viernes, 1 de febrero de 2013

Y por fin compitió.

Antes que nada, hay que recordar que el equipo al que nos enfrentamos ayer es el segundo de la liga, el actual campeón de la Europa League. Un equipo que se está mostrando intratable en casa, hasta el punto que llevaba desde octubre sin encajar un gol (ayer lo hizo por primera vez tras más de 1000 minutos de juego). Un equipo que no pierde una eliminatoria oficial en ninguna competición desde que su actual entrenador, Simeone, llegó hace poco más de un año. Un equipo, fuerte no, fortísimo, el más potente del actual fútbol español después del Barcelona; del Barcelona de esta época que, posiblemente, sea el mejor equipo de la historia del fútbol. 

Enfrente, nosotros, con un portero que llegó "antié". Con un equipo que se ha llevado meses arrastrándose por los campos. Con un entrenador que lleva aquí dos semanas. Con algún que otro jugador con la cabeza Dios sabe donde. Con una directiva más preocupada en vender que en lo que tenemos entre manos en el ámbito deportivo. Y con una afición que trata de ilusionarse, pero que no se fía un pelo ya porque son muchos los palos que nos hemos llevado en los últimos años. 

Aparte, el árbitro. Que los penalties los fueron, de eso no cabe duda. Y las expulsiones, justas. Justísimas, nada que objetar. Pero que a un equipo que hace once faltas le enseñen cinco amarillas y dos rojas, y otro que hace el doble de infracciones se quede en una y una es, cuando menos, sospechoso. Esto es el pan nuestro de cada día, no nos sorprende a ninguno, estamos acostumbrados y nos lo esperábamos. Pero no por eso deja de ser lo que es. Lo que es. 

Bien, pues a partir de aquí, podemos hablar de lo que queramos. De lo estúpidos que fueron los penalties. De la buena pinta que tiene Beto (y del partidazo que se marcó, teniendo en cuenta sus circunstancias), de la pena que da no haber aprovechado la ocasión de sacar un mejor resultado, aunque eso también lo pensarán ellos. De muchas cosas. 

Pero yo me voy a quedar con algo que creo que es importantísimo. Este es el mismo Sevilla que cayó por cuatro a cero, y de forma lamentable, en aquel mismo estadio y contra ese mismo equipo hace muy poco tiempo. Es cierto que a ellos les faltaba Falcao, pero nosotros íbamos sin Palop y sin el suplente de Palop. Con esto quiero decir que el Sevilla ha crecido una barbaridad en este intervalo. La intensidad con la que juega, la fe en sus posibilidades (se rehizo de un penalty, expulsión y 1-0), la continuidad de su fútbol (mejor o peor, pero continuo, sin desconectarse durante ciertas fases de los partidos), la concentración, la solidaridad...; creo que esto es muy importante, ya digo, porque puede que suponga que, por fin, vamos a tener un patrón de juego, algo a lo que agarrarnos, unas ideas claras, un poder decir "nosotros somos esto, y con esto sacamos adelante partidos". Hace mucho (MUCHO) que el Sevilla no tiene eso. 

Ojo, no quiero lanzar las campanas al vuelo, no me estoy emocionando. Al revés, soy más prudente que nunca. Me fío bastante poco, pero ya van varios partidos con Emery, y el cambio ha sido brutal. Eso no quiere decir que la cosa vaya a seguir así y que esto sea el inicio de una gran remontada, pero sí que, de esta forma, tal cosa es más probable que hace apenas dos semanas. 

El rival de ayer no era el Zaragoza o el Granada. El rival de ayer era un equipazo con todas las letras. Y el Sevilla compitió con él. COMPITIÓ. Por fin. Dejó la eliminatoria abierta para poder jugarnos el pase a la final en casa. Y lo mejor es que, si la cosa sigue así (que ojalá que siga), el Sevilla que va a jugar esa vuelta será mucho más equipo que este. Habrá crecido porque Emery llevará aquí bastante más tiempo que ahora. 

Si sigue la cosa así  que eso lo tengo yo que ver. Como decía antes, son ya demasiadas decepciones como para no tomarme las cosas con calma. Como para no ser prudentes. 

Eso sí, la ilusión nos ha vuelto. O mejor quizás, la esperanza de recuperar la ilusión. 

Sólo me queda una cosa por decir: me mantengo unido al clamor del sevillismo para que la directiva arregle de una vez el sinsentido de Gol Norte. Es lo que queda, una vez cerrado el mercado de fichajes (y con él la inquietud de muchos jugadores), para acabar de sentar las bases de la recuperación. Si eso se hace y el Sevilla sigue creciendo (a pesar de las difícilísimas visitas a Bernabeu y Nou Camp que vienen antes), el partido de vuelta en el Sánchez-Pizjuán, con un estadio a reventar de sevillistas con ansias de sangre, puede ser histórico. 

Otro más. 

4 comentarios:

PadreManuel dijo...

Estoy contigo, con este tema se están pasando varios pueblos y ya está bien.

Reclamo y exijo el regreso de los biris al gol norte y un acuerdo lógico que alguien lo controle desde fuera, de esa manera nos quitaremos las caretas y sabremos a que atenernos en caso de continuar esta tropelía.

Saludos.

Alberto H. dijo...

A mí lo que más me preocupa del partido de vuelta es lo que más me preocupaba del partido de ida: el árbitro. En este primer partido ha sido decisivo, y creo que lo será en el de vuelta.

En España hay demasiada corrupción, mundo del fútbol incluido. Interesa que el Atlético llegue a la final.

Tendremos que jugar a un nivel altísimo para pasar, pero ya hemos demostrado que hay calidad para jugar así. Lo que tengo clarísimo es que no sólo nos enfrentamos a once jugadores.

De todas formas, partidazo el día 28. A mí me ha fastidiado la obra que iba a ver en el Lope de Vega, que hace varios meses que saqué la entrada. Pero entre el teatro y el Sevilla, hay que estar con el Sevilla.

Un saludo.

Anónimo dijo...

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Rafael Sarmiento dijo...

@Padre Manuel

Eso que dices es el clamor del sevillismo. Y yo me uno a él.

@Alberto H.

Creo que al final es el día 27. Podrás acudir a ambos eventos.

Este tipo de partidos (como la última semifinal contra el Real Madrid) son así. Interesa una final muy mediática, mientras más mejor. Va a ser dificilísimo, pero la idea era salir vivos del Calderón para tener opciones en casa. Y eso se ha conseguido.


Muchas gracias a los dos. Saludos.

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