miércoles, 11 de julio de 2012

Soy tan imbécil que sigo pensando en fútbol

Me pongo delante del teclado, miro la pantalla, veo el nombre de este blog y la foto de la cabecera y me dan ganas de cambiarlo todo. De llamar al sitio de otra manera y de quitar esa imagen. Lo he pensado muchas veces, y es probable que alguna vez me de el avenate y lo haga. Hoy, especialmente, me siento de esa manera. 

Me parece ridículo hablar de fútbol, pensar en el fútbol, dedicar horas y horas a darle vueltas y vueltas a algo tan pueril como lo que hacen unos tipos en paños menores para conseguir manejar una pelota de cuero con mayor precisión. Tipos que ganan un pastizal indecente, unas cantidades que la inmensa mayoría de nosotros no reuniría ni aún viviendo varias vidas. Tipos que ganan eso gracias a que imbéciles como yo hablan de fútbol, piensan en el fútbol y le dedican horas y horas a algo tan pueril. Tan banal, tan insustancial. Tan poco importante. Hasta el punto de pelearse unos contra otros, de salir a la calle porque se gana algún partido importante o algún torneo de prestigio. Prestigio que le damos nosotros, porque, en verdad, de muy poco vale. Prácticamente de nada, más allá de que nos produce alegría o nos levanta el ánimo durante unos días. A algunos, ni eso. 

Hoy nos han pegado un tremendo hachazo a nuestro nivel de vida y me parece ridículo escuchar las palabras de Michel acerca de cómo está viendo a esos de los paños menores entrenar en las instalaciones de un hotel de lujo. Yo, que me levanto todos los días a las seis de la mañana y que trabajo como un cabrón para intentar aspirar a llegar a fin de mes. Que no puedo permitirme unas vacaciones. Ni un fin de semana de descanso. Ni siquiera una cena en un restaurante o una cervecita en un bar. Yo, que me imposible económicamente sacarme el carnet de abonado, ya me gustaría, para que, encima, llegue algún gurú o iluminado a decirme que soy menos sevillista por no ir al campo. Que soy menos sevillista que él porque él tiene un numero bajo de carnet y yo no tengo ni eso, ni carnet.

A veces pienso que sí, que soy menos sevillista. Y también menos gilipollas. Sobre todo en días como hoy. 

A ver qué coño importa el fútbol, el sevillismo y todas esas monsergas después de lo que hemos tenido que ver hoy. La que nos están dando. La que nos han dado, y la que nos van a seguir dando. Hoy no me apetece entrar a valorar esas medidas que han salido a la luz. Lo podría hacer. Seguramente lo haré próximamente. Pero, a modo de resumen, no sé a qué subnormal profundo se le puede ocurrir que para salir de una crisis económica, lo mejor es encarecerlo todo. Y, menos aún , no me explico cómo puede haber una caterva de palmeros babosos jaleando una por una todas esas decisiones que no hacen otra cosa sino hacernos más pobres. No me entra en la cabeza que lleguen a la conclusión de que lo mejor que pueden hacer es destrozar las vidas de las personas normales para solucionar los desmanes que ellos han perpetrado. Es del todo incomprensible que un ministro de Hacienda diga que como hay gente que no paga impuestos, pues se los subo a los que sí que los pagamos. Castigan a quien lo hace bien, y se quedan tan anchos. Valientes mamarrachos. Y pensar que en las elecciones del 2000 les voté. ¡Qué ignorancia más grande la mía, por Dios!

Tampoco comprendo a esa oposición que cuando estaba en el poder hacía exactamente lo mismo y ahora se rasga las vestiduras. Ellos negaron la crisis cuando estábamos a tiempo de atajarla antes de que se convirtiera en lo de ahora, una profunda depresión. Ellos malgastaron el dinero hasta llegar a unos niveles de déficit insostenibles, como los que tenemos hoy día. Ellos subieron el IVA, despidieron empleados públicos (yo entre ellos) que no tenían plaza fija, congelaron las pensiones, llevaron a cabo una amnistía fiscal a defraudadores, impusieron tremendos recortes semejantes a los actuales. Mintieron, engañaron, manipularon, esquilmaron recursos... exactamente lo mismo que los que están ahora en el poder. ¿Y se rasgan las vestiduras? 

¡HIPOCRITAS!

¿ Esa es la alternativa que se nos ofrece?

Que Dios nos coja confesados, y quien no lo esté, que lo vaya haciendo que ya es tarde. 

Hay un economista al que sigo mucho llamado Jose Carlos Díez (lo podéis encontrar en @josecdiez y en El Economista Observador) que suele decir que no hay vida inteligente en Europa, en referencia a la desastrosa gestión que de esta crisis están haciendo desde todos los estamentos de la Unión Europea. Desastrosa, según el punto de vista. Lo que están haciendo es no mirar a la Unión como eso, como una unión, sino cada uno tirando por su lado buscando el beneficio propio. Y así no vamos a ninguna parte. 

Yo estoy cabreado con la Unión Europa porque son una manta de hijos de puta que nos están hundiendo para salir a flote ellos, sin darse cuenta de que si nos hundimos nosotros, se hunden todos, panda de ineptos. No hay vida inteligente, ya lo dice el señor Diez.

Estoy cabreado con el Gobierno de España porque son unos cantamañanas que despreciaron lo hecho por el ejecutivo anterior y se pensaron que, sólo con que ellos llegasen, se solucionaría todo. Imbéciles. No se fían de ellos en ninguna parte porque son, como digo, unos cantamañanas.

Y estoy cabreado con la oposición porque son los mismos, exactamente los mismos, que se dedicaron a chupar del bote y a malgastar el dinero en la época de las vacas gordas y ahora se tiran de los pelos porque otros hacen lo mismo, exactamente lo mismo, que ellos hicieron hace apenas un año. Imbéciles ellos también. No te puedes fiar de nadie. 

Y también estoy cabreado con los españoles, con todos nosotros, no uno por uno, sino como sociedad. Imbéciles, de igual modo. Somos tan imbéciles que nos volvemos locos de alegría y salimos a la calle a festejar que unos tíos en paños menores han ganado un campeonato de fútbol. Pero no lo hacemos para otras cosas. No con tanta intensidad. 



Los putos amos de Europa por ganar un torneo. ¿Qué dirán ahora los guiñoles franceses?

Valientes gilipollas que estamos hechos. A veces pienso que tenemos lo que nos merecemos. Otras, no. Por supuesto. Nos merecemos mucho más de lo que tenemos, pero no sabemos cómo controlar nuestros esfuerzos para dirigirlos en la dirección correcta. Para que ese esfuerzo que cada uno hace se sume al que hace el de al lado y todos juntos avancemos en el mismo sentido. Se supone que para eso tenemos un gobierno, pero estos gobiernos de mierda que nos han tocado no hacen eso, no llevan a cabo lo necesario para aunar esos esfuerzos y sacar el máximo partido de ellos, sino que se aprovechan de nuestras debilidades, de nuestros fallos, de nuestros vicios (que como humanos que somos los tenemos, y muchos) para lograr el beneficio propio. 

¡HIJOS DE PUTA!

¿Y ahora qué? ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿Seguir echando espuma por la boca? ¿Vivir cabreado con todo y con todos? ¿No es demasiado duro todo como para, encima, no poder disfrutar de lo bueno que tengo (que lo tengo)?

Es en este punto cuando vuelvo al párrafo del principio y decido dejar la cabecera del blog como está. Pues sí, me gusta el fútbol, es mi opio, no lo puedo evitar. Y siento al Sevilla en mi corazón, me interesa lo que pasa con esos tíos en paños menores que ganan un pastizal porque yo siento lo que siento. Que si no lo sintiéramos, anda que iban a ganar lo que ganan. Y me importa lo que diga Michel, y cómo le va a Rabello, y las negociaciones por Piris, y no quiero que se vaya Negredo (y menos al Málaga) y me preocupa la lesión de Maduro, y la de Perotti, y echo de menos a Kanouté, y alabo la carrera de Palop, y me emociono cuando veo el gol de Puerta y...

¿Qué queréis que os diga? Las cosas son así. Y el fútbol me entretiene, me distrae, me hace olvidar cosas malas cuya solución no está en mi mano. Y a menudo pienso que no estoy dispuesto a permitir que hasta eso me quiten. Sí, es verdad que es un tema banal, pueril e insustancial. Que es ridículo perder el tiempo con eso con la que nos está cayendo. Pero yo no dejo de lado mis obligaciones por el fútbol. Yo hago todo lo que tengo que hacer, todo lo que está en mi mano. Soy honrado y honesto, trabajo todos los días y pago mis impuestos, aunque ninguno de esos que los recaudan se merezcan nada de mí. Y, aparte de eso, me entretengo con el fútbol. 

¿Hasta eso me van a quitar?

No. No me lo van a quitar. Por eso el blog se seguirá llamando igual y la imagen de cabecera no se moverá de ahí. Soy así de imbécil.


P.D. Si queréis desfogar leyendo algo verdaderamente grandioso, no os perdáis el "Permitidme tutearos, imbéciles"  de Pérez Revete. Un artículo que escribió hace algunos años y que no tiene nada que ver con esto de lo que he hablado hoy, pero la indignación que muestra y la forma tan directa y sublime de exponerla, se acerca mucho a cómo me siento en estos momentos. 

3 comentarios:

Dori dijo...

Jolín Rafa,solo puedo decirte...AMÉN

Saludos sevillista

EL PAPI MAGASE dijo...

Voy a escribir en mi blog algo asi,es lo que se me apetece y no porque tú lo hallas hecho,seguro que no me sale como a ti,pero el fondo de como me siento es el mismo al de como tú te sientes,un abrazo hermano,a veces ni yo entiendo como me puedes leer el pensamiento y expresarlo como yo nunca podré hacerlo,prometo hacer este post en versión mucho mas rústica,pero seguro que lo entenderán.

Rafael Sarmiento dijo...

Todos sentimos lo mismo, cada uno desde sus propias circunstancias, sus propios puntos de vista.

Yo ahora mismo estoy harto de todo. Y al expresarlo, pues me ha salido así como me podría haber salido de cualquier otra manera.

Pero, en el fondo, es exactamente lo mismo que puede sentir cualquiera. Por eso coincidimos.


Muchas gracias a los dos. Un abrazo.

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