Hace años, cuando era mucho más joven, mi forma de ser destacaba por tener un carácter muy fuerte, por defender con vehemencia mis posiciones y por ser hasta desagradable e incluso ofensivo a la hora de hablar. Sobre todo cuando alguien se metía conmigo o hacía algo que me sentaba mal. Tenía la habilidad de ridiculizar al adversario, y si no era capaz de ello, de encontrar la forma de darle donde más duele, dialécticamente hablando, hasta el punto de que eso se ha convertido en una seña de identidad para la gente que me conoce.
Con los años, ya no es tanto así. Ni mucho menos. O sí, quizás, pero de otra forma. Ya no me comporto de manera ofensiva. De hecho, es prácticamente imposible que me enfrente con nadie porque si uno no quiere, dos no se pelean. Y eso es así porque tengo grabada a fuego una frase que he convertido en una de las grandes máximas de mi vida: "No ofende quien quiere, sino quien puede". Y a mí no me ofende nadie. O prácticamente nadie. Y si lo hace, no lo exteriorizo, no permito que el otro lo sepa. No le doy esa satisfacción.
En ese sentido, en estos días, como no puede ser de otra forma, me estoy acordando mucho de uno de los personajes que más ofenden en el mundo del fútbol, que no es otro que Jose Mourinho. Y este a mí, francamente, no me ofende en absoluto. Pero para nada. Es más, me ofenden más los que tratan patéticamente de defenderle y justificarle que él mismo. En verdad, a quien ofenden es a mi inteligencia, no a mi persona, pero bueno, no dejan de hacerlo.
Jose Mourinho es de esas personas a las que me encantaría encontrarme cara a cara. Claro que, seguramente, en soledad, sin el parapeto de todo un aparato mediático y vasallo a su servicio, ese semblante de arrogancia exacerbada sería más bien otro, pero bueno. Y digo esto porque, si me pongo a ello, a mí a arrogante no me gana ni Dios. Yo puedo ser la persona más respetuosa o más insoportable si me empeño en una cosa u otra. A mí un tipo como Mourinho no me intimida. A mí me intimida alguien que haya tenido que pasar por mil dificultades en la vida y las haya superado. Alguien, por ejemplo, que haya sufrido una grave enfermedad y haya salido adelante. Alguien que haya tenido reveses casi insuperables y se mantenga en pie con dignidad. Eso es lo que a mí me intimida, lo que me provoca inseguridad porque me puedo llegar a sentir ridículo si se compara mi situación con la de ellos. Una persona se puede quejar de mil cosas, que luego llega otra con un problema de verdad y la deja en evidencia. A mí me impresionan los luchadores, los trabajadores incansables, los que sacan adelante familias enteras con apenas recursos, los que superan grandes dificultades y siguen ahí para contarlo. Eso es lo que a mí me impresiona.
Pero que llegue un tío que gana millones de euros al año, que está protegido por uno de los imperios más poderosos que hay en España, y posiblemente en Europa, que sabe que si falla aquí, mañana tendrá a varios otros haciéndole la pelota y ofreciéndole incluso más..., un tío que se muestra arrogante porque posiblemente no tenga más que eso, que arrogancia, a mí no me impresiona. Yo soy más que él. Cualquiera de vosotros, que os levantáis temprano todas las mañanas para trabajar, o para buscar trabajo, o para estudiar con el objetivo de trabajar el día de mañana, cualquiera de vosotros que se esfuerza día a día, que supera dificultades sin apenas recursos que os faciliten la tarea, cualquiera de vosotros sois más que él.
Es muy fácil ser estúpido cuando se tiene por detrás tanto apoyo. Es muy fácil ser pretencioso cuando la cuenta corriente está llena de ceros a la derecha, ceros ganados con mucho menos esfuerzo del que empleamos cualquiera de nosotros para obtener una ínfima parte de todo ese montante. Eso es muy fácil, eso no tiene mérito. Mérito tiene seguir adelante cuando se está parado, cuando se está enfermo, cuando se trabaja de sol a sol por cuatro duros. Eso sí que tiene mérito. Eso sí que es para que un estadio entero se ponga en pie para aplaudir y hacer la ola. Eso sí que es para los medios de comunicación dediquen horas y horas a ensalzar las virtudes de un individuo.
Lo que digo es utópico, lo sé, pero por mucha utopía de que se trate, no deja de marcar mi carácter.
Hoy, el Real Madrid visita el Sánchez Pizjuán con este tipo a la cabeza, dirigiendo a un elenco de futbolistas muchos de ellos con un carácter semejante al del portugués. Y mucha gente está de uñas buscando la forma de contrarrestar lo que les ofende de dicho portugués. No seré yo quien entre a juzgar esos sentimientos. No es mi intención dar lecciones a nadie, ni muchísimo menos. Por nada en el mundo.
Pero sí que me gustaría decirles algo a esa gente. Para mí, mucha de esa gente se incluye en el grupo de personas de las que hablaba antes cuando me refería a los méritos. Para mí, cualquiera de esos vale más que Mourinho. Y me apena mucho que este estúpido personaje utilice todo los medios que él tiene, y los otros no, para llevarse a su terreno a esos otros y reírse de ellos. Porque eso es lo que hace, reírse de ellos. De ellos, de los que de verdad valen.
No permitamos que eso ocurra. Conmigo no va a ocurrir, y comparto esto con quien lo quiera leer por si puede ayudar a alguien. No hay mayor desprecio hacia una persona que ignorarle. Ignorémosle, lo único que tiene es lo que nosotros le damos haciéndole caso, cayendo en sus trampas, permitiéndole que se ría de nosotros. No le dejamos que se salga con la suya. Si no le damos eso, no es nada.
Esta noche viene el Real Madrid y en Sevilla tenemos que demostrar lo que valemos. Puede que nos ganen, lo más seguro es que lo hagan, pero que no nos humillen. No lo permitamos. El año pasado lo hicimos muy bien. El año pasado nos ganaron por goleada, pero no nos humillaron. Quizás humillaron a los jugadores y a los técnicos, pero no al sevillismo. El sevillismo dejó impresionado todo el mundo del fútbol animando y animando a su equipo a pesar de estar perdiendo por seis goles. Igual que decía antes que da igual el dinero y el aparato de apoyo que tenga alguien detrás, que a mí lo que me impresiona es la capacidad de las personas para salir adelante a pesar de las dificultades, ahora digo que da igual el número de goles que sean capaces de marcar, que lo que de verdad impresiona es otra cosa, lo del año pasado por ejemplo.
Lo del año pasado fue un bofetón sin manos. Fue toda una lección. Hagamos lo que sea para volvérsela a dar.
Y si de paso los jugadores se embeben del ambiente, lo dan todo y sacamos un buen resultado, pues muchísimo mejor.
Al fin y al cabo, no sería la primera vez que ocurre. De hecho, y aparte de Barcelona, es el Sánchez Pizjuán donde con más frecuencia les ocurre. Por algo será.
3 comentarios:
Estoy contigo Rafa , somos una AFICION con mayuscula , vamos a dejarnos la Gargante sea el resultado que sea y si les Ganamos Mejor.
Viva el Sevilla F.C.
Pase lo que pase Rafael, que todos, los de la grada y los del verde nos sintamos orgullosos de este escudo, de esta camiseta.
Dices bien en cuanto al relativo merito que tienen esto tipos de conseguir lo que consiguen.
Mas verguenza ajena me da aun como sus aficionados celebran sus triunfos de la manera que lo hacen, y mas aun como el tito Floren quiere hacer ver que el equipo mas grande del mundo es su R. Madrid.
Afortunadamente, yo no cambio esa grandeza ganada a base de talonario por la nuestra ganada a base de orgullo.
Esa, no hay dinero para comprarlo.
Un fuerte abrazo amigo.
Ni veintemil palabras mas,un abrazo hermano y esta noche a salir hacia Nervión o desde donde estemos,orgullosos de lo que somos,sevillistas ¿se puede pedir mas a la vida? eso no se paga ni con todo el dinero del mundo.
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