jueves, 22 de septiembre de 2011

De fanfarrones y otras faunas.

Ya he comentado en ocasiones anteriores la impresión que tengo de los asturianos en general. No es una impresión gratuita, ya que por motivos laborales estuve viviendo allí un par de años. Y no es que sea un gran experto en "asturianía", pero sí que sé un poco más del tema que quien sólo haya pasado por allí de turista. 

El asturiano, por lo general, es soberbio, fanfarrón, vanidoso y hasta engreído. A ver, no es que todos sean igual, no se pude generalizar, pero igual que de los catalanes se dice que son agarrados, o los andaluces graciosos, o los franceses chauvinistas, los italianos presumidos, o que los gallegos no se sabe si suben o si bajan, el trasfondo cultural de la sociedad asturiana los hace ser de esa forma. No es nada malo, no es una crítica, es sólo una forma de ser, con las cosas buenas y las cosas malas que toda condición conlleva.

Los asturianos te sueltan que Asturias es España y lo demás tierra conquistada, y se quedan tan anchos. Un asturiano medio jamás reconocerá que algún lugar del mundo pueda llegar a ser tan bonito como su tierra, como tampoco permitirá que nadie pueda ser considerado mejor que ellos, aunque se peguen contra un muro una y otra vez. Siempre habrá alguna explicación para su fracaso, pero nunca que ellos no sean los mejores.

Insisto, no es que, uno a uno, todos los asturianos sean iguales. Es sólo una faceta de la culturilla que domina esa sociedad. Y ejemplos hay a patadas, sólo hay que ver la pose con la que se mueven por la vida gente como Fernando Alonso, Luis Enrique, David Villa..., ¿os acordáis de aquel actor, Arturo Fernández? ¿Y qué tal Melendi? ¿O Alvarez Cascos? ¿O el mismísimo Rodrigo Rato? Rodrigo Rato nació en Madrid, pero procede de una ilustrísima familia asturiana por parte de padre, y de otra no menos ilustrísima, los Figaredo, también de allí, por parte de madre.  ¿No os parece que todos ellos desprenden un sutil tufillo a discreta chulería? (O sin el discreta directamente).

Pues bien, nuestro entrenador, Marcelino García Toral, también es asturiano. Y no es que tenga pinta de chulo o fanfarrón, que no la tiene, pero algo de eso flota en el ambiente cuando se le analiza con un poco de detenimiento. Aquel "NO" tan lógico y tan polémico es un buen ejemplo. Cualquiera hubiese esquivado la pregunta del mejor modo posible, pero él se tiró a la piscina de modo total. Y cuando vi como lo hacía, no pude evitar reírme. "Si es que es asturiano", fue lo primero que pensé. "Si es que se la han puesto como a Felipe II". Ante una pregunta como aquella, un asturiano medio contesta como lo hizo Marcelino. 

Aquella anécdota nos hizo gracia, y los periodistas tuvieron tema del que hablar durante semanas. Pero el asunto de esa forma de comportarse de Marcelino va bastante más allá, y quizás el Sevilla lo está empezando a sufrir ahora, a pesar de los ocho puntos que llevamos. Y me explico.

Otra de las cosas que dijo Marcelino era que a él no le presionaba que le compararan con Juande Ramos. Es más, que él aspiraba a que su Sevilla jugase como el del entrenador manchego. Y yo ahí vi otra "asturianada". Vamos a ver, mentar a Juande en el Sevilla es mentar al mejor Sevilla de la historia. Hay que tener cuidado con esas cosas, porque, no ya igualar, sino siquiera acercarse a aquel nivel de excelencia es harto complicado. Y mucho más teniendo en cuenta la diáspora de jugadores que se ha producido en nuestro club este año, y la cantidad de gente nueva que ha venido. Por cierto, gente nueva, pero no necesariamente contrastada. O no lo suficientemente contrastada como para aspirar con certeza a un rendimiento como el de aquel Sevilla. Y para colmo, viene con el objetivo de cambiar radicalmente el sistema de juego del equipo para evitar el colapso defensivo del año pasado, y para más colmo aún, la mayoría de los jugadores más importantes de la plantilla se perdieron parte de la pretemporada, o directamente toda ella. 

Pero claro, un asturiano no puede aceptar que haya otros mejores. Un asturiano siempre puede superar cualquier reto que se le presente. Vuelvo a insistir, como trasfondo social, como generalidad, como deje de personalidad que han heredado generación tras generación. 

Siendo realistas, lo cierto es que lo que le está pasando a este Sevilla puede tener visos de normalidad. Una plantilla nueva, cuya mayor parte de los pesos pesados de estos últimos años se han ido, unos jugadores nuevos y con poca experiencia en su mayoría que los han sustituido y un sistema de juego radicalmente diferente requieren de tiempo para ensamblarse. De mucho más tiempo que lo que dura una simple pretemporada, y mucho más cuando gente como Spahic, Cáceres, Perotti, Medel, Rakitic, Campaña, Luna, etc. se han perdido parte de la misma, o toda entera. Y si, para colmo, el objetivo principal es detener la sangría defensiva de la que adolecimos el curso pasado, lo normal es, sin duda, comenzar por los cimientos, es decir, crear un equipo que juegue bien arropadito para encajar el mínimo de goles posible, y confiar en la pegada de los de arriba. 

Y a partir de ahí, ir avanzando.

Ese debería de haber sido el mensaje de Marcelino, y ahora estaríamos todos más o menos felices al ver que el Sevilla sólo ha encajado tres goles en cuatro partidos, y sólo uno de ellos en jugada. Pero no. A Marcelino le salió la vena asturiana y nos mentó a Juande, nos habló de lineas muy juntas, de presión muy arriba a la salida del balón del rival, de velocidad en las transiciones, de continuos apoyos, de balances defensivos-ofensivos eficientes..., y ahora el sevillismo, con justicia, se pregunta dónde coño están esos conceptos, cuando el equipo se parece más a los de Caparrós o Jiménez que a cualquier otra cosa. 

Y yo no digo que sea eso a lo que aspire Marcelino. Ni que no seamos capaces de llevarlo a cabo. Ni siquiera que dentro de un par de meses el equipo se salga del mapa de lo bien que juega. Pero es que las casas se construyen desde los cimientos. Cuando uno ve una obra en su primera fase, no se imagina que en un tiempo eso será un hogar habitable. Y lo acabará siendo, pero cuando uno observa un inmenso hoyo en el suelo y no tiene ni idea de albañilería, igual le puede preguntar al arquitecto que si él se espera que nadie vaya a vivir en semejante boquete. 

Paciencia, señor, paciencia, que le diría dicho arquitecto.

Y eso es de lo que yo me estoy armando con este Sevilla. De paciencia. 

La rueda de prensa de Marcelino después del partido contra Osasuna también fue la de un asturiano. La de un asturiano superado por sus propias palabras. Por sus propias fanfarronadas. Señor entrenador, no me hable de la belleza de las molduras del salón cuando la excavadora aún está trabajando en los cimientos. Hábleme de la profundidad que ha de tener el hoyo y del material del que constarán los pilares para que la casa sea robusta, pero déjeme de flores y margaritas. 

El Sevilla está en formación, y de seguir así, sumando puntos mientras se acaba de acoplar, manteniendo la portería a cero y ensamblándose, los objetivos se conseguirán porque más pronto que tarde el equipo comenzará a jugar como se desea, y entonces no habrá que remontar, ya que gracias a los puntos que estamos consiguiendo ahora, estaremos en un puesto acorde con nuestras aspiraciones. A pesar del mal juego. 

Así que, por favor, que se nos diga la verdad y que se nos deje de fanfarronadas. Que el sevillismo, tonto precisamente no es. 

4 comentarios:

Miguel dijo...

Marcelino no se come el turron en Sevilla a este paso como no cambie de sistema algo que veo dificil por ser una person aque se conforma con poco y no acepta que le digan que se equivoca asi que creo que lo mejor sera quitarnos de encima a este entrenador pero ya para que luego no sea demasiado tarde

Kike Ríos dijo...

Pues sí, totalmente cierto, nos ha vendido la moto y aún no es ni bicicleta, pero no nos queda otra. Habrá que seguir apechugando con lo que tenemos, que no está mal del todo, y esperar.

Como siempre, en tu línea, reflexiones que hacen pensar y tranquilizarse a uno.

EL PAPI MAGASE dijo...

Yo voy en esa misma linea de estar armado de paciencia,ademas me he prometido a mi mismo cumplir los plazos para cada cosa y dije de darle al mister al menos diez jornadas para hacer el primer juicio de valores,asi lo haré,ahora ver,oir y ya llegará el momento de decir las cosas altas y claras,una cosa si que no me gusta de entrada,la época de Juande ya es historia,al igual que lo fué la época de la delantera stuka,este es el Sevilla 2011-2012 y este entrenador debe de darle su sello,si es que lo tiene debe de imprimirselo de si propia cosecha,las comparaciones son odiosas y solo el tiempo dirá si Marcelino marcará o no una época de triunfos en nuestro Sevilla fútbol club,ahora toca apuntalar bien los muros de ese sotano para que no revienten los encofrados mientras estamos dandole vibrador al hormigón de sus muros,un abrazo hermano.

Rafael Sarmiento dijo...

@Miguel

No te lo voy a decir más veces, espero que te equivoques :-)
En el fondo, estoy bastante de acuerdo contigo.

@Silbato Sevillista

Esperar y confiar en que mejore. Porque esperar para luego tener que echarlo, mejor hacemos lo que dice Miguel y lo echamos ya. En fin, lo políticamente correcto es tener paciencia. Y en ello estamos.

@Papi Magase

Por supuesto que Juande es historia. Por eso digo lo que digo en el post. ¿Qué necesidad tiene Marcelino de mentar a Juande? Es una fanfarronada. Lo que tenía que haber dicho era que venía a empezar de cero y que para la jornada 10 (por decir algo) pues se verían los primeros resultados. Pero no, se nos sube el orgullo a las barbas y pasa lo que pasa. Que ahora se le reclama lo que dijo, y como no es posible, pues todo el mundo nervioso porque las cosas no van bien, cuando llevamos 8 de 12.

Para mí, esto es una enorme torpeza por parte del entrenador. Se ha cargado de una presión para nada necesaria. Ahora, a apechugar con ella.

Muchas gracias a todos, un abrazo

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