viernes, 29 de junio de 2012

¡¡¡Biscotto!!!

Antes de nada, voy a ser absolutamente sincero. Cuando el partido de la fase de grupos que disputaron Italia e Irlanda terminó, y nosotros aún estábamos en juego contra Croacia, se supo que un empate a uno clasificaba a España como primera y dejaba fuera a Italia. O sea, que si marcaba Croacia, a nosotros no nos afectaba, pero se clasificaban estos últimos, y no los azzurri. Bien, pues yo me acordé de la madre de todos los que jugaban por no dejarse marcar un gol. Dejar vivos a los italianos era peligrosísimo. Además, estoy convencido de que ellos lo hubiesen hecho para dejarnos a nosotros fuera. No es nada personal, son diferentes maneras de entender el deporte, la competición, las formas de lograr los objetivos. Eso de que el fin justifica los medios es un lema que se lleva a cabo más por unos que por otros, puede que incluso por un simple tema cultural. En fin, que yo clamé por el biscotto que nunca se produjo. Y ahora tenemos a los italianos como rivales en la final de la Euro. 

Bien, eso fue así durante el calentón del partido, cuando el sentido común deja un poco de hueco para que aparezca el sentido ultra, el sentido hincha. Son esos momentos en los que saltas del sofá porque un tío en paños menores le pega mal al balón. Insultas sin compasión a un señor vestido de negro por tocar el pito (hacer sonar el silbato, no lo de Michel a Valderrama) en un momento en el que no debía, en tu particular opinión. Te tapas los ojos justo antes de que un chaval en calzonas y camiseta vaya a patear una pelota en una suerte llamada penalty..., en fin, cosas absurdas que ni te dan de comer, ni te arreglan la vida ni ná de ná. Pero, oye, afectan a los sentimientos y, a menudo, incluso a los instintos más animales que, como ídem que somos, hay en algún recóndito lugar de nuestro interior. 

¡Biscotto! ¡Biscotto!

Lo decía incluso en su idioma, para que entendieran perfectamente mi deseo, que no hubiera confusiones. ¡Qué momento hincha más maravilloso!

Hasta que pasó. Y la racionalidad volvió a tomar el control de mis actos. Y el sentido común se convirtió de nuevo en la brújula que indica mi norte. Y los valores que dominan mi vida y que trato de inculcar a mi hijo se hicieron de nuevo dueños y señores del proceso de toma de decisiones por mi parte. Entiendo perfectamente el momento ultra nuestro de cada partido, pero no tanto que esos instintos sigan imperando en la forma de expresarse de según qué personas. 

Ya está el debate en la calle. ¿Nos arrepentimos ahora de no haber mandado a casa a los italianos?

Permítanme una opinión contundente. Eso es una soberana gilipollez. 

Primero, porque el deporte debe ser deporte. Por mucho que se esté convirtiendo en un repugnante negocio, los valores son los valores. Las personas respetables son las que viven siguen sus convicciones, más allá de lo que hagan otros. Si otro es un impresentable, yo no tengo por qué serlo. Si los italianos hubieran hecho biscotto, pues habrían agrandado su fama de marrulleros. ¿Nosotros somos así? No. Yo al menos, no. Eso es ser tonto o idiota, como algunos insinúan..., bien, puede que alguno me tome por ingenuo, tonto, inocente o lo que sea. Pero yo puedo presumir de valores, y ellos... ellos ¿de qué presumen? Igual, si hubieran echado a Italia, podrían presumir de que su selección de fútbol apartó a uno de los favoritos y allanó el camino un poco más para poder tener más posibilidades de ser campeón. 

Bien, no está mal. Lo que pasa es que para mí el fútbol es un entretenimiento. No me da de comer, no afecta a mi vida, no me influye para nada, más allá de un estúpido berrinche pasajero, o de una alegría que pronto se convierte en nada más que un buen recuerdo. Sin embargo, mis valores me acompañan día tras día. Son con los que me gano el respeto de los demás, sobre todo el de mi mujer y el de mi hijo, que son las personas que más me interesan. ¿Que por culpa de esos valores igual España puede perder la Eurocopa? Bien, yo te cambio la Eurocopa por ese respeto. ¿Que alguien no aceptaría ese cambio? Bien, pues sin ánimo de ofender, ese alguien no merece nada de ese respeto por mi parte. 

Ya lo sé, estoy llevando algo banal como el fútbol a unos límites que no merece. No es más que un juego y hay quien se lo toma de una forma y otros de otra. No es para tanto, lo sé. Seguramente estoy exagerando. Pero si España acaba ganando la Euro, lo hará con la cabeza muy, muy alta. Y si la acaba perdiendo, no será por no haber echado a Italia de la competición cuando pudo. ¿Quien asegura un triunfo de haber sido otro el rival? Igual podríamos plantearlo de manera que gracias a haber permitido que Italia continuase, ahora no tenemos que enfrentarnos a la selección más fuerte de Europa, que es Alemania. ¿Quién sabe?

Pues nadie. Nadie lo sabe. Yo creo que la vida hay que recorrerla siendo honrado y honesto. Que al final eso nos pone en el lugar que nos merecemos. El deporte es una disciplina en la que los valores son importantes, Es lo que lo diferencia de la guerra. Incluso en la propia guerra hay normas, reglas... valores en definitiva. Comprendo el momento hincha que pasamos viendo los partidos. Pero creo que nos deberíamos de sentir orgullosos, y no abochornados, de haber hecho una competición limpia y, además, haber llegado a la final de la misma del modo en que lo hemos hecho. 

7 comentarios:

Juan Jose Roman dijo...

Plas, plas, plas....

Dori dijo...

Yo quiero que mi selección gane y en otro blog comente que España tiene que ganar y que la vida ya le devolvera a Italia lo tramposa que ha sido en otras ocasiones,ahora España está capacitada para ganarle a esta Italia y encima con la cabeza muy alta como dices tú.
Gracias por dar ejemplo de valores que están olvidandose.
Saludos sevillista

Dori dijo...

Yo quiero que mi selección gane y en otro blog comente que España tiene que ganar y que la vida ya le devolvera a Italia lo tramposa que ha sido en otras ocasiones,ahora España está capacitada para ganarle a esta Italia y encima con la cabeza muy alta como dices tú.
Gracias por dar ejemplo de valores que están olvidandose.
Saludos sevillista

Dori dijo...

Perdón se me ha duplicado el comentario sin querer.

Marcu dijo...

Mejor que nada es ir con la honestidad por bandera. Los demás, entre ellos, los mismos italianos, que hagan lo que crean conveniente.

Futbolisticamente hablando y como de marquen un partido parecido al de ayer, lo vamos a tener muy, pero que muy difícil.

Un abrazo

EL PAPI MAGASE dijo...

Te juro por lo mas sagrao que el dia de Croacia quise que empataran pa echar a estos italianos,me acordé del codazo a Luis Enrique del mulo Tassotti,pero que mejor venganza que el domingo ganarles jugando al fútbol y que sea el deporte limpio el que termine siendo campeón de Europa,la verdad Rafa y ahora siendo honesto conmigo mismo,los valores no los cambio yo por nada del mundo,al final es lo que perdurará en nosotros y es lo que nos identifica a cada uno,un abrazo crack.

Rafael Sarmiento dijo...

No me gusta que el deporte sea utilizado para que energúmenos hinchas den rienda suelta a sus frustraciones.

Hay mucha gente que lo sigue, muchos niños que sueñan con ser futbolistas. Es curioso que digamos que preferimos a Messi antes que a Cristiano por los valores que transmiten cada uno de ellos, y luego que pidamos dejarnos meter un gol para eliminar a un rival que ha hecho ya su trabajo.

Hipocresía, mucha hipocresía. Y a los que defendemos la limpieza en el deporte, nos llaman tontos e ingenuos. ¿Esta es la sociedad que queremos? Y luego nos quejamos de lo que hacen unos y de las corrupciones de otros. Una sociedad podrida es una sociedad podrida.

Afortunadamente, no todo el mundo es así. Y, sinceramente, me alegro mucho de que los que aquí han comentado piensen de un modo parecido a como yo lo hago.

Muchas gracias a todos, un abrazo.

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