Anda el sevillismo dividido desde hace ya bastante tiempo, a cuenta de un equipo que, por mucho que vaya cumpliendo sus objetivos, no deja de dar la impresión de poder dar bastante más de si. Unos le echan la culpa al entrenador, y otros a multitud de factores que van teniendo lugar, y que sin duda influyen, aunque, como en todo, nadie tiene la verdad absoluta, pero todos un poco de razón.
Que Jiménez no está sacando todo el partido posible a esta plantilla es algo evidente. No ya en estas últimas semanas, en que las excusas son indiscutibles, pero sí en otros momentos. La temporada pasada se cayó en UEFA demasiado pronto, se dejó de ir una final de Copa que teníamos encarrilada, y en liga, una mala racha incomprensible en el último tercio casi nos cuesta un tercer puesto que teníamos casi asegurado a falta de bastantes partidos para el final.
Tras las primeras diez jornadas de esta temporada se nos daba como candidatos a todo, pero una también incomprensible mala racha de resultados, sobre todo en casa, nos ha dejado descabalgados. Y esa mala racha se inició con buena parte de la plantilla disponible. Luego, se unió con ese momento de la temporada que todos temíamos, que veíamos venir desde el principio, y en el que las excusas son comprensibles. Pero se inició antes de poder justificarla con estas excusas. Y el resultado es el que es, no hay otra. Ahí andamos, sextos en la liga, cuando nuestra posición natural (palabras de Del Nido de hace no tanto) debía ser mucho más alta.
Esto es innegable, imposible de rebatir, la verdad y la realidad. Por muchos motivos que se argumenten, es lo que hay. No podemos mirar para otro lado. No se trata de ser ambiciosos o conformistas. Se trata simplemente de describir lo que ha pasado, sin ir más allá en ningún aspecto.
Pero quedarse aquí no vale para nada. La temporada ha llegado a su ecuador. Tiempo suficiente para ir analizando cosas, como acabo de hacer. Y la conclusión es evidente. El equipo está mal. Sea como sea, se diga como se diga, está mal. No es una catástrofe ni un drama. No hemos perdido nada, todo está en nuestra mano. Seguimos vivos en todo, salvo en la pelea por un título de liga que yo nunca creí que estuviera a nuestro alcance. En ese sentido, y en consonancia con esto último, repito. Todo a lo que podemos aspirar está en nuestra mano.
E igual que la mitad de la temporada es tiempo suficiente para sacar conclusiones y hacer análisis, también lo es para convencerse de que todo está por hacer. De que estamos a tiempo. Y aquí entra la pregunta que hago en la cabecera.
¿Y ahora, qué?
Sí, sevillista, ¿y ahora qué? Me refiero a los sevillistas de corazón, sea lo que sea lo que opinen. Sean de los que ambicionan mucho más, o de los que ven bien lo que se está haciendo. De los que critican o de los que no ven motivo para hacerlo con tanta vehemencia. Esos sevillistas que desde su posición y su opinión, diferente, diversa, respetuosa y sobre todo constructiva, quieren lo mejor para su equipo. Los demás, los otros, esos pocos (muy pocos) que todos sabemos no merecen mi atención. A esos no me dirijo. Esos no están en mi onda. Paso de ellos.
¿Y ahora qué?
Porque el próximo fin de semana, con permiso del Deportivo a quien no mencionaré demasiado porque la vuelta de la eliminatoria de Copa debe ser un trámite (otra cosa sería un escándalo), recibimos al Valencia, nuestro gran rival, el auténtico, el genuino, con el que nos partiremos la cara (previsiblemente) por el tercer puesto. Si ganamos al Valencia, algo que hemos hecho con frecuencia en los últimos años (siempre, menos cuando nos expulsaron a alguien), nos ponemos a tres puntos del tercer puesto. Y si el resultado es bueno, con el goal average a favor.
Detengámonos un poco en este punto. Hablo de que, después de la sangría de puntos en casa, tan escandalosa como inadmisible, después de la indecente racha de lesionados, después de
¿Qué vamos a hacer a partir de ahora? Porque si el equipo está a tiempo de conseguirlo todo, también lo está la afición. ¿Qué postura vamos a adoptar? Los habrá que piensen que es el momento de animar a muerte, para conseguir recuperar lo que hemos perdido. Y también, por supuesto, los que digan que el entrenador ha perdido su crédito, y que es ahora cuando habría que cambiarlo. Ahora que el que viniera tendría tiempo de enderezar las cosas. Claro que, como decía en mi post anterior, a mi no se me ocurre quien puede venir que mejore lo hecho por Jiménez. Obviando el hecho de que los mejores entrenadores tienen un caché que el Sevilla no puede, o no quiere, soportar (que ya es mucho obviar), esos mejores entrenadores están ya contratados. Los que hay libres son los que nadie quiere (por caros o por malos, por ejemplo Juande Ramos o Ronald Koeman), o los que han sido destituidos por haber fracasado en sus equipos (por ejemplo, Marcelino). O también los que fueron buenos, pero ya andan un poco pasados (por ejemplo, Luis Aragonés). ¿De verdad nos merece la pena el riesgo? Habrá quien piense que sí, y también todo lo contrario, como por ejemplo yo.
Sea como sea, parece claro que la directiva no se plantea un cambio en el banquillo, con lo que tendremos que pensar qué vamos a hacer, teniendo en cuenta que Jiménez va a seguir ahí, salvo hecatombe que nadie desea. ¿O sí hay quien la desea? Porque yo he escuchado por ahí a alguien diciendo que si perdemos contra el Valencia, y luego también con el Zaragoza, la situación sería ya sí dramática, lo cual podría forzar a Del Nido a cargarse a Jiménez, y aún quedaría tiempo para enderezar el rumbo con un nuevo entrenador. A mi estos planteamientos me superan. Desear que pierda el Sevilla para así poder obligar al club a cambiar de técnico es lo que piensan esos a los que no me dirijo. Esos de los que paso. Los hay, eh, os lo aseguro. Dicen que eso no es desear el mal para el Sevilla, sino aceptar unos malos resultados en busca de un bien mayor más a largo plazo. Pero esas cosas a mi no se me pasan por la cabeza. Eso yo no lo acepto. Paso de eso. Los que así piensan no merecen mi atención.
Y respecto al resto, a los demás, a la mayoría del sevillismo, ¿qué vamos a hacer a partir de ahora.
Podemos seguir dando palos al entrenador y a la directiva que lo mantiene. Podemos seguir diciendo que no vale, que no sabe hacer jugar a los jugadores ni hacer cambios. Podemos quejarnos del “trivote”, del “bivote”, o directamente del “vote”. Y por supuesto de que el equipo no sabe crear juego en el medio del campo y abusa del patadón. También podemos meternos con el cuerpo médico, culpándoles de las repetidas lesiones de los futbolistas, o responsabilizar de eso también a Jiménez, porque les carga de trabajo de un modo desproporcionado. Protestemos también contra Monchi, por no haber planificado bien la temporada, por no haber previsto las bajas en enero, por no haber fichado en el mercado invernal, o por haberse gastado doce millones en Koné. Incluso la podemos tomar con ciertos futbolistas, no sé, con Fernando Navarro por sus errores, o con Duscher, que está claro que no vale para el Sevilla (dicen algunos), o con Capel porque no levanta la cabeza cuando corre, o con Acosta y Fazio por no recuperarse de sus lesiones, o directamente echar las culpas del mal juego del equipo a Romaric, porque está gordo. Podemos hablar de la prepotencia de Del Nido (qué tema más manido), o de que lo del sombrero es una ridiculez. Y también marear la perdiz con la forma de repartir las entradas para la final de Copa, cuando aún no se ha dicho cómo se va a hacer el reparto, y cuando ni siquiera estamos clasificados ni para semifinales.
Por otro lado, podemos seguir poniendo excusas para todo. Podemos echar la culpa de los males del equipo a las lesiones, a los árbitros, al estado del terreno de juego, a tal o cual portero que nunca para nada salvo cuando juega contra nosotros, que lo para todo. Podemos decir que el entrenador es el mejor que hay porque es sevillista y nunca nos hará la de Juande. Podemos negar todas las críticas, y decir que los que las hacen buscan el mal para el Sevilla. Podemos incluso insultarlos, y plagar sus blogs de desagradables comentarios anónimos. (Esto también se hace en sentido inverso). Podemos decir que sí a todo lo que venga del club, y conformarnos con lo que hay. Podemos acordarnos continuamente de lo que éramos antes de los cinco títulos, y de lo poco que hace que nos arrastrábamos por los campos de Segunda, para dar gracias al cielo por estar como estamos. ¿Para qué queremos más? Ese conformismo sevillano tan típico, que nos hace creer que lo nuestro es insuperable, que lo de fuera no es para tanto, y que tantas veces nos ha llevado a una triste mediocridad.
Pero, pensándolo bien, ¿para qué sirve hacer una cosa u otra? ¿De verdad se llega a algún sitio de esa manera? Cuando el Valencia nos visite este fin de semana, ¿seguiremos enrocados en nuestras posiciones, y nos pondremos a discutir entre nosotros mismos? Dice el dicho que divide y vencerás. ¿Nos dividimos nosotros directamente, sin que el rival tenga que mover un dedo, y así le facilitamos la victoria?
En mi opinión, es el momento de dejarse de milongas. Ni Jiménez, ni no Jiménez. Ni lesiones ni mal juego. Todos a una. Estamos a tiempo de todo. DE TODO. Olvidemos por una vez nuestras cuitas, y aplastemos al Valencia este fin de semana. Que el jugador número doce del Sánchez Pizjuán juegue para el Sevilla, no para el rival. Pongámonos a tres puntos del tercero, superémosle en el goal average. Y a partir de ahí, animemos a muerte al equipo. Vamos a ganar
Y si Jiménez sigue porque se han cumplido los objetivos, pues sigamos animando al equipo, porque es nuestro equipo.
Y si Jiménez no sigue porque la directiva considera que a la plantilla se le puede sacar más rendimiento, pues lo mismo, pero con otro entrenador.
Pero no allanemos el camino de la victoria a nuestros rivales, con nuestras estériles luchas. No seamos imbéciles. Y menos este fin de semana. Cuando podemos reengancharnos a nuestro objetivo, y afrontar la segunda parte de la temporada con todos los frentes abiertos.
¿Es que no os hace ilusión?
A mí, una barbaridad.
4 comentarios:
AMEN........estoy contígo ,estoy con el Sevilla fc .....el de los jamones
Como se suele decir, en el centro está la virtud. Pero es que estamos en la peor ciudad del mundo para adoptar una posición media.
Yo ya he recibido algún "piropo" por insistir en la idea de que si la afición se vanagloria cuando provoca un infierno, cuando se pierde un partido cada palo tiene que aguantar su vela. Y eso que, siempre que voy a hablar sobre la afición del Sevilla, siempre pongo por delante que es (en general y con matices) la mejor del mundo.
El del Domingo es un partido de esos de cantar el himno y hacer el mosaico con bufandas, banderas, cigarros y cascaras de pipas si hace falta. Se que la afición podrá comprenderlo. Podremos comprenderlo, yo no me excluyo.
Cerramos la jornada, asi que un partido sin sobresaltos mañana, algún pinchazo de algún rival en uno de los partidos que se juegan antes, y un comienzo del Sevilla arrebatador con algún carrerón de Zokora, también podría ayudar a calentar el ambiente.
Además los jugadores están mentalizados. Tengo buenas vibraciones.
Un abrazo, y otro lujo de artículo, para variar.
Hola, buenas. Gracias por comentar en mi blog. Últimamente no puedo actualizar.
Por cierto, ¿eres socio de la Pepe Brand? No estoy segura. Pues si vas el sábado a la reunión, allí nos vemos. Saludos
@ ... el de los jamones
Gracias y bienvenido. Estoy seguro de que la inmensa mayoría del sevillismo piensa como tu
@ Gol Sur Tribuna Alta
Muchas gracias
Yo no discuto la valía de la afición. Sobre todo porque es de las pocas (muy pocas) que sigue ahí, al pie del cañón, cuando las cosas van mal. En Segunda teníamos muchos más socios que la mayoría de equipos de primera. Muy pocos igualan eso.
Pero, como he comentado en alguna ocasión, aún tenemos que asimilar el crecimiento del club, que ha sido demasiado rápido, y encontrar un nuevo equilibrio. Nuestro nuevo sitio en el mundo. Y este domingo hay que dejar de lado esa búsqueda para centrarnos en lo importante.
Si jugadores y afición conectan, ganamos fijo.
@Puerta 15
No soy socio de la Pepe Brand. Y no lo soy por cuestión de principios. Cuando uno se mete a hacer algo, debe ser con todas las consecuencias. Para mi no vale que mi nombre figure en una lista por figurar. Si yo fuera socio, lo sería para participar a tope en todas las actividades que se organizan.
Pero por desgracia, y como ya he comentado en ocasiones anteriores, tal y como tengo montada la vida (con cosas que no se eligen, pero que hay que afrontar), me es absolutamente imposible hacerlo, con lo que prefiero dejar el mérito que supone hacer algo tan grande como estais haciendo a los que de verdad lo estais haciendo.
Os admiro, y creo que estais haciendo historia. Y cuando me sea posible, seré el siguiente en apuntarse, para ocupar el sitio que los verdaderos pioneros considereis que corresponde a un recién llegado.
Un abrazo a todos, y muchas gracias por los comentarios
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