sábado, 13 de abril de 2013

Cuando Pablo Alfaro era nuestro líder

Este es el último artículo que he publicado en Number 1 Sport


Minuto uno del partido de anoche: Paulao presenta sus credenciales en forma de entrada contundente a Negredo. Tanto, que al sevillista se le quedan marcados los tacos en el muslo. El árbitro pita falta, pero no enseña tarjeta. Y el mejor delantero de uno de los equipos ya sabe que la defensa rival no se va a andar con chiquitas.

Lo primero que pasó por mi cabeza cuando vi la jugada fue el recuerdo de Pablo Alfaro. En concreto, de la de veces que éste hizo una jugada semejante. Seguramente, Paulao sabía que el árbitro es joven, debutante en primera, y que un partido como un Betis – Sevilla le podía venir grande. Para colmo, jugaba en casa. Normalmente, un árbitro debutante no se atreve a mostrar una amarilla en la primera jugada a un jugador del equipo que juega en casa. Se arriesgó y acertó. Eso en fútbol se llama oficio. Y a base de escudriñarme la cabeza en busca de algo que explique por qué el Sevilla demuestra poder jugar bien, pero es incapaz de cerrar los partidos fuera de casa, creo haber llegado a la conclusión de que lo que le falta es justo eso: oficio.

Entre otras muchas cosas, decía Monchi el otro día en la entrevista que publicó Diario de Sevilla que una de sus obligaciones al conformar una plantilla es pensar en el futuro. Lo hacía como explicación al aparentemente inexplicable fichaje de Stevanovic, definiéndolo como una inversión de eso, de futuro. Decía que no es complicado crear un equipo como el Levante, lleno de jugadores baratos, pero veteranos y, por tanto, con muchísimo oficio. Pero que el Sevilla debe pensar en una plantilla de futuro. Esto está muy bien, pero cuando se analiza una plantilla como la nuestra, aparte de enormes carencias (sobre todo en defensa y delantera), uno se da cuenta de que es joven. Muy joven.

Ayer, en el primer tiempo, el Sevilla demostró que, en fútbol, meramente en fútbol, es muy superior al Betis. Pero en el segundo dejó claro que de oficio andamos cortos. Ayer, al Sevilla le robaron. El penalty no fue penalty y la expulsión de Medel (justa) tuvo que venir acompañada del mismo castigo para Cañas. A partir de ahí, el Sevilla fue inferior al Betis. Un robo es un robo, pero también una circunstancia que puede pasar. Que les pasa a todos los equipos del mundo. Pero los equipos con oficio saben superar esa adversidad, y los que no lo tienen, pues no. Nosotros no lo tenemos y acabamos empatando un partido que ganábamos 0-3.

El Sevilla, jugando con 10 y ganando por 2-3 fue incapaz de salir de su área. El Betis (no el Barça de Guardiola, sino el Betis) nos asedió. Y cuando un equipo asedia a otro durante casi media hora, lo raro es que no marque. Es más, lo raro es que sólo marcaran un gol, y tan al final. Se entiende que un equipo en inferioridad sea inferior (valga la redundancia), pero no que no sepa aguantar el tipo de una manera medio decente ante un rival de más bajo nivel. El Betis demostró tener (desde el minuto uno) mucho más oficio que el Sevilla. Esa es la losa que nos lleva aplastando desde el principio de la temporada.

El Sevilla tiene jugadores sin oficio. Un jugador de la calidad de Reyes no jugaría en el Sevilla si no tuviera la cabeza tan frágil que tiene. Un futbolista de la talla de Navas hace tiempo que estaría en un súper grande de no ser tan especial como es. Alguien de la clase de Negredo sería el nueve indiscutible de España si no se perdiese en tantos y tantos partidos. Si Fazio no tuviera su error nuestro de cada semana, sería un central de muchísima categoría. Y, por supuesto, un elemento como Medel estaría en otro lugar bien distinto si no se le fuera la olla del modo en que lo hace. Si a eso le unimos a jugadores jóvenes y/o inexpertos en la élite como Alberto, como Kondogbia, como Botía, como Hervás, como Stevanovic, como Babá, como el propio Coke, o Campaña..., ¿qué nos queda? Una plantilla en la que muchos no tienen experiencia; y los que sí que la tienen, son, cada uno a su manera, especialitos.

El Sevilla no tiene jugadores con oficio. Jugadores capaces de manejar partidos como el de anoche. Jugadores a los que no le tiemblen las piernas cuando la afición rival está en ebullición y el equipo al que animan se crece. Jugadores que sepan mantenerse serenos y que transmitan esa serenidad a los compañeros más jóvenes, más inexpertos o más especialitos. Jugadores como Pablo Alfaro, por poner un ejemplo, de quien tanto me acordé anoche. No hablo de figuras, de cracks mundiales, de futbolistas de enorme calidad y grandísimas habilidades. Hablo de futbolistas que saben hacer una falta en el momento y lugar indicados, o pegar una voz, o desquiciar al contrario sin necesidad de meter una hostia a un rival delante del árbitro.

Como defendía Monchi, creo que este Sevilla puede tener futuro. Este año está medio perdido, pero puede tener futuro. Y si el año próximo podemos contar con promesas como Rabello o Luis Alberto, pues mucho más. Pero si no cubrimos esa carencia de oficio, difícilmente lograremos alcanzar los objetivos.  

2 comentarios:

Alberto H. dijo...

Pues sí, estoy totalmente de acuerdo.

Es evidente que hay una falta de oficio, pero también de calidad.

La falta de oficio se ve, por ejemplo, cuando a Kondogbia le hacen una entrada de amarilla --creo que era Amaya y hubiera sido la segunda-- y el francés va al suelo, pero ni siquiera se queja. Un jugador con oficio, habría rodado por el suelo, como si el dolor fuera insoportable, y, de paso, habría ganado unos segundos preciosos.

Y la falta de calidad, sobre todo en defensa, se vio durante los últimos minutos. En mi post de ayer no entré a comentar cuáles, en mi opinión, habían sido los errores que cometimos, pero uno de los más graves fue el retrasar tanto la línea defensiva. Perdimos el orden, y eso se suele pagar caro. Unos centrales con experiencia y calidad habrían puesto la última línea al borde del área grande, cuando ayer la teníamos casi al borde del área pequeña. Y eso es un suicidio.

Pienso que si se hubiera adelantado la defensa y hubiéramos puesto delante de Beto una línea de cinco y en el centro del campo una línea de cuatro --no hacían falta delanteros, porque íbamos ganando--, el Betis se las hubiera visto y deseado para crear ocasiones de gol.

Por supuesto, eso no se sabrá nunca, pero defender tan atrás es casi renunciar a algo tan valioso en cuetiones defensivas como es el fuera de juego, aparte de que cualquier balón que vaya al área es un auténtico peligro, y, normalmente, el portero poco puede hacer para evitar que le rematen desde cerca, como ocurrió en el tercer gol.

Pienso que la experiencia es un grado, sobre todo en defensa.

Un saludo.

Rafael Sarmiento dijo...

Durante el segundo tiempo pensaba que el cambio ideal era el de Maduro por Negredo (una vez expulsado Medel), lo cual coincide con lo que dices. Cinco atrás y cuatro por delante de esos cinco. Y sin delanteros.

El Betis llegaba con muchísima facilidad al borde del area grande, y me extrañó que no marcaran antes. De hecho, vista la última media hora, el 3-3 es un buen resultado.

Vengo diciendo que una cosa es que te piten un penalty inexistente en el último minuto y otra que te dejen con 10 en el minuto 60 cuando aun vas ganando.

El árbitron nos perjudicó muchísimo, pero sólo fue responsable de un gol: el del penalty que no fue. O no lo fue tanto. Pero de los otros dos goles tiene la culpa el Sevilla.

Pienso que hay que ser justos. Que hay que decir que el árbitro nos machacó, porque es cierto. Porque nos machacó. Pero eso no debe esconder nuestros propios errores, porque el primer paso para no volver a cometerlos es reconocerlos. Y creo que no se está haciendo.

Un saludo.

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