jueves, 15 de marzo de 2012

Legislación versus cultura

Desde que el Gobierno aprobó esta última reforma laboral que tantísima polémica ha desatado, llevo queriendo hablar del tema, aunque no lo he hecho por no ser capaz de labrarme una opinión sólida al respecto. Por mi formación económica, suelo analizar este tipo de medidas a nivel global, es decir, en función de su presunta repercusión en la generalidad de la economía de un país en su conjunto. Y en ese sentido, es innegable que la flexibilidad que aporta al mercado laboral es muy necesaria. Sin embargo, como ciudadano de a pie, es algo que me aterra porque vivo en el mundo real e intuyo que su consecuencia más inmediata es que el trabajador se queda sin armas para defender sus intereses. Y es esa disyuntiva la que me ha hecho debatirme en el desconcierto ante todo este tema. 

En teoría económica pura, la reforma servirá para que las empresas con problemas puedan reajustar sus plantillas, adecuar sus presupuestos a su realidad y no quebrar y desaparecer cuando pasan por una mala racha. Es mejor despedir a un trabajador y quedarse con los demás que quebrar y mandarlos a todos al paro. Eso, a nivel macroeconómico. Pero, en verdad, todos sabemos que no se trata más que de una carta blanca para que los empresarios hagan lo que les de la gana con sus empleados, perdiendo éstos derechos en favor de la voracidad de aquellos. La reforma es muy importante si queremos mejorar nuestra competitividad con los países de nuestro entorno, y también para evitar que otra crisis futura casi triplique la tasa de paro en apenas tres años, como ha pasado con esta que estamos sufriendo. Pero lo otro también debería importar, y es por eso que se ha generado tanta polémica. 

Siendo objetivos, la situación en la que se queda el mercado laboral español no es diferente a la que tienen los de los países europeos más avanzados. Y es todavía mucho mejor que en EEUU, por poner un ejemplo. De hecho, se sabe que el coste del despido en España sigue siendo más alto que la media europea, lo cual no deja de confundirme. ¿Por qué, entonces, tenemos la percepción de que en países como Alemania, Francia, Holanda, etc., los trabajadores tienen más derechos cuando en verdad sus legislaciones son muy parecidas a esta que nos acaban de imponer? Incluso hasta más liberales. 

La conclusión a la que llego es que el problema en España no está en la legislación, sino en la cultura empresarial, en la actitud de los empresarios. Y que dicha legislación, hasta ahora, protegía mucho los derechos de los trabajadores porque los empresarios no tienen conciencia social, es decir, que si no se les obliga, no respetan como se merecen a los asalariados. 

Os pongo un ejemplo que no tiene nada que ver, pero que explica a qué me refiero con eso de "cultura". 

Cuando yo vivía en Holanda, y al igual que muchos holandeses, utilizaba el tren para moverme entre ciudades. Holanda tiene una red ferrocarriles descomunal y que funciona como un reloj de precisión. Por ejemplo, entre el centro de Utrecht y el centro de Amsterdam hay solo media hora en tren, con lo que es de lo más común que haya gente que viva en una ciudad y estudie o trabaje en otra diferente. Se desplazan en tren entre ciudades y luego lo hacen en bicicleta dentro de las mismas. Pues bien, a mí me sorprendió sobremanera que en los trenes apenas hubiera revisores. Y es que la gente tenía conciencia, pagaba su billete, hacía su trayecto y santas pascuas. Eso se sabe, se confía en la población, esta responde, y la compañía ferroviaria se ahorra el gasto en personas que vigilen que todos llevan su ticket. Eso sería impensable en España. Si eso fuera así aquí, no pagaría ni Dios y la compañía quebraría en poco tiempo. Por tanto, es necesario invertir dinero en los medios necesarios para asegurarse de que todo el mundo paga su billete y garantizar la viabilidad del servicio. Hay que pagar a revisores, cuando ese dinero se podría emplear en mejorar las infraestructuras, los trenes, las estaciones, etc. Si hubiera conciencia, si hubiera cultura para ello.

La ley para evitar el fraude, cuando un ciudadano honrado no debe defraudar aunque no haya una ley que persiga dichas cosas. Somos ineficientes porque nos falta esa conciencia, esa culturilla. No nos podemos permitir el lujo de ahorrar en revisores para mejorar el servicio. Por tanto, dicho servicio es peor que en otros países, los que tienen esa conciencia, gastando lo mismo o incluso más. 

Pues con los empresarios pasa lo mismo. La empresa española es más ineficiente que la holandesa o la alemana, pero eso no es culpa de la legislación, sino de la culturilla empresarial, de la conciencia de estos. Un gobierno puede cambiar dicha legislación, haciéndola acorde con la del resto de países de la UE, y así darles las herramientas necesarias para que su empresa funcione mejor, compita mejor, resista las malas rachas mejor, pero sabemos que dichos empresarios utilizarán esas herramientas para sobre-explotar aún más al trabajador. De igual manera que si nos quitan los revisores para emplear ese dinero en mejorar el servicio, la gente no pagará y desaparecerá dicho servicio. Y eso en Alemania, Holanda, etc. no pasa. De igual manera que un ciudadano holandés paga su billete aun sabiendo que nadie va a comprobar que lo hace, un empresario de dicho país va a cuidar a su empleado aunque no haya una ley que le obligue a darle según que derechos o beneficios. Y en España va a pasar todo lo contrario. En España, las condiciones laborales de los trabajadores van a empeorar porque los empresarios no tienen conciencia social, no tienen esa cultura de actuación, no comprenden que el empleado es el mayor activo que poseen y que, bien cuidado, es quien de verdad les va a reportar beneficio. Un beneficio muchísimo mayor que el ahorro que consiguen bajando sueldos y recortando derechos. 

Si España quiere ser un país moderno, necesita legislaciones acorde con las del resto de países modernos, que son con quienes nos codeamos. Pero antes que eso, necesita que la gente que vive aquí se conciencie. No podemos ser modernos si nuestra mentalidad no lo es. Una ley no nos hace modernos, pero sí que puede provocar un daño enorme a muchísima gente, que verá descender su calidad de vida sin recibir nada a cambio.

Y este es un problema muchísimo más grave que una crisis económica o la repercusión de las medidas que se adoptan para atajarla. Esto es algo que tardará generaciones en solucionarse. Y, sí, es cierto que por algo hay que empezar, pero los tiempos que vienen son verdaderamente preocupantes. Y mientras no se haga algo para ir cambiando esa mentalidad empresarial, yo estaré en desacuerdo con esta reforma laboral. Más que nada porque, sin ese cambio, la reforma no valdrá para mejorar las condiciones de vida de la población en general, que, en el fondo, es lo que se supone que se está persiguiendo. 

4 comentarios:

EL PAPI MAGASE dijo...

La "culturilla" es el mate de los tomates y aqui esa culturilla que hay,lleva o se ha llevado mas de cuarenta años grabada a fuego,dificil papeleta tenemos todos en los tiempos que corren,pero habrá que apretarse los machos y por el futuro de nuestros hijos seguir luchando y educando a generaciones venideras,como siempre te vuelvo a felicitar por tu entrada.

Terenti dijo...

Estupendo, muy claro. La verdad es que todos tenemos que poner de nuestra parte. Hace un par de días, muchos que venían de Utrera a Sevilla se quedaron en tierra cuando apareció el revisor. Este es un país de pícaros (uno de los tópicos con algo o mucho de razón). Por desgracia, nunca he estado en Holanda, pero se de gente que realiza parte de su jornada laboral en casa, sin que el empresario desconfíe de ellos. Aquí sería inconcebible.

Pienso que tienes razón al hablar de la flexibilidad del mercado laboral, pero con esta tasa de paro y estos empresarios, lo único que veo es precarización y explotación. Sin embargo, la actual reforma laboral no solamente abarata el despido, sino que recorta otros muchos derechos (ultraacividad de los convenios, conciliación, modificación sustancial de las condiciones de trabajo –salario, turnos, horarios, funciones-, más presencia de las ETTs…)

En fin, el tema da para mucho.

Un saludo y muchísima suerte con tu negocio.

Juan Angel de Tena dijo...

Cierto Rafael.
A nadie se le escapa que ante la brutal crisis que afecta al mundo entero, a nivel individual todos los paises deben apretar los machos y poner en marcha medidas que hagan que estos vuelvan a generar algo tan basico en economia como es el poder producir. Si no se consume, no hay produccion. Si no hay produccion, no hay empleo, si no hay empleo, no hay dinero para consumir.

Todos debemos ser conscientes de que el sacrificio debe ser por parte de todos, pero cargar el peso de esta reforma precisamente en el que menos tiene debido a la voracidad de esta puñetera crisis en estos ultimos 2 años, creo que es una sin razon.

Hay que buscar formulas para que las empresas puedan subsistir y poco a poco ir freciendo pero de la misma forma que el trabajador tenga unos minimos recursos para poder llevar una vida digna, ni mas ni menos.

Tiempos dificiles Rafael.

Un fuerte abrazo amigo.

Rafael Sarmiento dijo...

Por supuesto, ni todos los empresarios son iguales ni todas las personas se comportan del mismo modo. Hablo de una generalidad.

La reforma laboral, como todas las leyes de esas características, lo que hace es establecer un marco de actuación y unos límites. Y lo que se ha hecho es agrandar esos límites para los empresarios, que antes eran más estrechos.

Esto no quiere decir que los empresarios tengan por fuerza que vivir siempre en esos límites. Si el salario mínimo es de 600€, no significa que todo el mundo tenga que cobrar eso, sino que está prohibido que se gane menos que eso. Si las vacaciones mínimas son 22 días por año, eso no es óbice para que un empresario decida dar más días a sus empleados.

Y así, podemos analizar artículo por artículo toda una reforma laboral. Se establecen los mínimos en los que se deben regir las relaciones trabajador - empresario. Unos mínimos que son más bajos que antes.

Pero, como digo, eso no significa que los trabajadores vayan a tener menos derechos, sino que se garantizan menos derechos por ley. Si el empresario quiere, el trabajador tendrá los mismos derechos que antes, si no más. Todo depende de hasta que punto ese empresario quiera cuidar a su trabajador.

Y el sentido del post es una queja porque mucho me temo que los empresarios en general aprovecharán que esos mínimos son mucho más mínimos que antes para precarizar el trabajo. No hay conciencia social, no hay cultura empresarial que defienda el valor del trabajador.

POr tanto, el problema es que, como la ley permita esa precarización, pues se producirá. Ojalá los empresarios fueran más inteligentes y sólo empleasen esos mínimos cuando no tuvieran más remedio. Pero todos sabemos que lo harán, no para salvar a las empresas de momentos difíciles (que es el espíritu de la ley), sino siempre, para así conseguir un mayor beneficio a costa de sus empleados.

La pena es que no se den cuenta, como digo en el post, de que el beneficio por tener un trabajador enchufado y motivado es muchísimo mayor que el ahorro por precarizar su situación laboral.

Muchas gracias a todos, un abrazo

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