Así fue como se definió Cristóbal Soria en su rueda de prensa de despedida. En estos días se han leído y escuchado todo tipo de opiniones acerca de la decisión del club de prescindir del que ha sido hasta ahora nuestro delegado. Hay quien lo ve mal, hay quien lo entiende, hay quien no y, por supuesto, hay quien lo ha criticado de forma descarnada. Claro que a muchos de estos últimos no hay que hacerles demasiado caso porque suelen criticar de forma descarnada todo lo que se haga en el Sevilla.
Mi opinión al respecto es diferente en función de si me planteo el asunto desde el aspecto personal o empresarial (yo siempre me refiero a esto último al hablar del Sevilla porque el Sevilla no deja de ser una empresa). En lo personal, me parece de lo más injusto desprenderse de una persona que se ha partido la cara (a veces en el término más literal de la expresión) por el Sevilla durante once largos años. Pero en lo empresarial, la cosa cambia. Soy consciente de que no se pueden tomar decisiones sin buscar un equilibrio entre ambos aspectos, y es de eso de lo que quería hablar hoy.
Cuando Cristóbal Soria llegó al puesto del delegado del Sevilla, la situación del club era dramática en lo que a la empresa se refería. Ahogado económicamente, se hablaba de quiebra técnica en las cuentas de la entidad y había quien barajaba incluso la posibilidad de la desaparición. Luego llegó Del Nido diciendo que la deuda del Sevilla era calderilla, pero lo cierto era que había que reducir costes por todos lados.
Era el momento de los sevillistas. Era la hora de que los que sentían los colores dieran un paso al frente porque eran los únicos que estaban dispuestos a trabajar sin tener del todo claro si acabarían cobrando o no. Entonces no había Ley Concursal, esta se aprobó, si no me equivoco, en 2004. Fue la época en la que tomaron el mando, cada uno en su parcela, Alés, Monchi, Caparrós... y Cristóbal Soria, entre otros muchos. La época de las vacas flacas. Ahí se demostró que el Sevilla tiene a un ejército de fieles indestructibles capaces de dar el cayo casi sin pedir nada a cambio. Y no unos fieles cualquiera, no, unos fieles tan capaces como cualquier otro reputado profesional venido de fuera. Tanto es así, que de aquella base surgió un equipo campeón. Campeonísimo.
Pero las cosas han cambiado. Gracias a aquellos sevillistas, como Cristóbal Soria, el club hoy día no tiene nada que ver con aquello que era hace once años. El club está en plena regeneración, ha terminado el ciclo que comenzó entonces, y ahora se inicia otro, de otra manera, con otros planteamientos y con unos objetivos muy diferentes. Aquel Sevilla era una especie de cortijo en ruinas que había que regenerar. El Sevilla de hoy es una empresa moderna que toma decisiones de una forma muy distinta.
Yo creo que cualquiera que esté atento a los movimientos del club en los últimos meses es consciente del periodo de reflexión que se ha abierto en el mismo. Las cosas se están haciendo de diferente manera. Se están rescatando métodos que dieron muy buenos resultados en el pasado (véase la gestión de Monchi), pero también se están descartando otras prácticas que, creo, se consideran contraproducentes. Y esto último se refiere mucho a la imagen que proyecta el club. El Sevilla se quiere expandir fuera de las fronteras de nuestra provincia, y por ahí pienso que van los tiros a la hora de tomar la decisión de desprenderse de Cristóbal Soria.
Cristóbal se ha ganado una muy mala fama en el exterior por su vehemencia a la hora de defender los colores. Y esa mala fama da mala imagen. Lo que en otra época era lo que se necesitaba, gente que se partiera la cara por el escudo sin que importara mucho el modo en que lo hiciera, ahora ya no sirve. Ahora hay que partírsela igual, pero de otro modo, con otras formas. Yo no digo que Cristóbal no esté capacitado para hacerlo así. En absoluto. Pero su fama le acompaña y eso ya no tiene remedio. En lo personal, es injustísimo que, encima de haber soportado sobre sí tantísimas críticas e insultos, ahora llegue el club y utilice esa mala fama (ganada por defender al propio club) como motivo de su destitución. Porque todos estamos convencidos de que por ahí van los tiros. Pero, en lo empresarial, la directiva está en la obligación de sacar el máximo partido a su gestión, y para eso, la imagen es fundamental.
Yo no sé cómo lo va a hacer Martagón en adelante. La verdad es que yo, de éste, sólo recuerdo lo que le decíamos en la tribuna alta de gol sur cuando jugaba allá por la primera mitad de los noventa. Aún me río al recordarlo. Cada vez que un delantero rival se aproximaba al área, le gritábamos "¡Sangre, Martagón, sangre!, por la contundencia con la que se empleaba el bueno de Juan. La verdad es que aquella defensa del Sevilla, con "Sangre" Martagón, "Tiburón" Prieto y Diego Rodriguez era para que los rivales se echaran a temblar. ¡Qué época aquella del "otro año igual"!
Pero a Martagón, fuera de los terrenos de juego, no le conozco. Supongo que lo hará genial, si no se esperara tal cosa no le habrían puesto ahí. Pero a Cristóbal lo vamos a echar de menos. Esto es como cuando se prescinde de ciertos entrenadores o como cuando no se les renueva a esos futbolistas que, por edad o por condiciones, ya no resultan tan útiles como antes. Es injusto, da pena, da rabia, pero el club está por encima de todo eso.
Es evidente que la imagen del Sevilla en el exterior va a mejorar sin Cristóbal Soria. Y él lo sabe. Insisto, es injusto. Y muchos dirán que nos debe importar un rábano lo que se diga desde fuera. Pero sí que importa, cuando esa imagen nos puede reportar beneficios. Nosotros no tenemos un contrato televisivo bestial como el Real Madrid, de manera que a estos no les importa nada la imagen que pueda dar Mourinho (y si no, ya vienen los medios de comunicación chupa culos a salvarles el tipo). Nosotros tenemos que buscar el euro incluso debajo de las piedras, y esto no es más que una manera de hacerlo.
Yo lo siento muchísimo por una persona que lo ha dado todo por el Sevilla cuando el Sevilla no tenía más que a enfermos del Sevilla dispuestos a darlo todo. Pero, empresarialmente, estoy de acuerdo con la decisión. Ojalá las cosas fueran de otra manera, pero no es así.
Y, naturalmente, espero de todo corazón que le vaya muy bien en la vida. Eso por supuesto. Yo, y creo que la mayoría del sevillismo también, estoy orgulloso de él.
3 comentarios:
Saludos.
Gran entrada, como siempre.
Yo tengo una pequeña discrepancia: si renovamos al Delegado para "suavizar" las relaciones... mal andamos. Es una forma de rendición, de darle la razón a los otros.
De la misma forma, ha habido otros cambios "sospechosos" de contemporizar con los medios. Medios que, desde siempre, nos han sido hostiles. Y no me gusta la idea de darle ni un ápice de razón.
Somos quienes somos y como somos y nos ha ido bastante bien. De haber sido de otra forma, nos halagarían contínuamente, como a otros.
Decía la sevillana que odio quiero mejor que indiferencia. Y puede que estuvieran en lo cierto.
Y por último, si pensamos cambiar tantas cosas y personas... ¿no faltan nombres todavía?
No me terminan de cuadrar los movimientos de las piezas ni los escaques donde se colocan.
Cuídate.
Post elegido como uno de los tres mejores posts publicados en la blogosfera sevillista durante la pasada semana.
Felicidades.
Un cordial saludo.
Blogosfera Sevilla FC.
@Jose Manuel Ariza
Todas las empresas tienen a veces que tomar decisiones de tragar mucha bilis para obtener beneficios por otro lado. No creo que a José María del Nido el sevillista le haya hecho ninguna gracia hacer esto. Pero el dirigente tiene que tomar decisiones.
Yo, sinceramente, no lo hubiera echado. Yo, como digo al final del post, estoy orgulloso de él, porque él se comportaba como me comportaría yo, con esa vena del cuello a punto de estallar, defendiendo al equipo con todas las armas.
Pero las decisiones empresariales son de distinta índole, y por eso expongo que entiendo lo ocurrido. Que no lo comparto, pero que entiendo de donde viene la decisión.
Y respecto a los nombres que faltan, dice el dicho que cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar.
Muchas gracias y un saludo.
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