lunes, 7 de noviembre de 2011

Un día cualquiera a pesar de todo

Para la mayoría de vosotros, hoy, 7 de noviembre, es un día cualquiera. Un lunes en el que hay que reincorporarse a la vida cotidiana después del fin de semana. Cada uno tendrá sus cosas que hacer, sus obligaciones, y las llevará a acabo sin pararse a pensar que posiblemente hoy sea un día especial para otros. Cuando ocurre una desgracia, y el tiempo parece detenerse para quien la padece, se llega a tener una cruel sensación de incomprensión al tiempo que uno puede incluso preguntarse por qué el mundo tiene la desfachatez de seguir adelante como si nada, después de pasar algo tan gordo como esa desgracia. Desgracia para el que la sufre, no para los demás. Es cruel, ya digo, y creo que todos hemos pasado alguna vez por algo parecido. 

Hoy, 7 de noviembre, es un día cualquiera para la mayoría de la gente. Pero también es el 13 aniversario de lo que en su día se llamó "el crimen de la movida". Ya hace trece años de aquello. No es una fecha redonda, no son los años de aniversario que normalmente se cogen para conmemorar o recordar un suceso o acontecimiento. Lo que pasa es que 13 años fue la condena que le cayó al asesino. Asesino que era menor cuando cometió el crimen, y al que le cayó la pena más dura posible para un menor. Ocho años de internamiento y cinco de libertad vigilada: trece. A partir de hoy, el asesino no tiene deudas pendientes con la justicia. Y sólo tiene 30 años. Toda la vida por delante.

¡Viva la justicia!

Seguramente os preguntaréis qué se me ha perdido a mí en un asunto como este. Es muy sencillo. Alejandro Méndez, la víctima de dicho crimen, a quien mataron con una cobarde puñalada en el corazón, era uno de mis mejores amigos. No me atrevo a decir el que más, ya que éramos cuatro casi inseparables y sería injusto olvidarme de los otros dos. Pero sin duda estaba en el nivel más alto de cercanía hacia mí de entre todas las personas del mundo. 

Para quien no lo recuerde, aquel crimen se cometió en noviembre de 1998 en los Jardines de Murillo. Fue un sábado por la noche. Recuerdo que, aquella misma tarde, Alejandro me llamó para quedar, como solíamos hacer los fines de semana, pero no lo hicimos. En aquellos tiempos yo andaba de ligoteos con una chavala y me había citado con ella. Después de lo ocurrido, no pude dejar de pensar que si hubiese ido, igual el suceso se habría evitado. En aquella época, la juventud se reunía en los Jardines de Murillo por las noches para hacer los típicos botellones, aunque a mí no me gustaba. Yo siempre solía pujar por ir a otros sitios. A veces me imponía y a veces no. Igual aquella noche me hubiese impuesto y hoy Alejandro estaría entre nosotros. O igual no, quién sabe. Igual habríamos ido y quien se llevase la puñalada hubiese sido yo. O no, no se puede saber, pero esa duda se ha quedado conmigo para siempre.   

Aquel crimen tuvo muchísima repercusión, algo semejante a la que hoy tiene el de Marta del Castillo. Conmocionó a la opinión pública, tuvo cobertura mediática a nivel nacional, se organizó una manifestación de repulsa en Sevilla que fue multitudinaria. Y los políticos se pusieron de acuerdo en una cosa que llamaron "El Pacto por la Noche", mediante el que decidieron impulsar políticas para ofrecer alternativas de diversión para la juventud y que cosas así no volvieran a ocurrir. Aquel pacto, como siempre ocurre, quedó en nada, en agua de borrajas, en papel mojado, y lo único que se hizo fue vallar los Jardines. La juventud se buscó otro sitio para salir y la cosa siguió exactamente igual, si no peor, y así sigue hoy día. 

El caso es que aquello se vendió como el resultado de una reyerta entre pandillas de borrachos. Lo que pasa es que cualquiera que conociera mínimamente a Alejandro sabe que eso es imposible de todas todas. Las cosas no fueron así. Aquello fue cosa de un desquiciado que se enfadó por una chorrada y se comportó del modo demencial en que lo hizo. Alejandro era todo lo contrario a lo que se pueda identificar como un pandillero que sale buscando broncas. De hecho, Alejandro era la mejor persona que yo he conocido en toda mi vida. El típico que cae bien a todo el mundo. El típico que hoy tendría más mil amigos en Facebook. Ese tipo de persona con la que no se podía pasear por las calles porque cada dos por tres se encontraba con alguien que se paraba a saludarle, llegando a ser hasta insoportable a cualquier sitio en su compañía. Tratar de dar con él por teléfono era toda una odisea, teniendo en cuenta que en aquella época aún no había móviles. Era simpático a más no poder, tenía ese don de gentes que hacía que tuviera amigos hasta debajo de las piedras. Caía bien a todo el mundo sin necesidad de hacer nada para ello. Sin proponérselo. No era ningún santo, por supuesto, le gustaba salir, le gustaba tomarse un par de copas, pero el efecto que le hacía el alcohol era volverlo más simpático todavía. Era el verdadero alma de la fiesta. Sin él, las cosas no eran igual. También fumaba, aunque mucho menos de lo que se gastaba en tabaco. Cada vez que sacaba su paquete de Fortuna, ofrecía un cigarro a todos los que iban con él, de modo que se le agotaba en un plis plas. Siempre andaba corto de dinero porque era el primero en meterse la mano en el bolsillo cuando había que pagar algo. Lo que fuera. Aparte, era una persona religiosa. Devoto de María Auxiliadora, nazareno en la Hermandad de la Trinidad, era fácil encontrarle a la salida de la misa de la una los domingos en la Iglesia de los Salesianos. Fue en los Salesianos donde nos conocimos, fuimos compañeros de instituto. Su padre, Don José Méndez, que murió unos años después que su hijo, era profesor en dicho colegio. Profesor de Dibujo, para más señas. Un hombre al que destrozaron la vida. Quien no le conozca no sabe hasta qué punto destrozaron su vida con el asesinato de su hijo. 

Aún hoy día me cuesta comprender cómo es posible que una persona así muriese como murió. 

El único gran defecto que yo achaco a Alejandro es que era bético. Nadie es perfecto en esta vida. Y hasta en esto tengo una anécdota que hace que le "perdone" ese desliz vital. Al abuelo de Alejandro era platero y tenía su taller en el barrio de San Bernardo, muy cerca del parque de bomberos. Y Alejandro era su aprendiz, iba por allí todos los días para ayudarle, y con los años acabó por ser capaz de crear preciosos objetos en plata. A mí me regaló dos de ellos que conservo como oro en paño. Uno fue un maravilloso pisacorbatas con la imagen del Giraldillo. El otro, un escudo del Betis. Fue en plan coña, por supuesto. Dentro del pique que nos traíamos, no se le ocurrió otra cosa que regalarme tal objeto por un cumpleaños, al tiempo que me decía eso de "a caballo regalado no le mires el diente". Puede parecer mentira que un sevillista como yo conserve un escudo del otro equipo de la ciudad. Pues yo guardo uno en plata como si fuera un valioso tesoro. Al menos para mí lo es. 

Las cosas de la vida. 

Y, como digo, hoy hace trece años de aquello. Hoy, su asesino cumple con su deuda con la justicia. Hoy es un hombre libre. Un hombre con sólo 30 años que tiene toda su vida por delante para hacer con ella lo que le de la gana. Un hombre que jamás se arrepintió de lo que hizo, o no lo exteriorizó, a pesar de que la familia de Alejandro siempre dijo que le perdonaban. Nunca tuvo el más mínimo detalle hacia ellos, lo que me hace pensar que es mala persona. Así, la mala persona tiene toda su vida por delante y ninguna deuda con nadie, y la buena persona yace bajo tierra y sólo vive en el recuerdo de quienes le quisimos. Supongo que Alejandro era tan buena gente que Dios quería tenerlo a su lado. También querría reírse con él como lo hacíamos sus personas allegadas cuando estaba entre nosotros. Y que en la tierra se quede el otro, que Dios con él no debe querer nada. 

Pero no es eso lo que se me viene al pensamiento cuando me acuerdo de mi gran amigo. En verdad, lo que me ha quedado para el recuerdo es él, son sus cosas, las risas que eché gracias a su simpatía, lo bueno. Solamente lo bueno. No siento odio por quien le mató. Jamás le perdonaré, eso sí. No puedo hacerlo. Pero sí que es algo que tengo apartado de la memoria. No le deseo el mal, me basta con no tener que encontrarme con él en ningún sitio. Es un sentimiento extraño porque, como digo, no le perdoné, pero eso no quiere decir que algo por dentro me carcoma. Supongo que tenemos algo en nuestro interior que nos lleva a desterrar los recuerdos y sentimientos malos para que se impongan los buenos. Los primeros están, siguen estando y ahí permanecerán para siempre. Pero se encuentran ocultos, no salen a la luz, no toman protagonismo. No son los que salen a la palestra cuando me acuerdo de Alejandro. 

Y me acuerdo muchas veces de él. Muchísimas. Mis mejores amigos siguen siendo los otros dos. De los cuatro que éramos, sólo quedamos tres. Y cuando nos reunimos, el cuarto siempre está en nuestras conversaciones, en nuestros recuerdos. Rememoramos y contamos una y otra vez las batallistas que vivimos a su lado, hasta el punto que mi mujer, que no le conoció, creo que podría hablar de él casi como si hubiese pertenecido a aquel grupo de amigos. 

Nunca podré olvidar a Alejandro. Nunca. Y en un día como hoy, que para cualquier persona es un lunes más de tantos, yo tengo una especie de nudo en el pecho que no me deja tranquilo. Sé que es algo temporal. Sé que mañana todo volverá a la normalidad. Lo sé de sobra. 

La vida sigue a pesar de todo, eso es algo que aprendí hace ya mucho tiempo. 

11 comentarios:

EL PAPI MAGASE dijo...

Grande compartir a Alejandro con todos nosotros,hoy gracias a ti Rafa podemos todos conocerlo un poco,lamentablemente esta vida es muy injusta y cosas asi te marcan para siempre,un abrazo hermano,hoy me has tocado la fibra mas sensible y te aseguro que ando yo ultimamente no muy fino para emocionarme con cosas como esta,gracias de nuevo por regalarnos un cachito de tu vida y de tus cosas mas personales,eso dice mucho de la persona que hay detrás de tan bellas palabras para su amigo del alma.

Santiago Mora dijo...

Me dejas el cuerpo cortado...
Pues ánimo que seguro que serán unos días difíciles para ti.
Un saludo.

Juan Angel de Tena dijo...

Tu lo has explicado perfectamente Rafa: La vida sigue a pesar de todo.

Hechos como este se quedan marcados para siempre y el ser humano debe saber como gestionar esa amalgama de sentimientos para no entrar en la desesperanza mas absoluta.

Al igual que Santi, solo puedo desearte que en el dia de hoy aligeres con el paso de las horas ese sentimiento de tristeza y de pena y que ese nudo que ahora te ahoga mañana de paso a un martes cualquiera, a otro martes mas.

Animo Rafael.
Un fuerte abrazo amigo.

Miguel dijo...

Amigo Rafael
Siento mucho lo que te sucedio aquel triste dia y es que en este pais que aun se llama España la justicia brilla por su ausencia y es asi de claro el ejemplo sale muy barato matar a una persona y eso no puede seguir asi pero nadie hace nada por evitarlo.
En fin como la cancion de Julio Iglesias LA VIDA SIGUE IGUAL despues de 13 años sino que se lo pregunten a los padres de Marta

https://s-evillistas.blogspot.com/ dijo...

Creo que no necesitas que te anime nadie,eres muy consciente de la verdad de la vida y la afrontas de frente como hay que hacerlo.
Solo decirte que si yo fuera Alejandro estaria orgulloso de tener un Amigo como tu ,aunque fuera Sevillista .
Te dejo un Abrazo para cuando lo necesites .

Marcu dijo...

Estimado Ravesen:
Hermosísimo canto a la amistad el que le has dedicado hoy a tu amigo Alejandro.

Allá donde esté se sentirá orgulloso de tener un amigo como tú.

Ya lo dijo Aristóteles el gran filósofo griego: "La amistad es un alma que habita en dos cuerpos y un corazón que habita en dos almas"

Un fuerte abrazo solidario

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos, Rafa.

Impresionante alegato a la amistad... aunque tan doloroso.

Imagino que después de picar en "publicar", has vaciado buena parte de la pena que te corroe.

Es así y sacar ésos sentimientos fuera es una de las mejores maneras de superarlos.

Gracias por dejarnos compartir algo tan íntimo.

Cuídate.

Rafael Sarmiento dijo...

@Papi Magase

Estas cosas también te hacen más fuerte sin perder la sensibilidad. Aprendes a sobrellevar las cosas y quitarle importancia a las que no la tienen.

@Santiago Mora

No era mi intención, todos tenemos nuestras penas y a veces es bueno contarlas.

@Juan Angel Tena

La desesperanza no vale para nada porque la vida sigue y desesperar no ayuda, entorpece.

@Miguel

Muchos piensan que las leyes están hechas para la reinserción de los criminales y no para la justicia con las víctimas. Pero, como dices, es lo que hay.

@Triana 1952

Si no afrontase las cosas así, no estaría aquí escribiendo. No nos queda otra.

@Marcu

Hermosa frase la de Aristóteles. Luego, cuando esté más tranquilo, te responderé al otro mensaje.

@Jose Manuel Ariza

Pues sí que he vaciado, sí. Me apetecía mucho hablar de esto. Es totalmente cierto que a veces es necesario sacar afuera según qué cosas.


Muchas gracias a todos, un fuerte abrazo

Juan Jose Roman dijo...

Doloroso y hermoso.

Siento tu pesar y, de alguna manera, lo comparto. Gracias a Dios no estamos hechos para soportar un pesar tan grande de forma presente siempre.

¡Animo, amigo!

@cesarvizcaino dijo...

Enorme alegato a la amistad y la justicia
No tenía la amistad con Alejandro del nivel tuyo, pero es increíble la ironía que a una de las personas mas tranquilas y buenas personas que había en los salesianos le tuviera la vida preparada este final

Pensaba que había sido antes
Precisamente le conté la historia a mi hija hace muy poco
Ella ya con 18

Solo espero que los años que ese hombre ha pasado en la cárcel hayan servido para algo
Porque creo que es lo mínimo que le pido a este sistema tan injusto
Gracias Rafael por compartirlo
Un abrazo

Nacho Salguero dijo...

Has descrito perfectamente quien era Alejandro Mendez, una persona tan entrañable que a dia de hoy sigo viendo noticas acerca de el. Aun recuerdo cuando me llamaron para contarme su muerte. Fui compañero de el en los Salesianos y alumno de su padre,grandisima persona tambien. Jamas te olvidare Alejandro.

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