viernes, 14 de septiembre de 2012

El ignorante.

Siempre supuse que a medida que uno va cumpliendo años, se vuelve más sabio porque va a aprendiendo cosas. Sin embargo, en mi caso (en dos meses cumpliré 38), hay ocasiones en las que me sucede justo lo contrario. O quizás no tanto así, sino que igual que voy conociendo cosas y esas mismas cosas me abren nuevas dudas que, curiosamente, son más grandes que las anteriores que acabo de resolver. En definitiva, a menudo pienso que la vida es algo así como un laberinto en el que, mientras más te adentras en él, lejos de aproximarte a la salida, resulta que el asunto se vuelve cada vez más complicado hasta el punto de alejarte de ella. Esto es a veces apasionante porque supone ir superando retos, uno tras otro. Pero también puede llegar a ser frustrante por estar siempre enredado en menesteres que parecen inexplicables o de difícil solución. 

Hace ya tiempo que aprendí a no creerme nada. En dos acepciones. A no creer que soy algo en concreto, y a no creerme de entrada cualquier cosa que me digan. A pedir explicaciones, justificaciones, demostraciones. A ser desconfiado y receloso. A no seguir a nadie aceptando como válido cualquier argumento que le de por dar. Evidentemente, hay personas que me merecen más confianza que otras, pero también es cierto que no les doy crédito eterno. Acepto el riesgo de que alguna vez me fallen. Sé que es posible que eso pueda ocurrir. De hecho, ya lo he sufrido en ciertas ocasiones. 

Y es que lo que hoy damos por sentado, mañana se cae por su propio peso. Yo un día fui un joven muy ambicioso, doblemente licenciado, dominador de un par de lenguas, con estudios en el extranjero, con un historial académico brillante (al menos para mí, aunque ahora pienso que quizás no fuera para tanto). Era arrogante, vanidoso, incluso engreído. Me veía capaz de comerme el mundo porque hasta entonces, dentro de mi ámbito de actuación, era justo lo que había hecho. Me sentía un triunfador y no veía motivo para dejar de serlo. 

Hoy, sin embargo, sigo siendo todo eso, pero de otra forma. Estoy orgulloso de lo que he hecho en mi vida. De a donde he llegado, a pesar de que, objetivamente, no es gran cosa. Sigo siendo arrogante, aunque no lo demuestro porque no me gusta ofender. Lo de vanidoso quizás lo he perdido por el camino porque soy consciente de que puede llegar a ser hasta ridículo, pero no me creo menos que nadie. Puede que haya muchos con más que yo (más dinero, más belleza, más conocimiento...), pero, como persona, nadie es más que yo porque sí. Ni yo más que ningún otro, por eso digo lo de que la vanidad lo he ido abandonando con el tiempo. ¿Y engreído? La vanidad y el engreimiento van de la mano, con lo que también lo dejé de lado. Pero a veces, cuando alguien trata de ofenderme, saco a paseo los restos que me quedan de todo eso para reivindicarme. Sigo viéndome capaz de cualquier cosa, aunque no las haga por conformista o por una simple cuestión de pereza. Y me sigo sintiendo un triunfador, pero triunfador de cosas pequeñas, no de grandes titulares para el currículum de mi vida. Triunfador por tener una familia unida, porque mi hijo salga corriendo a abrazarme cuando me ve a la salida del colegio, por haber sido capaz de salir de un año en paro montando mi propio negocio, aunque sólo me de para pagar facturas y comer todos los días (quien sabe si mañana irá a más, ¿por qué no), por haber consolidado este blog y así poder llevar a cabo una de mis grandes aficiones: la escritura..., son muchas pequeñas cosas que hacen que me sienta inmenso, aunque no es el tipo de logros que se utilizan para ir fardando por ahí. 

No obstante, poco tengo que ver con lo que fui. Ni tampoco con lo que siempre supuse que llegaría a ser. Pero eso no me frustra, simplemente me confunde. Y, quizás como medio de autoprotección, no pienso en grandes planes de futuro, no me hago ilusiones. Si hace diez años era una cosa tan diferente a lo que soy ahora. Si por aquel entonces yo tenía el propósito de llegar a ser de tal manera y el resultado ha sido tan divergente, ¿de qué sirve nada de esto? ¿De qué? ¿Por qué hace cinco años me pude gastar un buen dinero en pasar mis vacaciones en el extranjero y ahora tengo casi que pedir ayuda para llegar a fin de mes? ¿Qué sentido tiene hacer planes si un simple golpe de viento te puede poner la vida del revés?

A pesar de que los adjetivos que me calificaban hace diez años siguen ahí, en mi interior, latentes quizás, ahora prefiero autodescribirme como ignorante. Así me quito de presión. No sé, y esa ignorancia explica mis errores. Tampoco sabía antes, claro, por eso el resultado de lo que supuse que sería no tuvo nada que ver con eso que supuse. Pero antes no sabía que no sabía. Ahora sí. Y es curioso, porque en aquella época me parecía ridículo ese dicho "sólo sé que no sé nada". Y ahora lo entiendo a la perfección. Sólo sé que soy un ignorante. 

Volviendo al principio, a medida que van pasando los años, voy aprendiendo cosas. Voy sabiendo más. Pero esa sabiduría abre nuevas puertas a mi ignorancia. Sé más cosas, pero por culpa de eso me doy cuenta de que ignoro muchas más. Soy más sabio, pero eso me hace comprender que soy más ignorante. Antes desconocía mi ignorancia porque sabía menos y, en mi inocencia juvenil, me creía más de lo que he llegado a ser. 

Y como colofón, he ganado un adjetivo: humilde. Humilde de bolsillo y humilde de carácter. Son tantas las hostias que me he llevado, en lo personal y últimamente en lo económico, que no ser humilde me parece un ejercicio aberrante de chulería. Humilde, pero orgulloso. 

E ignorante.

6 comentarios:

EL PAPI MAGASE dijo...

Rafa te diria que no por saber mas o menos me siento un ignorante,yo soy un ignorante por naturaleza,me ha encantado esa parte en la que dices que cada dia que aprendes mas,te vas dando cuenta de lo mucho que aun te queda por aprender,mas o menos eso pero con mis palabras.

Te diré una cosa y no me tomes muy en serio,esa frase de "solo sé que no sé nada" la llevo por bandera y es que es verdad,cada dia que pasa por este tio brutisimo donde los halla,me doy cuenta que cada vez sé menos,me encuentro mas perdio a veces que el barco larroz,como ves yo soy de refranes y dichos,me crié al lado de una persona que su vida era un refranero,el único refrán que no quiero llegar a cumplir y a cohones llegará,es el que dice "cuando el borrico aprendió a no comer se murió",es por eso por lo que he abierto una sección de cocina facil,sencilla y economica en mi blog,porque aunque sean unas algarrobas que llevarse a la boca siempre es bueno tenerlas a mano ¿que quieres que te diga? que me ha vuelto a requeteencantar este pots hermano,un fuerte abrazo de este ignorante al cuadrado o elevaklo al cubo si quieres,porque en eso te gano por goleada.

Marcu dijo...

Con todo el respeto y el cariño del mundo:
¡¡Eres un cabroncete!!
Me has hecho leer este post tres veces. No para enterder el artículo sino para indagar algo o mucho en tí.

A la primera conclusión que he llegado es que cronológicamente has nacido 5 o 6 años después o...que esta crisis hubiera esperado esos 5 o 6 años. Entonces te hubieras asentado laboralmente. Hubieras encauzado tu vida por los cauces que en un principio tenías establecido y...la mitad de los argumentos que das ahora no los necesitaría.
Porque a medida que se cumplen años, no digo más sabio porque eso sería de engreído, pero sí ganarías y ganas en experiencia y dice el refrán que la experiencia es un grado. No es que creas que sabes menos; es tu madurez física y mental la que te obliga a replantarte ciertas cosas, ciertas situaciones que antes no pasaban por tu cabeza.
Y enmedio esta Marcos que eso replantea todo a todos los niveles. Ya no eres tú. Es él. Eso ya lo sabes.
Dices que has aprendido a no creer en nada y en nadie. Seguro que no es cierto. Seguro que crees en muchas cosas, en mucha gente, aunque menos de lo esperado pero creyendo al fín.
En las etapas de esta vida, lo que en una etapa es blanco, en otra etapa distinta es negro. Eso es así. Tú, yo no podemos ver la vida del mismo color a los 20 años que a los 30. Y en cada color se siente de distinta forma. Las responsabilidades son distintas y las preferencias lo mismo.
En fin, amigo. No quiero ser pesado. Las hostias que te ha dado la vida te han hecho un tío integro, responsable y con una experiencia acumulada de padre y señor mío.
Disculpas por extenderme y a pesar de todo se me han quedado muchas cosas detrás.
Un abrazo

Dori dijo...

Rafa una persona se mide por su humilda y por lo que te llevo lleiendo la verdad, se nota que eres una persona que te haces grandes con esos pequeños grandes detalles...la ignorancia la llevamos todos encima pero el conocimiento se adquiere con el paso del tiempo..Dejame decirte que tú humildad de bolsillo o de lo que sea te eleva a ser mejor persona y eso amigo (si me lo permites)eso no lo puede decir todo el mundo.
Gracías a ti por escribir estos maravillosos post,por contestar a mis comentarios.
Saludos sevillista

Nacho Mateos dijo...

Eres la leche, de verdad. Y cuanto más tengo el gusto de leerle más claro lo tengo.

Un abrazo.

Alberto H. dijo...

Hombre, Rafa, lo que no tiene sentido es no hacer planes. Estamos vivos y, por lo tanto, podemos morir. Y lo peor es que podemos morir en cualquier momento, hasta dentro de cinco minutos, aunque nos encontremos perfectamente. Pero aunque seamos conscientes de nuestra alarmante fragilidad, tampoco conviene obsesionarse con los golpes que te pueda dar la vida, hasta el punto de no hacer planes.

En cuanto a la sabiduría, yo creo que tampoco conviene ser demasiado sabio. Yo sólo tengo estudios medios y me tiro de los pelos cuando veo las cosas absurdas que pasan en Andalucía, España y en el mundo. Pienso que si yo fuera muy sabio, me entraría tanta impotencia que acabaría haciéndome el hara-kiri.

Un saludo.

Rafael Sarmiento dijo...

@Papi Magase

No toda la sabiduría se cuenta en los libros ni se estudia en las universidades. Precisamente de eso he hablado. Tanto estudiar para tener que reconocer que sin adquirir experiencia en la vida, lo otro vale de bien poco.

@Marcu

Pues igual estoy dejando atrás una etapa y entrando en otra. Y en esa transición me hago estas reflexiones.

No es que no crea en nada ni en nadie. Me comparo con lo que era hace no tanto. Critico a aquella persona por ingenua y engreída. Es como si estuviera echando una bronca a mi yo de hace 10 años. Y mucho de lo que creía entonces, no se sostiene ahora. Igual pasa con la mayoría de las personas en las que confiaba entonces.

Supongo que ahora estoy entrando en otra etapa (no hace tanto que fui padre) y lo hago con recelo y mucho cuidado, después de lo que he aprendido en estos últimos años.

@Dori

Por supuesto que te permito lo de amigo, faltaría más. Y ya dije alguna vez que lo de responder comentarios no es más que una muestra de respeto por quien pierde parte de su tiempo en comentarme a mi.

Por lo demás, yo he aprendido estos años a ser humilde gracias a lo que he vivido. Antes no lo era tanto. Ni mucho menos. Es resultado de esa experiencia que te va dando el paso de los años.

@Nacho Mateos.

Sólo puedo decirte que gracias. Tratamos de hacerlo lo mejor posible.

@ALberto H.

Claro que sí, no es que no haga planes, sino que no me hago grandes ilusiones de futuro, como cuando era más joven. Para entenderme, tendrías que conocer las ilusiones que me llegué a hacer, era de todo menos sencillo y humilde.

Y en lo de la sabiduría, estoy completamente de acuerdo. Mientras más sabes, más disgustos te llevas. Qué de veces he fantaseado con vivir en una playa perdida sin saber nada de nadie. En fin, las tonterías de cada uno.

Muchas gracias a todos, un abrazo.

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