CAPÍTULO I
LÁGRIMAS POR RISAS
Juana la Loca es, probablemente, uno de los personajes más populares de la Historia de nuestro país. No sé si habrá muchos españoles que sepan situarla en la época que la corresponde (1479 - 1555), pero su nombre le suena a casi todo el mundo. En el imaginario popular, en esas leyendas que van pasando de generación en generación, lo que ha quedado es el recuerdo de una persona que perdió la cabeza por los celos. Una persona que, tras la muerte de su marido, Felipe el Hermoso, (cuando aún era muy joven, no llegó ni a los treinta años) demostró esa locura paseando el cadáver por todos los rincones de Castilla y que, finalmente, fue encerrada en un palacio en Tordesillas, donde vivió el resto de sus días hasta su muerte.
Doña Juana por Juan de Flandes |
Pues bien, no son pocos los historiadores que, afortunadamente, se han hecho esa misma pregunta respecto a Juana de Castilla y Aragón. Y ya les informo que me niego a llamarla "La Loca" de aquí en adelante. Porque, aunque ciertamente acabara en ese estado, aquella muchacha (que cuando se la apodó de ese modo no era más que eso, una muchacha) no fue más que una pobre desgraciada que sufrió una profundísima depresión, la cual no fue tratada. No fue tratada más que nada porque, en aquella época, en los albores del siglo XVI, no se sabía que tal cosa era una enfermedad. Y como suele ocurrir con todas las depresiones, aquella no surgió por autogénesis espontánea, sino que tuvo sus motivos para que apareciera, primero, y para que se agravara después, hasta llegar al punto de la locura.
La pregunta que nos surge a continuación es evidente: ¿qué lleva a una persona que lo tiene absolutamente todo a deprimirse hasta el punto de enloquecer? Cuenta la leyenda que su marido le era infiel y que ella perdió la cabeza por los celos. Y ambas cosas son ciertas. Su marido le era infiel (como lo era la inmensa mayoría de reyes y nobles de la época) y ella acabó perdiendo la cabeza. Pero esa relación causa - efecto es de una simpleza absolutamente inadmisible para cualquier historiador que se precie. Incluso, lo es para mí, que no soy más que un aficionado. Eso vale para el populacho, que bastante tiene con tener que buscarse las papas a diario, como para preocuparse por los motivos por los que a una princesita se le va la pinza en un momento dado. Pero no para cualquiera que pretenda abordar este asunto con un mínimo de seriedad.
Los motivos de la depresión (y posterior locura) de Juana de Castilla y Aragón hay que buscarlos en multitud de sitios. Desde la propensión genética, hasta, por supuesto, la actitud de su marido, pasando por el tipo de educación que recibió y el brutal contraste que había entre esta y el estilo de vida que se llevaba en la corte de Bruselas, el lugar donde acabó viviendo tras casarse y antes de regresar a Castilla por la muerte de su madre, Isabel la Católica. Efectivamente, su abuela, Isabel de Portugal, también sufrió una enajenación mental tras la muerte de su marido, el rey Juan II de Castilla. De esto hablaremos posteriormente, porque la similitud entre los casos de esta Isabel y de Juana es verdaderamente asombrosa. Y hoy día se sabe que, aunque las depresiones no son hereditarias (obviamente), sí que lo es la propensión a tenerlas. En este caso, vemos una "herencia" de abuela a nieta. Isabel la Católica, hija de la primera y madre de la segunda, no sufrió locura, pero eso no quiere decir que no fuera propensa a ello o que, en algún momento de su vida, sufriera alguna depresión que no fuera a más.
Aparte de esto, y como también veremos con más detalle en adelante, hay otros muchos factores que llevaron al desequilibrio mental de una persona propensa a ello como Juana de Castilla y Aragón. Juana no fue educada para ser reina porque había dos personas por delante de ella en la línea de sucesión. Sin embargo, acabó heredando Castilla, Aragón, Navarra, Nápoles, Sicilia y todo lo recién descubierto en el Nuevo Mundo. Además, se crió en una corte austera hasta lo exagerado y profundamente religiosa, para acabar por casarse con un príncipe flamenco y por trasladarse a vivir a un lugar donde el estilo de vida era justo el contrario. Es difícil imaginar, en la época, un lugar donde ese contraste pudiera ser mayor. Para colmo, su marido, de quien estaba absolutamente enamorada, hacía gala del libertinaje en el que siempre había vivido, lo cual mataba de celos a la princesa castellano - aragonesa. Y eso aparte de la multitud de intrigas que tuvo que sufrir. Recordemos que sus padres fueron los Reyes Católicos, es decir, no heredó un reino compacto, sino una agregación de territorios, dentro de los cuales había diferentes juegos de poder. Juana fue la primera reina de la España unida, pero no fue ella quien la unió. Ella fue arrollada por las diferentes intrigas de tantísimos personajes (de reinos distintos como eran Castilla y Aragón) con tantísimos intereses. A ello únanle la recién descubierta (pero aún no colonizada) América. La infinidad de riquezas que esta prometía hacían elevar al infinito los intereses e intrigas de las que acabo de hablar.
Se trataba de un cóctel explosivo. Demasiado para una joven muchacha, delicada y frágil de mente, educada para una cosa muy diferente a lo que se encontró, utilizada por unos y por otros para satisfacer los intereses de cada uno y amada y repudiada a la vez por un marido de vida alegre y fortísimas ambiciones. Incluso, traicionada por su propio padre, Fernando el Católico, uno de los personajes más retorcidos que ha dado nuestra Historia, y, probablemente, uno de los que menos merece el sobrenombre que le fue adjudicado. Pero como en aquella época, matar moros era muy de buen crisitiano, ahí que le fue concedido por mor de la reconquista del reino de Granada. Aunque este es otro tema que no viene al caso.
Lo que me propongo con esta serie de articulos que viene a continuación es limpiar un poco la imagen de Doña Juana. Su locura es evidente, eso no se va a poner en duda en ningún momento, pero es profundamente injusto que se trate de uno de los personajes de nuestra Historia de los que más nos reimos. Doña Juana fue una desgraciada, una mujer que vivió un tormento de esos que ninguno de nosotros desearía ni a nuestros peores enemigos. Una vida que tuvo que ser esplendorosa, pero que fue destrozada por las ambiciones de personajes sin escrúpulos y que, al contrario que ella, sí que han sido respetados y admirados en la posteridad. Una vida que merece lágrimas, no risas.
Si consigo que uno solo de los que lean esto cambie unas por otras, habré cumplido con el objetivo de esta nueva serie.
4 comentarios:
Rafa,me ha gustado mucho, esperamos el capítulo II.
saludos. canosito.
Saludos.
Espero ansioso la continuación. No obstante y aunque seguro que lo conoces, búscate la obra de Manuel Fernández Álvarez "Juana la Loca: la cautiva de Tordesillas".
Es muy elocuente y dá una imagen más real de la muchacha.
Muchacha, por otra parte, mucho más culta de lo que se suele contar.
Pues eso, que espero lo que ha de llegar.
Un abrazo y cuídate.
Magnífico, Rafa, magnífico.
Cuando la reina Juana llevaba más de una década de "cautiverio" hubo un momento que dio muestras de una sensatez y prudencia política que para sí la hubieran querido algunos monarcas cuerdos de la época. Fue durante la rebelión de los comuneros que se oponían a la corte extranjera que introdujo Carlos.
Aprovechando la ausencia de Carlos, los Comuneros le ofrecieron a Juana la Corona de Castilla. La reina los recibió y todos quedaron pasmados de su prudente reacción. "...y cuando yo supe de los extranjeros que entraron en Castilla, pesome mucho y maravillome mucho de vos...y yo no me opuse a ello porque ni allá ni acá facieron mal a Castilla ni a mis hijos"
Un fuerte abrazo y mis felicitaciones de nuevo
@Canosito
Gracias, amigo. Calculo que irán cayendo uno por semana.
@Jose Manuel Ariza
Ya lo hemos hablado. Don Manuel es el guía los pasos de esta historia que voy a contar.
@Marcu
Cierto, amigo. Ya mencioné ese episodio de pasada cuando escribí sobre el día de Castilla y León y la derrota de los comuneros.
Salvando las distancias, podemos hacer un símil futbolístico. Para triunfar en el fútbol hay que jugar bien al fútbol, eso es evidente. Pero no es lo único. A veces, ni siquiera lo más importante. Tener la cabecita bien amueblada, o no, hace que jugadores peores triunfen y otros mejores fracasen. Juan tenía condiciones para ser una buena reina. Y lo demostró en más de una ocasión. Pero eso no es suficiente. Es como un buen futbolista que fracasa porque no tiene la cabeza preparada para la presión.
Por cierto, que su hijo Carlos le agradeció su lealtad y nunca firmó un papel relativo a Castilla en el que no estuviera el nombre de los dos. El rey y la reina. Juana y Carlos.
Muchas gracias a todos, un abrazo.
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