Decía la semana pasada Max Kruse, delantero de referencia de nuestro próximo rival en la Europa League, el Borussia de Monchengladbach, que el Sevilla de este año no es tan fuerte como el del año pasado. Y lo hacía, según el tono que parecía emplear, con cierta suficiencia. Como con altivez. No sé si es estupidez, fanfarronería o, simple y llanamente, ignorancia. Y quiero entender que se refería al Sevilla del último tercio de temporada, que protagonizó una notable remontada en liga y acabó ganando la Europa League. Que en mi propia justificación está la base del error en las palabras del jugador alemán: para protagonizar una remontada, hay que estar abajo primero. Y así estaba el Sevilla a estas alturas el año pasado: abajo. Al menos, respecto a como se encuentra en estos momentos.
El año pasado, tras la jornada 17, el Sevilla estaba séptimo en la clasificación, con 26 puntos, lejos de los 33 que tenía el Athletic, que ocupaba el cuarto puesto (el nuestro actual) en aquellos momentos. Hoy, nuestro equipo es cuarto con 36 (diez más que el año pasado), con la particularidad de que tenemos un partido menos que el resto. Claro que ese partido lo puedo dar tranquilamente por perdido y no complicarme la vida en este análisis. Aunque si nos diese por hacer la machada y ganar al Real Madrid, podríamos acabar la primera vuelta a tiro de piedra del liderato. Repito: a tiro de piedra del liderato. Que se dice pronto.
Si nos fijamos un poco más en los números, vemos que el Sevilla ha marcado este año cuatro goles menos que el pasado, pero es que en el pasado nos metieron doce más. Y yo creo que ahí está la diferencia entre una y otra temporada. Ahí está la clave. Recordemos que a lo largo de la primera vuelta de la temporada pasada, Emery se empeñaba en poner a Rakitic en el doble pivote y no un poco más adelante (reforzando el medio centro con otro jugador), como el sentido común dictaba. Recordemos que nuestro entrenador parecía querer plantear los partidos como un intercambio de golpes, que refería ganar por 4-3 que por 1-0. Recordemos, como partido más sintomático de este planteamiento, aquel contra el Real Madrid, en el que les jugamos de tú a tú, fuimos a por ellos y acabamos por marcarles 3 goles. Claro que también encajamos 7, que todo hay que decirlo.
Y recordemos que la mayoría del sevillismo le reclamaba un cambio de actitud. Que reforzara al equipo atrás, que empezara la casa por los cimientos. Que procurara no encajar goles y luego ya siguiera con el resto. Que compensara el equipo para que no se partiera por la mitad, unos atacando, otros defendiendo y el medio del campo desarbolado.
Que encontrara un equilibrio.
Pues bien, eso es lo que tenemos ahora. Un equipo que defiende muchísimo mejor y que ha encajado doce goles menos, lo cual ha supuesto diez puntos más. Que sí, que igual nos hemos ido al otro extremo y muchos partidos del Sevilla son insufribles, pero es un equipo más sólido. Al menos respecto al que era a estas alturas de la temporada pasada.
Yo no sé si nuestro rival alemán, representado en este caso por Max Kruse, tendrá algo de idea de esto que estoy diciendo, seguramente no, lo cual nos daría una ventaja. Porque si se esperan a un equipo parecido (aunque peor) que el que terminó ganando la Europa League el año pasado, se equivocan de plano. Este Sevilla es distinto, y llegados a este punto, les voy a proponer una especie de juego. Traten de olvidar por un momento su sevillismo y de imaginar qué sienten nuestros rivales cuando se enfrentan a nosotros. Porque nosotros, los sevillistas, nos venimos quejando de lo soporíferos que son los partidos de nuestro equipo, de lo mal que juega en muchas ocasiones, pero es que igual de soporíferos lo son para los rivales. Podríamos decir que ganamos por aburrimiento. Que les aburrimos, hacemos que cojan asco a los partidos y cuando están ya hartos y menos se lo esperan... pum... golito y tres puntos al saco (la mayoría de las veces).
Esto no tiene nada que ver con lo que era el Sevilla el año pasado, sobre todo porque incluso la mitad de la plantilla es distinta. Además, el año pasado tampoco éramos TAN buenos. Que casi nos elimina el Betis, que salimos vivos de Oporto de milagro, que en el descuento del partido de vuelta en Valencia estábamos eliminados... Aquel Sevilla se empeñó en ganar la otrora UEFA y lo hizo, pero no por la calidad del equipo, sino por otros muchos factores que también son fútbol y que a veces inclinan la balanza a favor.
Pero Max Kruse dice que ahora somos peores... Pues muy bien.
Francamente, este Sevilla actual no sé si me parece mejor el del último tercio del año pasado. Pero peor, seguro que no. Es más bien distinto. Lo que sí que me parece es mucho más sólido, más difícil de ganar. Vuelvan, si quieren, a ponerse en la piel de los rivales y piensen lo tremendamente complicado que es tumbar a este Sevilla (normalmente). Que sí, que nuestro juego ofensivo es pobre, pero eso no tiene nada que ver con la solidez. Y los números están siendo demoledores. Estamos cuartos en liga y tenemos en nuestra mano (aunque lo normal es que no llegue) ponernos a tiro de piedra del liderato. Hemos firmado el mejor inicio de temporada de nuestra historia y estamos a punto de hacer lo propio con los registros de la primera vuelta. Mientras el año pasado caímos en Copa del Rey de forma lamentable, en este tenemos el camino hacia la final tan factible, que para mí sería un fracaso no conseguirlo. Y luego nos queda la Europa League, en la que en la fase de grupos hemos patinado fuera de casa, pero de la que somos campeones. Tricampeones, Y solo por eso (o nada menos) merecemos un respeto.
Insisto, esto no tiene nada que ver con que nos guste más o menos lo que hacen los jugadores en el césped, pero decir que este Sevilla es peor que el del año pasado es, como decía al principio, de fanfarrones o de ignorantes.
A mí esto me recuerda a aquello de Del Nido del león y el rabo, y ya ven cómo acabó. Ojalá esta vez igual, aunque a nuestro favor.
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