lunes, 8 de octubre de 2012

La parábola de la mansión en la playa

¿Se puede dar el caso de que, en un momento dado, no nos interese que alguno de nuestros sueños o ilusiones se hagan realidad?

Imaginemos a un señor de mediana edad, pongamos que se llama Gonzalo, padre de familia, con empleo estable (dentro de lo que cabe) y que gana lo justo para ir tirando sin demasiadas apreturas, pero tampoco lujos. Cierto día, domingo para más señas, Gonzalo y su familia van a pasar la jornada en la playa. Y, en cierto momento, este señor decide dejar a los suyos a sus cosas para ir a dar un paseo en soledad. Durante dicho paseo, se para en un lugar determinado para observar una preciosa casa de dos plantas que se encuentra en mitad de una curiosa parcela de terreno, justo a pie de costa. Se queda embelesado mirándola, soñando despierto con que algún día él pudiera aspirar a tener una propiedad de ese estilo. Y en ese estado se encuentra cuando alguien se para a su lado y dirige a él.

- ¿Es bonita, verdad? - Le pregunta esa persona.

Gonzalo se gira y ve a un hombre de aspecto extraño, con la piel muy pálida, el pelo blanquecino y algo largo y unos ojos celestes de mirada tan penetrante, que se sintió cohibido ante ella. No obstante, sonreía de un modo agradable, casi fraternal, y su voz era suave y delicada, como una caricia para los oídos. Por alguna razón, sintió que podía confiar en él con los ojos cerrados, y por eso, a pesar de no conocerlo de nada, le respondió como si se tratara del mejor de sus amigos.

- Es uno de mis mayores sueños. Puede que la ilusión de mi vida. Tener una casa como esta y poder disfrutar de ella junto a toda mi familia.
- ¿Sabe cuánto cuesta? - Le preguntó el hombre de aspecto extraño.
- Esta en concreto está en venta. Y por curiosidad me interesé por su precio: un millón de euros. Imposible para alguien como yo o cualquier persona normal.
- ¿Y qué me contestaría si le dijera que mañana tendrá en su cuenta corriente el dinero necesario para adquirirla?
- Pues que me está vacilando, ¿qué le voy a decir? - Gonzalo se rió del chiste de aquel señor al tiempo que miraba de nuevo hacia la mansión. Pero cuando volvió a girarse hacía él, había desaparecido. Y eso le dejó desconcertado - "Valiente friki de los cojones" - Pensó. Y al momento le olvidó, para a continuación volver al lado de su familia.

Al día siguiente, una vez sentado delante del ordenador de su oficina, el recuerdo del señor del pelo blanco volvió a su mente, y Gonzalo sonrió con desprecio. Sin embargo, no se resistió a consultar el saldo de su cuenta del banco, al tiempo que volvía a dedicarle el mismo pensamiento que el día anterior - "Valiente friki de los cojones". - Pero cuando comprobó que, como él vaticinó, tenía ingresado el millón de euros que le dijo que costaba la casa de la costa, su corazón le dio un vuelco.

Tras unos segundos de desconcierto absoluto, su mente se puso a funcionar. Un millón de euros podía ser la solución a muchos de sus problemas. No le arreglaría la vida para siempre, pero sí que se la facilitaría de una forma absoluta. Lo primero en lo que pensó fue en Hacienda. Un ingreso extraordinario de ese calibre tributaría al tipo máximo. En esos momentos no sabía cual era exactamente, pero sí que rondaría el 50%. Por tanto, decidió que la mitad del montante lo apartaría para no llevarse un susto allá por mayo o junio del año siguiente. Y si sobraba algo, pues ese extra que se llevaba. Le quedaban, por tanto, quinientos mil euros.

A continuación, como no podía ser de otra forma, se acordó de su hipoteca. - "Madre mía, lo bien que voy a vivir sin la puta letra mensual". - Le quedaban pendientes unos 150.000 euros, con lo que, al pagarlos de un golpe, aún le sobrarían 350.000.

- "Dos coches" - Fue lo siguiente que decidió - "Uno para mí y otro para mi mujer. Uno grande y potente y otro más bien utilitario." - "Uno de cincuenta mil euros ¿para qué escatimar? y otro de veinte mil" - "Y un tercero" - pensó a continuación - "Para mi hijo mayor, que ya tiene los dieciocho y pronto se sacará el carnet". - "En total, redondeando, otros cien mil euros".

Le sobraban 250.000 todavía y volvió a pensar en sus hijos. Tenía tres, uno de dieciocho, otro de diecisiete y la pequeña de quince. Aún eran muy jóvenes, pero algún día querrían independizarse y les vendría genial un empujoncito económico. - "Voy a meter dinero en tres plazos fijos, uno para cada uno de ellos. 50.000 por barba, que serán más con los intereses cuando llegue el momento". - "Me quedan 100.000 aún":

Y fue el momento de acordarse de su hermano, que hacía poco que quedó en paro y las estaba pasando canutas - "Otros cincuenta mil serán para él. Con ese dinero, podrá vivir tranquilo durante el tiempo que tarde en encontrar otro trabajo".

Y los últimos cincuenta mil eran para él mismo, por supuesto. Para no tener que pensar nunca más en llegar a fin de mes, para poder cambiar su vestuario completo y también el de su mujer. Para irse de viaje en verano todos juntos. Para poder permitirse algún que otro lujo. Para, a pesar de tener que seguir trabajando todos los días, poder disfrutar de una vida mucho más plácida, mucho más cómoda.

Una semana después, volvió con su familia a la playa, aunque esta vez no como domingueros, sino que se permitieron el lujo de pasar el fin de semana completo en un hotel. Eso sí, no faltó a su cita con su paseo en soledad y de nuevo se paró delante de la mansión frente a la cual se cruzó aquel día con el señor de pelo blanco. Gonzalo sonrió, aún incrédulo por lo que le había pasado. Y no le dio tiempo a pensar en nada cuando aquel hombre apareció de nuevo. 

- Espero que la disfrute - Le dijo, dando por hecho que compraría la propiedad. 
- No la voy a adquirir - Le informó Gonzalo, ante lo que el hombre le miró con gesto de profunda extrañeza. 
- ¿No va a hacer realidad su sueño aun cuando tiene capacidad para hacerlo?

Entonces Gonzalo le explicó con detalle lo que iba a hacer con el dinero, explicaciones que no terminaron de convencer al señor de cabellera blanca. 

- Pero sigo sin acabar de entender cómo es posible que alguien renuncie a su mayor sueño, pudiendo llevarlo a cabo. 

Y Gonzalo, después de respirar hondo y pensar por un momento las palabras que iba a emplear a continuación, le dio el motivo final.

- Si yo dedico el dinero a comprar esta casa, ninguno de mis problemas se solucionará y, además, me acarreará otros nuevos. Mi hipoteca seguirá existiendo, mi coche seguirá siendo viejo y cuando muera, no sé si tendré para comprar otro. Seguiré vistiendo ropa vieja, no podré ayudar a mis hijos en el futuro y tendrán que ser ellos solos los que se busquen la vida. Por su parte, mi hermano acabará por arruinarse porque nadie en la familia tiene capacidad para echarle una mano. Para colmo, si tengo una propiedad del valor de esta casa, aparte de lo que cuesta mantenerla, tendré que pagar impuestos, como el IBI o el de Patrimonio. Incluso, hablando de patrimonio, poseer algo como esto impedirá que a mis hijos les den becas para estudiar en la universidad, y yo no tengo dinero suficiente para pagar tres carreras. Por tanto, todos mis pagos actuales, que tanto me cuesta atender, seguirán ahí, pero además tendré otros nuevos. Una casa como esta supondría mi ruina. ¿Para qué quiero hacer realidad un sueño si al final se va a convertir en la peor de mis pesadillas?

A lo que añadió:

- Esta semana se me ha presentado la posibilidad de cumplir mi mayor ilusión, pero esa no es la única. Tengo otras. Y he preferido emplear lo recibido de un modo responsable para hacer realidad esas otras ilusiones menores y hacer de mi existencia algo mejor, más agradable. Eso compensa el renunciar al mayor sueño de mi vida.




MORALEJA 

Denle a los catalanes la posibilidad real de independizarse y verán que, al final, ellos mismos deciden no comprar la mansión en la playa. 



4 comentarios:

Dori dijo...

Pues si,ya va siendo hora de que nos dejen en paz,pero sigo sin comprenderlos, creo que no los entenderé nunca.
Cada vez superas al anterior post es fantastico leerlos,muchas gracía..Si la visita a nuestro estadio fué estupenda,fuí con toda mi familia y mi sobrino Julio que tiene 9 años y lo hemos hecho sevillista desde que nació ya que su padre es del equipo equivocado,pero el niño, sevillista asta la muerte..
Saludos sevillista

Marcu dijo...

Aunque con connotaciones religiosas por motivos obvios, literalmente y de forma muy pedagógica, te lleva hacia donde tú quieres llegar que no es otra cosa que a la comparación con la independencia de los catalanes.

Me gustó. Un abrazo

Rafael Sarmiento dijo...

@Dori

Son realmente agotadores. Por otro lado, ahí ando yo también con el mío de tres años enseñándole el camino correcto.

@Marcu

Se trata de un simple juego. Como dices, me invento una historia para explicar que, al final, la sensatez acaba por imponerse.

Muchas gracias a los dos, un abrazo.

EL PAPI MAGASE dijo...

No ando yo hoy mu fresco que digamos para comentarte esta entrada de hoy,pero quillo,es que leerte,esa lo que sea es un abrir la mente hacia un mundo tan bello que me dejas sin explicaciones,hoy entre tú y Juan Angel con el post de Alcia,me habeis alegrado el dia y puedo asegurarte que ha sido un dia muy,muy especial para mi,un fuerte abrazo Rafa,sigue deleitandonos cada dia con tus historias,inventadas o veraces ¿que mas da? logras entrar en cualquier corazón y en cualquier mente perdia como la mia.

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