martes, 31 de mayo de 2011

Una historia probable que no vale como excusa

La siguiente historia está basada en hechos reales y en personajes reales, pero su desarrollo es totalmente inventado. Es altamente posible que las cosas ocurriesen tal y como las voy a describir, pero eso es algo que no puedo asegurar. Así que, de entrada, que quede claro eso.

Imaginemos a un jugador joven, unos 20 años, que actúa de delantero y que ya ha debutado en Primera División, pero que sigue participando cuando procede en los partidos del filial. Pongamos que se llama Rodri, que juega a caballo entre el Sevilla F.C. y el Sevilla Atlético y que en estos días anda disputando con este último la fase de ascenso a Segunda División en España.

Rodri es un matador del área, un goleador nato de esos que tienen la portería entre ceja y ceja. Tiene un futuro extraordinario, ya ha sido internacional sub'21 en alguna que otra ocasión y no lo ha sido más veces porque su equipo es el Sevilla At y no el Castilla. Eso lo entiende cualquier aficionado al fútbol. Su problema es que pierde los papeles con facilidad. Su juventud impulsa su ímpetu, algo que es muy bueno en la inmensa mayoría de las ocasiones, pero que se convierte en terrible defecto cuando un rival sabe cómo picarle para que caiga en la trampa, haga cualquier tontería, la vea el árbitro y... expulsión al canto.

Imaginemos ahora a otro jugador. Este tiene un perfil absolutamente opuesto. Se trataría en este caso de un defensa, navarro para más señas. Se trata del típico zaguero vasco (o navarro), de esos que por ser vasco o navarro se les llama nobles, aguerridos, fuertes, duros pero no violentos. De la misma manera que si fuesen cántabros y se apellidasen Alfaro, o si fuesen valencianos y su nombre fuera Navarro (navarro de apellido, no de lugar de nacimiento), se les llamaría asesinos o adjetivos semejantes. Es una cuestión de latitud geográfica, de lugar de procedencia o del equipo en el que se juegue. Las cosas son así. Es algo parecido al motivo por el que el jugador a quien hemos llamado Rodri ha jugado poco con la sub'21. Como decía antes, cualquier aficionado al fútbol entiende lo que quiero decir.

A este jugador navarro le vamos a llamar..., no sé..., pongámosle de nombre Lacruz. Se trata de un futbolista de treinta y pico años ya, y una extensa y mediocre carrera a sus espaldas. Sus mayores éxitos fueron derrotas. La de la final de las Olimpiadas de Sidney en 2000 y la de la final de la UEFA en 2006 contra el Sevilla, cuando este noble navarro jugaba en el Español. Sus otros equipos fueron, antes que el catalán, Osasuna y Athletic de Bilbao. En estos días apura sus últimas temporadas en activo en el también vasco Real Unión de Irún, de Segunda División B.

La historia en cuestión discurre durante el partido que disputan el Sevilla At y el mencionado Real Unión de Irún. En juego está el ascenso a Segunda División. O mejor, el pase a la siguiente eliminatoria de una competición que determinará qué cuatro equipos ascienden a Segunda División. Se trata del partido de vuelta de dicha eliminatoria. En la ida ganaron los vascos por dos a uno. Y para la vuelta les espera el Sevilla At en casa, uno de los equipos que mejor fútbol ha desarrollado en todo el país a lo largo de la temporada.

Como buen equipo vasco, los irundarras se emplean a fondo en desplegar lo que unos llaman "el otro fútbol", y otros definen como ser guarros, leñeros y marrulleros. En el fútbol, la diferencia entre noble contundencia y violencia criminal depende, como decía antes, de la latitud geográfica, del lugar de procedencia o del equipo en el que se juegue. Un jugador navarro que juega en un equipo vasco es noblemente contundente. Y es así como se emplearon los guipuzcoanos contra esos chicos tan jóvenes que componen el filial del Sevilla.

En concreto, el contundente pero noble Lacruz se empeña con denuedo en detener a Rodri, el fino y oportunista delantero andaluz. Y lo hace con bucólica y poética intensidad. Con patadas de esas que no duelen, porque una patada noble pegada por un chicarrón del norte no duele, eso lo saben todos los aficionados al fútbol. Distinto sería que esa misma patada la pegara un cántabro o un valenciano, y más si juegan en el Sevilla. Quizás por eso el Athletic sólo ficha a vascos, no sé. En fin que me redundo y me voy por las ramas, y no es esa mi intención en absoluto.

El caso es que el ínclito Lacruz, al ver que con su noble contundencia no es capaz de parar a su joven rival, comienza a utilizar otra técnica que unos llaman marrullería y otros veteranía. Insisto, la diferencia entre ambas acepciones depende de la latitud geográfica, del lugar de procedencia o del equipo en el que se juegue. Es siempre lo mismo, creo que nos vamos entendiendo. Y el navarro (de procedencia, no de apellido, qué importante es este matiz) comienza a intentar picar a su adversario, a sabiendas de que pierde los papeles con facilidad, a ver si así logra desquiciarlo. Esta actitud se definiría en otros lugares como que el defensa, a la vista de que pegando coces no puede detener a su contrincante, se dedica a putearlo a espaldas del árbitro con el objetivo de hacerle perder la cabeza. Pero como el equipo es vasco y el jugador navarro, lo que ocurre es que el defensa, en vista de que con su noble contundencia no detiene las acometidas del rival, tira de veteranía para aprovecharse de que dicho rival no es tan noble como él de ninguna de las maneras y pierde los papeles con suma facilidad.

Lacruz comienza a acordarse de la madre de Rodri, y de su abuela, y de su hermana, en fin, ese tipo de nobles actitudes típicas de la veteranía de los centrales que no juegan en el Sevilla. Y Rodri, a quien pronto comenzarán a llamar un tramposo que se tira para engañar a los árbitros y que agrede a los rivales con regularidad, le recuerda a Lacruz que a su madre no se la menta. Pero en vez de decírselo de palabra, emplea la técnica del bofetón, o como dicen en mi pueblo, de la hostia en toa la cara. El árbitro lo ve y el delantero es expulsado a falta de un mundo para el final del partido. 

Aún así, el Sevilla At gana y se clasifica para la siguiente ronda de la fase de ascenso. Mientras, Lacruz y sus compañeros se van tristes de vuelta al otro extremo de la península, donde esta casi termina para que de comienzo Francia. Pero se va satisfecho porque ha cumplido con su deber. Se ha empleado de forma contundentemente noble y ha tirado de la veteranía que tiene para tratar de doblegar a su contrario, aunque no hayan podido finalmente. En Sevilla pensarán que se ha hartado de dar coces y que ha desquiciado a su rival a base de insultos, pero es que estos del sur no saben de fútbol y cree el ladrón que todos son de su condición. 

Eso sí, cuando Lacruz sea un poco mayor, ya se haya retirado y tenga un hijo de unos veinte años tratando de abrirse paso en el mundo del fútbol, no sé que pensará si ese vástago suyo se encuentra con un tuercebotas de los de colmillo retorcido que le cose a patadas y le dice todo tipo de lindezas acerca de las mujeres de su familia. Si el tuercebotas es del sur, dirá que es un criminal asesino que debería de ir a la cárcel. Si es del norte, igual piensa que es un veterano curtido en mil batallas que tira de esa veteranía para practicar con maestría el llamado "otro fútbol"; y que su hijo bien haría con aprender de él.

O no, cualquiera sabe. 

Volviendo a la realidad, insisto que esto es una historia inventada. Es cierto que ese partido se jugó. Que lo ganó el Sevilla At, eliminando así al Real Unión de Irún. Que en las filas sevillistas había un delantero llamado Rodri y en las irundarras un defensa que responde al nombre de Lacruz. Y que Rodri acabó por asestar un guantazo a este último, resultando expulsado a continuación, como es lógico y natural. 

Lo demás, todo inventado. No sé qué hizo Lacruz a lo largo del partido ni tampoco las razones que llevaron a Rodri a comportarse de ese modo tan censurable. El objetivo del post no es criticar a Lacruz. Ni mucho menos. Y no lo es porque no tengo ni idea de si Lacruz merece ser criticado o no, ya digo, me lo he inventado todo. El objetivo del post es imaginarme una excusa de peso que justifique la acción de Rodri. Exponer una razón que explique lo que hizo. Pero no para librarle de la culpa, o para mitigarla en parte. No. Lo que le quiero decir a Rodri es que comportamientos como ese no son de recibo. 

Vamos a ver, Rodri es un jugador con un futuro muy prometedor en el fútbol. Pero para hacer realidad su sueño que abrirse un hueco en ese mundillo es fundamental que conozca ese mundillo. Y ese mundillo funciona tal y como lo he descrito. Vuelvo a repetir, no sé si Lacruz es así como he dicho, seguramente no, o sí, no lo sé, pero lo que sí que sé es que Rodri se va a encontrar con muchos futbolistas de ese corte. Y si cada vez que pase eso, el resultado va a ser el del otro día...

Gracias a Dios, se trata de un jugador muy joven al que aún le queda por mejorar. Y tiene tiempo para ello. Sin duda esta es una de las cosas que tiene que mejorar. Decía antes que me he inventado una historia para fabricar una excusa con la que mitigar la culpa del delantero. Pero es que, aun suponiendo que la historia fuese cierta, ni así tendría perdón lo que hizo nuestro jugador.

El fútbol es así, injusto y a veces hasta indignante. Pero es así. Y si se quiere triunfar en él, más vale ir acostumbrándose. Por el bien del jugador, del Sevilla y de todos los que seguimos al Sevilla. 

2 comentarios:

Juan Angel de Tena dijo...

El evangelio amigo.
El futbol de elite no son los mundos de yuppie, y hay que saber moverse en el si no quieres quedarte atras.
Afortunadamente, Rodri es muy joven y esperemos que poco a poco vaya adquiriendo la suficiente profesionalidad y competitividad como para saber que en el futbol de elite, en ese en el quiere ser alguien, hay que saber moverse en todos los sentidos.
Enhorabuena una vez mas por el post amigo.
Un fuerte abrazo.

EL PAPI MAGASE dijo...

Hermano menos mal que solo es una pequeña fábula imaginaria la que aqui nos cuentas,pero de verdad que me has hecho recapacitar,yo me acordé de la madre del tal Lacruz y de to sus descendientes y después de leer esta fábula desde este blog y con este comentario,pido perdón a ese contundente y veterano defensor navarro(de descendencia,que no de apellido) y decirle que afortunadamente ya le quedan pocos Rodris con los que bregar,en cambio a ese Rodri imaginario de la historia que nos cuentas(imaginaria por su puesto) le quedan muchos de estos veteranos contundentes con los que fajarse y es bueno que de estas cosas aprenda el chico y se haga un gran fútbolista para su equipo y el nuestro,ese que haces llamar en tu fábula SEVILLA FC,por el bien de el chaval y del equipo que mencionas,un abrazo crack,como siempre es un honor perder cinco minutos de mi tiempo(mejor que perder quise decir,ganar e ilustrarme) en leer una entrada como esta digna de ser leida y comentada,nos seguimos leyendo hermano.

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