lunes, 18 de octubre de 2010

Que no se cachondeen más, por favor.

Después de ver el partido de anoche entre el Sporting y el Sevilla, hay una duda importante que asola mi mente.

Si el Sporting de Gijón juega siempre con esa intensidad tan desmedida...

Si sus delanteros son capaces de marcar esos goles tan espectaculares como inauditos con habitualidad...

Si su afición convierte El Molinón en una caldera como anoche, hasta el punto de presionar como bestias al árbitro hasta el último minuto, aun cuando iban ganando con comodidad desde hacía rato...

Si todo eso es así, ¿cómo es posible que el Sporting estuviera hasta ayer en puestos de descenso?

Evidentemente, eso no es así. No suele ser así de cotidiano. Y, entonces, ¿por qué estos equipitos se envalentonan de este modo contra el Sevilla. Algunos dicen que es porque los equipos pequeños se hiper motivan cuando juegan con los grandes. Y como el Sevilla es un grande, pues pasa lo que pasa. Bien. A mí me parece este un argumento muy romántico y muy bonito. Pero yo tengo otro un poco menos bucólico.

Lo más significativo de lo de ayer no fue que el Sevilla perdiera, sino que el Sporting jugara del modo en que lo hizo. Porque el Sporting nos pasó por encima haciendo un partido que no repetirá en mucho tiempo. Como les pasará a otros equipos contra los que nos enfrentemos. No siempre perderemos, pero nuestro rivales harán lo que el Sporting ayer por lo siguiente:

Los jugadores serán hiper motivados porque es muy fácil hiper motivar a los equipos que juegan contra el Sevilla. Si se tratase del Madrid, el Barça o el Atlético, se diria que están calentando el partido, o incitando al juego violento o quíen sabe qué otras cosas. Pero, contra el Sevilla, lo que se hace es motivar a los jugadores. Esto se llama utilizar el lenguaje de un modo perverso. Y las consecuencias las vimos ayer. Los equipos que juegan contra el Sevilla saben que pueden repartir leña a diestro y siniestro, que no pasa nada. Ni el árbitro se va a pasar con las faltas y las tarjetas, ni el juego sucio, hasta violento, va a tener la más mínima repercusión. Distinito es son Messi, Agüero o Cristiano, pero con el Sevilla se puede hacer, no hay problema.

En consecuencia, un jugador hiper motivado es capaz de hacer lo que no le sale cuando está alicaído. Por eso pasa lo que pasa y se encajan esos goles. Ni Sangoy ni Diego Castro volverán a marcar unos goles como los de ayer. Es más, suponiendo que los hijos de Sangoy y de Diego Castro se conviertan en futbolistas en el futuro y juntásemos las carreras de padres e hijos, tampoco así veríamos otros dos goles como los de ayer. Y mucho menos en un mismo partido. Eso es lo que pasa por hiper motivar a los jugadores. Por dejar que eso pase sin que haya consecuencias. Por permitir que se utilice el lenguaje de forma perversa en beneficio de unos y en perjuicio de otros.

Y, por último, una afición calentita hace lo que la afición del Sporting hizo anoche. Y no pasa nada. A ver, si hoy viniera el Diario Marca, a nivel nacional, transcribiendo lo que esas criaturas les gritaron a los jugadores sevillistas y cuantificando en euros y céntimos de euros el importe de la multa que debaría de caerle al club por el comportamiento de sus aficionados, pues otro gallo cantaría en la siguiente ocasión. Pero como eso no ocurre a no ser que se trate de los equipos protegidos de los medios nacionales, pues ancha es Castilla, dirán los asturianos. Contra el Sevilla, todo vale. Y así nos pasa en Gijón, y en Pamplona, y en Santander, y el Málaga, y en Almería... y... ¿sigo?

Y, claro, cuando nos cruzamos contra un equipo contra el Sporting, entrenado por un zorro de lo más listo como el tal Preciado, pues pasa lo que pasa. Y ojo que la semana que viene nos enfrentamos contra el zorro más listo de entre todos los zorros listos. El grandísimo don Joaquín Caparros con su Athletic de Bilbao. Gracias a Dios, jugamos en casa, con lo que uno de esos tres factores anteriores no se dará.

Insisto, el Sporting ayer nos ganó con todas las de la ley. Pero ayer quedó constancia de que el Sevilla tiene un problema importante. Y una vez solucionado lo del entrenador, bien se debería entrar a estudiar este otro. Vamos a ver, señores, ya vale de que se cachondeen de nosotros. Esto no puede ser. Lo de ayer no puede ser. Adulterar una competición no es sólo amañar partidos o comprar árbitros. Lo de ayer sólo les pasa a los equipos moñas y panolis que se dejan. Es como lo de esos chicos con los que se meten los demás en el recreo de los colegios. Contra los fuertes no se mete nadie. Contra los respetados, tampoco. Y si el Sevilla presume de ser fuerte y respetado, no puede permitir que ocurra lo que ocurre en Gijón, en Pamplona, en Málaga o en Almería.

Y si se permite, que nadie hable de equipo grande y respetado.

Los objetivos se consiguen rindiendo en el campo y trabajando en los despachos. Vamos bien, pero queremos mejorar, ¿no es cierto? Por eso se traspasó a Duscher (por ejemplo) para traer a Cigarini y a Guarente (por ejemplo) ¿no es cierto? Por eso se echó a Alvarez para poner a Manzano. Muy bien. Ese es el camino. Y, ahora, por favor, que alguien ponga remedio a esto otro, porque de esta forma se nos van un montón de puntos a lo largo de la temporada que, igual, podrían ser nuestros.

O igual no, pero que eso se demuestre en el campo y de buena lid.

No como lo de anoche.

1 comentario:

EL PAPI MAGASE dijo...

Pues si hermano esto hay que analizarlo friamente y ver desde donde se puede atajar un problema para darle solución y no tengamos una afición señera como la nuestra que ver este tipo de partidos,que se pueden perder,pero de otra forma,la de anoche por favor como tú acabas de decir,nunca más,te mando un abrazo crak,al menos creo que todos los sevillistas de verdad tenemos las cosas mas o menos claras,otra cosa es que los que deben de darle solución lo vean tan claro como nosotros.

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