miércoles, 27 de junio de 2012

El afán recaudatorio y lo absurdo

Que últimamente Hacienda está haciendo todo lo humana y legalmente posible por arañarnos hasta el último céntimo de euro, es una realidad que todos conocemos y asumimos. Suben los impuestos, se intensifican las acciones anti fraude, se elevan las tasas de los servicios públicos cuando esos servicios son cada vez peores,  se recorta por todos sitios hasta el punto de casi asfixiarnos. Dice el dicho que Dios aprieta, pero no ahoga. Ojalá fuera Dios el presidente del gobierno. Así al menos tendría la certeza de que, por mucho que apretase, nunca acabaría matándome. De estos que nos gobiernan, y de los otros y de los de la moto, me espero cualquier cosa por desgracia. 

Todo esto es así y hay quienes hasta lo comprenden y justifican, aunque muy pocos niegan la injusticia que a menudo supone. Siempre pagamos los mismos. Eso ha sido así toda la vida. Bien. En el fondo, nada ha cambiado en ese sentido. Pero hay veces que las cosas traspasan las rayas de lo mínimamente comprensible, entrando de lleno en el terreno de lo absurdo. De lo disparatado. De partirse de la risa si no fuera algo serio. Porque que te toquen el bolsillo por algo manifiestamente injusto (por mucho que sea legal) no deja de ser algo serio. Y algo de eso me ha ocurrido a mí últimamente. 

El pasado mes de noviembre, presenté la documentación necesaria para solicitar una subvención del ayuntamiento para nuevos negocios. Antes me leí las bases y supe que sería complicadísimo que me la dieran, ya que no soy mujer ni inmigrante, ni tampoco, por suerte, pertenezco a ningún colectivo en riesgo de exclusión. Bueno, lo que oficialmente se conoce como riesgo de exclusión, que dicho riesgo lo podemos tener cualquiera a pesar de no adolecer de ninguno de los motivos de la lista oficial. El caso es que como por presentar unas fotocopias no se pierde nada, pues ahí fui yo a por ello. Meses después (porque esto dura meses en resolverse), allá por primeros de mayo, salieron las listas provisionales y yo aparecía como que ni siquiera se habían leído mi solicitud porque tenía una deuda con Hacienda.

¡Una deuda con Hacienda! 

Para que entendáis mi estupor, os diré que yo hago declaraciones de la renta. Me la hago a mí, a mi mujer, a mis padres, hermanos, primos, amigos, familia directa, familia política..., me harto de hacer declaraciones cuando llegan estas fechas. Hay personas que sólo se acuerdan de mi por este motivo cuando llegan los meses de mayo y junio. Muchas veces cobro por ello cuando se trata de personas no allegadas. Yo jamás he dejado de presentar la declaración (salvo el año pasado porque no tenía obligación, ya que el 2010 lo pasé completo en paro, aunque montando a la vez mi negocio actual) y jamás nadie a quien yo se la haya hecho ha tenido el más mínimo problema. Me resultaba simple y llanamente increíble que yo tuviera una deuda con Hacienda. Tenía que ser un error.

Por supuesto, al día siguiente estaba en la puerta de la Casa de la Moneda (sede central de Hacienda en Sevilla) a las nueve en punto de la mañana, dispuesto a comerme a quien hiciera falta por haber cometido semejante fallo. Después de esperar una cola, me certificaron lo que ya imaginaba. Efectivamente, no tenía ninguna deuda con Hacienda, si ya lo sabía yo. Si es que eso es imposible. Sin embargo, sí que tenía otro tipo de incidencia. Lo que ellos llaman un requerimiento. De modo que tuve que esperar otra cola para que me atendieran en otro departamento, que allí los funcionarios son monofuncionales y sólo sirven para la tarea específica para la que están programados. Anda que si tuvieran que ponerse detrás de mi mostrador para vender lo que haga falta y para arreglar da igual que un roto o un descosido..., petarían como peta mi ordenador cuando abro demasiadas pestañas en internet. En fin. El caso es que el requerimiento en cuestión consistía simplemente en que el año anterior, el único año en mi vida en que no presenté la declaración porque estaba convencido de que no tenía obligación de ello, pues resulta que sí que la tenía que haber presentado. 

¿Cómo es eso posible? Encima de que me lo tiré entero en el paro y, para colmo, sin cobrar prestación contributiva (sólo la de los 430 euros, que no tributa), ¿qué queréis que declare, la marca de mi ropa interior? Mi cabreo era monumental, y mucho más cuando me dan la respuesta:

"Hay aquí un ingreso por actividades económicas y eso es lo que hace que sea obligatorio presentarla"

Un ingreso por actividades económicas es aquel viene de un contrato mercantil, no de uno laboral. Por ejemplo el que tienen los comerciales que trabajan a comisión, no con un sueldo fijo al final de mes. Y, efectivamente, yo estuve trabajando un año atrás durante un tiempo en una compañía de seguros. Pero lo dejé  antes de que comenzara 2010, el año de esa declaración que no presenté. Lo dejé porque no me pagaron. De hecho, ese ingreso del que me hablaba la señora funcionaria era precisamente parte de esos atrasos que me debían. Y no ascendían a más de 500 euros. 500 euros en un año es una porquería, pero esa porquería me obligaba a hacer la declaración a pesar de que correspondían al ejercicio anterior y de que, en absoluto, superaban los 10.000 euros anuales (redondeando) en los que está el limite de obligatoriedad para presentar el IRPF. Pero como era un ingreso por actividades económicas, pues no computa a esos efectos. Es siempre obligatorio. 

Bien, pues después de esperar una tercera cola, me hicieron la declaración sobre la marcha y me salía a devolver. A DEVOLVER!!! O sea, que por no presentar la declaración el año anterior me quedé sin recibir del Estado los 75€ que me salía a devolver la jodida declaración. 

- ¡Si es que soy gilipollas! - Pensé, indignado. En casa del herrero, cuchillo de palo. Pocas veces ese refrán cobrará tanto sentido. 

Pues bien, la declaración quedó presentada un año después de cuando tendría que haberlo hecho. Y he de reconocer que Hacienda se portó genial conmigo, porque apenas unas semanas después tenía esos 75€ euros en la cuenta. Que no es que me arreglen el año, pero nunca está de más un ingreso en casa del pobre. 

Pero lo más grande estaba aún por venir. Lo más grande ocurrió ayer cuando encontré en el buzón de mi casa un aviso de correos: remitente, Hacienda -  "¿Qué coño les pasa a estos ahora?" - Pensé, bastante hastiado, he de reconocer. Y cuando esta mañana fui a la oficina de Correos a recoger la carta, casi se me caen los huevos al suelo (con perdón por la grosería). No os vais a creer lo que ponía en dicha carta.

Atención, señoras y señores. Resulta que Hacienda me ha abierto un expediente sancionador:

ME QUIEREN PONER UNA MULTA DE 70 € POR PRESENTAR LA DECLARACIÓN FUERA DE PLAZO!!!!

La declaración de un tío que no la presentó por haberse llevado todo el año en paro. De una persona que cobra 500 euros de mierda de un atraso correspondiente al ejercicio anterior. De un despistado que deja de presentar un IRPF que, para colmo de lo estúpido, le sale a devolver. Que dejó de recibir ese dinero. Que no es que haya defraudado a Hacienda, sino que fui yo quien dejó de cobrar. Que el perjudicado en todo este asunto fui yo. Y para colmo, me deniegan la subvención por culpa de todo esto.

Todo esto es legal. Existe un artículo en la ley en el que se permite al Estado poner una multa "simbólica" incluso por este motivo. Incluso a pesar de que la declaración saliera a devolver. Y en estos tiempos en los que vivimos, cuando Hacienda está como loca por arañar de todas partes, llega incluso a entrar en el terreno de lo absurdo como en este caso. Para dejarme sin el dinero que me devolvieron, ya que la multa casi coincide con dicha devolución. ¡Qué cosa más triste! Quitarle a un parado (en su momento) el dinero que le corresponde. Hasta esto hemos llegado en esta bendita España. 

Por supuesto, recurriré, alegaré, patalearé, se lo pondré lo más difícil que pueda, incluso fraccionaré el pago todo lo que se me permita. Pero al final, por mucho que proteste, acabaré pagando. 

Porque Hacienda somos todos, pero, sin duda, unos mucho más que otros. 


P.D. Por cierto, que podéis reíros si queréis. Yo, después de descargar mi indignación escribiendo sobre el tema, hace ya un rato que lo estoy haciendo. Si es que, en el fondo, es para partirse la caja. 

4 comentarios:

Alberto H. dijo...

Rafael, míralo por el lado positivo. En el peor de los casos, que sería pagar la multa, saldrías ganando 5 euros. ;-)

Ya en serio, la verdad es que es lamentable y vergonzosa la actitud de Hacienda en este caso.

Espero que tengas toda la suerte del mundo, porque te va a hacer falta. Menuda es Hacienda, y más ahora que tienen que rascar hasta el último céntimo.

Y lo malo es que me da la impresión de que lo peor está por llegar.

Un saludo.

Dori dijo...

¡Por Dios¡ Rafa esto parece una peli de terror con los de hacienda,cada día estoy mas convencida de que eso de que (hacienda somos todos) es una falacia,hacienda es los pobres españolitos que de verdad nos matamos a trabajar.
Ya no se puede apretar más a los que intenta ganarse la vida honradamente y,miertras tanto los exbanqueros cobrando indenisaciones
escandalosas.
Ojalá te vaya fenomenal en tú negocio aúnque sean tiempos dificiles para todos.
Saludos sevillista

Marcu dijo...

¿Recuerdas el post de los cuentos infantiles? Lo leímos en familia y nunca te puedes imaginar cómo lo pasamos mi mujer y yo, recordando otros muchos.

Pues este igual.

¿sabes lo que ha dicho mi mujer?

"A éste (señor) le pasa lo mismo que a tí. Le ocurren las cosas más inverosímiles"

jajajajajajajajajaja

Recurre, alega, pelea y fracciona el pago todo lo que puedas pero...
¿contra quién lo haces? Contra un triste funcionario de eso que se llama HACIENDA y que es uno de los grandes "pagachines" de la crisis que han generado los políticos incompetentes de derecha y de izquierda y que tú y yo hemos votado para que estén ahí.

Un abrazo so pedazo de artista.

Rafael Sarmiento dijo...

@Alberto H.

Por desgracia, el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Y la ley es clara en este sentido. Me tocará pagar, aunque seguiré pataleando.

@Dori

Gracias a Dios, el negocio me va bien, lo justo para vivir, que ya es mucho en estos tiempos que corren.

@Marcu

¿A ti también te pasa de tó? jaja

Se me pasó el berrinche y ahora me lo tomo con humor, ¿qué voy a hacer? Mirándolo con optimismo, primero me dieron el dinero, luego me lo quitan, y al final, como dice Alberto, acabaré ganando 5 euros. Hay cosas peores.


Muchas gracias a todos, un abrazo.

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