Tengo un compañero de trabajo que es malagueño, aunque se declara seguidor del Barcelona. Pero no un simple simpatizante que se alegra de forma relajada de las victorias del club catalán, sino un auténtico forofo de aire que raya lo enfermizo y que además se permite el lujo de restregarte por la cara cualquier tipo de éxito obtenido por los culés. Como si su nombre fuera Joan, y su apellido Laporta (o Gaspart, que lo mismo me da). Como si su padre fuera natural de un pequeño pueblo de la provincia de Barcelona, y su madre la nieta de unos emigrantes andaluces de origen malagueño. Como si se hubiera criado en el catalismo más recalcitrante, y el azul y el grana fuesen los colores que decoraron su residencia familiar durante décadas. Como si su abuelo tuviese uno de los diez primeros carnets del Barça, y recordase como si fuera ayer la época de Kubala, Ramallets o Luis Suárez. Algo tremendo, de verdad.
A mi particularmente esa actitud me parece patética, sobre todo cuando se trata de un aficionado malagueño, de Málaga de toda la vida, el cual, que yo sepa, no se lleva nada por las victorias de su admirado equipo. Por supuesto, este es de los que, cuando el Sevilla juega en la capital de la Costa del Sol, es el primero en acribillar a insultos a nuestros aficionados. Él no lo reconoce abiertamente, pero yo sé que lo hace. Sin embargo, cuando es el Barça el equipo que juega en La Rosaleda, se une a los azulgrana, en contra de los aficionados del equipo de su ciudad.
Yo le suelo decir que no entiendo cómo es posible que, siendo de Málaga, sea hincha del Barcelona, a lo que él me responde, con cierto tono desdeñoso, y claramente a la defensiva, que cada uno puede ser del equipo que le de la gana. Y ante ese argumento, yo tengo clara la contestación. En ese momento yo alzo en mentón, pongo gesto de orgullo, de altanería podría decir, y me limito a decirle simplemente lo siguiente:
“Yo soy del equipo de mi tierra”
Y me quedo tan ancho.
No me estoy metiendo con la afición del Málaga. Más bien es justo lo contrario. Me pregunto cómo se sentirán estos hinchas blanquiazules cuando sus propios conciudadanos animan al equipo rival en su propio estadio. Yo tengo una anécdota que contar al respecto, con la cual me hago una idea de lo que tiene que ser eso. Corría el año 2003, y el Sevilla de Caparrós recibía al Real Madrid. Aquel partido se jugó en el Estadio de La Cartuja, seguro que todos lo recordáis. Maldita la hora que se le ocurrió al que fuera hacerlo así. Yo de aquella vivía muy lejos Sevilla (eran mis años de destierro laboral), pero por razones que no vienen a cuento me encontraba en mi ciudad, y aproveché para ir al partido con mi señora esposa (que por entonces sólo era mi querida novia). Me cobraron una barbaridad por la entrada, cosa que comprendo, como más tarde explicaré. Salimos de casa dos horas antes del partido, y llegamos tarde al mismo por culpa del apoteósico caos de tráfico que se organizó en los alrededores del estadio. Pero una vez sentado en mi localidad todo se me olvidó, porque era el Sevilla el que estaba jugando. Si ya de por si el orgullo y el sentimiento es enorme, no os digo nada hasta qué punto se eleva cuando vives tan lejos de aquí. Los pelos de punta.
Aquel Madrid era muy superior a aquel Sevilla, pero nuestro equipo les plantó cara, cómo no, el técnico era Caparrós. Sin embargo, no tardó en llegar el zarpazo merengue, y los de la capital marcaron el primer gol. Para mi fue una decepción enorme, pero nada comparado con lo que vi a mi alrededor. Para mi estupor, una enorme cantidad de personas se levantó de un salto, y a voz en grito celebraron como posesos el tanto marcado por no me acuerdo bien (creo que fue Ronaldo… Nazario, no Cristiano) A partir de aquel momento el partido se convirtió en una tortura para mi. Me encontraba en un estadio extraño, rodeado de andaluces aficionados al Madrid (los grandes catetos madridistas), que animaban de forma lamentable al equipo visitante, y que me miraban por encima del hombro, como si ellos fueran más que yo por ser madridistas y yo sevillón. Valientes desgraciados. Para colmo, el Sevilla perdió por 1-3, y tuve que salir de aquel infierno con las orejas gachas y la cartera vacía, que así de cara fue la entrada.
En aquella época el Sevilla no tenia 40.000 socios, sino unos 25.000, y el estadio de La Cartuja tiene un aforo superior al Sánchez Pizjuán, con lo que la presencia de sevillistas y madridistas era bastante equilibrada. Claro que ese era el objetivo de aquella directiva. Con un club arruinado, se buscaba un fuerte ingreso económico gracias al elevadísimo precio que pagaron por las entradas los catetos madridistas y los pobres emigrantes como yo. Afortunadamente eso no se ha vuelto a repetir. Eso sí, cada vez que Madrid o Barça vienen, los precios de las entradas para los no socios son desorbitados. Y a mi me parece muy bien. Si alguien va a nuestro templo a animar al rival, que pase por caja y que se deje desplumar primero. Y si se quejan pues les cobramos más, para que se quejen con más razón si cabe.
Eso también pasa en Málaga, como se queja mi compañero, y yo lo entiendo perfectamente. Maldita gracia le hará al malaguista de toda la vida (que los hay pocos, pero los hay), que se le llene el estadio de animadores del rival. Ellos que han soportado a su club en penurias, en Segunda, en Tercera, desaparecido y renacido, siempre al pie del cañón. Qué pena da eso. Porque nosotros los sevillistas nos quejamos del trato que se nos dispensa por parte de los medios de comunicación, pero al menos paseamos con orgullo la fortaleza de nuestra afición. En Sevilla apenas hay madridistas o barcelonistas. Recuerdo cómo se quejaba un conocido forastero que tuvo que pasar en Sevilla un fin de semana, y alucinó porque en ningún bar echaban el partido del Madrid.
- En cualquier ciudad de España lo echarían – Me decía
- Es que esta no es cualquier ciudad – Fue mi evidente respuesta.
Ya escribí algo así hace poco, pero no me queda más remedio que repetirlo. Los medios de comunicación se están cargando el fútbol español con ese afán por el bipolarismo. Si las aficiones de equipos como el Sevilla, el Valencia, el Athletic… incluso del Atlético de Madrid (aunque estos tienen un poco menos de razón) se quejan del trato que tienen por parte de estos medios…, ¿qué no podrán decir los aficionados de equipos más pequeños o menos históricos como el Valladolid, el Mallorca, o el propio Málaga? Estos tienen sus ciudades plagadas de catetos madridistas y acomplejados barcelonistas. Y sus estadios se llenan de conciudadanos animando al rival cuando alguno de los dos grandes les visitan. ¿Y qué decir de esos equipos que están en Segunda, para colmo, como el Celta, el Castellón, el Hércules o el Murcia? Si ya estando en Primera pasan cosas como las de Málaga, imaginaos estando en Segunda. ¡Qué cosa más triste!
En un país que presume de ser de izquierdas, en lo futbolístico se favorece al rico a costa del pobre de una forma dramática. La campaña de marketing a favor de los dos grandes está comiendo el cerebro cada vez a más gente. Me preocupan los niños, las nuevas generaciones. ¿Cuántos hijos de esos malaguistas, racinguistas o murcianistas de pro acabarán animando al Madrid o al Barça, para desesperación de sus padres? Si la moda es ser Cristiano Ronaldo o Zlatan Ibrahimovic, ¿a quién van admirar esos niños? ¿Quién va a ser su ídolo? ¿Qué jugador del Mallorca, del Celta o del Numancia puede asumir ese rol? Afortunadamente aquí en Sevilla tenemos un equipo grande, y podremos resistir, pero ¿por cuánto tiempo? Porque yo educaré a mi hijo en sevillista, está claro, pero es que, cuando mi hijo vaya al colegio, es posible que la niña más guapa de la clase sea de padre cateto madridista. Y mi hijo querrá impresionarla, así lo espero de él. ¿Y si esa niña sólo se deja impresionar por la camiseta del Kaká de turno? Para mi sería dramático que mi niño viniera pidiendo por Reyes la camiseta del Kaká de turno. No sé que haría, pero comprársela seguro que no.
Todo esto que parece una tontería puede llegar a ocurrir, es lo que pretenden con tanto bombardeo informativo. Y me preocupa, claro que sí. Porque de tanto exprimir la gallina de los huevos de oro van a acabar por destrozarla. Y entonces, cuando los clubes españoles sean tan flojos que los dos grandes les ganen siempre con la gorra, la liga perderá competitividad, y estos grandes se juntarán con otros grandes de otros países para inventarse una Súper Liga Europea (no me invento nada, ya se ha hablado de eso). Y ese será el fin para los equipos que no entren en la misma, y por ende del fútbol a nivel nacional.
Llamadme agorero, o catastrofista, o exagerado. Pero esto está empezando a ocurrir. ¿Cuántos partidos han perdido los grandes? ¿Contra quien? Al menos hay un equipo que les aguanta el ritmo. Y, gracias a Dios, es el Sevilla. Seguramente por eso la niña más guapa de la clase de mi hijo será sevillista, y este me pedirá para Reyes la camiseta del Kanouté de turno, la cual le compraré de mil amores y con los ojos cerrados.
A ver cuánto aguantamos.
JORNADA XVI: Emoción, rivalidad… ¡Empates!
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Igualdad máxima e insulsos empates por doquier, que vaya mierda, con qué
cara te vas de este punto no me vale para nada
Hace 22 minutos
6 comentarios:
buenass !!
comentarte que ya está reabierto el blog !! dios, que diitas de codigos y demás !
un abrazo crack !
Bueno, de hecho el Sevilla fue el tercer equipo español invitado a la tal Super-Liga, el tercero de tres, por delante de los propios Valencia y Atlético de Madrid. Si de los ciudadanos españoles hubiera dependido, no hubiera sido así, pero dependía de los clubes extranjeros, que saben que el Sevilla ahora es mejor.
El otro día leí un artículo de un profesor bético de instituto que contaba como en sus clases la proporción de niños béticos estaba bajando escandalosamente a favor no del Real Madrid sino del propio Sevilla.
El otro día hubo en el Ramón Sánchez Pizjuán menos madridistas que nunca.
Parece que de momento estamos libres del virus.
A ver cuanto aguantamos.
Un abrazo.
@J. Antonio
A ver con qué nos sorprendes esta vez
@Gol Sur Tribuna Alta
Eso que dices de la proporción de béticos y sevillistas ya lo había escuchado yo hace un tiempo. Pero ya sabes, los niños que aún no han desarrollado un sentimiento van con quien les reporta prestigio, o sea el que gana.
El Sevilla tiene que seguir ganando para que aguantemos. Sólo espero que aguantemos lo sufuciente para no caer antes de que algún lumbrera de Madrid se le encienda una luz y se de cuenta de que sin rivales fuertes no hay grandes equipos.
Un abrazo
Muy Buenas.
No puedo estar mnás de acuerdo en cada una de las palabras que aquí escribes.
Particularmente, me toca muy de cerca esto que comentas (mi novia, es del Real Madrid a pesar de ser de un pueblo de Cadiz, haberjugado en equipos de Jerez y defender la camiseta del Sevilla FC, el de nuestros amores, el año pasado).
Esto que dices....no es mas que la triste realidad.
Con tu permiso, voy a imprimir este post porque realmente ha supuesto mucho para mí.
Viva el Sevilla Fútbol Club!
@Marti 18
Bienvenido, y gracias por el comentario.
Me alegro que te haya gustado el post. Yo también tengo familia y amigos de diferentes lugares, y esto que digo lo palpo continuamente, y cada vez más. Muchos dicen que como en sus ciudades no hay equipos de primera (Huesca, León...), pues animan a un equipo de primera. Pero claro, siempre es el Madrid o el Barça, ningún otro. Y eso lo fomentan los medios y los que mandan, sin importarles el riesgo de que todo estalle por los aires.
En fin, es lo que hay. Me alegro de verte por aquí, y espero que repitas visita.
Saludos.
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