martes, 30 de julio de 2013

La mayoría silenciosa

Si algo he aprendido en estos últimos años de mis admirados Guardianes de la Memoria ha sido a comprender un poco mejor la forma de ser de un colectivo tan diverso como es el Sevillismo. Sé que los Guardianes hablan sobre todo de la historia de nuestro club, pero es gracias a ella como podemos saber de donde venimos, qué hemos vivido, que nos han dejado como legado nuestros antepasados y por qué somos como somos. También sé que el Sevillismo está compuesto por cientos de miles de personas, cada una de su padre y de su madre, cada una con su opinión y su modo de ver las cosas. Pero, por lo general, dentro de esa diversidad y aparte del sentimiento, tenemos algo en común. Algo que nos hace iguales. Algo que marca la forma de ser de un colectivo formado por tanta gente diferente. 

La comparación más común que se hace (por mera cuestión de cercanía, de vecindad) es con el beticismo. El beticismo tiene otra forma de ser, otra manera de entender lo que ocurre alrededor de este deporte, que para muchos es lo mas importante dentro de las cosas que no tienen importancia. Por supuesto, generalizar es injusto. Hay sevillistas cuya manera de pensar se acerca más a la generalidad del beticismo, y béticos a los que les ocurre lo mismo, pero en sentido inverso. Pero, como colectivo, la cosa parece clara, y se demuestra en nimiedades como esa noticia que salió hace poco y que aseguraba que, mientras el Betis es uno de los equipos que más simpático cae, al Sevilla le ocurre justo lo contrario. La forma de ser de cada colectivo proyecta una imagen diferente, y el resultado es el que es. 

A diferencia de esa simpatía bética, el sevillismo es arrogante, soberbio, casi engreído. Y a la vez exigente. Muy exigente. Tanto, que quien no nos conoce bien se pregunta qué nos hemos creído. Que si por ganar un par de títulos ya nos pensamos que somos más de lo que somos. No entienden que los sevillistas sabemos lo que somos y que quienes no lo saben son ellos, porque, por diferentes motivos, los resultados del equipo en las últimas décadas no se han correspondido con lo grandeza del club. Y esto lo sabemos gracias a los Guardianes. El eterno campeón de Andalucía, títulos en los años 30 y 40. Un equipo que se mueve en las alturas durante los 50 y hasta casi principios de los 60. Teniendo en cuenta la fecha de fundación, el Sevilla ha sido grande durante muchísimo más tiempo que pequeño. Lo que pasa es que ha sido pequeño en tiempos más recientes, es decir, los tiempos que mejor se recuerdan por ser los más cercanos. Hasta la primera década del siglo XXI, en la que recuperamos nuestro sitio. El Sevilla no es un equipo pequeño que se ha venido arriba. Es un equipo grande que ha vuelto a su condición. Eso el equipo, que el sevillismo nunca la perdió. Es lo que decía antes que nos hace iguales a tanta gente diferente. Es lo que marca nuestra forma de ser como colectivo. Y es lo que he aprendido gracias a los Guardianes de la Memoria. Yo, que, por la edad que tengo, nunca conocí épocas de grandeza, pero sí que me sentí parte de algo grande gracias a lo que me transmitieron mis mayores. Tenía el sentimiento, pero no lo comprendía. Ahora, sí. 
Y esto que digo me permite, a su vez, comprender otra multitud de cosas. Si conoces la forma de ser de alguien, sabrás (o al menos intuirás) cómo va a reaccionar ante según qué estímulos. Con el sevillismo ocurre lo mismo. Ayer dijo el presidente que se aspira a alcanzar los 35.000 socios, lo cual sería un grandísimo éxito. Y se creó una especie de debate acerca de por qué el sevillismo ha reaccionado de una manera tan positiva después de dos temporadas nefastas y de vender este verano a su dos mayores estrellas. Visto el asunto desde fuera, no tiene ningún sentido. Hay quienes hablan del abaratamiento de los abonos (a pesar del asunto del carnet infantil). Hay quienes aseguran que es por la aparentemente magnífica planificación de esta temporada. Hay quienes no se lo explican. Incluso, hay quienes están jodidos (aunque nunca lo reconocerán) porque esperaban una hecatombe que diera la razón a sus apocalípticos discursos. 

Nada más lejos de la realidad. 

Mi amigo César Vizcaíno acuñó hace un tiempo una expresión que viene al pelo a este caso. La de "mayoría silenciosa". Se refiere al grueso del sevillismo. Ese que no tiene un altavoz desde el que proclamar sus soflamas, desde el que hacer ruido. Recordemos que no por hacer más ruido se es más grande, ni más numeroso (caso de un colectivo) y mucho menos se tiene más razón. Si juntamos a cien personas en un local, 99 permanecen calladas y uno habla, solo se escucha a ese uno, pero eso no quiere decir que lo que diga ese uno es lo que piensan los otros 99. Pues bien, el sevillismo es lo que es, lo que los sevillistas sabemos que es. El sevillismo es grande, es exigente y pide lo que tiene que pedir. El sevillismo, la mayoría silenciosa, desde sus pequeñas atalayas (a veces diminutas), elogia cuando tiene que elogiar y critica cuando tiene que criticar. Cada uno desde su punto de vista, unos verán mejor unas cosas y otros, otras. Pero, por lo general, se elogia cuando se tiene que elogiar y se critica cuando se tiene que criticar. 

A veces, el punto de vista de la mayoría del sevillismo coincide con la soflama última del dueño del altavoz que mencionaba hace un momento. Y a veces, ese sujeto dueño se viene arriba considerando que el sevillismo está de su lado, llegándose a creer abanderado de cierta causa. Pues bien, ese sujeto no tiene ni puta idea de lo que es el sevillismo. Porque el sevillismo no es seguidista, no es borrego, es justo lo contrario. Puede que sus reclamaciones coincidan un día con sus obsesiones, pero mañana, cuando esas reclamaciones sean atendidas, la queja del sevillismo desaparecerá. ¿Ocurrirá lo mismo con la obsesión?

Hay sevillistas que se quejan por el asunto del carnet infantil. Otros no comprenden cómo hemos dejado ir a Campaña y Luis Alberto. Los hay que ficharían a otro portero, o a un medio centro "stopper", o a un delantero "tanque". Algunos no ven bien la renovación de Fazio, o hubieran largado a Reyes o a Fernando Navarro, hay gente pa tó. Existen sevillistas, incluso organizados, que se quejan de cierto oscurantismo en la gestión de la directiva. Hay quienes llegan a pedir la cabeza de Del Nido y compañía, a pesar de reconocer que este año se han hecho las cosas mejor. Consideran que en las últimas temporadas se hicieron tan mal que ya no tienen crédito, por mucho que, en principio, hayan salvado al barco del naufragio. Hay, en definitiva, multitud de opiniones, de puntos de vista, de maneras de ver las cosas. Si hay hasta gente que lo ve todo bien. Es lo que pasa, como decía al principio, cuando un colectivo lo componen cientos de miles de personas, cada una de su padre y de su madre. 

Pero, como vengo insistiendo, hay algo que nos une. Podemos buscar la explicación al éxito de la campaña de abonados en muchos factores. Habrá quienes lo consideren como consecuencia de la disminución de precios, o de la campaña de marketing, o de la ilusión por alguno de los fichajes, o del hecho de que haya un avioncito con publicidad sobrevolando las playas del Poniente andaluz. Y todo eso tendrá su efecto, que no digo yo que no, pero pienso que la clave hay que encontrarla en otro sitio. 

La clave está en la mayoría silenciosa. La que no tiene un altavoz y, por tanto, la que no hace ruido. La que no mira la cara de quien está sentado en el despacho, sino el escudo que preside la estancia. Bueno, la estancia y el estadio en su fachada principal. La que no sigue a nadie porque sí, sino que tiene su opinión, aunque dicha opinión pueda coincidir en un momento dado con la de algún salvapatrias determinado. La que siente el sevillismo sin condiciones, la que defiende a su equipo sin importarle si le gusta más o menos el diseño o el color de una camiseta (que el gusto lo tiene, pero no es un factor decisivo). La que sabe distinguir cuando un futbolista es apto o no para el Sevilla, entendiendo por apto a una mezcla conveniente de calidad y compromiso. No vale mucha calidad y cero compromiso. Y el contrario, tampoco. La mezcla, ahí está la virtud. 

En definitiva, aparte de su opinión sobre ciertas cosas, aparte de si le cae mejor o peor el presidente, el directivo tal, el directivo cual o el consejo al completo, aparte de haberse sentido maltratado el año pasado por tener su localidad en cierto lugar del estadio, aparte de haber tenido que pagar más por el carnet de su hijo (o no renovarlo directamente)... aparte de lo que sea, de muchas o de pocas cosas, la mayoría silenciosa del sevillismo sabe que este año se están haciendo las cosas mejor. Sabe que el equipo tiene buena pinta. Tiene ilusión. Y eso no es debido a una especie de catarsis tipo "loquedigadonmanué", sino a un conocimiento, a una sabiduría. Igual que estos últimos años ha cargado contra todo por las malas planificaciones, este verano la cosa es diferente. 

La mayoría silenciosa es sabia. La mayoría silenciosa es el sevillismo. Ese que se sabe grande, haga lo que haga el equipo. Ese que lleva más de cien años siéndolo. Ese que está por encima de cualquier presidente, directivo, entrenador, jugador o salvapatria de la vida. Ese que solo se abraza al sentimiento y que sabe cuando aplaudir y cuando silbar. Ese que no se vende ante nada ni ante nadie. 


Ni borregos, ni oficialistas, ni delincuentes, ni mestallizados ni pelotas. 

SEVILLISTAS


7 comentarios:

Alberto H. dijo...

Pues sí, de acuerdo con todo. El sevillismo me parece una gran afición, de las mejores de España, si no la mejor, pero creo que, a veces, no ha estado a la altura.

Me refiero en concreto a partidos importantes, donde el club se jugaba mucho y el estadio no ha estado a reventar, como eliminatorias de Champions --octavos de final contra CSKA de Moscú-- o partidos de liga o Copa del Rey. O puede que quizás yo sea demasiado exigente, que igual es esto último.

Pero, en general, nuestra afición es un baza segura que tiene el club en su objetivo de lograr títulos. Lo único que hay que hacer es estimularla con una correcta planificación deportiva y económica, y eso, en principio --no olvidemos que todavía queda agosto de por medio-- se está haciendo bien esta temporada.

Un saludo.

Alvaro dijo...

Qué gran post, Rafa. Una maravilla, con independencia de que (y esto es raro) no coincida en varias cosas de las que comentas

Una de las cosas que más me enervan como sevillista es cuando veo a plañideras llorando por el trato que nos dan los periodistas en comparación al Betis. ¿Qué nos tratan distinto? Claro que sí. Incluso en la misma cadena. Por supuesto. Como debe ser. Nada tiene que ver Manolo Aguilar, que arrea y fuerte, con Florencio Ordóñez que raro es el día que no recuerda un partido del Betis con la Ponferradina porque no se qué árbitro le pitó mal al Betis. Odio las excusas y que me traten igual que con aquel al que soy distinto. Es algo que no soporto. Yo en mi saco. Que no me metan en el que no me corresponde.

Y mi saco es el de la fidelidad y exigencia máxima. Yo, y otros muchos, salimos encabronadísimos el día del derby del 5-1. Un partido con 4-0 y uno más media hora, era para meterle ocho. Lo siento pero es así. Son sentimientos y formas de ser.

Aprovecho para saludar a César y los guardianes, buenos amigos a los que admiro en su sevillismo

Miguel dijo...

Chapeau

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

Magnífico post, Rafa. Gracias.

Yo pondría un símil: mayoría silenciosa = sólida base de apoyo, cimientos profundos, muchos más de cien años sosteniendo al más Grande.

Un abrazo.

Cuídate.

SamFdz dijo...

Completamente de acuerdo con tu artículo. En los últimos tiempos han surgido varios personajes, por llamarlos de alguna manera, a través de las redes sociales cuyo único propósito parece ser soliviantar a las masas en busca de vete tú a saber qué. No sé si es ego, o venganza, o simple satisfacción por hacer daño, pero es así.

El golpe les viene cuando son consciente de que las redes sociales son un reducto de la sociedad que nada tiene que ver con el grueso de la misma, y que los sevillistas se sacarán el carné por primera vez, o lo renovarán, si ellos quieren y en función de sus propios gustos y opiniones, y no porque alguien se suba a una tribuna a decir lo que tenga que decir.

La mayoría silenciosa, gran término el de César, entre la que me incluyo, tiende a eso, a ser silenciosa. A no hacer juicios ni emitir comentarios negativos, ni a debatir ni a meterse en trifulcas, sólo por no molestar. O simplemente porque no tienen acceso a las redes en las que se debate y protesta.

No renuevo sin el carné infantil, no renuevo hasta que se vaya Del Nido, no esto, no lo otro. Y 30.000 abonados.

Éxito o fracaso, a mí me da igual. Sé perfectamente cómo debo llevar mi sevillismo y no necesito a quien me diga cómo debo hacerlo.

Enhorabuena por el post y por el artículo.

Rafael Sarmiento dijo...

@Alberto

Tú lo has dicho, estimularla. Pero a la nuestra no se la estimula con tonterías, sino con cosas serias. Por eso, este año, a pesar de lo ocurrido, como las cosas se están haciendo bien, de un modo serio, la afición responde. Ni más ni menos.

@Alvaro

Estoy contigo en lo de la diferencia de trato. Pero lo que a mi me enerva no es tanto eso, ni siquiera lo de las plañideras, sino que luego me quieran vender una máxima rivalidad, una liga particular, etc. Somos diferentes y se nos trata diferente. Y punto.

Por cierto, a mi tampoco me gustó el equipo en la segunda parte de aquel partido. De hecho, en la vuelta, perdimos dos puntos cuando los teníamos en nuestras manos. En ambos casos, pecamos de equipo pequeño. Y no lo somos.

@Miguel.

Muchas gracias.

@Jose Manuel

Un resumen bastante certero. Sinceramente, es para sentirse orgullosos de pertenecer a esto que se llama sevillismo.

@Samuel

Por supuesto. Como digo en el post, sevillistas hay cientos de miles, cada uno con su forma de ser, y hay gente para todo. Incluso para seguir y hacer caso a esos personajes, de manera que se crezcan y se crean algo.

Pero luego está la mayoría, cualquiera de nosotros, con capacidad de sobra para pensar y decidir. Muchas veces he dicho que el sevillismo es sensato y sabe cuando criticar y cuando aplaudir. La mayoría del sevillismo. La que ahora está dando un paso al frente porque la directiva lo está haciendo bien.

A veces las cosas son mucho más sencillas de lo que algunos quieren hacer ver.


Muchas gracias a todos. Un abrazo

José Luis Herrera dijo...

He llegado de vacaciones y acabo de leerlo. Sencillamente maravilloso.

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