miércoles, 10 de agosto de 2016

En el descuento no se juega

La RAE, en su primera acepción, define la palabra pragmatismo de un modo claro y contundente: "preferencia por lo práctico o útil". Así, sin más, sin rodeos ni alharacas. El pragmatismo es algo que yo he aprendido a base de palos a lo largo de lo que llevo de vida. Durante mi adolescencia y mi juventud, al igual que la inmensa mayoría de adolescentes y jóvenes, yo fui idealista y soñador, pero la vida, la experiencia, acaba por ponerte las cosas en su sitio y, a pesar de no perder mis valores y mi forma de entender el mundo, he acabado comprendiendo que ser pragmático, concentrarte en lo práctico y en lo útil, te hace ahorrar esfuerzos y aumentar las posibilidades de éxito. Y eso es algo fundamental cuando tu capacidad de esforzarte no te da para todo lo que tienes que sacar adelante y cuando hay otras personas cuya subsistencia depende de ti y de tu habilidad para convertir en éxito el resultado de dichos esfuerzos. 

Y es curioso porque, cuando acabas por convertirte en una persona pragmática, esa forma de hacer las cosas y de comportarse se extiende a todos los ámbitos de tu vida, sobre todo porque es algo que te la facilita. Y como yo aquí he venido a hablar de fútbol y ayer a mi equipo le pasó lo que le pasó, me voy a entretener hablando de cómo el pragmatismo también se puede aplicar a la cosa más importante de entre todas las cosas que no son importantes. 

Una de las cosas que consigues aplicando el pragmatismo en la vida es ahorrar tiempo. No perderlo en cosas que no llevan a ninguna parte y emplearlo en otras que te acercan a lo que buscas, evitando de ese modo discusiones estériles. En referencia a lo ocurrido ayer, yo puedo decir que a mí me gustó muchísimo el juego del Sevilla, sobre todo en el segundo tiempo, y alguien me lo puede rebatir, argumentando que es que a él no le parece bien que el equipo juegue de esa manera. Bien, si quien lee esto es de los que piensan de ese modo, más le vale bajarse aquí y emplear su tiempo en algo más productivo, si es que el pragmatismo también le guía en su toma de decisiones. Porque la realidad dice que el Sevilla va a jugar de esa manera este año, ya que se ha fichado a un entrenador cuyo estilo es innegociable y se le ha armado un equipo pensado exclusivamente para llevarlo a cabo. Nos podemos poner ahora a discutir si somos más menottistas o bilardistas. Si somos más guardiolistas o cholistas. Podemos, claro que sí, pero yo paso. Mi pragmatismo me lo impide. La realidad es que el Sevilla de este año está pensado para jugar de una manera y todo lo que no sea hablar bajo esa premisa es una pérdida de tiempo. Que esto no quiere decir que no respete la opinión de quien piensa que no se debería jugar así. Ni muchísimo menos, en absoluto. La respeto profundamente y puedo llegar hasta a compartirla en según qué aspectos. Lo que quiere decir es que no me voy a enredar en una discusión estéril que no lleva a ninguna parte. No voy a perder el tiempo en algo inútil. Ya saben, pragmatismo, preferencia por lo práctico y lo útil. Pues eso. 

Bien, pues llegados este punto, creo que el debate interesante se centra en cómo ha desarrollado el Sevilla el estilo que su entrenador quiere implantar en el primer partido serio que disputa desde la llegada de este. Pero serio de verdad: la disputa de un título europeo ante todo un Real Madrid, que, por mucho que no pudiera contar con sus dos mejores jugadores, no deja de ser todo un Real Madrid. Y, en este sentido, tengo que reconocer dos cosas. Primero, que yo estaba acojonado, que no tenía ni idea de si íbamos a ser capaces de competir a estos niveles y mucho más cuando vi que Sampaoli no se cortaba un pelo y plantaba una defensa de tres, cuando en los últimos amistosos se decidió por la de cuatro. Y, segundo, que me quedé gratamente sorprendido al ver que, no sólo sí que éramos capaces de competir a ese nivel, sino que, incluso, en el segundo tiempo, llegamos a pasar por encima de nuestro rival, empleando ese estilo nuevo que se quiere implantar. Si con poco más de un mes de entrenamientos el equipo es capaz de hacer lo que hizo en la segunda parte del partido de ayer, creo que es natural ilusionarse con lo que puede venir cuando, poco a poco, vayan consolidando conceptos y asentando esa nueva forma de jugar. A ratos quedé maravillado con lo que era capaz de hacer mi equipo ante todo un Real Madrid, dominándole de cabo a rabo y mandando en el partido. Claro, el problema es que se trató de un dominio sin demasiada profundidad y, de hecho, aunque la posesión fue abrumadoramente para el Sevilla, las mejores ocasiones cayeron del lado del Madrid. Aun así, el equipo tampoco defendió mal, todo lo contrario. Me sorprendió lo bien que lo hizo, pensé que sería bastante peor en ese sentido..., hasta el fallo garrafal que propició el gol del empate.

Y ahora es cuando debemos volver a aplicar el pragmatismo. Ese tipo de fallos son absolutamente normales a estas alturas del verano. A cualquier equipo le puede pasar. A cualquiera. Estamos en pretemporada y las pretemporadas están para eso. Lo que pasa es que, esos fallos, a unos equipos les cuesta perder un Colombino, un Carranza o un Trofeo del Olivo, y a otros nos cuesta una Supercopa de Europa, depende de lo que cada uno juegue a primeros de Agosto. Porque ayer, no es que el Sevilla compitiera en condiciones con el nuevo estilo de juego, habiéndolo entrenado solamente durante poco más de un mes, sino que estuvo a punto, A PUNTO, de traerse la Supercopa de Europa para casa, y no lo hizo, no por haber jugado mal, sino, como digo, por cometer errores garrafales que pueden ser propios de las fechas en las que estamos.

Que pueden ser propios...

Pueden, sí, porque aquí también podemos aplicar el pragmetismo. O, mejor, exigir que se aplique, que una cosa es ser fiel a unas ideas y otra, hacer el carajote. Vamos a ver, empeñarse en aplicar un estilo de juego basado en ser protagonistas de los encuentros, dominarlos, tener el control de la posesión, jugar el balón en cualquier parte del campo y presionar al rival arriba para recuperarlo tras la pérdida no está reñido con matar un partido en el banderín del córner o pegar un patadón en el minuto 93 para alejar el balón de la portería propia. Eso también es pragmatismo. Eso también es centrarse en lo práctico y en lo útil. Práctico y útil para acabar llevándote el premio que te has trabajado durante todo un partido a base de aplicar el estilo de juego al que quieres ser fiel. Que lo cortés no quita lo valiente, joder. Repito, que una cosa es ser fiel a unas ideas y otra, hacer el carajote. 

Y ayer, mucho me temo que perdimos la final por hacer el carajote.

Por cierto, de este análisis excluyo la prórroga, porque sería injusto juzgar al equipo del mismo modo que durante los 90 minutos, después de encajar un gol en el descuento, de sufrir una expulsión y de tener cojo a uno de los jugadores que te quedan. Y, aun así, casi llegamos a los penalties. 

Como decía antes, y a pesar de que el de ayer era un partido oficial, lo cierto es que estamos en pretemporada. Y las pretemporadas están, entre otras cosas, para cometer errores y corregirlos. Ayer se cometieron errores, unos muy vistosos y otros que habría que ser experto analista para ser capaz de apreciarlos, aunque para eso están los técnicos. De hecho, yo creo que la final la perdió el Sevilla, después de haberla tenido ganada. Fuimos protagonistas en el partido para lo bueno y para lo malo. Nos guisamos la victoria empleando nuestro nuevo estilo y luego le pegamos una patada al caldero, tirándolo todo por el suelo. Y espero, sinceramente, que el equipo y el cuerpo técnico aprendan de lo ocurrido y que no vuelva a ocurrir, porque como vengo diciendo, una cosa es ser fiel a tus ideas y otra, hacer el carajote. Y en el descuento no se juega, joder. En el descuento no se juega. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo dicho, ni una coma. Excelente.
@jose_alcosa

Anónimo dijo...

Sí señor , hay muchas maneras de jugar al fútbol, pero el pragmatismo siempre presente en su máxima expresión. Una pena lo ocurrido esa noche en los últimos segundos del partido y con un título en juego.

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