viernes, 12 de febrero de 2010

El “efecto boomerang”

Debo decir de antemano que este post es largo, y pido perdón por ello. Llevo varios días escribiéndolo, pero es que creo que el tema es de lo más importante. Si tienes la paciencia de leerlo, te lo agradeceré, y si no, pues no tengo más remedio que entenderlo. Sea como sea, ya digo, creo que el tema es de enorme importancia para nosotros. Para la Afición del Sevilla. Así que empiezo.

La afición del Sevilla es una de las mejores de España, eso es algo que está comúnmente extendido, lo sabe todo el mundo y no hace falta redundar mucho en ello porque a nadie en su sano juicio le cabe en la cabeza poner en duda esto.

Se trata de una afición entregada, fervorosa, que se ha mantenido al lado de su equipo a lo largo de muchas décadas sin ninguna alegría que llevarse a la boca. Sin ni siquiera acercarse a las mismas. Antes de estos últimos años tan exitosos, y después de la década de los cincuenta, creo que lo máximo a lo que llegamos fue a dos semifinales de Copa, y un tercer puesto aislado en los años setenta. Aparte de eso, tres o cuatro clasificaciones para la UEFA, agónicas la mayoría de ellas, competición en la que siempre caíamos a las primeras de cambio. Si no recuerdo mal, lo máximo que conseguimos fueron aquellos octavos de final en los que nos eliminó el Barça. Un par de descensos en los años setenta, y otros dos a finales del siglo XX. Y la afición siguió ahí, a pie del cañón.

Pero es que es algo que se puede cuantificar, incluso. Cuando el Sevilla se arrastraba por los campos de la categoría de plata (de plata para los que están en tercera, que para equipos como el Sevilla es un verdadero infierno), una pléyade de veinticinco mil fieles le seguía en su travesía por el desierto. Veinticinco mil almas que se gastaban su dinero para ser socios de un equipo de segunda. Ya quisieran la muchísimos equipos, no ya de segunda, sino de la hoy llamada Liga BBVA tener veinticinco mil socios. Pues esa es la afición del Sevilla. De las pocas que son capaces de mover a tal cantidad de personas sea cual sea la circunstancia del equipo.

Pero no son sólo esos veinticinco mil los que conforman la grandísima afición de la que podemos presumir. Hay muchos más. Hay gente que simplemente no puede permitirse comprar el carnet, o que no reside en Sevilla y vive su sentimiento desde la lejanía. Sea como sea, cuando el equipo estaba en segunda, no era raro ver en las gradas del Sánchez Pizjuán a treinta mil personas. Treinta mil seguidores acérrimos que animaban a su equipo en las victorias y en las derrotas. Una verdadera barbaridad. Por eso la afición del Sevilla es una de las mejores de España.

Claro que el brutal crecimiento experimentado por la entidad en los últimos años ha elevado el número de socios de la misma hasta más de cuarenta mil. Para redondear, dejaremos esa cifra exacta. Diez mil personas más. Estos diez mil no eran los que decía antes que no se podían permitir el carnet (este es mucho más caro ahora que entonces, con lo que ahora se lo pueden permitir incluso menos), ni evidentemente los que residen fuera de Sevilla. Estos diez mil son los que se han enganchado al carro de las victorias, los que se han unido a esa excepcional afición gracias al tirón experimentado por el brutal crecimiento del club. Y se han gastado un dineral, pero lo han hecho para ver buen fútbol (por eso se engancharon). No les valen sólo los resultados. Ellos quieren ver buen fútbol.

Estos diez mil se han quejado amargamente por no haber podido ir a las finales que el Sevilla ha disputado. Y es que el club ha decidido premiar a los veinticinco mil anteriores por su lealtad. Por considerar que, tras tragarse lo malo, ahora se merecen ser los primeros en disfrutar de lo bueno. Y me parece bien. Aunque yo sea de los que se tragó lo malo, se tuvo que ir de Sevilla por motivos laborales cuando el equipo empezaba a crecer, y cuando volví y se inició lo bueno no tuve sitio entre el cupo de abonados porque esos diez mil se me adelantaron. No les culpo, es normal. A todo el mundo le gusta ver ganar a su equipo.

Después de aquel año mágico, el Sevilla se asentó en la grandeza del fútbol español. No se volvió a ver aquel juego maravilloso de la temporada 2006 - 2007, pero los resultados siguieron siendo espectaculares. Buena parte de los veinticinco mil aquellos del principio, al igual que otros muchos más, siguen encantados con su equipo. ¿Cómo no? Después de tragarse lo que se tragaron, es perfectamente comprensible. Pero otra buena parte de esos otros diez mil…, con el dineral que se han gastado para ver buen fútbol…

Durante unos años, el Sevilla fue un equipo plano, informativamente hablando. No había noticias de interés, se trabajaba con discreción, apenas se llamaba la atención. Era la época de Caparrós. Sin embargo, los medios locales mantenían una especie de monopolio, se tenían repartido el mercado entre unos pocos, y nadie movía una ficha. Había dinero para todos, y santas pascuas. Pero de repente surgen los medios oficiales del club, comienzan a crecer, a quitar audiencia a los demás, y a hacerles perder dinero. Y eso era intolerable. Esto ocurrió a la vez que esos diez mil se unieron a la masa. De todos modos, con la cascada de títulos que cayó sobre Sevilla, nada se podía hacer. Pero ahora las cosas han cambiado.

Como decía antes, los precios de los abonos han subido mucho, la calidad de la plantilla también, y mucha gente, que ya no se conforma con los resultados, están que trinan con el juego que despliega el equipo de Jiménez. Da igual que la situación sea muchísimo mejor que la de hace apenas cinco años. Eso no importa. Para ellos (y para todos los demás también) todo cambió en mayo de 2006. Para ser exactos, en la ciudad holandesa de Eindhoven. O quizás un poco antes, con el glorioso gol de Antonio Puerta. Y ahora que las cosas ya no son como entonces, comienzan las quejas. Y hete aquí que aquellos medios que están viendo cómo pierden audiencia y dinero ven la posibilidad de evitar que el Sevilla siga siendo aquel equipo plano informativamente hablando, para convertirse en una mina de polémica. Comenzaron a utilizar el desencanto de parte de la afición para crear lo que todos sabemos que han creado. Un ambiente de malestar y de crispación incomprensible para cualquiera que no viva aquí, y que ha convertido el Sánchez Pizjuán en un auténtico martirio para los jugadores locales.

Cuando José María del Nido arribó a la presidencia de un equipo casi arruinado, llegó a decir que la deuda del Sevilla era calderilla. Con su discurso arrogante trató de cambiar la mentalidad de un club hasta entonces perdedor, pero la situación en ese sentido se le ha ido de las manos. En aquellos momentos, ese tipo de frases sentaba de maravilla a la afición. Una afición que venía de escuchar cosas como que el Sevilla estaba en quiebra técnica, que podía incluso desaparecer, que el objetivo era la permanencia en segunda, que no había dinero ni para comprar balones... El debate en esos días era si estaríamos dispuestos a dejar nuestra casa para jugar en el Estadio de La Cartuja. La venta del Sánchez Pizjuán parecía la única salida viable. Incluso se sondeó la posibilidad de que el Betis hiciera lo propio con su estadio, y se citó lo que ocurre en ciudades italianas como Milán, Roma o Turín, en las que los equipos comparten coliseo. Llegamos a jugar hasta algún que otro partido en el mal llamado “Estadio Olímpico”, y todo parecía indicar que esa era la solución. Hasta que llegó Del Nido.

Ese discurso ambicioso caló en la afición, que gracias a los resultados del equipo comenzó a creérselo. Lo de los cinco títulos hizo el resto, y ahora el presidente ve cómo su propia actitud se le ha vuelto en su contra. Es como cuando das la mano, y te cogen el brazo. Es lo que en otros ámbitos se conoce como el “efecto boomerang”. Hoy día es la afición la que ambiciona, y Del Nido quien tiene que parar los pies, con argumentos como que la cuarta plaza es el objetivo, y siendo reticente a admitir a su club como candidato al título de liga para rebajar la presión. Claro que la afición entiende que si después de los cinco títulos “lo mejor está por llegar” y que esta plantilla de hoy “es la mejor de la historia”, el título de liga es lo que tenemos que conseguir, o al menos pelear por ello. La gente es así, y si la provocas, pues mucho más.

Como digo, a Del Nido se le ha ido este asunto de las manos, y ahora vive en una situación complicada. ¿Cómo parar esa furia ambiciosa que él mismo provocó? No es fácil. No podemos volver atras, a ser un equipo mediano. Ni queremos. Aquí, o te subes al tren de la grandeza, o te hundes.

Y es que partidos como el de Getafe son inadmisibles para un equipo grande. Y eso que mucho peor fue lo del Madrid en Alcorcón, pero ya ni eso nos vale. La prensa se ceba contra Jiménez porque sabe que ese es el filón actual para seguir vendiendo, y utilizan a esa parte de la afición que está tan descontenta para conseguir sus objetivos. Pero nosotros, los sevillistas tenemos que ser conscientes de eso. Porque crítica siempre ha habido. ¿Qué era si no aquello del “otro año igual” que se le cantaba a Luis Cuervas? Claro que eso se cantaba por quedar otra vez séptimos, octavos, novenos…

Pero lo de ahora es un poco menos comprensible. Con el equipo situado donde está, es más difícil de entender lo que ocurre. El descontento de parte de la grada es evidente. Unos sienten vergüenza por la actitud del equipo, y otros lo mismo pero por la actitud de sus compañeros de localidad. Unos no consienten un juego tan pobre, y otros no toleran los pitos cuando se disfruta de uno de los mejores momentos de la Historia. Yo soy más de los segundos, pero por mi forma de ser, intento comprender a los primeros.

Ya he comentado en alguna ocasión que yo creo que la afición del Sevilla aún no ha digerido el brutal crecimiento de la entidad en los últimos años. Todavía no ha encontrado su nuevo sitio en el mundo, no sabe hasta qué punto debe exigir, y cuando relajarse y disfrutar. Unos se acuerdan (nos acordamos, yo me incluyo) una y otra vez de las terribles épocas pasadas, y otros prefieren mirar al frente y crecer. Y mientras, esa parte de la prensa tan dañada por el crecimiento de los medios del propio club sigue aprovechándose de tal debate para dividir y sacar tajada.

Porque el debate no es Jiménez o no Jiménez. El debate es qué somos y hacia donde debemos dirigir nuestros pasos. Y lo que tenemos que hacer todos, como afición, es recordar lo malo anterior para valorar lo bueno actual, y también mirar hacia delante evitando que lo malo anterior sea un lastre para nuestro crecimiento.

El Sevilla está ante una ocasión dorada de hacer algo muy, muy grande. No podemos conformarnos con menos de lo que nos merecemos sólo porque es mejor que lo que hemos tenido hasta hace muy poco tiempo. Pero tampoco podemos dedicarnos a abuchear al equipo, teniendo en cuenta lo que se está consiguiendo, hasta el punto de convertir nuestra casa en un suplicio para los nuestros.

Para que el Sevilla llegue a sus objetivos, todos tienen que dar lo mejor de si mismos. Directiva, secretaría técnica, entrenador, jugadores y afición. Todos hablamos de lo que han hecho bien unos y otros. De que tal o cual fichaje ha salido mal, de que el entrenador no saca partido a la plantilla, o de que ciertos jugadores están o no enchufados. Pero, ¿y la afición? ¿Está dando la afición lo mejor de si misma por el bien del equipo? Lamento tener que decir que en mi opinión, no.

Estamos ante un reto apasionante. Lo inició Del Nido con su discurso altisonante y ahora, por el “efecto boomerang” se le ha vuelto en su contra. Es la hora de la afición. Del Nido pasará, Jiménez pasará, y Monchi, y la plantilla actual, pero nosotros seguiremos ahí. Tenemos que encontrar nuestro equilibrio, nuestra nueva posición. Cada uno con sus opiniones, y todos juntos en nuestra diversidad. Eso es lo que nos va a guiar en el futuro. Lo que va a guiar a nuestro club. Nosotros seguiremos. Sigamos juntos. Encontremos nuestro camino, pero juntos. No permitamos que los intereses económicos de algunos nos dividan. No lo permitamos.

3 comentarios:

EL PAPI MAGASE dijo...

Largo pero instrucctivo hermano,pedazo de articulo,permiteme que te de un sonoro aplauso,admiro esa facilidad que tienes para decir las cosas que todos pensamos pero que solo unos pocos podeis plasmar en un post,gracias por estar ahi,sabes que te sigo de cerca,algun dia nos veremos en algun sitio,casi seguro que será rodeado de mucho sevillismo y de sevillistas,es la hora como dices de la afición,no vamos a fallar eso tenlo por seguro.

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

Enorme reflexión, amigo, con la que debo identificarme. Sin dudas.

Pero nos hemos embarcado en una carrera imparable y ya no hay marcha atrás. Solo podemos y debemos crecer en lo económico y en lo deportivo. No hay vuelta atrás.

Ya no.

La era gris ha terminado definitivamente y ahora es la luminosa. Y muchos, yo entre ellos, nos negamos a vivir de nuevo aquellos tiempos de oscuridad.

De ninguna de las maneras.

La afición ya no soporta pasos atrás. Ya no.

Es justo que se le devuelvan los años de fidelidad, de penurias, de desilusiones y fracasos. Es justo porque como dices, es la mejor afición del mundo.

Y hay que apostar fuerte para que ésa afición cante al unísono ¡viva el Sevilla!

Porque no es solo fútbol. Tampoco es solo negocio.

Hay muchas vidas que giran en torno a la Pasión por mucho que eso pueda ser calificado. Es así.

Y no son solo esos diez mil. Somos todos. Somos los que alcanzamos la gloria en las UEFA, en las Copas y en en las Super Copas.

Porque nadie, nadie pide peras al olmo. Nadie.

Solo esperamos ver a nuestro Equipo ganar. Y hacerlo con dignidad.

Solo eso.

No es poco.

No es mucho.

Solo es justo.

Gracias por sacarnos los pensamientos a los demás y plasmarlos.

Cuídate.

Rafael Sarmiento dijo...

@ Magase y J.M Ariza

Muchas gracias a los dos.

Siempre digo que hoy día, el sentir del sevillismo se palpa de manera extraordinaria en los blogs. A vosotros dos os leo de continuo, y también a muchos más. Y no me invento nada. Lo que he dicho es lo que pienso, y es el resumen de lo que piensa la mayoría del sevillismo. Al menos del que escribe posts en internet.

Otra cosa son las batallitas que se inventan algunos, y allá esos que se las crean.

Lo dicho, muchas gracias a los dos y un abrazo.

SITIOS DE INTERES

Economía y Política