Sus autores, Los Planetas, son, probablemente, el mejor grupo de pop - rock en habla hispana de todos los tiempos, aunque por haber mantenido siempre su carácter independiente, nunca saltaron a la fama de un modo definitivo.
Para mi, según mis gustos, esa canción es una verdadera obra maestra. Y eso que la primera vez que la escuché no me pareció para tanto. Claro que fue en el coche, camino de cualquier parte, y por culpa del ruido ambiente no fui capaz de captar muchos de esos matices que diferencian a una buena composición de algo semejante a un himno. Luego ya, en otra ocasión, en casa y con auriculares, la oí como es debido y llegué a las conclucsiones correctas.
Esto, que me ha ocurrido muchas veces con la música, también sucede en otros muchos ámbitos de la vida. Quizás no exactamente en referencia a los sonidos, pero podemos establecer una analogía con otras cosas. Cuando hay ruido, no se oye bien, no se presta igual atención a lo que sea que cuando hay silencio. No se alcanzan las conclusiones correctas porque no se interpretan bien los estímulos que nos llegan. Y a veces es necesario retirarse un poco del mundo exterior para hacerlo. O al menos para intentarlo. En lo que se refiere al fútbol, es lo que llevo haciendo en los últimos tiempos.
Hoy día, gracias a (o por culpa de) las redes sociales, cualquiera puede hacer llegar su opinión a miles de personas de forma (casi) gratuita. Su opinión, sus sensaciones, sus exabruptos, sus desvaríos y hasta sus insultos. Cuando uno lee, lee y lee, comprobando con ello que la disparidad de criterios es casi ilimitada, llega un momento que corre el riesgo de colapsar. Por mucho que haya personas cuya opinión te merezca más respeto que la de otras, al final acabas siendo influenciado por todos y hay peligro de estallar. Yo estallé. Y me retiré. Y ahora, después de pensar con tranquilidad, rodeado de un figurado silencio, voy a compartir con quien le plazca mis impresiones.
En mi opinión, lo que está ocurriendo este año con el Sevilla FC alcanza tintes casi surrealistas. Una vez que di un paso al lado y miré las cosas desde otra perspectiva, lo que percibo es algo así como un verdadero caos. Se han vendido a los mejores jugadores del plantel, se ha confeccionado una plantilla completamente nueva en unas tres cuartas partes, siendo además una de las más jóvenes de la Primera División, se ha vendido un proyecto a tres años y se ha insistido en ello cuando vimos al equipo última posición. Sin embargo, tras tener una racha positiva, se ha dicho que el objetivo era el cuarto puesto, para luego volver a bajar a la tierra en cuanto esa racha se truncó. Se ha cambiado de presidente, con espectáculo incluido de despedidas y peticiones de indulto. Hay directivos que se van, pero que aún no se han ido. Otros que siguen, pero que a la vez están a otras cosas. Hay jugadores que han pasado de indiscutibles a comparsas. Otros se han marchado, algunos ya saben que se van a ir e incluso los hay que no tienen ni idea de qué va a ser de ellos. Se ha llegado a abuchear a uno de los nuestros en el transcurso de los partidos, con sus razones por parte de quienes lo hicieron, que las tenían y no me meto en eso. Simplemente pretendo incluirlo como otro de los factores que están haciendo de este año algo esperpéntico. Por no hablar de los enfrentamientos entre aficionados en las gradas.
Y punto y aparte merece la figura del entrenador. Lo de este hombre roza ya lo esquizofrénico. En él y en la percepción que la afición parece tener de él. Y es aquí donde me quiero centrar. A mí, Emery me parece un entrenador válido. Más incluso, me parece de los mejores entrenadores españoles del momento, pero eso no te garantiza el éxito en ninguna parte. Y menos aún cuando fallas a la que para mi es la máxima impresindible en este asunto: un buen entrenador no es el que impone su estilo, sino el que es capaz de encontrar el estilo ideal para los mimbres que tiene. El que saca el máximo partido de una plantilla, sea cual sea su ideal de fútbol.
A mi Emery me comenzó a matar cuando se empeñó en suicidarse partido tras partido buscando ganar sets de tenis en lugar de partidos de fútbol. Casi me da la puntilla en aquel partido contra la Real Sociedad, cuando hizo justo lo contrario a lo que dice su supuesto ideario, el que él decía tener. Cuando con empate en el marcador y el rival mortalmente herido, quita al único delantero (que estaba que se salía) para meter a un centrocampista, darle alas al rival y que luego pasase lo que pasó. Fue algo tan incongruente, tan falto de lógica, tan estúpido podríamos decir, que uno se pregunta qué puede pasar por la cabeza del hombre que tiene en sus manos los designios de mi equipo para hacer algo así. Luego, más adelante, cuando el equipo no levanta cabeza, dice que va a empezar a mirar más por los resultados, lo cual me dejó patitieso. ¿Y por qué coño miraba hasta entonces, pues? El caso es que a partir de ahí encadena una magnífica racha que pone al equipo a las puertas de los puestos Champions. Y es entonces cuando el tío se viene arriba y comienza a hablar de que el objetivo es el cuarto puesto, algo muy lejano a lo del proyecto a tres años y demás.
En esos momentos, yo pensaba que, una vez bajado de su burro, había encontrado su once ideal y el equipo comenzaba a carburar. Que aquello era el resultado de su esfuerzo y nuestra paciencia. Y que la segunda vuelta podia ser muy satisfactoria si las cosas seguían así, que, por otro lado, no tenían en absoluto por qué no seguir. ¿A que no? Pues no. Fue justo en ese momento también cuando a nuestro entrenador le volvió a dar un ataque de ídem y varió lo que funcionaba. Lo varió y punto. Sin más, sin que quepa explicación para ello. Y la racha se truncó. Y volvimos a retroceder y ahí estamos, que no sabemos a donde agarrarnos, ni qué pensar, ni cómo tomarnos las cosas ni nada de nada de nada.
Y sí, hay que tener en cuenta a los árbitros, que nos tienen fritos. Y también que la línea de ataque ha bajado su efectividad, que si no lo hubiera hecho, alguno de los últimos partidos habrían caído de nuestro lado. Y lo de los penaltys fallados. Y las actuaciones de los porteros rivales. Y..., ¿hace falta que siga?
¿Qué pensar ante esto? ¿Qué hacemos, echar al entrenador en febrero por tercera vez en tres años y cuarta en cinco? ¿Para qué? ¿Para poner a Tejada? ¿Para traer a uno mediocre que no mejore nada de aquí a mayo? ¿O para fichar a uno medio bueno que te exija firmar también la próxima temporada e hipotecar ahora (otra vez) el año próximo?
En el silencio de mi soledad, se me ha ocurrido que quizás haya otros problemas más de fondo en el Sevilla FC. Bueno, eso lo sabemos todos, no hace falta ser muy lince. Pero me refiero a algo más urgente que la parcela deportiva. Y se trata de la política de comunicación. Y sí, digo más urgente que la deportiva porque si la comunicación fuese coherente y eficiente y de verdad se creyera en un proyecto a tres años, la temporada no está siendo mala. Estar luchando por los puestos europeos con una plantilla de la que se espera lo mejor dentro de dos temporadas está muy bien. Lo que no puede ser es que se diga eso con la boca pequeña y a nada que se ganan tres partidos seguidos, se hable de Champions. Es que da la sensación de que aquí ni hay proyecto ni hay nada. De que aquí se hacen las cosas a salto de mata. De que no se ha vendido a lo mejorcito de la plantilla del año pasado para crear un equipo nuevo, sino que no ha habido más remedio que hacerlo así y lo demás se ha improvisado.
Y, por supuesto, luego está el oscurantismo alrededor de muchas actuaciones de directivos y ex-directivos, de lo que no quiero hablar porque no tengo información y puedo meter la pata. Pero oscurantismo y cosas raras hay. Y eso genera desconfianza. Y eso es un problema de comunicación.
Insisto, si estamos en un proyecto a tres años, con una plantilla muy joven y completamente nueva, la posición que tenemos en la tabla y los objetivos que están a nuestro alcance están muy bien. Más allá incluso de la esquizofrenia de Unai Emery, están muy bien. Bajo esa premisa. Pero si tal premisa no se la creen ni ellos y a nada que se hace algo medio bien se nos va la pinza yéndonos arriba, el problema no es deportivo, sino de comunicación.
Y eso no se soluciona echando a Unai Emery.
3 comentarios:
Rafael, lo de hablar de Champions era inevitable, al menos por parte de la prensa, porque verdaderamente nos pusimos a tiro de piedra de la cuarta plaza.
Y en esas, a Emery se le ocurrió tocar lo que funcionaba, como temía en mi post del 31 de diciembre (http://5stukas.wordpress.com/2013/12/31/el-regreso-de-pareja-y-marko-marin-un-incordio/), y lógicamente, volvimos a las andadas.
A mí Emery no me convence, porque tiene fallos de base. ¿A qué entrenador se le ocurre hacer cambios ofensivos cuando se va ganando por dos a cero a falta de pocos minutos para el final? A Emery, y además no lo ha hecho sólo una vez.
Si también Emery demuestra que no sabe sacar rendimiento a la plantilla que tiene, para mí está claro que Emery no debe seguir la próxima temporada siendo entrenador del Sevilla.
Ahora bien, no me parece que sea una solución cesarlo. Debe seguir hasta el final, a no ser que nos acerquemos peligrosamente a los puestos de descenso, que no creo que sea el caso.
Un saludo.
Saludos.
¡Pues vaya un tiempo de silencio tan elocuente que te has tomado, amigo!
Si cada descanso resurges así... no te cortes. Date uno por semana.
Muy buen análisis global con sus particularidades.
Esto es lo que hay, Rafa. Ya hace tiempo que las sociedades anónimas deportivas subvirtieron el fútbol dejándolo en mero mercantilismo. Y a lo bestia porque es, probablemente, la mayor fuente de ingresos (detrás del turismo), del país... para beneficio de unos pocos.
Y el Sevilla, con todo lo bueno y lo malo, es una rueda más del engranaje. Mediana, por cierto.
En siendo así, cualquier decisión que se tome irá en función del coste/beneficio/inmediatez.
Acuciados cada año en cuadrar las cuentas (porque nos faltan arrestos para frenar la Liga Injusta), parece que nuestra única obsesión es explotar de cualquier manera la producción de valores (propios o revalorizados) y vender ("para crecer" que decía aquel), cuando lo cierto es no pasamos de la medianía, con algún destello ocasional.
Desde Helenio Herrera (otros tiempos) y Bilardo (probablemente), el Sevilla no ha invertido en entrenadores de nivel jamás. Muy lejos de cantidades similares con las inversiones en jugadores. Muy lejos.
¿Sabes lo que duran los proyectos? Un año o medio, según sea. Es la urgencia de lo inmediato, del hoy.
¿Te imaginas un proyecto, a la inglesa, de diez años? No, eso es otra galaxia. Porque, por ejemplo, le cambian el horario al Betis para que pueda asistir el Presidente de la Comunidad Autónoma...
Y no pasa nada.
Te atracan los árbitros cada semana...
Y no pasa nada.
Villar, Tebas, Sánchez Arminio (el triunvirato de los RM/FCB) y los colaboradores necesarios (18), atrapados en el chantaje asqueroso de las televisiones.
Vale por ahora.
Bien vuelto, amigo.
Gracias.
Cuídate.
@Alberto
Muy de acuerdo. Yo creo que Emery debería terminar la temporada y no seguir. COmo ocurrió con Manzano. Echarlo ahora creo que no sirve para nada.
@Jose Manuel
Agradecido y abrumado. Aquí hacemos lo que podemos, y no siempre se puede.
Estando de acuerdo con todo lo que dices (porque es verdad, sin más) yo insisto en el problema de comunicación. Se dice y ya está. Vamos a hacer lo que podamos. Ni proyecto a tres años ni gaitas. Se vende porque no hay dinero. Se ficha lo que se puede y esto es lo que hay.
Yo creo que esto es fundamental para que el aficionado comprenda las cosas y esté con el equipo; y evitar esta especie de locura colectiva en la que está sumida el sevillismo en los últimos tiempos.
Aunque seguramente esto sea una ingenuidad por mi parte.
Gracias, amigos. Un abrazo.
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