Prepárense. Atense los machos porque el coco parece encontrarse justo a la vuelta de la esquina. Yo siempre me negué a aceptar que España pudiera ser intervenida. España no es Grecia, ni Portugal ni Irlanda. España es una economía muy potente (era la octava del mundo hasta hace dos días, como quien dice. Hoy día no andará demasiado lejos de eso). España, por ejemplo, es el segundo inversor mundial en Sudamérica. España tiene multinacionales fortísimas y de muy reconocido prestigio: Santander, BBVA, Repsol, Endesa, Telefónica, Zara... ¿Alguien puede decir una multinacional griega? ¿Portuguesa? ¿Irlandesa? La capacidad de España para generar negocio es muy grande. De hecho, más de la mitad del PIB viene de las exportaciones, o sea, que el hecho de que a los españoles les vaya mal no hunde a las grandes empresas españolas porque estas venden fuera lo que, circunstancialmente, no pueden en el mercado interno. Y eso es una ayuda inestimable para que esos españoles a los que les va mal puedan ir mejorando su situación. La economía se resiente, y mucho, pero no se hunde. No del todo.
Eso no lo tienen ni Grecia, ni Portugal ni Irlanda. Pero ni de lejos.
Además, esos tres países suponen un porcentaje muy bajo de la economía de la Unión Europea, con lo que el dinero necesario para rescatarlos es menor que si fuesen países más grandes. Pero España sola supera de largo a la suma de esos otros tres. ¿De dónde saldría tanto dinero? Incluso, para más inri, es factible creerse que una economía pequeña deba ser rescatada. Pero si cae España, un país tan potente ¿por qué no va a caer Italia o Francia? Sobre todo los primeros. Teniendo en cuenta que la primera potencia mundial es EEUU, que China lo será pronto, que Japón o Corea siempre están, que Rusia crece muchísimo, que están los países emergentes como India, Brasil, México... los inversores pueden preguntarse por qué arriesgarse en Europa por mucho que el viejo continente haya sido siempre el centro del universo. Si acaso, se quedarán con Alemania, pero poco más.
Por tanto, yo siempre he estado convencido de que la UE no dejaría caer a España, como medio para evitar que eso perjudicase, no a los países más pequeños, sino a los grandes de verdad. Pero parece que estaba equivocado. Que la capacidad mental de los que rigen nuestros destinos desde Bruselas, Frankfurt o Estrasburgo no da para más que un absurdo cortoplacismo y un lamentable localismo. ¿Cómo puede ser posible que la tal Merkel decida lo que se hace o no en toda la Unión cuando el año que viene, tras las elecciones alemanas, es posible que se tenga que ir con viento fresco? ¿Es que no vale el ejemplo de Sarkozy?
Sin embargo, es la tal Merkel quien está empeñada en que España se acoja al rescate. Con el tema de Bankia, España ha presentado dos posibilidades para tratar de financiar el agujero. Podría hacerlo, pero no me voy a detener a explicar cada una de ellas. No obstante, tengan ustedes claro que son dos opciones completamente factibles que no podrían en riesgo la solvencia de España. Ni tampoco su déficit público. Bien, pues a ambas ha dicho que no la pesá de Merkel. Y ha dicho que no porque aceptarlas supondría que la Unión Europea en su conjunto respaldase a España en esta crisis. Le diera un empujoncito, una ayuda, un soporte. España puede caer en un asunto como este, pero la UE entera, no. Pero los alemanes no quieren saber nada de eso. En lo único que piensan es en que cada país se busque las papas por su cuenta. Y que si piden ayuda, que sea a cambio de unas restricciones brutales que no hacen otra cosa si no hundir más a dicho país hasta el punto de ahogarlo. Véase Grecia.
Y habrá quien diga que España está intervenida de facto al comprobar los recortes que está aplicando el Gobierno. Eso es una enorme tontería. Nosotros aún no nos hemos enterado de lo que son verdaderos recortes. Hay muchísimo donde rascar aún, partidas a las que ni este gobierno ni el anterior (y futuro) están dispuestos a tocar. Y no hablo de que en cada clase haya 30 niños en vez de 20, que no se contraten profesores interinos y que tengan que ser los titulares los que se repartan el trabajo o que haya que pagar un euro por cada receta médica. Hablo de que bajen drásticamente los subsidios de desempleo o que se adelante hasta ya (no hasta 2020) el aumento de la edad de jubilación, e incluso que esta sea a los 70, no a los 67. Hablo de que se bajen las pensiones, o sea, que cada pensionista cobre menos al mes. Hablo de que se agrupen municipios en un mismo ayuntamiento, que desaparezcan las diputaciones. Incluso, hay quien plantea que se reduzca el número de comunidades autónomas, juntándose unas con otras. Hablo también de subir drásticamente los impuestos de la gasolina, de la luz, del agua, o el IVA. Y, por supuesto, de despedir funcionarios. Ojo, no dejar de contratar interinos, sino de quitarse de en medio trabajadores públicos. Si desaparecen ayuntamientos, diputaciones o comunidades autónomas, muchos de esos trabajadores perderán sus puestos de trabajo.
Esto que parece una quimera para cualquier españolito de a pie lo puede exigir un burócrata de Bruselas o del FMI y quedarse tan ancho. Como han hecho con Grecia, con Irlanda y con Portugal. Eso, o no te doy el dinero, tu economía quiebra y a ver qué haces entonces.
Y es que el gran problema no está en Bankia, que es a partir de lo cual ha saltado todo por los aires. Bankia necesita 23.000 millones de euros y el gobierno no tiene ni idea de donde los va a sacar, toda vez que la Merkel (y, con ello, la Unión Europea) no acepta las soluciones planteadas. Pero hemos de recordar que, a lo largo de junio, dos empresas extranjeras contratadas por el gobierno van a hacer una auditoría de la banca española en su conjunto. O sea que si algún otro banco, aparte de Bankia, tiene un agujero escondido, este va a salir a la luz. Y los expertos dicen que en el gobierno están con las carnes abiertas porque se estima que las necesidades de la banca española pueden andar por los 50 o 60 mil millones de euros. Si no sabemos de donde sacar los 23.000 de Bankia, ¿hace falta decir mucho más para adivinar el desastre?
La semana pasada, la vicepresidenta se marchó a Washington para hablar con la directora gerente del FMI y con el secretario del tesoro de EEUU. Entretanto, el ministro de Economía estaba en Bruselas tratando de convencer a todos de que no nos pueden dejar caer. La cosa se está moviendo porque los resultados de la auditoría de la banca española estarán en julio, y a partir de ahí todo puede ser posible.
Y llegados a este punto, desde este rinconcito humilde que me sirve para que pueda decir lo que me de la gana, quisiera protestar por algo. Cuando Zapatero era nuestro presidente, en Europa se quejaban de que España no hacía lo que tenía que hacer. Que nuestro gobierno no tomaba las medidas que se requerían, al menos no con la intensidad necesaria. Uno de los grandes errores de Zapatero fue quedarse a medias. Ni reformó a fondo lo que había que reformar, ni defendió hasta las últimas consecuencias los valores de su partido, de su ideología. Se quedó a la mitad y eso sirvió para que no se fiaran de él en Europa y para que en España lo sacaran a gorrazos del gobierno tras las últimas elecciones. Y llegó Rajoy, convencido de hacer todo lo que le pedían en Europa como medio para obtener de ellos el apoyo que nosotros, como país, necesitamos. No digo que lo que ha hecho nuestro actual presidente esté bien. No entro a valorar eso. Lo que digo es que la sociedad española está haciendo el brutal esfuerzo que nos demandan desde Europa. Lo estamos haciendo, y eso es así porque se supone que es lo que tenemos que hacer.
Pero lo que no es de recibo es que, ahora que hemos agachado la cabeza y obedecido, nos den con la puerta en las narices. Si se supone que estamos haciendo lo que tenemos que hacer, ahora llega el momento de que ellos nos echen el cable que permita que no nos hundamos definitivamente. Y nos lo niegan. Eso es de hijos de puta, hablando clarito. Y, según parece, el cabreo en el gobierno es descomunal. Pero, ojo, no sólo en el gobierno. También en la oposición. Aquí no hablamos del juego político de ver quien gana las próximas elecciones. Aquí hablamos de una afrenta España como nación. Afrenta que es igual, sea quien sea quien gobierne. El PSOE en su momento hizo lo que consideró oportuno y las cosas no salieron. El PP hace ahora lo mismo, pero más a lo bestia, y todo sigue igual. Los dos partidos con opciones de gobernar saben que no se trata de políticas, sino de que no nos toman en serio, da igual quien gobierne y da lo mismo que esfuerzos se hagan. No estoy hablando de partidos, opciones políticas o ideologías. Hablo de que se aprovechan de nosotros y luego nos dan la espalda. Hablo de los españoles. De España. No de la izquierda o de la derecha. De nosotros, de nuestra sociedad, piense lo que piense, vote lo que vote. Se la hicieron a Zapatero y se la hacen ahora a Rajoy. No nos respetan como país, ni siquiera la forma que hemos descubierto para convivir castellanos, andaluces, vascos o catalanes, cada uno con sus cosas. Que será mejor o peor, pero es nuestra forma. Y no la respetan. Por mucho que seamos de izquierda, de derechas, de arriba o de abajo, e incluso nacionalistas, todos nos deberíamos sentir ofendidos.
No puede ser que Europa esté muy bien para que haya libertad de movimiento de capitales y personas, para que haya una moneda única, para que los alemanes nos puedan vender sus coches sin pagar aranceles, para que los holandeses se lo pasen de muerte en Ibiza o en la Costa del Sol o para que los ingleses o daneses puedan venir aquí a operarse de sus dolencias con cargo a las arcas de la Sanidad española, y luego, cuando llega el momento de echarnos una mano, mirar para otro lado y si te he visto, no me acuerdo. La Unión Europea debe ser unión para lo bueno y para lo malo.
Yo entiendo que si un país no hace las cosas bien, tenga sanciones. Pero España está haciendo lo que le piden. Y ahora es justo ser correspondidos. Espero de todo corazón que en Bruselas reconsideren sus posturas y acaben por echarnos ese cable. Si no es así, yo creo que la Unión Europea habrá muerto. Y no tanto porque después de España vendrá Italia y luego el Euro en su conjunto, sino, sobre todo, porque este tipo de afrentas acaban por cargarse todas las alianzas. Después de esto, el odio hacia lo alemán crecerá y la desconfianza entre países se multiplicará. Cualquiera podrá pensar que si esta putada nos la hacen a nosotros, ¿por qué no se la van a hacer a los demás?
No es ya tanto una cuestión dinero. Es una cuestión de decencia, de nobleza... de honorabilidad.
6 comentarios:
No pasa na Rafa,ahora ganamos otra vez la eurocopa y a seguir anestesiados y con la banderita a echarse a la calle a celebrarlo,eso al menos es lo que le ha pedido Rajoy al equipo español,para levantar la moral del país dice,yo me cago en to sus mu... perdonamé hermano pero es que entre la alemana y los que son de aqui ya estoy frito,un abrazo crack da gusto leerte ¿te lo habia dicho alguna vez?
Ya mismo rebautizas tu blog como "Un economista cualquiera".
Ultimamente, estoy tan hastiado de (malas) noticias que tu blog es lo único que leo para enterarme de las cosas.
Un abrazo
Esta tia se parece cada vaz mas a un tal hitler,que creo que ella tiene que conocer bien por su comportamiento....Ya no pueden dar más asco o ¿si?
¿Quien se fia de una alemana asín?
Saludos sevillista
En las próximas elecciones generales de Alemania, las encuestas dicen que cambiará el color del gobierno ¿qué ocurrirá entonces? ¿qué lineas seguirá la UE?
Cuando grandes economistas dicen una cosa y otros tambien de gran prestigio dicen lo contrario...yo que soy un mortal inculto en economia y analfabeto en muchas cosas...me siento perdido en esta crisis económica y de valores.
Un abrazo
Al final pasaremos por el aro.
Saludos Sevillistas
@Papi Magase
A celebrarlo a la calle va a salir su madre bendita. Yo, hasta que el Sevilla no gane algo más, no celebro na de na, en lo que al fútbol se refiere. Que se hipnotice quien quiera, que yo seguiré a lo mío.
@Kike Ríos.
Me alegro de volver a verte por aquí. La verdad es que yo utilizo el blog para desahogarme. Hay cosas que me indignan tanto...
@Dori
Los alemanes siempre han sido poco de fiar. En cuanto se lo proponen, no hacen otra cosa que liarla parda.
@Marcu
El problema es que últimamente la inmensa mayoría de los economistas dicen lo mismo. Por eso me temo lo peor. Por cierto ¿dónde está ese francés que iba a cambiar el modo de hacer las cosas en Europa? Callado como una puta, con perdón. Por eso digo que no se nos respeta.
Lo que no sé es si aguantaremos hasta el año que viene, cuando Alemania cambie de Gobierno. Lo que debería hacerse es que Europa fuese Europa, no sólo lo que los más poderosos digan.
@Juan Antonio de la Rosa.
Espero que no, pero mucho me temo que sí.
Muchas gracias a todos, un abrazo.
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