano. Otra cosa es ser católico. Sinceramente  a mi lo que diga la Iglesia Católica me la trae al pairo. Lo que defiende la Iglesia es el legado de siglos y siglos de aprovecharse de la ignorancia de la gente para acaparar poder. Mucha de su doctrina viene de esos siglos, y aunque me quede un mundo por aprender para considerarme culto, es evidente que mi nivel cultural (y el de cualquiera que me lea) es infinitamente superior al del hombre medio de hace quinientos (o más) años. Me podrán engañar con otras cosas, pero con eso, no. 

Aún así, aún existe en la actualidad un buen número de personas que se dejan llevar por este asunto de las profecías. Otros las empleamos para soltar chistes y reírnos, como ocurrió con esto de los mayas el año pasado. De manera recurrente, no dejan de aparecer mensajes catastrofistas de cuando en cuando para meter el miedo en el cuerpo a unos, y poner una sonrisa burlona en la cara a otros. Que ya es curioso que las profecías siempre sean de algo malo, nunca bueno. ¿Por qué los profetas nunca dicen nada bueno? ¡Qué cenizos, joder! Y ahora, con la renuncia de este señor al que llamamos Papa, vuelve el cántaro a la fuente. Lo que escribí al principio en letras grandes y grises es la supuesta profecía de un señor llamado Malaquías (nada que ver con el bibliotecario de la novela El Nombre de la Rosa), que vivió en el siglo XII, al que hicieron santo y que se dice que dijo que el Papa número 112 se llamaría Pedro y que pasaría lo que pone en eso que escribí al principio en letras grandes y grises. 

Resulta que el Papa cesante, Benedicto XVI, es el nº 111, con lo que el próximo será el último y con él viviremos el fin de la Iglesia. Un fin catastrofista, por supuesto, faltaría más, dicen algunos que a manos de los musulmanes, y en el que Roma (la ciudad de las siete colinas) será destruida. 

Lo que no se dice tanto es que esta profecía, junto a muchas otras del mismo autor, fueron publicadas en el siglo XVI, no en la época en la que supuestamente se escribieron. Resulta que Malaquías escribió un lema que definía a cada uno de los Papas que habría desde sus días en adelante. Pronosticó 111 papas, cada uno con un lema que le definiese, y el 112 sería el último. Por ejemplo, del 111 dijo que sería "De gloria olivae" (de la gloria del olivo). El olivo es un símbolo de la paz. Y resulta que Benedicto XVI es de la orden benedictina, la cual es conocida tradicionalmente como "la olivetana" y su lema es "Pax". Eso basta para considerar cumplida la profecía. Así fue con todos los papas desde los tiempos de Malaquías. 

Lo que pasa, como digo, es que esto se publicó en el siglo XVI, exactamente en 1595. Y, curiosamente, los lemas son asombrosamente certeros con todos los papas hasta Urbano VII, que murió en 1590. A partir de ahí, hay que hacer encaje de bolillos y escorzos significativos para adaptar a martillazos a los papas posteriores con sus lemas. Incluso, hay historiadores que aseguran que estos lemas - profecías fueron inventados por un cardenal llamado Girolamo Simoncelli, el cual aspiraba a suceder al mencionado Urbano VII y que, evidentemente, casaba a la perfección con el lema - profecía de Malaquías correspondiente al siguiente papa. 

Se aprovecha el misticismo de unas profecías que escribió un santo como Malaquías para tratar de manipular, de orientar el pensamiento de ciertas personas en favor propio. Como decía antes, y salvando las distancias, algo análogo a lo que se hace actualmente desde ciertos medios de comunicación. 

Ya digo que es curioso que todas las profecías que se hacen famosas hablan de cosas catastrofistas. Del fin del mundo y cosas por el estilo. Y siempre hay frikis dispuestos a devanarse los sesos para buscar la concordancia con lo que sea que ocurre en la actualidad. 

Y yo, que soy escéptico y sevillista, querría que alguien me dijera si hubo algún monje profeta, o un iluminado vendecolchas, que en algún momento de la historia dijese algo relacionado con el diez de mayo de 2006. Más que nada porque esa es la única fecha en la que para mi se acabó el mundo existente hasta el momento, para dar comienzo uno completamente nuevo. 

Que ya de inventar historietas y adaptar profecías, bien podrían hacerme feliz con eso. 

jueves, 7 de febrero de 2013

La perversión de la solidaridad

Al empezar a escribir esto, un cada vez más molesto hedor a basura entra por las puertas abiertas de mi comercio. No exageremos, no es insoportable, pero sí bastante molesto. Y lo peor es que llegará a ser lo primero si la cosa no se soluciona en breve. 

Siempre que un colectivo se declara en huelga, lo primero que se reclama, aunque sea de un modo implícito, es la solidaridad de la sociedad hacia sus reclamaciones, normalmente justas. Se trata de un concepto, el de solidaridad, muy bonito. Precioso. El que personas que no tienen nada que ver contigo se unan a ti en apoyo a tus circunstancias. Un concepto que lleva parejo ese axioma del "hoy por ti, mañana por mi" que resume la idea de que juntos, si todos nos unimos, si todos nos ayudamos, la sociedad en su conjunto se beneficia. Algo maravilloso, ya digo. Aunque sea un ideal. Bueno, en verdad, en la mayoría de los casos, no deja de ser eso, un ideal. Algo muy lejano a realidad, si queremos ser sinceros. 

En verdad, las personas solemos ser muy egoístas. Sólo nos interesa lo que nos afecta directamente, y a no ser que haya de por medio un cariño especial, una cercanía por el motivo que sea, lo habitual es pasar bastante de lo que le ocurra al prójimo. Incluso, nos volvemos en su contra cuando sus reclamaciones acaban por molestarnos. Por complicarnos la vida. De ese modo, si cuando yo sufro un revés, los demás no me apoyan y pasan de mí, cuando son los demás los que pasan por ese trance, yo me comporto del mismo modo. 

Y he de reconocer que, muchas veces, ese tipo de actitudes tienen su origen en la ignorancia. Me pongo a mi mismo de ejemplo. Durante años, yo era de esos que repudiaba a los funcionarios por envidia. Por considerarles algo así como unos caraduras por tener privilegios que son negados a la mayor parte de la sociedad. Hasta que trabajé durante un tiempo de interino y comprendí que el problema no es que tengan privilegios, sino que no los tengan los demás. Es más, comprendí que no se trata de privilegios, sino de derechos. Que esos derechos los tenemos todos, aunque nunca se nos respeten. Y que si en vez de menospreciar el trabajo de esas personas, empleáramos nuestras energías en tratar de obligar a los que mandan a que velen por esos derechos que tenemos, pero que no disfrutamos, a todos nos iría mucho mejor. 

Lo que pasa, vuelvo a insistir, es que esto no es más que una ilusión, una utopía. Uno se pone a pensar en esta huelga de Lipasam que estamos sufriendo y lo primero que se me pasa por la cabeza es la indignación que me produce ver cómo unos privilegiados chantajean a su empresa a costa del incomodo de toda la ciudadanía. Pero, claro, luego uno lo piensa mejor, entran en acción las convicciones personales y acabo aceptando que todo el mundo tiene derecho a defender lo suyo. Que si a mi me quisiesen bajar el sueldo, yo también reaccionaría. Y que si ellos tienen unos derechos, pues deben defenderlos, por mucho que los demás no los tengamos o no podamos disfrutarlos a pesar de, en el fondo, tenerlos. 

A continuación entra en acción el concepto de solidaridad, pero quizás en su acepción más perversa. ¿Por qué tengo que ser solidario con las reclamaciones de los basureros si ellos están dispuestos a dejar la ciudad hecha un asco sin importarles los sufrimientos de esos mismos a los que piden solidaridad? ¿No hay otra forma de luchar por sus reclamaciones? Seguramente, no. O a nadie se le ha ocurrido. O sí, pero no tan eficaz, ¿quién sabe? Insisto, respeto profundamente sus reclamaciones. Y no les llamo privilegiados, más bien me lamento de no poder yo ejercer esos derechos. 

Pero, claro, ahora viene la otra parte. Eso de lo que he hablado antes. La antítesis del "hoy por ti, mañana por mi". Yo soy autónomo y dueño de un pequeño comercio. Hace no mucho se promovió la idea de liberalizar los horarios comerciales, hasta el punto de permitir la apertura en domingos y festivos, y la mayoría de la población daba palmas con las orejas. A mucha gente le parecía fantástica la idea porque así podrían hacer sus compras en festivos. Claro que los pequeños comerciantes se quejaron porque eso de abrir en días que son normalmente de descanso no es plato de buen gusto. A mi me gustaría pasar los domingos y festivos con mi mujer y mi hijo, no trabajando. 

Y es en este momento cuando surge ese argumento tan súmamente cínico y que de tan mala leche me pone:

"Nadie te obliga a abrir un domingo, la elección es libre"

Claro que si. Yo no abro el domingo, mis clientes se van a los grandes almacenes que explotan a sus trabajadores por dos duros mal pagaos, pierdo dinero y a corto plazo me veo obligado a cerrar. 

¿Alguien se solidarizó con gente como yo en esos casos? Muy pocos. Además, yo no tengo el poder de los basureros. Si yo me declaro en huelga, la gente comprará en otros sitios. O sea, es ilegal que el Ayuntamiento contrate a otros trabajadores para recoger la basura (salvo que se llegue a ciertos límites de insalubridad), pero sí que el trabajo que yo no hago por estar en huelga lo haga otro y se beneficie a costa de mi derecho. Si yo me declaro en huelga, la sociedad se descojona en mi cara. ¿Y ahora piden mi solidaridad?

Tengo que reconocer que estas ideas chocan en mi cabeza. En un mundo ideal, yo apoyaría la causa de los trabajadores de Lipasam. Me solidarizaría con ellos. Y aguantaría las molestias (hasta cierto punto, claro), pensando en que se trata de algo justo. Y también en que si mañana la injusticia se ceba sobre mí, esos trabajadores de Lipasam se solidarizarán conmigo. Unos con otros, hoy por ti mañana por mi. Y a la sociedad le irá mejor. 

Pero las cosas no son así. Las cosas son de otra manera. Cuando la injusticia se ha cebado contra el colectivo al que yo pertenezco, la sociedad me ha dejado de lado, abrazando con alegría una medida que esclaviza a una parte de dicha sociedad. Yo me sentí herido en aquel caso, traicionado por los que son como yo, trabajadores, currantes. ¿Por qué razón voy yo a solidarizarme con ellos ahora? ¿Por qué ellos sí se merecen esa solidaridad y yo aquel desprecio? ¿Es razonable poner la otra mejilla, anteponer lo que en verdad pienso a lo que siento?

Como digo, estas ideas chocan en mi cabeza. Me gusta ser fiel a mis principios, pero no que me tomen por gilipollas. Y, francamente, no sé qué pensar respecto a este asunto. Escucho a los que están a favor de una cosa y a los que poyan la contraria, y en cierta medida me siento identificado con ambos bandos. En verdad, lo que me gustaría es que todo acabase de una vez. Que hubiese forma de llegar a un acuerdo que dejase medio satisfechos a todos y que podamos seguir adelante con naturalidad, sin tener que soportar tantas incomodidades. 

Y al final, no puedo evitar volver a lamentarme del asco de sociedad en la que vivimos. Una sociedad que a menudo se ríe del solidario. Una sociedad en la que quien tiene principios se siente un gilipollas y quien triunfa es quien es capaz de burlar las normas y enriquecerse a costa de los demás. 

miércoles, 6 de febrero de 2013

Si comen todos los días, ¿por qué se quejan tanto?

Los sentimientos no se pueden explicar. Se sienten y punto. Otra cosa son las palabras. Podemos pensar lo que queramos y expresar esos pensamientos si nos viene en gana, que para algo estamos en un país libre para eso. Pero si nos aventuramos a decir lo que pensamos de los sentimientos de otros, es probable que metamos la pata. Si ni siquiera quien los siente puede explicarlos, cuánto menos quien no está dentro del pellejo de ese que los siente. 

Ayer nos vimos sorprendidos por las palabras de Diego Perotti con las que el argentino aseguraba que se quería quedar en su país hasta final de temporada para tratar de recuperarse de una vez de sus problemas con las lesiones. El jugador está desesperado. Tanto que, después de intentarlo todo, parece haber llegado a la conclusión de que su problema puede estar en su mente y clama por que le dejen alejarse de su rutina habitual para poder desconectar de todo y comenzar de nuevo. Eso sí, con la idea de volver en junio ya completamente repuesto de sus problemas. Físicos y mentales. He aquí un ejemplo de que eso que digo de que los sentimientos no se pueden explicar, que sólo se sienten. Perotti no se explica lo que le está pasando, simplemente sabe que eso que le pasa le está pasando. Y perdón por la redundancia. 

A mí, las palabras del jugador argentino me han sobrecogido. A otros les ha molestado, cosa que entiendo, pero que no comparto. Y digo que no las comparto porque no podemos meternos en la cabeza de otra persona para juzgar sus comportamientos, sobre todo cuando dichos comportamientos no hacen daño a nadie y solo buscan salir de una situación muy complicada. Una situación en la que no nos encontramos los demás, sólo él. En mi vida aplico muchas máximas, y una de ellas dice que la importancia de los problemas es relativa. Lo que para unos es un mundo, para otros es una chorrada. Y nadie tiene derecho a cuantificar o calificar dichos problemas. Cada uno es como es, y como somos hay que respetarnos. 

Me hace gracia (y me indigna) escuchar/leer eso de que "¿cómo puede estar deprimido con el dinero que gana?" O eso otro que dice más o menos así: "Con tanto parado como hay en España, ahora viene este a quejarse de chorradas". 

Claro que algo así podría decir sobre cualquiera de nosotros (y nuestras quejas) un "negrito" de Somalia o de Haití:

"Si comen todos los días, ¿por qué se quejan tanto?"  

Lo dicho: la importancia de los problemas es relativa. 

Es cierto que en el mundo del fútbol hemos visto quejas de personajes que resultan ridículas de todas todas. Recuerdo ahora mismo aquello de que Cristiano Ronaldo estaba triste. Aunque lo indignante del hecho no era esa tristeza (una persona puede estar triste por mil motivos) sino que tal cosa se convirtiese es noticia a nivel mundial, que los telediarios abrieran con ese tema, que se le preguntara por ello a todo el mundo. Lo indignante no era que una persona estuviera triste, por mucho que se trate de alguien iluminado por la vida, alguien extremadamente afortunado por todo lo que tiene, sino que en la escala de prioridades de la mayoría de la prensa, a la hora de elegir qué asuntos son de más interés o de menos, se pusiese eso por encima del sufrimiento de muchísimas personas. A mí me indignó comprobar la mierda de país en el que vivimos. Un país en el que, a pesar de lo mal que lo están pasando tantos, lo que de verdad parece interesar son los sentimientos de un jugador de fútbol. 

Aparte de eso, dichos sentimientos son del todo respetables. A mí, sinceramente, lo que sienta el tipo ese me importa un bledo. Pero lo respeto. 

Volviendo al tema de Perotti, por supuesto, yo tengo cosas mucho más importantes en las que pensar que lo que sienta o deje de sentir esta persona. Pero ya metidos en el ajo, debo decir que a mí me preocupa más que molestarme. Perotti quiso dejar de cobrar porque le daba vergüenza hacerlo mientras no podía jugar. Perotti pudo haberse ido a jugar a Italia ganando una burrada, pero no presionó al club para hacerlo y se quedó aquí.Y eso que le prometieron una mejora de contrato que nunca llegó. Perotti ha hecho todo lo humanamente posible para recuperarse de sus lesiones, y no ha podido. Ha ido aquí y allá, ha hablado con varios médicos de prestigio internacional. Lo ha intentado todo, no lo ha conseguido, y ahora está desesperado, destrozado, hundido. Muy deprimido. 

No podemos entrar en el pellejo de otra persona, pero sí intentar ponernos en su lugar. Si yo viviera en el extranjero, las cosas me fueran mal y llegara al punto de no poder más, de hundirme del todo, me encantaría poder pasar una temporada en mi país, cerca de mi familia, de mis amigos, sentir esa cercanía, ese apoyo, ese cariño que sólo te pueden dar las personas más allegadas. Eso es perfectamente comprensible y es lo único que quiere Perotti. Y lo quiere con la idea de recuperarse y volver a Sevilla. Él no quiere irse del Sevilla. Él quiere volver a ser el de siempre para regresar aquí en plenitud. Él ha dejado el fútbol a un lado en su escala de prioridades. Ha decidido priorizar lo personal. Salir del bache en el que ha caído. 

Diego Perotti es un privilegiado. Es futbolista de primer nivel, gana mucho dinero y tiene la oportunidad de, en unos años, solucionar su vida para siempre. Pero esas son cosas materiales  Eso no sirve para nada cuando la mente se bloquea y te anula. Y no sirve para nada porque, cuando eso ocurre, dejas de ser tú mismo, pierdes tus facultades y eres incapaz de seguir con tu vida con normalidad. 

Dicen que el dinero no da la felicidad. Ayuda mucho, eso sí, pero en última instancia, no la da. Y a Diego Perotti no le sirve de nada su privilegio ni su dinero para salir de donde está. Ojalá la cosa le vaya bien. Ojalá, si finalmente el club le cede, se recupere mental y físicamente y vuelva este verano en plenitud. Yo entiendo lo que le ocurre. Y quien no lo haga, lo respeto. Lo respeto y le deseo que nunca, nunca, le pase algo parecido ni a él ni a ningún ser querido. Porque esos males de la cabeza son de lo peor que le puede pasar a una persona.

martes, 5 de febrero de 2013

Los hooligans políticos

A pesar de que creo firmemente que los conceptos políticos de "izquierda" y "derecha" están del todo obsoletos, comprendo a la perfección a las personas que se agarran a ellos para explicar su ideología. La izquierda tiende al reparto equitativo de la riqueza entre toda la población para evitar desigualdades; y la derecha defiende el premio al esfuerzo hasta el punto de convertir la sociedad en una jungla donde triunfan los más fuertes sobre los más débiles. En función de en qué parte de la sociedad te encuentres, es normal que te sientas más identificado con una cosa o con otra. 

Pero digo que son términos obsoletos porque, hoy día, en Europa, (no tanto en Estados Unidos, donde la izquierda es más de derechas que la derecha española) hay un acuerdo generalizado, de modo que legalmente hay unas bases comunes para toda la población, unos derechos universales que los Estados han de proteger, sea cual sea la clase o condición de cada persona. Hay quien llama a eso "Estado del Bienestar". Y no importa de qué color sean los gobiernos, todos aceptan y defienden esto. Son tesis de la izquierda que están impuestas por ley. El liberalismo de la derecha tiene, pues, mucho menos margen de maniobra. Esto legalmente, que otra cosa es lo que se hace bajo cuerda o de espaldas a la población. 

Por tanto, una vez institucionalizadas sus más importantes reivindicaciones, a la izquierda le queda mucho menos por lo que luchar. Y la derecha, una vez aceptada dicha institucionalización, como decía antes, apenas le queda margen para llevar a cabo sus prácticas. Así pues, muy poco queda de esa lucha de clases de otra época, no tan lejana, eso sí. Si a eso le unimos una cosa que se llama Unión Europa, los Tratados firmados por España y las consiguientes obligaciones que conllevan (p.ej. que el déficit público no exceda de cierta cifra), esto que digo se intensifica. No importa de qué signo sea el partido que gobierne. No tendrá más remedio que cumplir con las obligaciones impuestas por los Tratados mencionados, aunque eso vaya en contra de su ideología. Que le pregunten al señor Rodriguez Zapatero. Y si no lo encuentran, que hagan lo propio con el señor Pérez Rubalcaba o con la mayoría de los que siguen en su equipo. 

A pesar de todo esto, los políticos de nuestro país siguen tirando de esos conceptos para atraer votantes. Y lo más triste es que lo consiguen. Tanto PP como PSOE cuentan con un ejército de hooligans políticos, de hinchas, de fanáticos podríamos llegar a decir, que, no sólo les votarán siempre, sino que les defenderán a capa y espada, en cualquier circunstancia, cueste lo que cueste, y ello aunque esa defensa se torne en ridícula, imposible, totalmente inconsistente, habida cuenta de las pruebas en contra que haya. Da igual, si en un momento se ven encerrados, en un callejón sin salida, siempre les queda el recurso del "y tú más" escupido al contrario. Y esto es así aunque les estén robando en su puta cara. Más necios no nacen. A mí particularmente me parece increíble. 

Pero si esto es increíble, en referencia a ciudadanos de a pie, lo de la prensa es algo que clama ya al cielo. Yo entiendo perfectamente el concepto "línea editorial". Cada medio tiene su ideología, de modo que sus publicaciones sufren un sesgo. Es normal. Incluso, es hasta saludable leer a quien no opina como tú para enriquecer tu propia opinión. Incluso, para llegar a aceptar que, en ciertas cosas, puedes estar equivocado. O llegar hasta a cambiar de modo de pensar porque el otro te convenza. La linea editorial de un periódico le puede llevar a defender una subida de impuestos a los ricos para repartir entre los pobres (izquierda), o una bajada de los mismos para favorecer la llegada de capital al país y, con ello, que aumente el número de empresas y de puestos de trabajo (derecha). Ambas fórmulas persiguen el mismo fin: que la población mejore sus condiciones de vida. Sin embargo, los caminos para llegar son totalmente diferentes. 

Pero lo que está ocurriendo últimamente, en especial con los casos de corrupción, va mucho más allá de lo que es defender una ideología (caso de ciudadanos) o una línea editorial (caso de los medios de comunicación). A mí me alucina que haya gente que no se de cuenta de que la corrupción no entiende de siglas, sino de personas. Que los partidos o las ideologías no son corruptas, que lo son las personas. Que un tío malage lo es sea de izquierdas o de derechas. Que un ladrón, lo mismo. Que corrupto es un adjetivo aplicable al ser humano, no a una institución. Que si en una institución hay corruptos, basta con echarlos para que funcione de manera honrada. Basta con poner personas honestas.

Corruptos en el PP los hay a punta pala. Corruptos en el PSOE, lo mismo. Corruptos en IU, menos, pero no porque sean mejores, sino porque nunca han accedido al poder en los niveles de los dos primeros. Corruptos en UPyD, por ejemplo, no hay ninguno. Nunca han tenido poder. Corruptos en el BNG los hay en Galicia, que es donde pillan cacho. En el PNV, pues en el País Vasco, más en Vizcaya que en Guipúzcoa. Donde tienen poder. Y lo mismo respecto a CiU y ERC en Cataluña. El PSOE tiene su nido de corrupción en Andalucía (donde gobiernan, ¿dónde si no?). El PP, por su parte, sobre todo en Valencia. Y un poco en Madrid, y en Murcia y en... donde sea que gobiernen. Quien toca el poder es quien puede ser corrupto. No importa la ideología, importa la cota de poder que despierta la avaricia humana, que no por gusto es uno de los pecados capitales que nos enseñaban de pequeños en el colegio. También lo es lujuria. Y la gula. Y la pereza, la ira, la envidia y la soberbia. ¿Se imaginan ustedes un partido político lujurioso? ¿O cegado por la gula? Es absurdo, ¿verdad? Son cosas propias de las personas humanas. 

Pues eso. 

Y por eso me escandalizo cuando los medios de comunicación, en función de su signo político (que no línea editorial) defienden a los de su bando y atacan al del contrario. ABC y La Razón se cebaron contra el PSOE por el caso de los EREs. Ahora callan como putas con lo de Bárcenas. En todo caso, hablan para defender a sus protegidos. O benefactores, quien sabe. Por otro lado, El País exprimió todo lo que pudo lo de la Gurtel, y lo de los sobres ahora, pero hacían la del avestruz con lo que ocurre en Andalucía desde hace ya tanto. Y por supuesto, los medios catalanistas consideran un atentado a su identidad nacional el hecho de que se denuncie el modo en que roba y defrauda (presuntamente) la familia Pujol o el partido de Durán. 

Eso no es línea editorial. Eso es fanatismo político. O tragaderas. O haberse vendido, cualquiera sabe. Línea editorial es defender un pensamiento, una ideología, no ocultar a los corruptos propios para airear a los contrarios. Un ladrón es un ladrón. Y a los ladrones hay que señalarles con el dedo, da igual lo que piense el ladrón y lo que opine el que señala. 

¿Se imaginan ustedes a ABC o a El País defendiendo a un violador por el mero hecho de ser del PP o del PSOE? Pues salvando las distancias, a eso hemos llegado en nuestro país por culpa de estos hooligans políticos. 

Y así nos va, claro. 

viernes, 1 de febrero de 2013

Y por fin compitió.

Antes que nada, hay que recordar que el equipo al que nos enfrentamos ayer es el segundo de la liga, el actual campeón de la Europa League. Un equipo que se está mostrando intratable en casa, hasta el punto que llevaba desde octubre sin encajar un gol (ayer lo hizo por primera vez tras más de 1000 minutos de juego). Un equipo que no pierde una eliminatoria oficial en ninguna competición desde que su actual entrenador, Simeone, llegó hace poco más de un año. Un equipo, fuerte no, fortísimo, el más potente del actual fútbol español después del Barcelona; del Barcelona de esta época que, posiblemente, sea el mejor equipo de la historia del fútbol. 

Enfrente, nosotros, con un portero que llegó "antié". Con un equipo que se ha llevado meses arrastrándose por los campos. Con un entrenador que lleva aquí dos semanas. Con algún que otro jugador con la cabeza Dios sabe donde. Con una directiva más preocupada en vender que en lo que tenemos entre manos en el ámbito deportivo. Y con una afición que trata de ilusionarse, pero que no se fía un pelo ya porque son muchos los palos que nos hemos llevado en los últimos años. 

Aparte, el árbitro. Que los penalties los fueron, de eso no cabe duda. Y las expulsiones, justas. Justísimas, nada que objetar. Pero que a un equipo que hace once faltas le enseñen cinco amarillas y dos rojas, y otro que hace el doble de infracciones se quede en una y una es, cuando menos, sospechoso. Esto es el pan nuestro de cada día, no nos sorprende a ninguno, estamos acostumbrados y nos lo esperábamos. Pero no por eso deja de ser lo que es. Lo que es. 

Bien, pues a partir de aquí, podemos hablar de lo que queramos. De lo estúpidos que fueron los penalties. De la buena pinta que tiene Beto (y del partidazo que se marcó, teniendo en cuenta sus circunstancias), de la pena que da no haber aprovechado la ocasión de sacar un mejor resultado, aunque eso también lo pensarán ellos. De muchas cosas. 

Pero yo me voy a quedar con algo que creo que es importantísimo. Este es el mismo Sevilla que cayó por cuatro a cero, y de forma lamentable, en aquel mismo estadio y contra ese mismo equipo hace muy poco tiempo. Es cierto que a ellos les faltaba Falcao, pero nosotros íbamos sin Palop y sin el suplente de Palop. Con esto quiero decir que el Sevilla ha crecido una barbaridad en este intervalo. La intensidad con la que juega, la fe en sus posibilidades (se rehizo de un penalty, expulsión y 1-0), la continuidad de su fútbol (mejor o peor, pero continuo, sin desconectarse durante ciertas fases de los partidos), la concentración, la solidaridad...; creo que esto es muy importante, ya digo, porque puede que suponga que, por fin, vamos a tener un patrón de juego, algo a lo que agarrarnos, unas ideas claras, un poder decir "nosotros somos esto, y con esto sacamos adelante partidos". Hace mucho (MUCHO) que el Sevilla no tiene eso. 

Ojo, no quiero lanzar las campanas al vuelo, no me estoy emocionando. Al revés, soy más prudente que nunca. Me fío bastante poco, pero ya van varios partidos con Emery, y el cambio ha sido brutal. Eso no quiere decir que la cosa vaya a seguir así y que esto sea el inicio de una gran remontada, pero sí que, de esta forma, tal cosa es más probable que hace apenas dos semanas. 

El rival de ayer no era el Zaragoza o el Granada. El rival de ayer era un equipazo con todas las letras. Y el Sevilla compitió con él. COMPITIÓ. Por fin. Dejó la eliminatoria abierta para poder jugarnos el pase a la final en casa. Y lo mejor es que, si la cosa sigue así (que ojalá que siga), el Sevilla que va a jugar esa vuelta será mucho más equipo que este. Habrá crecido porque Emery llevará aquí bastante más tiempo que ahora. 

Si sigue la cosa así  que eso lo tengo yo que ver. Como decía antes, son ya demasiadas decepciones como para no tomarme las cosas con calma. Como para no ser prudentes. 

Eso sí, la ilusión nos ha vuelto. O mejor quizás, la esperanza de recuperar la ilusión. 

Sólo me queda una cosa por decir: me mantengo unido al clamor del sevillismo para que la directiva arregle de una vez el sinsentido de Gol Norte. Es lo que queda, una vez cerrado el mercado de fichajes (y con él la inquietud de muchos jugadores), para acabar de sentar las bases de la recuperación. Si eso se hace y el Sevilla sigue creciendo (a pesar de las difícilísimas visitas a Bernabeu y Nou Camp que vienen antes), el partido de vuelta en el Sánchez-Pizjuán, con un estadio a reventar de sevillistas con ansias de sangre, puede ser histórico. 

Otro más. 

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