Tras el partido de la
jornada anterior contra el Betis, reconociendo de antemano el modo
tan flagrante en que el árbitro nos perjudicó, defendí que, a
pesar de eso, el Sevilla debería estar capacitado para aguantar un
resultado de victoria aun jugando con uno menos. Sobre todo ante un
rival inferior.
Decía que no es lo mismo
que te piten un penalty en el último minuto, cuando ya no hay tiempo
de reacción, a que te dejen con diez a falta de media hora, ya que,
en este último caso, un equipo fuerte con un buen entrenador debe
tener los recursos necesarios para mantener el tipo de una manera
mejor a como lo hizo el Sevilla en aquel partido. Creo que hay que
levantar la voz contra los mangazos (cosa que no se viene haciendo,
por cierto), pero también, a la vez, analizar los errores propios.
Más que nada por nuestro bien.
No obstante, lo de ayer
contra el Atlético es diferente. Ayer, el Sevilla no fue inferior al
que es actualmente el tercer mejor equipo de España y que pugna por
ser segundo. Al vigente campeón de la Europa League y de la
Supercopa de Europa. A uno de los equipos que jugarán la próxima
final de la Copa del Rey. Tampoco superior, pero sin duda, inferior
no fue. Y perdió un punto por culpa, otra vez, de un clamoroso error
arbitral. Eso aparte de ese doble rasero a la hora de impartir
¿justicia? al que los colegiados nos tienen acostumbrados desde hace
ya demasiado tiempo. Creo que es necesario recordar que el Atlético
de Madrid disparó una sola vez a puerta, y fue gol. Y creo también
que eso fue mérito de un Sevilla que jugó un buen partido, que era
muy difícil, contra once jugadores más uno.
Lo del Sevilla este año
es difícil de comprender. A pesar de lo mal que, en mi opinión, se
han hecho muchas cosas (empezando por la planificación deportiva y
terminando por la extraña gestión de las altas y bajas en el
mercado invernal), a pesar de la terrible rémora que supuso la etapa
de Michel en la primera vuelta del campeonato, a pesar de no tener
banquillo, de la débil actitud de muchos jugadores en muchos
partidos, de los errores infantiles en defensa y en el remate, de
tirar puntos a la basura contra rivales perfectamente ganables..., a
pesar de todo eso y de mucho más, si hubiéramos tenido un trato
medianamente normal por parte de los árbitros (lo que se suele decir
de que lo que te quitan por un lado, te lo dan por otro), el equipo
estaría a estas alturas en puestos europeos sin demasiadas
complicaciones. Lo que pasa es que a nosotros nos han quitado mucho,
pero no recuerdo bien cuando nos han dado algo. Cuándo hemos tenido
la suerte de recibir un arbitraje favorable. Cuándo alguno de
nuestros rivales se ha subido por las paredes, como lo hacemos
nosotros tan a menudo, tras perder puntos por errores arbitrales en
partidos contra el Sevilla. Puede que haya alguno, pero yo no lo
recuerdo.
Por supuesto, no creo que
sea de recibo justificar el fracaso de esta temporada con las
actuaciones arbitrales. Pero tampoco olvidarlas, tachándolas de
excusas de equipo pequeño y definiendo a los sevillistas indignados
como todos sabemos que muchos les definen. Cuando un equipo de fútbol
fracasa, se debe a muchos factores. Y, entre ellos, está el
arbitral. Al menos, en la lista de motivos del fracaso del Sevilla
este año se debe incluir el tema arbitral. No quedarse ahí, pero
tampoco apartarlo.
Eso sí, a pesar de que
estoy escribiendo la palabra fracaso varias veces, soy de los que
piensan que la temporada no ha acabado. Para mí será un fracaso
termine como termine, (la trayectoria que llevamos no puede ser
calificada de otra forma, en mi opinión), pero no podemos bajar los
brazos. Bajo ningún concepto. El Sevilla, por el mero hecho de
serlo, por ser un equipo histórico al que consideramos grande, no
puede conformarse de ninguna de las maneras. Todos, absolutamente
todos los estamentos del club han de esforzarse al máximo en lo que
queda para acabar lo más arriba posible. Me da igual que sea 10º,
9º, 8º y con plaza europea por sanción al Málaga, 8º sin plaza
europea, 7º..., lo que sea. Los técnicos y, sobre todo, los
jugadores ganan mucho dinero como para que les podamos tolerar que se
pongan ya las chanclas.
Por su lado, la dirección
deportiva debe hacer lo que sea para no volver a repetir nunca más
los errores de los últimos tiempos. Doy por hecho que no se van
porque así lo dijo el presidente. Pero es que debe haber más. Esto
de los árbitros es algo que clama al cielo. Supera la normalidad, no
se trata de los típicos fallos arbitrales que ocurren siempre y que
se dan y quitan hacia un lado y hacia el contrario. Esto es ya un
cachondeo. E igual que les exijo a los técnicos y jugadores, creo
que hay que exigirles también a quienes procedan para que peguen de
una vez un puñetazo sobre la mesa. Al menos para que, en lo que
queda de temporada, no perdamos más puntos después de merecerlos.
Que al final, un solo punto puede ser la frontera entre el fracaso
absoluto y el lavadito de cara.
Artículo publicado en Number 1 Sport
Artículo publicado en Number 1 Sport
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