Minuto uno del partido de
anoche: Paulao presenta sus credenciales en forma de entrada
contundente a Negredo. Tanto, que al sevillista se le quedan marcados
los tacos en el muslo. El árbitro pita falta, pero no enseña
tarjeta. Y el mejor delantero de uno de los equipos ya sabe que la
defensa rival no se va a andar con chiquitas.
Lo primero que pasó por
mi cabeza cuando vi la jugada fue el recuerdo de Pablo Alfaro. En
concreto, de la de veces que éste hizo una jugada semejante.
Seguramente, Paulao sabía que el árbitro es joven, debutante en
primera, y que un partido como un Betis – Sevilla le podía venir
grande. Para colmo, jugaba en casa. Normalmente, un árbitro
debutante no se atreve a mostrar una amarilla en la primera jugada a
un jugador del equipo que juega en casa. Se arriesgó y acertó. Eso
en fútbol se llama oficio. Y a base de escudriñarme la cabeza en
busca de algo que explique por qué el Sevilla demuestra poder jugar
bien, pero es incapaz de cerrar los partidos fuera de casa, creo
haber llegado a la conclusión de que lo que le falta es justo eso:
oficio.
Entre otras muchas cosas,
decía Monchi el otro día en la entrevista que publicó Diario de
Sevilla que una de sus obligaciones al conformar una plantilla es
pensar en el futuro. Lo hacía como explicación al aparentemente
inexplicable fichaje de Stevanovic, definiéndolo como una inversión
de eso, de futuro. Decía que no es complicado crear un equipo como
el Levante, lleno de jugadores baratos, pero veteranos y, por tanto,
con muchísimo oficio. Pero que el Sevilla debe pensar en una
plantilla de futuro. Esto está muy bien, pero cuando se analiza una
plantilla como la nuestra, aparte de enormes carencias (sobre todo en
defensa y delantera), uno se da cuenta de que es joven. Muy joven.
Ayer, en el primer
tiempo, el Sevilla demostró que, en fútbol, meramente en fútbol,
es muy superior al Betis. Pero en el segundo dejó claro que de
oficio andamos cortos. Ayer, al Sevilla le robaron. El penalty no fue
penalty y la expulsión de Medel (justa) tuvo que venir acompañada
del mismo castigo para Cañas. A partir de ahí, el Sevilla fue
inferior al Betis. Un robo es un robo, pero también una
circunstancia que puede pasar. Que les pasa a todos los equipos del
mundo. Pero los equipos con oficio saben superar esa adversidad, y
los que no lo tienen, pues no. Nosotros no lo tenemos y acabamos
empatando un partido que ganábamos 0-3.
El Sevilla, jugando con
10 y ganando por 2-3 fue incapaz de salir de su área. El Betis (no
el Barça de Guardiola, sino el Betis) nos asedió. Y cuando un
equipo asedia a otro durante casi media hora, lo raro es que no
marque. Es más, lo raro es que sólo marcaran un gol, y tan al
final. Se entiende que un equipo en inferioridad sea inferior (valga
la redundancia), pero no que no sepa aguantar el tipo de una manera
medio decente ante un rival de más bajo nivel. El Betis demostró
tener (desde el minuto uno) mucho más oficio que el Sevilla. Esa es
la losa que nos lleva aplastando desde el principio de la temporada.
El Sevilla tiene
jugadores sin oficio. Un jugador de la calidad de Reyes no jugaría
en el Sevilla si no tuviera la cabeza tan frágil que tiene. Un
futbolista de la talla de Navas hace tiempo que estaría en un súper
grande de no ser tan especial como es. Alguien de la clase de Negredo
sería el nueve indiscutible de España si no se perdiese en tantos y
tantos partidos. Si Fazio no tuviera su error nuestro de cada semana,
sería un central de muchísima categoría. Y, por supuesto, un
elemento como Medel estaría en otro lugar bien distinto si no se le
fuera la olla del modo en que lo hace. Si a eso le unimos a jugadores
jóvenes y/o inexpertos en la élite como Alberto, como Kondogbia,
como Botía, como Hervás, como Stevanovic, como Babá, como el
propio Coke, o Campaña..., ¿qué nos queda? Una plantilla en la que
muchos no tienen experiencia; y los que sí que la tienen, son, cada
uno a su manera, especialitos.
El Sevilla no tiene
jugadores con oficio. Jugadores capaces de manejar partidos como el
de anoche. Jugadores a los que no le tiemblen las piernas cuando la
afición rival está en ebullición y el equipo al que animan se
crece. Jugadores que sepan mantenerse serenos y que transmitan esa
serenidad a los compañeros más jóvenes, más inexpertos o más
especialitos. Jugadores como Pablo Alfaro, por poner un ejemplo, de
quien tanto me acordé anoche. No hablo de figuras, de cracks
mundiales, de futbolistas de enorme calidad y grandísimas
habilidades. Hablo de futbolistas que saben hacer una falta en el
momento y lugar indicados, o pegar una voz, o desquiciar al contrario
sin necesidad de meter una hostia a un rival delante del árbitro.
Como defendía Monchi,
creo que este Sevilla puede tener futuro. Este año está medio
perdido, pero puede tener futuro. Y si el año próximo podemos
contar con promesas como Rabello o Luis Alberto, pues mucho más.
Pero si no cubrimos esa carencia de oficio, difícilmente lograremos
alcanzar los objetivos.
2 comentarios:
Pues sí, estoy totalmente de acuerdo.
Es evidente que hay una falta de oficio, pero también de calidad.
La falta de oficio se ve, por ejemplo, cuando a Kondogbia le hacen una entrada de amarilla --creo que era Amaya y hubiera sido la segunda-- y el francés va al suelo, pero ni siquiera se queja. Un jugador con oficio, habría rodado por el suelo, como si el dolor fuera insoportable, y, de paso, habría ganado unos segundos preciosos.
Y la falta de calidad, sobre todo en defensa, se vio durante los últimos minutos. En mi post de ayer no entré a comentar cuáles, en mi opinión, habían sido los errores que cometimos, pero uno de los más graves fue el retrasar tanto la línea defensiva. Perdimos el orden, y eso se suele pagar caro. Unos centrales con experiencia y calidad habrían puesto la última línea al borde del área grande, cuando ayer la teníamos casi al borde del área pequeña. Y eso es un suicidio.
Pienso que si se hubiera adelantado la defensa y hubiéramos puesto delante de Beto una línea de cinco y en el centro del campo una línea de cuatro --no hacían falta delanteros, porque íbamos ganando--, el Betis se las hubiera visto y deseado para crear ocasiones de gol.
Por supuesto, eso no se sabrá nunca, pero defender tan atrás es casi renunciar a algo tan valioso en cuetiones defensivas como es el fuera de juego, aparte de que cualquier balón que vaya al área es un auténtico peligro, y, normalmente, el portero poco puede hacer para evitar que le rematen desde cerca, como ocurrió en el tercer gol.
Pienso que la experiencia es un grado, sobre todo en defensa.
Un saludo.
Durante el segundo tiempo pensaba que el cambio ideal era el de Maduro por Negredo (una vez expulsado Medel), lo cual coincide con lo que dices. Cinco atrás y cuatro por delante de esos cinco. Y sin delanteros.
El Betis llegaba con muchísima facilidad al borde del area grande, y me extrañó que no marcaran antes. De hecho, vista la última media hora, el 3-3 es un buen resultado.
Vengo diciendo que una cosa es que te piten un penalty inexistente en el último minuto y otra que te dejen con 10 en el minuto 60 cuando aun vas ganando.
El árbitron nos perjudicó muchísimo, pero sólo fue responsable de un gol: el del penalty que no fue. O no lo fue tanto. Pero de los otros dos goles tiene la culpa el Sevilla.
Pienso que hay que ser justos. Que hay que decir que el árbitro nos machacó, porque es cierto. Porque nos machacó. Pero eso no debe esconder nuestros propios errores, porque el primer paso para no volver a cometerlos es reconocerlos. Y creo que no se está haciendo.
Un saludo.
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