jueves, 13 de noviembre de 2014

Papá, ¿por qué somos del Sevilla?

Esta mañana, en el coche, mientras le llevaba al colegio, mi hijo me dijo lo siguiente:

"Papá, qué pena que el Madrid le ganara la Supercopa al Sevilla"

Mi hijo tiene 5 años, nunca ha ido aún a un partido al Sánchez Pizjuán, nunca ha visto un encuentro completo en televisión, ni siquiera le gusta el fútbol de una forma especial, más allá de jugar con otros niños en el patio del colegio o en el parque, como hemos hecho prácticamente todos. Hay niños con una fijación especial por este deporte. Los típicos que están todo el día con un balón en los pies. Yo era así. Yo, aún hoy día, cuando tengo que apartar colillas de la puerta de mi negocio, lo hago de una patada y con el movimiento de darle con efecto. Pero él no llega a tanto. Y, sin embargo, a mediados de noviembre, aún sigue con ese "come come" en la cabeza, a vueltas con la derrota del Sevilla en Cardiff en agosto.

Incluso, aquel día, aunque no vio el partido completo porque coincidió con el cumpleaños de un amiguito, volvió a tiempo para ver el final y se negaba a acostarse porque el Sevilla no había marcado y tenía que ganar. Hubo que convencerle de que el partido había terminado y que ya no se podía hacer nada más. Y ya ven, como digo, que tres meses después, aún sigue dándole vueltas al coco a cuenta de aquello.

"Es que a mí no me gusta el Madrid"

Continuó mientras yo miraba al cielo, sonreía y pensaba "gracias a Dios o a quien sea"

Este es un tema que siempre me ha llamado la atención. Que siempre me ha desconcertado, podría decir. ¿Por qué somos de un equipo? ¿Por qué un niño que no tiene ni idea de fútbol se preocupa tanto por un equipo de fútbol? Hace tiempo que entendí que esto no tiene nada que ver con el deporte. Porque te puede gustar más o menos un equipo u otro en función de un estilo de juego, una filosofía, el hecho de conocer a algún aficionado al mismo. Pero este sentimiento irracional que tenemos tiene que venir de otro lado porque no tiene ningún sentido en el ámbito deportivo. Es irracional, como digo.

Desde que nació, siempre tuve claro que "mataría" por hacer a mi hijo sevillista. Y, aparte, he estado muy atento para ver su evolución y tratar de dar alguna respuesta a esta duda de la que hablo. Tenía (tengo) la oportunidad de ver in situ cómo se hace una persona de un equipo de fútbol. Lamentablemente, tengo que reconocer que respuestas contundentes no tengo ninguna, aunque sí que he reafirmado algunas de mis teorías.

Somos de un equipo porque algo externo al deporte ha hecho que estrechemos vínculos con el mismo. De igual manera que alguien que se considera ateo puede ser "fan" de la Macarena (permítaseme la expresión, porque, por definición, un "ateo" no puede ser "devoto"), una persona puede ser de un equipo sin necesidad de estar especialmente interesado en el deporte. Mi abuela siempre aborreció el fútbol, pero en los últimos años de su vida, solía seguir los partidos del Sevilla porque le hacían recordar a su difunto esposo. Porque mi abuelo era tan sevillista como el escudo y disfrutaba y sufría (según el caso) de una manera exagerada con el equipo. Mi abuela, no es que los viera o los escuchara por la radio. Se limitaba a preguntarnos de cuando en cuando "¿cómo va el Sevilla?". Y cuando terminaba y le decíamos que había ganado, apretaba el puño, murmuraba "¡bien!", sonreía y miraba la foto de mi abuelo que tenía bajo el cristal que protegía la mesa de la salita en la que solía estar.

¿Qué tiene esto que ver con el fútbol? Evidentemente, nada en absoluto.

Somos del Sevilla porque algo nos ha hecho del Sevilla. A mí, fue mi abuelo (al que me acabo de referir) y su enorme pasión por el equipo. A otros, será su padre, o algún familiar, o algún tipo de vivencia que hizo que sus simpatías por el club de fútbol trascendieran lo meramente futbolístico.

Y mi hijo, aunque no sepa de lo que habla, es sevillista porque un hijo observa a su padre con toda su atención. Y si me ve alegrarme, sufrir, vibrar o deprimirme por culpa del equipo, el asume eso como algo importante. Y lo asimila. Y ya está. Ya es sevillista. Luego desarrollará esa afición con mayor o menos intensidad. Pero ya es sevillista.

Y esto tiene que ser así, porque otra explicación no me cabe en la cabeza.

P.D. Lo de su "odio" al Real Madrid ya me lo explico menos, aunque probablemente sea porque derrotó al Sevilla en la Supercopa. Al final, no se es de quien gana. Se es de quien se es, se aborrece a quien hace daño al equipo del que se es y quien no lo sienta así, es que no tiene ni puta idea de lo que es sentir unos colores.

1 comentario:

https://s-evillistas.blogspot.com/ dijo...

A mi me hizo Sevillista mi Padre escuchando en la Radio Carrusel Deportivo, me contaba las jugadas hasta que me llevo por primera vez al estadio Ramon Sanchez Pizuan y las vivi en directo,pero esa es otra historia.
Un Abrazo muy fuerte a ese Sevillista que cada dia ves crecer a tu lado y que algun dia disfrutara a tu lado.

Triana1952

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