sábado, 4 de junio de 2011

Lo que pasa cuando se exprime demasiado la ubre

Resulta que hoy, por lo visto, según dicen, hay un partido de la selección española. Es curioso que a este encuentro no se le ha dado el bombo y platillo tan propio de otras ocasiones anteriores. Sí un poco al principio de la semana, pero a medida que han pasado los días, y al contrario de lo que suele ocurrir, la expectación ha ido bajando. 

En esos primeros días de la semana, me pareció francamente patética la obsesión de la prensa por convencer al personal de que no hay mal rollo entre los jugadores del Madrid y del Barça, cosa que me parece un nuevo insulto a la inteligencia de las personas que tienen algo de la misma, porque es evidente que ese mal rollo existe. Dicen los futbolistas que lo que pasa en el campo queda en el campo, pero es evidente que lo que ocurrió en esos enfrentamientos seguidos que tuvieron trascendió bastante de los límites que marcan los banderines de corner. Y buena culpa de ello (por no decir toda) la tuvieron los propios medios que ahora se empeñan en tapar las vergüenzas. Y como la mejor forma de ejercer ese empeño de taponamiento es callar, pues eso es lo que parece que han decidido. No decir ni mú, no mentar la bicha, dejar que pase el tiempo, correr un tupido velo y que sea lo que Dios quiera. 

Esto es algo que se veía venir. Las ubres tienen una capacidad, o cubicaje, limitado. La extracción de leche tiene su tope, ese que marca la cantidad de la misma que hay en la teta. Y cuando se agota la leche, pero se sigue tratando extraer, es altamente posible que se haga daño al animal y este se queje o revuelva de alguna manera. Pues bien, yo creo que estos medios, de tanto chupar de la teta, de tanto exprimir la ubre, de tanto revolver la rosca, han conseguido pasarse; y ahora empiezan a pagar las consecuencias. Lo que se hizo para que Madrid y Barça se enfrentaran cuatro veces en un mes fue indignante, sobre todo para el Sevilla (véase semifinales de la Copa del Rey). Pero el modo en el que se explotó el evento (los eventos, cuatro, más bien) rayó lo escandaloso, lo injustificable... lo asqueroso y repugnante diría yo. Ese fuego cruzado, esas declaraciones fuera de todo tono, esos jugadores haciendo de pandilleros dentro y fuera del campo... y todo magnificado hasta unas cotas deplorables. 

¿Y pensaban que eso no iba a tener consecuencias? ¿Hasta ese punto llegó su cegazón por el dinero de tantos periódicos vendidos, tantas audiencias de televisión, tanta publicidad por las nubes...? Pues ahí tienen la consecuencia. Su otra gallina de los huevos de oro, la selección, ha de ser relegada a un segundo plano en la información deportiva para lo que decía antes, para esconder las vergüenzas. Qué bien les ha venido a todos que Nadal haya llegado a la final de Roland Garros o que Lorenzo corra este fin de semana una carrera de motos. Ya tienen titulares con los que ocultar un poco lo que ocurre en la concentración de Las Rozas o en el viaje a América.

Yo no sé qué va a pasar con el combinado nacional, más allá de que un equipo ya veterano que lo ha ganado todo baja su rendimiento por cuestiones lógicas de edad y circunstancias. Y más aún cuando buena parte de sus componentes, muchos de los mejores para más inri, apenas sienten esa camiseta y se limitan a utilizarla para elevar su ego y su caché. Parte de la base de la selección, Casillas, Puyol, Capdevila, Xavi... ya supera la treintena. Otros como Piqué, Xabi Alonso, Fábregas o Busquets no sé bien qué sienten en su interior respecto a la Roja. Bueno, Piqué llamó españolitos a los que no son catalanes, no sé si siguiendo una de sus habituales "gracias". Si, esas cosas que este angelito hace de vez en cuando, como escupir un chicle a un señor mayor, Pedro Cortés, o llamar guarras, en plena borrachera eso sí, a las chicas que fueron a vitorearlos tras ganar el Mundial, y que lo hicieron ligeras de ropa porque corría el mes de Julio, era media tarde y hacía muchísimo calor, o tirar cáscaras de pipas a la afición rival que ocupaba asientos debajo del suyo cuando veía en la grada un partido del Barça. Hay quien dice que es que se trata de una persona muy bromista. En mi pueblo, sin embargo, a elementos como este se les llama sinvergüenzas directamente. Para colmo, hay ahí tipos como el tal Arbeloa que tiene toda la pinta de matón de barrio y que en mi opinión es un bulto ("burto" se les decía en mi colegio a  los que eran malos en algo). Y luego están los que tienen que estar por cojones a pesar de que se dejaran su mejor forma en un lugar desconocido hace ya bastante tiempo. Torres es el mejor ejemplo de ello.

Con todos esos mimbres, y si a ello le añadimos esa rivalidad que ya superó lo deportivo entre madridistas y barcelonistas, ¿qué nos queda?

Pues yo no lo sé porque, como digo, la selección ha pasado a un segundo, y hasta a un tercer, plano en la actualidad deportiva. Y yo estoy convencido de que no es por casualidad. 

Cosas de exprimir la ubre más allá de lo debido.  


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