viernes, 10 de junio de 2011

Un rival que parece desinflarse

Hace un par de días se publicó la noticia de que Gregorio Manzano fue contratado por el Atlético de Madrid para que sea su entrenador en la temporada que comenzará en agosto (a final de julio para ellos, que tienen que jugar dos rondas previas de la Europa League), cosa que sin duda me sorprendió bastante. A mí, el de Jaen me parece un buen entrenador capaz de sacar mucho partido a equipos pequeños, pero que no ha terminado de triunfar en clubes con miras más ambiciosas. Así fue en la temporada que acaba de concluir y así fue también el año que entrenó al propio equipo colchonero. Por eso no entiendo bien qué pretenden estos volviéndolo a contratar. 

Es algo, ya digo, verdaderamente sorprendente. Los madrileños vieron cómo se les marchaba su anterior técnico, Quique Sánchez Flores, el cual se vendió de forma descarada al Sevilla, para ahora contratar a nuestro anterior entrenador, el cual fracasó aquí. No fue un fracaso estrepitoso, es cierto, pero la verdad es que no se acercó ni de lejos a los objetivos que teníamos impuestos.  Teniendo en cuenta que se supone que ambos clubes juegan a lo mismo, es decir, que pertenecen en teoría a ese cuarteto de equipos que siguen la estela de los dos grandes, no deja de ser significativo este hecho. A mis ojos, se está dando la imagen de que el Sevilla crece y el Atlético no, sino que se queda atrás, que se tiene que conformar con lo que hay y no le queda más remedio que contratar a quien ha demostrado no alcanzar el nivel para triunfar en equipos de esa enjundia. Como decía antes, no sólo se ha visto aquí, sino que ellos mismos fueron testigos de primera mano de lo que estoy diciendo.

Y eso que se rumoreó hasta la saciedad que sería Joaquín Caparrós su siguiente técnico, algo que yo nunca me terminé de creer. No me imagino al de Utrera en ese club. No me lo imagino. Y tampoco creo que sea un entrenador bienvenido en el Vicente Calderón, por la forma el la que juegan sus equipos y, sobre todo, por aquello que dijo una vez, cuando Sevilla y Atlético estaban en Segunda División y don Joaquín aseguró que los de la capital tenían garantizado el ascenso por que así lo quería el "establishment". 

Finalmente, Caparrós no arribó a orillas del Manzanares, yo estoy convencido de que les ha dado calabazas, y el Atlético ha acabado por fichar a Manzano. No hay más que darse una vuelta por cualquier foro colchonero para darse cuenta de lo descontenta que está esa afición. Y no es de extrañar. Yo no estoy lo bastante al día de la actualidad de ese club como para lanzar verdades categóricas, pero la imagen que dan es la de una institución a la deriva, con una bicefalia en el poder verdaderamente preocupante, con sus jugadores más importantes clamando por salir y sin una idea clara de qué hacer en adelante. Sin un proyecto, vamos, dejándolo todo a la posibilidad de que suene la flauta. Eso por no hablar de su escandalosa deuda. 

Mientras, sus tres teóricos grandes rivales siguen pisando fuerte. El Valencia da continuidad a Unai Emery, que en mi opinión ha ganado mucho mérito al volver a clasificar tercero al equipo justo después de que sus dos grandes figuras (Villa y Silva) abandonaran el barco. El Villarreal sigue a lo suyo y ofrece muchas garantías. Y el Sevilla, después de un año de tambaleo, parece haber reorientado su camino y genera bastantes ilusiones con el nuevo proyecto que está tomando forma. 

Como decía antes, a mí me da la impresión de que el Atlético ha dado un paso atrás. La escenificación así parece confirmarlo. Contratar al entrenador que acaba de fracasar en uno de sus directos rivales me parece categórico en ese sentido. Sobre todo cuando ese rival ha rechazado de plano contratar al técnico que ellos han tenido hasta ahora (despedido con una clamorosa ovación por parte de la afición), a pesar del modo en que trató de acercarse a nosotros. 

Y aunque nunca es bueno confiarse ni hacer caso a este tipo de impresiones subjetivas, el asunto no deja de ser sintomático. Si la lógica imperase, todo haría indicar que uno de nuestros adversarios más fuertes va a dejar de serlo al menos el próximo año.

No le deseo el mal a nadie, pero ojalá que eso ocurra. Aunque sea por una vez.

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