Permitidme que empiece esta entrada con una historia que me ocurrió cuando era niño. Corría el año 1984, y yo tenía 9 años. El colegio en el que estudiaba organizó una “excursión” (así lo llamábamos) para visitar el Ramón Sánchez Pizjuán (yo estudiaba en un muy buen colegio, como podéis ver), y una mañana, todos los compañeros de clase y un profesor nos desplazamos al coliseo para conocerlo por dentro. No ya las gradas, que esas ya las conocía, sino las entrañas, lo que no se puede visitar como espectador, incluso pudimos pisar el césped. Imaginaos la emoción de aquellos críos. Yo creo que algún incipiente bético de mi clase se pasó al otro bando ipso facto.
Como anécdota, recuerdo que un recién retirado Pablo Blanco fue el representante del club que nos guió en la visita y, en un momento dado, este que escribe, haciendo gala de la ingenuidad propia de una persona de la edad que tenía, le eché valor y me atreví a preguntar al ex – capitán:
- ¿Y por qué te retiraste del fútbol?
Pablo Blanco se echó a reír, al igual que el resto de personas mayores que en esos momentos estaban con nosotros, mientras yo no entendía qué de gracioso tenía la pregunta que acababa de hacer. Entonces, el ex – futbolista me miró con cariño, y sin quitar la sonrisa de los labios, me contestó.
- Yo me retiré, niño. A mi me retiraron.
En esos momentos no entendí esa respuesta. Con los años, y aun sin estar seguro de en qué condiciones se retiró Pablo Blanco, creo comprender que el entrenador de turno le diría que no iba a contar mucho con él (en aquella época los centrales titulares del Sevilla eran nada menos que Antonio Álvarez y Ricardo Serna), y el futbolista decidió retirarse y quedarse a trabajar en el club de su vida.
Aparte de anécdotas, la visita fue una gozada. Vimos las oficinas, bajamos al césped y jugamos un partidillo, nos enseñaron la sala de trofeos (con los trofeos que entonces había, que vaya envidia les tengo a los niños de hoy día) conocimos a algún que otro futbolista, y hasta a don Juan Arza, que andaba por allí. Lo recuerdo como si fuera ayer. Es de esas cosas que se te quedan grabadas en la mente para siempre. Y aún conservo una especie de reliquia que me fue entregada aquel día: un ejemplar de una revista que el club publicaba en la época, y que se llamaba “Sevillismo” (era en blanco y negro, salvo la portada, el la que la palabra “Sevillismo estaba en rojo, y las fotos de la misma en sepia. Dios, que viejo me estoy sintiendo en estos momentos). En la revista, entre otras cosas, había un reportaje amplísimo de la última hazaña del Sevilla. La sensacional victoria por 4-1 contra el PAOK de Salónica en la Copa de la UEFA. Uno de esos partidos que pasó a la historia de la entidad, y que ha quedado ensombrecido por los éxitos de estos últimos años. Era la época de Buyo (la primera camiseta del Sevilla que yo tuve fue la de Buyo, esa negra con las rayas rojas en el lateral), Alvarez, Serna, Francisco, Montero, Santi, Magdaleno, López, Pintinho…. De hecho, aún me sé de memoria el equipo titular: Buyo, Nimo, Serna, Alvarez, Rivas, Francisco, Montero, Pintinho, Santi, Magdaleno y López. También era una buena época para el Sevilla At. Francisco, Serna, Choya, Ruda o Moisés acababan de subir (Manolo Cardo era el técnico del primer equipo), y pronto lo harían Jiménez, Ramón, Rafa Paz… ¡Qué recuerdos!
Esta historia viene a cuento porque el siguiente rival del Sevilla en aquella UEFA fue el Kaiserlautern alemán, un club del que yo nunca había oído hablar en mi corta vida, y al que le ganamos por 1-0 en la ida en el Sánchez Pizjuán. Luego tocaba la vuelta, en Alemania, y allí nos metieron un soberano 4-0 que nos mandó pa casa casi sin darnos cuenta de donde estábamos de pie. Y anoche, viendo al Sevilla ganar como un grande al Sttutgart en Alemania (el Sttutgart de hoy tiene más o menos el nivel del Kaiserlautern del 84), no pude evitar acordarme de aquella historia, de aquel partido, y exclamar para mis adentros eso de “¡cómo hemos cambiado!” Para bien, claro.
Alemania ha sido tradicionalmente terreno vedado para los clubes españoles… y no españoles en general. Cada vez que uno de los grandes tiene que jugar allí, los comentarios son los mismos: “qué pocas veces hemos ganado allí”, “qué difícil es jugar en Alemania”, alguien dijo una vez que “el fútbol lo juegan once contra once, y siempre ganan los alemanes”. Desde aquel Kaiserlautern que me dejó conmocionado, pasando por el Hamburgo de mediados de los 80, el Borussia Dortmund que ganó alguna que otra Copa de Europa en los 90, el Werder Bremen, el Bayern Munich, por supuesto…, el Schalke 04 que ganó la UEFA hace no tanto, lo equipos alemanes suelen ser dificilísimos de batir. Otra de las historias futbolísticas de los alemanes que me impresionó fue la final de la UEFA del 88. De aquella se jugaba a doble partido, y la disputaban el Español y el Bayern Leverkusen. Los pericos ganaron en Sarriá la ida por 3-0. Y los alemanes le dieron la vuelta a la situación… en Alemania. Ganaron por 3-0 también, y se cargaron en los penalties a unos españolistas hundidos moralmente porque lo pasaron realmente mal en aquel partido.
No hablo de uno o dos equipos alemanes. Hablo de un montón de ellos. Todos en general suelen ser complicadísimos, y mucho más a nivel de Liga de Campeones. Bueno, pues el Sevilla ganó ayer por 1-3 en Alemania.
Ya hay por ahí quien dice que no jugamos bien, que ganamos a balón parado, que ellos dominaron, que si no fuera por el error de Lehmann otra cosa hubiera pasado, que los primeros 20 minutos fueron de infarto, que los últimos 20 también… basta ya por favor. Basta ya de menospreciar y despreciar a los rivales. Basta ya de inventarse excusas para quitarnos méritos.
El Sevilla se plantó ayer en Alemania (en Alemania, no olvidemos), sin Palop, sin Konko, sin Fazio, sin Renato, sin Escudé, sin Negredo… casi sin Adriano (se retiró a la media hora, lesionado), casi sin Luis Fabiano (que el primer tiempo lo jugó andando, y en el segundo ni salió) casi sin Kanouté (porque Kanouté no está del todo, que si estuviera nos hubiéramos puesto con 0-5, que eso sí que sería para tirarse por la ventana y morir feliz). El Sttutgart jugaba en casa el partido más importante de lo que llevan de temporada, en el que se decidía si aspiraban a clasificarse con cierta soltura, o pasaban a sufrir fatiguitas en la segunda vuelta de la liguilla. El campo se llenó, y los locales apretaron de lo lindo. Un equipo fuerte, disciplinado y táctico. Un equipo con la calidad suficiente como para disputarle el año pasado la Bundesliga hasta el último partido al Bayern Munich de Kahn, Ribery o Schweinsteiger, y a otros cuatro equipos más. Un equipo con jugadores como Lehmann, Tasci, Boulharouz, Bokka, Osorio, Khedira, Hleb, Hitzlsperger, Cacau, Progrebniak… vale que tú, experto, o no los conozcas, o apenas sepas de ellos, pero eso no quiere decir que no existan, o que sean malos. Que sí, que ya, que el Sttutgart no es el Manchester o el Chelsea, pero tampoco es el Rubin Kazan, y ya vemos las cosas que pasan cuando se desprecian a los rivales.
Es que uno se cansa de estas cosas. Ahora resulta que la victoria en Glasgow queda devaluada porque el Unirea ha hecho allí lo mismo que nosotros. Pues yo digo que esa victoria queda igual de devaluada como apreciada la que conseguimos contra los rumanos, ¿no? Porque a esos rumanos que decían de ellos que eran unos aficionados que jugaban en el patio de un colegio, y por eso no podían disputar la Champions en su campo, resulta que sólo el Sevilla ha sido capaz de ganarles. Viva el menosprecio.
Ya está bien, hombre. Ya está bien. El Sevilla está haciendo historia.
HISTORIA, señores.
Y hay por ahí tipos que se dedican a analizar la conveniencia del cambio de Luis Fabiano por Duscher, la suerte que tuvimos de no encajar un gol al principio del partido, el estado de forma de Kanouté, el porcentaje de posesión del balón, que fue favorable a los alemanes, o la alineación de los planetas en el minuto exacto en que se produjo el fallo de Lehmann. Que la jugada de Perotti hay que hacerla, y a ese balón que llegó Navas hay que llegar, después de estar donde hay que estar, y de ganarle la posición a ese defensa costamarfileño llamado Bokka, que es muy bueno, muy rápido y muy fuerte… aunque tú, experto, no lo conozcas de nada, y lo menosprecies como lo haces.
El Sttutgart dominó el partido. Cierto. ¿Y qué? El partido era en su estadio, se lo jugaban casi todo, son alemanes… pero les ganamos.
El Sevilla no fue capaz de imponer su estilo y arrasar. Cierto. ¿Y qué? ¿Acaso se puede hacer eso siempre?
El cambio de Luis Fabiano por Duscher fue defensivo. Cierto. ¿Y qué? Si ese cambio lo hace Cruyff, Mourinho, Wenger, o el traidor, dirían que vaya genios estrategas que leen el fútbol mejor que nadie. Pero como lo hace el cateto de Arahal… ¡Ay, Dios! ¿Quién es el cateto aquí? Y que conste que a mi ese cambio no me gustó nada.
El Sevilla ganó a lo grande. Como lo hacen los grandes. Luchando, peleando, zafándose, sin perderle la cara a un partido dificilísimo. Sufrió, pasó fatigas, incluso tuvo un poco de suerte y gozó alguna que otra ayuda arbitral (el segundo gol de Squilachi es en fuera de juego). Pero también es cierto que nos pusimos con 0-3 (no fue una victoria rácana y por la mínima), el gol de ellos fue de falta directa e imparable (de otra manera les fue imposible marcar), y que con Kanouté en plenitud nos habríamos puesto con 0-5. Esto es mucho, señores.
Y tengo que reconocer que el Sevilla ayer no me gustó. Y el cambio de Luis Fabiano, ya digo, tampoco. Y la actitud de algún que otro jugador (e.g. el propio Luis Fabiano), tampoco. Hay que mejorar fallos. Hay que seguir creciendo. Hay que hacer muchas cosas y no dormirse en la autocomplacencia. Pero también hay que reconocer el enorme mérito que tiene lo que llevamos hecho.
Yo no hago más que acordarme de aquel Kaiserlautern 4 – Sevilla 0. ¡Cómo hemos cambiado! Hoy es un día para disfrutar como enanos de un momento histórico, no para perderse en detalles, críticas y comentarios. Ya habrá tiempo para eso.
Ahora mismo, no nos privéis del gustazo.
JORNADA XVI: Emoción, rivalidad… ¡Empates!
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Igualdad máxima e insulsos empates por doquier, que vaya mierda, con qué
cara te vas de este punto no me vale para nada
Hace 47 minutos
4 comentarios:
magnífico, como siempre crack, el gustazo es mio al leer estas cosas, la verdad es que me has recordado a mi hace ahora como unos 6 o 7 años ( no me acuerdo muy bien )
En mi colegio hicieron una visita al pizjuan, partido Sevilla-Villarreal, 2-0 jugaba carlitos etc etc
que recuerdos !
p: totalmente deacuerdo
@J. Antonio
Muchas gracias. Todos tenemos recuerdos, está claro. Unos más antiguos que otros. Pero lo que nadie me puede negar es que muy, muy pocos pueden recordar una época mejor que esta. Ese es el quid de la cuestión. El tema sobre el que he escrito este post.
Un abrazo
Saludos.
Muy bien.
Yo no puedo contar recuerdos como ése porque jamás me llevaron al Estadio siendo niño: vivía muy lejos y en aquella época -en la prehistoria- no se hacían ése tipo de excursiones.
Un matiz estando de acuerdo en tu crónica: la salida de Duscher, pienso, no fué un movimiento defensivo. En absoluto. Por el contrario, estoy convencido de que Manolo lo saca para cubrir los huecos tan grandes que estábamos dejando en la zona central y que les permitía construir todo a los alemanes.
Cuando ésos huecos se llenaron de argentino, la cosa cambió radicalmente y el Sevilla domina, construye y ataca.
Es una apreciación personal, por supuesto.
Cuídate.
@J.M. Ariza
El cambio de Luis Fabiano por Duscher demostró ser perfecto después, pero cuando vi que lo hacía no me gustó. Me pareció como si volviéramos otra vez a la época en la que, ya que ganamos por 1-0, echémonos atrás y aguantemos como podamos. Una época que considero que tenemos superada.
Luego, claro, me di cuenta de lo necesario que era hacerlo. Es por estas cosas que yo trato de ser humilde en mis opiniones. Como en todo en la vida, por mucho que creas que sabes de algo, siempre hay alguien que te supera. Y en fútbol, ya ves, mucho más.
Un saludo
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