martes, 13 de septiembre de 2011

Las hormigas y las cigarras

Para escribir este post he cogido lo que se expone en un mail de estos que la gente envía a toda su libreta de direcciones y que ha llegado a mis manos. No sé quien es el autor del mismo, si lo supiera lo mencionaría porque no he sido yo quien lo ha redactado. Simplemente me he limitado a quitar ciertas cosas y poner algunas otras para darle mi pequeño toque personal, pero la historia (basada en el cuento de la cigarra y de la hormiga) como digo, es de otra persona de la cual no conozco el nombre. 

A continuación, la historia a la que me refiero: 

Érase una vez una hormiga y una cigarra.

La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante. El dinero que gana lo destina a preparar su casa para el invierno, aprovisionarse de víveres y pagar impuestos al Estado.

La cigarra se quedó parada poco antes del estío, pero el Estado le ha otorgado un subsidio de desempleo gracias al cual se pasa el verano durmiendo durante el día y yendo de fiesta por las noches. Se congratula de lo fácil que es vivir sin trabajar, y sonríe burlonamente al ver a la hormiga trabajando tanto. 

Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su perfectamente aclimatada casa, donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera. La cigarra, por su parte, se ha quedado sin subsidio y malvive en un hogar poco confortable en compañía de otras cigarras de su misma condición. Enfadadas, se manifiestan y organizan una rueda de prensa en la que se preguntan por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida, cuando hay otros con menos suerte que ella que tienen frío y hambre

La televisión, al verse ante un asunto escabroso y polémico de esos que tanta audiencia dan, organiza un programa en vivo en el que la cigarra sale pasando frío y calamidades, y a la vez muestran extractos de vídeo de la hormiga bien calentita en su casa y con la mesa llena de comida. Todo el mundo se sorprende de que en un país próspero como el suyo dejen sufrir a la pobre cigarra mientras hay otros que viven en la abundancia. No buscan los por qués, si lo dicen en la tele, es que es verdad. 

La cosa se lía parda. La asociaciones contra la pobreza y la Comisión de Derechos Humanos se manifiestan delante de la casa de la hormiga y algunos vándalos hasta la pintarrajean. Los organizadores se refieren a ellos como elementos indeseables que aprovechan manifestaciones pacíficas para dar rienda suelta a la violencia.

Por otro lado, en la prensa se multiplican los artículos en los que se preguntan cómo es posible que la hormiga se haya enriquecido tanto a espaldas de la cigarra, e instan al público a opinar en sus encuestas telefónicas y on-line, a través de una mañosa pregunta donde tienen que escoger entre si son partidarios de la igualdad o de la discriminación (como la egoísta e insensible hormiga)

Al comprobar el resultado de las encuestas de opinión, el Congreso promulga  una ley sobre la igualdad económica y una ley anti discriminación. En base a ellas, los impuestos a la hormigas son elevados notoriamente, y por si fuera poco, se les impone una altísima multa por no hacerse cargo de las cigarras en el invierno.

La hormiga, decepcionada, hace sus maletas y termina por irse a otro país, donde su esfuerzo sea reconocido y pueda disfrutar libremente de los frutos de su trabajo, donde no se le juzgue ni se le castigue cuando tenga éxito. La antigua casa de la hormiga se convierte en albergue social para cigarras que esperan a que alguien llegue a donarles el alimento y los recursos para sobrevivir dignamente. Pero claro, al irse la hormigas, los ingresos del Estado vía impuestos descendieron de un modo absoluto, de modo que era francamente difícil mantener ese tipo de beneficios sociales. Las cigarras se impacientan y reprochan al Gobierno que no ponga los medios necesarios. Para estudiar el caso y buscar soluciones, los partidos se limitan proponen una comisión de investigación pluripartidista que costará una burrada de dinero.

Las cosas no mejoran, los ingresos del Estado siguen bajo mínimos y los albergues acaban siendo abandonados. Los medios de comunicación comentan el fracaso del gobierno para corregir las desigualdades sociales y la injusticia.

La antigua casa de la hormiga acaba siendo ocupada por una banda de arañas inmigrantes

Mientras, la hormiga, que ahora vive en Alemania y trabaja a cambio de un sueldo incluso más alto que el que tenía en España, ve en la televisión las noticias del hundimiento económico de su país de origen. Escandalizada, escucha a una cigarra preguntándose cómo es posible que la gente en Alemania viva tan bien, mientras que en España todo vaya de mal en peor. 



¿Y tú qué eres? ¿Hormiga o cigarra?

4 comentarios:

Miguel dijo...

COm ola vida misma no has podido retratar la realidad que asola el pais ya se sabe el diho de que el que guarda haya y que hay que guardar como hacen las hormigas, los refranes que siempre llevan razon

EL PAPI MAGASE dijo...

Yo he sido una hormiga toa mi via,al final me veo buscandome un hormiguero lejos de de mis origenes,porque entre tantas garrapatas,chinches,chinchorros y ladillas y encima como nombras,a esas arañas que llegan de otros lares ¿a donde leches vamos a terminar las hormigas poniendo la era? pa colmo la moda es apuntarse al equipo BELEN ESTEBAN FÚTBOL CLUB y la verdad es que eso si que a mi me repele de lo lindo,aguantaremos hasta que ya no podamos mas,a ver si entra alguien a los mandos del pais que tenga un mínimo de luces y cambie este asqueroso panorama que nos rodea,gran entrada y sobre todo reflexiva,una vez mas demuestras con tus palabras que no solo de fútbol vive el hombre,ni las hormigas.

Marcu dijo...

Es otra manera, por supuesto con más originalidad, de contar, de describir, minuciosamente la vida de la sociedad española del siglo XXI.
Y así nos va.
Un saludo cordial

Rafael Sarmiento dijo...

Lo peor de esto es que el dinero que se pretenden llevar las cigarras corresponde a las hormigas que por cosas de la vida necesitan ayuda.

Los beneficios sociales son imprescindibles, pero para quien los necesita, no para los que quieren vivir del cuento.

Muchas gracias a todos, un abrazo

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