miércoles, 3 de julio de 2013

Si está bien, si es tan fácil ¿por qué duele así?

Nunca me gustaron los actos de despedida. Me parece bien que se quiera honrar a quien merezca dicha honra, agradecer el esfuerzo a quien lo ha hecho y todas esas milongas, pero una despedida ha de ser espontánea, que salga de dentro, como la de Palop en el último partido de liga. Como el beso que das a un ser querido en el andén de una estación. Lo que sale de dentro. Lo otro..., lo otro está preparado. Lo otro vale como acto institucional, como protocolo, pero no para mostrar los sentimientos. 

Lo de ayer de Navas estuvo muy bien organizado y sin duda era necesario y merecido, pero como despedida fue un mojón. Sin una afición que le ovacionase hasta secarle los ojos de lágrimas, lo demás no es más que protocolo. Y a mi los protocolos no me gustan. La verdad es que no entiendo demasiado bien qué problema había para organizar una despedida en condiciones, con la afición allí (hasta cierto aforo, como es lógico) mostrando al jugador la realidad de las cosas. El cariño que se le tiene. Que se llevara eso a su nueva casa. Que se llevara algo que le hubiese llegado al alma, que nunca olvidase, no la figurita esa de su bota derecha, que está muy bien, pero poco más. Eso es como el marquito de plata que te regalan cuando te casas. Muy bonito, muy caro y muy emotivo quizás, pero a ver quién coño lo cambia por el festín de la noche de bodas. Navas se va sin noche de bodas. Pero con una ceremonia muy trabajada y un marquito de plata precioso. 

Vamos, no me jodan. 

Un par de discursitos (magnífico el Sr. Machuca y magnífico su artículo) palabritas del presidente, palabritas del jugador, todos contentos y se acabó. ¿Y se acabó?

Las cosas no son así. No es tan fácil, tan bonito. 

Y eso que hablo sin saber demasiado. Apenas he visto un par de fotos del homenaje (el artículo mencionado lo leí en su momento). Por supuesto, ni se me pasa por la cabeza ver ni un minuto de los partidos que va a jugar el Manchester City con el Sevilla. Para mí, esto de que Navas se marche es como cuando te deja una novia sin que te lo esperes para nada. Puedes entender sus razones, puedes aplicar el sentido común y la sensatez en tus comportamientos. Puedes reconocerle todo lo que ha hecho por ti y los buenos tiempos que habéis pasado juntos. Incluso, puedes hasta ponerle buena cara, la mejor posible, cuando te la encuentres. Pero, en el fondo, te cagas en su puta madre. Aunque sea para tus adentros. Aunque no lo dejes salir al exterior. Incluso aunque te comportes como una persona civilizada si, por alguna razón, ella (o una referencia a ella) se vuelve a cruzar en tu vida. Y por supuesto, en la despedida, lejos de regalarle cualquier mariconada para que te recuerde en el futuro,  le sueltas todo lo que se te ocurra hasta verla llorar. Nada de hacerle fácil la marcha, ni soñándolo. Hasta verla llorar. Porque esas lágrimas serán lo que recuerdes. Serán lo que te haga seguir adelante a pesar de la herida que te dejan. Serán tu consuelo. Al menos, así siento yo este tipo de cosas. 

No, señores. Si Navas se quiere ir, que se vaya. Yo no me esperaba esta marcha. Pensé que él no quería irse y que el club preferiría traspasar a otros antes. Pero resulta que es él quien ha presionado para dejarnos. Y yo le respeto. Se lo acepto. No le guardo rencor y me parece natural que quiera crecer, asumir nuevos retos, ganar más dinero, vivir otras experiencias. Yo, en su lugar, seguramente obraría del mismo modo. Pero aquí hablamos de sentimientos, y estos entienden poco de racionalidad. Como pasaba con la novia del párrafo anterior, yo podré entender sus razones, aplicar el sentido común y la sensatez, reconocer lo que ha hecho por nosotros y los buenos tiempos que hemos pasado juntos. Hasta poner buena cara cuando vea una foto, un vídeo, un pase, un gol..., pero en el fondo..., en el fondo..., pues eso. Lo dicho. 

Si esa novia me quiere dejar, que me deje. Que se vaya y que me deje en paz. Que no me haga sufrir, que ya me encargo yo de mi mismo. Que no me llame para tomar un cafelito y quedar como amigos porque yo no tengo ninguna intención de ser su amigo. Y por supuesto, que ni se le pase por la cabeza plantear una cenita con su nuevo ligue. Ni de coña, para nada. Como si no tuviera bastante con tener que tragarme el desplante, ahora también querrá que vea cómo se quieren y qué felices son. 

Que les den por saco. 

Yo no le deseo el mal a Jesús Navas. Todo lo contrario, pienso que pocas personas en el mundo se merecen tanto el éxito como él. Lo que quiero es que le vaya lo mejor posible. Y que cuando acabe su periplo en el extranjero, que vuelva si quiere. Pero, para mi, ya es pasado. No quiero despedidas, no quiero partiditos homenaje, no quiero nada. De hecho, no quiero volver a verlo. Ni en su nuevo equipo, ni en la selección. Me ha dolido su marcha y prefiero mirar hacia adelante. Al fin y al cabo, el tiempo lo cura todo. 

Yo he visto marcharse del Sevilla a gente querida. A gente como Ramón Vázquez, como Francisco López Alfaro, como Davor Suker, como Jose Antonio Reyes, como Daniel Alves..., pero nunca, NUNCA, una marcha me había sentado tan mal como la de Jesús Navas. Nunca. 

De modo que, lo dicho. Que le vaya bien y nosotros a mirar al frente. Pero nada de cafelitos ni de cenitas. Ni quiero que quedemos como amigos, ni estoy dispuesto a verle con otro. Cuando el tiempo pase y la herida cure, hablaremos de otra cosa. Pero a día de hoy, pues eso. 



"Si está bien - si está bien - si es tan fácil - por qué duele así - por dentro"
Los Planetas "Si está bien" - Súper 8 -  (1994)

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