jueves, 18 de agosto de 2016

Los lococoñistas

Se habla poco del lococoñismo de la afición del Sevilla. De parte de la afición del Sevilla. Bueno, en verdad, se habla mucho, pero más haría falta. Bastante más. Habría que coger a más de uno y decirle "mira, tío, eres una loca del coño. Tómate un trankimazin y duerme un poco, por favor. Y luego, una vez relajado, piensa, haz memoria, recuerda de dónde vienes y adónde has llegado. Reflexiona, pon los pies en el suelo, analiza lo ocurrido con un mínimo de objetividad y saca conclusiones".

En verdad, esto no vale para nada. Un lococoñista no es capaz de hacer eso. Seguro que mucha gente cabreada puede reflexionar en frío y sacar dichas conclusiones, pero un lococoñista, no. No tiene esa virtud. Tendrá otras, pero no esa. Y en la afición del Sevilla hay muchos de ellos. Es algo que no tiene remedio y con lo que hay que vivir. Que convivir. No son ni mejores ni peores sevillistas, cada uno lleva su sentimiento como mejor le place, pero son así y cuando una persona es así, poca solución queda. 

Lo que más me molesta de los lococoñistas es que te hablan como si tú fueras gilipollas. Ellos tienen la verdad absoluta y si no la compartes, una de dos: o eres un simple ignorante o te colocan la típica etiqueta, el típico sambenito, no sé, cosas como conformista, oficialista, vendeburras, recopilador de excusas..., lo que sea. Llegados a este punto, es mejor darse la vuelta y marcharse porque hay pocas cosas más inútiles (aparte de indignantes) que discutir con un ignorante que cree que lo sabe todo. Porque, en muchos casos, las afirmaciones que hace el lococoñista dan vergüencita ajena a cualquiera que tenga un par de dedos de frente. Pero, para ellos, esa es la verdad absoluta y tú eres tonto. Para darse la vuelta e irse, ya digo. Es lo mejor.

Otra cosa de la que es incapaz el lococoñista es de comprender que entre el blanco y el negro hay una inmensa gama de grises. Su mente es binaria, o cero o uno, no hay término medio, no hay justificaciones ni atenuantes. Todo lo que no sea un extremo u otro, son excusas. Que al lococoñista le encanta esa palabra: excusas. Es una palabra peyorativa para ellos. Si intentas entablar una conversación con un lococoñista y expones tus argumentos para que él te dé los suyos y así poder debatir, te dirá que todo lo que dices son excusas porque su verdad no es debatible. Es verdad y punto. O le das la razón, o eres gilipollas, aparte de ignorante, vendeburras..., en fin, eso. Que no me voy a repetir. 

Sinceramente, yo estoy hasta los huevos del lococoñismo. Hace ya mucho que huyo de ellos como de la peste bubónica. Para mí, son un martirio, un sinvivir. En ese hábitat en el que tan cómodos se sienten como es Twitter, uno no puede hacer un comentario sin que te aparezcan lococoñistas como de debajo de las piedras a contestar una pamplina tras otra, cada uno la suya, la que tiene memorizada y repite cual lorito enjaulado, aunque no tenga nada que ver con lo que has dicho. Hay veces que está uno leyendo el TL y se compadece de otros tuiteros que han dicho algo y es a ellos a quienes les saltan. Incluso, dan ganas de decirles que no entren al trapo porque, por educación, el tuitero en cuestión les responde, tratando de argumentar, lo cual no vale para absolutamente nada. Como decía antes, para el lococoñista, los argumentos no son más que excusas para enmascarar la única verdad. La absoluta. La única. La suya. 

Si tú, que lees esto, eres capaz de criticar despiadadamente y luego rectificar cuando compruebas que estabas equivocado, no te sientas aludido. No eres lococoñista. No en la acepción que yo me he inventado. Porque al lococoñista no le duele en prenda echar espumarajos por la boca y poner a caer de un burro a quien sea o a lo que sea y luego esconderse bajo su piedra cuando ve que nada de lo que dijo se cumple, mientras espera a que algo salga como él predijo para volver a salir y mostrar al mundo uno de sus dos estados naturales: la histeria. El otro es el silencio. La hibernación, casi se podría decir. 

El lococoñista no tiene criterio, ni argumentos ni capacidad de debatir. No le importa contradecirse a sí mismo y criticar lo que antes reclamaba y viceversa: reclamar lo que antes criticaba. El lococoñismo es un estado de ánimo, una forma de ser, una manera de vivir la vida. Es un todo está mal si no se hace como yo digo y tú eres tonto porque no piensas como yo. Si te encuentras con alguno de ellos, tienes dos opciones: o darle la razón mientras piensas cómo hacerlo para salir por patas, o salir por patas directamente. Si no lo haces, te pondrá la cabeza loca. Pero loca, como la tienen ellos: loca del coño.

Así que no lo dudes. Huye. No lo pienses y actúa. Huye.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lecciones de cómo deber ser un aficionado al fútbol. Bravo!

Anónimo dijo...

Jajajjja...muy bueno Rafa, con mucho sentido del humor, sí señor. Yo también estoy muy cansado de esos lococoñistas que con las redes sociales parece que tienen un arma en lugar de una posibilidad de expresarse con cierta mesura y sin ofender a los demás.
Me alegro que escribas ahora con más frecuencia, un saludo.

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